jueves, 21 de febrero de 2013

Al liberalismo no le preocupa la desigualdad


POR EZEQUIEL ADAMOVSKY HISTORIADOR (UBA, CONICET)


El representante de una fundación alemana argumentó en esta misma sección el miércoles que el liberalismo debe dejar de sonar a “mala palabra”, ya que es el “espíritu” de la democracia. Nada más alejado de la realidad. Los liberales han sido participes y defensores de innumerables regímenes dictatoriales por todo el mundo. Esto no es casual, está en su naturaleza.
El liberalismo ha sido históricamente enemigo del gobierno del pueblo.
Hasta mediados del siglo XIX, la corriente que en Europa se llamaba “liberal” estaba en contra de la ampliación del derecho al sufragio. De hecho, la problemática que le dio origen como tradición intelectual fue, precisamente, la del modo de limitar los alcances de la soberanía popular.
El liberalismo nació en tiempos del advenimiento de la modernidad, que vino de la mano de un descubrimiento revolucionario. Las leyes de este mundo pertenecen a este mundo, no emanan ni de Dios ni de ningún plano trascendente. El potencial democrático de este descubrimiento era enorme, porque significaba que las leyes legítimas surgían sólo de la decisión de cada comunidad.
Comprendiendo la amenaza que eso significaba, el liberalismo surgió como una adaptación a los tiempos.
Aparentó apoyarse en los preceptos de la modernidad, pero sólo para reintroducir por la ventana un nuevo plano trascendente.
Propuso que hay “derechos naturales” que poseen los individuos antes de vivir en sociedad, por lo que ninguna comunidad puede siquiera discutirlos. Entre ellos, la propiedad privada y, con ella, la potestad de usufructuarla y ampliarla sin ser molestado por regulaciones legales. Luego, diseñó todo un andamiaje institucional formado por la división de poderes, los legislativos con cuerpos altamente selectivos, la máxima autoridad judicial “protegida” de la voluntad popular y dispositivos para asegurarse que los gobiernos nunca pudieran amenazar la desigualdad.
Sólo entonces, a regañadientes y por presión de la política callejera, los liberales fueron aceptando la posibilidad de que todos los ciudadanos tuvieran derecho al voto. Así surgió el sistema político en el que hoy vivimos, la “democracia liberal” –un oxímoron para un habitante de principios del siglo XIX–, que no significa el gobierno del pueblo, sino que designa apenas un mecanismo para la selección de algunas autoridades con atribuciones que nunca alcanzan a arañar el núcleo duro de la desigualdad. Cada tanto, sin embargo, las dinámicas electorales o las luchas populares se las arreglan para abrir escenarios en los que los basamentos de la desigualdad son puestos en cuestión.
No es extraño –más bien la norma– que cuando eso sucede, los liberales promuevan regímenes de facto o intervenciones que “corrijan” el curso mediante la violencia y la arbitrariedad.
La del liberalismo no es “mala prensa”: es una reputación bien ganada.

lunes, 18 de febrero de 2013

El abuso del “choque de civilizaciones”


Edición Nro 164 - Febrero de 2013




Trabajador iraní frente al puerto petroquímico de Mahshahr, 27-12-04 (Morteza Nikoubazi/Reuters)
UN ANÁLISIS PROFANO DE LOS CONFLICTOS
Por Georges Corm

Víctima de análisis polarizados y reduccionistas, el mundo árabe parece reducirse a la lucha entre sunnitas y chiitas. Sin embargo, desde Bahrein hasta el Líbano, los conflictos se encuentran anclados en una realidad social más vasta y profunda que los grandes medios de comunicación ya no se preocupan demasiado en comprender.
Cambiamos de época. Al período en que se condenaba, en Occidente, la subversión comunista fomentada por Moscú y se celebraba, en Oriente, la lucha de clases y el antiimperialismo le sucedió el que convoca a las luchas de comunidades religiosas o étnicas, e incluso tribales. Este nuevo estilo de lectura cobró una fuerza excepcional desde que el politólogo estadounidense Samuel Huntington popularizara, hace más de veinte años, la noción de “choque de civilizaciones”, explicando que las diferencias de valores culturales, religiosos, morales y políticos eran fuente de numerosas crisis. Huntington no hacía más que resucitar la vieja dicotomía racista, popularizada por Ernest Renan en el siglo XIX, entre el mundo ario, supuestamente civilizado y refinado, y el mundo semita, considerado anárquico y violento.
Esta invocación de “valores” alienta a un retorno a las identidades primarias que las grandes y sucesivas olas de modernización habían hecho retroceder y que, paradójicamente, son bien recibidas nuevamente con la globalización, la homogeneización de los modos de vida y de consumo, o incluso los cambios sociales provocados por el neoliberalismo, del que son víctimas amplios sectores de la población mundial. Permite una movilización de la opinión pública a escala internacional en favor de una u otra de las partes en conflicto, movilización fuertemente ayudada por la permanencia de ciertas tradiciones universitarias impregnadas de un esencialismo cultural heredado de las visiones coloniales. 

Mientras que el liberalismo laico a la europea y la ideología socialista, que se expandieron fuera de Europa, parecen haberse desvanecido, los conflictos se reducen a su dimensión antropológica y cultural. Pocos periodistas o universitarios se preocupan por mantener un marco de análisis de politología clásica, que tenga en cuenta los factores demográficos, económicos, geográficos, sociales, políticos, históricos y geopolíticos, pero también que contemple la ambición de los dirigentes, las estructuras neoimperiales del mundo y la voluntad de reconocimiento de la influencia de potencias regionales.

En general, la presentación de un conflicto se abstrae de la multiplicidad de factores que generaron su desencadenamiento. Se contenta con distinguir entre “buenos” y “malos” y caricaturizar los desafíos. Los protagonistas se verán designados por su afiliación étnica, religiosa y comunitaria, lo que supone una homogeneidad de opiniones y comportamientos en el seno de los grupos así designados. 

Los indicadores de este tipo de análisis surgieron durante el último período de la Guerra Fría. Fue así que en el largo conflicto libanés, entre 1975 y 1990, los diversos actores fueron clasificados en “cristianos” y “musulmanes”. Se suponía que la totalidad de los primeros adherían a una agrupación denominada Frente Libanés, o al partido falangista, formación derechista de la comunidad cristiana; los segundos se agrupaban en una coalición denominada “palestino-progresista”, luego “islamo-progresista”. A esta presentación caricaturesca no le preocupaba el hecho de que numerosos cristianos pertenecieran a la coalición antiimperialista y antiisraelí, y apoyaran el derecho de los palestinos a realizar operaciones contra Israel desde el Líbano, mientras que muchos musulmanes se opusieran a ello. Además, el problema planteado en el Líbano por la presencia de grupos armados palestinos, y por las represalias israelíes violentas y masivas que sufría la población, eran de naturaleza profana, sin relación alguna con los orígenes comunitarios de los libaneses.

