jueves, 21 de abril de 2016

Dolors Bramon: el Daesh “ni es Estado, ni es islámico ni es yihadista”

dolor bramon

Dolors Bramon durante su intervención./ Foto: TD

Eduardo González. 20/04/2016

“Judíos, cristianos y musulmanes creen en el mismo Dios pero se diferencian en cómo entienden la idea de Dios. Cada uno de ellos, en determinada época, se ha convencido de que su manera es la real, y los fundamentalistas evitan los rasgos convergentes y hacen énfasis en las que son divergentes”.

Estas palabras fueron pronunciadas ayer por la islamóloga Dolors Bramonen el curso del acto El conflicto actual en Próximo Oriente: problemas de nomenclatura, celebrado en la Casa Árabe de Madrid, en el que instó a los medios a evitar un “mal uso y abuso” del lenguaje y a evitar la identificación de una religión concreta con la violencia y el terrorismo.

“Los que practican el Islam son musulmanes, los actos del Islam sonislámicos, los que se desvían de la doctrina ortodoxa son islamistas y, en algunos casos, los islamistas pueden convertirse en terroristas”, prosiguió esta profesora emérita de la Universidad de Barcelona.

Con todos estos parámetros, Bramon hizo una profunda disección del grupo terrorista más mediático de la actualidad, con especial atención al “baile de siglas” con se le conoce: Daesh, EI, ISIS, ISIL o EIIS.

El Daesh, admitió, reúne algunos elementos propios de un Estado, como un territorio que “no tiene fronteras definidas ni quiere tenerlas, porque quiere dominar el mundo entero”; un sistema fiscal “que funciona”, un comercio basado “en el mercado negro”, un ejército “de mercenarios” o un sistema educativo basado “en la incultura”.

La islamóloga recuerda que el Corán prohíbe luchar contra musulmanes y obliga a proteger a cristianos y judíos

“Los politólogos decidirán si es un Estado, pero yo prefiero llamarlo‘pretendido Estado’”, advirtió. “En árabe se les llama Dawla, que traducimos como Estado, pero en realidad significa dinastía”, añadió.

Aparte, según Bramon, el Daesh “no cumple los requisitos para que se le llame islámico”. “El Corán sólo permite luchar contra no musulmanes, un mandato que claramente desobedecen, y obliga a proteger a las ‘gentes del Libro’, cristianos, judíos, mazdeístas, yazidíes y sabeos, a los que el pretendido Estado Islámico está masacrando”.

Asimismo, tampoco debería calificársele de “yihadista”, advirtió. “En el Corán, la palabra yihad sale 35 veces, 22 como ‘esfuerzos en la conducta propia y colectiva’, dos como ‘elevación espiritual’ y diez como ‘enfrentamiento bélico’. Fue Bin Laden quien hizo un uso desvergonzado de ella como guerra”. Por tanto, concluyó, el Daesh “ni es Estado, ni es islámico, ni es yihadista; yo lo llamaría, sencillamente, terrorista”.
http://thediplomatinspain.com/

lunes, 18 de abril de 2016

Occidente-Oriente: análisis crítico de la teoría poscolonial


Harkis, los "colabos" de la Francia colonial durante la guerra de Argelia
Harkis, los "colabos" de la Francia colonial durante la guerra de Argelia
“La obra Orientalismo de E. Said, trató de demostrar, tanto el modo en que Europa inventó la ficción de Oriente y los orientales, como la forma en que esta representación fue utilizada como instrumento para el ejercicio de control y de dominación que supuso el colonialismo. Una definición amplia y global del orientalismo ofrece flancos para el debate. El libro no se caracteriza por ser una polémica antioccidental, pero tampoco es proislámico”.
Dra. Susana Murphy
IHAO-FFyL-UBA-UNLu

