lunes, 1 de abril de 2024

El soft power de Israel en América Latina

 

Por Leandro Albani

El historiador y escritor Martín Martinelli habla sobre la influencia del sionismo en América Latina, los lazos que Israel mantiene con el continente a través del militarismo, y el silencio mediático que sobrevuela la masacre que se comete en la Franja de Gaza.

Milei Israel

El denominado lobby sionista tiene su centro de operaciones a nivel internacional en Estados Unidos. Sobre el poder de esa ideología en la principal potencia capitalista mundial se investigó y escribió mucho (y se sigue investigando). Un debate latente para intelectuales, historiadores, periodistas y activistas es si realmente Estados Unidos controla a Israel, o viceversa.

El sionismo, como ideología que rige al Estado israelí desde su fundación en 1948 en el corazón de Medio Oriente, atravesó una mutación que fue desde ideas socialistas hacia la ultraderecha descarnada, que en la actualidad representa el primer ministro Benjamín Netanyahu y su gabinete de gobierno. En la génesis del sionismo ya estaba la mentalidad de colonización y supremacía que podemos observar, en vivo y en directo, con el genocidio que se comete en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre pasado, donde ya fueron asesinados más de veinticinco mil palestinos y palestinas.

Ayuso Auschwitz

GENOCIDIO  Disputar al sionismo la memoria del Holocausto

DIEGO DÍAZ

Ese lobby sionista que recorre los pasillos de la Casa Blanca y del Congreso estadounidense, en América Latina es más difuso y subterráneo. También, a diferencia del gran país del norte, tiene un poder de influencia menor, pero para nada despreciable.

En la Argentina actual, bajo la presidencia de Javier Milei, o en Colombia, con su injerencia en la guerra del Estado contra la población civil, Israel y su soft power están presentes. Como lo estuvo, sobre todo con la venta de armamento, durante las dictaduras militares que asolaron al continente en las décadas de 1970 y 1980.

Con su larga historia, en pleno siglo XXI, el sionismo disputa, todo el tiempo, hegemonía a nivel mundial.

Para analizar y reflexionar sobre este tema, El Salto dialogó con Martín Martinelli, historiador y Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Luján, de Argentina. Martinelli además es autor del libro Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencias, publicado en 2022 en Argentina y en 2023 por El viejo topo, en España.

Los puentes del sionismo

“El lobby sionista en América Latina —explica Martinelli— tiene un accionar que va acoplado a los intereses anglosajones, principalmente de Estados Unidos, y en segundo término de Inglaterra. Eso se puede ver en relación a cómo apoya al neoliberalismo y al capitalismo salvaje, y al mismo tiempo tiene grandes empresas”.

Compañías militares, de sistemas de seguridad para fuerzas públicas, de explotación de agua dulce (como es el caso de la israelí Mekorot), “ofrecen sus servicios” en América Latina, siempre con el argumento de que Israel es vanguardia en tecnología. Martinelli ejemplifica lo que sucede hoy en día en Argentina, con el gobierno del presidente Javier Milei, que muestra sin desenfado su simpatía no solo con el Estado israelí sino también con las corrientes más conservadoras del sionismo. En el caso de Brasil, durante la administración de Jair Bolsonaro el cóctel entre sionismo y evangelismo tuvo su mayor esplendor. Según Martinelli, estas relaciones hay que interpretarlas como “algo político”.

Compañías militares, de sistemas de seguridad para fuerzas públicas, de explotación de agua dulce “ofrecen sus servicios” en América Latina, siempre con el argumento de que Israel es vanguardia en tecnología

El historiador argentino puntualiza que “en líneas generales, el lawfare, los grandes poderes políticos y económicos, son los que apoyan la política genocida e infanticida israelí. Los palestinos son apoyados en declaraciones, como por ejemplo en el caso del presidente colombiano Gustavo Petro, o como en el reconocimiento por parte de Argentina, y luego de Brasil también” de un Estado palestino independiente.

