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sábado, 23 de noviembre de 2013

Porqué luchamos por la paz - Why We Struggle For Peace

18 years after the assassination of Prime Minister Rabin, Peace Now continues the fight for peace.
Peace Now is proud to present our new short video-clip telling why we continue the struggle for peace.
If you, too, believe that there can be a better future for Israel - Palestine

martes, 12 de noviembre de 2013

¿Seguirá existiendo Israel dentro de 90 años? - Uri Avnery


Conjeturas sobre el futuro de Israel, de Oriente Medio y del mundo


zope.gush-shalom.org

Traducido para Rebelión por LB.

Dentro de 90 años

Con motivo de mi 90 cumpleaños un panel de eminentes historiadores se reunió en el pabellón Tsavta de Tel Aviv para debatir sobre la siguiente cuestión: "¿Seguirá existiendo Israel dentro de 90 años?" Sigue a continuación una versión ligeramente abreviada de mi intervención. Un video completo del debate con traducción al inglés saldrá a la luz tan pronto como sea posible.¿Seguirá Israel existiendo dentro de 90 años? La propia pregunta es típicamente israelí. Nadie se tomaría en serio una pregunta similar en Inglaterra o en Alemania, ni siquiera en otros Estados surgidos de la inmigración como Australia o EEUU.
Sin embargo, aquí la gente habla sin cesar de los "peligros existenciales". Un Estado palestino es un peligro existencial. La bomba iraní es un peligro existencial. ¿Por qué? Los iraníes tendrán su bomba, nosotros tenemos la nuestra y habrá un "equilibrio del terror". ¿Entonces?
Hay algo en nuestro carácter nacional que fomenta la duda, la incertidumbre. ¿Será el Holocausto? ¿Será quizás un sentimiento inconsciente de culpa? ¿Será consecuencia de la guerra eterna, o incluso causa de ella?
Permítanme decirlo claramente desde el principio: sí, creo que Israel seguirá existiendo dentro de 90 años. La pregunta es: ¿qué tipo de Israel? ¿Será un país del que sus tatara-tatara-tatara-nietos/as estarán orgullosos? ¿Será un Estado en el que querrán vivir?
El día en que se fundó el Estado de Israel yo tenía 24 años. Mis compañeros y yo, soldados de nuestro nuevo ejército, no creíamos que el acontecimiento fuera muy importante. Nos estábamos preparando para la batalla que iba a tener lugar esa noche y los discursos de los políticos de Tel-Aviv realmente no nos interesaban. Sabíamos que si ganábamos la guerra habría un Estado y que si no la ganábamos no habría ni un Estado ni nosotros.
No soy una persona nostálgica. No siento nostalgia por el Israel anterior a (la guerra de) 1967, como la que han expresado algunos de mis colegas. También entonces se hicieron muchas cosas mal. Se expropiaron enormes cantidades de bienes árabes. Pero no miremos atrás. Miremos a Israel tal como es ahora y preguntémonos: ¿hacia dónde vamos?
Si Israel continúa su marcha en la dirección actual nos espera una catástrofe.
La primera etapa será el apartheid. El apartheid ya existe en los territorios ocupados y se extenderá a Israel propiamente dicho. El descenso a los abismos no será dramático o súbito. Será gradual, casi imperceptible.
Poco a poco aumentará la presión sobre Israel. La demografía hará su trabajo. En algún momento antes de que transcurran esos 90 años Israel se verá obligado a conceder derechos civiles a los palestinos. Entonces habrá una mayoría árabe e Israel será un Estado de mayoría árabe.
A algunas personas eso puede agradarles, pero significará el fin del sueño sionista. El sionismo se convertirá en un episodio histórico. Este Estado será otro país más en el que los judíos –los que se queden– vivirán como una minoría.
Hay quienes dicen: "Simplemente no hay solución". Si eso es así, mejor que comencemos a conseguir pasaportes extranjeros desde ahora mismo.
Algunos sueñan con la denominada "solución de un solo Estado". Bueno, durante los últimos cincuenta años se han desintegrado muchos Estados en los que habían vivido juntas naciones diversas. Una lista parcial: Unión Soviética, Chipre, Yugoslavia, Serbia, Checoslovaquia, Sudán. No ha habido ni un solo caso de dos naciones que se hayan unido libremente para formar un Estado. Ni uno solo.
No temo ninguna amenaza militar. Por ese lado no existe ningún peligro real. Al día de hoy ningún país que posea armamento nuclear puede ser destruido por la fuerza. Somos perfectamente capaces de defendernos.
Más bien temo los riesgos internos: la implosión de nuestros estándares intelectuales, la proliferación de un stablishment ortodoxo parasitario y, sobre todo, la emigración. En todo el mundo la gente es cada vez más móvil. Las familias se dispersan. El sionismo es una calle de dos vías. Si uno puede ser un buen judío viviendo en Los Ángeles o en Tel Aviv, ¿por qué quedarse aquí?
El vínculo entre Israel y los judíos del mundo se debilitará. Eso es natural. Somos una nación nueva, arraigada en este país. Ese es el objetivo real. Nuestras relaciones con la diáspora serán como las que existen, por ejemplo, entre Australia e Inglaterra.
Quiero plantear una cuestión básica: ¿sobrevivirá el nacionalismo en sí?
¿Será suplantado por nuevas ideologías y formas colectivas de organización?
Creo que el nacionalismo seguirá existiendo. En el siglo pasado ningún poder ha conseguido superarlo. La Unión Soviética internacionalista colapsó sin dejar tras de sí nada salvo un nacionalismo racista rampante. El comunismo solo tuvo éxito cuando se subió al carro del nacionalismo, como en Vietnam y China. La religión solo tuvo éxito cuando se vistió con los ropajes del nacionalismo, como en Irán.
¿Dónde radica el poder del nacionalismo? Parece que el ser humano necesita un sentido de pertenencia, formar parte de una determinada cultura, una tradición, tener unos recuerdos históricos (reales o inventados), una patria, un idioma.
Plantearé la pregunta de otra forma: ¿sobrevivirá el Estado-nación?
De facto, el Estado-nación es un anacronismo. Se formó durante los últimos tres siglos debido a que la necesidad económica de un mercado doméstico grande, la necesidad militar de un ejército adecuado y así sucesivamente demandaba la existencia de un Estado del tamaño de, digamos, Francia. Sin embargo, ahora casi todas esas funciones han sido asumidas por bloques regionales como la Unión Europea.
Ésa es la razón de un fenómeno curioso: mientras que los Estados-nación se integran en unidades mayores, ellos mismos se están dividiendo en unidades más pequeñas. Escoceses, corsos, flamencos, catalanes, vascos, chechenos, francocanadienses y muchos más persiguen su propia independencia.
¿Por qué? Un escocés cree que una Escocia independiente puede adherirse a la UE y cosechar todos los beneficios sin tener que sufrir el esnobismo inglés. El nacionalismo pequeño desbanca al nacionalismo más grande.
Así pues, ¿dónde estaremos dentro de 90 años, a principios del siglo XXII?
El año en que nací, 1923, un noble austríaco llamado conde Nikolaus Coudenhove-Kalergi reclamó un movimiento paneuropeo para crear los Estados Unidos de Europa. En aquel momento, recién finalizada la Primera Guerra Mundial y pocos años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, aquello sonaba a utopía de orate. Ahora la Unión Europea es una realidad.
En estos momentos los Estados Unidos del Mundo parecen una utopía descabellada. Pero no habrá manera de eludir alguna forma de gobierno mundial. La economía global lo necesita para poder funcionar. Las comunicaciones globales lo hacen posible. El espionaje global ya está aquí. Sólo una autoridad mundial eficaz será capaz de salvar nuestro sufrido planeta, poner fin a las guerras y a las guerras civiles, a las epidemias globales y al hambre.
¿Puede ser democrática la gobernanza mundial? Así lo espero. Las comunicaciones mundiales lo hacen factible. Los descendientes de ustedes votarán a un parlamento mundial.
¿El Estado-nación seguirá existiendo en ese nuevo mundo? Sí, lo hará. Igual que muchos Estados-nación siguen existiendo en la Europa de hoy: cada uno con su bandera, su himno, su equipo de fútbol y ​​ su administración local.
Esta es, pues, mi visión optimista: Israel, el Estado-nación del pueblo israelí, en estrecha alianza con el Estado-nación del pueblo palestino, será miembro de una unión regional que incluirá a los Estados árabes y, espero, a Turquía e Irán, como miembro orgulloso de los Estados Unidos del Mundo.
Un Estado democrático, liberal y laico en el que vuestros descendientes proclamarán con orgullo: "¡Soy israelí"


