domingo, 29 de septiembre de 2013

EE.UU. está posibilitando un "Siriastán"


Asia Times Online
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Si se necesitara alguna evidencia adicional para destruir el mito de una “revolución” que lucha por una futura Siria “democrática”, las grandes noticias de la semana eliminaron cualesquier duda.

Once, trece o catorce brigadas “rebeldes” (según la fuente) han abandonado al “moderado” Consejo Nacional Sirio (CNS) respaldado por EE.UU. y al no tan libre Ejército Libre Sirio (ELS). Los dirigentes del montón son los demenciales yihadistas de Jabhat al-Nusra, pero incluyen a otros malucos como las brigadas Tawhid y Tajammu Fastaqim Kama Ummirat en Alepo, algunas de ellas hasta hace poco parte del agonizante ELS.

Los yihadistas prácticamente ordenaron que la miríada de “moderados” se sometiera, “se unificara en un claro marco islámico”, y jurara lealtad a una futura Siria con la sharía como “única fuente de legislación”.

Un tal Ayman al-Zawahiri debe de estarlo pasando bien en su confortable escondite a prueba de drones en algún sitio de los Waziristanes. No solo porque su llamado a una yihad multinacional –al estilo Afganistán de los ochenta– está dando resultados, sino también porque el CNS dirigido por EE.UU. ha sido desenmascarado como el roedor desdentado que es realmente.

Y los hechos en el terreno lo siguen corroborando. El Estado Islámico de Irak y el Levante respaldado por al Qaida se apoderó de un pueblo cerca del cruce fronterizo Bab al-Salam con Turquía que estuvo en manos del ELS, porque el ELS fue acusado de luchar por la “democracia” y de tener estrechos vínculos con Occidente. Falso: el ELS quiere esos vínculos pero bajo un régimen controlado por la Hermandad Musulmana. El Estado Islámico de Irak y el Levante –del cual Jabhat al-Nusra es el principal componente sirio– quiere un Siriastán "talibanizado".

Las bandas yihadistas de la línea dura en Siria pueden contar hasta con 10.000 combatientes; pero son responsables de lo que podría decirse que es un 90% de los combates duros, porque son los únicos con experiencia en el campo de batalla (al incluir a iraquíes que combatieron contra los estadounidenses y chechenos que combatieron a los rusos).

Al mismo tiempo, y no por accidente, desde que el príncipe Bandar bin Sultan, asumió la dirección de la yihad siria por encargo del rey saudí Abdalá, el CNS de la Hermandad Musulmana, alineado con el “moderado” Catar, ha sido progresivamente marginado.

Queremos las cabezas de esos pacifistas

Pero si hablamos de desastres, nada se compara con la excusa del gobierno de Obama de una “estrategia”, que teóricamente se limita a armar y entrenar extensivamente al eslabón más débil –bandas seleccionadas del ELS infiltradas por agentes de la CIA– y al “escrutinio” de armas que caen en manos de yihadistas. Como si la CIA tuviera inteligencia local fiable sobre la miríada de fuentes de financiamiento y logística yihadistas basadas en el Golfo.

Ahora el CNS, el ELS y el así denominado “Comando Militar Supremo” en el exilio dirigido por el grandilocuente general Sali Idriss no son más que un chiste. Todo el asunto ocurrió mientras el líder del CNS al-Jerba estaba en la Asamblea General de la ONU en Nueva York, donde se reunió con el secretario de Estado John “Asad-es-como-Hitler” Kerry. Kerry no habló de armas sino de más “ayuda” y de futuras negociaciones en la eternamente postergada conferencia Ginebra II. Al-Jerba estaba furioso. Y para colmo, algunas de sus bandas del ELS se unieron abiertamente a al Qaida.

¿Por qué? Hay que seguir la ruta del dinero. Así funciona, en pocas palabras. Por lo menos la mitad de las “brigadas” del ELS están formadas por mercenarios financiados desde el extranjero. Combaten donde sus amos –que los arman y les pagan– les dicen que lo hagan. El “Comando Supremo” controla, en el mejor de los casos, un 20% de las brigadas. Y esa gente ni siquiera vive en Siria; están basados en el lado turco o jordano de la frontera.

Los yihadistas mercenarios, por otra parte, están a tiempo completo en el terreno. Es la verdadera fuerza combatiente, reciben sus salarios a tiempo y sus familias están bien atendidas.

Por lo tanto, para todos los propósitos prácticos ahora se trata de una guerra entre el Ejército Árabe Sirio (EAS) y un montón de yihadistas. Por supuesto esto NO lo explicarán los lánguidos medios corporativos a la opinión pública occidental.

Ahora imaginad a esos fanáticos de la sharía, decapitadores y devoradores de hígados, dispuestos a ir a la conferencia Ginebra II para negociar un alto el fuego con el Gobierno sirio y un posible acuerdo de paz con el eje OTAN-Casa de Saud. Obviamente no va a suceder, como el propio príncipe Bandar bin Sultan telegrafió en persona en Moscú al presidente ruso Vladimir Putin.

Peor todavía, desde el punto de vista de Washington, no hay modo de justificar por qué pueden tener lugar negociaciones significativas. Hasta los infieles perplejos con medio cerebro de Washington serán capaces de ver la conexión con hordas de “rebeldes” sirios que se unen a al Qaida inmediatamente después del ataque de al-Shabab contra el Westgate Mall en Nairobi.

Sobra decir que Bagdad está enloqueciendo ante estos eventos. El Estado Islámico de Irak y el Levante está aumentando los atentados con coches bomba y los ataques suicidas en el propio Irakq, porque el apóstata gobierno al-Maliki dirigido por chiíes es un objetivo en la misma medida como el secular Bacher el-Asad. Cuesta creer que hace solo cinco meses, yo haya estado escribiendo sobre el advenimiento del Emirato Islámico deSiriastán. Ahora es obvio hasta qué punto el “invisible” al Zawahiri y el astuto príncipe Bandar bin Sultan se han apropiado de la “estrategia” de Washington para conseguir lo que realmente quieren.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009). Contacto pepeasia@yahoo.com
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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MID-02-270913.html
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El debut de Palestina

