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lunes, 28 de julio de 2014

“Israel encabeza la invasión y destrucción de Gaza”


“Israel encabeza la invasión y destrucción de Gaza”
Foto: Vero Canino Vázquez
Por Leandro Albani. “El ataque de Israel a Palestina podría ser considerado un crimen de lesa humanidad”, afirma Martín Martinelli, investigador especializado en Medio Oriente, quien actualmente desarrolla su tesis doctoral sobre la identidad palestina.

Entrevistado por Marcha y Resumen Latinoamericano, Martinelli (también profesor de Historia de las universidades de Luján y de Buenos Aires) explica la actual invasión militar sobre la Franja de Gaza, que ya costó la vida de más de mil palestinos y palestinas, incluidos al menos 192 niños. La nueva avanzada militar israelí, según Martinelli, “es la continuación de la expulsión de los palestinos de sus tierras” iniciada en 1948, con la creación e implantación del Estado de Israel.
Martinelli también se refiere a las posibilidades reales de una solución para un conflicto que lleva más de 60 años y en el que siempre Palestina ha sido castigada. Además, traza algunas definiciones sobre el Movimiento de Resistencia Islámica Hamas, organización que encabeza la resistencia contra la ocupación israelí.
-¿Por qué Israel decidió esta nueva ofensiva militar contra Gaza?
-Cualquier ataque indiscriminado contra la población civil es condenable. Este es un crimen de guerra y podría ser considerado un crimen de lesa humanidad, ya que es la invasión y destrucción de la población civil. Son vidas y familias palestinas destruidas con graves daños físicos, materiales y psicológicos que convierten la situación en calamitosa. Los ataques sobre las casas de familias son ilegales y constituyen a su vez una demolición de hogares desde el aire.
Lo que ocurre en Gaza se evidencia como cíclico, repetitivo, ya que ha ocurrido con diferentes grados de intensidad a lo largo de varios años. Utilizando diferentes pretextos se bombardea a la población civil gazatí con armamento de guerra por tierra, mar y aire. La intención del gobierno de Israel es aplacar una posible unión política entre Gaza y Cisjordania. Estos nuevos ataques pueden considerarse una continuación de la limpieza étnica iniciada en 1948 y de la ocupación militar de ese territorio desde 1967. También es la continuación de la expulsión de los palestinos de sus tierras, que en parte ya eran asimismo refugiados en la Franja de Gaza.
-¿Qué nuevas características se observan en la resistencia palestina?
-En las últimas elecciones palestinas de 2006, bajo supervisión internacional, la victoria fue de Hamas, tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza. Cuando negaron el poder político a Hamas, este movimiento lo tomó de hecho en la Franja de Gaza. Según fuentes fiables, Hamas goza de la lealtad de la gran mayoría de los 1,8 millones de habitantes de la Franja. Uno de los objetivos de este ataque es aislar todavía más la Franja de Gaza, dejar a Hamas en el poder aunque más debilitado, oponerse a toda posibilidad de unión palestina y desviar la atención de la ofensiva colonialista acelerada en Cisjordania.
Mientras tanto, Hamas desea reforzar su posición en tanto movimiento de resistencia tras los golpes que ha sufrido como movimiento político. Desde Hamas se está ofreciendo una resistencia inesperada para Israel. Por ejemplo, el diario israelí Haaretz advirtió sobre la lentitud de la misión israelí y la “matanza al por mayor” de civiles palestinos. Con respecto a las complicaciones que están teniendo, Haaretz también manifestó que “no hay victoria posible”. Entretanto, con estos ataques siguen destruyendo las vidas de miles de familias palestinas. En todo análisis, no hay que dejar de lado el contexto de ocupación y bloqueo de los territorios palestinos por parte de Israel desde 1967, además de la expulsión de gran parte de los palestinos a partir de 1948.
-¿Existen posibilidades reales de una solución al conflicto?
-Este conflicto es una “guerra” o más bien una disputa asimétrica con dos contendientes en condiciones diametralmente opuestas. Por lo tanto, se necesita un importante cambio de paradigma para que se logre una solución, lo cual no es imposible sino que es complicado. Pongamos por caso la indefinición que existe sobre el territorio de Cisjordania. Aunque vale aclarar que con la presunción de que es un conflicto de compleja magnitud, esto es utilizado como excusa en pos de no buscar las soluciones adecuadas al problema. Un ejemplo de solución podría ser una retirada israelí de los territorios ocupados palestinos, lo que es intrincado ya que la infraestructura que Israel construye a diario en el lugar lo dificulta enormemente.
Además, un acuerdo equitativo entre los palestinos y los israelíes sobre la forma de compartir Jerusalén y los lugares considerados sagrados constituiría la pieza central de un acuerdo entre estos dos pueblos, y la clave para una paz justa y duradera en todo Medio Oriente. Aunque es difícil augurar si esto, o la creación de un Estado palestino independiente en Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, podrían dar solución al conflicto.
Los palestinos consideran estos territorios como parte de un Estado, aunque en realidad consideran Palestina a todo el territorio que formaba parte del Mandato Británico de Palestina (1920-1948), pero dadas las condiciones impuestas por las guerras de 1948 y de 1967 anhelan, al menos, obtener un Estado independiente en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén Este, con las dificultades que esto acarrea.
-¿Cómo podrías explicar a una organización como Hamás?
-Hamas es una organización que lo primero que hace es dar ayuda social. Muchos tienen la idea de que sólo preparan hombres para los ataques suicidas, pero es un tipo de organización que da ayuda, que está instalada en el tejido social a través de las mezquitas, ayudando a la población, y esa es la primera función que las poblaciones ven en ellos. Hamás gana las elecciones en 2006, que no son legitimadas, sobre todo por Israel y Estados Unidos, porque consideran como terrorista a la organización.
Ahí tendríamos que ver cuál sería la definición de terrorismo. Porque desde el 2001 comienza la guerra contra el terrorismo, que es un enemigo que no está individualizado, no se sabe quién es, entonces con ese criterio se dice “aquellos son los terroristas, ataquémoslos”. Ante cualquier divergencia con un grupo político, se lo acusa de terroristas y son atacados. Siempre hay que tener en cuenta la ambivalencia de los términos y quién emite ese término.
Noam Chomsky evalúa, según la misma definición del gobierno de Estados Unidos, cuál es la connotación que se le da a la palabra terrorismo. Con ese mismo criterio, los ejércitos de Estados Unidos e Israel serían terroristas por las prácticas militares y de intimidación que realizan contra distintas poblaciones. El gran público en general abreva en la información masiva, entonces dice que en Afganistán los talibanes son terroristas y se tiende a homogeneizar o a relacionar con lo musulmán. Entonces los talibanes son terroristas, fundamentalistas del Islam, de su interpretación del Islam, que realizan ataques suicidas, que no les importa morir con tal de matar a otro. Hay un estereotipo que recae sobre los árabes  y sobre los musulmanes: están con turbantes, montados en camellos y en medio del desierto.
Después de 2001, es igual pero con un fusil y armado hasta los dientes o con un chaleco de dinamita. Aclaremos que no todos los árabes (cultura) son musulmanes (religión) ni todos los musulmanes son árabes.
Hamás también está muy vinculado a los Hermanos Musulmanes (HM), agrupación que se funda en 1928 en Egipto. Uno de sus principales pensadores fue Hasan Al Banna (1906-1949). Lógicamente, en 80 años de existencia los HM fueron variando desde que surgen como un movimiento religioso. Hay que tener en cuenta que en Medio Oriente la religión está relacionada con la política, porque el Islam está incrustado de otra manera en las relaciones sociales de la cultura arabo-musulmana. Los HM se mantuvieron ajenos a la práctica política. Si bien se puede decir que esa ayuda social es una especie de práctica política, no formaban partidos políticos.
Es la diferencia cualitativa que vamos a tener a partir de las décadas del ‘70 y ‘80, y también tiene que ver con el nacionalismo árabe, o panarabismo, cuando Estados Unidos ve por ejemplo, con malos ojos a Gamal Abdel Nasser (ex presidente egipcio, fallecido en 1970). Entonces apoya a organizaciones como los HM, al mismo tiempo la sociedad se encontraba preparada para que haya un vuelco de esas agrupaciones hacia lo que algunos denominan islamismo o Islam político.
http://www.marcha.org.ar/index.php/elmundo/medio-oriente/5552-israel-encabeza-la-invasion-y-destruccion-de-gaza
http://www.resumenlatinoamericano.org/?p=4282

