domingo, 30 de junio de 2013

Panorama de Oriente Próximo

Entrevista al economista libanés, Georges Corm
Les clés du Moyen Orient
El economista libanés George Corm es uno de los eminentes especialistas de Oriente Próximo y el Mediterráneo. Además de su estatuto de consultante económico y financiero internacional, es profesor de ciencias políticas desde 2001 en la Universidad Saint-Joseph de Beirut. Sus obras más célebres son L’Europe et l’Orient (La Découverte), La fractura imaginaria (Tusquets), La cuestión religiosa en el siglo XXI (Taurus), El nuevo gobierno del mundo: ideologías, estructuras, contrapoderes (Península), Pour une lecture profane des conflits (La Découverte), Le Proche-Orient éclaté 1956-2012, 2 volúmenes (Folio/histoire). Han sido traducidas a varias lenguas.

-Oriente Próximo está en plena recomposición, ¿cómo explica usted esta evolución? ¿Estaba en germen? ¿Desde cuándo?

-Hay muchos observadores que, en efecto, creen que nos encontramos en la era del final de los acuerdos franco-británicos denominados de Sykes-Picot (1916), que balcanizaron lo que a principios del siglo pasado se denominaban las provincias árabes del imperio Otomano. Y otros que hablan de un periodo de transición desde regímenes autoritarios hacia regímenes de tipo democrático. Creo que en ambos casos nos encontramos lejos de estos escenarios. En efecto, parecía bastante difícil cuestionar unos Estados existentes, a no ser que se generalizaran por todas partes unas situaciones de caos. Si tomamos el modelo sirio o el modelo libio en los que hay un empleo generalizado de armas venidas del exterior, en última instancia se puede decir que hay unas zonas de influencia que se establecen bajo la égida de los grandes actores regionales e internacionales. Pero no veo que unos Estados desaparezcan del mapa y se reconozcan y creen nuevos Estados, como pudo ser el caso con la antigua Yugoslavia. Probablemente, esto hubiera podido ocurrir si estuviéramos en contacto directo con Europa, pero en la otra orilla del Mediterráneo parece mucho más difícil. Por otra parte, en lo que se refiere a la transición a la democracia el problema que se plantea hoy es esencialmente el de la naturaleza de las corrientes islámicas por las que los medios europeos y estadounidenses han apostado desde hace muchos años. Estas corrientes, que con demasiada frecuencia se idealizan, han mostrado ahora su verdadero rostro, el de un autoritarismo y de un deseo de control de las libertades individuales.

Por consiguiente, tenemos un problema grave e importante que va a determinar el futuro: ¿las corrientes de tipo moderno, laicas o respetuosas de las libertades individuales y que rechazan el componente religioso en el funcionamiento de un sistema político se van a poder afirmar frente a las corrientes islámicas? Hay de qué inquietarse si se tiene en cuenta que hasta ahora estas últimas gozan del apoyo total de Occidente y que, además, se benefician de una financiación muy importante en petrodólares procedentes de los reinos y emiratos petroleros aliados de Estados Unidos y de Europa. Así que será una batalla muy larga y muy interesante. Esta batalla es lo que va a decidir la suerte del mundo árabe y la posibilidad de que estos países árabes establezcan no solo unas verdaderas reglas democráticas sino también una verdadera independencia respecto a las fuerzas regionales e internacionales.

-Por lo que se refiere a la crisis siria, hay demasiados actores implicados (Qatar, Arabia Saudí, Turquía, Israel). ¿Por qué?

-¡Olvida usted en esta lista a Francia, Inglaterra y Estados Unidos! En diferentes entrevistas he tenido la ocasión de explicar que desde el principio hay una diferencia fundamental entre la revuelta siria y lo que ocurrió en Túnez, en Egipto y en Yemen. En Siria había un importante malestar rural desde 2007 debida a una serie de años de sequía y después debido a que el gobierno quiso complacer tanto al Fondo Monetario Internacional como a los países occidentales y empezó a suprimir muchas de las subvenciones que había a la agricultura. Los observadores sobre el terreno en Siria sabían que el mundo rural, al que antes había concedido muchos privilegios el régimen y que durante mucho tiempo había constituido la base esencial de este, empezaba a conocer un creciente descontento.

Cuando se observa dónde tuvieron lugar las manifestaciones en Siria, cuál era la composición social de los manifestantes y cuántos eran, se ve bien que eran campesinos pobres en las regiones rurales periféricas pobres situadas en las fronteras con Jordania y Turquía. Además, las imágenes hablaban por sí mismas. Contrastaban con las grandiosas manifestaciones de masas tunecinas, yemeníes o egipcias en las que acudían a la cita todos los grupos sociales y todas las edades. Muy pronto se vio cómo llegaban armas a manos de los grupos de opositores que se constituyeron sobre el terreno. Además, se desencadenó una guerra mediática absolutamente espectacular contra el régimen sirio. Ahora bien, en Siria hubo manifestaciones de masas a favor del régimen y en contra de la oposición armada y en ellas se vio a todas las clases sociales, a todos los grupos de edad y a muchas mujeres…

Por lo tanto, esta es una diferencia absolutamente fundamental respecto a las demás situaciones de revueltas en el mundo árabe. Además, el ejército no se hundió en absoluto y se enfrentó con cada vez mayor determinación y violencia a la llegada desde el exterior de combatientes a los que se ha denominado erróneamente yihadistas, ya que cuando unos musulmanes matan a otros musulmanes, eso no es una yihad. Así pues, en Siria se estableció un escenario que está llevando a la destrucción sistemática de la sociedad siria y de su riqueza material (infraestructuras, viviendas, potencial industrial). Es una repetición de lo que la comunidad internacional hizo sufrir a Iraq y mañana veremos que, como ocurrió en Iraq o antes en Líbano, con el pretexto de la reconstrucción las grandes constructoras árabes, turcas o internacionales saquearán el país. Ya hemos visto esto en Líbano donde al salir de los quince años de violencia entre 1975 y 1990, se sumió al país en una deuda inverosímil y donde tras veintidós años de reconstrucción ¡todavía no funcionan corrientemente el agua o la electricidad! Y en Iraq, a pesar de su enorme riqueza petrolera, no se han reconstruido todavía las grandes infraestructuras de agua y de electricidad. Así pues, es de esperar este mismo escenario en Siria.

Por otra parte, hay que ver que los datos internos sirios son completamente secundarios en el conflicto porque Siria se ha convertido en un colosal campo de enfrentamiento entre, por una parte, tanto las dos potencias ascendentes, China y Rusia, como Irán, y, por otro, los países occidentales, la OTAN, etc., cuyo objetivo es a todas luces hacer saltar los últimos cerrojos antiisraelíes de la región, que están constituidos esencialmente por el eje Irán-Siria-Hizbola, al que se denomina, para denigrarlo y por motivos sensacionalistas, “el arco chií”. Se elaboran muchos análisis a base del sensacionalismo comunitario que se instrumentaliza para hacer creer que es un conflicto entre chiíes y sunníes a escala regional, cuando se trata de un problema de geopolítica muy profano. También entran en juego consideraciones petroleras y de gas.