Occidente y Oriente constituyen culturas, formas de pensar, prácticas políticas que difieren entre sí, la división ontológica y epistemológica en dos mundos, nos permite observar que al interior de cada uno existen problemas complejos y diversos. Las imágenes construidas en torno a ambas esferas tienen un punto central que es la interrelación entre la realidad y la ficción. Sus prácticas políticas, económicas y culturales develan un entramado de intervalos que enhebran las diferencias. El imperialismo y colonialismo del siglo XIX no implicó un proceso homogéneo, las formas de dominación impuestas continúan manifestándose en la actualidad en la era del poscolonialismo.
La era del imperio que define al siglo XIX tuvo como protagonistas destacados a Francia e Inglaterra y, en menor medida, a Alemania, Portugal, Rusia. El dominio imperial y colonial tiene como fundamento -el estado nación-, el capitalismo y la idea de progreso y a ello se anexa otro importante campo de la actividad humana, la cultura. El enfoque culturalista enmascara la alteridad, privilegia un lenguaje segregacionista y se niegan los derechos del “otro” y el respeto por las diferencias, en beneficio del juego de la represión y exclusión, para así consolidar “los circuitos reservados del saber” que operan en el interior de la institución estatal dominante.
En la época existía un profundo desconocimiento de las tradiciones historiográficas orientales, promovido por la dominación colonial europea;  y la idea de progreso condujo en parte a la negación de la historia de estos pueblos o a una nueva representación histórica bajo las pautas de la mirada occidental que se funda en los antecedentes de raza, racialidad y racismo que atraviesan el pensamiento del siglo XIX  y  se manifiestan en todos los ámbitos de la cultura y la  política  es así que en  el nombre del progreso y la cultura se cometieron usurpaciones, saqueos, robos, apropiaciones, sustentado todo ello por la marcación de la diferencia, es decir la dicotomía racial y la inferioridad.
Este movimiento de expansión colonial, cultural y racial propició grandes rivalidades entre las potencias francesa e inglesa entre 1870 y 1914 en todos los ámbitos. D. K. Fieldhouse, sostuvo en su obra The Colonial Empires: A Comparative Survey from the Eighteenth Century que: “la base de la autoridad imperial, residía en la actitud mental del colonizado. Su aceptación de la subordinación –ya a través del sentimiento positivo del interés común con el estado padre, ya a través de su imposibilidad de concebir otra alternativa- hizo que el imperio durara”. Fue fundamental la idea de que el imperium debía ser aceptado por la población nativa dada su inferioridad, atraso y posición desventajosa. 1926 el misionero británico Edward Thompson, en su libro The Other Side of the Medal, expuso críticamente la política colonial británica implementada en India y la consecuente negación de su historia, o bien la tergiversación  de los hechos acaecidos.
Asimismo, la política francesa de la II República construyó un imperio colonial sobre la base de un debate entre los partidarios de la “asimilación” y de la “asociación”. Se aplicó la receta de “muchas obligaciones, poca autonomía y una pizca de asimilación”.
El mantenimiento de la autoridad y el inmovilismo fue la principal preocupación de la metrópoli, los representantes de la población autóctona eran minoría dado que su cultura, costumbres y tradiciones eran diferentes, en la realidad se forjó una imagen caricaturesca de la asociación y se impuso la enseñanza en francés, con respecto a los musulmanes la política francesa dudó durante mucho tiempo entre segregarlos o fusionarlos a lo que sumaron la incorporación de ideas francesas, la escuela era el mejor elemento de asimilación.
Seleccionamos la especial importancia que tuvo Argelia en la que coexistían la población autóctona y los franceses, diferenciados por sus orígenes étnicos, su lengua, religión y costumbres. Para el acceso a la ciudadanía francesa de los musulmanes debía someterse a las leyes civiles y política de Francia lo que implica renunciar a sus creencias y costumbres, que renegara de su religión. Esto generó agrupaciones y movimientos con el deseo que se restituya a los habitantes de las colonias su dignidad, que finalicen las vejaciones de todo tipo y los impuestos arbitrarios, estos pedidos fueron neutralizados por el aparato militar hasta que finalmente llegó la hora de la descolonización.
Proponemos cuestionar la construcción asimétrica que vista desde lejos, reúne las cesuras originadas en sistemas políticos y culturas que se proclaman opuestas. De las películas a la literatura de ficción y desde el campo de la política exterior y otras polémicas, el Islam se instituye en un linde, lo propio se asoma a la extranjería. El concepto de linde tiene la ventaja de llamar la atención sobre la dimensión del conflicto y de las relaciones de fuerza, ese tercer espacio también tiene sus propios lindes. Las narraciones de lo extremo son evocadas como un “problema”, un obstáculo que se interpone entre la civilización occidental y su destino: la globalización.
A partir de la década del sesenta, surge en Occidente una serie de discursos sobre la memoria como consecuencia de la descolonización y de movimientos sociales que buscaban historiografías alternativas. La tradición de los “otros” vino acompañada de una reedificación del pasado. Así, la globalización de la memoria opera en dos sentidos, es la prueba del fracaso de la civilización occidental para ejercitar la amnesia y para reflexionar sobre la incapacidad de vivir en paz con las diferencias y con los otros, consecuencia de la relación entre modernidad ilustrada, opresión racial y violencia organizada.
La crítica del colonialismo, conocida como teoría y práctica poscolonial tiene antecedentes que no son precisamente los de la década del 1970, etapa que para algunos estudiosos se habría iniciado con la publicación del libroOrientalismo de Edward Said, posteriormente las reflexiones de Homi Bhabha sobre la diferencia y los estudios culturales y a ello se suma G. Ch.Spivak con sus interpretaciones acerca de la crítica poscolonial. Todos ellos provienen de sociedades que fueron colonizadas, aunque se formaron en las principales universidades de Occidente, lo que ha causado una adscripción fundamentalmente al posestructuralismo francés, concretamente al pensamiento de J. Lacan, M. Foucault y J. Derrida. Esa afiliación dista de ser homogénea y simétrica, en sus lecturas nos encontramos con diferentes influencias, Said, más inclinado hacia Foucault, Bhabha, más influido por Lacan y Spivak, intenta articular Gramsci y Foucault.
Con respecto a E. Said, intelectual y activista palestino que residió en Estados Unidos, es conveniente señalar que existen estudios precedentes sobre el tema aunque en su obra no los haya citado como Tibawi, Alatas, Abdel Malek y otros como Panikkar y Ramila Tappar. Debemos señalar que en 1985 en el prefacio de una nueva reedición, Said, reconoce su deuda con distintos autores como J. P. Sartre sobre la cuestión colonial, la poesía, narrativa y cine de Pier Paolo Pasolini, comprometido con el cruce de culturas y a los autores poscoloniales ya citados  debemos agregar, Frantz Fanon, Aimé Cesaire, L. Senghor, influenciado por la corriente panafricanista a pesar de su formación francesa, afirmó la singularidad de la civilización africana en comparación con los franceses y los blancos en general.
Si bien se mencionan los autores del siglo XX, no podemos dejar de citar a Ibn-Khaldún que para el siglo XIII ya había señalado en su obra una suerte de historia colonial de un mundo más restringido. Ibn-Khaldún en su obraIntroducción a la Historia. Al Muqaddimah, trazó con rigor el panorama de la sociedad humana y sus problemas. Señala para esa época que un pueblo sometido y vencido tiende a desaparecer cuando se lo despoja de su libertad, se convierte en siervo del vencedor, instrumento suyo y dependiente de sus disposiciones, bajo el yugo del sometimiento desaparece la esperanza y el espíritu de solidaridad por la dominación extraña, el progreso decrece, las actividades lucrativas cesan, el pueblo quebrantado por la opresión y carente de fuerza, se torna en una presa de todo conquistador.
Es de destacar que gran parte de las interpretaciones de su obra se utilizan para justificar la supuesta inferioridad de los árabes. Las obras de los eruditos musulmanes se distorsionan para demostrar que los árabes y, “el espacio -que- está entre”, en el que se desarrollan las relaciones de las diferencias, es decir, los musulmanes no son capaces de adaptarse al mundo moderno.
Estas reflexiones de siglos pasados permanecen en la actualidad y se manifiestan de formas distintas pero con total crudeza. El mundo blanco o mejor dicho el racismo, excluye a los autóctonos, a veces erradicados y suplantaba de manera avasallante a los sobrevivientes de esos pueblos, cuya historia no se había inscrito en simbiosis con la civilización occidental, considerada única referencia válida. Era y es impensable respetarlos.
