lunes, 11 de enero de 2016

Las 25 mentiras del vídeo ‘La guerra siria en 5 minutos’

“Todos los análisis llevan el sello de la ideología de sus analistas. ¿Cuál es la de los autores de este video sobre Siria?”, se pregunta la autora.

 Armanian analiza inexactitudes del video y da su opinión al respecto.
09 enero 2016
El lenguaje gracioso y de cuentos infantiles del video La guerra de Siria explicada en 5 minutos no consigue ocultar las inexactitudes, errores, ocultación de informaciones imprescindibles y sutiles manipulaciones de sus autores. Las frases sin sentido como “¿Recuerdas la Torre de Babel de la Biblia?” o “Los turcos vienen de a tomar por culo en Asia”, parecen ser incluidas para insinuar que el guionista cuenta con un profundo conocimiento sobre la historia de la región, pero no profundiza en ellas para ajustarse a los cinco minutos. La guinda del video es cuando, al narrar la “historia” de Siria advierte que “eso es pura opinión”, como si el resto fuesen datos e informaciones objetivos. Veamos:
  1. Introducir el factor de “historia lejana y próxima” de Siria en el análisis del conflicto actual, sólo desvía la atención de las 13 razones que hoy destrozan el país y que no guardan ninguna relación con su historia.
  2. El concepto de “Gran Arabia” es un invento del guionista. El acuerdo Sykes-Picot, firmado por Francia y Gran Bretaña para repartirse los restos del Imperio Otomano, no “timó a los árabes” ni les prometió un único país; lo que se incumplió fue la creación de Estados independientes para los kurdos y los armenios. “El enfado de los árabes”, hoy agrupados en 22 países y con historias, mitologías, tradiciones y aspiraciones distintas, y a los que les une sólo el idioma, tenía otro motivo: la opresión y la explotación que sufrían por las potencias extranjeras y los tiranos propios.
  1. Las potencias europeas no “hicieron lo que querían con la zona” árabe. Decenas de millones de personas, lideradas por los comunistas, socialistas, nacionalistas (como los movimientos nasserista y baasista) y otros, hicieron la vida imposible al imperialismo y a sus clientes árabes.
  1. Cuenta que “al marcharse los británicos, los árabes atacaron Israel”. ¡Maldita coincidencia con los actuales argumentos de Israel y Arabia, que presionan a Obama para que no retire sus tropas de la región, por el “temor a un ataque de Irán”! Pues, ¡a por la mayor ocupación militar imperialista de Oriente Próximo, y así garantizar la paz!
  1. Decir que “la Guerra Fría aparece con la aparición de los partidos Baas” es el colmo de la ignorancia sobre lo que fue el gran enfrentamiento entre las ideologías marxista y capitalista y a nivel planetario: una proclamaba los derechos económicos, políticos y sociales de una mayoría trabajadora del mundo, y la otra encabezada por cuatro individuos que siguen teniendo el control sobre el 90% de las fortunas y recursos de la humanidad.
  1. Al decir que “después de la Segunda Guerra los europeos se van de la región”, muestra que los guionistas desconocen el concepto de “imperialismo”, algo así como “el dominio económico de las grandes compañías sobre los recursos naturales y la política de una nación”. O sea, que “los europeos” nunca se fueron.
  1. Es un video “orientalista, esa ideología colonialista, creadora de término simplista del “mundo islámico” que borra fronteras o identidades nacionales y lingüísticas  de las gentes de Oriente Próximo. El “analista”, no se sabe por qué, une el desierto sirio con los de Irak y Arabia; ¡luego relaciona el conflicto con la concentración de la población en la región costera de Siria!
  1. Las reservas de hidrocarburos sirios no juegan ningún papel en la guerra. Hasta el 2011, Siria producía unos 387.000 barriles de petróleo a diario, que sólo cubría las necesidades internas.