miércoles, 28 de agosto de 2013

Estados Unidos, listo para un ataque inminente sobre Siria





 Fuerzas militares en la región


Estados Unidos está listo para un ataque sobre Siria, que podría ser inminente: el dispositivo militar está en posición de combate, las razones han sido expuestas a la opinión pública, el Congreso ha sido informado, se ha obtenido el imprescindible respaldo de una parte sustancial de la comunidad internacional y ha sido descartada cualquier otra alternativa. Todo está preparado para que el presidente Barack Obama dé la orden, que la comunicará al mismo tiempo a toda la nación.
“Hemos desplazado los medios necesarios para cumplir con la opción que el presidente desee tomar, estamos listos para actuar al instante”, dijo ayer el secretario de Defensa, Chuck Hagel en una entrevista a la BBC. “Eso ocurrirá en coordinación con nuestros aliados”, añadió. “Tiene que haber una respuesta y la habrá”, certificó el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, quien explicó que sería contraproducente para los intereses norteamericanos permitir que otros regímenes crean que pueden utilizar impunemente armas químicas. Por su parte, el vicepresidente de EE UU, Joe Biden, ha asegurado que "no hay duda" de que el régimen es el responsable del "atroz" ataque químico.
El Gobierno no precisó los medios que serán utilizados en esa operación, pero EE UU tiene varios barcos de guerra en el Mediterráneo armados con misiles de crucero y aviones en distintas bases de la zona con capacidad de bombardear fuera del alcance de la artillería antiaérea siria. También Francia y el Reino Unido poseen flotas en la región y han desplazado aviones con el armamento preciso para contribuir al ataque.
Ninguno de los tres países está ya a la espera de informes de Naciones Unidas ni de ninguna otra baza diplomática que pudiera impedir la intervención militar. Los tres, así como Turquía, la Liga Árabe, Canadá y Australia, con cuyos jefes de Gobierno habló Obama el lunes y martes, comparten la convicción de que Siria utilizó armas químicas en su ataque de la semana pasada contra posiciones rebeldes en las afueras de Damasco y no creen necesario esperar a que concluya su trabajo la misión de inspectores de la ONU que actualmente está en Damasco, menos aún después de que ese equipo anunciase este martes un retraso de sus investigaciones. Ninguno de los tres gobiernos alude ya a esa misión y, en realidad, solo se está a la espera de que Obama decida el momento más conveniente para actuar.
Este podría llegar incluso esta misma semana. Varios medios de comunicación norteamericanos anticipaban, citando altos funcionarios de la Administración, que el ataque podría ocurrir este mismo jueves. Este miércoles Obama participará en un acto muy importante para conmemorar el 50 aniversario del discurso de Martin Luther King I have a dream. No parece el momento ideal de empezar una guerra. Pero todas esas consideraciones son en este momento secundarias frente a otras de carácter técnico-militar que, probablemente, decidirán la hora H del día D.
El Gobierno norteamericano ha estado sugiriendo últimamente que el ataque será limitado, pero es difícil anticipar qué significa ese concepto. El mero lanzamiento de unos cuantos misiles de crucero durante un par de días, serviría para mandar un mensaje al régimen sirio sobre la intolerancia de la comunidad internacional a sus métodos de combate, pero difícilmente tendría un impacto sobre la marcha de la contienda civil ni sobre la supervivencia del propio Bachir al Asad, sobre quien Obama dijo hace más de dos años que tendría que dejar el poder.
Una operación militar más larga y profunda, con el uso sostenido de la aviación, por ejemplo, multiplicaría, a su vez, los riesgos evidentes de una intervención de esta naturaleza en uno de los puntos más peligrosos del mundo, con Líbano e Israel, entre otros, en la frontera con Siria.
Que todo esté preparado para un ataque no significa necesariamente que esté bien preparado. De hecho, se aprecian ya varios inconvenientes. Aunque se han trasladado a la opinión pública los argumentos que justifican la acción –especialmente, el hecho de que EE UU no puede tolerar el uso de un arma tan cruel como los gases venenosos, sobre todo cuando el presidente norteamericano había advertido previamente que no se hiciera- la población es todavía reacia a este ataque: solo un 9% lo apoya, y un 25% lo haría en el caso de que se demostrase la utilización de armas químicas, según una encuesta de The Washington Post.
Al mismo tiempo, aunque la Casa Blanca asegura que el Congreso ha sido informado de los planes del presidente, varios congresistas reclaman datos más precisos y recomiendan una aprobación específica de parte de ambas cámaras. Es poco probable que Obama atienda a esa recomendación, pero está obligado por ley a solicitar la aprobación en el caso de que la participación militar norteamericana se extienda por más de dos meses.
Parece que la voluntad de la Administración es que no sea necesario un plazo tan largo. El ejemplo al que se acude es el de la intervención en Libia en 2011, cuando EE UU atacó solo durante los primeros días y dejó después el peso de la campaña aérea a sus aliados europeos. Pero esta vez no va a ser fácil repetir ese modelo, en parte porque Francia y el Reino Unido no tienen capacidad militar para una actuación así en Siria, y en parte porque la ofensiva sobre ese país es mucho más compleja desde todos los puntos de vista.
Otros de los aspectos controvertidos de la operación que se avecina es la de su legitimidad. Aunque en el pasado se ha intervenido militarmente sin el respaldo de la ONU –la más destacada, la de la OTAN en los Balcanes- los participantes en este ataque van a tener algunas dificultades para justificar legalmente su acción, particularmente si se producen víctimas civiles, lo que no es descartable.
www.elpais.com

lunes, 19 de agosto de 2013

A la sombra de los militares

Mujeres egipcias en apoyo al depuesto presidente Mohammed Morsi, El Cairo, 8-7-13 (Hams/AFP/Dachary)

LA INSURRECCIÓN EGIPCIA NO FUE ESPONTÁNEA

Por Alain Gresh*

¿Golpe de Estado? ¿Insurrección popular? ¿Nueva fase de la revolución? ¿Cómo calificar el movimiento masivo contra Mohammed Morsi, primer presidente civil democráticamente elegido en Egipto, tras su destitución, el pasado 30 de junio?
or supuesto, uno se puede sorprender al ver que una fuente militar certifica que catorce millones de egipcios (cifra que a veces llevan hasta los treinta y tres millones) salieron a las calles el 30 de junio de 2013, y al ver al Ejército facilitarles a los medios imágenes tomadas desde sus aviones para confirmar sus declaraciones (1). Por supuesto, uno se puede cuestionar cuando responsables del Ministerio del Interior festejan las más grandes manifestaciones de la historia de Egipto. Por supuesto, uno puede ser un poco escéptico acerca de las quince y hasta veintidós millones de firmas que consiguió el movimiento Tamarod (“Rebelión”) pidiendo la renuncia del presidente Mohammed Morsi, y sonreír cuando un “filósofo egipcio” asegura que “la Alta Corte Constitucional llevó a cabo un recuento” (2) de las mismas.
No importa. Más allá de estas exageraciones, el país fue testigo el 30 de junio de su mayor movilización desde enero-febrero de 2011. En masa, los egipcios quisieron recordar sus exigencias de dignidad, de libertad, de justicia social. Quisieron dar a conocer su rechazo hacia la política de Morsi y de la organización que representa, los Hermanos Musulmanes.
Creada en 1928, la cofradía atravesó un tormentoso siglo XX. Su historia está marcada por la represión, los arrestos, la tortura. Sin embargo, cada vez que se presentaba una ocasión, la organización lograba importantes éxitos electorales, ya fuera en escrutinios legislativos o profesionales (ingenieros, médicos, abogados, etc.). Durante décadas, su consigna (“El islam es la solución”), su red de solidaridad y la auténtica abnegación de sus militantes le confirieron un aura. Y le aseguraron una mayoría en el momento de las primeras elecciones legislativas libres (fines de 2011-principios de 2012), marcadas por la participación sin precedentes de treinta millones de egipcios. Más allá del núcleo duro de los simpatizantes, muchos votantes quisieron darle una oportunidad a la organización fundada por Hassan Al-Banna.
“Ya probamos todo. Probamos con un rey; no funcionó. Después probamos el socialismo con [Gamal Abdel] Nasser, e incluso en los momentos más fuertes del socialismo todavía estaban los pachás del Ejército y de los servicios de inteligencia. Acto seguido probamos el centro, más tarde el capitalismo. […] Y no funciona. Así que ahora podríamos probar con los Hermanos Musulmanes, a ver si funciona. De cualquier manera, no tenemos nada que perder.”
En un serpenteante relato de sus tribulaciones en medio de los embotellamientos de El Cairo prerrevolucionario, el escritor Khaled Al-Khamissi daba cuenta de este comentario de un taxista (3). En la primavera de 2013, el periodista adepto a las confidencias de esos mismos taxistas escuchó otra campana: los Hermanos Musulmanes “tampoco funcionan”. Lo que la represión no había conseguido, dos años y medio de vida pública y de debate pluralista, más abierto y frecuentemente polémico, lo lograron: expuestos a la luz y a la controversia, los Hermanos retrocedieron inexorablemente.