 PRIMER DISCURSO DE ESTADO EN LA ONU
En su primer discurso como representante del Estado Palestino ante la Asamblea General de Naciones Unidas, Mahmud Abbas dijo ser optimista ante la nueva ronda de negociaciones con Israel. A su vez, pidió al mundo que se comprometa más y condene con fuerza acciones como los asentamientos que pongan en riesgo la paz. Es la primera vez que el presidente palestino se dirige al máximo foro multilateral después de que la ONU elevara el estatus de Palestina de entidad a Estado observador no miembro en noviembre de 2012. En tono firme y moderado, Abbas aseguró que el pueblo palestino tiene una fuerte determinación de que las nuevas rondas de diálogo tengan éxito.
El palestino agradeció lo que consideró apreciados esfuerzos del presidente estadounidense, Barack Obama, y su secretario de Estado, John Kerry, que posibilitaron esta nueva ronda de negociaciones, que –aseguró– serán abordadas por los palestinos con buena fe y mente abierta. “Vamos a respetar todos los compromisos y fomentar el ambiente más propicio para la continuación de las negociaciones de una manera seria e intensa que ofrezca las garantías de su éxito y dirigida a alcanzar en acuerdo de paz dentro de nueve meses”, señaló.
Luego, dijo que para los palestinos la meta de la paz debe materializarse en la reparación de la injusticia histórica y sin precedentes de la Nakba (tragedia) de 1948, como denominan al éxodo de centenares de miles de los suyos que fueron expulsados de urbes y aldeas del mandato británico de Palestina ese año. “Yo mismo sufrí la tragedia de la Nakba”, señaló Abbas a la Asamblea.
Luego, retomando la histórica reivindicación palestina –que constituye junto a los asentamientos israelíes uno de los temas más conflictivos en la puja con Israel–, Abbas dijo que como resultado de las rondas deberá esperarse el establecimiento de la independencia de un Estado plenamente soberano de Palestina, con Jerusalén Este como su capital, y las fronteras de 1967.

sábado, 28 de septiembre de 2013

La guerra, un mal infinito



Los intereses geoestratégicos dicen…
Y el pueblo no entiende de intereses geoestratégicos pero muere en la guerra.
Los estrategas y analistas trabajan sobre multitud de documentos, consultan mapas, anotan riquezas a explotar, divisiones de carros de combate disponibles, localización de silos de misiles, cabezas nucleares: panoplia siniestra; y aconsejan la guerra como medio de salvaguardar la paz del mundo civilizado.
Los ricos y poderosos se frotan las manos previendo el gran negocio: armas, suministros, petróleo, reconstrucción, tierras y pobres a explotar; y aconsejan la guerra como medio de salvaguardar la paz del mundo civilizado.
Los políticos animan a sus compatriotas a participar en la masacre. Los enemigos son terribles, malvados y mentirosos. Su ataque es ineludible. No hay otra opción que la guerra. Hay que defender la civilización, la pervivencia de la patria, y el sagrado honor de la bandera.
Todos ellos y sus familias viven bien, tienen un buen trabajo, salen a cenar con los amigos, se sienten importantes, buenos y sabios. Quieren a sus niños, cumplen con sus deberes religiosos. No verán, ni oirán, ni olerán la guerra. Irán a sus ataúdes conducidos por la vida cotidiana, no sufrirán la violencia guerrera.
Y envían a sus soldados a la guerra injusta, sin declararla y sin consultar al pueblo soberano, engañándolo y burlando la ley, jurando amenazas inexistentes y pruebas irrefutables falsas. La civilización progresa.
Y las bombas o los misiles caen sobre mercados, escuelas, hospitales, colegios, bodas, cualquier sitio donde los infrarrojos detectan humanidad caliente. La civilización progresa.
Y muchos ataúdes o la simple tierra se empiezan a llenar de gente muerta, casi todos humildes y trabajadores. Yacen desgarrados. Sus familias no entienden y lloran. La civilización progresa.
Y muchas mujeres son violadas. Daños colaterales, secuelas inevitables de la guerra. La civilización progresa.
Y muchos niños son despedazados. Daños colaterales, secuelas inevitables de la guerra. La civilización progresa.
Y muchos prisioneros son humillados, torturados y asesinados. La civilización progresa.
Decenas o centenares de miles de muertos, no importa, se intentan ocultar. Ya se olvidará. La civilización progresa.
Y se declara la paz de las ruinas, y políticos y altos jefes militares se unen a la fanfarria de la victoria, celebran misas de acción de gracias y se coronan de laureles. La civilización progresa.
Y se ocultan los cadáveres, y se reúnen los buitres para repartirse los restos del miserable pueblo vencido. La civilización progresa.
Y millares y millares de familias se quedan sin padres, sin jóvenes, sin niños, sin casa, sin nada que comer. La civilización progresa.
Y los ricos y poderosos aumentan sus caudales a costa de la sangre, y lo celebran y se ríen. La civilización progresa.
Y el 11 de marzo del 2004 los terroristas de Al Qaeda ponen sus bombas en los trenes de Atocha. Han visto las fotos de las Azores donde el presidente Aznar apoya la guerra del Imperio, y se ríe ufano y satisfecho. Propaganda maldita. 190 muertos y unos 2000 heridos. La civilización progresa.
Y el mismo político, indiferente a la mortandad y al sufrimiento causado, da conferencias a precios de oro en universidades exóticas del Imperio, donde le alaban y así pagan su contribución a la causa. El pueblo soberano no lo puede juzgar ni condenar. La civilización progresa.
Y al fin EEUU tiene un presidente negro. Que ilusión, le dan el Nobel de la Paz. La civilización progresa.
Y de nuevo la rueda del horror parece repetirse, los Estados Unidos de Norteamérica se erigen otra vez en la salvaguardia de la decencia mundial. Quieren castigar a un dictador asesino, matando a su pueblo.
Está en juego la supremacía mundial, el presidente quiere demostrar su firmeza, se lo exige el cargo, y quizás su raza. Ha trazado públicamente una línea roja. No se puede volver atrás. Es una cuestión de prestigio personal, él es el Comandante en Jefe.
La ONU una vez más no importa, no se convocará el Consejo de Seguridad porque habrá votos en contra de la intervención. China y Rusia se oponen. Que mas da, son países que no entienden, no están en el mundo civilizado.
El presidente Rajoy se muestra favorable a la intervención junto a sus colegas europeos. Farfulla con la boca pequeña unas condiciones a cumplir, que si la ONU por aquí, que si la ONU por allá. Toda la música es conocida. Nadie se pone en el lugar del pueblo que sufrirá las bombas.
Y de repente los representantes del pueblo británico dicen que no, y el presidente de los Estados Unidos no parece disponer del voto favorable del Congreso y del Senado. Rusia echa una mano y todo parece desinflarse.
Y mientras tanto los ciudadanos españoles han estado a punto de entrar otra vez en una guerra por la puerta de atrás, sin tener opción, tampoco ahora, de imponer su voluntad pacífica. Y podrían volver otros 11 M, en Atocha, o en cualquier parte. Los terroristas tendrán la culpa. Nada los habrá empujado a la acción. Su cólera será ciega, como siempre.
Ciudadanos españoles, no nos confiemos, la amenaza no se ha ido, puede volver mañana, o dentro de un mes, o el año que viene. Depende de los llamados intereses geoestratégicos de los EEUU, de las ganas de obtener gloria imperecedera de su presidente, de los planes de dominio de Israel en Oriente Medio, y del seguimiento culpable de los incapaces políticos españoles.
Y nuestros barcos podrán ir a la zona de guerra, y las bases de EEUU en nuestra tierra serán utilizadas para matar, y nuestros propios soldados harán de comparsas.
La Constitución Española de la II República de 1931 decía:
Artículo 6º. España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional.
En ningún artículo de la Constitución actual de 1978 se renuncia a la guerra.
Ochenta y dos años más tarde estamos mucho menos civilizados.
La guerra es ocupación más propia de bestias que de hombres” Juan Luis Vives. Humanista y filósofo español (1492-1540),
Arturo Maira Rodríguez. Capitán de Navío Ingeniero en situación de retiro.