Asimismo, en una etapa histórica posterior y desde otro ámbito disciplinario, Aby Warburg, sostuvo que existía una iconología de los intervalos, una exploración del espacio que está entre dos, espacio por donde pasan y se constituyen las relaciones entre diferencias en un conflicto latente entre “barbarie” y “cultura” en términos de W.Benjamin.
Warburg, intentaba comprender la política del presente mediante una iconología del tiempo, un abordaje de la historia política y cultural a través de imágenes y síntomas. Para estudiar la historia de los pueblos realizaba un montaje de gestualidades y sus modos de exposición, los pueblos son sobrevivientes en dos sentidos diferentes pero complementarios, su sobrevida, su plasticidad y capacidad para resistir a las destrucciones, y sus supervivencias constituyen la fuerza intrínseca material y corporal de su memoria.
Es así que en distintas etapas espacio temporales del proceso histórico, se visibilizan problemas que se articulan con la realidad actual. Ello nos permite señalar, por ejemplo, que la noción in-between de Homi Bhabha, replantea un antiguo problema que remite a ese entre-dos, es decir a un espacio indeterminado vacío, una tierra de nadie, donde las identidades están en suspenso o en vías de redefinición.
Estos estudios clásicos y actuales nos remiten a reflexionar sobre la historia trágica de la parcelación de la humanidad y a través de la crítica poscolonial estudiar las múltiples formas de dominación y subordinación. La teoría poscolonial nos permite reintroducirnos en la dimensión histórica, filosófica y estética del problema aunque consideramos que es imprescindible analizar otras variables para una mejor comprensión de lo expuesto.
El debate sobre el posmodernismo se dio a mediados de la década de 1980, las discusiones se centraban en las cuestiones del espacio y se relegaba el tema de la temporalidad a un momento cultural anterior, es así que algunos autores comenzaron a interesarse en las cuestiones del tiempo y la memoria y la capacidad de seguir cautivando a nuestro presente.
En el ámbito político, las cuestiones de la memoria y el olvido, la memoria y la represión, la memoria y el desplazamiento resurgen particularmente después de la reunificación alemana en Europa. En una era de limpiezas étnicas y de crisis de refugiados y de movilidad global que afectan cada vez a más gente, las experiencias del desplazamiento y de la reubicación, de la migración y la diáspora no son excepción sino regla, con el consecuente malestar en el seno de las metrópolis.
Asimismo, la museización es un síntoma clave de nuestra cultura posmoderna, en su época los románticos tuvieron una necesidad acuciante de recoger y celebrar aquellos artefactos culturales que habían sido desdeñados, marginados y excluidos por la cultura dominante del siglo anterior. El pasado selectivamente organizado se reconocía como indispensable para la reconstrucción del futuro dado que se necesita de la memoria y el recuerdo como excitantes vitales. El museo tiene funciones legitimadoras y las sigue teniendo. Un precedente importante es el caso de la Escuela de Frankfurt y la “teoría crítica”, y pensadores de la primera generación como Adorno y Horkheimer, que realizaron estudios de índole diversa, movimiento estudiantil, disputa con el positivismo, crítica de la cultura, temas vinculados con la emigración, marxismo, judíos, psicoanálisis.
Para nuestra investigación resaltamos el sometimiento a una crítica implacable de los nuevos desarrollos culturales e ideológicos indicios de la conocida industria cultural y su perfeccionamiento en estos tiempos. Los estudios culturales o la llamada “teoría poscolonial”, deberían haber realizado una reconstrucción de la teoría crítica de la cultura del presente, consideramos que no ha sido del todo posible, la cultura en tanto tal es una herramienta de alienación, dominación y “engaño de masas” como oportunamente lo enunció la Escuela de Frankfurt.
Los “multiculturalismos y las poscolonialidades” se han erigido en las grandes novedades teóricas de las últimas décadas. Señalamos que en realidad no han sido útiles a un pensamiento crítico liberador y esa novedad debería tener una función teórica y política, en el sentido de lo político es decir en la redefinición del “origen” de lo humano como tal, al mismo tiempo debería estar imbuida de una historización que apunta a la desnaturalización de la historia de Occidente que ha forjado su imagen gracias a la forclusión de su Otro, parte minoritaria transformándola en la parte que no tiene parte.
La teoría poscolonial está fascinada por la relación mismo/otro y sus aporías pero la interrogación es pura textualidad y termina por destragedizarla. El problema reside no en el objeto, sino en la construcción de la mirada interpretativa o crítica de cómo se lo aborda. El potencial político, es un postulado básico de la teoría poscolonial dado que existe una subordinación cultural en el poscolonialismo. Gruner, sostiene que los autores que trabajan sobre los problemas del poscolonialismo, son intelectuales migrantes lo que problematiza la teoría poscolonial. La globalización es una continuidad bajo nuevas formas de ese proceso colonial, luego neo colonial y ahora poscolonial.
La obra Orientalismo de E. Said, trató de demostrar, tanto el modo en que Europa inventó la ficción de Oriente y los orientales, como la forma en que esta representación fue utilizada como instrumento para el ejercicio de control y de dominación que supuso el colonialismo. Una definición amplia y global del orientalismo ofrece flancos para el debate. El libro no se caracteriza por ser una polémica antioccidental, pero tampoco es proislámico.
Marshall Hodgson, en las décadas del 40 y 60 publicó una serie ensayos en los que sostenía que el orientalismo, como disciplina y discurso de poder, perpetuaba el dominio de Occidente sobre lo que no es Occidente. Asimismo en otra de sus obras sostiene que enfoque basado en grandes libros reduce la historia a una farsa, impide el cambio y presenta al pasado de modo dramático, como tragedia, en el caso de la civilización musulmana, o como triunfo, en el caso de la sociedad occidental. La civilización musulmana, no está limitada a Oriente Próximo o a Asia, su carácter global hace difícil como entidad discreta, regional. Sólo cuando el Islam se estudia como fenómeno global adquiere sentido su historia, por lo tanto deja de aparecer como una versión truncada de Occidente y se muestra como una civilización capaz de generar la historia global en sus propios términos.
La representación del pasado se consolida en torno a la respuesta que da Occidente al origen del Islam y a la expansión de la civilización musulmana. Desde este punto de vista Occidente adquirió y desarrolló una actitud un conjunto de ideas, y unos medios de actuación con los cuales interpretar, representar, construir, interactuar y desplegar la idea de Oriente. Las preocupaciones de la época respecto de las relaciones con el Oriente islámico, impulsaron y configuraron la respuesta a los nuevos Orientes. El orientalismo está plenamente vivo en la práctica cultural contemporánea. Para el posmodernismo, el orientalismo sigue desempeñando su papel convencional consistente en caricaturizar y en silenciar ideológicamente a las civilizaciones de Asia. Actúa en multitud de productos de consumo posmoderno, en los juegos de la computadora, videos, muchos basados en las películas de Hollywood.
Los prejuicios, el racismo y el fanatismo hallados en la literatura, los escritos de viajes recibieron el respaldo de los autores coloniales. El harén es uno de los símbolos más potentes del exotismo y de la alteridad asociados con Oriente, representa la antítesis de todas las creencias que Occidente tiene sobre la sexualidad. La pintura La gran odalisca, representa a una mujer pasiva, dispuesta, receptiva, la mente y el cuerpo se hallan dispuestos a ser ocupados. La mujer de esta pintura ha alcanzado una imagen de éxtasis, gracias al opio del narguile, la música que tañe el esclavo, la suavidad de la seda sobre la que se recuesta, el perfume del jardín de fondo. Las pinturas orientalistas presentan a los árabes como a una raza diferente. Los estudiosos del siglo XIX incluyeron es esta filosofía la idea de racismo junto a un innato sentido del progreso de la Ilustración. Debido a estos extremismos, la civilización islámica era autodestructiva y se hallaba al borde de proscribirse de la historia. Sin embargo, debajo de la complejidad de la historia de Occidente hay una continuidad de la actitud exhibida en la elaboración de ese constructo necesario denominado Oriente. Esta teoría y modo de empleo ha sido y es el orientalismo.
Publicado por: نوتيلامار