  1. Al tratar el “factor gaseoducto” en la crisis siria, comete varios errores:
    a) “Un tercio de las reservas del gas” no está en “esos desiertos”, sino, y que se sepa, en Irán, Rusia y Turkmenistán.
    b) La batalla entre dos “proyectos de gaseoductos”, uno iraní y otro árabe, que terminarían en los puertos de Siria, no es porque sus promotores quieran librarse del actual “peaje” del Canal de Suez como se afirma, sino porque cambiaría radicalmente el equilibrio de las fuerzas en la región: Irán (la primera reserva mundial de gas), dejaría de ser “paria” si se conecta con los mercados internacionales de energía desde el Mediterráneo, en perjuicio de Arabia, Turquía e Israel, respaldados por los neocon estadounidenses.
  1. La guerra religiosa -que sería por difundir la espiritualidad-, simplemente, es inexistente en la historia humana. Las guerras “cristianas, islámicas y judías” han tenido y tienen objetivos económico-políticos y “poder y control” son sus claves. Además ¿qué guerra religiosa es ésta si la Rusia cristiana ortodoxa o la China atea defienden un supuesto gobierno chiita, mientras los islamistas sunnies saudíes, qataríes y turcos, respaldados por los cristianos (católicos y otros) occidentales, matan a los “musulmanes” sirios?
  1. ¿Chiitas, los alauíes? Justo cuando Hafiz al Assad –enfrentado a Turquía, Israel, Irak y EEUU- abandona el panarabismo, se acerca a la República chiita de Irán (no lo hizo con el Sha, un chiita, pero enemigo), quien, al estar amenazada por Israel, encuentra en Assad un aliado, declarándole “chiita”, por puras necesidades geopolíticas. Así es también la naturaleza de la alianza de Irán con  Hamas -árabe y sunnita-, o con la republica armenia: aquí ambos se enfrentan a  un Azerbaiyán que es chiita, pero socio de la OTAN e Israel.
  1. Afirmar que “la población sunnita de Siria estaba mosqueda por ser gobernada por una minoría chiita” es otra aberración:
    a) El régimen baasista de Assad no es una teocracia, sino un sistema semilaico. Los posibles privilegios alauíes (que no otros chiitas) habrán sido por la pertenencia de la familia de Assad a este grupo.
    b) El descontento social tenía que ver con el sistema económico neoliberal y con la dictadura política, que no con el credo de los sirios. La élite sunnita siempre ha tenido lazos estrechos con los Assad.
  2. ¡Llama “guerra civil” al conflicto armado entre una docena de países del mundo en el territorio sirio!
  1. ¿Por qué afirma que “un árabe puede ser cristiano, musulmán o judío” y no puede ser laico, ateo, nacionalista, de derechas o de izquierdas? Oculta que el factor religioso ha sido introducido en la política de la zona, cuando EEUU organizó a los extremistas islámicos y cristianos en la frontera de la URSS (Afganistán y Polonia, 1978) en su lucha contra las fuerzas progresistas de la región.
  1. Por cierto, el Islam no considera a Adán, Moisés, y Jesús “profetas islámicos”, sino profetas enviados por Alá.
  1. Habla del Estado Islámico como representante de un nacionalismo árabe humillado que se enfrenta a Occidente, y no como una banda de mercenarios, engendrada por el Pentágono con la misión de destruir Estados vertebrados y convertirlos en “fallidos”: fueron enviados a Afganistán, Yugoslavia(en formato de UÇK), Irak, Yemen, Libia y Siria asesinando a miles de personas de todos los credos, provocando “conmoción y pavor”, para allanar el camino de la intervención militar de sus patrocinadores.
  1. Es media verdad decir que el “Partido Baas utilizaba la represión para mantenerse”. También realizó importantes reformas económicas y sociales, como la nacionalización de las grandes industrias o una educación y sanidad accesibles para la mayoría de la población.
  1. Insinúa que Bush incluyó al régimen de Assad en el Eje del mal después de que éste oprimiera a su pueblo: a) ¿Quiere decir que aquel criminal de guerra era un  demócrata?, y b) oculta que el plan de EEUU era y es provocar un imperio del caos,  para crear un “Nuevo Oriente Medio”, acorde a sus intereses del inicio del siglo XXI. Hasta en un analista aficionado sabe que EEUU ha apuntalado a las dictaduras más terroríficas del mundo.