Durante el mismo período, se produjeron otras manipulaciones de las identidades religiosas que no fueron en absoluto denunciadas por los analistas especializados y los grandes medios de comunicación. Así, la guerra de Afganistán, provocada por la invasión soviética de diciembre de 1979, debía dar lugar a una movilización masiva del “Islam” contra invasores calificados de ateos, y ocultar la dimensión nacional de la resistencia. Miles de jóvenes musulmanes de todas las nacionalidades, pero principalmente árabes, fueron arrastrados y radicalizados bajo la dirección estadounidense, saudí y paquistaní, creando así el contexto favorable para el desarrollo de una internacional islamista yihadista que aún perdura.

Además, la revolución iraní de enero-febrero de 1979 generó un malentendido geopolítico importante, al pensar las potencias occidentales que lo mejor, para suceder al Shah y evitar un gobierno de tinte burgués nacionalista (según el modelo de la experiencia encabezada por Mohammad Mossadegh a comienzos de los años 1950), o socializante y antiimperialista, sería la llegada al poder de dirigentes religiosos. El ejemplo de dos Estados muy religiosos, Arabia Saudita y Pakistán, estrechamente aliados a Estados Unidos, les hizo presumir que Irán sería también un socio fiel y decididamente anticomunista.

Más tarde, el esquema de análisis cambió. La política antiimperialista y pro palestina de Teherán fue denunciada como “chiita”, antioccidental y subversiva, en oposición a una política sunnita calificada de moderada. Suscitar una rivalidad entre sunnitas y chiitas, y accesoriamente entre árabes y persas –trampa en la cual Saddam Hussein cayó de cabeza al atacar a Irán en septiembre de 1980–, devino una preocupación importante para Estados Unidos, más aun tras el fracaso de su invasión a Irak en marzo de 2003, que desembocaría finalmente en un aumento de la influencia iraní (1).

Actualmente, toda una literatura política y mediática invoca el peligro representado por una media luna llamada “chiita”, constituida por Irán, Irak, Siria y el Hezbollah libanés, que intentarían desestabilizar al islam sunnita, practicarían el terrorismo y serían impulsados por la voluntad de eliminar al Estado de Israel. Nadie piensa en recordar que la conversión de una parte de los iraníes al islam chiita sólo se remonta al siglo XVI, y que fue alentada por la dinastía de los safávidas para oponerse mejor al expansionismo otomano (2). Fingen también ignorar que Irán fue siempre una potencia regional importante, y que el régimen no hace más que continuar, con nuevos ropajes, la política de grandeza del Shah, que pretendía ser el gendarme del Golfo, y que también tenía fuertes ambiciones nucleares, alentadas entonces por Francia. A pesar de estos datos históricos profanos, todo, en Medio Oriente, se analiza actualmente en términos de “sunnitas y chiitas”.


Sin matiz


Desde el desencadenamiento de las revueltas en el mundo árabe, a comienzos de 2011, el juego de la simplificación continúa. En Bahrein, los manifestantes son descriptos como “chiitas” manipulados por Irán contra los gobernantes sunnitas. Lo que significa olvidar a los ciudadanos de confesión chiita partidarios del poder vigente, así como a aquellos de confesión sunnita que simpatizan con la causa de los opositores. En Yemen, la revuelta huti (3) de los partidarios de la dinastía real que gobernó durante mucho tiempo ese país, no es vista sino como un fenómeno “chiita”, debido exclusivamente a la influencia de Irán.

En Líbano, a pesar de la oposición que puede suscitar en el seno de la comunidad chiita, y, a la inversa, de la popularidad que adquirió frente a numerosos cristianos y musulmanes de diversas confesiones, incluyendo a sunnitas, el Hezbollah es considerado un simple instrumento en manos de la ambición iraní. Olvidan que este partido nació de la ocupación por parte de Israel, entre 1978 y 2000, de una amplia parte del sur del país, poblada mayoritariamente por chiitas; ocupación que habría seguramente perdurado sin su encarnizada resistencia.

Por otra parte, que el Hamas en Gaza sea un mero producto “sunnita”, surgido de la esfera de influencia de los Hermanos Musulmanes palestinos, apenas incomoda a los analistas que defienden el sunnismo “moderado”: este movimiento debe denunciarse, ya que las armas provistas son de origen iraní y están destinadas a levantar el bloqueo del territorio por parte de Israel.

En síntesis, el matiz está ausente en todas partes. Las situaciones de opresión o de marginalidad socioeconómicas fueron silenciadas. La ambición hegemónica de las partes en conflicto no existe: hay potencias benéficas y otras maléficas. Comunidades con opiniones y comportamientos diversos son caracterizadas mediante generalidades antropológicas huecas y esencialismos culturales estereotipados, aun cuando éstas vivieron durante siglos en una fuerte interpenetración socioeconómica y cultural.


Una región atormentada


Nuevos conceptos invadieron los discursos: en Occidente, los “valores judeocristianos” sucedieron a la invocación de naturaleza laica de raíces “grecorromanas”. Del mismo modo, la promoción de “valores, especificidades y costumbres musulmanas”, o “arabo-musulmanas”, sucedió a las reivindicaciones antiimperialistas, socializantes e “industrializantes” del nacionalismo árabe de inspiración laica, que durante mucho tiempo había dominado la escena política regional.

Actualmente, los valores individualistas y democráticos que pretende encarnar Occidente se oponen a los supuestos valores exclusivamente holistas, “patriarcales y tribales” de Oriente. Grandes sociólogos europeos ya habían estimado que las sociedades budistas nunca accederían al capitalismo industrial, basado en los valores aparentemente muy específicos del capitalismo “protestante”...

En la misma línea, la cuestión palestina ya no es percibida como una guerra de liberación nacional, que podría resolverse mediante la creación de un solo país donde vivirían en pie de igualdad judíos, cristianos y musulmanes, tal como durante mucho tiempo lo reclamó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) (4). Es considerada como un rechazo arabo-musulmán opuesto a la presencia judía en Palestina, y por ende, para muchas mentes lúcidas, como la señal de una permanencia del antisemitismo a la cual habría que castigar. Sin embargo, un poco de sentido común basta para comprender que si Palestina hubiera sido invadida por budistas, o si la Turquía post-otomana hubiera querido reconquistarla, la resistencia habría sido igualmente constante y violenta. 