-¿Cree usted que se podría producir una agitación regional en el contexto de la crisis siria, sobre todo en Líbano?

-Ya en 2007 mencioné en la revista Futurible un escenario de tercera guerra mundial desencadenada en torno a la cuestión del desarrollo de la capacidad nuclear iraní. Y es que las pasiones antiiraníes ya eran de una virulencia poco común que no ha dismunuido. El reproche que se le hacía a Irán era su retórica antiisraelí y, sobre todo, su ayuda al Hizbola libanés pasando por Siria. Así, desde hace años en los medios de la OTAN se considera que hay que abatir el eje Irán, Siria, Hizbola. Ahora bien, hay que tener en cuenta que aunque se reduzca, debilite o desaparezca este eje, se recuperará o se reconstruirá de forma diferente y ello mientras que el Estado de Israel continúa comportándose como se comporta en relación con los palestinos a los que sigue desposeyendo de lo que queda de su tierra, pero también en relación con los libaneses a los que hicieron sufrir enormemente entre 1968 (fecha del primer bombardeo contra el país) y 2000, cuando se obligó al ejército israelí a retirarse del país tras 22 años de ocupación; y después, en 2006, trata de suprimir a Hizbola por medio de una serie de bombardeos masivos que duran 33 días.

Ya se ha asistido en varias ocasiones a la esperanza de haber “librado” a Oriente Próximo de las fuerzas hostiles a la dominación israelo-estadounidense de la región. Siempre ha habido una decepción. Ese fue el caso durante la segunda invasión de Líbano por parte de Israel en 1982, que desembocó en el exilio de la OLP a Túnez y a otros países lejos de las fronteras israelíes. A continuación fue el caso con la Conferencia de Madrid y los acuerdos israelo-palestinos de Oslo en 1993. Por último, volvió a empezar con la invasión de Iraq en 2003 que hizo pensar que Oriente Próximo estaría en paz gracias a la eliminación de Saddam Hussein. Por ello hablo de “pasiones” estadounidenses y europeas a favor de Israel que impiden toda posibilidad razonable de devolver sus derechos a los palestinos. Mientras no se regule esta situación conforme a las leyes internacionales y no por la fuerza, Oriente Medio va a permanecer en ebullición con todos los riesgos de enfrentamientos de los que hablamos y que, efectivamente, se pueden caldear.

Una vez dicho esto, hay que darse cuenta de que la locura no es total en estas pasiones, es decir, que Estados Unidos, después de los despliegues militares que le han costado enormemente (Afganistán e Iraq) y en los que curiosamente no han logrado acabar con Al Qaida, ya no tienen ganas de aventuras militares exteriores, lo cual es bueno. Ahora han encontrado unos intermediarios regionales, sobre todo Turquía, que parecía dispuesto a luchar hasta el final contra Siria, solo cuatro años después de haber firmado unos acuerdos de cooperación, de amistad, de fraternidad y de libre comercio con este país. También han encontrado los petrodólares que financian los ejércitos de los combatientes venidos del exterior.

Se esperaba que con estas intervenciones exteriores el ejército sirio se desmoronara rápidamente y con él todo el régimen. Pero, para sorpresa general de todos aquellos que muy conocían mal el contexto sirio, esto no ocurrió. Y hoy parece que el ejército se recupera militarmente. Sin embargo, los combates y la destrucción de Siria van a continuar mientras el gobierno sirio no pueda controlar sus fronteras, muy extensas, con Turquía, Iraq, Jordania y Líbano. Por lo que se refiere al proyecto de conferencia en Ginebra, no es sino un mal teatro. Me recuerda al de hace cuarenta años cuando los soviéticos reclamaban una conferencia internacional sobre Palestina a la que ellos se asociarían. Ahora bien, solo hubo una sesión huérfana de aparato ya que los estadounidenses y los israelíes no quisieron conceder influencia a la URSS en este conflicto. Así que soy muy escéptico con este proyecto de conferencia. Hasta ahora estamos viendo unos encuentros ruso-estadounidenses sobre Siria para organizar una conferencia entre las parte en conflicto, pero en cuanto acaba la reunión, las declaraciones de las partes en conflicto contradicen la voluntad de paz.

Las consecuencias de todo esto sobre Líbano son muy interesantes. El gobierno libanés ha pretendido inteligentemente permanecer neutro en el conflicto sirio, aplicando la consigna que existe desde hace años, “Líbano primero”. Además, se trata de una consigna que hasta la OLP había adoptado después de su salida de Beirut en 1982 en virtud de la cual afirmaban “Palestina primero”. También se encuentra en Iraq después de la invasión estadounidense y se oye en los medios de la oposición siria. Ahora bien, hemos visto cuánto contribuyó esta consigna tanto a debilitar a los dirigentes de la OLP, impotentes antes la colonización, como a debilitar Iraq.

En Líbano quienes lanzaron esta consigna no la aplican ya que ellos son los primeros en implicarse militarmente enviando combatientes a Siria, lo mismo que hace Hizbola, porque la llegada de su armamento depende en gran medida de la supervivencia del régimen sirio y, por consiguiente, también su propia supervivencia. Por ello creo que va a continuar la inseguridad en todas las zonas geográficas libanesas limítrofes con Siria porque los combates van y vienen. Todo ello mientras el ejército israelí sigue siendo superpoderoso y verdaderamente tiene veleidades de volver a intervenir en Líbano con la esperanza de conseguir hacer desaparecer Hizbola. Sin embrago, no creo que la inseguridad se vaya a propagar a todo el territorio. Es cierto que en Saida está este jeque salafista, radical y anti-Hizbola que quiere disparar contra este partido. Hace un año apareció bruscamente en el escenario libanés, al parecer financiado por petrodólares saudíes o qataríes. Así que la ciudad de Saida está pasando por un periodo turbulento pero la población de la ciudad en su conjunto está tranquila, al contrario de la ciudad de Tripoli, que puede dejarse ganar por el radicalismo islámico. En cambio, es más inquietante la disgregación de las instituciones del Estado. Pero Líbano sabe autogestionarse.

-¿Qué opina usted de la situación del poder hachemita en Jordania?

-Creo que los israelíes deben seguir dilucidando: ¿hay que intentar hacer un Estado palestino en Transjordania, una vieja idea de Ariel Sharon para solucionar el problema palestino, lo que permitiría al mismo tiempo expulsar a los palestinos que permanecieron en lo que se convirtió en territorio de Israel? ¿O bien sería mejor conservar a este aliado fiel de Estados Unidos que es la monarquía jordana, que garantiza la seguridad de la frontera con Israel? Pero como desconozco el secreto del pensamiento estratégico israelí, no tengo respuesta. 

-¿Se ve un nuevo planteamiento de la política estadounidense concerniente a Oriente Próximo tras el segundo mandato de Barack Obama?

