viernes, 7 de julio de 2017

Octubre rojo un siglo después

  

Higinio Polo 1

Un siglo después de su triunfo, la revolución bolchevique sigue suscitando furiosos ataques de la derecha política y de sus terminales ideológicos en la prensa y en las televisiones, en la investigación universitaria dirigida y subvencionada, y en los centros de elaboración ideológica liberal, que, sin embargo, apenas se interrogan sobre el infierno capitalista del que surgió la revolución: el barro y la muerte en las trincheras de la Primera Guerra Mundial y la oprobiosa autocracia zarista que ahogaba al pueblo ruso y lo condenaba a la miseria y la explotación. Para los beneficiarios del capitalismo realmente existente y para los vendedores de mentiras, el socialismo soviético se resume en error y represión, en furia y crueldad, mientras que el horror causado por el capitalismo, en las dos guerras mundiales y en la esclavitud colonial, en las guerras imperiales y matanzas lanzadas desde entonces en cuatro continentes, en Vietnam y en Corea, en Indonesia y en Afganistán, en Yugoslavia y en Ucrania, en Brasil y en Argentina, en Angola y en Libia, en Siria y en Iraq, por citar sólo algunos ejemplos de la infamia, ese horror, se diluye en lejanas causas y décadas perdidas de las que, como por ensalmo, el capitalismo no es responsable.
Los marineros y milicianos que se lanzaron al asalto del Palacio de Invierno, que vemos en las imágenes recreadas de Eisenstein, no son un accidente de la historia; los obreros que se atrevieron a derribar el trono imperial, a convertir las iglesias en almacenes útiles, y a dispersar las sombras de la explotación, no eran una ráfaga transitoria de años convulsos, sino el rumor de siglos de protestas y de gritos de honestidad y trabajo proletario. En 1917, los bolcheviques supieron expresar el ansia de justicia de los rusos, la ambición de una vida digna que dejase atrás las argollas de la miseria y la opresión bajo los zares; supieron traducir el deseo de los trabajadores de terminar con la explotación en las fábricas. y de los campesinos de romper la soga que les ataba a una nobleza parasitaria y casi medieval. La exigencia de paz, en el matadero de la gran guerra, los gritos reclamando pan, los campesinos exigiendo la tierra, y los trabajadores las fábricas, resumen la decisión de Lenin y los bolcheviques protagonizando la revolución que cambió el mundo. Porque fue la aspiración a la igualdad y la justicia la que creó el poder soviético, la que levantó el socialismo en condiciones difícilmente imaginables hoy: suele olvidarse, pero la revolución bolchevique tuvo que construir el socialismo en un país que perdió, en un lapso de treinta años, a casi cuarenta millones de personas, víctimas de la guerra civil impuesta tras la revolución por veinte países capitalistas, y por las dos guerras mundiales desatadas por las rivalidades de esas mismas potencias. Sólo en la guerra de Hitler, la Unión Soviética vio morir a veintisiete millones de trabajadores y soldados.
Tras 1017, la revolución bolchevique se extendió por el mundo, y su voz llegó a los campesinos malayos y a los obreros de los frigoríficos argentinos, a los labradores chinos y a los trabajadores alemanes; desde entonces, las ideas y propuestas del socialismo y del comunismo han seguido galopando por el planeta, iluminando revoluciones, en China o en Vietnam, en Cuba o en Nicaragua, cambiando el mundo, aunque esa voz haya sufrido duras derrotas, como la matanza en Indonesia, los campos de la muerte de Oriente Medio, o la desaparición de la propia URSS y el retroceso social en Europa y América durante las dos últimas décadas. Pero, ni en Moscú ni en Madrid, la revolución bolchevique no se ha olvidado, y la historia no ha terminado.
Hoy, de forma abrumadora, los rusos siguen viendo a Lenin como un dirigente excepcional, que desempeñó un papel histórico trascendental, y siguen juzgándolo de manera positiva: apenas un 14 % de la población aceptaría retirar sus estatuas de las ciudades rusas, y una abrumadora mayoría lamenta la desaparición de la Unión Soviética. La popularidad de Lenin crece, y, según el centro Levada, en la última década ha aumentado de forma notable el número de ciudadanos rusos que consideran positiva su aportación al país y al mundo. Las estrellas rojas siguen coronando las torres del Kremlin moscovita, y la presencia de Lenin, aunque no se traduzca todavía en cambios políticos y sociales, no va a desaparecer, pese a los interesados augurios de la derecha.
Para conmemorar el centenario, el Partido Comunista ruso organizará una gran manifestación en Moscú, el 7 de noviembre, así como otros actos en la gran mayoría de las ciudades del país, y el gobierno de Putin también ha publicado un calendario de actividades para destacarlo, intentando atraer hacia el partido del poder las movilizaciones populares de celebración de la revolución de octubre, hasta el punto de que el comité gubernamental encargado de organizarlas está lleno de anticomunistas: el poder actual no puede obviar la importancia de la revolución bolchevique, ni tampoco las aportaciones de la Unión Soviética, como no puede ignorar el prestigio creciente de Lenin y del socialismo entre la población, por lo que se ve obligado a nadar entre dos aguas.
No será sólo en Rusia. En los cinco continentes habitados, se sucederán las celebraciones entre los trabajadores, acompañadas por la monótona y reiterada condena de los centros del poder capitalista, que busca arrojar a la hoguera el persistente susurro de décadas de la revolución bolchevique y del socialismo. De Bolivia a China, de Cuba a Alemania, de Venezuela a Vietnam, de Sudáfrica a Australia, ese centenario recorre durante este año conferencias y congresos, seminarios y libros, ondea en las banderas rojas de las manifestaciones y en las huelgas que siguen reclamando el fin de la explotación y un mundo mejor; se interroga por los excesos y errores cometidos, trabaja en los laboratorios que alumbran el progreso humano, y brilla en los ojos de las mujeres del mundo que contemplan la desventura y la marginación de la mitad del cielo sin renunciar a nada; se manifiesta en el esfuerzo de los campesinos por salvar la vida y el planeta, se escucha en el ruido de las cadenas de montaje y centellea en el parpadeo de las pantallas de ordenador, y se revela en la noche maltratada de los pobres, en las gargantas de los esclavos, en las lágrimas de los apátridas y en el sufrimiento de los inmigrantes perseguidos por el odio.
Un siglo después, el capitalismo se empeña en desacreditar la idea de una sociedad justa e igualitaria, y destruye paulatinamente las conquistas obreras; reduce salarios, convierte la seguridad en el trabajo en la precariedad de empleos temporales o de trabajadores autónomos, y mantiene legiones de operarios con empleos-basura, mientras sus terminales ideológicas y sus medios de comunicación siguen intentando demoler la razón socialista, destruir el recuerdo de la dignidad obrera y de las luchas por la emancipación social; al tiempo que los empresarios arrojan el socialismo y la revolución bolchevique a las tinieblas como un prescindible vestigio del pasado, y presentan a sindicatos y partidos obreros como herramientas inútiles superadas por la historia, atreviéndose a postularse a sí mismos como los creadores de la modernidad y del progreso, aunque tengan las manos sucias de la explotación y la mentira.
Sin embargo, la huella de la revolución bolchevique está ahí, y se encuentra en los territorios cotidianos conquistados por las mujeres y en las leyes que aseguraron los derechos de los trabajadores (en la reducción de las horas de trabajo diarias y en el derecho a vacaciones pagadas, en la asistencia sanitaria gratuita y en los permisos de maternidad, en el derecho a tener pensiones y en la jubilación a una edad antes impensable), como se encuentra en la derrota del monstruo nazi y en el proceso que dio inicio de la emancipación de las colonias que los países capitalistas oprimieron, y en los espacios de libertad contemporánea que se salvaron por el esfuerzo soviético de ser enterrados en la cal viva del nazismo.
Cien años después, el impulso de la revolución bolchevique no ha desaparecido, aunque los partidos comunistas vivan años de debilidad, que no les afecta sólo a ellos, sino a toda la izquierda. Ese agotamiento debe terminar con el abandono de cualquier esperanza de reforma capitalista y con la adopción de un programa radical que luche por el socialismo en todos los continentes, porque el capitalismo ahoga a millones de trabajadores, ensucia el mundo, aplasta a la humanidad, vende nuestro futuro, pero alberga también en su seno a quienes tienen el fermento de la revuelta, con la seguridad de que el comunismo y la revolución bolchevique son la juventud del mundo de la que nos habló Alberti, y la fraternidad que le dio a Neruda el verso tierno del comunismo chileno: un siglo después del octubre rojo, son los trabajadores que se manifestaron en la gigantesca huelga general de la India en 2016, son las manos que acarician a los niños en medio de las catástrofes con las que nos hace convivir el capitalismo, y las que se aferran a las alambradas de los campos de refugiados. 