Fuente. http://zope.gush-shalom.org/home/en/channels/avnery/1383310431/

lunes, 29 de julio de 2013

El testimonio de Jorge García Granados, de la comisión de la ONU

El establecimiento de Israel en Palestina. 1948
Un momento crucial en el conflicto palestino-israelí gira alrededor del fin de la guerra mundial en que el nazismo se ensañó particularmente con los judíos, y la recién creada ONU “hereda el problema palestino” de la Sociedad de las Naciones que le había cedido, −mediante un acuerdo entre bambalinas suscrito por Francia e Inglaterra− ese territorio a Inglaterra. Para entonces, en 1947, la presión sionista sobre la armadura colonial británica era insoportable (y la presión sobre la sociedad árabe también, pero venía de mucho antes, arrebatando tierras y funciones).
De esa época proviene el informe de Jorge García Granados Así nació Israel, sobre la labor de la comisión de la ONU para dilucidar la situación en Palestina. Representante guatemalteco del muy reciente gobierno de Juan Arévalo (elegido en 1944) tras salir el país de la noche dictatorial de Francisco Ubico, para algunos historiadores, la peor de las abundantes dictaduras americanas del siglo XX.
Para revelar la mentalidad del autor en que nos vamos introduciendo, veamos como describe el mismo García Granados (en adelante JGG) la “entrada” y “salida” de Ubico: “En 1931 el general Ubico fue elegido presidente de Guatemala bajo los auspicios del Sheldon Whitehouse, ministro de EE.UU. en nuestro país. Fue éste unos de los últimos [sic] ejemplos de intervención abierta del Dpto. de Estado de EE.UU. en los asuntos de Latinoamérica, sistema abandonado[sic] cuando Franklin D. Roosevelt inició su política de Buena Vecindad.” Nos habría gustado conocer la opinión de JGG cuando apenas pocos años después, en 1954, la cruzada de Carlos Castillo Armas, una mezcla de paramilitar y grupo de tareas enviado por EE.UU. arrasara con toda la sociedad guatemalteca.
La lectura del libro de JGG es muy ilustrativa: constituye una radiografía, a nuestros ojos, ya entrados al siglo XXI, de cómo y qué se veía de las fuerzas en pugna, de las corrientes presentes entonces, de las ideas-fuerza patentes o latentes, o mejor dicho que eran latentes entonces y se han patentizado tanto después.
Tal vez el divorcio más patente entre la realidad entonces ya muy presente y la percepción que al parecer dominó sin excepciones a la comisión de la ONU designada para atender (y “resolver”) la cuestión palestino-israelí, [1]constituida por delegados de once estados miembros de la ONU (con una sobrerrepresentación de americanos y europeos en desmedro de africanos, asiáticos y del mundo árabe), sea la falta total de percepción de la diferencia conceptual entre sionismo y judería o judeidad. O judaísmo.
Se puede entender que esta comisión no haya percibido tres entidades hoy en día, siglo XXI, claramente diferenciables como la condición de judío, la de israelí y la de sionista (con todas las diferencias y tonalidades que puedan entreverse en el seno mismo de tales denominaciones y conceptos). Pero lo que llama la atención es que a mediados del s. XX una comisión dedicada a tiempo completo al abordaje de la cuestión palestina no tenga ni siquiera dos renglones para diferenciar, conceptualmente, sionismo y judeidad.
Diferencia que se venía acentuando desde el mismísimo siglo XIX.
Puede haber un atenuante en la circunstancia histórica en que le tocó actuar a esta comisión: inmediatamente después de la persecución atroz y asesina que el nazismo había encarado contra los judíos (junto con tantos otros sectores o comunidades humanas que no se incluían en el pesadillesco sueño “socialista nacional” de Hitler y sus seguidores). Los judíos europeos sobrevivientes eran primordialmente víctimas o víctimas potenciales de los planes nazis.
Ello podría haber llevado a algunos a atender primordialmente el apoyo a las víctimas. Pero hay dos aspectos que desmienten esta visión primaria y elemental. 1º.) que la ONU no nombró comisión alguna para atender a las víctimas eslavas o a los gitanos, o a los homosexuales o a los comunistas o a los anarquistas, todos ellos asimismo perseguidos por el nazismo. Y 2º.) –lo veremos más adelante− que el acento de la acción no estuvo en la atención a las víctimas.
¿Cuál fue entonces, la actividad principal que deberá atender esta comisión? A mi modo de ver, el proyecto sionista de ocupación de “sus” tierras bíblicas. Usando la Biblia como certificado notarial de propiedad. El sionismo tomó bajo su responsabilidad llevar adelante esa presunta entrega inmobiliaria que “su” dios le habría hecho a su pueblo elegido –el judío– y a partir de ese “mandato”, ir adueñándose de esa tierra. Como la cesión inmobiliaria desde lo celestial no resultaba muy nítida o concreta, fueron sionistas los que organizaron compras de tierra, para ir acumulando un fondo nacional de tierras judío. El expediente inicial fue bastante sencillo: como en casi todo el mundo, los campesinos propiamente dichos no tenían títulos pertenecientes al mundo jurídico. Apenas contaban con tenencias “de hecho”, a veces centenarias. Como sucede en los cinco continentes. Sin embargo, el mundo jurídico, en este caso el universo colonial (turco primero, inglés después) contaba con los títulos de propiedad correspondientes alojados en catastros y carpetas correspondientes a “los ricos”.
Los sionistas, que contaban con fondos limitados pero abundantes, a menudo provistos por banqueros judíos pro-sionistas, se apersonaban ante las respectivas autoridades y procuraban “cerrar” negocio con el propietario legal, generalmente ausente, que sin problema entregaba tierras que no usaba y a veces ni conocía, y se embolsaba unas cuantas libras esterlinas, que mejoraban sin duda su disponibilidad.
Quedaba “el detalle” de los campesinos que efectivamente labraban la tierra y extraían de ella su sustento. Para eso, los sionistas, a veces de orientación “socialista y de izquierda”, contaban con la labor de limpieza de la policía turca en un primer momento y luego de 1917, de la inglesa, que procedían a despejar el terreno recién vendido, expulsando a sus campesinos ancestrales.
Éste fue el primer mecanismo mediante el cual el sionismo y su Administración Nacional de Tierras fue creando su fondo, para luego ir emplazando sus kibutzim y sus moshavim. De más está decir, que con el tiempo, este sistema de obtención sionista de tierras (por más apoyo o respaldo divino que invocara) fue levantando resistencia en las poblaciones despojadas.