-No. Cuando se observa a Estados Unidos y se trata de determinar sus objetivos principales, se constata lo siguiente: [que estos objetivos son] uno, la seguridad de Israel y, por consiguiente, que Israel pueda seguir colonizando como  desde 1967. Dos, impedir que Irán tenga armamento nuclear. Y, evidentemente, junto con esto desmantelar el eje Irán-Siria-Hizbola y ello siempre por la seguridad de Estados Unidos. Y después, el control de las rutas de aprovisionamiento petrolero y el mantenimiento de la hegemonía que ha tenido Europa, ya que Estados Unidos ha llegado a acuerdos con Europa sobre toda esta zona altamente estratégica para la economía y la geopolítica mundiales. Esto es muy fácil de descifrar. Cuando Barack Obama pronunció su célebre discurso en El Cairo en 2009 seguía estrictamente la política estadounidense tradicional y no ha cambiado un ápice. ¡No se expresa un cambio político por el hecho de citar dos versículos de El Corán en el texto de un discurso, algo que quizá creyeron ingenuamente algunas personas! Lo que ocurre simplemente es que, como decía antes, Estados Unidos es hoy mucho más prudente y este Estado no tiene ganas de nuevas aventuras militares exteriores, lo cual es un factor que calma el juego. En todo caso, se han afirmado las mismas constantes en la política del presidente George W. Bush y la de Barack Obama. Durante su reciente viaje a Israel, Obama pronunció unas palabras incondicionalmente favorables al Estado de Israel y a su política, como han hecho todos los sucesivos presidente estadounidenses, a excepción de Eisenhower y más accesoriamente George Bush padre y su ministro de Exteriores James Baker, que protestó enérgicamente contra la continuación de la colonización y incluso anuló las ayudas estadounidenses al Estado de Israel.
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos.
Fuente original: http://www.lesclesdumoyenorient.com/Entretien-avec-Georges-Corm.html 


viernes, 28 de junio de 2013

Egipto: Morsi "negocia"... pero la tensión sube

x Jacques Chastaing - Charles-André Udry    ::    Más articulos de esta autora/or: Más artículos
Cconvocado a una manifestación masiva el 30 de junio con ocupación ilimitada de la calle y de las plazas, exigiendo la dimisión inmediata del presidente Morsi

La tensión sube
Jacques Chastaing
Desde el domingo 16 de junio, día del nombramiento por el presidente Morsi de siete nuevos gobernadores miembros de los Hermanos Musulmanes y uno del grupo terrorista Gamá Islamiya (responsable del atentado terrorista que mató a 58 turistas en 1997 en Luxor) en la región de Luxor, no paran los enfrentamientos ante las sedes de los gobernadores de varias ciudades.
Así, en Manufya, las carreteras de acceso a la sede del gobernador están cortadas desde hace tres días por manifestantes que también han cortado los cables telefónicos de su sede. El edificio del gobernador de Fayum ha sido saqueado. En Gharbeya, ha habido combates y la sede de los Hermanos Musulmanes ha sido incendiada, igual que la sede del Partido de la Libertad y de la Justicia (partido de los Hermanos Musulmanes) en Tanta y el edificio del gobernador que ha sido parcialmente destruido y robadas las armas de la policía. En Damiette, el gobernador no ha podido entrar en el edificio de gobernación, bloqueado por los manifestantes.
En Kafr el Sheikh el gobernador ha visto como su coche ardía por segunda vez (ya ocurrió en febrero de 2013) y su era casa atacada con cócteles Molotov. En Mahalla, los enfrentamientos han tenido lugar en las calles de la ciudad mientras que las sedes de los gobernadores de Ismailia, Daqahliya y Beni Suef eran bloqueadas por concentraciones igual que la de Luxor, donde los asalariados del turismo -con pancartas que decían "No queremos terroristas"- han llamado a mantener la concentración hasta la dimisión del gobernador. En fin, la oficina del diputado Sayed Askar, antiguo responsable de Asuntos Religiosos en el Parlamento, ha sido saqueada.
Al mismo tiempo la tensión social crece, con una inflación anual oficial del 8,2% (en mayo) es decir un aumento de los precios corrientes de a veces el 40%. La oficina de estadísticas constataba así una bajada de las compras de un 70%, debido a que la gente no compra ya más que productos de primera necesidad.
Los cortes de electricidad y la penuria de carburantes han provocado estos últimos días una recrudescencia de las tensiones en las cercanías de las estaciones de servicios con peleas e incluso disparos de armas de fuego y numerosos cortes de carretera -como en la carretera El Cairo-Alejandría- o del ferrocarril, producidos por una población exasperada, que han causado heridos entre los manifestantes o la policía.
En este contexto de dificultades económicas crecientes se ve cada vez más gente reducida a robar en los lugares arqueológicos como en Beni Suef para vender objetos a los turistas, muchos niños que trabajan desde la edad de 5 años (se estima en 1,6 millones de niños de 5 a 17 años que trabajan sobre todo en la agricultura o como criados domésticos), y huelgas que estallan por los salarios (récord mundial de manifestaciones desde comienzos del año 2013), como últimamente la de los empleados de la universidad de Alejandría, que ha llevado al cierre de la misma.
La campaña de firmas denominada "Rebelión", realizada por el conjunto de la oposición, acaba de anunciar que había recogido más de 15 millones de firmas declarando ilegítimo al presidente Morsi.
Ha convocado a una manifestación masiva el 30 de junio con ocupación ilimitada de la calle y de las plazas, exigiendo la dimisión inmediata del presidente Morsi o elecciones presidenciales anticipadas como reclaman los liberales, socialistas nasserianos y demócratas. Mientras tanto, el poder multiplica las detenciones y condenas de opositores mientras que grupos salafistas llaman a manifestarse de forma permanente del 21 al 30 de junio y a formar comités populares para proteger el palacio presidencial que será el objetivo de la manifestación en El Cairo. La revolución continúa.