  2. Falsa es su “información” sobre la “Primavera árabe que llega a Siria”: cierto que en Egipto, Túnez, Irak, Bahréin o Yemen hubo rebeliones populares por la democracia económica y política, pero no fue el caso de Libia (que formaba parte de la Operación Nueva Normalidad, ni de Siria. Según Wikileaks, EEUU estaba intentaba provocar una guerra civil en Siria desde el 2006.
  3. No dice por qué la Primavera árabe “al llegar” a Irak, Arabia Saudí o Marruecos, y a pesar de sus dictaduras, no se convirtió en una guerra total de miles de hombres nativos y extranjeros armados y capaces de poner en jaque a sus poderosos ejércitos, como sucedió en Siria.
  4. Afirma que “la prensa” (sin especificar qué clase de prensa, de qué ideología), llama “la oposición” a los grupos armados sirios. ¿Verdad que les hubiera llamado “banda armada” o “terrorista”, si no estuvieran en la línea de los intereses que defienden dichos medios? La prensa de masas estadounidense  denominaba “luchadores por la libertad” a monstruos como los yihadistas afganos, con los que Ronald Reagan tomaba té en la Casa Blanca.
  5. Los kurdos de Siria no podían tener su actual autonomía, si no fuese porque Assad quiso coaccionar a Turquía o que hoy Israel, Francia y EEUU pretenden desintegrar el país.
  1. No hace ni una sola mención sobre el papel de Turquía, Arabia y Qatar, patrocinadores del terrorismo yihadista.
  2. Silencio total sobre el rol de Israel, el principal beneficiario de la destrucción controlada de los países árabes o musulmanes, ni de su apoyo a Al Qaeda. Le menciona sólo para presentarle como víctima de la invasión de los árabes en los años 1950.
  1. Que los principales objetivos de esta guerra, organizada por la OTAN son: Eliminar a los rivales,convirtiendo a Siria en una trampa para ellos, acorralar a Irán, y hacerse con el control del levante mediterráneo.
El video conduce al espectador a la misma dirección que el plan B’ de la agenda oculta de la OTAN para Siria, (que es “Top Secret” como fue Sykes-Picot en 1916): “la paz se instalará con la eliminación de la dictadura de Assad”.  ¿No se nos dijo la misma mentira antes de destruir Afganistán, Irak y Libia? ¡Qué capacidad tenemos los pueblos de caer una y otra vez en la misma trampa!
Todos los análisis llevan el sello de la ideología de sus analistas. ¿Cuál es la de los autores de este video?
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jueves, 7 de enero de 2016

Una lectura no sectaria del conflicto Arabia Saudita-Irán

Por Mariela Cuadro

La afirmación de que el problema entre Irán y Arabia Saudita obedece, en última instancia, a divisiones pertinentes al campo de lo religioso forma parte de un más amplio discurso que vincula al Medio Oriente y al Islam con tradiciones de violencia e irracionalidad que impiden a los pueblos que habitan dicha región del planeta no sólo resolver, sino incluso tener conflictos que se atengan al orden de lo político. Dicho esto, las identidades sectarias importan, sobre todo por la utilización que los Estados y organizaciones no-estatales hacen de ellas.Más allá de los conflictos propios de la naciente religión islámica, el conflicto político entre sunnitas y shiítas data de 1979, año-acontecimiento en el gran Medio Oriente. Este año no sólo fue testigo de la Revolución Islámica en Irán que condujo al shiísmo al poder, sino también de la intervención soviética en Afganistán y del Acuerdo de Camp David firmado por Egipto e Israel con mediación de Estados Unidos. Mientras que la Revolución iraní supuso la pérdida por parte de la potencia norteamericana de uno de los dos pilares sobre los que, hasta el momento, había basado su política mezzo-oriental (siendo el otro Arabia Saudita), el acuerdo de paz entre El Cairo y Tel Aviv le otorgó un nuevo aliado.