Higinio Polo es Licenciado en Geografía e Historia, y Doctor en Historia contemporánea por la Universidad de Barcelona. Ha publicado numerosos trabajos y ensayos sobre cuestiones políticas y culturales, y colabora habitualmente en medios como la revista El Viejo Topo, el periódico Mundo Obrero y otros, tanto convencionales como digitales. Entre sus libros se cuentan la investigación Los últimos días de la Barcelona republicana, las novelas Al acabar la tarde, en Singapur; Vientre de nácar, y El caso Blondstein, así como los ensayos Irán: memorias del paraíso; USA: el Estado delincuente; El terrorismo (en colaboración); Retratos (de interior); Dashiell Hammett. Novela negra y caza en brujas en Hollywood; La noche de Calcuta; Barcelona (informe confidencial). Su última obra publicada, en 2014, es Rosas blancas sobre Stalingrado.

correo electrónico: higini_polo@hotmail.com
www.rebelion.org

La crisis de Catar o el último intento de debilitar el “eje de la resistencia” contra Israel


Alberto Cruz
CEPRID


El “eje de la resistencia” contra Israel (Irán, Siria, Hizbulá y algunas organizaciones palestinas) es el gran objetivo que se esconde detrás de la ruptura de relaciones diplomáticas y el bloqueo impuesto por varios países árabes y musulmanes contra Qatar. Para ser exactos, es el último y desesperado intento por evitar el único escollo que tienen hoy la mayoría de países árabes –especialmente los del Golfo Pérsico- para normalizar las relaciones con Israel y que no se les eche encima su propia población.
Fue el viaje de Trump a Oriente Próximo quien puso en marcha toda esta estrategia con su discurso en Arabia Saudita: “crear un bloque militar que libre una guerra” contra el llamado Estado Islámico y que, al mismo tiempo, “desafíe enérgicamente la creciente influencia regional” de Irán. Es el discurso de siempre, más acentuado desde que el considerado “Estado profundo” de EEUU ha logrado doblegar a un presidente errático como pocos y que en su campaña electoral había prometido que EEUU no se iba a involucrar más en derrocar gobiernos. Por lo tanto, no tiene nada de extraño que añadiese: “el gobierno de ese país [Irán] tiene que seguir aislado hasta que tenga un régimen diferente".
Si había algún atisbo de una nueva política de EEUU en Oriente Próximo este comentario se lo llevó por los aires puesto que estas palabras fueron pronunciadas apenas una semana después de que se celebrasen las elecciones en Irán (elecciones que no hay en Arabia Saudita, por ejemplo) y en las que venció el actual presidente, Rohaní, y el movimiento que lo apoya se hizo con la mayoría de escaños en el parlamento. No hace falta decir que Rohaní siempre se ha caracterizado por abogar por un acercamiento a Occidente, por lo que comentarios como ese de Trump cerraba vías y obligaba a Irán a fortalecer su alianza con Rusia, con China y a abrir nuevas vías con otros aliados de los dos países anteriores como Turquía. Con este último país, y sólo cuatro días después de ese discurso de Trump, Irán firmó un acuerdo para profundizar la cooperación bilateral, especialmente el comercio y el sector bancario que prevé septuplicar el montante comercial en seis años, de los 4.000 millones de dólares en la actualidad a los 30.000 millones para el 2023.
Y tampoco hace falta decir que ese discurso sonó de maravilla en los oídos sauditas, que rápidamente aceleraron su campaña sectaria anti-shií entendiendo que tenían vía libre para ello.
El discurso de Trump no era nada del otro mundo puesto que ya en la campaña electoral había dicho que había que desconocer el acuerdo firmado por su predecesor, Obama, sobre el programa nuclear de Irán. Esta es la única cosa de las que prometió que sí ha mantenido en los meses que lleva como presidente. Dado que no puede enfrentarse a medio mundo (China, Rusia, Gran Bretaña, Francia y Alemania, que fueron los otros firmantes del acuerdo con Irán) lo que ha hecho –hasta el nuevo paso dado en su visita a Arabia Saudita- ha sido continuar congelando los fondos iraníes que hay en los bancos estadounidenses con la excusa de que las pruebas de misiles que realiza Irán se lo autoriza puesto que uno de sus puntos estipula las sanciones se mantendrán durante cinco años en el caso de las armas (hasta 2021) y durante ocho en el caso de los misiles balísticos (hasta 2024). Irán prueba armas, aunque sean defensivas, luego las sanciones se mantienen y se amplían, como acaba de hacer el Congreso estadounidense el pasado 15 de junio.
Trump eligió el lugar ideal para esta campaña: en Riad y en unos momentos en los que los países del Golfo están contra las cuerdas tanto por su discurso contra el terrorismo del llamado Estado Islámico como por la derrota de sus patrocinados en Siria. Tampoco se puede decir que EEUU esté triunfando en Siria, precisamente. Por lo tanto, era el momento oportuno para que todos dirigiesen la atención hacia Irán y, sobre todo, a lo que se conoce como "el eje de la resistencia" contra Israel (el propio Irán, Siria, Hizbulá y alguna que otra organización palestina).
Esto hay que explicarlo. Dado que una guerra contra Irán no es posible hoy por hoy, y no queda mucho más tiempo para ella puesto que el año que viene Irán será miembro de pleno derecho de la Organización de Cooperación de Shanghai (de la que forman parte China y Rusia, entre otros países), hay que empezar con los eslabones más débiles de ese “eje de la resistencia”. Siria ha sido el gran objetivo, y aquí hay que recordar que desde los principios de la guerra en Siria, la "contra" amparada y financiada por Occidente (tanto con armas como con dinero) siempre dijo que una vez derrocado Bashar al-Assad, y se daba un plazo de seis meses para ello, la "nueva Siria" anunciaría la ruptura con Irán, con Hizbulá y normalizaría relaciones con Israel pese a que este país mantiene ocupada una franja de tierra siria como son los Altos del Golán, entre otras medidas (1). No han pasado seis meses, sino seis años y el gobierno sirio está ganando la guerra en todos los terrenos –político, económico y militar- por lo que la derrota de las fuerzas patrocinadas por los países del Golfo y por EEUU (con la excepción de los kurdos) ha hecho girar el punto de mira hacia los actores no estatales que forman parte de ese eje: Hizbulá y Hamás porque se los considera los eslabones más débiles. Lo que se consideraba no hace mucho tiempo piezas pequeñas (aunque esto hay que matizarlo, y mucho, en el caso de Hizbulá) pasan ahora a ser las más apetecidas.
Por eso Trump en Arabia Saudita incluyó a Hizbulá en su discurso y un día más tarde, en Israel, hizo lo mismo con Hamás. Calificó a ambas organizaciones como “las grandes amenazas a combatir” junto a Irán. Música celestial para los oídos sauditas e israelíes.
¿Quién marca la estrategia a quién?
La pregunta que hay que hacerse es si es EEUU quien está marcando la estrategia o es Arabia Saudita. Y la respuesta no es fácil, aunque da toda la impresión que son los sauditas quienes llevan la voz cantante. Sobre todo si se tiene en cuenta que Arabia Saudita, Kuwait, Bahréin, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos plantearon a Trump, durante su visita a Riad, que estaban dispuestos a normalizar las relaciones con Israel (con las relaciones comerciales y el permiso para que los aviones israelíes puedan sobrevolar estos países árabes como primer paso) a cambio de la reanudación de las conversaciones con los palestinos y de mantener el aislamiento e Irán. No es una propuesta novedosa, puesto que algo así ya plantearon en su famoso plan de paz de 2002 y que se vieron obligados a retomar en 2006 justo después de la derrota de Israel a manos de Hizbulá.
Esta organización ha pasado en este tiempo de héroe a villano. De héroe al derrotar a Israel en dos ocasiones -años 2000 y 2006, lo que no ha logrado ningún gobierno árabe- ha pasado a villano por su apoyo al gobierno sirio en la guerra. Todos los gobiernos árabes, que tuvieron sudores fríos con la popularidad de Hizbulá al derrotar a Israel, desataron una guerra sectaria anti shií -contra esta organización, sobre todo- que ha sido hasta ahora verbal pero muestran que están dispuestos a va a dar un paso definitivo: la guerra abierta.
Ya se han dado pasos intermedios como la declaración de "organización terrorista" por la mayor parte de los países del Golfo (pero no Siria, Líbano, Irak y Argelia, y otros dudosos como Túnez y Egipto, aunque este último acaba de sumarse al juego saudita rompiendo relaciones con Qatar) y luego la aprobación de sanciones para intentar secar sus recursos financieros. En estos momentos también EEUU está estudiando la posibilidad de incrementar sus sanciones a los bancos que acojan cuentas de Hizbulá, con lo que la amenaza al sistema bancario libanés por ejemplo, es evidente y le abocaría a una muy difícil situación que puede arrastrar consigo a todo el país.
Hay intelectuales árabes que mantienen esta misma tesis. Uno de los más destacados es Abdel Bari Atwan, el defenestrado editor del que fuera el más prestigioso medio árabe, Al-Quds Al-Arabi, que mantiene que todo lo que estamos viendo “no es más que una cortina de humo destinada a allanar el camino, o conferir legitimidad a una guerra diferente: eliminar la resistencia a Israel en la región, y en concreto el movimiento libanés Hizbulá” (2). Atwan fue defenestrado por mantener que los países árabes que habían apostado todo por la “contra” siria (3) no habían tenido en cuenta dos cosas: la capacidad de resistencia del gobierno sirio, a quien apoyaba una parte importante de los sunníes, y su alianza con Rusia. Ese discurso chirriaba en un medio que día tras día destilaba odio sectario y terminó pasándole factura.
La visita de Trump a Riad y todo lo que en ella y alrededor de ella ocurrió tenía como finalidad transmitir un claro mensaje: Israel no es el enemigo, sino el shiísmo. Y, sobre todo, el “eje de la resistencia” puesto que con la ya clara victoria del gobierno sirio y la derrota de la “contra” ha pasado a ser de forma abierta el enemigo común de sauditas e israelíes. Una de las justificaciones de Arabia Saudita para apoyar financiera y militarmente a sus patrocinados en Siria ha sido la de “evitar que las zonas liberadas caigan bajo el control de Hizbulá, Irán o el régimen” (4). Ya apenas quedan zonas bajo el control de la “contra” siria y las que se mantienen es en virtud del acuerdo que alcanzaron Rusia, Irán y Turquía en las conversaciones de Astaná a finales de diciembre del año pasado (5). Y, desde luego, no serán permanentes. Por lo tanto, el fortalecimiento del “eje de la resistencia” es considerado como una amenaza directa para Arabia Saudita e Israel y por eso están haciendo causa común. Sauditas e israelíes lo han reconocido de forma abierta, especialmente el ministro de Defensa sionista al afirmar enfáticamente que en lo que respecta a Irán, Siria, Hizbulá y Hamás “todos estamos [lo que él llama países sunníes moderados (sic) e Israel] en el mismo barco” (6).