Incapacidad reformista

Desde hacía varios meses, las urnas confirmaban ese repliegue. En la primera vuelta de la elección presidencial, en mayo de 2012, Morsi consiguió tan sólo un cuarto de los votos y logró la mayoría en la segunda vuelta sólo gracias a quienes rechazaban a su adversario, el general Ahmed Chafik, el candidato del antiguo régimen. Algunos meses de un relativo estado de gracia le permitieron al presidente deshacerse, como quien no quiere la cosa, en agosto de 2012, del Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CSFA), responsable de la desastrosa transición luego de la caída de Hosni Mubarak y de violentas represiones, entre las que se cuenta la de octubre de 2011 contra una manifestación pacífica en solidaridad con los coptos (4). Pero después, el rais y su organización iban a ver cómo se debilitaba su popularidad. Y cómo sus resultados retrocedían en las elecciones estudiantiles en las universidades, pero también dentro de los sindicatos de periodistas o de farmacéuticos.
Este fracaso tiene muchas explicaciones, y no todas son susceptibles de ser atribuidas a los Hermanos. Pero, fundamentalmente, la organización no fue capaz de adaptarse a la nueva realidad política pluralista, salir de su cultura de la clandestinidad, transformarse en un partido político, forjar alianzas. Es cierto, fundó el Partido de la Libertad y la Justicia (PLJ) (5), pero este partido permaneció totalmente sometido a la dirección de los Hermanos. Contando sus negociaciones con el PLJ, un cuadro del Partido Socialdemócrata nos decía que, a cada hora, había que suspender la sesión para que sus interlocutores pudieran consultar con la cofradía.
Comprometidos a lo largo de la década de 1990 en un aggiornamento signado principalmente por la aceptación de las nociones de democracia y de soberanía popular, los Hermanos, bajo los golpes de la represión que le siguió a su éxito en las legislativas de 2005, otra vez se replegaron sobre sí mismos. Durante su congreso de 2009, el ala más conservadora, dirigida por el empresario Khairat Al-Shater, consolidó su posición e hizo a un lado a los elementos más abiertos, como Abel Moneim Aboul Fotouh. Claramente, no son su activismo religioso o su voluntad de aplicar la sharia [ley islámica] los que desanimaron a los egipcios: su balance en este campo es bastante pobre, lo que por otro lado les reprocha el poderoso partido salafista Al-Nour. En realidad, su incompetencia y su ineptitud para encarar reformas sorprendieron a más de uno. Organización conservadora, los Hermanos respetaron el orden establecido y no supieron hacer las alianzas que habrían posibilitado una transformación del aparato de Estado –Ejército, Policía o Poder Judicial–, que permaneció mayoritariamente fiel al antiguo régimen.

Fuerte tónica conservadora

En lo que respecta al movimiento social y a los sindicatos, su actitud fue semejante a la del antiguo régimen. “En el Parlamento –destaca la revista estadounidense Merip– los Hermanos rechazaron un proyecto de ley laboral que habría garantizado el derecho a formar sindicatos independientes por medio de elecciones libres. Propusieron ‘regular’ las huelgas y se posicionaron del lado de las patronales durante las salvajes huelgas que se extendieron luego de la destitución de Mubarak. A principios del verano, Egipto volvió a la lista negra de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por haber omitido respetar las convenciones de las que es signataria. […] El gobierno de Morsi ignoró los mandatos del tribunal, que imponían revisar varias privatizaciones de empresas públicas malvendidas en la era Mubarak” (6).
Aislado, el presidente Morsi se complicó, en noviembre de 2012, con una declaración constitucional que le atribuía plenos poderes. Incapaz de ponerla en marcha, movilizó a sus milicias e intentó colocar a sus hombres, dando lugar así a que se lo acusara de “hermanizar” el Estado (acusación poco consistente en la medida en que lo esencial de las instituciones escapaba a la autoridad del presidente). Pero sería ingenuo pensar que el levantamiento fue un resultado de este único rechazo.
Los Hermanos le hicieron frente a una campaña de desestabilización orquestada por el antiguo régimen: disolución del Parlamento electo, rechazo por parte de la policía de garantizar el orden público y la protección de sus oficinas (es significativo que el ministro del Interior fue removido de sus funciones luego del 30 de junio), absolución por los tribunales de los responsables de la época Mubarak. Cuando, en mayo de 2013, Reporteros Sin Fronteras (RSF) ponía al gobierno egipcio en su lista de “depredadores” de la libertad de prensa (un calificativo que nunca se utilizó contra el régimen de Mubarak), estaba en marcha, según el sitio The Arabist (30 de junio), una “máquina implacable de demonización mediática y de deslegitimación de la administración Morsi, mucho más allá de los errores de los que Morsi es responsable. Cualquiera que mire CBC, ONTV, Al-Qahira wal-Nas y otros canales satelitales, o lea diarios histéricos como Al-DestourAl-WatanAl-Tahrir (y, cada vez más, Al-Masri Al-Youm), es atiborrado con una propaganda anti Morsi permanente”.
La oposición, agrupada en torno al Frente de Salvación Nacional (FSN), participó en esta campaña y no dudó en hacer causa común con el antiguo régimen. Como lo remarcaba Esam Al-Amin en la víspera del 30 de junio, “en la batalla ideológica entre ex compañeros revolucionarios, los fouloul [ci-devant, partidarios del antiguo régimen] fueron capaces de reinventarse y de volverse actores principales junto a los grupos laicos contra los Hermanos y los islamistas. Recientemente, [Mohammed] El-Baradei se declaró listo a recibir en su partido a todos los elementos del Partido Nacional Democrático de Mubarak, mientras Hamdeen Sabbahi [candidato desafortunado en la elección presidencial que quedó en la tercera posición y que se reclama del nasserismo] afirmaba que la batalla contra los fouloul era ahora secundaria, siendo el principal enemigo los Hermanos y sus aliados islamistas” (7). La fascinación de Sabbahi por el Ejército y por Nasser parece haberlo conducido a este viraje, más extraño aun si se considera que, durante las elecciones legislativas, su partido estaba aliado con los Hermanos Musulmanes.