En el Tíbet, Xinjiang, Filipinas, el Cáucaso bajo dominación rusa, y actualmente en Birmania, donde acaba de descubrirse la existencia de una población musulmana en conflicto con sus vecinos budistas, pero también en la ex Yugoslavia desmembrada sobre líneas comunitarias (croatas católicos, serbios ortodoxos, bosnios musulmanes), en Irlanda (dividida entre católicos y protestantes)... En todas estas regiones, ¿pueden los conflictos percibirse realmente como el enfrentamiento de valores religiosos? ¿O son, en cambio, profanos, es decir, anclados en una realidad social cuya dinámica ya nadie se preocupa demasiado en analizar, mientras que numerosos dirigentes comunitarios autoproclamados encuentran allí la ocasión de concretar sus ambiciones?

La instrumentalización de las identidades en el juego de las grandes y las pequeñas potencias es vieja como el mundo. Podía creerse que la modernidad política y los principios republicanos que se difundieron en el planeta desde la Revolución Francesa habían instalado en forma duradera la laicidad en la vida internacional y en las relaciones entre los Estados; ahora bien, no ha ocurrido así. Se asiste a un aumento de la pretensión de algunos Estados de convertirse en los portavoces de religiones transnacionales, en particular en lo que concierne a las tres religiones monoteístas (judaísmo, cristianismo e islam).

Estos Estados se adueñan de lo religioso para ponerlo al servicio de su política de potencia, influencia y expansión. Justifican así la no aplicación de los grandes principios de los derechos humanos definidos por Naciones Unidas, al ratificar Occidente la ocupación continua de los territorios palestinos desde 1967, y al aceptar algunas potencias musulmanas las flagelaciones, lapidaciones, las manos cortadas a los ladrones. Las sanciones infligidas a quienes infringen el derecho internacional también varían: severos castigos impuestos por la “comunidad internacional” en algunos casos (Irak, Irán, Libia, Serbia, etc.), ausencia total de una simple reprimenda en otros (ocupación israelí, régimen de detención estadounidense en Guantánamo).

Hacer cesar esta instrumentalización y los análisis simplistas tendientes a disimular la realidad profana de los conflictos, especialmente en Medio Oriente, constituye un imperativo urgente, si se quiere lograr apaciguar esta región atormentada. 


1. Seymour M. Hersch, “The Redirection. A Strategic Shift”, The New Yorker, 5-3-07, www.newyorker.com
2. La dinastía de los safávidas reinó en Persia de 1501 a 1736. Ismail I (1487-1524) inició la conversión de la población al chiismo.
3. Véase Pierre Bernin, “La guerra oculta de Yemen”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, Buenos Aires, octubre de 2009.
4. Especialmente en el célebre discurso de Yasser Arafat ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, en 1974, en el cual defendía la causa de un Estado donde judíos, cristianos y musulmanes vivirían en pie de igualdad.
* Ex ministro libanés, autor de Pour une lecture profane des conflits, La Découverte, París, 2012.

Traducción: Gustavo Recalde


Aporte de Pablo Ferri

sábado, 16 de febrero de 2013

Seminario del Dr. Mario Fales. La medicina en la Antigua Mesopotamia: entre magia y ciencia, a dictarse en la UBA


 El programa de seminario del Dr. Mario Fales.
La medicina en la Antigua Mesopotamia:
entre magia y ciencia
Prograna de Seminario de Doctorado
Frederick Mario Fales
Universidad de Udine

Áreas temáticas: Historia Antigua Oriente, Historia Clásica, Historia de la Medicina, Antropología, Psicología. 
Duración (fechas): lunes 25 de febrero a viernes 1 de Marzo 2013
Día y horario: lunes a viernes de 15 a 19 hs.(20 hs. semanales)
Lugar: Instituto de Historia Antigua Oriental “Dr. A. Rosenvasser” (F.F. y L.-UBA) 
25 de Mayo 217, piso 3º
Organizan: IHAO “A.Rosenvasser”- CLEC (Cat. Libre de Estudios Cananeos)- CLEARAB (Cat. Libre de Estudios Arabes)

Fundamentos y objetivos
La antigua Mesopotamia, junto con el antiguo Egipto, puede ubicarse como la sede de un gran número de experimentos y desarrollos de gran alcance intelectual, aunque -por supuesto- restringidos a las elites urbanas letradas. A pesar de esto, los estudiosos mesopotámicos no nos dejaron comentarios o tratados analíticos de los muchos dominios de la realidad que investigaron. Esta ausencia se siente particularmente en el caso de la medicina; no existe una definición explícita mesopotámica de salud, enfermedad, o incluso de tratamiento, y por lo tanto se debe confiar únicamente en los datos a extraer de los textos terapéuticos o diagnósticos, y en un pequeño corpus de evidencia no médica (principalmente cartas y/o documentos literarios) para los datos aleatorios suplementarios contextuales. Tal vez por esta razón Herodoto nos transmitió la información engañosa sobre la falta de médicos en Babilonia, en contraste con Egipto, en un pasaje muy conocido y citado a menudo de sus Historias. Sin embargo, en realidad, en una carta de mediados del siglo XIII a.C. enviada por el rey hitita Hattushili III a su contraparte de Babilonia ("hermano"), Kadashman-Enlil II demuestra que los médicos de Babilonia no sólo estaban disponibles, sino que realmente disfrutaban de buena reputación profesional, tanto como para ser enviados al extranjero para curar a la realeza y sus cortesanos e incluso ser altamente compensados por su labor.
En la actualidad se reconoce, generalmente, que el conocimiento de las condiciones de salud del hombre de la antigua Mesopotamia está todavía muy lejos de conformar un marco histórico-científico coherente, y que sólo el incremento de los resultados de estudios paleoantropológicos y análisis específicamente paleopatológicos de esqueletos encontrados en excavaciones arqueológicas regulares y metodológicamente precisas puedan cambiar esta imagen, en cierta medida, en el futuro próximo. Ante este punto podría decirse que una corrección del estado actual del problema no ha hecho más que comenzar, y en la última década una serie cada vez mayor de estudios rigurosos han destacado el papel de la imaginación, la lógica deductiva y la observación sistemática en el pensamiento médico y los métodos operativos de la Mesopotamia.
Nuestras principales fuentes de información sobre la materia derivan de la gran cantidad de textos médicos que los pueblos mesopotámicos nos han legado. Estos textos son sin duda de gran utilidad en la definición de la conciencia cultural de los babilonios y los asirios hacia la mala salud, la enfermedad y el sufrimiento, y su manera de hacer frente a estas realidades y problemas. 
Por el contrario, las problemáticas de índoles variadas relativos a la "traducción" de estos textos a nuestro actual marco de trabajo clínico –desde las actuales representaciones lingüísticas a las correlaciones mucho más complejas de pensamiento y patrones de interpretación- constituyen una barrera importante para nuestra comprensión de las condiciones históricamente determinadas de la salud y la enfermedad en el valle del Tigris y el Éufrates durante la antigüedad pre-helenística. 
El seminario tiene por objetivo general que los alumnos se adentren en la problemática de la medicina en el ámbito mesopotámico y que desarrollan la capacidad de comprender, en el estadio actual del problema, la significación de la misma como parte de la expresión cosmológica y su evolución en dicha civilización. En atención a esto nos proponemos acercar a los participantes al conocimiento básico de los problemas filológicos, lingüísticos, ideológicos y de mentalidades, historiográficos y arqueológicos que ofrecen nuestros documentos escritos y materiales a fin de aprender a resolver los cruces interpretum generados tanto por los textos mismos como por la labor de los especialistas en el tema, dotándolos de tal modo de un instrumental mínimo que les permita comenzar a comprender un aspecto más de la civilización mesopotámica.
El curso será de interés para los estudiantes de posgrado/doctorado interesados en el Antiguo Oriente (asiriología y egiptología) pero también para aquellos abocados al estudio de las sociedades antiguas (clásica), la historia de la medicina, y a los estudiantes de las carreras de Antropología, Arqueología, Estudios hebraicos y otras ciencias sociales afines. 