Para que no apareciese así de una forma nítida, es decir, que Israel no es enemigo, Arabia Saudita preparó el terreno a conciencia. Invitó a 50 países árabes y musulmanes a Riad las mismas fechas en las que Trump iba a visitar el país y logró que todo ello se plasmase en un documento que ha sido considerado el origen de “la OTAN árabe” (en realidad, la “OTAN sunní”) y que todo él no es sino un inmenso engaño. Primero, porque varios de los países cuya firma aparecía se desvincularon desde el primer momento del mismo al considerarse “engañados” por el primer ministro saudita puesto que en ningún momento de la invitación que se les hizo aparecía esa posibilidad de elaborar documento alguno y menos amenazando a países y organizaciones. Es lo que dijeron expresamente Argelia, Líbano e Irak. Otros, como Senegal y Pakistán, no utilizaron la palabra “engaño” pero sí manifestaron su disconformidad con la forma en que se había pergeñado todo. Pakistán finalmente decidió también retirar su firma. Segundo, porque aunque el documento haya sido adoptado por el resto de participantes nacía muerto y más cuando pocos días más tarde uno de los firmantes, Qatar, era sometido a un bloqueo por parte de varios de esos países.
Se desvanecía así, en menos de una semana, la “OTAN sunní” si es que alguna vez esa idea fue tomada en serio. Y es algo casi consustancial con el mundo árabe e islámico, donde la práctica totalidad de sus estructuras multilaterales se han saldado con fracasos y han pasado al olvido. Es lo que ha ocurrido con el Pacto Conjunto de la Defensa de la Liga Árabe, la Organización de Defensa del Oriente Medio, y el propio Consejo de Cooperación del Golfo. Todos los pactos y acuerdos suscritos hasta ahora han sido inútiles y la “OTAN sunní” o iba a ser menos.
La chispa
La chispa que ha hecho saltar por los aires toda esta fantasía ha sido, precisamente, la inclusión de Hamás en la lista de “amenazas a combatir” y, por extensión, la de los Hermanos Musulmanes, movimiento en el que se integra esta organización palestina y del que Qatar es uno de sus impulsores y patrocinadores.
Atención al lenguaje utilizado, que nunca es inocente, por Qatar y que ha sido lo que a la postre le ha costado el bloqueo y la ruptura de relaciones: "Qatar no va a etiquetar como organización terrorista a los Hermanos Musulmanes porque no representa ninguna amenaza para la seguridad de Qatar, es una oposición política y sólo se les prohíbe que utilicen nuestro territorio como plataforma para atacar a sus propios países" (sic).
¿Qué hay de raro en él, puesto que es el mismo, exactamente el mismo lenguaje que está utilizando Occidente para mantener su apoyo a la “contra” siria, por ejemplo? Nada. La diferencia es qué papel juega para Occidente una u otra organización. La mafia kosovar fue considerada un “ejército de liberación” –lo mismo que la “contra” siria- porque combatían a los serbios (y había que acabar de destrozar lo poco que quedaba de la ex Yugoslavia) mientras que las FARC colombianas fueron consideradas una organización terrorista sólo porque amenazaban los intereses económicos y políticos occidentales y estadounidenses (como el ALCA, por ejemplo, que si no salió adelante fue, entre una de sus principales razones, por las FARC). Lo mismo vale para Hizbulá (que ha derrotado a Israel en dos ocasiones) o para las organizaciones palestinas que se oponen a la ocupación de su tierra (sancionada y avalada por el muy democrático Occidente). Así que por una vez hemos oído con claridad y rotundidad cuáles son los baremos (y valores) sobre los que miden todas las cosas los occidentales y quienes se consideran sus amigos, aliados o vasallos. Sin embargo, eso no le ha servido a Qatar para nada puesto que de inmediato se le impuso la ruptura de relaciones diplomáticas y un bloqueo económico.
En esas estamos. Ya no se guardan ni las formas y ni siquiera los plazos. La oferta que los países árabes hicieron a Trump en Riad se ha puesto en marcha sin que Israel haya dado ni un solo paso para reiniciar las negociaciones con los palestinos. Arabia Saudita ya está hablando con Israel para establecer relaciones comerciales. Hace unos años, casi unos meses, los árabes todavía decían que les gustaría hacerlo, pero que quedaba Palestina como escollo por resolver. Ahora ya no quieren saber nada de nada de Palestina y lo dicen abiertamente. Palestina ya no es para ellos ni siquiera un grano en el culo que les impide sentarse con comodidad al lado de Israel. Palestina es, para los estos árabes, una historia del pasado.
Toda esta aceleración tiene una razón clara, sobre todo en el caso de Arabia Saudita, y es el miedo. Por eso utilizó el engaño para lograr su documento contra Irán y el “eje de la resistencia”. Y ese miedo se acrecienta con la más que previsible incorporación de Irán a la Organización de Cooperación de Shanghái. Es el último, y desesperado intento, por debilitar o derrotar al “eje de la resistencia” porque el tiempo se termina para la casa Saud y el resto. Y se termina a la misma velocidad que se desarrolla la guerra de Siria, que tienen perdida y sólo los EEUU impiden, por el momento, que se establezca el tan temido corredor shií desde Teherán hasta Damasco (y, por supuesto, Líbano) dado que han intentado hacer de la zona de Al-Tanf (sur de Siria, en la frontera con Irak) el tapón que lo impidiese. Aunque se está demostrando como un intento vano, puesto que el ejército sirio ha logrado establecer un control directo en otro punto de la frontera con Irak que garantiza dicho corredor, aún no se puede decir que tal estrategia obstruccionista haya fracasado del todo. Es lo más probable, desde luego, y el tiempo no corre a su favor sino todo lo contrario. De ahí que hayan buscado una huida hacia delante con Qatar como excusa.
El bloqueo contra Qatar dura ya dos semanas y todavía no está claro si el emirato volverá al redil puesto que aunque mantiene su apoyo a los Hermanos Musulmanes sí ha expulsado de su territorio a los dirigentes de Hamás. Lo que sí está cada vez más claro es que los palestinos están mucho más solos cada día que pasa. Son claramente el eslabón más débil del “eje de la resistencia” y los más fáciles de derrotar.
Así es como hay que interpretar todo lo que está ocurriendo en los últimos días, tanto con los acercamientos saudita-israelíes como con reducción del suministro eléctrico a la Franja de Gaza por parte de Israel pero por petición expresa de la mal llamada Autoridad Palestina. Lo que Fatah y la llamada Autoridad Palestina esperan es que el debilitamiento de Hamás se traduzca en un retorno a los "acuerdos de reconciliación", siempre fracasados, pero que ahora pueden tener algo más de recorrido por la debilidad de la organización palestina y fortalecer a Fatah. Eso se traduciría en el triunfo total de Israel y sin coste alguno. Como la normalización de relaciones con el resto de países árabes, especialmente los del Golfo.
No tiene nada de extraño que Israel se felicite por todo ello y que esté apoyando con fuerza a Arabia Saudita dado que no solo se debilita a Hamás y se “deslegitima el terrorismo”, sino que entiende que hay algo mucho más importante: “acerca aún más a Arabia Saudita y Egipto a Israel", con lo que se "refuerza la política de Israel en general y la del gobierno en particular" (7) y más en unos momentos en los que los palestinos han intentado, con poco éxito, hacer recordar a los países árabes que llevan 50 años sometidos a una ocupación militar.
Otro caso diferente será Hizbulá puesto que no solo cuenta con su indiscutible afán de resistencia y su férrea organización, sino que gracias a la guerra de Siria ha mejorado su capacidad de combate y ha logrado que un país como Rusia haya firmado varios acuerdos con este movimiento político-militar (8), a quien desde luego no considera “organización terrorista” y ha amenazado con utilizar su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU en las dos ocasiones en las que Arabia Saudita, a través de Jordania, ha presentado la propuesta.
Hizbulá es ahora mismo el gran escollo de toda esta estrategia de EEUU, Arabia Saudita e Israel contra el “eje de la resistencia”. Puede triunfar en lo que respecta a Palestina, pero fracasará con el resto sin ningún tipo de duda.
Notas:
(1) Alberto Cruz, “Siria: oposición frustrada, injerencia externa y repercusiones en la región”,http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article1333
(2) Abdel Bari Atwan, “Preparación para la guerra contra Hizbulá”, http://www.raialyoum.com/?p=677223
(3) Utilizo la denominación de “contra” siria en similitud a la situación que se dio en Nicaragua tras el triunfo del Frente Sandinista. El término “contra” fue utilizado para referirse a los diferentes grupos que se oponían al gobierno del FSLN y que recibían apoyo desde el exterior del país, sobre todo de los EEUU, y a quienes se financió con sueldos y a quien se suministró material militar con el objetivo expreso de derrocar al gobierno sandinista.
(4) https://www.alaraby.co.uk/english/news/2017/2/21/saudi-arabia-ready-to-send-ground-troops-to-syria
(5) Alberto Cruz, “Repercusiones de la liberación de Alepo a nivel interno, de Oriente Próximo y más allá”, http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2195
(6) https://www.middleeastmonitor.com/20170606-israels-yaalon-we-sunni-arabs-except-qatar-in-the-same-boat/
(7) http://www.jpost.com/Middle-East/Five-reasons-why-Israel-should-care-about-the-Qatar-crisis-494891
(8) http://elterritoriodellince.blogspot.com.es/2016/11/el-segundo-encuentro-el-primer-acuerdo.html
Alberto Cruz es periodista, politólogo y escritor. Su nuevo libro es “Las brujas de la noche. El 46 Regimiento “Taman” de aviadoras soviéticas en la II Guerra Mundial”, editado por La Caída con la colaboración del CEPRID. Los pedidos se pueden hacer a [email protected] o bien a [email protected]. También se puede encontrar en librerías.
 Alberto Cruz
Fuente: http://www.nodo50.org/ceprid/spip.php?article2255