domingo, 17 de abril de 2016

CLAUDIO KATZ – NEOLIBERALISMO, DESARROLLISMO, SOCIALISMO

Tercer libro de Batalla de Ideas, el sello editorial del Centro de Estudios para el Cambio Social (CECS)
Tapa Katz
Tapa KatzEste libro inaugura la colección Estudios Latinoamericanos, reflexiones que deseamos nos permitan acercarnos a la compleja y multiforme realidad de nuestro continente, azotado como pocos por la explotación y la dominación capitalistas, pero, al mismo tiempo, laboratorio político y social de las más radicales experiencias populares de nuestra época. La obra que presentamos es por demás sintomática del momento político que nos toca vivir. Neoliberalismo, neodesarrollismo, socialismo reúne una serie de muy valiosos aportes que Claudio Katz nos ofrece para comprender la dinámica de América Latina en la última década (…) Frente a un escenario, plagado de incertidumbres y desafíos, una obra como la que aquí presentamos constituye un aporte fundamental (…) Comprender nuestras realidades para estar en mejores condiciones de transformarlas, esa es la máxima de nuestra acción. Esta es la tarea de la militancia social y política en el periodo que se abre, ya sea para construir las resistencias y hacer fracasar los planes del capital, así como para forjar trabajosamente nuevas perspectivas de liberación junto a nuestros pueblos, recuperando el horizonte del socialismo en el siglo XXI.” (Extracto presentación de Martín Ogando).
***
“El modelo neodesarrollista ha mostrado su agotamiento, especialmente a partir de la oposición de los sectores burgueses que alguna vez lo apoyaron. A la par de la crisis económica internacional, las economías locales dejaron de crecer, volviendo imposible que la distribución del pastel no redunde en la pérdida de alguna de las partes. Los burgueses no quieren perder nada. El proyecto del ALBA reveló sus limitaciones, especialmente a partir de la nueva crisis de los precios del petróleo y las concomitantes dificultades económicas de los países que lo lideraban. Respecto de los movimientos populares, todavía no salimos del largo período histórico de reflujo del movimiento de masas, aunque quizás con la honrosa excepción del pueblo boliviano. De todos modos, todavía no hemos logrado generar, en ninguno de nuestros países, un acumulado de fuerzas suficientes como para lanzar un nuevo período de ascenso del movimiento de masas. Y las masas son las únicas que pueden torcer la correlación de fuerzas, en la lucha de clases local y continental. Y como se ve, aunque más compleja y dificultosa, la lucha de clases se desenvuelve cada vez a nivel continental e internacional.
Por todo aquello, la contribución teórica y las reflexiones que el lector encontrará en este libro de Claudio Katz son fundamentales para profundizar el debate, para conocer la realidad en su complejidad y para comprender el acontecer de nuestro continente. Nos encontramos con un libro más que necesario, imprescindible para que cada militante estudie y debata con sus compañeros. Este libro es un instrumento que refleja una visión que compartimos los movimientos populares que luchas por el socialismo, cuyo camino es el modelo de integración popular del ALBA.” (Extracto del prólogo de João Pedro Stédile).

SOBRE EL AUTOR

Claudio Katz es Economista y Doctor en Georgrafía por la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña como docente en las facultades de Filosofía y Letras y Ciencias Sociales de laUniversidad de Buenos Aires y es Investigador Principal de CONICET. Es autor de Bajo el imperio del capital (Luxemburg, 2011), entre otras obras vinculadas a la geopolítica, la economía y la teoría marxista. Participa del colectivo Economistas de Izquierda (EDI).

ÍNDICE DEL LIBRO

PRESENTACIÓN · Por Martín Ogando 11
PRÓLOGO · Por João Pedro Stédile 21
INTRODUCCIÓN 25
I. ESCENARIO LATINOAMERICANO
1. Economía y clases 33
2. Bloques y gobiernos 47
3. Rebeliones y proyectos 63
II. NEOLIBERALISMO
4. Ortodoxos y convencionales 79
5. Pensamiento socio-liberal 99
6. Globalistas y cosmopolitas 119
III. NEODESARROLLISMO
7. Programas económicos 139
8. Argentina y Brasil 159
9. Teoría y política 179
10. Concepciones socialdesarrollistas 199
11. Miradas posdesarrollistas 217
IV. SOCIALISMO
12. Imaginarios socialistas 237
13. Las batallas de Venezuela 249
14. La sorpresa de Bolivia 265
15. La epopeya de Cuba 281
16. China: un socio para no imitar 299
V. CONTEXTO MUNDIAL
17. Las economías centrales 313
18. Ascendentes, intermedios y periferia 337
19. Controversias sobre la etapa 361
EPÍLOGO: Desenlaces del ciclo progresista 385
BIBLIOGRAFÍA 409

jueves, 14 de abril de 2016

Kurdistán, ¿el Estado número 195 de la ONU?