La comisión de la ONU… ¿o de EE.UU.?
Nos parece importante una precisión geopolítica previa, que nos ubique entonces: estamos hablando del corto período de absoluto dominio estadounidense en el mundo entero; el segundo quinquenio de los ’40, cuando ya no tenían peso los imperios de otrora; Japón, Alemania, destrozados, y los del Reino Unido y Francia exhaustos. Y la URSS iniciará su papel de contrapotencia a principios de los ’50 con su bomba de hidrógeno equiparable a la de los norteamericanos… quebrando ese corto unicato estadounidense… (que EE.UU. retomará precisamente a fines de los ’80, con el colapso soviético).
No es de extrañar entonces que la comisión estuviera manifiestamente atenta a los comportamientos de las autoridades de EE.UU. Dentro de la ONU, era evidente su peso decisivo y principal.
La comisión con una composición casi euroamericana no tuvo ojos para situarse históricamente. Actuaba ante la comunidad judía y el universo árabe como si su historia hubiese comenzado en la década del ’40 (con “la solución final” de los nazis y la participación pro-Eje del muftí jerosomilitano [juez supremo] Sayyed Husseini. [2]
Repasando la integración de la comisión pro-Palestina, podría uno tender a ver diversidad en su composición. Aunque nueve de las once representaciones son americanas y europeas, podríamos destacar las muy marcadas excepciones de India e Irán, estados que conocemos hoy como de considerable peso… pero tenemos que situarnos históricamente. En 1947, la India acababa de concretar su independencia, meses antes, del British Empire, y de sufrir una división política decidida desde los mandantes coloniales entre lo hindú y lo musulmán (India y Pakistán, respectivamente: una división que se iba a revelar insuficiente e imprecisa, como el conflicto, todavía presente, de Cachemira, lo visualiza).
Irán, por su parte, había ido sufriendo recortes territoriales a favor de nuevas entidades políticas o coloniales (como el actual Irak), quedando virtualmente ocupado durante la segunda guerra mundial por rusos e ingleses, para asegurarse la neutralidad de “Persia”. La dinastía Pahlevi (instaurada en 1925) recupera al fin de la segunda guerra mundial el gobierno, que se irá haciendo temblequeante a partir de 1949, por la lucha popular para retener el petróleo como bien propio contra la Anglo-Iranian Oil Co. El gobierno iraní que designara a los enviados a esta comisión será el que cederá ante la enorme popularidad de Mohammed Mossadegh, ministro nacionalista, que finalmente pondrá en fuga al Sha, un occidentalista “modernizador”. Ante el empuje nacionalista de la población, el gobierno de EE.UU. desplegará apenas seis años más tarde −1953− un golpe de estado en toda la regla a cargo de tropas propias que repondrán al sha títere y suprimirá el gabinete nacionalista de Mossadegh quien deberá hacer abjuración pública de sus convicciones.
Podríamos decir que la comisión especial de la ONU para Palestina, que creíamos integrada por europeos, americanos (y no americans), asiáticos y oceánicos, plural aunque sin africanos, ofrece una diversidad más aparente que real… porque reconocemos la presencia o la influencia de EE.UU. en poco menos que todas las representaciones “nacionales”…

Lo que se manifiesta por su ausencia
La “prueba del nueve” de esta presencia subyacente es precisamente su ausencia manifiesta. Si es sorprendente recorrer las más de trescientas páginas del libro de GCC sin encontrar ni una sola distinción conceptual entre lo sionista y lo judío, inclinándose cada vez más acentuadamente por el advenimiento de una sociedad judía, en rigor sionista (y el estado consiguiente), hay otra ausencia, similar, pero todavía más pesante: a lo largo de todo el libro no hay una línea referida al Biltmore Program, la conferencia sionista internacional de 1942, habida en Nueva York, con representantes de casi una veintena de países, y que es el encuentro que establecerá “la línea” de acción del sionismo (todavía vigente hoy), que desechará como actividad principal la del rescate ante las atroces persecuciones que se vivían en los países en guerra ¡en esos mismos momentos! y pondrá el acento en la conquista, colonización y entronizamiento de una entidad, un estado sionista en Palestina.
Reparemos que estamos en mayo de 1942, cuando todavía los “analistas” atribuían a los nazis favoritismo en la contienda (algo totalmente insensato, puesto que la relación material entre el Eje comandado por los nazis y “Los Aliados” era de uno a seis), además de que los nazis se habían introducido en el pantanal ruso-soviético y que EE.UU. acababa de ingresar a la guerra, aliándose a Los Aliados. Era el momento también en que la máquina de muerte y exterminio de “La solución final” nazi acababa de ponerse a toda marcha…
Todavía en 1942 había estimaciones, que se iban a revelar miopes, de que los judíos podían ser perseguidos por los nazis afectando a una cuarta parte de sus poblaciones (la posguerra revelará que en algunos países el extermino fue muchísimo mayor…. en Letonia, donde se considera que hubo el mayor, quedarán, según algunos investigadores, apenas 215 judíos sobrevivientes). [3]
El congreso sionista de Biltmore fue decisivo en muchísimos aspectos porque la política sionista tomó un nuevo giro e impulso: por lo pronto, la cúpula sionista abandonó la protección británica que venía al menos desde 1917 (en rigor, desde sus propios orígenes, a fines del s. XIX) y decidió hacerse de un nuevo protector; con mucha perspicacia los sionistas reunidos en Nueva York avizoraron en EE.UU. al nuevo “patrón de la vereda” y esto se observa hasta en el lenguaje de las deliberaciones, en que se invoca “su devoción inequívoca a la causa de la libertad democrática y la justicia internacional”, integrar “la estructura de un nuevo mundo democrático”… ¿cuántas veces vamos a escuchar desde 1945 en adelante ese lenguaje, esos adjetivos, como “el santo y seña” del “mundo libre”?
En Biltmore, hubo, empero, debates. Incluso entre sionistas, y probablemente por la presencia de judíos no sionistas, surgieron voces que procuraron anteponer la solidaridad concreta encarnada en una política de rescate de los perseguidos entonces antes que en la edificación del estado “judío”. Absolutamente en minoría, tales participantes se vieron forzados a abandonar el encuentro.
Construir el estado. En terreno ajeno, pero bíblicamente “propio”. Y cambiar de padrino. Algo que se expresará en el cambio de “referentes” para el movimiento sionista mundial, del probritánico Chaim Weizmann al pro-yanqui David Ben Gurion…
Esto es lo que no aparece en todo el trabajo de JGG. Ni una palabra. Ya no del alcance verdadero de las designaciones de los miembros de la comisión ni del sentido geopolítico de sus posiciones, sino de la existencia misma de un congreso fundante como el de Biltmore. Es tanta ausencia la que revela su importancia, precisamente.