jueves, 6 de julio de 2017

Actas del Primer Congreso de Geografía Regional

 ISSN 2545-8647ACTAS
I Congreso de Geografía Regional
Universidad Nacional de Luján
19 y 20 de Octubre de 2016

Se encuentran disponibles las Actas del Primer Congreso de Geografía Regional

http://congresogeografiar.wixsite.com/cgrunlu/publicacion-icgr

Luján, 3/07/2017

Se encuentran disponibles las Actas del Primer Congreso de Geografía Regional (I CGR), realizado el 19 y 20 de octubre de 2016 en la UNLu, organizado por el Instituto de Investigaciones Geográficas (INIGEO) de la UNLu y el Departamento de Ciencias Sociales.

Las actas, cargadas en la página web del Congreso, incluyen la siguiente tabla de contenidos:

http://congresogeografiar.wixsite.com/cgrunlu/publicacion-icgr

- ​Presentación.

- Intervalos, diferencias. Un análisis crítico de la Teoría Poscolonial (Susana Murphy).

- Fuerza y consentimiento. El imperialismo en Medio Oriente y Palestina (Martín Alejandro Martinelli).

- Teoría y métodos para la construcción regional. Una síntesis basada en la Geografía Cuantitativa (Gustavo Buzai).

- Regionalización socio-habitacional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Aspectos conceptuales y metodológicos para su realización y estudio (Claudia Baxendale).

- Aplicación de la técnica de evaluación multicriterio para el abordaje regional del espacio geográfico histórico-arqueológico (Sonia L. Lanzelotti).

- Metodologías cuantitativas para la definición espacial de una región: el noroeste de la provincia de Buenos Aires (Noelia C. Principi).

- De las regiones geográficas a las tipologías espaciales (Dario César Sánchez).

- O Novo tempo da América-Latina: Território, Política e a Crise Estrutural do Capitalismo (Zeno Zoares Crocetti).

- Un análisis del concepto de ambiente como categoría de análisis regional a partir del alud ocurrido en la provincia de Mendoza, enero 2015 (Karina L. Schwartz – Lucas E. Álvarez).

- Las consecuencias de las urbanizaciones en los humedales del Delta inferior del Paraná en el partido de Tigre, provincia de Buenos Aires, durante el período 1995 – 2015 (Verónica Andrea Rodríguez).

- Regionalización. Desigualdades territoriales y planificación en La Pampa (Stella Maris Leduc - María del Carmen Labey).

- Desigualdades territoriales y planificación. El caso de las micro regiones en La Pampa (María del Carmen Labey - Stella Maris Leduc).

- Crisis y geografía. Una aproximación a la comprensión de la reciente evolución del Sistema Mundial (Omar Horacio Gejo - Gustavo Keegan - Alan Rebottaro).

- Geopolítica de la Energía en dos espacios regionales. Análisis comparado del gas como recurso geoestratégico en Sudamérica y Asia Central - Mar Caspio (Ana Lía del Valle Guerrero - Ma. Paula Michalijos - Loreana C. Espasa).

- Transformaciones territoriales en Europa. La ciudad como unidad de análisis. Caso de estudio Dresden, Alemania. (María Paula Michalijos – Alejandra Geraldi).

- El legado Inca en el ambiente del NOA. La producción agrícola en la Quebrada de Humahuaca (Edgardo Salaverry - Viviana Fernández – Eugenia Elizalde).

- Cambios y persistencias socioterritoriales en pueblos de la Provincia de Buenos Aires (Cecilia María Chiasso - María Lidia Soria).

- Resignificación espacial en Goldney, Partido de Mercedes. De Espacios Productivos a Espacios de Consumo (Daniela Soledad Baldino).

- Investigaciones en desarrollo enmarcadas en el Proyecto de Dinámica Territorial del Grupo de Estudios sobre Procesos Socioespaciales – GEPSE- (Sofía Martin Müller - Magdalena Mulieri Farkas - Julio Minutti - Clara Cantarelo - Pablo Gamundi - Maria Irribaren - Patricia Pedrós - Silvia Bechtholt).

- Del sueño del consenso sudamericano a la pesadilla del consenso norteamericano (Pablo Osvaldo Fucci).

- Posibles impactos del tratado de transpacífico en la economía argentina: caso de estudio sector farmacéutico y metalmecánico (Jésica De Angelis - Lisandro Mondino - Anahí Rampinini).

- La categoría de formación socioespacial (F.E.S) y las fronteras del subdesarrollo en el siglo XXI (João Victor Moré Ramos – Leandro Moraes Vidal).

- Conferencia: “Reflexiones acerca del extractivismo en la Argentina Bicentenaria" (Jorge Osvaldo Morina).

El Congreso se realizó con el objetivo de “generar un espacio de intercambio académico multidisciplinario focalizado en un concepto central de la Geografía: la región”. Fue coordinado por el doctor Gustavo Buzai, director del Grupo de Estudios sobre Geografía y Análisis Espacial con Sistemas de Información Geográfica (GESIG), y el profesor Omar Gejo, director del Grupo de Estudios sobre Geografía Económica y Comercio Internacional (GECI).

Un vasto mundo de guerras perdidas


Nick Turse para TomDispatch
Grupos comando por todas partes
Introducción de Tom Engelhardt
Si el lector quiere una cifra, pruebe 194. Este es el número de países que hay en el planeta Tierra (ponga o quite uno o dos). El informe de Nick Turse que publicamos hoy habla de una cifra relacionada que le dejará boquiabierto; por lo menos 137 de esos países (el 70 por ciento de ellos) ya tienen algo en común en este 2017, y todavía no hemos completado la mitad del año*. Estos países comparten la experiencia de tener unidades de las fuerzas de Operaciones Especiales (FOE) estadounidenses desplegadas en su territorio. Supuestamente, en este guarismo no están incluidos Rusia, China, Irán, Andorra o Mónaco (a menos que vigilar los casinos del mundo sea una novedosa prioridad nacional para nuestro presidente afecto al capitalismo de timba). Aun así, son la evidencia de la gran apuesta que el militarismo de casino ha hecho en estos años: que unas fuerzas de elite de operaciones especiales puedan hacer lo que el resto de las fuerzas armadas de Estados Unidos no han podido: conseguir un triunfo en un conflicto, o en un par de ellos. 
Podemos pensar que en estos años el Comando de Operaciones Especiales (o SOCOM) ha ganado el premio mayor de la lotería. De los pocos miles de soldados de elite que tenía a sus órdenes en los ochenta ha crecido hasta los 70.000 de estos momentos; esto es, una fuerza mayor que los ejércitos de muchos países. Por lo menos, 8.000 de ellos están asaltando, adiestrando y asesorando en el extranjero en cualquier momento dado. De hecho, es estos días es casi seguro que si la guerra estadounidense se intensifica en algún sitio del mundo, las FOE están allí desempeñando un papel central. Por ejemplo, en Siria, hace un año, había 50 operadores especiales ayudando a las distintas fuerzas que luchaban contra el Daesh. Ahora, cuando se intensifica la batalla por la ‘capital’ del Califato, esa cifra se ha elevado a 500 y, obviamente, continúa creciendo (algo parecido ocurre en Irán; sin duda, después de que el Pentágono despache en los próximos meses su último mini-contingente de personal a Afganistán, también en este país. 
En cuanto al dinero, el SOCOM ciertamente ha ganado en la versión Pentágono de la ruleta Por supuesto, en esa versión, todos ganan (aunque algunos son más ganadores que otros). Entre 2001 y 2014, la asignación presupuestaria de las FOE se incrementó en un nada modesto 21,3 por ciento y, desde entonces, no ha parado de crecer. 
Solo hay una categoría en la que la apuesta por las FOE ha pasado a ser cualquier cosa menos una mano ganadora; este es el tema del más reciente informe de Nick Turse, colaborador habitual de TomDispatch, sobre las operaciones que realiza el SOCOM en todo el mundo. Estoy hablando de victorias reales, no exactamente un ganador de una categoría para las fuerzas armadas de Estados Unidos en el siglo XXI. De paso, dado el astronómico aumento y usos de la Fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos y su centralidad en la historia de la fuerzas armadas estadounidenses en los casi 16 últimos años, ¿no está el lector un poco sorprendido de que el mejor reportaje sobre este fenómeno es imposible encontrarlo en los medios hegemónicos pero sí entre los informes de Nick Turse para TomDispatch?