Obama y Rohani rompen 34 años de silencio entre Irán y EE.UU.

Hablaron por teléfono en la primera conversación de los máximos dirigentes de ambos países desde la revolución islámica de 1979; así, reforzaron las señales de apertura del nuevo líder iraní hacia Occidente
NUEVA YORK.- Durante décadas sólo se dieron la espalda. Nunca tuvieron a mano siquiera un teléfono rojo como Moscú y Washington en tiempos de la Guerra Fría. Pero ayer Estados Unidos e Irán, a través de susrespectivos presidentes, Barack Obama y Hassan Rohani, dejaron atrás más de 34 años de silencio y hablaron por teléfono en la primera comunicación directa entre líderes de ambas naciones desde la revolución islámica de 1979.
El diálogo selló el inesperado acercamiento, iniciado hace algunas semanas y acelerado en los últimos días, entre Irán y las potencias occidentales, en particular Estados Unidos, en el marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Allí Rohani dio señales inequívocas, en reiteradas declaraciones, de querer acortar la brecha que distancia a Teherán de Occidente por el plan nuclear que expone a Irán, desde hace años, a durísimas sanciones económicas.
Y así como no hubo mediadores en el diálogo, tampoco los hubo en el anuncio. Fue Obama quien dio la noticia en declaraciones a la prensa, lo que fue confirmado por la presidencia iraní en su cuenta de Twitter. Rohani ratificó el giro diplomático y coincidió con el informe de Obama sobre el tema excluyente de la conversación: el programa nuclear iraní y el reinicio de las negociaciones para garantizar que Teherán no desarrolle armas nucleares.
"Hace unos minutos, hablé por teléfono con el presidente Rohani de la república islámica de Irán. Hablamos sobre los esfuerzos en curso para alcanzar un acuerdo sobre el programa nuclear iraní", dijo Obama.
"Somos conscientes de los desafíos que enfrentamos. El hecho de que se trató de la primera comunicación entre los presidentes estadounidense e iraní desde 1979 evidencia la profunda desconfianza que existe entre nuestros dos países, pero también abre la perspectiva de superar esta historia difícil. Creo que hay bases para una resolución", agregó.
La última conversación entre un presidente norteamericano y un líder iraní fue en 1979, entre Jimmy Carter y el sha Mohammed Reza Pahlevi.
Los iraníes fueron más breves, pero igual de optimistas y asertivos que el líder norteamericano: "En conversación telefónica el presidente Rohani y el presidente @BarackObama expresaron su mutua voluntad política de resolver rápidamente el tema nuclear", señaló la presidencia en un tuit.
"De cara al futuro, el presidente Rohani y yo instruimos a nuestros equipos para que sigan trabajando rápidamente, en cooperación con el P-5 más uno, para buscar un acuerdo", dijo Obama. Hacía referencia a las estancadas negociaciones entre representantes de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia), más Alemania, con diplomáticos iraníes.
Rohani no tiene margen para demoras: necesita aliviar cuanto antes las sanciones económicas de la ONU que pesan sobre su país por negarse a explicitar los pormenores de su programa nuclear. La economía tambalea, en parte, por las restricciones a la exportación de petróleo, entre otros perjuicios derivados de la penalización internacional.
Por más que Irán siempre afirmó que sus aspiraciones atómicas se limitan a usos civiles, nunca permitió una verificación exhaustiva y concluyente de expertos independientes a sus instalaciones. "Ambas partes tenemos preocupaciones importantes que tendremos que superar. Pero creo que tenemos la responsabilidad de continuar con la diplomacia y que tenemos una oportunidad única para avanzar con el nuevo liderazgo en Teherán", dijo Obama.
Estas declaraciones sobre el nuevo liderazgo de Rohani, elegido en junio pasado para suceder a Mahmoud Ahmadinejad, pueden anticipar otros cambios. Aunque no hubo mención explícita al respecto, ahora que se dirigen la palabra, se abre la alternativa de que Irán colabore con Estados Unidos y las demás potencias occidentales en una salida negociada a la guerra civil en Siria.
El régimen sirio de Bashar al-Assad cuenta entre sus más firmes aliados en su lucha contra las diversas milicias rebeldes a Irán y Rusia, ambos con interés en preservar o incluso aumentar su influencia en el conflictivo Medio Oriente.
Agencias ANSA, DPA, EFE y AFP

jueves, 26 de septiembre de 2013

Dudas sobre Siria

Lejos de las visiones monolíticas y simplistas de la oposición siria, esta es plural y fluida y se encuentra activa en varios frentes


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Muchos son los que, en estos días de final del verano, afirman estar perdidos sobre la evolución del conflicto en Siria. Con razón, desconfían de los artículos que se pueden leer en la prensa, a menudo contradictorios y cargados de ideología; desconfianza esta que les lleva a relativizar la información que nos llega de aquel país, como la del ataque químico del 21 de agosto en Al-Gouta. Se plantean dudas de diversa índole. ¿Era Bachar el Asad realmente un dictador? ¿Era su régimen tan represivo como lo pintan? ¿Se trata realmente de una revolución? ¿Hay una alternativa a Bachar el Asad? ¿Cuál?
Una de las preguntas más recurrentes concierne la naturaleza de la oposición a Bachar el Asad que, para algunos, no es sino un amasijo de “rebeldes” afiliados a Al-Qaeda y, para otros, una nebulosa complicada de entender. Lo cierto es que la oposición a Bachar el Asad tiene un carácter heterogéneo, además de fluido, puesto que ha ido transformándose a medida que el conflicto se enquistaba. Sus métodos y su campo de acción se sitúan a tres niveles —el civil, el político y el militar— aunque en algunos casos unos grupos permean a otros.
La oposición civil, hoy fragilizada pero aún existente y creativa (como lo muestra un informe reciente del Arab Reform Initiative), se encuentra en el origen de la revuelta. En efecto, no es inútil recordar que las primeras protestas fueron eminentemente espontáneas, populares y pacíficas. Los hombres y mujeres que se manifestaron allá por marzo de 2011 exigían dignidad, justicia social y libertad. Durante meses su grito principal era silmiyya (pacífica), rechazando el uso de las armas, inspirándose en la no violencia de sus predecesores en Túnez y Egipto. Frente a dichas demandas el régimen respondió con violencia y represión, algo que aumentó el número de manifestantes y contribuyó a crear una unión trans-clase y trans-regional.