Morsi "negocia", pero...
Charles-André Udry
Según diversas fuentes, Morsi no ha conseguido sumar a su causa al gran imán de Al-Azhar, Ahmed El-Tayerb, y al papa copto, Tawadros II. Este último se ha negado a lanzar un llamamiento con el presidente Morsi para disuadir a "su base" de sumarse a las manifestaciones previstas para el 30 de junio.
El Tayeb ha hecho una declaración en la que, con términos muy medidos, afirma que "una oposición pacífica contra las élites dirigentes es aceptable según la Charia... y no tiene nada que ver con la fe o la falta de fe". Ha añadido que la violencia y las acciones militantes son "grandes pecados" pero no son "actos de descreimiento" (kofr). El papa copto ha indicado que los miembros de su confesión "estaban dispersos en 50 partidos", lo que hacía imposible una toma de posición con Morsi.
El patrón económico de los Hermanos Musulmanes, Khairat el-Shater, no ha logrado sacar a los salafistas más que una declaración de apoyo a Morsi, señalando solo que había sido elegido por un período de cuatro años.
Morsi busca apoyos internacionales. La embajadora de los Estados Unidos en El Cairo, Anne Peterson -apoyada de forma más precavida por el embajador británico-, y la representante de la Unión Europea en lo que se refiere a la "política exterior", Catherine Ashton, no han logrado convencer al Frente de Salvación Nacional, fundado en noviembre de 2012, y coordinado por Mohamed El Baradei, de renunciar a la movilización del 30 de junio.
Morsi negocia con la nueva dirección del consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA) que él mismo nombró en agosto de 2012 y que está representado por Abdel-Fattah El Sisi. Pero el ejército duda. El Sissi no quiere hacer asumir al ejército el papel de defensa de este poder, como lo había hecho con Mubarak.
Ciertamente, argumentando sobre la existencia de ciertas "milicias" y un posible "baño de sangre", el CSFA podría invocar la Constitución para intervenir. Pero en la coyuntura actual, Washington, que alimenta al ejército egipcio, se opone a que éste juegue un papel prominente en el campo político. Mantener la "estabilidad" en la frontera israelí es más importante.
Khairat El Shater y sus allegados están dispuestos a imitar la política de Hamas en Gaza para "limpiar el terreno". Pero la situación es totalmente diferente. El escenario de elecciones anticipadas sirve ante todo para impedir el enfrentamiento del 30 de junio de 2013.
A l'encontre - Correspondencia de Prensa: germain5@chasque.net

jueves, 27 de junio de 2013

CICLO DE CINE

Este viernes 21hs prosigue el ciclo de cine 
  

CICLO DE CINE

Visiones del  Mundo Árabe (Foco Palestina)  

Por primera vez se realiza en nuestra facultad un anticipo del reconocido Festival Internacional de Cine deDerechos Humanos, que proyecta películas que abordan la vida y la historia de los jóvenes y los pueblos palestino y árabe, sus resistencias y esperanzas, sus sufrimientos y sus luchas. Los tres films del ciclo tienen como eje la dialéctica  opresión y resistencia como eje, en la lucha cotidiana contra la ocupación, la “Primavera árabe” y el Hip Hop y emplearlo como una herramienta para superar las divisiones impuestas por la ocupación y la pobreza. El ciclo se realiza conjuntamente entre la Cátedra Libre de Estudios Palestinos Edward. W. Said y el Instituto Multimedia DerHumALC.

Viernes 28 de Junio y 5 de Julio 21hs

Aula 236 de la Facultad de Filosofía y Letras, Puán 480, CABA

 
Viernes 28 de Junio               
Tahrir Liberation Squarede Stefano Savona
Aula 236, a las 21hs

manifesto

Por el tema "primavera árabe". Sinopsis: Esta película es una crónica de las dos semanas las más excitantes en la historia del Egipto moderno, tal como las vivieron sus protagonistas. Desde el 25 de enero, junto con miles de otros ciudadanos egipcios, Noha, Ahmed y Elsayed han estado involucrados en un movimiento masivo de protesta callejera por la libertad política. 

2011. Documental. 90 min. 
Parte del Foco Primavera Arabe de la edición 14 del festival.

martes, 25 de junio de 2013

LIBANO Hezbolá y la crisis siria ¿Dónde queda el Líbano?

OPEMAM Analysis 

www.opemam.org
Amaia Goenaga
Fecha de publicación: 19 de junio de 2013
Observatorio Político y Electoral del Mundo Árabe y Musulmán
Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos
Universidad Autónoma de Madrid