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En 2017, las tan trotamundos Fuerzas de Operaciones Especiales de EEUU están desplegadas en 137 países
En la insignia que llevan en el hombro se puede leer ‘Fuerzas especiales’, ‘Ranger’, ‘Aerotransportadas’. Y pronto después su banderín –los ‘colores’ de la Compañía B, 7º grupo de las Fuerzas Especiales del 3er Batallón de Ejército de Estados Unidos– estaría adornado con la ‘Bandera de Guerra’**, una condecoración de combate colombiana.
“Hoy recordamos los 16 años de lucha permanente contra las drogas en una ceremonia en la que todos los colombianos pueden reconocer el último trabajo de la brigada especial antinarcóticos contra el tráfico de drogas”, dijo el coronel Walter Jiménez, comandante de la Brigada Especial Antidrogas del ejército colombiano, el pasado diciembre. Las tropas más selectas de Estados Unidos, las fuerzas de Operaciones Especiales (SOF, por sus siglas en inglés), han operado con esa unidad colombiana desde su creación en diciembre de 2000. Desde 2014, cuatro equipos de soldados de las FOE han controlado sin cesar a la brigada. Ahora, era honrada por ello.
Formando parte de los 10.000 millones de dólares que el programa antinarcóticos y contraterrorismo creado en los noventa, las acciones de las FOE en Colombia son protagonistas de una historia de hollywoodienses éxitos de EEUU. Un estudio realizado en 2015 por la Corporación RAND encontró que el programa “representa un perdurable esfuerzo de asociación de las FOE para tratar de ayudar a formar una fuerza de operaciones especiales relativamente profesional y competente”. En ese tiempo, la producción de coca en ese país cayó en picado. Ciertamente, esta era la promesa máxima del ‘Plan Colombia’** y de los esfuerzos que derivaron de él. “En el plazo más largo, podemos esperar que veamos más erradicación de drogas y un aumento en la prohibición de sus embarques ilegales”, predijo el presidente Bill Clinton en enero de 2000.
Sin embargo, hoy, más de 186.000 hectáreas de tierra colombiana están cubiertas con plantaciones de coca, más que durante el apogeo –en los ochenta– del poder del tristemente famoso rey de la coca Pablo Escobar. El aumento de muertes por sobredosis de cocaína en Estados Unidos ya lleva 10 años, y por primera vez desde 2013 su consumo entre los adultos ha llegado al 61 por ciento. “Los resultados de investigaciones recientes sugieren que el consumo de cocaína podría estar resurgiendo como problema de salud pública en Estados Unidos”, escribieron algunos investigadores de la administración estadounidense de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias en un estudio publicado en diciembre de 2016, justo después de que los Boinas Verdes asistieran a aquella ceremonia en Colombia. La cocaína, escribieron los autores del estudio, “quizás esté regresando”.
De ninguna manera Colombia es una anomalía si nos referimos al despliegue de las FOE de EEUU o de los resultados que de ello se desprenden. Con todas las aptitudes, destrezas tácticas, habilidades en el adiestramiento y logros en los campos de batalla, la capacidad de las fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos para conseguir éxitos decisivos y duraderos –victorias estratégicas que sirvan a los intereses nacionales de EEUU– han resultado sumamente limitadas; una realidad que ha quedado al descubierto tanto en Afganistán como en Iraq y tanto en Yemen como en Filipinas.
La culpa de esto no tiene que ver con las tropas mismas sino con un establishment político-militar que muy a menudo aparece desprovisto de una visión estratégica y no ha ganado una guerra importante desde los años cuarenta del pasado siglo. Desde entonces, las fuerzas de elite estadounidenses han sido empleadas una y otra vez. Mientras los comandantes de las FOE quizás han hecho saber sus preocupaciones en relación con el tempo de las operaciones y las presiones vividas por la fuerza, han fracasado en el cuestionamiento de temas más importantes como la raison d’être de las FOE, mientras los organismos de supervisión de Washington –sobre todo la comisiones de las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representes y el Senado– han fallado sistemáticamente en aquello que fuera plantear preguntas espinosas sobre la utilidad estratégica de las fuerzas de Operaciones Especiales de Estados Unidos.
Las FOE en la guerra
“Operamos y combatimos en todos los roncones del planeta”, se jacta el general Taymond Thomas, jefe del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos (USSOCOM o SOCOM, por sus siglas en inglés). “Sostenemos diariamente un despliegue o una fuerza en puestos de avanzada de unos 8.000 hombres en 80 o más países. Estas unidades están realizando todo tipo de misiones propias de las FOE, tanto en situaciones de combate como de otro tipo.” Sin embargo, estas cifras dan a entender solo una parte de la verdadera dimensión y alcance de las acciones globales de las FOE. El año pasado, las fuerzas más escogidas de EEUU estaban realizando diversas misiones en 138 países –aproximadamente el 70 por ciento de las naciones del planeta– según los guarismos proporcionados a TomDispatch por el Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos. Asombrosamente, a mediados de este 2017, los grupos comando estaban desplegados en 137 países, según Ken McGraw, portavoz del SOCOM .
Al Comando de Operaciones Especiales se le ha encomendado la tarea de llevar a cabo 12 misiones básicas que van desde la contrainsurgencia y la guerra no convencional hasta el rescate de rehenes y la neutralización de la proliferación de armas de destrucción masiva. Sin embargo, es posible que el contraterrorismo –la lucha contra las que el comando denomina organizaciones extremistas violentas (VEO, por sus siglas en inglés)– sea la actividad por la que las FOE de EEUU son más conocidas desde el 11-S. “La amenaza planteada por las VEO sigue siendo la más alta prioridad para el USSOCOM, tanto en la atención como en la acción”, dice Thomas.
“Las FOE son el principal esfuerzo, o el más importante trabajo de apoyo de las operaciones estadounidenses centradas en las organizaciones extremistas violentas que se realizan en Afganistán, Syria, Iraq, Yemen, Somalia, Libia, toda el África subsahariana, Filipinas, Centroamérica y América del Sur; fundamentalmente, cualquier lugar donde se encuentren al-Qaeda y el Daesh que opera en Iraq y Siria...”.
Más agentes especiales están desplegados en Oriente Medio que en cualquier otra región. Un número importante de ellos están asesorando a las fuerzas del gobierno iraquí y a los combatientes del Kurdistán iraquí como también a los del YPG (Unidad de Protección Popular) kurdo y a varias fuerzas árabes que luchan en Siria, según Linda Robinson, una importante analista de política internacional que trabaja para la RAND Corporation y pasó siete semana en Iraq, Siria y países vecinos a comienzos de este año.
Cuando no están salvando vidas en Iraq y Siria, las fuerzas de elite de Estados Unidos, a menudo están envueltas en alguna acción letal. “A las FOE de EEUU les han... endosado un nuevo papel, el de coordinar el fuego de apoyo”, escribió Robinson. “Este fuego de apoyo es incluso más significativo para las Fuerzas Democráticas Sirias, la más importante fuerza –integrada por irregulares armados muy ligeramente– en el terreno que combate al Daesh en Siria.” De hecho, un vídeo filmado a principios de este año, que fue analizado por el Washington Post, muestra a agentes especiales “en la función de observadores para los que podrían ser ataques aéreos estadounidenses realizados por bombarderos A-10” en apoyo de las Fuerzas Democráticas Sirias que combaten por la ciudad de Shadadi.
Hoy en día, en relación con el despliegue de operadores especiales, África está en segundo lugar. Esto es así debido al crecimiento exponencial de las misiones realizadas allí en los últimos años. En 2010, solo el 3 por ciento de los grupos comando de EEUU desplegados en el mundo era enviado a África. En estos momentos, ese número llega a más del 17 por ciento, según información del SOCOM. El año pasado, las FOE de Estados Unidos han sido enviadas a 32 países africanos, alrededor del 60 por ciento de los de ese continente. Tal como informé recientemente en VICE News, en cualquier momento dado, los Boinas Verdes, es decir, los grupos SEAL de la Marina de EEUU, y otras unidades especiales están hoy día realizando cerca de 100 misiones en 20 países africanos.
En mayo, por ejemplo, integrantes de los SEAL estaban trabajando en una “operación de asesoramiento y ayuda” junto con miembros del ejército de Somalia cuando fueron atacados. Kyle Milliken fue muerto y otros dos estadounidenses, todos del SEAL, resultaron heridos en un intercambio de disparos que también, según el portavoz de AFRICOM Robyn Mack, provocó la muerte de tres militantes de al-Shabaab. Asimismo, unidades de EEUU están destacadas en Libia para recoger información de inteligencia que permita realizar ataques en las mejores condiciones contra el Daesh que opera allí. Se dice que en operaciones que tuvieron lugar en África Central contra el Ejército de Resistencia del Señor (LRA, por sus siglas en inglés, una brutal milicia que ha aterrorizado la región durante décadas y cuya actividad ha sido reducida recientemente, un grupo comando de EEUU ha matado a un integrante del LRA hace menos de dos mese, en abril.
Adiestramiento de primavera
Lo que el general Thomas llama “aumentar la capacitación de las naciones asociadas” es la columna vertebral de la actividad de su comando en el mundo. Todos los días, las tropas más escogidas de Estados Unidos realizan misiones de adiestramiento para afinar sus técnicas, las de sus aliados y las de las fuerzas que actúan por delegación en todo el planeta.
Por ejemplo, el pasado enero, los Boinas Verdes y un grupo de paracaidistas japoneses realizaron instrucción aerotransportada cerca de Chiba, Japón. En febrero, los Boinas Verdes asesoraron a reclutas del Consejo Militar Manbij, una unidad de combate compuesta por mujeres kurdas, árabes, cristianas, turcomanas y yasadíes; esto fue en el centro de entrenamiento de Sanaa, en el noroeste de Siria. En marzo, una unidad de Boinas Verdes –que se mueve con trineos– enviada a Laponia, Finlandia, trabajó con fuerzas locales para aumentar sus destrezas militares en entornos fríos. El mismo mes, agentes especiales y más de 3.000 soldados de Canadá, República Checa, Estonia, Finlandia, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Kosovo, Lituania, Macedonia, los países Bajos, Eslovenia y el Reino Unido participaron en maniobras de adiestramiento táctico en Alemania.
En aguas de Kuwait, agentes especiales se unieron a unidades de elite de los países del Consejo de Cooperación del Golfo [Pérsico] para realizar ejercicios que simulaban una respuesta rápida al secuestro de un petrolero. En abril, tropas de las FOE viajaron a Serbia para adiestrar a una unidad local de lucha antiterrorista. En mayo, miembros de la Fuerza Conjunta de Operaciones Especiales-Iraq realizaron maniobras con la fuerza de operaciones especiales iraquí cerca de Bagdad. Ese mismo mes, 7.200 militares, entre ellos personal de la Fuerza Aérea de EEUU, integrantes de unidades de operaciones especiales de Italia, miembros de la Fuerza de Tareas Especiales de Jordania –el país anfitrión– y soldados de más de una docena de países, participaron en el ejercicio Eager Lion; el ejercicio comprendía desde el asalto a barracones con prisioneros hasta tareas de ciber-defensa. Por otra parte, un grupo SEAL trabajó en el adiestramiento de submarinistas junto con fuerzas de operaciones especiales griegas en la bahía de Souda, mientras otros se encontraron con tropas de la OTAN en Alemania como parte del ejercicio Saber Junction 17 para adiestramiento en operaciones terrestres, entre ellas el simulacro de una “misión detrás de las líneas del enemigo” en un pueblo europeo simulado”.