Por Nazanin Armanian

El protagonismo de los combatientes kurdos, mujeres y hombres, en la lucha contra el terrorismo ha llenado de ilusión de quienes, desde la derecha e izquierda, ya ven la posibilidad de la creación de un Kurdistán independiente en el territorio de las regiones kurdas de Irak y de Siria: dan por hecho la desintegración de dichos países, además se felicitan por ello. ¿Se espera que un Estado kurdo sea el premio para los que se han convertido en la carne de cañón de las potencias que no han querido poner sus botas sobre suelo sirio?
Salvo los kurdos y los baluches, el resto de los grandes grupos etnolingüísticos de Oriente Próximo cuentan con un Estado propio. Sin embargo, el nacimiento de un nuevo país no depende de la voluntad de sus habitantes, sino de que los demás Estados lo reconozcan como tal.
La llamada “Desgracia estratégica de los kurdos”, que empezó en 1514 con la guerra de Chaldaran (una provincia iraní),  durante la cual Irán perdió las regiones kurdas actuales de Irak, Turquía y Siria ante los otomanos, continuó con la partición del imperio turco por los británicos y franceses en 1918. Una tercera guerra, la de la Independencia Turca liderada por Kemal Ataturk, plasmó la división actual de aquellos territorios en el Tratado de Lausana (1923), negándoles a los kurdos un Estado, sin poder arrebatarles el sueño de conseguirlo algún día.
Los obstáculos a la independencia kurda
La negativa de la Administración Obama. Obviamente, sin la aprobación de la superpotencia ningún pueblo, por numeroso y oprimido que sea, no podrá convertirse en un Estado. Justamente, la llamada Región Autónoma Kurda de Irak (RAKI) fue creada en la zona de habla kurda (y sin petróleo) por EEUU durante su agresión militar de 1991: un mini país kurdo, sin soberanía nacional y sometido a la tutela de Washington. En noviembre pasado, y una vez que los kurdos iraquíes liberaron la ciudad petrolífera de Kirkuk de la ocupación del Estado islámico, el presidente de RAKI, Masud Barezani, solicitó a EEUU la autorización para una declaración de independencia de la región. Obama se negó. Hizo lo mismo ante la petición de los kurdos sirios. Los motivos del presidente de EEUU han sido varios:
– Sus altos costos políticos son mayores que sus beneficios.
– Destruiría sus relaciones con Turquía, que amenaza con desmantelar la base militar de Incirlik si no incluye a los partidos kurdos de la izquierda siria en la lista de grupos terroristas.
– Los imperativos electorales del próximo noviembre en EEUU exigen a Obama que no abra otro foco de tensión en la víspera de las elecciones presidenciales.
– Una ruptura brusca con Bagdad agravaría la crisis actual en la zona, y la RAKI podría perder incluso su actual estatus.
– EEUU no podría garantizar la seguridad de un nuevo Estado satélite en un entorno altamente hostil. Si Turquía ataca al hipotético Estado Kurdistán, ¿en qué lado se colocaría Washington? Pues, un astuto Tayyb Erdogan, que mientras bailaba con el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK) en 2013, estaba cambiando la vieja política de turquización de los kurdos por una eficaz islamización, y así alejarles del nacionalismo kurdo y sobre todo de las fuerzas de izquierda. La dictadura capitalista-religiosa de Erdogan, que bombardea sin pestañar a los “musulmanes” sirios, no es anti-kurda: disfruta de grandes negocios establecidos con el régimen feudal de la RAKI, de una base militar, de los 600.000 barriles de petróleo por día que recibe y ahora también del estratégico Gaseoducto Sirnak en construcción que unirá la autonomía kurda con Turquía. Uno de los motivos de la segunda crisis de refugiados sirios provocada por Turquía ha sido impedir que los kurdos sirios de izquierda crearan su autonomía. En su lugar, habrá una zona de exclusión aérea donde asentar a los refugiados sirios de guerra expulsados ilegalmente de Europa.
– Irak, al igual que cualquier otro Estado, se resistirá a perder territorio. Ser la cuarta reserva mundial del petróleo, y su alianza con Irán, darán bazas a Bagdad para persuadir a Occidente, Arabia Saudí e Israel de la tentación de desmembrarlo. Fue justamente el descubrimiento de petróleo cerca de Kirkuk el causante del incumplimiento de la promesa de los colonialistas europeos de crear un Estado kurdo. En 1905, Winston Churchill, entonces Primer Lord del Almirantazgo, cambiaba el carbón, el combustible utilizado por Real Marina Británica, por el petróleo. Al mismo tiempo, Northern Oil y una tenebrosa British-Persian Oil Company (el futuro BP) empezaban a saquear los inmensos campos petrolíferos de la zona. Kikkuk, la urbe con 5.000 años de antigüedad, alberga el 40% del petróleo iraquí.
– Irán tampoco aceptaría un Estado kurdo, aunque no incluya a los suyos propios. Pues, tratará de consolidar su alianza política con Bagdad, ahora que Siria está perdida.
– Un Estado para Kurdistán sólo cuenta con el apoyo de Benjamín Netanyahu, y no solidaridad con un pueblo perseguido y disperso por el mundo. Los kurdos de a pie, que por desconocimiento confunden la tragedia del pueblo judío con el sionismo ocupante, deben saber cómo Israel ha utilizado a los kurdos para proteger sus fronteras, en la aplicación de la “doctrina de la periferia” de David Ben-Gurion.
Los problemas interkurdos
– El Estado Kurdistán que se basaría en una sociedad tribal y no en una nación, tiene grandes opositores también en el seno de su pueblo. Lo que les divide es mayor que lo que les une. A las diferencias lingüísticas, culturales, políticas y religiosas (una mayoría suní, con millones de chiíes, importantes grupos fundamentalistas de ambas corrientes, cristianos, izadies y judíos) se añade un factor determinante: la separación entre ricos y pobres. En la RAKI, por ejemplo, Nechervan Barzani, sobrino del presidente de la autonomía, es primer ministro y dirige el principal canal de televisión kurda. Sirwan Barzani, otro sobrino, controla el negocio de la telefonía móvil. Mientras, en la calle, los miles de trabajadores que protestan por no percibir sus salarios desde hace meses, se preguntan: “¿Dónde se ha ido el dinero de los millones de barriles de petróleo vendido?
– Los líderes de la RAKI ya confiesan que la independencia es inviable. Abdulá Ojalan ha renunciado a la idea. Los kurdos de Siria que no tienen su Kurdistán y están esparcidos por territorios desconectados, desde la plataforma de una quincena de partidos (que lejos de reflejar una admirable pluralidad muestra su fragmentación), no quieren independencia, sino una “Confederación del Norte de Siria” que incluya a las minoráis étnico-religiosas de Siria.
– Las profundas discrepancias entre los líderes tribales kurdos, incluso los del mismo país, pueden provocar otra guerra civil: durante 1994, la pelea entre la unión Patriótica y el Partido Democrático de Kurdistán iraquíes dejó miles de muertos.
Está por ver cómo sería el paso de dejar de ser sometidos por turcos, árabes y persas, para convertirse en rehenes y peones de EEUU o Francia. O cambiar el dominio de las oligarquías foráneas actuales por una kurda. Los kurdos nunca han sido tan fuertes como hoy y un paso insensato puede echar a perder sus logros. Quizás el camino sea el federalismo.