El eurocentrismo que no se ve a sí mismo
Los comisionados ruedan por el territorio violentado de Palestina. Y tienen ojos para ver las “tecno-maravillas” que la inmigración europea, con fondos más que considerables, ha hecho aquí y allá. Los ojos “europeos” se solazan con las imágenes europeas en la “bárbara Asia”, como dijera alguna vez Theodor Herzl…
JGG, guatemalteco, no se identificaba con la rancia oligarquía criolla y despótica sino con el progresismo latinoamericanista de Juan Arévalo, bueno es recordarlo.
En un pasaje de su obra, JGG se plantea la cuestión de los derechos a la tierra palestina. Y afirma: “Los árabes sostenían que Palestina fue cedida a la parte interesada: la población del país, para ellos. Pero el artículo 1 del Tratado de Lausana establecía la renuncia de los turcos a todos sus derechos. No existe ninguna referencia que sugiera la cesión a favor de los habitantes ni en parte alguna se establece que ellos son la parte interesada ni se especifica tampoco quién es la parte interesada. Si buscamos una interpretación en los principios generales del derecho internacional, nos hallamos con que sólo los estados soberanos pueden ser sujetos en el derecho internacional. Los individuos y los pueblos que no gozan del estatuto legal de gobierno soberano solo pueden ser objetos del derecho internacional […].
A mi modo de ver era inconcebible que en el caso de Palestina pudiera aceptarse la interpretación propuesta por los estados árabes. Todos los otros territorios que habían pertenecido a Turquía, y a los cuales se refiere el Tratado de Lausana, fueron repartidos entre los vencedores sin consultar a los respectivos pueblos.”
Se ve claramente la mirada latinoamericana de JGG. Lo que ve y reconoce como lo obvio, es lo que ha hecho el asentamiento hispano (y el luso y el anglo…) en Abya Yala / América: disponer de fronteras y crear entidades estatales con total prescindencia de la preexistencia de reinos, límites y pueblos. Por eso los mapuches fueron repartidos entre Argentina y Chile, los aymaras y los quechuas, ellos mismos entrelazados territorialmente, fueron a su vez fragmentados entre Bolivia, Perú, Argentina, y así sucesivamente.
La pregunta que podríamos hacernos a la luz de toda la peripecia del asentamiento sionista en Palestina y el inmisericorde comportamiento del Estado de Israel contra los natives, es si no era acaso más sensato y actual el reclamo de “los estados árabes” por consultar a la población “originaria”, es decir, milenariamente establecida en el país. Y más democrático…
El antiimperialismo de JGG como el de tantos progresistas latinoamericanos del s. XX, pasaba por el rechazo al colonialismo británico, aunque no alcanzaban a divisar imperialismo alguno en la política de Buena Vecindad, por ejemplo. Por ello juzga JGG la decisión británica de El Libro Blanco [de 1939], que intentaba frenar la “invasión” sionista a Palestina, como lo que “derribó la ‘piedra angular de la cooperación’ entre los judíos y el gobierno [británico]”.
JGG nos está explicitando la fuerte connivencia entre los británicos y los sionistas… hasta 1939. Sabía de qué hablaba.
Aunque en todo su alegato tampoco figura lo que muchos consideran la primera intifada, un levantamiento civil palestino, una suerte de huelga con disturbios callejeros y violencia que constituye un vastísimo rechazo, terminante, al despojo de su país por parte del sionismo, un estado cuasiinsurreccional, que duró desde 1936 hasta 1939 y que terminó mediante una represión brutal y despiadada de británicos y sionistas sobre palestinos (la violencia funcionó por carriles muy claros, preestablecidos: árabes mataban británicos, árabes mataban judíos, judíos mataban árabes, británicos mataban árabes, judíos y británicos jamás se tocaron un pelo; al contrario. No sólo judíos sionistas actuaban dentro de las fuerzas militares británicas para ahogar la resistencia sino que los servicios de seguridad secretos sionistas −el embrión del actual MOSSAD− y los respectivos servicios británicos coordinaron sus acciones represivas para ahogar en sangre la rebelión. Actuaban de consuno contra “el populacho”, contra The Great Beast, como designaban los Padres Fundadores de EE.UU. a la población cualquiera… [4]
El Libro Blanco derriba esa alianza, verdaderamente colonialista, tan vigente hasta prácticamente entonces… al sionismo ya no le interesa un protector gastado y con ideas propias sobre cómo asentar un Hogar Judío en Palestina, porque se siente con fuerzas suficientes para organizarse e instalarse por sí mismo y en todo caso elegir (y de algún modo, configurar) padrino.
Los nazis le brindarán, por las vueltas de la historia, un enorme empujón al sionismo, brindando mano de obra al nuevo emprendimiento. Porque el sionismo y los acuerdos del Biltmore Program no aceptaron poner el rescate como acción principal de las organizaciones sionistas pero sí, organizarán la recepción de jóvenes judíos que serán más fácilmente adaptables al proyecto, al provenir del mundo de miseria y persecución que se había descargado sobre las comunidades judías europeo-orientales.
Salvo excepciones como Israel Shahak [5] que adolescente se embarca huyendo de Europa hacia Israel y que −confiesa− que ya antes de desembarcar había roto con el sionismo al ver el estilo militar y verticalista con que la dirección sionista acarreaba judíos, el sionismo cosechará una enorme masa de maniobra, fuerza de trabajo e intelectuales orgánicos de entre los sufridos jóvenes judíos europeos desarraigados por la guerra y el nazismo.
Los polvos que sembrara la Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina serán los lodos del presente. Aquella ceguera o subalternización de los derechos de los habitantes históricos, de los seres humanos concretos que vivían la tierra palestina, permitió un nuevo experimento colonialista y racista cuando ya los últimos bastiones estructurados sobre semejantes principios estaban despeñándose en el mundo entero.
David Ben Gurion defenderá tanto la construcción ideológica de la estructura sionista y el estado correspondiente que llegará a sostener que más vale salvar un 50% de jóvenes que estén en condiciones de construir el Estado de Israel y no un 100% de judíos en estado de necesidad. El sionismo revela con tales “cuentas” que no es un humanismo. Y lo vemos día a día por cómo tratan a los natives. Hay un desprecio muy marcado que se permiten quienes se sienten investidos de algo superior, sea la raza, el mandato de un dios o una tarea que trasciende a los seres concretos con que uno “tropieza”…
El trabajo de JGG será editado en Buenos Aires por la Biblioteca Oriente. Llamativamente, se trata de una “traducción directa del inglés”. Un peculiar puente idiomático para quien, como Jorge García Granados, tiene el castellano como idioma materno.
Quede para otra oportunidad el análisis más circunstanciado de las expectativas y afirmaciones presuntamente objetivas, con sus aciertos y múltiples equivocaciones.