CONTENIDOS

UNIDAD 1 
Introducción
Background histórico: Introducción a la historia de la antigua Mesopotamia
Alta cultura y terapia curativa en la antigua Mesopotamia 
Medicina mesopotámica: principios básicos
Salud, enfermedad y curación en la antigua Mesopotamia: magia y terapéutica en interacción

UNIDAD 2
Los especialistas médicos: asû and āšipu: el “farmacéutico” y el “conjurador”
El legado textual de la medicina mesopotámica 
1) Signos clínicos: 
a) La serie de “Síntomas”; 
b) La colección the prescripciones terapeúticas (bulṭu)
2) Componentes terapeúticos específicos:
a) Lista lexical de substancias
b) Repertorio terapeútico
c) “Manual” de la serie šikin-šu (hierbas, lapidarios y bestiarios)

UNIDAD 3 
El conocimiento natural básico de la medicina mesopotámica

UNIDAD 4 
Anatomía y cirugía en la antigua Mesopotamia
Conocimiento anatómico de las series de “síntomas”
Conocimiento y práctica quirúrgica 

UNIDAD 5
La medicina mesopotámica en relación con la medicina egipcia, griega, talmúdica y moderna

Evaluación y promoción del curso:
Los alumnos deberán cumplir con una asistencia no inferior al 80% de las clases programadas, realizar alguna presentación bibliográfica en el transcurso de las reuniones, y presentar un trabajo monográfico final a convenir con el profesor a cargo del seminario.

Requisitos idiomáticos: 
Se requiere capacidad de lectura de bibliografía especializada en idioma inglés, francés, italiano (alemán, opcional, no excluyente).

Fuentes y material de lectura:
La bibliografía general y específica como así también las fuentes serán aportadas por el profesor a cargo del dictado del seminario. Las clase se dictarán en italiano.

Se aclara que los interesados en el tema pueden concurrir a escuchar las clases dictadas por el Dr. Mario Fales. Asimismo, se recuerda que los alumnos que cursen el seminario de Doctorado que deben inscribirse en la Facultad de Filosofia y Letras, UBA, oficina de posgrado, Puán 420.

La muerte en Gaza gana el World Press Photo


ESTEFANÍA DE ANTONIO 
15.02.2013
Paul Hansen of Sweden has won the World Press Photo of the Year 2012 with this picture of a group of men carrying the bodies of two dead children through a street in Gaza City
Paul Hansen ha ganado el World Press Photo of the Year 2012 por esta fotografía.PSQ
La muerte de inocentes en Gaza ha ganado el World Press Photo del Año 2012. No solo porque la fotografía del sueco Paul Hansen de dos niños asesinados en la franja a causa de un misil israelí haya sido galardonada con el primer premio, sino porque la escalada de violencia entre israelíes y palestinos del pasado noviembre ha sido uno de los temas informativos más premiado.
"Este premio es el mayor reconocimiento que puedes conseguir en esta profesión", ha afirmado Hansen a la agencia Associated Press. "Estoy muy feliz, pero también muy triste. La familia perdió a dos hijos y la madre está inconsciente en un hospital", ha añadido.
La fotografía muestra a un grupo de hombres llevando los cuerpos de Suhaib Hijazi, de 2 años, y su hermano Muhammad, de 3, a los que trasladan a una mezquita para celebrar el funeral. La imagen fue tomada el pasado 20 de noviembre, en plena operación Pilar Defensivo, la peor ofensiva militar del Ejército hebreo en Gaza en los últimos cuatro años. La casa de los hermanos Hijazi fue alcanzada por un misil israelí.El padre de los pequeños, Fouad, también murió en el ataque y su madre resultó herida de gravedad.
"La fuerza de la imagen radica en el contraste entre la tristeza de los adultos y la inocencia de los niños", ha dicho Mayu Mohanna, uno de los miembros del jurado, según recoge la agencia Reuters.
Hansen es reportero gráfico y trabaja para el diario Dagens Nyheter desde el año 2000. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios, incluido el de 'Fotógrafo del año' de  POYi en 2010 y 2013, 'Fotógrafo del año' en Suecia siete veces y un primer premio en dos ocasiones en NPPA. Por el World Press Photo recibirá 10.000 euros.

Tres españoles premiados

La cobertura de la ofensiva en Gaza del catalán Bernat Armangué también ha sido reconocida con el primer premio en la categoría 'Spot News'. Once instántaneas, en total, que reflejan la escalada de violencia entre israelíes y palestinos durante una semana en la que murieron 180 personas, la mayoría civiles.
Las imágenes muestran desde bombardeos en primer plano hasta durísimas fotografías de un grupo de niños, todos de la misma familia, en la morgue del hospital de Al Shifa. En esa misma morgue fue donde captó una de las mejores imágenes de su vida, portada de diarios de medio mundo, en la que un palestino besa la mano de su familiar fallecido.
"Es un instante muy rápido que refleja esa cálida forma de decir adiós, de despedirse de alguien que ya se ha ido en un momento tan poco íntimo. Ser testigo de un momento así hace que uno se sienta afortunado, no por lo que ha pasado, sino por el poder experimentar un sentimiento tan fuerte y que es tan internacional. Es algo que nos puede afectar a todos", afirma Armangué a RTVE.es.
Armangué es una persona sosegada, comedida y con su temple habitual ha recibido la noticia del galardón. “Los reconocimientos siempre son agradables”, reconoce. Su voz no denota ni la más mínima agitación.
Desde Jerusalén, donde reside desde hace cinco años, explica a RTVE.es cómo se ha enterado de que es uno de los premiados. “Estaba con mi hijo jugando en el parque cuando un amigo me ha enviado un correo electrónico felicitándome”, afirma. “No me lo esperaba”.
La imagen tenía muchas opciones de ganar el certamen general, pero los expertos no creían que el concurso premiara por segundo año consecutivo a un español. El catalánSamuel Aranda fue galardonado el año pasado con la mejor foto del año por un retrato de una  mujer con velo sosteniendo en sus brazos el cuerpo de un familiar herido, que fue tomada en Yemen para el diario The New York Times.