#Ganar
“En las últimas tres décadas, hemos estado en la vanguardia de las operaciones de la seguridad nacional, incluso el combate sin cesar en las últimos 15 años y medio”, le dijo Thomas –del SOCOM– el mes pasado a la subcomisión de Servicios Armados sobre Amenazas Emergentes y Capacidades de la Cámara de Representantes. “Este histórico periodo ha sido la base sobre la que se asientan algunos de nuestros mayores éxitos, pero también la fuente de nuestro mayor desafío: la preparación sostenida de esta magnífica fuerza.” Aun así, las FOE, con toda su magnificencia y todos sus éxitos, con todas las ceremonias de celebración a las que han asistido, las guerras, las intervenciones y otras acciones en las que han servido como la punta de la lanza estadounidense han sufrido muchas derrotas, y han tenido numerosos traspiés y fracasos.
Después de sus primeros éxitos en Afganistán en la estela de los ataques del 11-S, la fuerza de elite se convirtió en víctima del fracaso de Washington para declararse victoriosa y regresar a casa. Como resultado de ello, durante los últimos 15 años, los grupos comando de Estados Unidos han estado asaltando casas, recurriendo a ataques aéreos, adiestrando fuerzas locales y guerreando implacablemente contra una lista cada vez más larga de grupos terroristas en ese país. Con todos los esfuerzos tanto de las FOE como de las fuerzas armadas convencionales hermanas y los aliados locales afganos, la guerra está ahora, según el comandante en jefe de Estados Unidos en Oriente Medio, en un “punto muerto”. Esta es una forma cortés de decir lo que descubrió un informe para el Congreso redactado hace poco tiempo por el Inspector Especial para la Reconstrucción de Afganistán: las zonas que no responden a la autoridad central o están “controladas o influidas por los insurgentes” han subido de un notable 28 por ciento en 2015 a el 40 por ciento.
La guerra en Afganistán empezó con las acciones destinadas a capturar o matar a Osama bin Laden. Habiendo fracasado en esta misión tras el 11-S, las fuerzas de elite de Estados Unidos continuaron dando patinazos hasta que en la década siguiente bin Laden se encontró con su destino. Finalmente, en 2011, un comando SEAL de la marina lo acorraló en una casa en Pakistán en la que vivía desde hacía tiempo y acabó con él. Desde entonces, los agentes especiales que participaron en la operación y los personajes de poder de Washington (por no hablar de Hollywood) no han cesado de vender este único éxito táctico.
En una entrevista de Squire, Robert O’Nell, el SEAL que metió dos balas en la cabeza de bin Laden, confesó que él se unió a esa unidad de elite debido a una frustración que había vivido cuando era adolescente, un despecho amoroso. “Es por esa razón que al Qaeda fue diezmada”, bromeó; “porque ella me rompió el maldito corazón”. Pero al Qaeda no fue diezmada; todo lo contrario, según Ali Soufan, ex agente especial del FBI y autor de Anatomy of Terror: From the Death of Bin Laden to the Rise of the Islamic State (Anatomía del terror: de la muerte de bin Laden al surgimiento del Estado Islámico). Como él observó hace poco tiempo, “Mientras que, el 11-S, al Qaeda tenía apenas algunos centenares de integrantes, la mayor parte de ellos con base en un solo país, en este momento disfruta de muchos refugios seguros en todo el mundo”. De hecho, señala Soufan, desde la muerte de bin Laden los grupos terroristas se han hecho más fuertes.
Año tras año, las FOE de Estados Unidos se han enfrentado con nuevas oleadas de combatientes en varios continentes, entre ellas organizaciones terroristas que no existían el 11-S. Según se dice, todos los militares estadounidenses muertos en Afganistán en 2017 murieron combatiendo contra alguna franquicia del Daesh que empezaron a operar allí hace apenas dos años.
Otro ejemplo: la invasión de Iraq por parte de Estados Unidos propició el meteórico crecimiento de un grupo afiliado a al Qaeda, lo que a su vez hizo que el hermético Comando Conjunto de Operaciones Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés) de las fuerzas armadas –lo más escogido de las fuerzas de elite de EEUU– creara una verdadera maquinaria para la búsqueda y captura de hombres diseñada para matar a su jefe Abu Musab al-Zarqawi y acabar con su organización. Como pasó con bin Laden, finalmente los agentes especiales dieron con él y lo eliminaron; en el proceso, castigaron duramente a su organización, aunque nunca acabaron con ella. Atrás quedaron unos cuantos elementos endurecidos en la lucha que más tarde crearon el Daesh e hicieron lo que al Qaeda jamás pudo hacer: apoderarse de vastas franjas de territorio en dos países y mantenerlas en su poder. Mientras tanto la rama siria de al Qaeda creció hasta convertirse en una fuerza autónoma de más de 20.000 hombres.
En Yemen, después de más de 10 años de involucramiento de bajo perfil de las FOE, el país se tambaleó al borde del colapso en medio de una guerra llevada adelante –con el respaldo de Estados Unidos­– por Arabia Saudí. Las continuas misiones de las FOE realizadas en ese país –intensificadas recientemente– aparentemente no han hecho nada que modificara la situación. Del mismo modo, en Somalia –en el Cuerno de África– las fuerzas de elite estadounidenses continúan complicadas en una guerra interminable contra diversos combatientes.
En 2011, el presidente Obama puso en marcha la operación Observant Compass (observador de la brújula) despachando algunas FOE para ayudar a unas unidades que combatían por delegación en la República Centroafricana en una acción para capturar o matar a Joseph Kony y aniquilar su criminal Ejército de Resistencia del Señor (LRA), que por entonces contaba con entre 150 y 300 hombres armados. Después de buena parte de una década y 800 millones de dólares, 150 integrantes del grupo comando estadounidense fueron retirados esta primavera (la del hemisferio Norte), y sus oficiales asistieron a una ceremonia para recordar el final de la misión. Sin embargo, Kony nunca fue capturado ni asesinado y en este momento se estima que el LRA cuenta con entre 150 y 250 combatientes, prácticamente la misma cantidad que tenía cuando se inició la operación.
Esta sucesión de futilidades se repite también en Asia. “Las Fuerzas Especiales de EEUU han estado proporcionando apoyo y ayuda en la parte sur del archipiélago de Filipinas durante muchos años, atendiendo al pedido de diferentes administraciones filipinas”, declaró a principios de junio Emma Nagy, portavoz de la embajada de Estados Unidos en Manila. Ciertamente, durante más de una década las acciones esfuerzo de las FOE en ese país han sido saludadas como un éxito importante. La operación Freedom Enduring (libertad duradera) en Filipinas, escribió Linda Robinson, analista de RAND, a principios del año pasado en el periódico del Pentágono Prism, “tenía como objetivo posibilitar que las fuerzas de seguridad filipinas combatieran contra los grupos terroristas internacionales en la conflictiva región de Mindanao”.
En 2016, un informe de RAND realizado en coautoría por Robinson concluía así: “... las actividades de la FOE de EEUU preemitieron que el gobierno filipino redujera sustancialmente la amenaza del terrorismo transnacional en el sur de Filipinas”. Sin embargo, el pasado mayo, combatientes del Daesh invadieron la ciudad de Marawi, un importante centro urbano de Mindanao. Mantuvieron en su poder partes de la ciudad durante semanas a pesar de un decidido contraataque de soldados filipinos apoyados por las FOE estadounidenses. En estas acciones, amplias zonas de la ciudad fueron reducidas a escombros.
En el límite de sus fuerzas
El general Tomas, de las fuerzas de elite de Estados Unidos, le dijo el mes pasado a los congresistas que “... están absolutamente comprometidas con la victoria, tanto en las luchas actuales como en las futuras”. Aunque, en realidad, de guerra en guerra y de intervención en intervención, desde la ceremonia de la Brigada Anti-Droga en Florencia, Colombia, hasta el final de la caza de Kony en Obo, República Centroafricana, hay muy poca evidencia que incluso acciones duraderas realizadas por las FOE acaben en victorias estratégicas o mejoras en los resultados de la seguridad nacional. Aun así, a pesar de esas realidades de las ‘botas sobre el terreno’, las fuerzas estadounidenses de operaciones especiales y sus misiones no hacen otra cosa que crecer.
“Estamos... agradecidos por el apoyo del Congreso por la necesaria provisión de recursos que, a su vez, ha resultado en un SOCOM relevante ante todas las amenazas actuales y futuras que enfrenta la nación”, le dijo Thomas en mayo a la comisión Servicios Armados del Senado. Ciertamente, la provisión de recursos ha estado siempre disponible. El presupuesto anual del SOCOM ha saltado de los 3.000 millones de 2001 a más de 10.000 millones en este momento. Sin embargo, la supervisión ha fallado seriamente. Ningún miembro de las comisiones de Servicios Armados de la Cámara de Representantes o del Senado ha preguntado por qué, después de más de 15 años de guerra, la victoria en “las luchas actuales” ha resultado tan esquiva. Ninguna de ellos ha sugerido que ese “apoyo” del Congreso deba se reconsiderado teniendo en cuenta los contratiempos habidos tanto en Afganistán como en Iraq, tanto en Colombia como en la República Centroafricana, tanto en Yemen como en el sur de Filipinas.
Según se informó, en los últimos y decaídos días de la administración George W. Bush, las FOE estaban desplegadas en 60 países de todo el mundo. En 2011, con el presidente Barack Obama, ese número se infló hasta llegar a los 120. Durante el primer años y medio de la administración Trump, los grupos comando estadounidenses ya están en 137 países, con soldados de elite enredados en conflictos que van desde África hasta Asia. “Muchas de las unidades de FOE se emplean en el límite de su capacidad”, les dijo Thomas a los miembros de la comisión de Servicios Armados de la Cámara de Representantes el pasado mayo. De hecho, durante cierto tiempo, algunos integrantes de esas fuerzas –aún en el servicio activo o ya retirados– han estado haciendo sonar la alarma sobre el nivel de tensión que viven las FOE.
Sin embargo, ese nivel de despliegue de las fuerzas y la falta de resultados estratégicamente significativos no han hecho que Washington se formule preguntas fundamentales sobre la forma en que Estados Unidos emplea a sus fuerzas de elite, mucho menos aún sobre la raison d’être del SOCOM. “La nuestra es una fuerza de grupos comando en guerra y continuaremos siéndolo en el futuro inmediato”, explicó Thomas, del SOCOM, la comisión de Servicios Armados del Senado. Ninguno de sus miembros preguntó para qué ni con qué finalidad.
* El original en inglés de esta nota fue publicado el pasado 25 de junio. (N. del T.)
** En castellano en el original. (N. del T.)
Nick Turse es director de edición de TomDispatch e integrante del Nation Institute; también colabora con Intercept. A su libro Tomorrow's Battlefield: U.S. Proxy Wars and Secret Ops in Africa se le concedió el American Book Award de 2016. Su libro más reciente es Next Time They’ll Come to Count the Dead: War and Survival in South Sudan. Su sitio web es NickTurse.com.
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/176300/tomgram%3A_nick_turse%2C_the_commandos_of_everywhere/#more
Traducción para Rebelión de Riba Carlos García.
www.rebelion.org 