Contra las versiones ingenuas

Más allá de esa “postal” que muestra a jóvenes desorganizados que voltean a un “dictador islamista” se perfila un cuadro menos luminoso. Mahmoud Badr, uno de los fundadores de Tamarod, puede jactarse –¿inocencia o estupidez?– de que el comandante en jefe del Ejército, durante su primer encuentro, se haya plegado a su crítica: “Se lo digo yo, usted es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, pero el pueblo egipcio es su comandante en jefe y le ordena colocarse inmediatamente a su lado y pide elecciones anticipadas” (8). Más realista, una militante del movimiento explica que se retiró en el momento en que vio aparecer caras que conocía “como pertenecientes a los fouloul o que justificaban las acciones de la Seguridad del Estado”.
Mil y un indicios prueban que el movimiento fue preparado durante mucho tiempo por el Ejército, con garantías concedidas por Arabia Saudita y por los Emiratos Árabes Unidos, la Seguridad del Estado y losfouloul. El multimillonario Naguib Sawiris, relacionado con el antiguo régimen, reconoció haber financiado a los militantes de Tamarod, sin que ellos lo supieran, mientras Tahani Gebali, ex vicepresidente de la Alta Corte Constitucional, explicaba cómo ella misma los había ayudado a armar una estrategia para hacer intervenir al Ejército (9). La misma Gebali también declaraba, luego de la caída del régimen de Mubarak del cual era un pilar, que era necesario que las personas diplomadas dispusieran de más votos que las otras en las elecciones (10). Y, como por milagro, luego de la caída de Morsi, las penurias, principalmente la de nafta, se terminaron; los policías volvieron a las calles.
Pero uno puede dudar de que vayan a proteger a las mujeres: el 3 de julio, día del derrocamiento de Morsi, un centenar de agresiones sexuales y violaciones fueron perpetradas en la plaza Tahrir (11). ¿Y no es el general Abdel Fatah Sissi, el nuevo hombre fuerte del régimen, quien se hacía el apóstol de los “tests de virginidad” realizados en ese momento por el Ejército a manifestantes?
El derrocamiento de Morsi no amplió el pluralismo de los medios en Egipto. Al contrario: una media docena de cadenas fue prohibida, periodistas arrestados, los medios extranjeros denunciados con los mismos tonos que la prensa oficial bajo Mubarak. La continuidad de un Ministerio de Información no augura nada bueno. Mientras que los medios del Estado se niegan a cubrir las manifestaciones organizadas por los Hermanos –que sin embargo reúnen a cientos de miles de personas–, prácticamente la totalidad de los periodistas se pliega al discurso oficial, al tono nacional-chovinista. Las amenazas y las presiones apuntan, más allá de los Hermanos, a todos aquellos que critican la línea oficial. Hay que leer de todos modos la bella y valiente toma de posición del célebre cómico Bassem Youssef que, aunque enemigo declarado de los Hermanos, denuncia la deshumanización de sectores enteros de la sociedad (12).
Caso de escuela: la cobertura de la represión del sit-in (la “sentada”) organizado el 8 de julio de 2013 por los Hermanos ante el sitio de la Guardia Republicana, en el que murieron al menos cincuenta personas. Interrogado acerca del uso excesivo de la fuerza, el portavoz del Ejército afirmó, sin reír (ni llorar): “¿‘Uso excesivo’? Habría sido excesivo si hubiéramos matado a trescientas personas”. El sitio en lengua inglesa Madamasr, uno de los pocos que no sucumbió a la propaganda, publicó testimonios abrumadores para el Ejército, sobre todo las imágenes de un videasta que trabajaba para un canal de la oposición y que mostraban soldados disparando, sin ningún motivo. Su video fue rápidamente levantado del sitio, “a la espera de la posición oficial del Ejército”. A un artículo publicado por el diario Al-Chourouk, que citaba a varios residentes del barrio que confirmaban que el Ejército había sido el primero en disparar, también lo sacaron de circulación (13).
Todos los poderes están en este momento en manos de Adly Mansour, miembro de la Alta Corte Constitucional, la cual presidió durante… cuarenta y ocho horas. El hombre cuya carrera está ligada al antiguo régimen y a Arabia Saudita, donde trabajó por más de diez años, promulgó una “hoja de ruta”, una declaración constitucional que le concede plenos poderes ejecutivos y legislativos y prevé elecciones para dentro de seis meses (14). Algunos artículos discutidos de la ex Constitución fueron abolidos: rol consultativo de la Universidad Islámica Al-Azhar en la elaboración de las leyes, limitación del pluralismo sindical, etcétera. Pero el Ejército está al resguardo de cualquier control civil. Curiosamente, en el campo religioso, la nueva formulación adoptada marca un retroceso, ya que los “principios de la sharia” siguen siendo la “principal fuente de la legislación”, pero esta vez se aclara que deben ser conformes a la tradición sunnita. Este texto puso en un aprieto al FSN, que lo condenó antes de retractarse. Tamarod, por su parte, hace campaña por la prohibición de los Hermanos Musulmanes y de los partidos salafistas (que representan, al menos, ¡a un tercio de la población!).
El nuevo gobierno confirmó el rol clave del general Sissi, quien, nombrado viceprimer ministro, sigue siendo ministro de Defensa. Dominan, en el campo económico, partidarios del liberalismo y muchas figuras del antiguo régimen. El nombramiento en el Ministerio de Trabajo del líder de un sindicato independiente es la única buena noticia.
Durante mucho tiempo, la opinión pública se preguntó si, una vez elegidos los Hermanos, habría “pasaje de vuelta”. La pregunta que se hace ahora es si, habiendo sido derrocado el presidente electo, Egipto volverá a tener elecciones pluralistas. Aunque algunos de los responsables, entre quienes se cuenta El-Baradei, afirman la necesidad de incluir a los Hermanos, se quedan callados frente a la represión a todos los niveles ejercida por la Seguridad del Estado y por el Ejército, por fuera de cualquier acción legal, contra sus militantes, calificados como “terroristas” por los medios y tratados como tales.
¿Cómo interpretar, si no, que se haya abierto una investigación sobre la evasión de Morsi y de varios dirigentes de los Hermanos, durante el levantamiento de enero-febrero de 2011, de la prisión de Wadi Al-Natroun? Desde hace meses, la prensa, alimentada por los moukhabarat (servicios de inteligencia), multiplicaba las “revelaciones” sobre este incidente, llegando a decir incluso que los Hermanos habían sido ayudados por Hamas, Hezbollah y Al-Qaeda, lo que alimenta una violenta campaña antipalestina y chovinista (15). ¿Para cuándo la acusación a los militantes por haber exigido, en enero-febrero de 2011, la caída de Mubarak?
¿Se trata de llevar a los Hermanos a la violencia –incluso de provocarla– para permitir un restablecimiento del estado de sitio en nombre de la “guerra contra el terrorismo”? La inestabilidad en el Sinaí, que no empezó con Morsi, ¿servirá de pretexto? El desafío es incluir en el juego político a todas las fuerzas, sin exceptuar a los islamistas y a los Hermanos, que deberán aprender de su fracaso y dar vuelta la página de la clandestinidad. Cerrándoles la puerta, el Ejército y sus aliados los empujan, al revés, hacia un camino radical que puede costarle caro a Egipto.
1. Sobre estas estimaciones, véase Ruth Alexander, “Counting crowds: Was Egypt’s uprising the biggest ever?”,BBC Magazine, Londres, 16-7-13.
2. Ayyam Sureau, Le Figaro, París, 30-6-13.
3. Khaled Al-Khamissi, Taxi, Actes Sud, París, 2009.
4. Véase Alain Gresh, “¿Hacia una dictadura en Egipto?”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, noviembre de 2012.
5. Véase Gilbert Achcar, “Una ‘transición dentro del orden’”, Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, marzo de 2011.
6. “Egypt in Year Three”, Merip, Washington DC, 10-7-13.
7. Esam Al-Amin, “Egypt’s fateful day”, 26-6-13, www.counterpunch.org
8. Reuters, 7-7-13.
9. Ben Hubbard y David D. Kirkpatrick, “Sudden improvements in Egypt suggest a campaign to undermine Morsi”, The New York Times, 10-7-13. Véase también Claire Talon, “Un coup préparé à l’avance par les militaires?”, Le Monde, 7/8-7-13.
10. Véase Alain Gresh, “Egipto: primeros pasos de la revolución”, Le Monde diplomatique, ed. Cono Sur, julio de 2011.
11. Véase la entrevista con Aaalam Al-Wassef en France-Inter, 4-7-13, www.franceinter.fr
12. Bassem Youssef, “Alas, nobody lives here anymore”, 17-7-13, www.tahrirsquared.com
13. Ali Abdel Mohsen, “The killing of islamist protesters: State censorship or self-censorship?”, 9-7-13,http://madamasr.com
14. Cfr. “In the interim”, 12-7-13, http://madamasr.com
15. Dina Ezzat, “Wild rumours of Hamas interference in Egypt find audience”, Ahram Online, 12-5-13.
* De la redacción de Le Monde diplomatique, París.
www.eldiplo.org

domingo, 18 de agosto de 2013

La diplomacia geopolítica y económica de EE UU en Egipto

El país africano es el segundo destinatario de ayuda de Washington, tras Israel. Los intereses militares y económicos explican la vaga reacción de la Casa Blanca