Aunque desde América Latina hubo posicionamientos fuertes en contra de la invasión israelí a la Franja de Gaza —principalmente de los gobiernos de Bolivia, Venezuela, Colombia, Cuba y Nicaragua—, Martinelli advierte “que la lectura general que hay que hacer es que el sionismo tiene puentes fuertes” hacia el continente latinoamericano. Volviendo a su país, el historiador reconoce que en Argentina quienes profesan el sionismo y defienden las políticas represivas israelíes se encuentran “en lugares claves de las universidades, de los medios de comunicación y de los grandes aparatos de mayor difusión”.

Negocios, ideología y dictaduras

En el libro Militarismo israelí en América Latina —publicado por el capítulo latinoamericano del Movimiento Boicot, Desinversiones, Sanciones (BDS)—, se explica que “el comercio militar se constituye como parte del corazón del sistema de opresión de Israel”. Por su parte, en la obra El Estado de Israel armó las dictaduras de América Latina, el profesor Israel Shahak detalla cómo Tel Aviv envió contingentes de armamento a las dictaduras en Chile, Argentina, Paraguay y Guatemala, entre otros países, que sirvieron no solo para asesinar a los opositores políticos, sino también a civiles que estos regímenes “marcaban” como activistas o militantes.

Al respecto, Martinelli analiza que la venta de armas israelíes a las dictaduras latinoamericanas “tiene una incidencia que va subordinada, y en algunos casos a la par, a la de Estados Unidos con su política de ventas de armas, de apoyo a las represiones”, y con el entrenamiento a fuerzas de seguridad, hecho que continúa hasta la actualidad en varios países.

“Israel tiene una llegada tal en América Latina, que se puede reflejar en los medios de comunicación, incluso con banderas israelíes por parte de algunos pseudo periodistas”

“El minicomplejo industrial militar de Israel, que copia en menor medida al de Estados Unidos, se construye con las políticas represivas durante las dictaduras latinoamericanas —asegura el historiador—. En la ideología. Israel tiene una llegada tal que se puede reflejar en los medios de comunicación, incluso con banderas israelíes por parte de algunos pseudo periodistas”, luego de la acción militar de Hamás contra asentamientos y colonias israelíes en territorio palestino.

En esa mezcla de militarismo, ideología y negocios, destaca Martinellí, también aparece la “política de persecución” por parte de Israel “de un supuesto antisemitismo, que en realidad sería conveniente llamar judeofobia”. Para que esa triada le funcione a Israel, los medios de comunicación son fundamentales. En esos medios, como en ámbitos universitarios y hasta para el denominado “sentido común”, se construye a los y las palestinas como terroristas y “a los israelíes como avanzados, que inventan tecnología, que tienen un país rico”, indica el historiador. “Esa lógica lo que hace es bombardear primero mediáticamente, para luego atacar mediante las bombas. La diferencia entre América Latina y Medio Oriente, es que en Medio Oriente se bombardea, y en América Latina, y en Argentina en particular, votamos a nuestros verdugos que apoyan la política genocida e infanticida de Israel”, manifiesta Martinelli.

Historia y religión

La historia de Israel está construida sobre el mito de un libro sagrado. El fundamentalismo judío, entrelazado de forma mimética con la ideología sionista, es la corriente de pensamiento que prevalece en Israel. Su primer ministro y sus altos cargos ejemplifican esto. El avance de Israel sobre territorio palestino nunca se detuvo y, por estos tiempos, parece imparable. Desde el gobierno de Netanyahu ya dejaron claro que su objetivo es desplazar a los dos millones de pobladores que viven en Gaza hacia Egipto o hacia algún país más al sur del continente. Para eso, Israel bombardea de forma indiscriminada, pero también construye la justificación para esto, no solo hacia su propia sociedad sino también para el exterior. Una estrategia que  lleva décadas en marcha y quienes se atrevan a cuestionarla, son sancionados, perseguidos o, en el caso de los propios israelíes que lo hicieron, expulsados.

“Si nosotros vemos la historia de Israel y Palestina, sobre todo desde la historia de Palestina, en los últimos cien años, acentuados desde 1948, hubo una política de limpieza étnica, de colonización, o colonialismo de asentamiento, y de genocidio por goteo —alerta Martinelli—. Esto quiere decir que los planes de expulsión van a cumplir, por lo menos, cien años”.