La barbarie en Siria, desde todos los ángulos

Junto a Gaza, la guerra en Siria ha sido el tema más fotografiado y premiado. La masacre de civiles y los enfrentamientos entre los rebeldes y las tropas de Bachar al Asad han centrado el foco de reporteros de todo el mundo. Algunas de estas imágenes son el interrogatorio y tortura de dos presos, del turco Emin Özmen; el desconsuelo de Aida tras un bombardeo, del argentino Rodrigo Abd; un bebé herido que espera recibir tratamiento en Alepo, del estadounidense Sebastiano Tomada; y la serie deAlessio Romenzi que ha ganado el primer premio de 'Noticias Generales' con Siria bajo asedio. 
“La mayoría de las fotografías premiadas muestran las consecuencias directas de esos conflictos en la población civil. No importa el lugar. Pueden haber ocurrido en Gaza, en Siria o en cualquier ciudad fuera de Oriente Medio. Importa la historia y el sufrimiento”, subraya Armangué.
Junto al fotógrafo barcelonés, otros dos españoles, colegas de Associated Press, han sido premiados este año. Emilio  Morenatti ha ganado el tercer galardón de Temas Contemporáneos por la imagen de una manifestación en Barcelona, y Daniel Ochoa de Olza, el segundo premio de Retratos Observados por El regreso del torero, una serie de fotografías del maestro Juan José Padilla.
El jurado, formado por 19 expertos, ha concedido premios a 54 fotógrafos en nueve categorías distintas, de 32 nacionalidades. En total, 5.666 fotógrafos de 124 nacionalidades distintas se habían presentado con más de 100.000 instantáneas.
http://www.rtve.es/noticias/20130215/fotografia-dos-ninos-muertos-gaza-gana-world-press-photo/608554.shtml