 Washington
El depuesto presidente egipcio, Hosni Mubarak, habla con Barack Obama en la Casa Blanca en 2009. / REUTERS
El canal de Suez también está expedito para los petroleros. En 2012, lo atravesaron más de 3.600 transportando tres millones de barriles de crudo. Egipto, con 71.600 millones de dólares recibidos entre 1948 y 2011, se ha convertido en el mayor receptor de fondos bilaterales de EE UU tras Israel.
La decisión de Estados Unidos de suspender las maniobras militares conjuntas con Egipto y no revisar la ayuda anual de 1.500 millones de dólares evidencia la difícil posición en la que ha puesto a la Administración Obama la brutal represión ejercida por su Gobierno interino contra los manifestantes islamistas. Con su cauta reacción, la Casa Blanca quiere mostrar su apoyo al proceso democrático en ese país, salvaguardando, a la vez, la cooperación económica y bélica con El Cairo, esencial para proteger los intereses geopolíticos de Washington en la región: la observación del tratado de paz con Israel, el acceso privilegiado al canal de Suez y la seguridad de las fronteras egipcias.
De la partida total de los presupuestos de 2012 de EE UU destinada a financiación militar extranjera casi un cuarto fue a parar a Egipto
“La respuesta del presidente fue muy dura en términos dialécticos, pero blanda en cuanto a acciones”, señala Robin Wright, analista de Seguridad y Defensa del Woodrow Wilson Center. La suspensión de las prácticas militares no es esencial a efectos de seguridad para ambos países y el Pentágono dudaba incluso en realizarlas dado que, tras el golpe, las prioridades del Ejército egipcio iban a ser otras. La decisión de mantener la ayuda militar, por el contrario, se considera en muchos sectores como una señal confusa que resta credibilidad a la Administración y mina su ya débil influencia en ese país. “El hecho de no haber suspendido esos fondos es un error estratégico”, denunció en un comunicado el Working Group on Egypt, un grupo independiente de expertos en Oriente Próximo.
La Casa Blanca maneja otro criterio. “Eliminar esa ayuda no entra dentro de los intereses de EE UU”, señaló el portavoz de la presidencia, Jay Carney, a principios de este mes. Aunque la cooperación con Egipto se remonta a 1946, los intereses a los que aludía Carney se forjaron en 1979, con la firma del tratado de paz entre Egipto e Israel. “La observancia de ese acuerdo se ha convertido en una pieza clave para todas las Administraciones estadounidenses”, señala Nathan Brown, profesor de Relaciones Internacionales de la universidad George Washington. 
En el marco de ese tratado se sitúa el envío de ayuda anual de EE UU a Egipto que este último año ascendió a 1.500 millones de dólares, de los que el 86% se destina a fines militares (1.300 millones) y el resto, 250 millones, a asistencia económica, de acuerdo con el informe de 2013 del Servicio de Investigación del Congreso (CRS). Los fondos bélicos de EE UU se distribuyen entre la financiación militar extranjera y los programas de educación y entrenamiento -las escuelas militares estadounidenses dan instrucción cada año a entre 500 y 1.000 oficiales egipcios-.
De la partida total de los presupuestos de 2012 de EE UU destinada a financiación militar extranjera casi un tercio fue a parar a Egipto (el 60% a Israel). El CRS estima que con esa cantidad se sufraga el 80% de las armas que compra el ministerio de Defensa egipcio. De acuerdo con el CRS, el próximo año Egipto planea adquirir 1.200 tanques M1A1 Abrams Battle que se fabrican en su mayor parte en EE UU bajo la subcontrata de General DynamicsLockheed Martin también se beneficia de estos programas de cooperación militar. En 2010, Egipto autorizó la compra de 20 F-16 por 2.500 millones de dólares.
La colaboración geopolítica también es vital en la relación de EE UU con Egipto. El Gobierno egipcio permite el paso a través del canal de Suez de portaaviones de la Armada estadounidense hacia el golfo Pérsico, ahorrando a los buques del Ejército tener que rodear, de lo contrario, el cabo de Buena Esperanza. Además de barcos de guerra, el canal de Suez también está expedito para los petroleros. En 2012, lo atravesaron más de 3.600 transportando tres millones de barriles de crudo. “La mayor remesa cargada a través del canal”, según la Administración de Información sobre Energía.

Egipto, con 71.600 millones de dólares recibidos entre 1948 y 2011, se ha convertido en el mayor receptor de fondos bilaterales de EE UU tras Israel, según el CRS. Muchos en Washington se preguntan si esa ayuda ha servido de algo vista la nula influencia de la Casa Blanca en esta crisis. En la región, muchos prefieren esa autoridad insuficiente a un vacío que pueda ser ocupado por Rusia, China o países vecinos como Arabia Saudí o Catar. “La ayuda de los Estados árabes no es de fiar, la de EE UU está menguando, pero la clave está en garantizar la inversión y el intercambio comercial”, señala Brown.
El apoyo económico es esencial igualmente para sufragar las operaciones antiterroristas en las frontera egipcias y, sobre todo, en la península del Sinaí. Una de las razones por las que EE UU está calibrando su respuesta ante los acontecimientos en Egipto es su temor a que un recorte de esa ayuda ponga en peligro la lucha contra la insurgencia, capital dada la inestabilidad en otros países vecinos como Libia o Siria.
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Brutal desalojo de una mezquita en Egipto

EL REGIMEN ACUSO DE EXTREMISTAS A LOS SIMPATIZANTES DEL PRESIDENTE DERROCADO
En el mismo día en que la policía desalojó en una violenta operación una mezquita de El Cairo donde se refugiaban cientos de manifestantes islamistas, el gobierno de facto declaró que estaba en una “guerra contra el terrorismo”.
Simpatizantes de Mursi chocan con la policía cerca de plaza Ramsés, en El Cairo.EFE
La presidencia de facto egipcia afirmó ayer que el país está en guerra contra el terrorismo. Al mismo tiempo, acusó a los islamistas que piden la restitución del derrocado presidente Mohamed Mursi de fuerzas extremistas. La declaración del Ejecutivo se produjo el mismo día en que la policía de-salojó en una violenta operación una mezquita de El Cairo donde se refugiaban cientos de manifestantes islamistas, donde se registraron enfrentamientos con civiles que pretendían defenderlos. El asesor presidencial para Asuntos Políticos, Mustafa Higazi, expresó que el pueblo egipcio salió a las calles para rechazar el fascismo teocrático de la Hermandad Musulmana, mientras el gobierno estaría evaluando la disolución de la cofradía islamista. Un informe de Amnistía Internacional reveló el accionar violento y desproporcionado de las fuerzas del orden durante las protestas de la última semana.
En una conferencia de prensa, Higazi sostuvo que fueron los líderes de la Hermandad quienes impidieron un arreglo negociado a la crisis y confirmó la detención de Al Zawahiri, hermano del número uno de la red fundamentalista islámica Al Qaida, en un puesto de control de El Cairo. Las declaraciones del asesor se dieron luego de un nuevo enfrentamiento en El Cairo que se desató cuando la policía irrumpió en una mezquita en la que se refugiaban seguidores de Mursi.
Tras un tiroteo, las fuerzas especiales de la policía egipcia irrumpieron en la mezquita Al Fatah, en el barrio Ramsés, y detuvieron a varios de los seguidores de Mursi que se refugiaban dentro de la misma. Un rato antes, la televisión estatal informó que los simpatizantes de Mursi treparon al minarete (torre) de la mezquita y desde allí comenzaron a disparar a los policías que estaban apostados en el lugar, quienes respondieron con armas largas.
Pero las protestas se replicaron a lo largo de todo el país. Miles de islamistas tomaran las calles en claro desafío a las autoridades apoyadas por el ejército, tras la entrada en vigor del toque de queda. Manifestaciones en El Cairo, Alejandría, Asiut o Minia reivindicaron la restitución de Mursi, derrocado por un golpe de Estado militar el pasado 3 de julio. La presión sobre los Hermanos Musulmanes y sus aliados no se limita a las calles. Las autoridades egipcias comenzaron a dar señales de que la cofradía islámica podría ser ilegalizada, después de que varios de sus líderes ya hubieran sido detenidos.
La Hermandad Musulmana informó que durante los enfrentamientos del viernes en el centro de El Cairo murió el hijo de su líder espiritual, Mohammed Badie. Se trata de Ammar Badie, de 38 años, quien murió por una herida de bala cuando participaba de las protestas en la plaza Ramsés, informó el brazo político del grupo, el Partido de la Libertad y la Justicia, en su página web oficial. El hecho se produjo en medio de la convocatoria al “Día de la Ira”, realizada por los Hermanos Musulmanes y que profundizó la violencia desatada ayer. El padre del joven fallecido está prófugo luego de que las autoridades de facto lo acusaran de incitar a la violencia y lo citaran a un juicio el 25 de agosto. Además, en las protestas de la semana pasada murió la hija de otro miembro de la Hermandad Musulmana, el veterano político Mohamed el Beltagui.
El portavoz gubernamental, Sherif Shauki, aseguró que el Ejecutivo estudia los medios jurídicos para disolver la Hermandad, aunque más tarde Higazi matizó esas declaraciones. El asesor presidencial se limitó a aclarar que no hay esfuerzos dirigidos a disolver ningún grupo, sino que toda organización que trabaje en Egipto tiene que estar legalizada con medidas jurídicas para que actúe dentro del marco de la ley. La Hermandad permanece en un status de alegalidad tras la revolución que depuso a Hosni Mubarak en febrero de 2011, después de haber sido ilegalizada por Gamal Abdel Naser en 1954.
Por otro lado, trascendió un informe de la agrupación humanitaria Amnistía Internacional (AI) con testimonios que muestran el desprecio por la vida humana que pusieron de manifiesto las fuerzas de seguridad egipcias en su persecución a los seguidores de Mursi. “Estaban disparando en la puerta del sanatorio”, afirmó uno de los médicos que atendía a los heridos, quien agregó que se dio cuenta de lo que sucedía cuando lo llamaron para ir al hospital montado sobre el terreno. “Nada más salir, el hombre que estaba custodiando la puerta recibió un disparo en la cabeza”, aseguró. Philip Luther, director del programa de Medio Oriente y Norte de Africa de AI consideró que si bien algunos manifestantes usaron la violencia, la respuesta de las autoridades fue gravemente desproporcionada.
La ola de violencia y muerte comenzó el miércoles, cuando las fuerzas de seguridad desalojaron con gases lacrimógenos, balas y tanquetas los campamentos que los islamistas mantenían en las plazas de El Cairo. Ese día murieron 638 personas y casi 4000 resultaron heridas, según datos del Ministerio de Salud a los que se suman los 173 muertos y 1330 heridos del viernes.
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jueves, 1 de agosto de 2013