La oposición civil, hoy fragilizada pero aún existente y creativa, se encuentra en el origen de la revuelta
De aquellos primeros manifestantes surgieron los activistas civiles, en su mayoría jóvenes inexpertos sin pasado militante u asociativo previo. Estos se encargaban de coordinar las protestas, lanzar campañas de resistencia civil (huelgas generales o boicots a determinadas empresas) o trasladar los heridos a hospitales de campaña clandestinos. Toda la labor de organización se realizaba en comités de coordinación creados para tal efecto en barrios, pueblos y ciudades, intentando elaborar una estrategia común en el difícil contexto de división provocada por los controles militares, los cercos a algunas ciudades y barrios y los cortes de electricidad y líneas de comunicación.
Más tarde surgieron los consejos locales, situados principalmente en las zonas “liberadas” —es decir, aquellas que ya no están bajo control del régimen—. Dichos consejos tienen por objetivo sustituir al Estado. Se encargan de los servicios públicos (colecta de las basuras o gestión de las escuelas) y se coordinan con los grupos armados responsables de la seguridad. Las provincias de Idleb y Raqqa destacan en este sentido. Persisten también todo tipo de asociaciones, de entre las cuales las de beneficencia y las humanitarias son las más numerosas dada la degradación de las condiciones de vida de la población.
La ya señalada espontaneidad de las primeras manifestaciones, que sorprendieron no solo al régimen sino a unos opositores políticos neutralizados a lo largo de más de cuarenta años de dictadura, especialmente tras la tristemente célebre masacre de Hama de 1982 que aplastó una insurgencia contra el régimen, hicieron que se tardase en configurar una oposición política sólida. Opositores de distinto color, y en muchos casos rivales, se organizaron en un grupo que vino a llamarse Consejo Nacional Sirio (agosto 2011) y que posteriormente, no sin dificultades y atendiendo a las peticiones de la comunidad internacional a fin de recibir alguna ayuda, se amplió para conformar la llamada Coalición Nacional de las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (noviembre 2012). Aunque es este grupo quien negocia con la comunidad internacional, sobre el terreno su presencia e influencia son modestas (que no inexistentes). En efecto, la popularidad inicial del primero de estos órganos, cuya legitimidad fue reconocida por los manifestantes en una de sus salidas de los viernes, ha ido decayendo gradualmente debido a su falta de iniciativa, a las divisiones en su seno y a su ineficacia (por ejemplo a la hora de formar un gobierno en el exilio). No hay que olvidar, por otro lado, la presencia de los partidos kurdos, que se han desligado mayoritariamente de estas formaciones de tendencia nacionalista dando origen, entre otros, al Consejo Nacional Kurdo.
El papel de la oposición civil y política ha ido, no obstante, disminuyendo a medida que la represión por parte del régimen se acentuaba y que el conflicto se internacionalizaba. Esto nos lleva a examinar el último tipo de oposición, la oposición armada. Conformada por diversas formaciones con proyectos y visiones distintos, no debe olvidarse que su origen fue la deserción de miembros del ejército regular sirio que se negaron a disparar contra los manifestantes pacíficos. De esos primeros desertores nacería el Ejército Sirio Libre (ESL), encargado inicialmente de proteger las manifestaciones y después, tras largas deliberaciones, de dirigir la ofensiva contra el régimen. A ellos se sumaron rápidamente algunos civiles que decidieron tomar las armas ante la creciente represión.

El papel de la sociedad civil ha disminuido a medida que la represión se acentuaba y que el conflicto se internacionalizaba
De esta manera comenzaron a surgir nuevas brigadas de forma descontrolada, algunas bajo el endeble paraguas del ESL, cuyo liderazgo está en Turquía, pero que no puede presumir de controlar efectivamente todo lo que sucede en el terreno, y otras más autónomas rechazando la autoridad del ESL. A ambos hay que añadir las brigadas formadas por militares y civiles kurdos que no terminan de fiarse del ESL, ligado a la Coalicion siria cuya retorica nacionalista árabe ignora las particularidades y las aspiraciones de autonomía de la población kurda. Aunque han coordinado esfuerzos con el ESL en varias ocasiones, como en Alepo, las zonas de mayoría kurda son protegidas por brigadas de dicha comunidad.
A estas brigadas locales se han ido sumado, desde el 2012, “brigadistas” solidarios con la causa siria, yihadistas que ven en Siria un terreno de yihad contra un régimen infiel (recordemos que El Asad pertenece a la confesión alauí) y grupos claramente vinculados a Al-Qaeda, bien con el mando central de Al-Zawahiri o con el Estado Islámico de Irak (por ejemplo el Frente de Al-Nusra y el Estado Islámico de Siria e Irak), que han acaparado los titulares de la prensa mundial aunque para varios expertos no representan más del 15% del conjunto de los rebeldes armados. Estos grupos, que al principio no fueron mal acogidos por la población de las zonas “liberadas”, a la que proporcionaban ayuda y comida, son hoy combatidos con vigor por la oposición civil y han protagonizado enfrentamientos contra el ESL y las brigadas kurdas. Especialmente visibles y espectaculares, los yihadistas están hoy más concentrados en imponer por la fuerza su visión a la sociedad en las zonas que controlan que en seguir combatiendo al ejército regular de siria.
En conclusión, frente a las visiones monolíticas y simplistas de la oposición siria, vemos que esta última no se reduce a los yihadistas o los islamistas, ni siquiera a los rebeldes armados, sino que es plural y fluida y está activa en varios frentes. Dicha oposición, inicialmente civil, es sobre todo el fruto de dos años y medio de represión y posterior guerra abierta y no hace sino ilustrar la complejidad del conflicto sirio.
Naomi Ramírez Díaz es arabista y doctoranda de la Universidad Autónoma de Madrid yLaura Ruiz de Elvira es  politóloga e investigadora en la Philipps Universitat Marburg, de Alemania.
Fuente: www.elpais.com