El historiador y especialista en Medio Oriente recuerda que bajo el Mandato Británico en Palestina, a través de organizaciones sionistas armadas —como Irgun o Stern—, pero también con partidos políticos, el plan de expulsión se puso en marcha. Al mismo tiempo, el sionismo se presentó con “una apariencia socialista” en un principio, pero esas mismas agrupaciones “después se han ido fascistizando a partir de la asunción del Likud, en 1977”. Este mecanismo político y militar, según el académico, se convirtió en “la ideología central del Estado de Israel”, que se muestra al mundo como un país blanco y sin árabes, aunque el 20% de su población es árabe-palestina.

Para alcanzar sus objetivos, Israel apeló al lobby sionista en “en las altas esferas” políticas, religiosas y militares, y a través del aparato de difusión que incluye el cine, los libros, la música y el arte en general. “Ese es el lobby más fuerte, pero se reproduce en menor escala en América Latina”, que en el caso de Argentina tiene canales de difusión como los medios Infobae, La Nación, TN o Clarín. En México, señala Martinelli, “es algo que se repite por estar tan cerca a Estados Unidos”.

En América Latina, el evangelismo funciona como un puente férreo con el sionismo y, según Martinelli, “tiene un papel de cobertura o de respaldo de Israel”

El historiador es tajante al afirmar que lo que existe “es un pueblo colonizador y otro colonizado, en donde el primero está interfiriendo y tratando de acaparar sus tierras. Por eso, las cuestiones actuales hay que mirarlas también en una perspectiva histórica y geográfica, y no religiosa. No hay que confundir nunca los términos religiosos, que es una de las formas con las que se trata de tergiversar la historia y de esa forma modificar la ideología”.

En América Latina, el evangelismo funciona como un puente férreo con el sionismo y, según Martinelli, “tiene un papel de cobertura o de respaldo de Israel”. Los representantes más destacados de esta simbiosis son Jair Bolsonaro en Brasil, Donald Trump en Estados Unidos y ahora Milei en Argentina.

“Así como Bolsonaro salió con la bandera de Israel, lo mismo hizo Milei, y al mismo tiempo se ve esto en las universidades, donde es difícil encontrar lugares donde se pueda hablar libremente de Palestina. La media es no decir nada. Como dijo Desmond Tutu en 1995 en Sudáfrica, el neutral está apoyando al opresor”.

Como última reflexión, Martinelli remarca que “lo que se hace al defender al Estado de Israel no es defender a siete millones de ciudadanos israelíes, que conviven con siete millones de palestinos, y otros tantos millones de palestinos de los países circundantes, como Irak, Líbano, Siria, Jordania o Egipto. Lo que se hace es tratar de justificar esta gran masacre que todo el mundo está viendo ahora, que Sudáfrica llevó a la Corte Internacional de Justicia, no solo como apartheid, sino como un genocidio en vivo y en directo”.

* Doctor en Ciencias Sociales y Humanas y profesor de Historia en la Universidad Nacional de Luján
 

viernes, 15 de marzo de 2024

Martín A. Martinelli, autor del libro "Palestina (e Israel) entre intifadas, revoluciones y resistencia"

 

Martín A. Martinelli, es Doctor en Ciencias Sociales, Historiador. Universidad Nacional de Luján (Argentina). Co-Coordinador del Grupo Especial Revista Al-Zeytun / CLACSO «Palestina y América Latina» (2019-2022) por el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (Universidad de Buenos Aires), Director Observatorio Geohistórico (UNLu). Autor del libro “Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencias”.


1. ¿Cómo nace la idea de publicar tu libro “Palestina (e Israel), intifadas, revoluciones y resistencias”?