Un “momento histórico” en Medio Oriente

Entrevista al activista y académico estadounidense Norman Finkelstein
New Left Project
Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Después de varios meses de diplomacia intensiva, el secretario de Estado de EE.UU. John Kerry anunció una nueva vuelta de negociaciones israelíes-palestinas. Para comprender mejor las perspectivas y las implicaciones de un proceso de paz reanimado en Medio Oriente, hablé con el activista y académico estadounidense Norman Finkelstein, que ha estado escribiendo y dando conferencias sobre el conflicto entre Israel y Palestina durante décadas y es autor, entre otros, de los libros Beyond Chutzpah: On the Misuse of Antisemitism y de Abuse of History and Knowing Too Much: Why the American Jewish Romance with Israel is Coming to an End. En la actualidad trabaja con Mouin Rabbani en un libro titulado How to Resolve the Israel-Palestine Conflict.

Jeremy Ben-Ami, director de J. Street, el principal lobby liberal sionista en EE.UU. celebra la reanudación de las conversaciones de paz como una potencial “oportunidad histórica” de lograr un acuerdo de dos Estados. Usted ha sido un observador cercano del proceso de paz durante más de dos décadas. ¿Pueden nuevas conversaciones producir un momento “histórico” o debemos esperar más de lo mismo?

Cuando gente como Jeremy Ben-Ami habla de la “solución de dos Estados”, está hablando de dos Estados divididos por la frontera previa a junio de 1967 y cuidándose siempre de añadir “con transferencia de tierras”. Esto quiere decir anexionar a Israel los principales bloques de colonias y dar a los palestinos algún territorio a cambio. De hecho, su propuesta fronteriza está muy clara. Es la ruta del Muro. Los israelíes hablan con bastante franqueza del Muro como la “futura frontera” para citar a la actual ministra de justicia de Israel, Tizpi Livni.

Ese tipo de arreglo de dos Estados impide cualquier posibilidad de un Estado palestino. La retención por parte de Israel de los bloques de colonias de Ariel, Karnei Shomron y Ma'ale Adumim dividiría Cisjordania en tres, se apropiaría de parte de sus más valiosas tierras y recursos y aislaría Jerusalén Este. Cuando la gente habla de los términos de un acuerdo final a menudo se concentra en porcentajes –qué porcentaje de Cisjordania será retenido por Israel, etc.– lo que no incluye el punto principal presentado por la delegación palestina en las conversaciones de Annapolis: no se trata solo de porcentajes. Jerusalén Este representa solo el 1% de Cisjordania, pero un Estado palestino sin él es impensable. El Gran Este de Jerusalén –el triángulo que va de Jerusalén Este a Ramala y Belén– significa un 40% de la economía palestina.

Sin embargo, estoy de acuerdo con Ben-Ami en que nos acercamos a un momento histórico, ¿por qué? Porque ahora los palestinos está más débiles que nunca. Esto se debe a cuatro factores principales:

· Regionalmente, el mundo árabe está totalmente desbaratado y dispuesto a hacer cualquier cosa que exija EE.UU. Kerry dice a la Liga Árabe “celebren una reunión, apoyen mis directrices”, y la Liga Árabe se reúne y apoya sus directrices. Kerry dice “cambiad la Iniciativa Árabe de Paz para incluir una referencia a transferencia de tierras”, y lo hacen. No presentan ninguna resistencia.

· Hamás, que era el principal obstáculo para que la Autoridad Palestina (AP) impusiera su voluntad, se ha reducido a cero. Hamás ha roto sus vínculos con Siria e Irán, prefiriendo colocarlo todo en el canasto del régimen de la Hermandad Musulmana de Egipto. Con su desaparición, Hamás se encuentra en el estado más desesperado desde su fundación en los años 80.

· El pueblo palestino nunca ha estado más abatido y desesperado. A pesar de toda la palabrería de las ONG de Ramala en Facebook, Twitter y los blogs de una Tercera Intifada, no hay ninguna señal al respecto. Esto podría cambiar, pero ahora mismo los palestinos están en un estado de ánimo derrotista.

· La Autoridad Palestina no es más corrupta porque ha tocado fondo hace mucho tiempo, pero depende más que nunca de EE.UU., donde gobierna el tesoro, y la AP tiene que obedecer órdenes. Parece que Obama agregará unos pocos dólares que enriquecerán a una pequeña capa de los nuevos ricos de Oslo.

Cuando se suman todos estos factores, es posible que EE.UU. pueda imponer una derrota histórica a los palestinos obligándolos a aceptar un acuerdo en términos que imposibiliten un Estado palestino viable.

Una salvedad es que, como señala mi coautor Mouin Rabbani, el presidente palestino Mahmud Abbas pueda no tener la autoridad necesaria para imponer un acuerdo semejante. En definitiva no tendrá apoyos para firmar y no puede llegar solo al último paso. Mouin piensa que en vez de eso podría llegar a un acuerdo provisional, lo que es excelente para Israel, que quiere prolongar el proceso hasta que los hechos sobre el terreno sean irreversibles.

¿Y este acuerdo se parecería al “acuerdo de dos Estados” de las palomas sionistas que acaba de describir, en el cual Israel consideraría el Muro su frontera?

Mire, si existiera un Óscar a la mejor actuación de un país, Israel ganaría de lejos. Es el sitio más teatral del mundo. Tomemos un solo punto. ¿Conoce alguna facción de la política israelí que haya disentido de la ruta del Muro, porque no incorpora las colonias que se encuentran afuera? No: todos reconocen que el Muro es la frontera, porque no se puede construir un muro de esas dimensiones y a ese coste y luego reivindicar tierra más allá. Es verdad, si pudieran conseguirlo, les gustaría el Valle del Jordán, pero eso es solo un bono. El resultado final es el Muro, que incorporará cerca del 9,5% de Cisjordania. Y esa cifra se ha mantenido constante desde el año 2000: El mapa de Israel presentado en las conversaciones de Taba en 2001 mostraba una anexión israelí de cerca de un 9% de Cisjordania, y el mapa extraoficial presentado por el entonces primer ministro israelí Ehud Olmert a Abbas en 2008 incluía el 8,7%. Una fracción del 1% es el abismo que separa a los polos de opinión de la elite israelí. A propósito, el camino del Muro refina el “problema demográfico de Israel”. Incorpora solo a 25.000 palestinos de Cisjordania del lado “israelí”, que en su mayoría serán expulsados administrativamente con el paso del tiempo.

El resto es solo teatro para permitir que Israel afirme que ha hecho concesiones dolorosas. Y funciona. Recientemente hablé con un buen amigo, un profesor palestino, y le dije que Israel quiere conservar cerca del 9% de Cisjordania anexada por el Muro. Su reacción fue reveladora: dijo, “¿Realmente? ¿Es todo lo que quieren?” Es exactamente la forma en que se presentará, dirán “Israel renunció al 91% y todo lo que quiere es un 9%”.

Nathan Thrall en New York Review of Books argumenta que en cada vuelta sucesiva de negociaciones Israel ha ofrecido cada vez más en términos de territorio, culminando en la propuesta de Olmert en 2008, que ofreció “mucha más” tierra que nunca. ¿No ofrece esta tendencia más esperanza a las nuevas conversaciones?

El resultado final de Israel, en comparación con el teatro, ha sido absolutamente consecuente. No ha habido cambios entre las conversaciones de Taba en 2001 y las negociaciones de Annapolis en 2008. Israel ha tratado consecuentemente de anexar cerca de un 9% de Cisjordania, incorporando los principales bloques de colonias.

Thrall se refiere de paso a las transcripciones filtradas de las negociaciones israelíes-palestinas que se han llegado a conocer como “los papeles de Palestina”. Es un historial voluminoso y extremadamente esclarecedor. El problema es que la gente es perezosa. No lo ha leído. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) tiene un grupo que suministra asesoría legal a los negociadores palestinos, la Unidad de Apoyo a las Negociaciones (NSU). Este organismo era técnicamente competente y bien informado, se esté de acuerdo o no con su posición política (por desgracia Saeb Erekat despidió a casi todos los que tenían algunos gramos de materia gris, como Michael Tarazi y Diana Buttu, cuando amenazaban con eclipsarlo). Compuso matrices cada pocos meses, delineando en detalle dónde se encontraban las partes respectivas en términos de un acuerdo.