martes, 24 de septiembre de 2013

Verdades ocultas sobre los arsenales químicos y la Convención internacional

Estados Unidos, Reino Unido y Francia atribuyen al gobierno sirio la masacre perpetrada en la Ghouta, en las afueras de Damasco, el 21 de agosto de 2013, mientras que Rusia e Irán culpan a la oposición armada. Pero todo el mundo parece haber olvidado que las armas químicas fueron ampliamente utilizadas durante la agresión iraquí contra Irán (1980-1988) y que aún existen en los arsenales de Estados Unidos y Rusia, a pesar de que ambas potencias se comprometieron a destruirlas antes de 2007. Lo más interesante es que la Convención sobre las armas químicas prohíbe sólo su uso directo contra los seres humanos, ignorando así el mayor caso de guerra química de toda la Historia, que fue el uso del defoliante «agente naranja» en Vietnam… por Estados Unidos.
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Los gases de combate afectan a las víctimas a través de los pulmones y a través de la piel. Únicamente las personas que portan simultáneamente máscaras antigás y trajes herméticos tienen posibilidades de sobrevivir. En caso de contaminación, es necesaria la administración inmediata de un antídoto adecuado (generalmente una mezcla de atropina y avizafon) y proceder al lavado del cuerpo.
El bombardeo político-mediático sobre el tema de las armas químicas de Siria, utilizadas –según las «pruebas» secretas de la CIA– por las fuerzas gubernamentales, genera en el público la impresión de que Siria es hoy en día el único país que posee ese tipo de armas y que amenaza con ellas al resto del mundo. Tal es el poderío de las armas de destrucción masiva, capaces de focalizar la atención de la opinión pública sobre un tema en particular haciendo desaparecer así todo lo demás.
Fue Alemania el primer país que utilizó armas químicas, en 1915-1917: cloro líquido, fosgeno y posteriormente el gas vesicante [o sea, capaz de causar una irritación irreversible que afecta la piel, los ojos y las mucosas] y asfixiante conocido comogas mostaza (o yperita). En respuesta, Gran Bretaña y Francia también comenzaron a fabricar ese gas letal. El gas enervantetabún, que provoca la muerte por asfixia, fue descubierto en 1936 por investigadores de la firma alemana IG Farben, la misma que produjo el zyklon B utilizado en las cámaras de gas. En 1936, Italia utilizó en Etiopia armas químicas, que ya había empleado en Libia en 1930. En Alemania se produjeron agentes químicos más letales aún: el gas sarín y el somán. Hitle no utilizó esos gases. Al principio de la guerra no lo hizo probablemente por temor a la respuesta de Estados Unidos y Gran Bretaña, que disponían de grandes arsenales químicos, y al final porque no le quedaban suficientes aviones.
Durante la guerra fría, la carrera armamentista en materia de armas químicas se aceleró con el descubrimiento del más toxico de los gases enervantes –el VX– cuya producción comenzó en 1961, en Estados Unidos. Se produjeron así las primeras armas químicas binarias: proyectiles, bombas y cabezas de misiles que contienen dos componentes químicos relativamente inofensivos cuando están separados, pero que al mezclarse durante la trayectoria se convierten en una sustancia toxica. Estados Unidos y la URSS acumularon los arsenales químicos más grandes y más letales. Pero el «club químico» se expandió rápidamente con la entrada de otros países.
Con el fin de la guerra fría se puso en vigor, en 1997, la Convención sobre las armas químicas, que prohíbe el uso de ese tipo de armas y reglamenta la destrucción de los arsenales que ya existían. Sin embargo, 16 años más tarde, ni Estados Unidos ni Rusia han destruido aún la totalidad de sus arsenales porque no han mantenido los ritmos preestablecidos.
Según los datos oficiales, Estados Unidos conserva cerca de 5 500 toneladas de armas químicas. Rusia tiene mucho más, cerca de 21 500 toneladas que heredó con los arsenales soviéticos. Sin embargo, una evaluación simplemente cuantitativa resulta engañosa: Estados Unidos, Rusia y otros países tecnológicamente adelantados mantienen la capacidad de fabricar armas químicas binarias sofisticadas y siguen combinando sus maniobras de guerra nuclear con las de guerra química. Pero aún si juzgásemos únicamente el aspecto cuantitativo de la cuestión veríamos que Estados Unidos –el país que encabeza la campaña contra las armas químicas de Siria– posee cerca de 6 veces más armas químicas que ese país árabe. En efecto, según un estimado de la inteligencia francesa, probablemente inflado, Siria tendría alrededor de 1 000 toneladas de agentes precursores químicos, o sea sustancias que pueden servir para fabricar armas químicas.
¿Y por qué Siria no había firmado la Convención sobre las armas químicas? La respuesta es muy sencilla: porque Israel dispone de armas atómicas que apuntan hacia Siria. Y eso no es todo. Desde los años 1960, Israel también se ha dotado de un sofisticado arsenal de armas químicas. Pero, al igual que su arsenal atómico, el arsenal químico israelí es secreto ya que Israel se limitó a firmar la Convención sobre las armas químicas, pero nunca la ratificó. Según un artículo de la revista Foreign Policy, basado en un documento de la CIA, el Centro de Investigación Biológica de Israel realizó profundas investigaciones sobre las armas químicas y ese tipo de armas fue producido y almacenado en el desierto del Neguev, en Dimona, donde también se producen armas nucleares. Hasta el Jerusalem Post así lo reporta. Incluso suponiendo que Israel no haya conservado ese arsenal, escribe la revista especializada Jane’s Defence Weekly, de todas maneras posee las capacidades necesarias para «desarrollar en unos meses un programa de armas químicas ofensivas». Lo cual explica por qué Egipto tampoco ha firmado la Convención sobre las armas químicas.
Si Estados Unidos e Israel nunca han violado oficialmente la prohibición del uso de armas químicas es porque el agente químico naranja a base de dioxina –masivamente utilizado por Estados Unidos en Vietnam– y las bombas químicas de fósforo blanco –utilizadas por Estados Unidos en Irak, Yugoslavia, Afganistán y Libia, y también utilizadas por Israel en la franja de Gaza– no están incluidas en la Convención sobre las armas químicas.
Quizás eso sirva de consuelo a las familias que han visto nacer a sus niños con malformaciones causadas por el agente naranja o morir quemados por el fósforo blanco.