miércoles, 13 de febrero de 2013

Sobre el conflicto Israel-Palestina: declaración de Judith Butler


Respuesta de Judith Butler al ataque: 'Afirmo un judaísmo no asociado a la violencia del Estado'
Extraído del sitio Palestinalibre.org
El 26 de agosto de 2012 el diario Jerusalem Post publicó un ataque contra la adjudicación de un importante premio internacional a Judith Butler, filósofa y profesora de literatura comparada en la Universidad de Berkeley, debido a que Butler apoya el boicot a Israel. Butler escribió esta respuesta y, al no tener esperanza de que el Post lo publicara, nos lo envió a nosotros. – Los editores.
El Jerusalem Post publicó recientemente un artículo que informa de que algunas organizaciones se oponen a que me hayan adjudicado el Premio Adorno, un premio que se otorga cada tres años a una persona que trabaje en la tradición de la teoría crítica en sentido amplio. Las acusaciones contra mí son que apoyo a Hamas e Hizbolá (lo que no es cierto), que apoyo el BDS (parcialmente cierto) y que soy antisemita (evidentemente falsa). Tal vez no me debería sorprender tanto que quienes se oponen a que reciba el Premio Adorno recurran a estas acusaciones difamatorias y sin fundamento para expresar su punto de vista. Soy una académica que llegó a una introducción a la filosofía a través del pensamiento judío y me considero a mí misma defensora y continuadora de una tradición ética judía que incluye figuras como Martin Buber y Hannah Arendt. He recibido una educación judía en Cleveland, Ohio, en el templo, bajo la tutela del rabino Daniel Silver donde he desarrollado fuertes convicciones éticas sobre la base del pensamiento filosófico judío. Aprendí y llegué a aceptar que somos llamados por los demás y por nosotros mismos a responder y mitigar el sufrimiento. Pero para hacerlo tenemos que oír el llamado, encontrar los recursos con los cuales vamos a responder y, a veces, sufrir las consecuencias de hablar como lo hacemos. A cada paso en mi educación judía me enseñaron que no es aceptable permanecer en silencio ante la injusticia. Este mandato es algo difícil, ya que no nos dice exactamente cuándo y cómo hablar, o cómo hablar de una manera que no produzca una nueva injusticia, o la forma de hablar de modo que será escuchada y registrada en la manera correcta. Estos detractores no escuchan mi posición actual y tal vez no debería sorprenderme, ya que su táctica consiste en destruir las condiciones de audibilidad.
Estudié filosofía en la Universidad de Yale y continué reflexionando sobre las cuestiones de la ética judía a lo largo de mi educación. Me sigo sintiendo agradecida por esos recursos éticos, por la formación que tuve y que aún me animan. Es falso, absurdo y doloroso para cualquiera argumentar que los que formulan una crítica al Estado de Israel son antisemitas o, en caso de ser judío, es uno que se odia a sí mismo. Dichas acusaciones tratan de demonizar a la persona que está expresando un punto de vista crítico y así descalificar de antemano su opinión. Es la táctica del silenciamiento: esta persona es incalificable y cualquier cosa que diga se desecha de antemano o se distorsiona de tal modo que anula el acto de expresión. La acusación se niega a considerar el punto de vista, a debatir su validez, a considerar sus formas de evidencia y a arribar a una conclusión sólida sobre la base de escuchar a la razón. La imputación no es sólo un ataque a personas que tienen puntos de vista que algunos encuentran objetables, sino que es un ataque al intercambio razonable, a la posibilidad misma de escuchar y hablar en un contexto en el que realmente se podría considerar lo que el otro tiene que decir. Cuando un conjunto de judíos etiqueta a otro grupo de judíos con el membrete de “antisemita”, está tratando de monopolizar el derecho a hablar en nombre de los judíos. Así que, en realidad, la acusación de antisemitismo es una tapadera de una disputa interna judía.
En los Estados Unidos me alarmó la cantidad de judíos que, estando consternados por la política israelí, incluyendo la ocupación, las prácticas de detención indefinida y el bombardeo de poblaciones civiles en Gaza, tratan de renegar de su judaísmo. Cometen el error de pensar que el Estado de Israel representa el judaísmo de nuestro tiempo y que si uno se identifica como judío, apoya a Israel y sus acciones. Y, sin embargo, siempre ha habido tradiciones judías que se oponen a la violencia de Estado, que afirman la convivencia multicultural y defienden los principios de igualdad. Esta tradición ética fundamental se olvida o deja de lado cuando cualquiera de nosotros acepta a Israel como la base de la identificación judía o de sus valores. Así que, por un lado, los judíos que son críticos con Israel piensan que tal vez no pueden seguir siendo judíos si Israel representa al judaísmo, y, por otro lado, aquellos que tratan de anular a cualquiera que critique a Israel también identifican a Israel con el judaísmo, lo que lleva a la conclusión de que el crítico debe ser antisemita o, si es judío, odiarse a sí mismo. Mis esfuerzos académicos y públicos se han dirigido a salir de este embrollo. En mi opinión, existen fuertes tradiciones judías, incluso las del sionismo temprano, que valoran la convivencia y que ofrecen maneras de oponerse a la violencia de todo tipo, incluyendo la violencia estatal. Es muy importante que estas tradiciones sean revalorizadas y alentadas para estos tiempos ya que representan los valores de la diáspora, las luchas por la justicia social y el importantísimo concepto de “reparar el mundo” (Tikun).
Está claro para mí que las pasiones tan fuertes que intervienen en estos temas son las que hacen tan difícil escuchar y hablar. Se sacan unas pocas palabras de contexto, se distorsiona su significado y llevan a etiquetar o, incluso, a marcar a un individuo. Esto le pasa a muchas personas cuando ofrecen una visión crítica de Israel: se les tacha de antisemitas o incluso de colaboradores de los nazis. Estas formas de acusación tienen el propósito de establecer las formas más persistentes y tóxicas de estigmatización y demonización. Acusan a la persona tomando las palabras fuera de contexto, invirtiendo su significado y haciendo que permanezcan en vez de la persona; de hecho, anulan los puntos de vista de esta persona sin tener en cuenta el contenido de esos puntos de vista. Para aquellos de nosotros que somos descendientes de los judíos europeos que fueron destruidos en el genocidio nazi (la familia de mi abuela fue destruida en un pequeño pueblo al sur de Budapest), el insulto más doloroso y lesivo es ser llamado cómplice del odio a los judíos o ser calificado de persona que se odia a sí misma. Y aún es más difícil de soportar el dolor de esta acusación cuando uno trata de afirmar lo que es más valioso en el pensamiento judío acerca de la ética contemporánea, incluyendo la relación ética con los desposeídos de la tierra y el derecho a la autodeterminación, con los que tratan de mantener viva la memoria de su opresión, con aquellos que tratan de vivir una vida que va a ser, y debe ser, digna de ser sufrida. Yo sostengo que todos estos valores derivan de importantes fuentes judías, lo que no quiere decir que solo se deriven de esas fuentes. Pero para mí, dada la historia de la cual provengo, es de máxima importancia denunciar como judía la injusticia y luchar contra toda forma de racismo. Esto no me convierte en una judía que se odia a sí misma. Esto me convierte en alguien que quiere afirmar un judaísmo que no se identifica con la violencia de Estado y que se identifica con la lucha de amplia base por la justicia social.
Mis observaciones sobre Hamas e Hizbolá se han sacado de contexto y se han distorsionado mis permanentes puntos de vista. Siempre he estado a favor de la acción política no violenta y este principio siempre ha caracterizado mis puntos de vista. Un miembro de una audiencia académica me preguntó hace algunos años si pensaba que Hamas e Hizbolá pertenecían a “la izquierda global” y le respondí con dos puntos. El primero era meramente descriptivo. Estas organizaciones políticas se definen como antiimperialistas y el antiimperialismo es una característica de la izquierda global, por lo que sobre esa base se podrían describir como parte de la izquierda global. Entonces el segundo punto fue crítico. Como con cualquier grupo de izquierda, uno tiene que decidir si se está a favor o en contra de este grupo, para lo cual se debe evaluar críticamente su postura. No acepto ni apruebo a todos los grupos de la izquierda global. De hecho, a estas observaciones siguió una charla que di esa noche en la que hice hincapié en la importancia del duelo público y de las prácticas políticas de la no violencia, un principio que elaboré y defendí en mis tres libros más recientes: Precarious Life , Frames of War y Parting Ways. Guernica y otras publicaciones de internet me entrevistaron acerca de mis opiniones sobre la no violencia y estas opiniones son fáciles de encontrar si alguien quiere saber cuál es mi posición sobre estas cuestiones. De hecho, a veces se burlan de mí personas de izquierda que apoyan formas de resistencia violenta y que piensan que no entiendo esas prácticas. Es cierto: no apoyo las prácticas de resistencia violenta y tampoco la violencia del Estado, no tienen derecho, y nunca lo tuvieron. Este punto de vista quizás me hace más ingenua que peligrosa, pero es mi punto de vista. Por lo tanto, ¡siempre me ha parecido absurdo que se tergiversen mis comentarios para expresar que apoyo o apruebo a Hamas e Hizbolá! Nunca he adoptado una postura sobre ninguna de las dos organizaciones, así como nunca he apoyado a ninguna organización que posiblemente forme parte de la izquierda global. No doy mi apoyo incondicional a todos los grupos que constituyen en la actualidad la izquierda global. Afirmar que esas organizaciones pertenecen a la izquierda no quiere decir que deben pertenecer, o que las respaldo o apoyo de alguna forma.
Agrego dos puntos. Apoyo el movimiento de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) de una manera muy específica. Rechazo algunas versiones y acepto otras. Para mí, el BDS significa que estoy en contra de las inversiones en empresas que fabrican equipos militares cuyo único objetivo es demoler casas. Esto significa también que no hablo en instituciones israelíes a menos que adopten una postura firme en contra de la ocupación. No acepto ninguna versión del BDS que discrimine a los individuos sobre la base de la ciudadanía nacional y mantengo estrechas relaciones de colaboración con muchos académicos israelíes. Una razón por la que puedo avalar el BDS y no aprobar a Hamas e Hizbolá es que es el BDS es el mayor movimiento no violento cívico y político que trata de establecer la igualdad y los derechos de autodeterminación para los palestinos. Mi propia opinión es que los pueblos de esos territorios, judíos y palestinos, deben encontrar una manera de convivir bajo condiciones de igualdad. Como muchas otras personas, anhelo una política verdaderamente democrática en esas tierras y afirmo los principios de la autodeterminación y la cohabitación de ambos pueblos, de hecho, para todos los pueblos. Y mi deseo, como es el deseo de un número cada vez mayor de judíos y no judíos, esque la ocupación llegue a su fin, que cese la violencia de toda índole y que una nueva estructura política garantice los derechos políticos sustanciales para todas las personas en esta tierra.
El grupo que patrocina este llamamiento es Académicos por la Paz en Oriente Medio, un nombre equivocado en el mejor de los casos, que afirma en su web que “el Islam” es una religión “inherentemente antisemita (sic)”. No se trata, como ha informado el Jerusalem Post, de un amplio grupo de académicos judíos en Alemania, sino de una organización internacional con base en Australia y California. Es una organización de derecha y, por lo tanto, es parte de una guerra interna judía. Un exmiembro de la junta, Gerald Steinberg, es conocido por atacar tanto a organizaciones de derechos humanos en Israel como a Amnistía Internacional y a Human Rights Watch. Su voluntad de incluir a infractores israelíes de los derechos humanos aparentemente los hace también candidatos a la etiqueta de “antisemita”.
Por último, yo no soy un instrumento de ninguna “Organización No Gubernamental”: pertenezco a la junta asesora de Jewish Voice for Peace [Voz Judía por la Paz], soy miembro de la Sinagoga Kehillah en Oakland, California, y miembro ejecutivo de la Facultad por la Paz Israelo-Palestina en los EE.UU. y del Teatro de Jenin, en Palestina. Mis puntos de vista políticos han abordado un gran número de temas sin limitarse a Oriente Medio o al Estado de Israel. De hecho, he escrito acerca de la violencia y la injusticia en otras partes del mundo y me he centrado principalmente en las guerras emprendidas por Estados Unidos. También he escrito sobre la violencia en contra de las personas transexuales en Turquía, la violencia psiquiátrica, la tortura en Guantánamo y sobre la violencia policial contra manifestantes pacíficos en los EE.UU., por nombrar unos pocos temas. También he escrito contra el antisemitismo en Alemania y contra la discriminación racial en los Estados Unidos.
Judith Butler es profesora “Maxine Elliot” en los departamentos de Retórica y Literatura Comparada y co-directora del Programa de la Teoría Crítica en la Universidad de California, Berkeley. También es profesora “Hannah Arendt” de Filosofía en la European Graduate School en Saas-Fee, Suiza. Ha escrito muchos libros, incluyendo el más reciente The Power of Religion in Public Life [El poder de la religión en la vida pública].
Fuente: Judith Butler responds to attack: ‘I affirm a Judaism that is not associated with state violence’
 http://www.herramienta.com.ar/cuerpos-y-sexualidades/sobre-el-conflicto-palestina-israel-declaracion-de-judith-butler
APORTE LUCAS S. MARTINELLI