Notas
[1] La comisión designada, “Comisión Especial de las Naciones Unidas para Palestina”, con mandato para su tarea entre el 13 de mayo de 1947 y el 14 de mayo de 1948, estuvo compuesta por delegaciones nacionales (titulares, suplentes y asesores) de: Australia, Canadá, Checoeslovaquia, Guatemala, Holanda, India, Irán, Perú, Suecia, Uruguay y Yugoeslavia.
[2] Es muy interesante advertir como en toda historia sobre lo palestino, durante la II Guerra Mundial aparece tan a menudo la simpatía de este religioso palestino por los nazis. Bueno es recordar que dicho muftí parece haberse dejado llevar por la muy habitual costumbre de considerar amigos a los enemigos de mis enemigos. Falaz situación, si las hay. El muftí, empeñado en una lucha anticolonial, se dejó seducir por el enfrentamiento que llevaba adelante la Alemania nazi con la “pérfida Albion”.
Sin embargo, es muy inhabitual tomar en cuenta “los amoríos” ideológicos vividos por el sionismo con el nazismo, en la etapa temprana de este último (durante buena parte de la década del ’30). Estas coincidencias se pretendían de mayor raigambre ideológica que la mera táctica de hacerse amigo del enemigo de mi enemigo, puesto que los sionistas procuraron persuadir a la dirección nazi que albergaban similares expectativas, la de vivir separados y para sí, tanto de arios como de judíos (durante el período en que el nazismo preconizaba la separación de pueblos y que llegó hasta la guetizacion…). Estos contactos tuvieron tanta importancia como para que Adolf Eichmann, por ejemplo, se dedicara a aprender hebreo…
[3] Se estima en decenas de miles los judíos en Letonia entonces, pero otras estadísticas dan como sobrevivientes unos 20 000. Ambos guarismos revelan el exterminio, aunque los porcentajes son tan diferentes.
[4] Noam Chomsky, “Imperial Presidency: Strategies to control the Great Beast”, , 9 feb. 2005. En castellano “Presidencia imperial: estrategias para el control de la ‘Gran Bestia’”, futuros, no 9, Río de la Plata, invierno 2005.
[5] “Israel armó las dictaduras de América Latina” en El Estado de Israel armó las dictaduras en América Latina, Editorial Canaán, Buenos Aires, 2007.

Vuelven las negociaciones entre Palestina e Israel

Vuelven las negociaciones entre Palestina e Israel
Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, esta semana se reanudarán después de tres años las conversaciones de paz entre palestinos e israelíes. La promesa de liberación de 104 presos palestinos habría destrabado la negociación.

El 19 de julio durante su visita a Jordania, el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, anunció que Israel y Palestina reanudarían los diálogos de paz. Las negociaciones directas entre ambas partes están totalmente interrumpidas desde septiembre de 2010, luego que Israel decidiera reanudar la construcción de asentamientos en territorios palestinos.
Un comunicado el Departamento de Estado estadounidense señaló que "el secretario de Estado John Kerry habló con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, y con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y les invitó a enviar a sus equipos negociadores para retomar formalmente las negociaciones directas” en Washington. El texto continúa diciendo: “Las primeras reuniones están previstas para la tarde del lunes 29 de julio y el martes 30 de julio”.
En ese marco el Gabinete de ministros de Israel aprobó la decisión del primer ministro, Benjamín Netanyahu, de liberar a 104 prisioneros palestinos que permanecen bajo custodia por más de 20 años, con el fin de facilitar el diálogo entre las dos partes. La liberación de los presos, condenados por cargos de terrorismo y participación en el homicidio de israelíes, es una de las condiciones demandadas por Palestina para la reanudación de las conversaciones directas.
Además, los palestinos plantean que se termine con la construcción de asentamientos en sus territorios y se negocie la paz sobre la base de las fronteras previas a la ocupación israelí de 1967. Es decir que la Autoridad Nacional Palestina reclama, como mínimo, los territorios que se le asignaron en el marco de los acuerdos de Oslo de 1993 que incluyen Cisjordania y la Franja de Gaza.
Respecto a la liberación de los presos Netanyahu sostuvo en un comunicado que acordó “la liberación de 104 palestinos, pero será posible después del inicio de las negociaciones y solo a condición de que se garantice la seguridad de los ciudadanos israelíes y de nuestros intereses nacionales vitales”.
Esta decisión, sin embargo, recibió el rechazo del partido nacionalista israelí Bayit Yehudi. El líder de la organización y ministro de Economía del gabinete de Netanyahu, Naftali Bennett, afirmó recientemente que “los terroristas merecen ser asesinados y no puestos en libertad”.
De la vereda de enfrente el jefe negociador palestino, Saeb Erekat, celebró la decisión del gobierno israelí, pero remarcó la demora por parte de Israel respecto a este tema. “Damos la bienvenida a esta decisión 14 años más tarde”, señaló en un comunicado de prensa.
Erekat se refirió así al memorando firmado en Sharm El Sheik, Egipto, el 4 de septiembre de 1999 por los entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, y líder palestino, Yaser Arafat, en el que se acordó la liberación en etapas de todos los presos detenidos antes de mayo de 1994. El acuerdo establecía que 350 presos serían liberados en cada etapa, pero sólo se cumplió la primera, ese mismo año.
Si hay acuerdo, hay referéndum y si hay negociación, hay protestas
Además de la liberación de los presos, el gabinete israelí resolvió este domingo que cualquier acuerdo de paz con los palestinos será sometido a referendo popular. Para que esta resolución quede firme todavía debe pasar por el Parlamento pero se estima que será aprobada.
El anuncio señala que es importante que en decisiones históricas de esa magnitud “todos los ciudadanos deben votar de manera directa”.
Mientras estas noticias salían a la luz en Ramallah, Cisjordania, cientos de personas chocaron con la policía durante protestas contra el reinicio de las negociaciones. Durante la manifestación, convocada por el Frente Popular para la Liberación de Palestina, varias personas resultaron heridas cuando la policía les impidió llegar a la Mukata, la sede del gobierno palestino.
Por su parte en Jerusalén, miembros de entidades de extrema derecha organizaron una concentración frente a la sede del gobierno israelí en protesta contra la excarcelación de los presos palestinos.