Siria, parte 1: dos momentos

El presidente sirio Bashar Al-Assad sucedió a su padre Hafez, que gobernó Siria desde 1970 hasta su muerte en 2000.
Los Assad llevan más de 40 años en la presidencia de Siria. Hafez gobernó el país por 30 años, desde 1970 hasta su muerte en 2000. Bashar, su hijo y presidente desde entonces, fue refrendado nuevamente en 2007 y ya anunció aspira a un nuevo mandato en 2014.
En esta primera entrega de una serie de artículos sobre Siria probablemente la obligación fundamental consista en aclarar un poco el panorama sobre las etapas que ha atravesado el conflicto. Etapas, sí, porque la crisis siria no comenzó, en agosto pasado, con la amenaza de Obama, ni mucho menos.
Confieso que, en un comienzo, las manifestaciones contra el gobierno de Assad en Siria en marzo de 2011 me parecieron un signo de salud ciudadana. Siria tiene, a mi entender, un importante déficit en materia de derechos civiles (reelecciones ilimitadas, régimen de partido hegemónico, hiperpresidencialismo…). Tampoco acuerdo con la actuación que tuvo en el Líbano entre 1976-2005, lapso en el cual mantuvo en el país 30 mil soldados, y ejerció una intervención preponderante, de cuanto menos dudoso beneficio, tanto en la política libanesa como en la vida cotidiana de los habitantes de ese país. A pesar de eso, consideré siempre a las naciones siria y libanesa como hermanas. Hay entre ambos pueblos lazos culturales, familiares y afectivos innegables, más allá de los vaivenes políticos.
La primera radicalización del proceso político tuvo lugar en junio de 2011, frente a las protestas que mencionábamos antes. Esa radicalización se manifestó de dos modos: por un lado, el gobierno del presidente Assad comenzó a reprimir duramente a la oposición, usando no solo la fuerza policial sino también la militar; por el otro, se creaba el Ejército Libre, encarnado en un conjunto de desertores, en un principio dispersos, que rechazaban al gobierno de Assad. Este grupo paramilitar comenzó a encarar acciones coordinadas con agrupaciones políticas de exiliados. Ello desembocó en la formación de la Coalición Nacional en noviembre de 2012, a mitad de camino entre Doha y Estambul. Este grupo conformó una especie de gobierno provisional en el exilio, que cuenta con el respaldo de los países del Golfo Pérsico, liderados por Arabia Saudita, y también por varios países de Europa, entre ellos Turquía y Francia; tiene además alguna forma de reconocimiento difusa por parte de la Liga Árabe, que lo considera “interlocutor válido”. Se nutre de antiguos miembros del partido Baath, de exiliados políticos que llevan varias décadas en el extranjero, y de representantes de las minorías kurdas del noreste.
Marcha de rebeldes sirios en Alepo, en 2013. Alzan la antigua bandera siria que hoy los identifica (AFP)
Marcha de “rebeldes” sirios en Alepo, en 2013. Alzan la antigua bandera siria, usada entre 1932-58, que hoy los identifica (AFP)
La segunda radicalización se da en diciembre de 2012, con la aparición de organizaciones jihadistas que promueven el establecimiento de un Estado Islámico en la región a través de una interpretación sesgada del concepto de “guerra santa”, siendo la más importante de ellas “Jebhat Al-Nusra” (Frente de la Victoria) fuertemente vinculado a Al-Qa’eda y en aparente diálogo con otro grupo de panislamistas, los del “Dawlat Al-Islamiya fi Iraq wu Al-Sham” (Estado Islámico de Irak y el Levante), muy activo en la Mesopotamia desde la invasión estadounidense de 2003.
En medio de ambas radicalizaciones, el gobierno de Damasco, además de continuar con la actividad represiva frente a los insurgentes, respondió en febrero de 2012 con una reforma constitucional que, si bien entre otras medidas importantes limitaba las reelecciones del Jefe de Estado y anulaba formalmente el régimen de partido único, no tuvo el eco esperado entre los miembros de la Coalición Nacional. Finalmente, la oposición declaró que ninguna reforma podría sastisfacerla si no estuviese acompañada de la renuncia de Assad, a lo que Bashar respondió confirmando su candidatura presidencial para las elecciones de 2014. Todo era letra muerta.
Una manifestación a favor del presidente Assad en la ciudad de Damasco, en 2011.
Estas dos radicalizaciones nos permiten visualizar como la situación en Siria llevaba ya más de dos años de trayecto cuando llegó la advertencia de Obama al gobierno de Assad en agosto de 2013. Al mismo tiempo, podemos ver como lo que los medios llaman “rebeldes” no son en absoluto un todo homogéneo de opositores. De concretarse una intervención estadounidense, se emperoraría un escenario ya de por sí dantesco, en el que la ONU calcula en 100 mil las víctimas fatales, en 2 millones los desplazados registrados en calidad de refugiados en Líbano, Jordania y Turquía y en invaluables las pérdidas de patrimonio cultural e histórico, patrimonio no solo de Siria sino de la civilización toda.
En la próxima entrada, nos focalizaremos en la internacionalización del conflicto: el involucramiento de Hezbolá, la amenaza de Obama y las consecuencias que tuvo a nivel mundial la estrategia del presidente estadounidense

miércoles, 18 de septiembre de 2013

El laberinto sirio

Miércoles, 18 de Septiembre 2013


El laberinto sirio
Ignacio Álvarez-Ossorio: Siria contemporáneaMadrid: Síntesis, 2009 (223 páginas). 
  
Uno de los temas de mayor actualidad y tensión internacional es el conflicto sirio. A raíz del uso de gas sarín saltaron todas las alarmas. Las dudas sobre su empleo han sido despejadas por el informe presentado por los inspectores de las Naciones Unidas.  Obviamente, ninguno de los contendientes asume su autoría y, por el contrario, se siguen acusando mutuamente. 
  
El uso de armas químicas rebasó la línea roja trazada por Obama. Desde la óptica estadounidense era necesario otorgar una respuesta acorde a la amenaza emitida. De lo contrario, la credibilidad de futuras amenazas estaba en juego. Dicho en otros términos, para que sea efectiva, la amenaza tiene que ser creíble. Así ha sido en el caso de Siria, pero también se estaba pensando en Irán. 
  
El principio de acuerdo alcanzado entre Moscú y Washington parece haber desactivado, de momento, los planes de ataque ―teóricamente limitados― de Estados Unidos sobre las posiciones gubernamentales en el territorio sirio. Además de las discrepancias de rusos y estadounidenses sobre el recurso a la fuerza, todavía está pendiente que el pacto se implemente y verifique sobre el terreno. Esto es, que Damasco destruya su arsenal de armas químicas en los próximos nueve meses. 
  
De cumplirse dicho acuerdo en su totalidad, el régimen sirio se quedaría sin capacidad disuasiva frente a otros Estados de la región. De hecho, el origen de su programa de armas químicas tenía como objetivo complementar su armamento convencional frente a Israel.  De ahí que, desde fuentes israelíes, se alberguen dudas sobre su entero cumplimiento, y se apunte a una posible transferencia parcial hacia Hezbolá. 
  
Esto es sólo un botón de muestra de la enorme complejidad del conflicto sirio. A la guerra fratricida entre las fuerzas gubernamentales y los denominados rebeldes, se superpone otra de carácter regional en el mismo territorio sirio.  Pese a que el espacio, el tiempo y muchos de sus actores son diferentes, en cierto modo la guerra civil siria recuerda a la libanesa (1975-1990) por sus implicaciones regionales e internacionales. 
  
Para comprender cómo se ha llegado a esta situación no basta sólo con recordar que la ola de protesta y cambio político que protagonizó buena parte del mundo árabe durante el 2011 alcanzó también a la República Árabe de Siria. Es igualmente necesario observar su evolución política durante las últimas décadas. 
  
Una obra muy esclarecedora al respecto se debe al arabista Ignacio Álvarez-Ossorio. A pesar de ser uno de los Estados más políticamente herméticos de la región, la Siria contemporánea comenzó su andadura de manera no muy distinta a otros países de la región, con la excepción de la malograda Palestina.  Después de acceder a su independencia, en 1946, se vertebró un sistema político todavía débil y falto de consolidación, con grandes y constantes sobresaltos. 
  