Crece la polarización entre islamistas y laicos en Egipto


Por  El Cairo 


Las llamadas del presidente islamista Morsi a un “diálogo nacional” han sido ignoradas por la mayor plataforma opositora, mayoritariamente laica


Un manifestante grita lemas contra el Gobierno delante del palacio presidencial egipcio, este viernes. / G. GUERCIA (AFP)
Mahmud Shaaban, un oscuro clérigo ultraconservador, ha provocado un instante inédito de solidaridad en la fracturada clase política egipcia. Todos los partidos han condenado su reciente fatwa en la que autoriza el asesinato de los dirigentes del Frente Nacional de Salvación, la principal coalición opositora al gobierno del presidente islamista, Mohamed Morsi. Aunque Shaaban no goza de una gran popularidad, y quizás influido por el asesinato en Túnez de Chokri Belaid, el ministerio del Interior ha reforzado la seguridad de los líderes del Frente.
A pesar de que el país árabe encadena una crisis tras otra, el raïs islamista y la oposición, mayoritariamente laica, no sólo son incapaces de llegar a acuerdos, sino que ni tan siquiera se han sentado aún en la mesa de negociaciones. Hasta ahora, las reiteradas llamadas de Morsi a un “diálogo nacional” han sido ignoradas por la mayor plataforma opositora. La reserva de confianza entre unos y otros se encuentra agotada.
“No nos fiamos de los Hermanos Musulmanes. Existe un patrón claro por el que llegan a pactos y los rompen cuando les conviene”, explica a El PAIS Jaled Dawud, portavoz del Frente. La oposición está convencida que la oferta de Morsi no es sincera, sino que solo busca una fotografía con sus adversarios para transmitir a la sociedad una imagen de talante negociador. Los recelos de Dawud no son infundados, pues la Hermandad ha incumplido numerosas e importantes promesas, como la de no presentar candidato a las elecciones presidenciales.

La oposición achaca a los Hermanos Musulmanes haber traicionado la revolución pactando en secreto con la cúpula del ejército unas condiciones ventajosas durante la transición que les permitieran acumular poder, su verdadera obsesión. La alianza con los salafistas a la hora de aprobar la nueva Constitución, marginando a las fuerzas laicas, provocó en diciembre una escalada de tensión con un violento reflejo en las calles.Hacia el final de la era Mubarak, algunos prominentes intelectuales laicos, como Saad Edin Ibrahim, abogaban por colaborar con los islamistas moderados para derribar la dictadura. Esta era una apuesta por superar el rencor derivado de la ola de violencia yihadista de los años 90, en la que murió asesinado el escritor liberal Farag Foda. Sin embargo, tras dos años de una convulsa transición, los puentes están prácticamente rotos.

Curiosamente, tanto islamistas como laicos se consideran los verdaderos abanderados de la democracia, a la vez que acusan a sus adversarios de atesorar pulsiones dictatoriales. Muchos islamistas no han olvidado el apoyo de una parte de la intelectualidad laica a las autocracias de la región en su represión de los movimientos islamistas durante las últimas décadas. El fantasma del golpe militar en Algeria en 1991, cuando el ejército abortó la transición democrática al vencer los islamistas en las urnas, aún pesa en el imaginario colectivo del islamismo.
“El verdadero objetivo de una parte de la oposición no es cambiar la Constitución, sino hacer caer al presidente Morsi”, sostien Ossama Nur, un investigador del PLJ, el brazo político de la Hermandad. Para los islamistas, la oposición cuenta con un apoyo marginal entre la ciudadanía y como son incapaces de vencer en las urnas, recurren a la movilización en las calles. Este viernes, hubo nuevas protestas en varias ciudades del país. Las más multitudinarias, en la capitalina Plaza Tahrir y frente al palacio presidencial.
Una de las condiciones de la oposición laica para iniciar un diálogo con Morsi es la formación de un gobierno de unidad nacional. La medida cuenta también con el apoyo del al-Nur, el mayor partido salafista, que alterna gestos de colaboración y competición con la Hermandad.
No obstante, la presidencia lo rechaza de forma categórica, alegando que no tiene sentido a sólo dos meses de las elecciones legislativas. Una vez constituido el nuevo parlamento, y de acuerdo con su relación de fuerzas, será el momento de rehacer el gabinet. Ahora bien, la verdadera razón podría ser otra. “Una concesión así, daría una imagen de debilidad, y la oposición escalaría sus exigencias. Así sucedió en la Revolución”, sostiene Ossama Nur.
Mientras la brecha entre islamistas y laicos se ensancha, Egipto se va hundiendo en un marasmo económico y político, jalonado por espasmos violentos. El ministro de Defensa advirtió recientemente de la posibilidad de un “colapso del Estado”, un escenario de consecuencias imprevisibles que perjudicaría tanto a islamistas como laicos.