El pasado 25 de mayo, el Secretario General de Hezbolá, Hassan Nashrala,
reconocía públicamente la participación de Hezbolá en la batalla de Qusair, 
localidad siria de gran valor estratégico, y situada muy cerca de la frontera con 
Líbano. En cuestión de horas el Ejercito Libre Sirio (ELS) respondía advirtiendo de 
que si el Partido de Dios no retiraba a sus hombres de Siria llevaría la guerra a 
territorio libanés. 
Ante la alarma desatada por este episodio, una valoración correcta de la 
situación exige ciertas aclaraciones. Primero, la implicación de Hezbolá en la 
guerra siria no se produce a raíz de la batalla de Qusair, es muy anterior. Ya el 
año pasado se confirmaron varias bajas de miembros de la organización en 
territorio sirio. Segundo, Hezbolá no es el único actor libanés implicado en el 
conflicto sirio. Ha quedado más que demostrado que la organización Futuro,
liderada por la familia Hariri (suní), y varios grupos islamistas (suníes) y salafistas
están colaborando con los rebeldes sirios a través del envío de armas, 
financiación, apoyo logístico, y también con el envío de hombres, desde que la 
oposición comenzó a plantar cara al régimen militarmente. La diferencia está en 
que los actores libaneses que colaboran con los rebeldes conforman una nebulosa 
informe y poco coordinada, mientras que Hezbolá actúa como un actor único, muy 
bien organizado y con capacidades militares muy superiores a la de los primeros. 
Aunque estos grupos suníes están armándose desde hace varios años con la 
ayuda de países como Qatar y Arabia saudí. Tercero, como consecuencia de lo 
anterior, regiones como Hermel, el norte de Akkar o ciudades como Ersal o Trípoli, 
están implicadas en el conflicto de una forma u otra desde hace mucho tiempo. La 
implicación de estos sectores sunníes en la crisis siria ha tenido mucho que ver 
con su animadversión hacia el régimen de Assad por motivos históricos que no 
podemos explicar aquí. Sin embargo, tan o más determínate ha sido el 
enfrentamiento que mantienen con Hezbolá desde hace años, y que tiene más 
que ver con dinámicas políticas internas que con ninguna otra consideración. En el 
caso de Hezbolá, es de sobra conocida la importancia que ha tenido 
históricamente el régimen sirio en la estrategia regional y nacional de la 
organización chií. 
Con todo, no hay duda de que lo ocurrido en Qusair ha supuesto un salto 
cualitativo. Hezbolá ha pasado de dar apoyo puntual y clandestino al régimen, a
convertirse en un actor determinante, no sólo en la mencionada batalla, 
probablemente también en la guerra. Así lo indica el citado discurso de Nashrala.
Hasta fechas muy recientes, el apoyo de Hezbolá a Assad se sustentaba en el 
discurso anti-imperialista. La organización argumentaba que el levantamiento en 
Siria era una conspiración occidental/sionista para eliminar a Assad, y que estaba 
en la obligación de apoyar al régimen por la ayuda que éste siempre le había 
proporcionado en su lucha contra Israel. Sin embargo, en su última aparición 
pública Nashrala añadió que Hezbolá tiene la obligación moral de enfrentarse a los 
takfiristas en Siria pues quieren acabar con Hezbolá y la chía, tanto en Siria como 
en Líbano. Ese giro sectario en el discurso hace pensar que la implicación de 
Hezbolá en la guerra no es coyuntural. Con esto Hezbolá trata probablemente de 
justificar las numerosas bajas que la organización sufrirá entre sus filas y también 
entre sus simpatizantes, habitantes chiíes de las zonas fronterizas que van a 
padecer con creciente virulencia las consecuencias de esta decisión. El argumento 
de la amenaza sectaria, es mucho más efectivo a la hora de despertar la 
solidaridad del grupo y de movilizar a la gente en una sociedad como la libanesa.
Tristemente, esto no hace más que confirmar la irreversibilidad de la deriva 
sectaria que ha tomado el conflicto. Por otro lado, Nashrala instó a los enemigos 
de la organización a plantarle cara en territorio sirio y prometió a sus seguidores 
la victoria final. Finalmente apuntaremos que, a falta de confirmación oficial, 
comienzan a aparecer ya testimonios sobre el avance de Hezbolá hacia Homs. 
Parece pues que están Siria para quedarse.
Ante esto ¿Dónde queda el Líbano? En los días posteriores a las 
declaraciones de Nashrala la intensidad de los bombardeos sobre zonas 
fronterizas del Líbano aumentó y los episodios de violencia y altercados de todo 
tipo se extendieron por los puntos calientes del país. A todo ello hay que añadir
que el Líbano lleva dos meses sin gobierno y que las elecciones legislativas, 
previstas para este mes de junio, han sido aplazadas hasta el año que viene. Por 
tanto, las instituciones no tienen capacidad para tomar decisiones drásticas -si es 
que alguna vez la han tenido- en caso de un desbordamiento de la violencia. Ante 
esta perspectiva muchos han considerado que la extensión generalizada del
conflicto al Líbano será inminente.
Sin embargo, no parece que este sea el escenario más factible a corto 
plazo. En primer lugar, la población cristiana (30/35% de la población libanesa) se 
está manteniendo al margen. En líneas generales los cristianos consideran el 
conflicto sirio y la creciente tensión suní-chií en Líbano como algo preocupante, 
incluso alarmante, pero ajeno. Algo que también inquieta a estos sectores, y 
mucho, es el incremento de la población siria (trabajadores + refugiados). Un 
grupo de población, mayoritariamente suní, que ronda ya el millón personas, en 
un país con unos cuatro millones de habitantes, y cuyo sistema político tiene una 
estructura confesional que convierte el equilibrio demográfico un tema clave. Pero 
como digo, por ahora, la población cristiana y sus líderes hacen lo posible por 
mantenerse al margen. En segundo lugar, en lo referente a una guerra total entre 
suníes y chiíes, hoy por hoy, y a pesar de la evidente radicalización de 
importantes sectores de la población suní, este grupo confesional sigue siendo, en 
términos generales moderado y difícil de movilizar militarmente, por motivos 
sociológicos e históricos que tampoco podemos analizar aquí. Finalmente, Qusair 
ha vuelto a poner de manifiesto el extraordinario potencial militar de Hezbolá, y 
es poco probable que las facciones suníes radicales busquen un enfrentamiento 
directo con la organización chií en territorio libanés. Es más, tampoco los rebeldes 
sirios, que han sufrido un serio revés con la pérdida de Qusair, y divididos como 
están, tienen capacidad real para llevar la guerra al Líbano a pesar de las 
amenazas. 
Así las cosas, no es probable que el Líbano se vea sumido en una guerra 
total por ahora, aunque probablemente asistiremos a un agravamiento de la 
situación actual. Es decir, ciertas zonas del país, las zonas fronterizas, serán 
completamente integradas en la lógica del conflicto. No por casualidad son
regiones que siempre han vivido mirando más hacia Damasco o Homs, que hacia 
Beirut. En las zonas mixtas, alejadas del conflicto, es probable que los estallidos 
de violencia sean más recurrentes y virulentos, pero más o menos controlados, y
hay zonas que seguirán viviendo completamente al margen de todo. No obstante, 
debemos admitir que con la multitud de variables que encontramos en la compleja 
ecuación de este conflicto, y las que podrían aparecer dadas las circunstancias, no 
nos vemos capaces de hacer previsiones a medio y largo plazo.