Desde los procesos de independencia árabes en la década de 1950, Egipto, gobernado por Gamal Abdel Nasser, había sido la vanguardia del nacionalismo árabe, alentando el surgimiento de repúblicas nacionalistas que pronto se vieron lanzadas a los brazos soviéticos. En este marco tuvo lugar lo que fue dado en llamar la “Guerra Fría Árabe” que enfrentó a los países vinculados con Egipto contra los países aliados a Arabia Saudita y que tuvo su máxima expresión en el conflicto que partió a Yemen en dos.
Frente al nacionalismo nasserista, Arabia Saudita, en alianza con Estados Unidos, jugó la carta islámica. Es decir que interpeló a los pueblos de la región no en tanto árabes, sino en tanto musulmanes. El embargo petrolero que impuso a Occidente en 1973 le permitió a Riad acumular ingentes sumas de dinero que destinó a la expansión de su versión del Islam (wahabismo), lo que contribuyó a la caída en desgracia del panarabismo. El dinero saudí también fue utilizado en la yihad contra las tropas soviéticas en Afganistán, organizada por Estados Unidos y Pakistán. Esta “guerra de liberación” que reunió a muyahidín de todo el mundo árabe dio nacimiento a Al-Qaeda.
La Revolución Islámica de Irán fue atacada desde sus inicios: en 1980 el Irak de Saddam Hussein, apoyado por Washington y por Riad, lanzó una guerra contra Irán que se extendió durante 8 años y que tuvo fuertes impactos destructivos sobre la economía y la sociedad iraní e iraquí. Sin embargo, en la década de 1990, Irak y su gobernante pasaron de ser considerados aliados a ser considerados enemigos. Una política de hostigamiento y vaciamiento del Estado de Irak comenzó entonces, en el marco de la defensa de la soberanía de Kuwait, invadido por las tropas iraquíes como respuesta a la crisis que atravesaba el país mesopotámico, efecto de la larga guerra. Esta política tuvo su culminación en el año 2003 cuando, en el marco de la Guerra Global contra el Terror, en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001, la entonces administración Bush acusó al Presidente Hussein de tener lazos con Al-Qaeda, acusada, por su parte, de ser la responsable de los atentados.
A partir de esta invasión que no logró legitimación a nivel mundial, la administración Bush impuso su “agenda de la libertad”, una estrategia consistente en exportar la democracia liberal a Medio Oriente a fin de evitar la radicalización de los pueblos árabes. En Irak la consecuencia de esta política fue la llegada al poder del shiísmo, cuya población es mayoritaria. Años de opresión sunnita y política identitaria mediante, pronto crecieron las tensiones entre ambas sectas iraquíes. Esta situación derivó en la emergencia de la sunnita Al-Qaeda en Irak.
En el marco de la llamada Primavera Árabe, ya asesinado el líder de la organización, Osama Bin Laden, por un equipo especial de fuerzas estadounidenses en territorio pakistaní, Al-Qaeda llamó a no enemistarse con aquellos movimientos islámicos que habían decidido participar en el juego democrático abierto tras la caída de distintos regímenes. Entre estos últimos se destacan los Hermanos Musulmanes, cuyas distintas ramas ganaron elecciones en Túnez y en Egipto. Esta decisión por parte de Al-Qaeda fue repudiada por un grupo vinculado a la organización que pronto se hizo fuerte en Siria: el Estado Islámico en Irak y el Levante.
El gobierno sirio fue uno de los gobiernos fuertemente afectados por los levantamientos árabes. Sin embargo, Siria reviste una particularidad que lo destaca del resto: es un histórico aliado árabe de Irán con quien desde 1979 Arabia Saudita se encuentra en una lucha hegemónica por el poder regional. La Casa de Al-Saud resintió los resultados de la invasión estadounidense a Irak de 2003 y la llegada al poder del shiísmo que inmediatamente buscó forjar lazos con la República Islámica.