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Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/3280/kurdistan-el-estado-numero-195-de-la-onu/

lunes, 11 de abril de 2016

Hollywood y la creación del Estado Islámico



Milson Salgado/Rebelión


Estados Unidos desde hace ya tiempo se ha convertido en el juez de la moral del planeta, y con su industria desmesurada del entretenimiento, de la informática y del mass media, y la hegemonía mundial que ejerce en sus colonias con sus comparsas los medios de comunicación domina y manipula la opinión pública mundial, y determina el predicado y los adjetivos éticos que deben de portar en sus identidades personajes, países y regiones.
Sadam Hussein hizo el papel de Ángel salvador cuando combatió la revolución religiosa instaurada por el ayatollah Khomeini en Irán, país considerado por Israel como su eterno enemigo. Sin embargo, se convirtió en el mismo Satanás cuando invadió Kuwait, y el uso de supuestas armas químicas que resultaron ser falsas, desencadenó el pretexto para que el mismo Presidente George Bush iniciara en 2003, dos años después de la caída de World Trade Center en New York, una guerra en el golfo pérsico contra la Iraq de Hussein.
Osama Ben Laden, cuya familia tenía intereses comerciales ligados a consorcios y Holdings de la de familia de George Bush, fue nombrado por la administración Carter y Reagan en su momento, junto con los muyahidines que lideró con entrenamiento de la CIA desde Paquistán, como héroes y luchadores de la libertad, cuando combatían a las tropas soviéticas que trataban de cooperar con el gobierno comunista instaurado en Afganistán y contener el paso de los fundamentalistas religiosos a su región federal. Estas movidas estadounidenses a la sombra de su asesoría y el suministro de armas a los rebeldes mercenarios, hicieron que Afganistán se mimetizara con el Vietnam que le tocó vivir a la misma Unión Soviética durante tanto tiempo, y ello desprestigió su ejército en momentos vitales de la guerra fría.
Osama Bin Laden desaparece de la escena mundial, y vuelve al teatro del maniqueísmo con motivo de la caídas de las torres gemelas en el 2001, y para los medios globales que administran el miedo y el terror mundial, llega a encarnar el mismo papel del Satanás moderno, curiosamente con ropajes anacrónicos de pastor de ovejas de la edad media, en el mero centro del postmodernismo occidental del siglo XXI, y en lo sucesivo será buscado con lupa, radares, sextantes y telescopios, y aviones teledirigidos por las regiones más inhóspitas del mundo para vindicar la afrenta contra la postración y la vulnerabilidad en la que dejó parado al mismo imperio estadounidense, y su cabeza y su turbante será valorada al precio de vivir en carne propia las bonanzas del sueño americano, para quien dé con la gruta escarpada donde reside su diminuto cuerpo de monje mahometano en retiro. Lo paradójico es que este evento catapultó la popularidad de un Presidente Bush, cuya legitimidad fue puesta en entredicho antes con unas elecciones fraudulentas que tuvieron que ser resueltas no por el veredicto popular como lo establecería una elemental democracia sino por la decisión antojadiza de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, una institución secuestrada por los republicanos.
Bin Laden vuelve aparecer está vez ajusticiado, después de tanto tiempo viviendo entre parias y lugares de hojalata y piltrafas, y justo después de poner los nervios de punta a los ciudadanos estadounidenses, ingleses y españoles. Lo inaudito vuelve a poner énfasis en el trance, porque su muerte se suscita cuando la administración de Barack Obama experimentaba su peor momento de popularidad, y este acto guerrerista, que lo sacó de su lugar común de demócrata de aparente buenas formas y respetuoso de los derechos humanos mundiales, le elevó los índices de aceptación por el orden de un 40%, demostrando con ello, que en la política todo vale hasta darle muerte a un personaje de ficción que ataca cuando es preciso con sus flechas del paleolítico, y muere cuando ya su vida de anacoreta y monje cartujo carece de importancia.
Muerto Satanás es necesario crear otros ángeles del mal, y la denuncias fuertes de Gadafi en la ONU con un discurso incendiario y antiimperialista, desencadena la furia del imperio y el pretexto para que por medio de la invasión a Libia se le pueda sacar provecho a una de las mayores reservas de petróleo en el mundo por potencias como Estados Unidos, Francia, Italia, Canadá, Bélgica, Dinamarca, Catar, Noruega e Inglaterra, y se puedan utilizar nuevas armas sin licitaciones, y se asegura por derecho de guerra la reconstrucción del país con estados de emergencias y contrataciones directas, y se conquista no solo un nuevo país, sino también un nuevo mercado abierto a los productos de los conquistadores.
Consumadas las labores expansionistas en ese Estado nacional, el turno le llega a Siria, el nuevo satanás quien tiene en sus manos supuestas armas de destrucción masiva. La misma mentira de Iraq se intenta repetir con Siria, porque el monstruo extractivo de la savia del oro negro necesita nuevas víctimas, y sus agravios quedan bajo la marca registrada de atacar el terrorismo mundial, y acabar con una de las mayores resistencias que ha tenido hasta la fecha el imperio estadounidense y sus vasallos. Los occidentales dirigidos con el apoyo de Francia, Estados Unidos e Inglaterra, bajo el eufemismo de labores de humanidad, crea una zona de exclusión área en Siria y apoya con armamentos a los rebeldes mercenarios en cuyas filas militan mercenarios de muchos países y gentes de Al Qaeda dirigidos desde Jordania que en tiempos recientes han sido satanizados y ahora apuntalan los intereses occidentales. Sin embargo, el veto de Rusia, y China en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas salva en los tiempos extras de esa guerra inventada con el afán de ganar territorios, mercados y acabar con la resistencia árabe, a una Siria, victima propicia del expansionismo territorial. Este veto paraliza aparentemente a un Estados Unidos que intenta por caminos diplomáticos tener poco roce con una potencia atómica como es Rusia, y tampoco con su proveedora mundial de productos y su acreedor comercial la China. No obstante, los yankees para limpiar sus manos intervencionistas, crean en el 2014 en el imaginario colectivo mundial con armas y con movidas guerreristas entre las fronteras de los países de Irak y Siria, al denominado Estado Islámico, clonación hollywoodense de un imperio que pretende crear nuevos temores bajo las supuestas pretensiones restauradoras de los neoconservadores de califatos y gobiernos religiosos liderados por Alás y Mahomas desafiantes con manidos estereotipos de hombres barbados e inmaculados turbantes de color blanco y armados de faquires y Ak 47.