martes, 18 de junio de 2013

Israel aumenta la confusión en Siria

Debilitando la fuerza de Asad
NAZARET.- Durante gran parte de los últimos dos años Israel se mantuvo como una esfinge al margen de la guerra civil siria. ¿No quería que cayera el régimen de Bachar El-Asad? ¿Favorecía una intervención militar para ayudar a las fuerzas opositoras? ¿Y qué pensaba de la creciente visibilidad de grupos islamistas en Siria? Era difícil de adivinar.
En las últimas semanas, Israel ha pasado de una relativa inacción a una profundización de su interferencia en los asuntos de Siria. Lanzó dos ataques aéreos contra posiciones sirias el mes pasado y al mismo tiempo fomentó afirmaciones de que Damasco había utilizado armas químicas, en lo que parecía sospechosamente un intento de presionar a Washington para que realice una intervención directa.
La semana pasada, sobre la base de nuevas acusaciones de utilización del agente nervioso sarín por parte de Siria, EE.UU. dijo que comenzará a dar ayuda militar directa a la oposición.
Ante las sospechas de que la interferencia israelí iba en aumento, el primer ministro Benjamín Netanyahu finalmente la semana pasada se vio obligado a desmentir como “absurda” la evidencia de que fuerzas israelíes están operando en secreto al otro lado de la frontera.
A pesar de todo, el aura de inescrutable apenas ha desaparecido, alimentada por una serie de filtraciones de funcionarios israelíes. Sus declaraciones han cambiado considerablemente de dirección entre las amenazas de derrocar a Asad y los desmentidos de que Israel tenga algún interés en su partida.
¿Envía Israel señales contradictorias para sembrar la confusión o simplemente está confundido?
La respuesta se pude deducir de los poco atractivos resultados que esperan a Israel quienquiera emerja como triunfador. Israel puede perder estratégicamente tanto si pierde Asad como si pierde la oposición.
Asad, y antes de él su padre, Hafez, aseguraron que durante décadas la denominada línea de separación de fuerzas entre Siria e Israel, después que este último ocupase los Altos del Golán en 1967, siguiera siendo la más tranquila de todas las fronteras de Israel.
En 2011 se presenció un anticipo de lo que podría pasar si cayera el régimen sirio, cuando más de 1.000 palestinos se juntaron en la tierra de nadie cerca del Golán, mientras la atención de Asad se concentraba en la represión de las manifestaciones populares en otros sitios. Por lo menos 100 palestinos cruzaron hacia los Altos y uno de ellos incluso llegó a Tel Aviv.
La semana pasada, después de intensos combates entre los rebeldes y el ejército sirio por Quneitra, una ciudad cercana al único cruce entre Israel y Siria, los mantenedores de la paz de la ONU austriacos empezaron a marcharse debido a la peligrosa situación.
Las fuerzas de la oposición capturaron brevemente Quneitra, un recuerdo de que cualquier vacío en el país probablemente atraería a militantes palestinos y yihadistas ansiosos de ajustar cuentas con Israel. Este hecho fue subrayado por un funcionario israelí que dijo al Times de Londres: “Más vale el diablo que conocemos que los demonios que solo podemos imaginar si Siria cae en el caos y los extremistas de todo el mundo árabe obtienen un punto de apoyo”.
Por ese motivo se dice que los militares israelíes están considerando dos reacciones usuales en el Líbano: invadir para establecer una zona de seguridad al otro lado de la línea de demarcación o entrenar y armar clandestinamente a testaferros sirios dentro de la misma área.
Ninguno de estos enfoques dio buenos resultados a Israel en el Líbano, pero hay indicios –a pesar de la negativa de Netanyahu– de que Israel ya está tomando la segunda alternativa.
Según el New York Times, Israel está colaborando con aldeanos sirios no aliados de Asad o la oposición ofreciéndoles “ayuda humanitaria” y “manteniendo intensa actividad de inteligencia”. En una entrevista con los medios argentinos el mes pasado, Asad acusó a Israel de haber ido más lejos “reforzando directamente” a grupos de oposición dentro de Siria con “apoyo logístico”, inteligencia sobre potenciales objetivos y planes para atacarlos.
Si el futuro parece poco prometedor para Israel si Asad desaparece, no se ve mejor si se mantiene el régimen.
Un Asad fuerte significará que Siria seguirá jugando un papel fundamental en el mantenimiento de un frente militar opuesto a la hegemonía israelí en Medio Oriente. Eso, por su parte, significa un Irán fuerte y un Hizbulá fuerte en el Líbano.
El formidable historial de Hizbulá en la guerra de guerrillas es el principal motivo por el cual Israel ya no ocupa el sur del Líbano. De la misma manera, el arsenal de cohetes de Hizbulá es una genuina limitación de una mayor agresión israelí no solo en el Líbano sino también contra Siria e Irán.
Los ataques aéreos de Israel a principios de mayo parece que iban contra transportes a través de Siria de armamento más sofisticado para Hizbulá, probablemente suministrado por Irán. Misiles de mayor alcance y sistemas antiaéreos se ven “decisivos” por parte de Israel precisamente porque limitarían aún más sus posibilidades de maniobras ofensivas.
Israel también tendrá obstáculos si Asad permanece en el poder y actualiza sus defensas antiaéreas con el sistema S-300 prometido por Rusia.
De una u otra manera, la tan cacareada ambición de Israel de preparar un ataque contra Irán para impedir lo que afirma es el objetivo de Teherán de desarrollar una bomba nuclear –sumándose a Israel en el club de Estados de Medio Oriente con armas nucleares– significaría pagar un precio demasiado alto para ser factible.
¿Entonces qué considera positivo Israel si ni la supervivencia ni la remoción de Asad son atractivas?
Según algunos comentaristas israelíes bien situados, lo mejor que Israel puede esperar es que Asad resista, pero solo apenas. Eso mantendría el régimen en el poder, o lo limitaría a su región vital, pero privado de la energía para preocuparse de otra cosa que no sean sus problemas inmediatos de supervivencia. No podría ofrecer ayuda a Hizbulá, aislando a la milicia en el Líbano y cortando su línea de aprovisionamiento de Irán.
En discusiones a puerta cerrada, el analista Ben Caspit ha señalado, que el ejército israelí considera un “escenario óptimo” que Siria se divida en tres Estados separados y que Asad quede confinado en un cantón alauí en Damasco y a lo largo de la costa.
Una prolongada guerra de desgaste entre Asad y la oposición tiene beneficios adicionales para Israel después de la decisión del líder de Hizbulá, Hassan Nasralá, de alistar a miles de combatientes para apoyar al ejército sirio. Pérdidas prolongadas reducirían drásticamente las filas y la moral de Hizbulá, mientras los combates probablemente se extenderían de Siria al Líbano, implicando a la milicia en múltiples frentes.
Pero esto también es arriesgado. Si a Hizbulá le va bien, como sucedió en la derrota de los rebeldes durante este mes en Quseir, su posición en el Líbano resultaría fortalecida, no debilitada. Y en esa situación, la deuda de Asad con Hizbulá solo aumentaría.
No cabe duda de que semejantes cálculos ocupan las mentes militares israelíes.
El mayor peligro es que aún más partes se añadan al conflicto llevando a que se regionalice. Sería el resultado probable si Israel decide aumentar su interferencia, si EE.UU. cumple sus recientes amenazas de aumentar la ayuda militar a la oposición o imponga una zona de exclusión aérea sobre partes de Siria o todo el país.
De una u otra manera, Israel puede considerar ventajoso que Siria se convierta en el nuevo escenario de una mini guerra fría.
Sin embargo, la esfinge israelí todavía no da ninguna respuesta.
Jonathan Cook ha obtenido el Premio Especial de Periodismo. Sus últimos libros son Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair (Zed Books). Su página web es: www.jonathan-cook.net .
Una versión de este artículo se publicó primero en The National, Abu Dhabi.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=169857 Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

jueves, 13 de junio de 2013

De la “Primavera Árabe” a la Primavera Islamista

De la “Primavera Árabe” a la Primavera Islamista
En el año de 2011 el Medio Oriente experimentó una serie de acontecimientos que cambiarían el panorama político de la zona. En Enero de este año, en Túnez, el mandatario Ben Alí es derrocado del poder por un movimiento de protesta que pasó a la historia como “La revolución de los Jazmines”, y que dio inicio a lo que se denominó la “Primavera Árabe”. Este episodio marcó el inicio de un conjunto de protestas y acciones armadas en diferentes países, que dieron como resultado la caída de Mubarak en Egipto, la muerte de Gadafi en Libia, y confrontaciones armadas que amenazan con desbordar los límites internos, para asumir una fisionomía de guerra regional, como ocurre en Siria.
Estos fenómenos fueron comprendidos de diferentes maneras, entre las cuales sobresalen tres interpretaciones. Por un lado, se dijo que la primavera árabe representaba el ascenso de grupos sociales con aspiraciones políticas (jóvenes y mujeres) que hacían frente a las viejas dictaduras de la región y reclamaban nuevos escenarios de participación política y desarrollo social. Por otra parte, se advertía que los movimientos de protestan encarnaban el ascenso de una clase media que pretendía realizar un ajuste en el sistema político, quienes a través de las redes sociales iniciaban una transformación al sistema político de la región. Otros sectores, por el contrario, afirmaron que los acontecimientos del 2011 obedecían a los “intereses imperialistas” de los países occidentales, que buscaban desestabilizar las democracias y los liderazgos de los pueblos árabes, buscando en últimas el control del petróleo. En este marco amplio de interpretaciones no se advirtió un elemento: el ascenso del Islam Radical en el escenario político de la región.
Luego de las revoluciones del 2011 y las apuestas institucionales del 2012, hoy podemos afirmar que estos acontecimientos hacen parte de un conjunto de acciones políticas en la región, en donde destaca el ascenso del Islam Radical como fórmula de ordenamiento político en el Medio Oriente. Este proceso inicia en 1979 con el ascenso de la República Islámica de Irán y el inicio de la resistencia en Afganistán luego de la ocupación soviética, y se mantendrá vivo con la aparición de partidos políticos islamistas a lo largo del Medio Oriente. Estos partidos, de carácter islamistas, han llegado al poder en las nuevas democracias de Egipto, Túnez y Libia, y además, son quienes lideran las proyecciones regionales de Turquía e Irán en el Medio Oriente. En este escenario, una de las grandes consecuencias que han dejando los acontecimientos en el Medio Oriente es que la religión se ha posesionado en el escenario de la competencia regional, con la capacidad de dominar y definir  las estructuras políticas internas, así como la dinámica geopolítica de esta parte del mundo.
El inicio de la era islamista
El 1° de febrero 1979, en un vuelo de Air France llegó a Teherán el artífice de la revolución islámico clerical de Irán, el Ayatolá Seyyed Ruhollah Musavi. Este clérigo y pensador islamista, muy pronto logró instaurar una constitución política, que contempló el cambio de nombre de Irán al de República Islámica de Irán, la instauración de la Sharia, la imposición de un ejercito llamado Guardianes de la fe y unos principios revolucionarios, que se entendieron como una restauración de valores religiosos, con lo cual comenzó a dar forma al gobierno islámico, cuyo garante era  el Faquí (Líder Supremo), papel que encarnó él mismo.