La intención era darle voz a la que menos la tienen, los palestinos. Si la tienen, pero no en los niveles insospechados que tiene el colonialismo de ocupación israelí, aliado estadounidense en la región. Estudiamos su pensamiento, también el israelí, que por supuesto está entrelazado. No obstante, quisimos dilucidar un tema de lucha, de resistencia al colonialismo y al imperialismo, por lo significativo para los palestinos, pero más por lo simbólico, influyente y representativo que es y ha sido para otras luchas por la libertad, por los derechos humanos.

Desde el sur es lo más lógico entender este caso, ya que hemos vivido también el colonialismo y continuamos sintiendo el imperialismo en carne propia. Mismo en las elecciones de Argentina que acaba de ganar un misógino y defensor a ultranza de la dictadura genocida argentina (1976-1983) como Milei, no es una impresión, así se lo advierte.

Nace en primer lugar de una investigación de largos años donde tuvieron un rol fundamental, mi familia nuclear, mi compañera Caro, Santi y Bren, mis directores de Tesis Doctoral Claudio Katz y Susana Murphy, el Observatorio Geohistórico que integro y dirige Omar Gejo. Eso es lo que no aparece en primer plano. Esta es una actividad colectiva y la escritura de la historia, implica un esfuerzo en todos los matices planteados en el libro.

Cuando finalizaba la tesis pensaba las formas que podría adquirir esto y todo el conocimiento producido y generado en la Universidad debe volcarse a la sociedad en una relación de intercambio mutua y equitativa.

Ha sido un camino cargado de contratiempos la publicación porque por ideología recibió muchas objeciones, de largo, mucho más que a la rigurosidad y sistematización de lo atravesado desde la perspectiva palestina. Es decir, la de un pueblo colonizado, oprimido, que resiste a su opresor y por eso genera muestras de solidaridad y manifestaciones en el mundo entero para pedir un cese al fuego y el desmantelamiento del apartheid al que cotidianamente se enfrentan de manera estoica.


2. ¿Cómo llegaron los primeros colonos israelíes a Palestina? Algunos judíos llegaron antes de la Segunda Guerra Mundial....

Para entender, profundicemos en qué es el sionismo, vale aclarar que el judaísmo es una religión compuesta de diferentes orientaciones en su interior y, al igual que otras, sus fieles están diseminados por muchos países. Esto se contrapone con el movimiento político sionista que es “una ideología de apropiación colonial con ropaje milenario”. A través de esta caracterización, distinguimos las posturas antijudías, de las antisionistas y de las antiisraelíes. La primera posición es racista, la segunda anticolonialista y la tercera es semejante a una perspectiva anti Estados Unidos, dado que expresa un genérico rechazo al imperialismo. Pero lo central es registrar que Israel obra en función de las prioridades geopolíticas de aquel país.

El sionismo es un movimiento político, promovido por los judíos en diferentes países europeos. Sus primeros ideólogos se sitúan en la segunda mitad, del siglo XIX, sobre todo en las décadas finales. Su objetivo, instaurar un Estado con un nacionalismo étnico junto con una forma de colonialismo europeo de ultramar. Además, buscó que la identidad judía, religiosa y en parte cultural, se fundiera en una identidad nacional judía moderna, aunque no asumieran un único país de origen, ni una misma lengua, ni cultura, ni costumbres en común, por provenir de lugares diferentes. 

Planteaba un renacimiento nacional como alternativa a la persecución sobre los judíos que se daba en varios países. En 1896, Theodor Herzl, periodista austrohúngaro, publicó El Estado judío donde trazó la idea de un “restablecimiento” del Estado judío como solución al “problema judío” en Europa y al antijudaísmo. Allí colocó las bases de cómo establecer dicho Estado, y se dedicó a buscar el apoyo de las potencias mundiales para poder concretarlo. En ese sentido, Herzl en 1896 afirmó: 

“Palestina es nuestra inolvidable patria histórica. Tan solo su nombre sería para nuestro pueblo un llamado aglutinador poderosamente emotivo. Para Europa formaríamos parte integrante del baluarte contra el Asia: constituiríamos la vanguardia de la cultura en su lucha contra la barbarie. Como Estado neutral mantendríamos relaciones con toda Europa que, a su vez, tendría que garantizar nuestra existencia.” 