miércoles, 5 de julio de 2017

“Los saudíes creen que pueden silenciar la democracia”

 

Dirigió Al Jazeera durante los años de su mayor expansión. Describió la 'primavera árabe' como un "momento histórico". Hoy, critica duramente el bloqueo a Qatar

 David Alandete
Khanfar el lunes en Madrid. EL PAÍS
Khanfar el lunes en Madrid.Muchas primaveras han pasado desde aquellos meses de 2011 en que Wadah Khanfar (Jenin, Palestina, 1969) decidió que la cadena de televisión que dirigía, Al Jazeera, daría prioridad a unas protestas juveniles en Túnez, Egipto y Libia que se parecían mucho unas a otras. Este joven nacido en un pueblo sin tierra se dio cuenta pronto de que nada había hecho más daño a los árabes que las profundas divisiones cultivadas por poderes foráneos y élites locales desde el siglo XIX. “Estamos ante un momento histórico”, llegó a proclamar en un memorable discurso, tras defender que el mundo árabe vivía su primavera democrática, tras la glaciación del autoritarismo. Paralelamente a la revolución que vivía el mundo árabe, Khanfar expandió Al Jazeera con ambición, haciendo de la cadena catarí un gigante que emite, entre otras lenguas, en árabe e inglés, y tiene 80 delegaciones en todo el mundo. Dimitió en la cima de su éxito y hoy se dedica a defender la democracia en el mundo árabe a través de instituciones como el Common Action Forum, que preside y le ha traído a Madrid justo en las últimas horas del ultimátum dado por Arabia Saudí y sus aliados para que Qatar se doblegue y cierre permanentemente la voz de Al Jazeera.
Pregunta. Vence el ultimátum que dieron Arabia Saudí y sus aliados para que Qatar cierre Al Jazeera. ¿Qué hace a esta cadena de televisión tan amenazante para Riad? 
Respuesta. Que Al Jazeera defiende la democracia y la libertad. Eso es muy peligroso en una zona que todavía teme los efectos de la primavera árabe. Para destruirla después de las contrarrevoluciones en Egipto, Libia y Yemen y de una guerra civil en Siria, pretenden erradicar a Al Jazeera porque ha estado en la vanguardia de la defensa de la libertad de expresión. 
P. ¿Admite que Al Jazeera fue instrumental para que la primavera árabe se extendiese? 
R. Claro que fue esencial tener libertad de expresión a través de medios de comunicación independientes. Pero no puedo afirmar que Al Jazeera estuviese detrás de la primavera árabe. Sí diría que fue importante para el estado de ánimo de los jóvenes que salieron a la calle a exigir sus derechos. 
P. ¿Cuál fue la razón que le llevó a expandir Al Jazeera por todo el mundo árabe? 
R. En los últimos 100 años el mundo árabe ha sido desmembrado en pequeñas partes a las que llamamos Estados. Pero sigue habiendo unos conocimientos, un idioma y un ADN común. Al Jazeera creó una conexión conceptual entre los árabes por encima de sus Estados.
P. ¿Sigue pensando que la primavera árabe fue un momento histórico?
R.Sí, porque la batalla por la libertad y la democracia en el mundo árabe todavía no ha terminado. Hay conflictos violentos en Siria, Yemen, Libia o Egipto, pero las fuerzas contrarrevolucionarias no están ofreciendo buenas alternativas. Puede que consigan gobernar en Egipto, Yemen o Libia durante unos años, pero fracasarán porque no prometen libertad, democracia o desarrollo económico.
P. El bloqueo a Qatar, ¿forma parte de esa misma operación?
R. Claro. Piensan que cerrando Al Jazeera pueden acallar la democracia, pero se equivocan. Ese debate ya trasciende a Al Jazeera. La gente joven se comunica a través de las redes sociales, que también intentan cerrar. Tuitear hoy en Emiratos Árabes o Arabia Saudí algo que incomode al poder te puede llevar a la cárcel 10 años.
P. ¿No ve ninguna opción de que el bloqueo tenga éxito?
R. No, porque han calculado mal el equilibrio de poder en la región. Durante los primeros días los saudíes pensaron que podrían hacer que Qatar se doblegara. Olvidaron que Turquía e Irán son potencias importantes en la región que nunca permitirán esas reconfiguraciones de poder.
P. Como director de Al Jazeera , ¿por qué decidió expandirse para crear una cadena global con una filial en inglés en EE UU?
R. Pensábamos que la narrativa del sur no se presenta muy bien en el norte, especialmente en EE UU y Europa. La mayoría de cadenas internacionales, como CNN o BBC, están en el norte. Al Jazeera es una gran cadena internacional con sede en el sur.
P. Usted nació en Palestina. ¿Fue difícil abrir una corresponsalía en Israel?
R. Como periodista, no me podía permitir ser sentimental. No podíamos dar la versión palestina o la versión árabe e ignorar la versión israelí o estadounidense, porque el nuestro es un deber periodístico. Das los datos y permites que tu público los juzgue. Una cadena de televisión no es un partido político.
P. ¿Informó usted con libertad sobre Qatar, dado que el Gobierno es dueño de la cadena?
R. Informamos de muchas noticias en Qatar que no les gustaron a los cataríes, como las bases estadounidense o el trato a los trabajadores inmigrantes. El Gobierno fue muy crítico en público con Al Jazeera. Nuestra relación con ellos era difícil. Y es cierto que el dinero público de Qatar permite operar a Al Jazeera, pero si esta no fuese más que una herramienta política, habría acabado como Abu Dhabi TV o Al Arabiya y otras cadenas de televisión en el mundo árabe que no se han hecho famosas. Al Jazeera se ha hecho famosa por su independencia.
P. Estuve en Egipto en el golpe de Estado de 2013 y nunca vi una persecución similar a la que sufren los periodistas de Al Jazeera. ¿Tiene un riesgo añadido trabajar allí?
R. Nunca hemos sido cómodos para los centros de poder. La mayoría de los países árabes, los estadounidenses, los británicos y los rusos nos han tratado con dureza. Y es porque tenemos una misión: ofrecer una visión independiente y equilibrada del mundo. Si pagamos un precio por ello, será un precio que merezca la pena.
P. ¿Cómo saldrá el mundo árabe de este conflicto?
R. El mundo árabe está hoy lleno de cárceles. Nunca ha habido tantos activistas, especialmente jóvenes, encarcelados. Están intentando encarcelar a una generación impidiéndola avanzar hacia el futuro. Eso significa, en mi opinión, que va a haber otra revolución, pero esa revolución, esta vez, va a ser mucho peor que la primera. No va a ser tan pacífica ni tan pausada. Va a ser extremadamente violenta porque la cantidad de presión que se ejerce sobre los jóvenes en el mundo árabe es insoportable.
P. El mundo occidental, ¿ha estado a la altura?
R. La palabra democracia ha desaparecido del léxico de los políticos europeos y estadounidenses como si fuese algo sucio para el mundo árabe. Todos se han apresurado a apoyar lo que consideran que es estabilidad. Y estabilidad en el mundo árabe significa cárceles, opresión y prohibición de opinar. Eso va a llevar al caos. Las voces democráticas en todo el mundo tienen una responsabilidad. Si apoyan a la tiranía en el mundo árabe, la generación joven, que no va a soportar esto por más tiempo, los va a castigar.