Luego de iniciado este proceso, por reacción o por sintonía, estallan en la región toda serie de procesos de islamización. Uno de los más importantes, por sus implicaciones en la política del siglo XXI, es la respuesta muyahidín a la invasión soviética de Afganistán, en el mismo año de 1979. Los soviéticos inician la invasión a este país de Asia Central, temerosos de perder el control de uno de sus aliados en la zona, y con la intensión directa de contener la expansión del ejemplo islamista a sus Repúblicas fronterizas (Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán). Con ello se inicia una lucha a muerte, entre unos guerreros islámicos  que venían de diferentes países musulmanes y las tropas soviéticas de la extinta potencia mundial URSS, los primeros animados por liberar el dar islam (las tierras del islam) y los segundos con el objetivo de contener la expansión islamista.
En este marco, se inicia un proceso de islamización de una vieja causa en el Medio Oriente: el Estado Palestino. En 1987, y frente a la perdida de liderazgo de la OLP, los palestinos asisten a la primera Intifada (levantamiento), contra lo que ellos denominarán la ocupación sionista. Este acontecimiento deja en el escenario de la lucha palestina dos liderazgos políticos irreconciliables: por un lado, la organización laica y secular de Yasser Arafat que propugnaba por la instauración de un Estado moderno, y por el otro, el movimiento islamista de HAMAS, liderada por el Jeque Ahmen Yasin, quien promovía un Estado islámico. Desde entonces, la causa palestina ha pasado de ser un clásico proceso de liberación nacional a encarnar un proceso de islamización, en donde la identidad religiosa domina el espectro político.
Paralelo a estos acontecimientos, de transcendencia internacional, se desarrollan fenómenos electorales al interior de los Estados musulmanes que ponen de presente el ascenso de la política islámica como fenómeno de masas. En este marco se presenta el caso de los triunfos electorales del Frente Islámico de Salvación (FIS), y la posterior criminalización de este, que dio lugar al Grupo Islámico Armado (GIA), que sembró el terror en Argelia a lo largo de los años noventa (90). Este mismo fenómeno electoral se ha presentado en países musulmanes como Tunes, Marruecos, Turquía, Pakistán, Líbano, entre otros, en donde el ascenso al poder se ha traducido en  transformaciones institucionales, cuya característica más importante ha sido la incorporación de formas islámicas en la arquitectura institucional, lo que incluye la instauración de la Sharia (ley islámica) a los sistemas jurídicos nacionales.
El  ascenso de proyectos islamistas
El acontecimiento más interesante de las revueltas árabes del 2011, ha sido el acceso al poder de proyectos políticos islámicos en países tan variados como Egipto, Túnez y Libia.  Los líderes derrocados  han tenido que dar paso a procesos electorales, bajo los cuales se definen las nuevas elites y las nuevas visiones sociales.  De la centralización del poder, traducida en capacidad de gobierno y de decisión en manos de los viejos dictadores, se ha dado paso a la azarosa dinámica electoral. En este marco, los procesos electorales han permitido, por un lado, la visibilidad política de grupos islamistas, y por otro, la llegada a los poderes legislativo y ejecutivo, a estas nuevas democracias.

El caso más emblemático es la victoria electoral de Mohamed Mursi en Egipto, que le llevó a la presidencia en 2012, en lo que fueron las primeras elecciones presidenciales libres luego de 30 años. Este ingeniero y político egipcio, se presentó  a las elecciones por el Partido Libertad y Justicia, el cual es reconocido por sus estrechos lazos con la Hermandad Musulmana. Entre los ajustes institucionales que ha llevado a cabo el presidente egipcio, se encuentra el cambio de constitución en diciembre pasado, el cual fue oficializado a través de un referendo que dio el “si” ciudadano, con un respaldo del 63%.

Para los casos de Libia y Tunes, el tiempo post-primavera árabe, ha dejado en el panorama  líderes político cercanos a movimientos islamistas.  Para el caso de Libia, es de destacar la elección como Primer Ministro del islamista moderado Alí Zeidan, quien fue elegido con el apoyo de la Hermandad Musulmana en este país. Este político ha declarado en diversas oportunidades que el “Islam es nuestra fe y nuestro sistema jurídico”. Por su parte, en Túnez el islamismo tiene en Hamadi Jebali, Primer Ministro, su gran representante.  Este ingeniero se desempañaba como secretario general del Partido Renacimiento (Ennahda), cuando esta fuerza política se convirtió en partido  mayoritario de la Asamblea Constituyente, elegida en octubre de 2012. Jebali, llegó a la asamblea articulando un discurso moderado, en donde destaca la propuesta revisionista del derecho secular tunecino.
La consolidación de los liderazgos islamistas
Otra dinámica destacable, que dejan los acontecimientos de la llamada primavera árabe, es la competencia regional de dos países de gobiernos islamistas: Turquía y la República Islámica de Irán. En los últimos años, Turquía ha logrado aumentar su presencia y liderazgo internacional y regional, en este marco destaca la presencia constante de este país a lo largo de las crisis árabes, lo cual se materializó con el espaldarazo diplomático de Turquía al gobierno Nacional de Transición en Libia, en la crisis de 2011, y su presencia constante  a lo largo de la crisis en Siria, país con el cual comparte frontera. Bajo el liderazgo del Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan, miembro del partido islamista  de la Justicia y el Desarrollo, Turquía ha logrado proyectarse como la potencia emergente del Medio Oriente y defensor de los valores y los principios del mundo musulmán. La Turquía de Erdogan   ha reencauchado la imagen del viejo Califato Otomano y defensor de una renovada Umma (comunidad de creyentes).
Por su parte, la República Islámica de Irán ha aumentado su presencia internacional y regional. Por un lado, la política de energía nuclear ha convertido a Irán en país protagonista de la agenda internacional. Por otra parte, la inestabilidad institucional de Irak y Afganistán, ha convertido a Irán en el país clave para la estabilidad de la política regional. A estos elementos, se le suma la presidencia dinámica de Mahmud  Ahmadineyad, quien desde su llegada al poder en el 2005, ha logrado mantener una imagen de líder regional y defensor del Islam. La retorica de este presidente iraní, transita entre el antiimperialismo estadounidense y el anti occidentalismo, con lo cual reproduce el espíritu del Ayatolá  Jomeini y sus valores revolucionarios.
De esta manera, el Medio Oriente viene asistiendo a profundas transformaciones institucionales. Esta región transita de los viejos líderes y proyectos laicos y seculares a renovados liderazgos y modelos islamistas. La geopolítica del Medio Oriente se está llenando de contenidos religiosos que transitan entre la Sharia, el dar islam, el Califato y la Umma. De las “primaveras árabes” del 2011, que llenaron de esperanza al mundo Occidental, hoy hemos pasados a las primaveras islamistas, que lo llenan de incertidumbre.