lunes, 22 de julio de 2013

Israel y Egipto, una alianza forjada en Washington


La estabilidad con Israel es una de las prioridades del Ejército egipcio desde que éste recibe ayuda económica de EE.UU

eldiario.es

La gestión de la 'seguridad' en el Sinaí, fronterizo con Gaza e Israel, fue causa de importantes tensiones entre Morsi y los generales egipcios. Tras la caída de Morsi EE.UU ha impulsado nuevas conversaciones 'de paz' entre israelíes y palestinos.
EEUU entrega anualmente 3.000 millones de dólares al Ejército de Israel y 1.300 millones al Ejército egipcio. Son la primera y segunda mayor ayuda que Washington da a unas fuerzas armadas en el mundo. Se trata de la recompensa tras la firma de los acuerdos de paz de Camp David entre Israel y Egipto en 1979, en los que EEUU actuó como mediador.

Estos acuerdos supusieron el fin de la unidad del mundo árabe. Egipto recuperó el Sinaí que Israel había ocupado ilegalmente años antes, e Israel se comprometió a detener la ocupación de Gaza y Cisjordania, algo que no cumplió y que sigue incumplimendo de forma sistemática a día de hoy. El Cairo reconoció el Estado de Israel, a pesar de que Tel Aviv seguía ocupando los Altos del Golán sirios y Jerusalén Este.

Los países árabes sintieron que el presidente egipcio, Anuar el Sadar, había negociado al margen de los intereses del mundo árabe y solo en función de los suyos propios. Egipto fue expulsado temporalmente de la Liga Árabe, que trasladó su sede de El Cairo a Túnez (hasta que en 1989 volvió a ser readmitido) y Anuar el Sadat fue asesinado poco después en un atentado mientras presenciaba un desfile militar.

Tras la firma de los acuerdos de Camp David el Ejército de Egipto se convirtió en garante del cumplimiento de los mismos por el lado egipcio, y Tel Aviv y El Cairo iniciaron una relación cordial.

Israel se vio libre de su mayor enemigo regional hasta entonces -las Fuerzas Armadas egipcias son el décimo ejército más numeroso del mundo- y tuvo vía libre para impulsar la ocupación ilegal de más territorios palestinos, a pesar de la letra escrita en los acuerdos. La discriminación y opresión que Israel ejerce contra la población palestina no ha impedido que los generales egipcios se mantegan leales a Camp David.
El efecto de los 1.300 millones, en Wikileaks

La importancia de la ayuda económica estadounidense al Ejército egipcio fue mencionada por la embajada de EEUU en El Cairo en 2009, en cables publicados posteriormente por Wikileaks:

“El presidente Mubarak y los líderes militares ven nuestro programa de asistencia militar como la piedra angular de nuestra relación y consideran los 1.300 millones de dólares en ayuda anual una “compensación intocable” por la creación y mantenimiento de la paz con Israel. Los beneficios tangibles de nuestra relación son claros: Egipto sigue en paz con Israel y los militares de EEUU gozan de acceso prioritario al Canal de Suez y al espacio aéreo egipcio”. 

Por eso estos días se está abordando en la prensa estadounidense el debate sobre el mantenimiento de la ayuda económica al Ejército egipcio por parte de Washington.
Estados Unidos ha evitado llamar golpe de Estado a lo ocurrido en Egipto, precisamente para poder continuar con la financiación a las Fuerzas Armadas egipcias a pesar de que la ley estadounidense prohíbe entregar ayuda económica a un país en el que se haya producido un golpe. El objetivo de Washington es mantener Egipto bajo su órbita de influencia, y los generales son para ello su principal baza.
Algunos humoristas de la televisión estadounidense no han podido evitar mofarse de los equilibrismos lingüísticos de la Casa Blanca:

“Creemos que podemos esquivar nuestra propia regla sobre golpes de Estado si simplemente conseguimos no usar la palabra golpe de Estado. Esto es como un concurso. Tu reto es describir la actual situación en Egipto pero si usas la expresión golpe de Estado, perderás todo”, decía entre risas esta semana el humorista John Oliver en el Daily Show de John Stewart.

Según el diario Haaretz, propio gobierno de Israel ha pedido a Estados Unidos que no retire esta ayuda que garantiza de algún modo el compromiso de los generales egipcios con Israel. 

Y es que entre los intereses israelíes está la “estabilidad” de la península egipcia del Sinaí, que comparte frontera con Gaza e Israel. Para ello Tel Aviv necesita la colaboración del Ejército egipcio y de un gobierno en El Cairo dispuesto a incluir esta tarea en su lista de prioridades. No es casualidad que precisamente tras la caída de Morsi se hayan registrado varios ataques de grupos armados contra objetivos militares egipcios en el norte del Sinaí. 

De momento, y a pesar de los últimos acontecimientos, Washington ha seguido adelante con la entrega a Egipto de cuatro aviones militares F16. Y mientras tanto, tras el derrocamiento de Morsi, Estados Unidos ha decidido impulsar el reinicio de las conversaciones de ‘paz’ entre israelíes y palestinos, que llevaban tres años congeladas.
La cuestión del Sinaí

La agencia AP, citando fuentes de defensa, seguridad e inteligencia, menciona el papel clave que ha jugado la cuestión del Sinaí. “El nivel de discrepancia entre Mohamed Morsi y el jefe del Ejército, el general El Sisi [ejecutor del golpe militar] sugiere que los militares habían estado planeando durante meses tomar más control del reinado político en Egipto”, ha relatado AP.

Uno de los más profundos desacuerdos entre el jefe del Ejército y Morsi, según estas fuentes citadas por AP, giraba en torno a la península egipcia del Sinaí, fronteriza con Israel y Gaza. Poco después de que Morsi asumiera la presidencia en 2012, un grupo armado mató a 16 soldados egipcios.
Israel se apresuró a condenar a grupos palestinos de Gaza y Hamás negó su implicación en reiteradas ocasiones. Morsi prometió actuar contra los responsables de estos ataques, pero también habló públicamente de la necesidad de templanza y diálogo.