El Estado Islámico está conformado por treinta mil hombres en armas que incursionó desde el noroeste de Iraq y en pocas semanas batió al ejército kurdo-iraquí que se desbandó. El Estado Islámico se apoderó de un tercio de la zona autónoma kurda, instalando su capital en Mosul, amenazando la ciudad de Erbil, ambas en el corazón de la zona petrolera. También se hizo fuerte en el este y norte de Siria, en regiones donde el Estado central y sus fuerzas se encontraban ya debilitados como consecuencia de la guerra impuesta desde 2012 por miles de mercenarios yihadistas y que estaban de hecho en manos de los pechmergas kurdos ligados al PKK y al PYD enemigos eternos de Turquía. El conflicto implica a territorios de aproximadamente seis millones de km² y de manera directa o indirecta involucra a 268 millones de personas. La región alberga cuantiosas reservas de petróleo y si agregamos antecedentes de índole étnico o religioso y los intereses de las grandes potencias, tendremos un bosquejo del polvorín del planeta en el Cercano y Medio Oriente. El Estado Islámico es un movimiento suní de inspiración salafista, la corriente musulmana que propugna el retorno a los orígenes. En la jerga islamista designa a los ancestros y hace referencia al círculo íntimo del profeta Mahoma. El Estado Islámico es hostil a los chiíes y su objetivo declarado es el restablecimiento de la organización unificadora político-religiosa UMA, comunidad musulmana como el califato abasí. Algunos observadores hablan de takfiristas para referirse a una corriente más radical que tendría también influencia en el Estado Islámico. El marco donde se lleva a cabo este conflicto agrega otro aspecto. Y es que cada uno de los Estados de la región que están implicados directa o indirectamente, tiene sus propios intereses nacionales, que a veces se contraponen o no empalman con las diferencias étnico-religiosas.
Tampoco se puede desconocer que el pretendido Estado Islámico tiene territorios, población y reservas de petróleos dominadas convencionalmente, pero lo interesante de ello para los intereses estadounidenses, es que abre espacios a un imperio occidental que enfrentará en el futuro sin la dificultad de la fortaleza de los Estados nacionales, y solo contra intereses tribales de menor cuantía, a una resistencia que está siendo domesticada desde ya, por medio de abastecimiento de armas y de asesores de la CIA, que orientan las movidas del satanizado Estado Islámico hacia puntos estratégicos dominados por la administración de Bashar Al Asaad en Siria. Por esa razón hemos sido testigos, como la misma Turquía aliado de Estados Unidos, atacó Siria con el pretexto de que atacaba el Estado Islámico, derribó un avión ruso que pretendía atacar al Estado Islámico, y el mismo Israel apoya en la sombra el expansionismo del Estado Islámico en Siria porque busca con ello acabar con una de las mayores resistencias del mundo árabe, y de paso cercar a su eterno rival, el país de Irán. Francia por su parte, atacó a Siria directamente bajo el pretexto de que Siria apoyó el Estado Islámico en su ataque a ciudadanos franceses, cuando son hombres indignados de Siria, Libia, Iraq y otros estados que se han quedado sin familias y sin culturas los que han descargado su furia contra ciudadanos franceses, en forma clandestina porque no tienen otra opción, y con una guerra urbana de atacar e inmolarse han dirigido sus ataques, de forma asimétrica a una potencia estadounidense que con la prepotencia de sus armas de última generación masacran miles y miles de vidas humanas en esos Estados, sin que se otorgue un segundo de silencio a las víctimas cuyos cuerpos irreconocibles vuelven al polvo de donde vinieron, como si el ser humano tuviera más valor en occidente que oriente medio.
Israel ha efectuado bombardeos contra objetivos militares en territorio sirio, y colabora con los mercenarios yihadistas en la frontera con Siria, proveyéndolos de aparatos militares sofisticados de inteligencia, municiones y ayuda médica. Por eso se explica el acercamiento de Tel Aviv con ciertos países suníes que apoyan al Estado Islámico, y a los mercenarios que agreden a Siria. Es lo que un dirigente gubernamental israelí llama la diplomacia del champiñón, que se traduce por tentativas de acercamiento no sólo con Egipto y Jordania, sino también con Arabia Saudita y los países del Golfo.
La confusión de nombres y enemigos ha provocado un panorama complejo en el Medio Oriente que se mueve bajo el ritmo de reivindicaciones religiosas, tribales, nacionales y de geopolítica, de penetración de mercados, obtención del manejo de reserva de petróleo y expansionismo territorial.
Por su parte, Rusia juega un papel de equilibrio en la zona por muy diferentes razones que están alejadas de las motivaciones ideológicas que con nuestra corta visión pretendemos adjetivar. Rusia tiene tratos comerciales con Siria desde muy antes de que empezara la guerra. Empero, la estrategia rusa va más allá de ello, porque Moscú, como cualquier país que salvaguarda su seguridad territorial, considera que Siria pertenece a su zona de influencia fronteriza para cortar el paso a estas hordas mercenarias, que de no ser contenidas pasarían a Irán, la eterna enemiga y objetivo común de Israel y Estados Unidos, después pasarían a Georgia, aproximándose a su propio país a través del Cáucaso, y esto desde luego, crearía para la geopolítica mundial una visión de vulnerabilidad que no quiere mostrar por motivo alguno Putin, llamado por sus poses estéticos de latin lover Neanderthal en magazines mundiales: El Malboro de las Siberias, quien ha mostrado un moderno liderazgo mundial bajo el mandato de una Rusia que se ha creado de las cenizas de la balcanización de la unión soviética, pero que es sostenida por su recia personalidad de no ser pisoteado por los Estados Unidos, y por la posesión de armamento atómico persuasivo que le devuelve al sitial perdido de potencia mundial en ascenso.
Por de pronto, en el escenario del mal, el Estado Islámico creado y financiado por el mismo Estados Unidos para atacar a la propia Siria lleva la delantera en los imaginarios simbólicos pero no en la realidad geopolítica. Esperemos como termina la zaga, porque en ese Medio Oriente, lugar designado por la providencia para que habitara el petróleo, los amigos y los enemigos se reciclan, pero el afán y el expansionismo imperialista parece no dar tregua, por de pronto ya conocemos quien protagoniza el papel de Satanás, pero todos sabemos también quién es el que ha tenido el olor a azufre y a pólvora.