lunes, 11 de febrero de 2013

La 'primavera árabe' se marchita


Los problemas entre islamistas radicales y liberales marcan una decepcionante agenda posrevolucionaria 

10.02.13 - 00:41 - 
El asesinato del líder opositor Chokri Belaid en Túnez ha terminado de enterrar la leyenda sobre la modélica 'revolución de los jazmines'. El país norteafricano fue el primero en echarse a las calles para protestar contra la dictadura de Zine el Abidine Ben Ali, que llevaba 24 años en el poder, y el 14 de enero de 2011 el expresidente salía en un vuelo con rumbo al exilio en Arabia Saudí. Este ejemplo guió en pocas semanas los pasos de egipcios, libios, sirios y yemeníes, que protagonizaron lo que se ha bautizado como 'primavera árabe', que cumple ahora su segundo aniversario. Túnez, Egipto y Yemen lograron el cambio a través de la protesta, en Libia estalló una guerra civil en la que los opositores recibieron la ayuda de la OTAN contra Muamar Gadafi y en Siria la guerra sigue abierta.
Túnez y Egipto
Agendas incompatibles tras pasar por las urnas
La posrevolución en Túnez está resultando más complicada de lo que los ciudadanos soñaban. Al igual que en la plaza Tahrir de El Cairo, islamistas y laicos unieron sus fuerzas para acabar con los tiranos, pero una vez alcanzado el objetivo y tras pasar por las urnas, cada grupo defiende agendas incompatibles. La crisis política interna, los problemas en la región y la irrupción de grupos extremistas han hundido sectores como el turismo y el desempleo, uno de los motivos que llevaron al pueblo a rebelarse contra Ben Ali, se sitúa en el 18%.
Los islamistas del partido Ennahda pasaron de la persecución y el exilio a tener la responsabilidad de gobernar el país tras hacerse con la victoria en las urnas (obtuvieron el 42% de los votos). Para calmar a la oposición formaron una coalición con dos partidos laicos, pero los dieciséis meses de gobierno no han servido para que este pacto se traduzca en la unión de una sociedad dividida.
Algo similar a lo ocurrido en Egipto donde los Hermanos Musulmanes ganaron las legislativas y obtuvieron en junio la presidencia con Mohamed Mursi, pero en su caso los pactos con sectores laicos han sido imposibles y la oposición ha formado un Frente de Salvación Nacional. La inestabilidad creciente y los enfrentamientos en las calles de El Cairo y Túnez han llevado a algunos expertos a hablar de la llegada del 'invierno islamista', subrayando el deseo de parte de la población de una nueva revuelta contra los recién llegados gobiernos de corte religioso.
Otros como Ignacio Álvarez-Ossorio, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante, opinan de otra manera. «Este asesinato deja claro que es necesario un mayor esfuerzo para alcanzar un consenso y apartar a elementos radicales. El choque es cada vez más evidente entre los polos islamistas y liberales», opina. «Después de décadas diciendo que 'el Islam es la solución' habrá que ver si son capaces de resolver algunos de los problemas endémicos de las sociedades árabes: el desempleo, el analfabetismo, la corrupción, la pobreza, las desigualdades, la inflación o la deuda externa», piensa el investigador.
Libia
El aviso mortal del 11S en Bengasi
Tras la caída de Muamar Gadafi parecía que la gran amenaza para la nueva Libia era la rebeldía de las milicias que habían combatido al dictador, que no aceptaban su integración en una especie de Ejército nacional e imponían su ley en las calles. También se encendieron las alarmas sobre la posible división del país por las malas relaciones entre Trípoli y Bengasi, epicentro de la revuelta, pero de momento Libia sigue unida y con un proceso de reforma interno que, a diferencia de sus vecinos tunecinos y egipcios, no lideran los islamistas porque perdieron las elecciones.
La victoria de la Alianza Nacional de Fuerzas (ANF), encabezada por el ex primer ministro Mahmud Jibril, no ha disipado la amenaza del radicalismo. Libia construye un nuevo sistema político desde cero, pero también infraestructuras, viviendas, hospitales, escuelas… un diamante en bruto para compañías extranjeras que saben que las arcas públicas cuentan con fondos suficientes porque la producción de petróleo ha vuelto a los niveles anteriores de la guerra con 1,6 millones de barriles por día. La gran incógnita para el despegue del país es la seguridad.
Yemen
Transición bajo
la sombra de Al Qaida
Desde que Estados Unidos declarara a Al Qaida en la Península Arábiga (AQPA) «amenaza global» el país se ha movido bajo la lupa de Washington, que sigue dando luz verde para que sus aviones no tripulados golpeen a la insurgencia. Alí Abdulá Saleh abandonó la presidencia hace un año y dejó el puesto a su vicepresidente Abd-Rabbu Mansour Hadi, que obtuvo el apoyo de la población en una especie de referéndum popular. Yemen fue el primer país árabe que logró echar del poder a un dirigente tras un proceso de negociación. En este caso, el pacto apadrinado por el Consejo del Golfo (integrado por Arabia Saudí, Kuwait, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Catar y Bahrein), y respaldado por Estados Unidos y la Unión Europea hizo posible que Saleh aceptara ceder el poder a cambio de su inmunidad.
Desde entonces el país ha ido dando pasos en el proceso de transición. Con los militares fuera de las calles, el siguiente paso es la celebración de una conferencia de diálogo nacional dentro de un mes, de la que saldrá la nueva Constitución.
Siria
El frente Al-Nusra, en primera línea
Abhat Al-Nusra (Frente Al-Nusra) es el grupo salafista yihadista más activo en Siria. Su irrupción en la revuelta contra Bashar el-Asad se produjo el 24 de diciembre de 2011 y su ataque más sangriento hasta el momento fue contra una sede de la seguridad en Qazaz (Damasco), en el que 55 personas perdieron la vida y más de 300 resultaron heridas. Fue la tarjeta de presentación que seguía los patrones marcados por el Estado Islámico de Irak (brazo de Al Qaida en el país vecino) y encendía las alarmas en Occidente sobre la deriva de los grupos armados de la oposición que se agrupan bajo el paraguas del Ejército Sirio Libre (ESL). Pese a defender que sus objetivos son siempre las fuerzas de seguridad, las acciones más importantes llevadas a cabo en la capital han costado la vida a decenas de civiles.
Desde hace un año la bandera negra de la guerra santa comparte protagonismo con las verde, blanca y negra del ESL. Más de 60.000 personas han perdido la vida en Siria, según la ONU, y el régimen sigue firme gracias al apoyo de Irán, China y Rusia. El-Asad promete reformas y la oposición parece dispuesta a aceptar el diálogo con el régimen, según confirmó la pasada semana su líder, el jeque Moaz Jatib. Pero la decisión está en manos de los padrinos extranjeros de gobierno y oposición, ya no es una cuestión siria.