Según las fuentes citadas por AP, en noviembre de 2012 Morsi ordenó a los militares que detuvieran una ofensiva en el Sinaí que estaban a punto de iniciar. Los generales protestaron, y volvieron a hacerlo cuando Morsi se opuso a otra operación militar en marcha.

En medio de aquellas tensiones surgió el movimiento Tamarrod, que comenzó a recoger firmas pidiendo la marcha de Morsi. Sobre ello, AP indica:

“Parece que aquello fue una oportunidad de oro para El Sisi para deshacerse del presidente. Los militares ayudaron a Tamarrod desde muy pronto, comunicándose con la organización a través de terceras personas, según los oficiales [consultados]”.

La agencia también señala que “cuando Tamarrod dijo que había recogido dos millones de firmas por la caída de Morsi, los militares se interesaron y trabajaron a través de terceros que conectaron al grupo con liberales y empresarios vinculados a la oposición que lo financiarían [al movimiento], según dos altos oficiales del ministerio del Interior”.
"La importancia de la cooperación Israel-Egipto"
La importancia de la cuestión del Sinaí también ha sido mencionada por un brigadier general egipcio retirado. En una entrevista con la BBC, este militar, Ayman Salama, afirmó que Morsi “amenazó los intereses más elevados en materia de seguridad nacional y militar por colaborar con Hamás en contra de los intereses del Ejército, especialmente en el Sinaí”.

Salama también reiteró “la importancia de la cooperación mútua entre los Ejércitos de Israel y Egipto en materia de seguridad e inteligencia”.

En el ideario colectivo de la sociedad egipcia siempre ha existido gran solidaridad con los palestinos y repulsa a la ocupación israelí. De hecho los movimientos que impulsaron las revueltas egipcias de 2011 nacieron en muchos casos al calor de la solidaridad con la Segunda Intifada palestina a principios de este siglo. Un Egipto realmente libre y democrático, fuera de un marco neocolonial como el actual, podría dar la espalda a Israel mientras éste siguiera violando las leyes internacionales.

Pero de momento la campaña que ciertos sectores egipcios están impulsando contra los palestinos y el aumento de las restricciones impuestas a los palestinos para entrar a Gaza por territorio egipcio, contribuyen a situar lejos de la realidad aquél dicho que sostiene que “el camino hacia una Palestina libre pasa por El Cairo”.

lunes, 8 de julio de 2013

Argentina vendió uranio a Israel en los años sesenta, según revelan documentos secretos

 Argentina vendió uranio a Israel en los años 60
Durante 1963-1964, el gobierno israelí adquirió secretamente de 80 hasta 100 toneladas de óxido de uranio argentino (denominado "pastel amarillo" por los científicos) para su programa de armas nucleares, de acuerdo con EE.UU. y los documentos de archivo británicos publicados por primera vez en forma conjunta por el Archivo Nacional de Seguridad, el Proyecto de Historia de la Proliferación Nuclear Internacional y el Centro James Martin de Estudios de No Proliferación en el Instituto Monterrey de Estudios Internacionales (MIIS). El gobierno de EE.UU. se enteró de los hechos de la venta a través de la inteligencia canadiense y descubrió aún más de su Embajada en Argentina. En respuesta a las consultas diplomáticas (en esa época) de Estados Unidos sobre la venta, el gobierno de Israel se mostró evasivo en sus respuestas y no dio respuestas a las preguntas de los Estados Unidos acerca de la transacción.
 Argentina vendió uranio a Israel en los años 60
Estos documentos casi desconocidos arrojan luz sobre uno de los aspectos más oscuros de la historia nuclear de Israel -cuán secreta y vigorosamente Israel buscó materias primas para su programa nuclear y cómo persistentemente trató de cultivar las relaciones con ciertos proveedores nucleares. El pastel amarillo, un mineral de uranio procesado, era de vital importancia para Israel para alimentar su reactor nuclear de Dimona y por lo tanto para la producción de plutonio para armas. La historia de la venta de torta amarilla argentina a Israel se ha mantenido en gran parte desconocida, en parte debido a que Israel ha hecho todo lo posible para mantener hermetismo hasta hoy sobre cómo y dónde adquirió las materias primas para su programa nuclear.
Que Argentina realizó la venta de torta amarilla a Israel ha sido algo ya descrito en las estimaciones de inteligencia desclasificadas de Estados Unidos, pero el momento en que Washington se enteró de la venta y la forma en que reaccionó puede ser ahora aprendido de fuentes de archivo en gran parte sin explotar. Entre las revelaciones contenidas en la publicación hay estos temas:
- Restricciones francesas sobre suministro de uranio a Israel en 1963 hicieron sospechar a funcionarios de EE.UU. y de Gran Bretaña que Israel podría intentar adquirir torta amarilla de otras fuentes sin restricciones tangibles para sustentar su programa de armas nucleares
- Un informe de inteligencia canadiense de marzo de 1964 decía que Israel tenía todas las "condiciones previas para el inicio de un proyecto de desarrollo de armas nucleares modesto."
- Cuando los canadienses descubrieron el acuerdo argentino-israelí se mostraron reacios a compartir la inteligencia con Washington porque Estados Unidos se había negado a proporcionarles información sobre una reciente visita de inspección por científicos estadounidenses a Dimona.
- EE.UU. y la inteligencia británica se mostraron escépticos sobre el hallazgo de Canadá hasta septiembre de 1964, cuando fuentes de la Embajada de Estados Unidos en Argentina confirmaron la venta a Israel.
- Los israelíes evadieron las preguntas sobre la transacción. Cuando los científicos estadounidenses visitaron las instalaciones de Dimona marzo 1966 como parte del acuerdo secreto de agosto de 1963 entre el Presidente Kennedy y el primer ministro Levi Eshkol, han preguntado acerca de este producto, pero sus anfitriones israelíes dijeron que la cuestión era de "altos funcionarios".
- En 1964, funcionarios de Estados Unidos trataron de convencer a los argentinos de aplicar salvaguardias sólidas para futuras exportaciones de uranio, pero tuvo poca tracción para lograr un acuerdo.
- En 1965, mientras que la CIA y el Departamento de Estado estaban investigando la venta de pastel amarillo argentino,

Washington seguía los rumores de que la empresa minera de uranio Gabón de Francia había solicitado permiso para venderlo a Israel.