Humberto Alarcón Ortiz
Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Licenciado en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital y Magister en Seguridad y Defensa Nacionales de la Escuela Superior de Guerra. Actualmente se desempeña como profesor universitario. 

EE UU anuncia ayuda militar para los rebeldes sirios

Obama certifica que el régimen de El Asad ha usado armas químicas y discutirá con sus aliados las represalias

Tras haber certificado que el régimen de Bachar el Asad ha usado armas químicas contra los rebeldes, el Gobierno de Barack Obama anunció este jueves su implicación en el conflicto de Siria con ayuda militar directa a la oposición, aunque esperará a concretar el alcance y características de esa asistencia hasta consultar con sus aliados en Europa y Oriente Próximo y con la ONU. La próxima semana, Obama se reunirá con el resto de los líderes del G-8 en Belfast.
La Casa Blanca aseguró que se contemplan toda clase de medidas militares, sin renunciar a las diplomáticas y políticas, para castigar a El Asad por el uso de armas químicas, con la esperanza, además, de que sirvan para revertir el destino de una guerra que en las últimas semanas parecía decantarse a favor del Gobierno.
Aunque hasta el momento no se han dado detalles de esas medidas, ha trascendido que Estados Unidos está considerando el envío directo de armas a los rebeldes y la imposición de una zona de exclusión aérea para impedir que el régimen sirio utilice su aviación, un instrumento fundamental hasta ahora. Ben Rhodes, viceconsejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, dijo en una conferencia de prensa que “habrá ayuda militar norteamericana a los rebeldes”, pero se resistió a precisar los detalles.
“El presidente ha tomado la decisión de otorgar más apoyo a la oposición. Eso incluye entregar apoyo directo al Comando Militar Supremo. Eso incluye apoyo militar. No puedo precisar el tipo de ese apoyo por varias razones. La ayuda está destinada a fortalecer la eficacia del Comando Militar Supremo sobre el terreno, dijo Rhodes. "El régimen de Asad”, añadió, “debe de saber que sus acciones nos han conducido a aumentar el alcance y la escala de la asistencia que damos a la oposición, incluyendo ayuda militar directamente al Consejo Supremo Militar” de Siria, que concentra el mando de las operaciones militares. 
“Los servicios de inteligencia han determinado que el régimen de El Asad ha utilizado armas químicas, incluido gas sarín, en múltiples ocasiones contra los rebeldes”, manifestó Rhodes. El viceconsejero de Seguridad Nacional reconoció que este uso había sido “a pequeña escala” y que solo había producido un número reducido de muertos -entre 100 y 150-, en comparación con al cifra total de bajas, que la ONU calcula en torno a los 90.000. Pero el funcionario recordó que la utilización de armas químicas viola las convenciones internacionales y supone cruzar la línea roja que Obama había señalado anteriormente al régimen de El Asad.
Rhodes dijo que la conclusión de los servicios de inteligencia norteamericanos será entregada a la ONU con el objetivo de conseguir una reacción conjunta de la comunidad internacional, aunque admitió que Rusia, que apoya al régimen de El Asad y se opone a armar a los rebeldes, no ha cambiado aún esa posición. 
El informe elaborado por el espionaje estadounidense afirma también que “el régimen de Asad mantiene el control de las armas químicas y ha tomado medidas para evitar robos o ataques contra ellas”. “No disponemos de datos fiables y comprobables de que la oposición haya adquirido o usa esas armas”, añade.
Ese informe será discutido, igualmente, con los miembros del G-8, donde, con excepción de Rusia, parece existir ya una posición favorable a una mayor implicación militar de las principales potencias en la guerra de Siria, donde está en juego en buena medida el futuro de Oriente Próximo.
El Gobierno de EE UU insiste en que preferiría que las acciones que decida el G-8 o el grupo de aliados norteamericanos en Europa y Oriente Próximo fuesen refrendadas por la ONU, pero ha dado a entender que su actuación no estará condicionada a esa decisión.
La Administración comunicará sus próximos pasos en Siria al Congreso, donde, no solo va a encontrar un ambiente muy favorable, sino que recibirá estímulos para actuar de forma aún más urgente y más contundente. El senador John McCain, que el mes pasado visitó a los rebeldes en Siria, declaró este jueves que creía que Obama ha tomado la decisión de armar a los rebeldes.
Entre los que han patrocinado recientemente la intervención militar en Siria, se encuentra el expresidente Bill Clinton, quien el miércoles manifestó que “a veces, es mejor intentarlo, siempre que se vaya demasiado lejos”.
La inteligencia norteamericana obtuvo los primeros datos sobre el uso de armas químicas en Siria el pasado mes de abril, pero Obama prefirió esperar a más comprobaciones antes de establecer, como ha hecho ahora, que El Asad ha cruzado la línea roja. Otros servicios de inteligencia de otros países e investigadores de la ONU ha llegado por sus propias vías a la misma conclusión.
Este paso coincido con un momento de retroceso de las fuerzas de oposición sirias, que han perdido ya algún enclave importante y que ven en riesgo el mantenimiento de su principal ciudad, Alepo, ante el avance del Ejército sirio,apoyado por milicianos de Hezbolá y por Irán.
La presencia de Irán en el conflicto y la posibilidad de que, con la victoria de El Asad, el régimen islámico asentase su liderazgo en la región habrá sido, con gran probabilidad, una factor para que EE UU y otros países occidentales y árabes apuesten por una actuación más enérgica.
En los últimos días, altos representantes de la oposición han lanzado al mundo numerosos gritos de auxilio ante la situación en que se encuentran.