domingo, 10 de abril de 2016

Intifada para principiantes


Ramzy Baroud 
Znet

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Si la historia se mueve en línea recta o cíclica importa poco. El hecho indiscutible es que está en constante movimiento. La situación actual en Palestina es particularmente frustrante para una generación que ha crecido después del acuerdo de paz de Oslo, porque creció dentro de un fenómeno histórico extraño: la tierra debajo de sus pies decrece continuamente y el tiempo se detiene.
La naturaleza del actual levantamiento en Cisjordania y Jerusalén Oriental es una prueba de esta afirmación. Los levantamientos anteriores fueron masivos en su movilización, claros en su mensaje y decisivos en su entrega. Su éxito o fracaso no es el punto de esta discusión, pero el hecho es que fueron impulsados por la gente y en cuestión de días quedaron grabados en la conciencia colectiva de los palestinos de todas partes.
El levantamiento actual es diferente. Tan diferente, de hecho, que muchos todavía dudan en llamarlo “intifada”, como si las intifadas fueran el resultado de alguna ciencia clara, una fórmula exacta de sangre y participación popular que debe estar plenamente satisfecha antes de que el momento ¡Eureka! sea anunciado por algún comentarista político.
Es diferente, no obstante, porque aún está por aclararse el sentido de la dirección, el liderazgo, una plataforma política, las demandas, expectativas y estrategias a corto y largo plazo. Al menos así es como se desarrolló la Intifada de 1987 a 1993 y, en menor medida, la del al-Aqsa entre los años 2000 y 2005. ¿Pero es posible que los resultados de las intifadas anteriores hagan que el actual levantamiento sea diferente?
La Primera Intifada se transformó en un proceso de paz sin valor que finalmente llevó a la firma de los Acuerdos de Oslo en 1993. Un año más tarde el liderazgo palestino de la OLP se reprodujo en la forma castrada de la Autoridad Palestina (AP). Desde entonces esta última ha servido en gran medida como conducto de la ocupación israelí.
La Segunda Intifada tuvo menos éxito que la primera. Rápidamente se convirtió en una rebelión armada, marginando así el componente popular de la revuelta que se requiere para cimentar la identidad colectiva de los palestinos, forzándolos a superar su división e ir unificados detrás de una sola bandera y un claro reclamo.
Esa Intifada fue aplastada por un brutal ejército israelí, asesinaron a cientos de personas y miles de ellas murieron en las protestas y los enfrentamientos con los soldados israelíes. Fue un momento decisivo en la relación entre el Gobierno israelí y la dirección palestina de Ramala, así como para las propias facciones palestinas.
El fallecido líder de la OLP Yasser Arafat fue convertido en rehén por el ejército israelí en su cuartel general de Ramala. Los soldados se burlaban de él en su oficina mientras bloquearon su movimiento durante años. Por último fue envenenado lentamente y murió en 2004.
Entonces Israel pasó por el arduo esfuerzo de renovación de la dirección de la AP, sofocando a los disconformes -por medio del asesinato y encarcelamiento- y consiguiendo que se eligiera a los denominados moderados y, aun así, en condiciones muy estrictas.
Mahmud Abbas fue elegido presidente de la AP en 2005. Sus mayores logros incluyen el hecho de tomar medidas enérgicas contra las organizaciones de la sociedad civil, asegurándose la total lealtad a su persona y a su rama dentro de la facción Fatah. Bajo Abbas no ha habido un modelo de cambio revolucionario, tampoco un "proyecto nacional", de hecho no hay una clara definición de nación, para empezar.
La nación palestina se convirtió en lo que Abbas quería que fuera. Integraba, en gran medida, a los palestinos de Cisjordania que viven principalmente en la zona A, leal a Fatah, y necesitados de la caridad internacional. Cuanto más alineamiento la nación de Abbas aceptaba más era el dinero que recibían.
En 2006 esta fragmentación devino en absoluta. Muchos recordarán el período de la discordia cuando Hamás recibió la mayoría de los escaños en el Consejo Legislativo Palestino (CLP). Pero el conflicto que desembocó en el verano violento de 2007 tenía poco que ver con la democracia. El paradigma -interminables “conversaciones de paz”, de dinero de generosos donantes, de crecimiento de los asentamientos judíos ilegales, etc.– era conveniente tanto para Abbas y como para los israelíes. Nadie, y en particular Hamás, tenía permitido imponer un cambio de paradigma.
Israel inmediatamente sitió la Franja de Gaza, lanzó guerras sucesivas y cometió numerosos crímenes de guerra con poca crítica de los correligionarios de Gaza en Ramala. Bolivia y Venezuela parecían más furiosas por los crímenes de guerra de Israel en Gaza que la camarilla de Mahmud Abbas en Cisjordania.
Hasta octubre del año pasado –cuando lentamente comenzó a tomar impulso el actual levantamiento- la situación sobre el terreno parecía en un punto muerto. En Cisjordania la ocupación iba normalizándose lentamente de acuerdo con la fórmula ocupación y asentamientos ilegales a cambio de dinero y silencio.
Gaza, por otra parte, permaneció como un modelo de barbarie a la que Israel somete regularmente y funciona como un recordatorio para los palestinos de Cisjordania, mostrándoles que el precio de la revuelta es el asedio, el hambre, la destrucción y la muerte.
Es contra este telón de fondo de miseria, de humillación, de miedo, opresión y corrupción que los palestinos se alzan. Son en su mayoría jóvenes nacidos después de Oslo, nacidos a la conciencia política después del enfrentamiento entre Fatah y Hamás, criados en los mundos de conflictos de su propio liderazgo que coexiste con la ocupación, por un lado, y el enfrentamiento con otros palestinos por el otro.
Estos jóvenes, sin embargo, nunca percibieron la ocupación como algo normal. Nunca estuvieron de acuerdo con el hecho de que la tierra bajo sus pies se achicaba mientras las ciudades judías ilegales crecían masivamente sobre su tierra. Es cierto que aprendieron a ir por su camino a través de los puestos de control, pero nunca consintieron la superioridad de su ocupante. Aborrecían la desunión, rechazaban las identidades y las facciones políticas, nunca entendieron por qué Gaza estaba siendo abandonada y sacrificada lentamente.
Sin embargo se trata de una generación que es la más formada, la más astuta políticamente y gracias a los enormes saltos en la tecnología de los medios digitales la más conectada e informada del mundo que los rodea. Las ambiciones de estos jóvenes son enormes, pero sus posibilidades son muy limitadas. Su tierra se ha reducido al tamaño de una fila india ante un puesto de control militar israelí, donde los acorralan en su camino a la escuela, al trabajo y en su vuelta a casa. Y al igual que los israelíes disparan contra cualquiera que se atreva a protestar Abbas encarcela a los que intentan hacerlo.
Es una generación que simplemente no puede respirar.
La actual Intifada es una expresión de esa dicotomía, de una generación que tiene muchas ganas de ser libre, de definirse a sí misma, de liberar su tierra. Y a su pesar se enfrenta a la resistencia de una vieja guardia que, sin descanso, se aferra a las pocas ventajas y a los dólares que recibe en forma de asignaciones mensuales.
La historia debe permanecer en constante movimiento y los últimos seis meses han sido el intento de una generación entera de mover las ruedas de la historia hacia adelante, a pesar de un centenar de obstáculos y un millar de puestos de control.
Esta podría ser la más difícil de las Intifadas. Nunca antes los palestinos se encontraron tan carentes de líderes y sin embargo tan preparados para liberarse. La resolución de esta tensión no sólo definirá a toda esta generación, sino que también definirá a mi generación de la Intifada de 1987 y el futuro de Palestina por completo.

Ramzy Baroud escribe sobre Oriente Medio desde hace más de 20 años Es un columnista internacionalmente reconocido, un consultor de medios, autor de varios libros y fundador de PalestineChronicle.com. Sus libros incluyen Searching Jenin, The Second Palestinian Intifada y el último My Father Was a Freedom Fighter: Gaza’s Untold Story . Su web es: www.ramzybaroud.net

Fuente:https://zcomm.org/znetarticle/intifada-for-dummies-why-is-a-popular-uprising-in-palestine-yet-to-take-off/
Traducido del inglés para Rebelión por J.M.