Las potencias no querían que Israel tuviese poder nuclear
Desde finales de 1960, cuando la CIA se enteró de que los israelíes habían estado construyendo, con la ayuda de Francia, una instalación nuclear importante cerca de Dimona en el desierto de Negev, los Estados Unidos y sus aliados cercanos, Canadá y el Reino Unido, e incluso su adversario soviético, sospechaban que Israel tenía un programa de armas nucleares en funcionamiento. Ellos creían que ello podría poner en peligro la estabilidad en Oriente Medio.
De acuerdo con la información provista por Canadá, así como detalles adicionales más tarde recogidos por el Departamento de Estado de los EE.UU. a finales de 1963, Argentina había negociado secretamente un contrato a largo plazo con Israel para proporcionar al menos 80 toneladas de óxido de uranio. Mientras que los estadounidenses y los británicos estaban al principio algo escépticos acerca de la exactitud del informe canadiense, investigaciones posteriores demostraron que era correcto. Tratando de asegurar que las exportaciones de uranio fueran salvaguardados para evitar la desviación en los programas militares, Washington se quejó a los argentinos acerca de la venta no sometidas a salvaguardas.
Washington encontró que la venta era irreversible y que no podía aprender nada sobre su finalidad, aunque siguió intentando. 
En esta materia no hay fugas de información, el asunto nunca llegó a los medios de EE.UU. en ese momento ni más tarde.
El interés de Israel en el uranio es tan antiguo como el propio Estado. Ya en 1949-1950, Israel comenzó con un estudio geológico del Negev para determinar si y en qué medida el uranio podría ser extraído de los fosfatos de yacimientos del lugar. A lo largo de la década de 1950 y comienzos de 1960 Israel exploró la viabilidad de la opción de fosfatos, se construyeron algunas plantas pilotos, pero finalmente se determinó que sería demasiado costoso. Israel, por lo tanto, tenía que encontrar uranio de fuentes en el extranjero.


Aún queda mucho por investigar y revelar
Mientras que Washington estaba entonces estudiando la manera de establecer un sistema de salvaguardias globales para regular los suministros nucleares a través de la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), no había disponible para comprobar este tipo de ventas, y mucho menos restringir el programa nuclear israelí.
Aunque los israelíes habían dicho a los EE.UU. y Canadá que la instalación de Dimona incluiría una planta piloto de reprocesamiento, la suposición generalizada fue que era probablemente demasiado pequeña para producir suficiente plutonio para un programa de armas. El diseño original francés de Dimona incluía una gran planta subterránea de reprocesamiento (Machon 2) fue uno de los más profundos secretos nucleares de Israel, que Mordejai Vanunu, un empleado de Dimona, reveló después, en 1986. Al día de hoy, no se sabe exactamente hasta dónde la inteligencia occidental sabía de la instalación, cuándo y cómo se enteró de ello.
Todos los documentos de Estados Unidos fueron desclasificados a mediados de la década de 1990, pero han quedado en una carpeta relativamente desconocida en los archivos centrales de la política exterior del Departamento de Estado de EE.UU. Algunos de los documentos británicos han sido citados por otros historiadores, pero la fascinante historia de la cooperación y coordinación de inteligencia entre los británicos, Canadá y Estados Unidos también ha sido enterrada en una relativa oscuridad. La yuxtaposición de los registros de EE.UU. y Gran Bretaña reveló algunas cosas, aunque algunos elementos de la historia se mantienen en secreto, como por ejemplo la identidad de la fuente de inteligencia de Canadá en la compra de pastel amarillo. Sólo los documentos israelíes y argentinos, sin embargo, pueden proporcionar la historia de la venta del "pastel amarillo".
Fuente: Global Research 

¿Argentina le vendió una bomba nuclear a Israel?


Según Estados Unidos, Illia entregó uranio para que el Estado judío iniciara su desarrollo atómico.

Guerra. En la guerra de Gaza de 2009, Israel utilizó bombas fósforo. Nunca usó armas atómicas.
Guerra. En la guerra de Gaza de 2009, Israel utilizó bombas fósforo. Nunca usó armas atómicas. | Foto: Cedoc
Que Israel tiene la bomba atómica es quizás uno de los secretos peor guardados en la política internacional. Lo más sorpresivo, en cambio, es que el gobierno de ese país –según publicó esta semana la revista norteamericana Foreign Policy– consiguió desarrollar su programa nuclear con la ayuda de la Argentina, que le vendió óxido de uranio entre 1963 y 1964.
Con ese material, Israel habría fabricado plutonio y habría desarrollado un programa nuclear con capacidades ofensivas.
PERFIL accedió a los 42 documentos desclasificados de la inteligencia norteamericana y británica, que publicó el Archivo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos y el Proyecto Histórico Internacional de Proliferación Nuclear (en colaboración con el Centro James Martin para los Estudios de No Proliferación).
Allí se revela que entre 1963 y 1964 el gobierno argentino de Arturo Illia le vendió entreochenta y cien toneladas de óxido de uranio, conocido también como “yellowcake”, que habrían sido empleados como combustible del reactor nuclear de Dimona, en el desierto del Negev.
Allí, según los cables del Departamento de Estado, Israel habría producido plutonio para diseñar armas de destrucción masiva.
Cuando se concretó la transacción, Ben Gurión era primer ministro de Israel y John F. Kennedy ocupaba el Salón Oval de la Casa Blanca. Pese a la estrecha relación entre Israel y los Estados Unidos, el Departamento de Estado temía que un arma nuclear alterara el equilibrio de fuerzas de Medio Oriente y abriera un nuevo frente de conflicto con la Unión Soviética.
Sin embargo, Washington nunca sancionó ni divulgó la venta de uranio argentino a Israel.
El almirante Oscar Quihillalt, director de la Comisión Nacional de Energía Atómica entre 1955 y 1973, fue el principal negociador de la venta de uranio, que se concretó libre de salvaguardias.
El marino e ingeniero de la Universidad de Buenos Aires era, por ese entonces, una figura clave en el mundo de la energía nuclear, ya que fue presidente de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) de la ONU. Pero, quizás, el dato más polémico de su currículum fue haber sido consultor del sha Reza Pahlevi entre 1974 y 1979, cuando nació el primer plan nuclear de Irán.
El 16 de octubre de 1964 Quihillalt se reunió con funcionarios de la embajada norteamericana y les confirmó la venta de uranio, que sería utilizada por el gobierno israelí con “fines pacíficos”.
Sin embargo, la propia Cancillería argentina le envió en enero de 1965 un documento a la delegación estadounidense en el que admitía que en la operación con Israel no se habían estipulado inspecciones según las Normas de Salvaguardias de la AIEA, para verificar qué fin se le daría al uranio.
Este diario se comunicó con la Embajada de Israel en Buenos Aires y con la Cancillería argentina. Allí ni confirmaron ni rechazaron la versión difundida por los cables del Departamento de Estado norteamericano.
Antes de lograr el beneplácito argentino, Israel buscó comprarle ese material a Francia y Sudáfrica. Sin embargo, sólo Buenos Aires aceptó participar de la operación.
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