Leyendo ese historial, podemos ver de qué consistía la generosa oferta de Olmert. La mejor oferta oficial de Olmert, en las negociaciones de Annapolis, propuso una anexión israelí del 9,2% de Cisjordania. Después, en 2008, mostró un mapa a Abbas, pero no le permitió llevarse una copia fuera de la sala. Abbas se comprometió al respecto y transmitió los detalles a la NSU, que elaboró otro mapa. Éste mostraba una propuesta israelí de una anexión del 6,8% de Cisjordania. Israel excluye muchos trozos de territorio palestino ocupado cuando calcula esas cifras, de modo que la NSU convirtió la cifra del 6,8% en el verdadero porcentaje, una anexión de israelí del 8,7% de Cisjordania. Olmert afirma que ofreció el 6,3% en lugar del 6,8% y por cierto es posible que Abbas haya recordado mal, pero no es una gran diferencia. El punto importante –que Thrall no menciona– es que es esencialmente Israel siempre presenta el mismo mapa. Todos están de acuerdo en que según la propuesta de Olmert, Israel retendría los principales bloques de colonias. Pero una vez que uno está de acuerdo con eso cuela todo. Los bloques de colonias constituyen el problema. Todo lo demás es teatro, porque Israel ya ha declarado su frontera definitiva, el Muro.

Es sorprendente que nadie se haya sentado a leer el verdadero historial. Thrall elogia el reciente libro de Elliott Abrams sobre la diplomacia del Gobierno de Bush en Medio Oriente como un “relato detallado, franco y perspicaz”. ¡Abrams es un condenado mentiroso! Un político tiene que cruzar un umbral muy elevado para que lo condenen en EE.UU. por mentir. El “franco” relato de Abrams, que he leído, nunca menciona los papeles de Palestina. Ni una palabra. Sin embargo, en dichos papeles tenemos una transcripción escrita de lo que sucedió. Tomemos otro ejemplo. Durante la retirada de Israel de Gaza en 2005, bajo el entonces primer ministro Ariel Sharon, su asesor más próximo, Dov Weisglass, concedió una famosa entrevista a Ha'aretz. Fue una entrevista muy larga, pero los comentaristas informados citan un pasaje en particular en el que Weisglass dice que el propósito de la retirada era “poner en formol” el proceso de paz. En otras palabras, Israel podía decir “hemos hecho ese inmenso gesto en Gaza, por lo tanto déjennos tranquilos para construir colonias en Cisjordania”. Esa fue la intención. El libro de Abrams, que es un relato de esos años (era un funcionario clave en el gobierno de Bush), cita cada parte de la entrevista de Ha’aretz excepto la más crucial. Es su relato “franco”. Peor todavía, en dos ocasiones el propio Thrall cita las explicaciones propagandísticas de Abrams de por qué Sharon se retiró de Gaza y excluye la admisión de Weisglass. ¡Cuesta creerlo, pero Thrall presenta a Abrams, un fanático derechista, como pro palestino!

La situación que usted describe, en la cual EE.UU. e Israel tratan de sacar provecho de la debilidad palestina e imponer un acuerdo, recuerda la cumbre de Camp David en el año 2000. Pero en esas conversaciones, ante la última dificultad, cuando le presentaron la oferta israelí, el entonces presidente palestino Yasir Arafat dijo que no. Ahora bien, Arafat no era precisamente inmune a la corrupción. ¿Qué nuevas condiciones existen ahora que puedan llevar a Abbas a ir más allá que Arafat y a colocar su firma en un acuerdo estadounidense-israelí?

No voy a decir una palabra de elogio a Yasir Arafat. Tengo recuerdos demasiado vívidos del espectáculo de horror cuando estuvo al frente. Pero conservó hasta su muerte un residuo de convicción nacionalista y de compromiso con la causa de Palestina. Era en esencia narcisista, porque pensaba que encarnaba a Palestina, pero era auténtico. Las personas que lo sustituyeron solo eran una banda de pillos no demasiado astutos. El baloncesto de Magic Johnson tiene un IQ más elevado que Mahmud Abbas y Saeb Erekat juntos. Y la corrupción y el cinismo de la actual dirigencia no están diluidos por el sentimiento nacionalista que mantuvo Arafat.

En segundo lugar, ahora los palestinos están mucho más débiles. Karma Nabulsi ha escrito, y estoy de acuerdo, que el movimiento palestino se encuentra en un “nadir”, el punto más bajo de su historia. Recuerde que Arafat tuvo que enfrentarse a Hamás en el año 2000; ahora mismo Hamás es un factor nulo.

Es una acción astuta de EE.UU. e Israel, que aprovechen esta oportunidad para imponer un acuerdo. Y esa es la verdadera traducción de lo que dice Ben-Ami: los palestinos y el mundo árabe se encuentran en su punto más débil, y si llegamos un día a imponer nuestra voluntad, ahora es el momento oportuno.

¿La renovación de las negociaciones es también una respuesta al aumento de la presión internacional sobre Israel por la ocupación, por ejemplo las recientes directrices de la UE que limitarán los vínculos económicos europeos con las colonias? ¿El objetivo primordial estadounidense e israelí con estas conversaciones sería imponer un acuerdo de la manera que usted acaba de describir o de desviar la presión internacional y de esa manera reducir los costes de mantener el statu quo?

Ya he enumerado los eventos negativos relevantes, pero como usted dice, también ha habido algunos eventos positivos, o por lo menos no retrocesos. Cuando la UE publicó sus directrices, me preocupó que pudiera aplicarlas claramente en Cisjordania y que fuera más circunspecta en el problema de Jerusalén Este (que Israel anexó de facto en 1967). En este caso, las directrices son muy claras: la UE “no reconoce la soberanía israelí” sobre “los Altos del Golán, la Franja de Gaza y Cisjordania, incluido Jerusalén Este”, todo lo cual constituye territorio “ocupado”. A pesar de que han pasado 56 años y un masivo establecimiento de hechos sobre el terreno, Israel no ha logrado ningún progreso en su intento de legitimar sus nuevas fronteras. Se encuentra exactamente donde estaba hace 45 años.

Pienso que usted tiene razón en que el objetivo de Israel con estas negociaciones es mitigar la amenaza planteada por las nuevas directrices y, lo que es más importante, el espíritu subyacente. Los funcionarios israelíes lo han dicho abiertamente: las directrices de la UE son una consecuencia de que Netanyahu no quiere negociar, así que volvamos a las negociaciones.

Es predecible y muy doloroso, un niño de cinco años podría decirle exactamente lo que va a suceder. Llegaremos a enero, cuando deberían entrar en vigor las directrices de la UE y EE.UU. e Israel dirán: “estamos negociando, por lo tanto no es el momento de implementar las líneas directrices, deben postergarlas hasta que veamos cómo se desarrollan estas negociaciones”. Luego alargarán las negociaciones durante un par de años. Pienso que Obama hará exactamente lo mismo que Bill Clinton. La presidencia de Obama es un fracaso y él lo sabe. En su último año, Clinton intentó redimirse del escándalo Lewinsky y por eso en el último minuto presionó por un acuerdo en Camp David. De la misma manera, en el último minuto Obama ejercerá una presión auténtica para tratar de redimir ocho años desastrosos. Por lo tanto, durante el próximo par de años, por lo menos, no se verá ningún efecto de las directrices de la UE.

En el lado palestino, en las últimas semanas los grandes temas para llevar a las nuevas “negociaciones” han sido si las fronteras anteriores a 1967 serán el punto de referencia y si Israel liberará o no a cierta categoría de prisioneros políticos. Por lo tanto, ¿qué pasó con la demanda original de Abbas de una congelación de las colonias? Ahora se dice que Israel reducirá extraoficialmente la construcción de colonias en todas partes con excepción de los bloques principales, en los que construirá 1.000 nuevas unidades. Ha’aretz informa de que: “casi nunca ha habido un año en el que se construyeran más de 1.000 unidades de viviendas en las colonias bajo los auspicios del Gobierno”. De eso exactamente se trata, ¿verdad? Lo único que realmente interesa a Israel es retener esos bloques de colonias, por lo tanto se ha asegurado la aquiescencia palestina al respecto. A propósito, Ha’aretz también informa de que incluso los miembros “duros” del Likud han apoyado esta “congelación” de las colonias porque ciertamente solo quieren los bloques de colonias y no les importa mucho que haya una congelación en otros sitios.