Artículos escritos por Wadah Khanfar


martes, 4 de julio de 2017

Entrevista a Gilbert Achcar "El Estado Islámico hoy es una bestia acorralada"


RGE 592/17
 Yvan Lemaitre
Viento Sur
26/6/17
http://www.vientosur.info/spip.php?article12736
Resultado de imagen para arabia saudita qatar iran
¿Cómo explicas la ruptura por Arabia Saudita y sus aliados, el lunes 5 de junio, de sus relaciones diplomáticas con Qatar, acusado de “apoyar al terrorismo”? ¿Es la culminación de una crisis que maduraba desde hacía mucho?

Interpreto esto como el golpe de gracia de lo que llamé la “recaída del levantamiento árabe”, que comenzó en 2013. Se ha entrado desde entonces en una fase de reflujo contrarrevolucionario a escala regional. Esto ha tomado la forma de una marginación de los progresistas y de la dominación de la escena política por el enfrentamiento entre defensores del antiguo régimen y defensores de la alternativa islámica integrista.

Estos dos polos contrarrevolucionarios, ambos opuestos a las aspiraciones verdaderas de la “primavera árabe” de 2011, tienen apoyos en las monarquías del Golfo. El reino saudita, fiel a su papel histórico de bastión reaccionario, ha defendido el antiguo régimen con dos excepciones: Libia, asunto en el que permanecieron neutrales y no participaron en los bombardeos de la OTAN, aunque sin apoyar a Gadafi con el que regularmente anduvieron a la gresca, y luego Siria porque el régimen de Assad está estrechamente aliado a Irán. En cuanto a Qatar, que patrocina a los Hermanos Musulmanes desde los años 1990, su emir había encontrado una ganga en el levantamiento árabe para hacer valer su papel ante los ojos de Washington y jugar la carta de la recuperación del levantamiento regional por medio de los Hermanos Musulmanes.

Las dos opciones eran por tanto antitéticas. Se vio desde el inicio, en el levantamiento tunecino. Qatar con su cadena Al Jazeera apoyó el levantamiento, en particular al movimiento Ennahda emparentado con los Hermanos Musulmanes, mientras que el reino saudí ofrecía asilo al dictador. Hoy la ofensiva en curso intenta parar el apoyo de Qatar a los Hermanos Musulmanes, poner fin al papel de agitador que juega la cadena Al Jazeera desde su creación en 1996, en la medida en que acoge a opositores de diversos países, lo que no es del gusto de los saudíes. Esto no quiere decir, por supuesto, que Qatar sea “revolucionario”, pero es la opción de acompañamiento del levantamiento a fin de recuperarlo por medio de los Hermanos Musulmanes la que resulta atacada. El reino saudita quiere darle el golpe de gracia en beneficio de la opción de defensa del antiguo régimen.

¿Qué relación hay con la visita a Riad, poco tiempo antes, de Donald Trump que primero atacó a Qatar para luego defender la “unidad” de los miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG)?

Lo que ha hecho que la situación diese un vuelco ha sido, de hecho, el cambio en Washington. La administración Obama apreciaba la posibilidad que se le ofrecía de jugar en los dos planos y gozar de la opción de recuperación de los Hermanos Musulmanes. Esa es la razón por la que hubo una situación distante entre esta Administración y el general Sissi en Egipto cuando éste realizó su golpe de Estado en 2013. Trump, por el contrario, cuenta entre sus consejeros a islamófobos que hoy quieren clasificar a los Hermanos Musulmanes como “terroristas” y se encuentran en esta línea con los Emiratos Árabes Unidos que presionan en la misma dirección. Los sauditas, bajo su nuevo rey, en un primer momento han querido unir a los sunitas contra Irán, y esto comprendía a los Hermanos Musulmanes. En Yemen, se ha constituido un frente amplio que reagrupa a los saudíes, los qataríes y los Hermanos Musulmanes locales contra los hutíes y el presidente destituido en 2011…

Esto ha sido alterado por el cambio producido en Washington. Trump no tiene ninguna simpatía por los avances democráticos como pudo tener su predecesor, por limitada que haya podido ser su simpatía. Cuenta entre sus consejeros a islamófobos de choque, partidarios de la clasificación de los Hermanos Musulmanes como “organización terrorista”. Han trabajado de común acuerdo con los Emiratos, ferozmente hostiles a los Hermanos Musulmanes desde hace muchos años. Con la bendición de Trump, esto ha llevado al aislamiento de Qatar al que asistimos.

¿Este giro de las monarquías petroleras sunitas -Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos (EAU)- apunta a Irán que, por otra parte, acaba de ser objetivo de ataques reivindicados por el Estado Islámico?

Para los sauditas el enemigo número uno es Irán, por supuesto. En el conflicto actual, Qatar está acusado de defender el diálogo con Irán. Parecería que hubiera habido manipulaciones de “falsas noticias” para proyectar esta imagen de Qatar. Qatar está muy fuertemente comprometido en el apoyo a la oposición siria, y por tanto en oposición directa a Irán, y estaba hasta ahora presente en la guerra de Yemen. Acaba sin embargo de ser excluido de la coalición que bombardea Yemen. La cuestión de Irán no es la verdadera razón de lo que sufre Qatar. Lo que está en juego es el papel de Qatar en la política regional, en particular su apoyo a los Hermanos Musulmanes en tándem con la Turquía de Erdogan, y no con Irán. En esto, Qatar es la oveja negra de las monarquías del Golfo.

Cuando en Siria se desarrolla la batalla de Raqqa y en Irak la de Mosul no acaba de terminar, ¿cuál es la evolución del EI y de sus ramas, y cuál la de la correlación de fuerzas?

Estaba claro desde el comienzo que el pretendido Estado Islámico (EI) no podría perdurar como entidad territorial. Los hombres del EI han aprovechado la ocasión excepcional ofrecida por una conjunción de factores para apoderarse de un amplio territorio, pero era impensable que pudieran controlarlo a largo plazo. Se aprovecharon del momento en que los Estados Unidos habían salido de Irak, donde las tensiones confesionales sunitas-chiitas estaban en su punto más alto, así como en Siria las tensiones sunitas-alauitas.

Desde entonces, el amplio frente de los adversarios del EI ha podido recuperarse y pasar a la ofensiva. El EI está en la fase terminal de su existencia como pretendido Estado. Lo que ralentiza su derrota actual es la lucha entre diferentes partes para saber quien va a apoderarse de los territorios hasta ahora ocupados por el EI. Así, del lado sirio hay una carrera entre el régimen sirio apoyado por Irán y las fuerzas kurdas apoyadas por Estados Unidos. Igualmente, hay un conflicto entre las fuerzas kurdas en Irak y las fuerzas gubernamentales estrechamente ligadas a Irán. Estos conflictos entre quienes luchan contra el EI retardan todo el proceso.

¿Qué relación se puede establecer entre esta desestabilización creciente de la región y el recrudecimiento de los atentados en Afganistán, Irán o Londres?

El EI hoy es una bestia acorralada. Cuando se ve el último atentado de Londres, una camioneta y asaltantes armados con cuchillos de cocina, se ve lo limitado de sus medios. Aún pueden utilizar explosivos como en el atentado de Manchester, pero recurren sobre todo a medios rudimentarios que pueden ser terriblemente mortíferos pero que al mismo tiempo muestran los límites de lo que pueden hacer. Desgraciadamente, encuentran suficientes personas débiles de espíritu para embarcarlas en locuras criminales explotando el resentimiento creado por la experiencia de la marginación social y del racismo cotidiano.

https://npa2009.org/idees/international/daech-aujourdhui-cest-la-bete-aux-abois

Hebdo L´Anticapitaliste 388 (14/06/2017)


Traducción: Faustino Eguberri para viento sur