Pero Riad tampoco vio con buenos ojos a la “Primavera Árabe” y sus efectos democráticos, sobre todo el poder que –percibió- iban acumulando los Hermanos Musulmanes a quienes la familia Saud responsabiliza de estar por detrás de un importante grupo reformista: Al-Sahwa. Además, el reino se vio sacudido por su propia “primavera” que tuvo mayor repercusión en la Provincia Oriental, espacio de mayoría shiíta y en el que se encuentra la mayor parte de las reservas de petróleo del reino. El minoritario shiísmo en Arabia Saudita es víctima de la élite religiosa saudí que lo caratula como herético, lo que deriva en una patente discriminación social, cultural y económica de esta fracción de la población saudí, evidenciada en los cotidianos operativos de seguridad que la tienen como blanco.
Ahora bien, la oposición a los Hermanos Musulmanes abrió otro frente para el entonces Rey saudí Abdullah: su vecino del Golfo Qatar, en alianza con Turquía, había decidido darle apoyo a esta organización buscando aumentar su influencia en la región. El conflicto no fue menor y tuvo repercusiones en la política de Siria, Yemen, Egipto, Libia y Palestina, entre otros. Vale aclarar que Qatar comparte con Arabia Saudita el credo wahabí.
El encargado de cerrar esta disputa fue el Rey Salmán quien asumió al frente de la Casa Al-Saud en enero del año pasado. Salmán y su nuevo gabinete decidieron que era necesario volver a prestar atención a la que definieron como amenaza prioritaria: Irán. Efectivamente, mientras las relaciones al interior del Golfo se tensaban, el Grupo 5+1 cerraba un acuerdo con la potencia persa en torno de su programa nuclear que amenazaba con levantar las sanciones que pesaban sobre la República Islámica y volver a inyectarle poder económico. Los fantasmas saudíes le indicaban al flamante rey que Irán utilizaría ese poder económico para entrometerse en los asuntos de su interés.
Por otra parte, el nombramiento de un nuevo sucesor de la monarquía, saltando por primera vez a la generación de los nietos del fundador Ibn Saud y colocando en la línea sucesoria a la rama Sudairi del gobierno, lo obligó a buscar formas de cerrar filas entre la familia gobernante. Tal como analizara David Campbell, la política exterior es principalmente una política identitaria que busca la homogeneización doméstica a través de la diferenciación con el otro externo.
A partir de entonces Arabia Saudita aumentó su presión sobre Estados Unidos para forzar la salida del Presidente sirio Bashar Al-Assad, hijo del nacionalista Assad, pero sostenido sobre una tribu perteneciente a una rama del shiísmo; y optó por intervenir por cuenta propia, armando una alianza árabe-sunnita, en el conflicto en Yemen, donde una tribu shiíta (los Houthi), en conjunción con el ex Presidente Saleh y su ejército había tomado el poder, derrocando al aliado saudí, Abd Rabbuh Mansur Hadi. Mientras tanto, Rusia intervino abiertamente en Siria a favor del Presidente Al-Assad y en contra del Estado Islámico, estrechando sus lazos con Teherán.
Hace pocos días, el conflicto entre Arabia Saudita e Irán tuvo un nuevo capítulo que terminó en la ruptura de relaciones por parte de Riad y la aparición de análisis basados en la idea de un latente y persistente enfrentamiento religioso entre sunnitas y shiítas. La reacción saudí fue en respuesta a lo que consideró un ataque a sus sedes diplomáticas en Teherán por parte de manifestantes que salieron a repudiar la ejecución del clérigo shiíta Nimr Al-Nimr en Arabia Saudita. Como puede apreciarse, si bien extremadamente complejo, el conflicto puede explicarse sin recurrir a artilugios teológicos o religiosos: forma parte de una relación de poder regional en la que confluyen elementos locales y globales. Más allá de las esperables rupturas diplomáticas con Irán por parte de Bahréin y de Sudán, en extremo dependientes de Riad, es un nuevo capítulo de gran relevancia ya que tiene consecuencias directas en los procesos de paz que se están llevando a cabo tanto en Siria como en Yemen, dos países atravesados por múltiples guerras.

Mariela Cuadro, Doctora en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de La Plata – Conicet. Coordinadora del Departamento de Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.