Pese a que muy tempranamente registró cortos y significativos periodos de auténtica apuesta democrática, rápidamente quedaron ensombrecidos por los más prolongados de predominio autoritario. Esta pugna, centrada en el pulso entre la apertura y el cierre del sistema político a la participación y a la pluralidad, terminó instalándose en un periodo de permanente inestabilidad política e institucional que, en el plazo de dos décadas, conoció “quince golpes de Estado” (entonces Siria era considerada la Bolivia de Oriente Medio). 
  
Sólo tras el contragolpe de Estado de un sector del partido Baaz, en 1966, y más concretamente tras el triunfo del Movimiento Rectificador liderado por Hafez al-Asad, en 1970, el país logró gozar de cierta estabilidad institucional, pero a expensas de un enorme coste político: ver instalado el presidencialismo autoritario desde entonces. 
  
Semejante inmovilidad fue deliberadamente reforzada por la inestabilidad y conflictividad regional, llena de acechanzas que, a su vez, permitió al régimen extraer buena parte de su legitimidad de esa anómala situación, de constante tensión y periódica confrontación árabe-israelí, durante la que no se podía permitir bajar la guardia tanto en el frente exterior como, no menos, en el interior. 
  
El reemplazo en la jefatura del Estado (2000) no dejó de ser más que un relevo generacional en la cúspide del poder. No obstante, los deseos de cambio político de la sociedad siria no se hicieron esperar, expresados en la denominada “primavera siria”. El manifiesto de su sociedad civil demandaba reformas políticas al nuevo presidente, Bashar al-Asad. 
  
Sin embargo, pese a la inicial flexibilidad que entonces mostró el poder y sus fuerzas de seguridad en algunos aspectos, no logró traducir esos gestos en cambios políticos concretos y significativos. Semejante oportunidad de cambio político fue desaprovechada entonces; y definitivamente abortada por su respuesta meramente represiva a las legítimas demandas democratizadoras de su ciudadanía a caballo de la denominada primavera árabe
  
El libro de Ignacio Álvarez-Ossorio es una ineludible referencia para comprender la evolución política del régimen sirio. Aunque el texto no abarca las protestas (fue publicado en 2009), el autor ha mantenido el seguimiento de la crisis siria, haciéndose eco de distintos análisis y aportando su propia reflexión,  que se pueden seguir en su blog  Próximo Oriente.  

José Abu-Tarbush

Fuente blog Próximo Oriente.

martes, 17 de septiembre de 2013

"Ni son terroristas ni el conflicto sirio es una guerra civil"

El joven sirio Osama Abazeed condena la actitud de un Occidente que mira ahora hacia su país tras “décadas de masacres” en las que ha perdido familiares y amigos
Abazeed fue atacado en una manifestación contra la intervención norteamericana el viernes en Madrid, al intentar exhibir la bandera de la oposición siria
Varios asistentes a la manifestación intentaron arrancarle la bandera de la oposición siria. / Isabel Montenegro
Osama Abazeed es increpado por sacar una bandera de la oposición Siria durante una manifestación en Sol / Isabel Montenegro
Osama Abazeed, sirio de 31 años, se dirigía el pasado viernes hacia el hotel donde se hospeda durante su visita a Madrid. Su camino se vio interrumpido al pasar por Sol, donde banderas sirias ondeaban entre gritos contra la intervención “imperialista” de Estados Unidos. “No pude ocultar mi estupor cuando vi esas banderas oficiales del régimen de Al Asad”, recuerda. Su intención de exhibir la bandera rebelde incendió los ánimos de algunos de los presentes, que la emprendieron a golpes e insultos. El incidente se saldó para el joven sirio con varias heridas, pero asegura que ello no fue lo que más le dolió.
El relato de Abazeed, natural de Dará, es un fiel reflejo del terror vivido por su pueblo durante décadas. Una historia que el joven ha contemplado desde el extranjero, donde partió hace 10 años en busca del sueño que su país le impedía. Sus ojos se encienden al recordar cómo iba conociendo la muerte de amigos y familiares: “Supe de la muerte de mi prima, de 45 años, y de mi tío al ver un vídeo en Facebook.  Mi ciudad se encontraba por entonces en estado de sitio, así que no había forma de comunicarme con ellos. Durante cuatro semanas viví con la incertidumbre de desconocer si mi madre y hermanos seguían vivos”.
Recuerda cómo fueron las protestas en Egipto las que empezaron a incendiar las mentes de los más jóvenes: “Un día, un grupo de niños de entre doce y catorce años se hicieron eco de la caída de Mubarak y pintaron un grafiti en el que se podía leer "It’s your turn doctor" (es su turno, doctor, en referencia a Asad). La reacción del régimen fue detener a los niños, algunos de ellos de la familia Abazeed. Osama describe con voz temblorosa cómo "sufrieron terribles torturas en la cárcel durante dos semanas. Sus uñas fueron arrancadas”. De ello hace responsable a Ateb Najib, jefe de la Agencia de Seguridad en Dará y primo de Asad.

Uno de los escenarios de la revolución

La ciudad de Dará es el escenario donde Abazeed ubica los primeros indicios de la revolución. La primera manifestación tuvo lugar el 18 de marzo de 2011. "La demanda máxima era acabar con la corrupción, no se iba contra el sistema o el propio Asad. Sin embargo, el Ejército reaccionó con disparos matando a dos jóvenes". Una sucesión de ataques y funerales siguió a este episodio.
El día 30 de marzo, el presidente se dirigió a la población desde el Parlamento con el fin de tranquilizarla. Para Abazeed, el discurso resultó ser “una broma en la que no hubo reconocimiento a las víctimas y en la que trató a su propio pueblo como terroristas. Ello hizo que el foco de la protesta se desplazara hacia el propio Asad”.
A las palabras pronunciadas por el líder sirio le siguieron las balas de los soldados. “Tan solo dos días después, Asad mandó al Ejército a mi ciudad. Durante cuatro semanas la población no tuvo acceso a agua o comida”, continúa emocionado. Ante dicha emergencia fueron los habitantes de pueblos vecinos los que acudieron a socorrerlos pese a las advertencias del Ejército: “En sus manos sólo sostenían alimentos pero las Fuerzas Armadas ejecutaron a casi 1.500 personas”.
El ejército sirio seguirá la lucha contra los "terroristas" tras la victoria en Al Quseir
Rebeldes sirios esperan antes de cruzar una calle mientras intentan evadir a los francotiradores del ejército leal al presidente sirio, Bachar Al Asad. / Fotografía: EFE
Abazeed asegura que la violencia no ahogará el espíritu de los rebeldes. “¿Vamos a parar? No. En este sentido no queremos venganza, sino recuperar la dignidad. Queremos volver a un pasado digno, en el que suníes, alauitas y católicos convivíamos en paz. Ese es el gran tesoro de mi país”. Tampoco oculta su repulsa ante un Asad que los considera terroristas: “La gente que lucha son ingenieros, médicos, gente con una gran educación. Después de luchar, la mayoría vuelve a su trabajos. Es una cuestión de defensa propia, porque nadie lo hace por ellos”. 
El joven sirio también rechaza el término de “guerra civil” como manera de referirse al conflicto. “Aquí no hay dos bandos. No hay un enfrentamiento ideológico o religioso. Se trata simplemente de la violencia de un dictador ejercida contra su pueblo”. ¿Quiénes son entonces los partidarios de Asad? Osama los separa en dos grupos: “Los que quieren preservar sus intereses y los que tienen miedo”. 