Los negociadores de la AP insisten en que las fronteras de 1967 constituyen los términos de referencia, lo que es algo extraño, porque como recuerda Condoleezza Rice en sus memorias, ese ya era el punto de referencia de facto en las conversaciones de 2008 en Annapolis, que no llevaron a ninguna parte. El tema nunca ha sido si esos son los términos de referencia; el tema ha tenido que ver con la frase crítica “transferencias de tierras mutuamente acordadas” que da a Israel derecho a veto sobre la frontera final. Una vez que se dice “transferencias de tierras mutuamente acordadas”, se acabó. ¿Renunciará Israel a Ma’ale Adumim?

Usted mencionó que la AP depende tanto del apoyo estadounidense que básicamente obedece órdenes. ¿Pero entonces cómo pudo resistir durante tanto tiempo la presión de EE.UU. e Israel para reiniciar las conversaciones? ¿Qué cambió en las últimas semanas?

Estoy lejos de ser un experto en política palestina. Pero hablo con analistas que conocen la situación, como Rabbani. Siempre ha dicho que Abbas volvería a negociar. Era totalmente predecible. En un cierto nivel, no tenía otra alternativa: Obama lo llama y dice que está en juego el paquete de ayuda, ¿qué va a responder? Por lo tanto también hemos visto mucho teatro del lado palestino, con la intención de conseguir lo más que puedan, que en este caso parece que es una noria gigante y una montaña rusa para el parque de atracciones de las ONG en Ramala.

¿A eso se refiere el paquete de paz económica de Tony Blair?

Son sobornos económicos a cambio de mantener la “seguridad” mientras Israel continúa con el negocio serio de la anexión. Fueron, a propósito, los dos sombreros que llevaba puestos el ex primer ministro de la Autoridad Palestina, Salam Fayyad: estaba a cargo del desarrollo económico y estaba a cargo de la seguridad. Si los dirigentes palestinos quieren generosidad, tienen que pegar duro. Fayyad era responsable de la represión de Hamás, ese era el quid pro quo.

Dicen que Abas ha prometido someter cualquier acuerdo de las conversaciones a un referendo popular. Tal vez la amenaza de la inminente capitulación provoque la resistencia palestina.

Cualquiera que prediga estas cosas con algún grado de confianza es un charlatán. El boicot de los autobuses en Montgomery fue totalmente espontáneo, como las sentadas originales en Greensboro. Cuando Rosa Parks se negó a ceder su asiento, el plan de la NAACP era recurrir al sistema legal para conseguir un dictamen favorable de un tribunal. Lo que sucedió –un boicot popular masivo– fue espontáneo. Imagine a esa gente trabajadora, caminando al trabajo o yendo en coches compartidos durante un año. Un año levantándose de madrugada. ¿Quién podía pensar que encontrarían recursos morales en su interior para hacer ese tipo de sacrificio?

Por lo tanto nunca se pueden predecir esas cosas. Pero también hay que tener el cuidado de evitar predicciones en la otra dirección. Cuando hablaba de cambios en Medio Oriente durante el último par de años, siempre describí los eventos de Egipto y Turquía como irreversibles excepto en el caso de un golpe militar en Egipto, que –siempre agregaba– consideraba muy improbable. ¿Por qué improbable? Porque, ¿quién podía llegar a imaginar que habría un golpe militar con mandato popular en Egipto? No podía, ni en mis más locos pensamientos, predecir que la izquierda liberal secular en Egipto apoyaría un golpe militar. Fue horrendo. El acto inaugural de los golpistas en Egipto fue matar a tiros a docenas de fieles a las 3:30 a.m. durante las plegarias de la mañana. La izquierda liberal secular no dijo una palabra. Nada. ¿Quién podía imaginar eso hace un año?

De modo que la historia está llena de sorpresas en ambas direcciones. Los palestinos pueden haber llegado al punto en el que miren alrededor y digan “es lo mejor que podemos conseguir” e incluso aprobarlo en un referendo. No se puede predecir que no lo harán. Es posible.

Si la situación es tan calamitosa como usted la describe, hasta el punto de que corremos el riesgo de que nos impongan una derrota por medio de estas negociaciones, ¿no es hora de revisar radicalmente nuestra estrategia?

Sé que suena contradictorio, pero sigo siendo optimista. Pienso que todo está en su sitio para llegar a un acuerdo. Primero, la opinión pública internacional es más hostil que nunca hacia Israel, muchos comentaristas señalaron que uno de los motivos por los que la UE adoptó su reciente iniciativa contra las colonias es la hostilidad de la opinión pública europea a la ocupación israelí. Segundo, el derecho internacional sigue siendo un arma muy poderosa, a pesar de 45 años de desesperados esfuerzos israelíes para crear hechos irreversibles sobre el terreno, el consenso internacional se mantiene notablemente sólido. La UE no se ha retirado en absoluto respecto al problema del estatuto de Jerusalén Este. Es una derrota sorprendente para Israel y uno de los motivos por los que se muestra tan indignado.

Por lo tanto existe una hostilidad pública internacional a la ocupación israelí respaldada por un consenso legal internacional. ¿Qué falta? Un movimiento popular de los palestinos exigiendo que se cumpla la ley. Tenemos que ser sensatos al respecto y por lo tanto, en el espíritu de la sensatez, quisiera referirme al Movimiento por los Derechos Civiles en EE.UU.

El Movimiento por los Derechos Civiles enfrentaba un dilema familiar. Los negros del Sur estaban luchando por sus derechos contra una población blanca sureña criminal y recalcitrante. El Movimiento por los Derechos Civiles experimentó diferentes estrategias “gandhianas”. Cuando Martin Luther King inició su acción, adoptó un enfoque gandhiano convencional: tratar de “ablandar los corazones” de los opresores. Más adelante King, al darse cuenta de que no había ninguna posibilidad de ablandar los corazones de los racistas blancos del Sur, adoptó una estrategia gandhiana diferente. Hizo que los activistas por los Derechos Civiles enfrentaran la represión en el Sur, arriesgando sus vidas y exponiéndose a golpizas al hacerlo, para mostrar a la comunidad nacional en general lo brutal y represivo que era el Sur blanco en su determinación de negar los derechos a los negros.

Había un sheriff en Albany, Georgia, llamado Laurie Pritchett. Era un personaje astuto: cuando los afroestadounidenses protestaban los arrestaba tranquilamente. No había titulares y el Movimiento por los Derechos Civiles se veía como un fracaso. Así que los dirigentes por los Derechos Civiles escogieron en su lugar a sheriffs con la reputación de muy brutales: Eugene 'Bull' Connor en Birmingham, Alabama y Jim Clark en Selma, Alabama. Sabían que esos sujetos utilizarían mangueras, caballos y perros. Entonces habría escenas de inocentes manifestantes por sus derechos básicos según la Constitución de EE.UU. cruelmente reprimidos por blancos asesinos que lograrían inmensos titulares que llevarían a la gente en otros sitios del país a indignarse y también avergonzarían a EE.UU. en el exterior.

El mismo principio se aplica al caso de los territorios palestinos ocupados. En el caso de los israelíes, no cuesta encontrar a un Eugene 'Bull' Connor. Es la naturaleza de una potencia ocupante. Si los palestinos enfrentan a la ocupación de modo no violento y en masa –las manifestaciones deben ser masivas y organizadas a escala nacional– tendremos fotografías y titulares equivalentes: las golpizas, los arrestos, la tortura y los asesinatos. Si eso se muestra a plena luz del día en el contexto de una opinión internacional que ya es hostil, la comunidad internacional se movilizará, como sucedió en EE.UU.: en 1965 se aprobó la Ley de Derecho a Voto y los afroestadounidenses ganaron concretamente, en vez de solo en teoría, el derecho a voto.

La gran variable son los propios palestinos. Ahora mismo están deprimidos y abatidos, pero eso puede cambiar. Por lo tanto sigo teniendo esperanzas.

Como subraya Rabbani es posible resolver el conflicto, pero tiene que ser ahora. Es urgente. Porque, como señala, el derecho internacional es dinámico y fluido, cambia para ajustarse a las realidades políticas. Por eso la resolución 242 de 1967 de la ONU se basó en las fronteras del armisticio de 1949 en lugar de las propuestas en la Resolución 181. Se ajustó a una realidad cambiada. Lo mismo ha ocurrido con la cuestión de los refugiados palestinos: el consenso legal solía ser la Resolución 194, ahora es “una solución justa basada en la Resolución 194”. Hasta ahora, la UE y la comunidad internacional se han mantenido firmes respecto a las fronteras de 1967. Pero pueden cambiar de opinión. Pueden ajustarse a la nueva realidad. Por lo tanto el momento es ahora: o lo hacemos ahora, o en la próxima vuelta la ley puede haberse diluido.  

Jamie Stern-Weiner es coeditor de New Left Project.

Fuente original: New Left Project