La concentración de Sol

“La política no se basa en la caridad, sino en los intereses de cada uno”. De esta manera Abazeed explica la falta de interés de la comunidad internacional. “¿Por qué el mundo está furioso cuando 2.000 personas mueren por el uso de armas químicas? ¿Dónde estaban cuando las otras 150.000 eran asesinadas con otro tipo de armas?”, se preguntó al ver los 200 manifestantes que se congregaron en la plaza madrileña para protestar contra una "guerra imperialista".
“¿Que si estoy a favor de la intervención de Estados Unidos? Tendría que conocer antes el objetivo que persiguen”. Para Abazeed, la Administración norteamericana “quiere mostrar al mundo que hay líneas rojas que no deben cruzarse”, así como proteger sus intereses y los de sus aliados. En este sentido, la defensa de los derechos humanos sólo encuentra su sitio en la retórica: “El apoyo americano a los rebeldes es puramente mediático”.
Esas convicciones fueron las que le llevaron a plantarse en Sol. Allí le acompañó una chica española, que portaba un cartel en árabe con el mensaje: "No a la guerra genocida asadiana contra el pueblo". Algunos de los sirios que se congregaron en torno a la estatua de Carlos III empezaron a sentirse molestos por la presencia del cartel.
Osama decidió sumarse a la reivindicación de la joven, exhibiendo la de la oposición siria, que cambia la banda roja de la bandera siria por la verde. Un grupo de ocho hombres, españoles y sirios, se abalanzó sobre él. La policía tuvo que intervenir para evitar males mayores. A pesar de las heridas, Abazeed se muestra orgulloso de conservar su bandera: "Es la bandera que precedió a la llegada de los Asad al poder, el símbolo de la Siria independiente".

domingo, 15 de septiembre de 2013

EE.UU. y Rusia dan 7 días a Siria para abrir sus arsenales

Antes de fin de noviembre llegarán los inspectores. 

Las armas serán destruidas en 2014. El pacto entre las 

dos potencias no fija sanciones. Washington renuncia a 

usar la fuerza como exigía Moscú.


Anuncio. Los cancilleres de EE.UU. (izq.) y de Rusia durante la rueda de prensa en
Ginebra en el cual anunciaron los detalles del plan acordado. /REUTERS

GINEBRA. EFE, AFP, DPA, AP Y ANSA - 15/09/13
Después de tres días de intensas deliberaciones, Estados Unidos y Rusia acordaron dar a Siria una semana para hacer público su arsenal de armas químicas, dos meses y medio para que los inspectores los investiguen y más de nueve meses para que sean destruidos. No se estipulan acciones concretas en caso de incumplimiento, sino una tibia mención a analizar medidas dentro del famoso Capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas que van desde sanciones hasta la utilización de la fuerza.
El plan propuesto por Rusia lleva en todo sentido su sello personal: * Primero, y fundamentalmente, elimina la amenaza de ataque de las potencias occidentales contra Siria, bandera que defendía EE.UU. con respaldo de Francia.
* Segundono contempla una acción concreta si el régimen de Bashar Al Assad dilata o entorpece las inspecciones.
El gran triunfo del acuerdo, y por el cual tuvo una muy buena acogida internacional, es que evita un nuevo escenario bélico en Oriente Medio con una escalada impredecible. Las cabezas de las negociaciones en Ginebra fueron el jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, y su par ruso, Serguei Lavrov. Aunque las conversaciones más duras las llevaron a cabo las delegaciones de expertos de ambos países. Lo resuelto en esta cumbre se encuentra bajo el paraguas de Naciones Unidas.
La comunidad internacional decidió actuar contra el régimen sirio después del ataque del 21 de agosto pasado con gases tóxicos en los suburbios de Damasco, que dejaron cientos de muertos. EE.UU., Francia y Gran Bretaña culparon a las tropas de Assad. Sin embargo, el gobierno sirio lo negó tajantemente. El presidente Barack Obama ordenó preparar una intervención armada contra territorio sirio, pero encontró un gran vacío internacional. Además, Rusia, aliado histórico de Damasco, se opuso desde un primer momento, argumentando que no había pruebas contundentes de quién había utilizado los gases. Por eso Moscú presentó su plan para solucionar el conflicto.
En rueda de prensa, Kerry destacó que el acuerdo contiene plazos. Damasco tiene siete días para presentar “una lista completa” de su arsenal químico, en el que deberá indicar “nombres, tipos y cantidades de los agentes químicos en posesión”. La lista deberá comprender “ la ubicación de los depósitos y el modo en el cual el material está almacenado ”. El plan también estipula que “los inspectores de la ONU deben estar en territorio sirio a más tardar a finales de noviembre”. En cuanto a la destrucción del arsenal, Kerry dijo que “debería complementarse hacia 2014” fuera del territorio del país árabe.
Para Obama, cuestionado por los halcones de su país que le achacan haber cedido en todo momento a favor de Moscú, fue un buen acuerdo. “Este proceso brinda la oportunidad para la eliminación de las armas químicas sirias de una manera transparente, diligente y verificable, que podría poner fin a la amenaza que representan esas armas no sólo para el pueblo sirio sino para la región y el mundo’’, destacó el mandatario.
Durante las negociaciones, uno de los mayores obstáculos a resolver fueron las eventuales consecuencias que tendría el incumplimiento del plan por parte de Assad. Kerry explicó que tal situación “tendrá consecuencias en el Consejo de Seguridad, bajo el capítulo 7”. Inclusive reiteró que EE.UU. aún mantiene la alternativa de atacar Siria.
Pero esto no figura en la resolución final.
Por eso el diplomático admitió que “cualquier circunstancia que se dé deberá ser debatida en el Consejo de Seguridad”.
Lavrov fue claro a este respecto: “ En este acuerdo, por supuesto, no se dice nada sobre el uso de la fuerza o sobre ninguna sanción automática ”. Si Assad no cumple se adoptarán medidas, reconoció, pero aclaró que eso es un tema que deberá ser debatido largamente en el Consejo de Seguridad. Por eso destacó que “esto no quiere decir que toda violación será reportada y dada por buena. Se requerirá una investigación”. Para reafirmar la idea, remató: “Rusia mantendrá el veto sobre un ataque militar a Siria ”.