El nacionalismo de fines del siglo XIX y Gran Bretaña como potencia mundial garantizaría la promoción del nuevo Estado. Herzl propuso varios lugares para ubicar a los judíos, como Palestina, Uganda o la Argentina: 

“¿Palestina o Argentina? ¿Se deberá preferir Palestina o Argentina? La Society tomará lo que se le dé y lo que declare la opinión general del pueblo judío. La Society establecerá ambas cosas. La Argentina es uno de los países naturalmente más ricos de la tierra, de una superficie enorme, con escasa población y un clima moderado. La República Argentina tendría el mayor interés en cedernos una parte de su territorio. Naturalmente, la actual infiltración judía ha generado desavenencias; habría que ilustrar a la Argentina sobre la esencial diferencia de la nueva migración judía.” 

También ofrecía ser una guardia de honor de los Santos Lugares de la cristiandad, con alguna forma de extraterritorialidad acorde con el derecho internacional. 

La meta del proyecto, salvaguardar una fortaleza “blanca” (occidental) en un mundo “negro” (árabe). Esto conlleva implicancias tales como el temor a ser superados en el aspecto demográfico, el racismo, así como también la dicotomía entre lo occidental y lo oriental o islámico, como su opuesto negativo. Junto con ello, en el interior de Israel se produjo otro tipo de diferenciación. Por una parte, los judíos llegaron de países de lengua árabe del norte de África y del Medio Oriente, denominados mizrahim. Este término unificó su significado con el nombre sefaradim –se usa en la actualidad e históricamente refería a los judíos de la Península Ibérica a los que se intentó desarabizar–. Por otra, los asquenazíes, sobre todo europeos, quienes formaron y continúan como élite gobernante. 

El sionismo secularizó y nacionalizó el judaísmo, aunque no en su totalidad. Su núcleo de interés era la tierra, ejerce el colonialismo de asentamiento, según su propia versión y la británica. Para cimentar un Estado judío necesitaba generar una infraestructura. Hasta 1918 y luego con la ocupación británica de Palestina, preveían crear un Estado judío allí para escapar de una historia de persecuciones y pogromos en Occidente, y consideraban imposible su asimilación en las sociedades de los países europeos donde residían. De todas maneras, los intereses imperialistas británicos que lo sustentaron y los judíos seguidores de esta política formaban parte de un grupo menor en sus inicios. A su vez, reclamaban lo que pasaron a considerar como su “antigua patria”. Por estas razones, la campaña para el asentamiento estatal en Palestina está asociada al milenarismo cristiano y al colonialismo europeo del siglo XIX. 

En el relato nacionalista israelí, una comunidad religiosa se transformó en una comunidad política, a partir de grupos dispersos por todo el mundo y un colectivo definido por la religión y los lazos de sangre, se convirtió en el Estado de Israel. Trataron de presentarlo como entidad homogénea en movimiento a través del tiempo, desde hace milenios a la actualidad. El espacio y la cultura del colectivo son estáticos, dado que los matrimonios, la migración y los conflictos internos modificaron los límites del colectivo. Tal argumento también se utiliza con la Torá, como la fuente de identificación para los judíos. Este libro, considerado sagrado, se exhibió como si fuese una prueba de los derechos nacionales en Canaán en el pasado y de Palestina en el presente. Así como también otorgó a la nación un sentido de orgullo y singularidad como pueblo elegido. 

Incluye tendencias variadas y aun contradictorias, desde nacionalistas hasta liberales y socialistas, pero cuya mayoría adhiere a la tesis territorialista, ligada a la creación de un Estado-nación judío que será el Estado de Israel. Este movimiento político buscó un elemento común para ensamblar una identidad propia, que fue la religión/cultura judía. La finalidad era encontrar un punto de amalgama para el nuevo movimiento, dado que los participantes eran individuos originarios de países muy heterogéneos. 

La percepción judía de su identidad religiosa mutó en una identidad nacional. Judíos de diversos países, culturas y lenguas que llegaban a Palestina se fusionaron –con varias dificultades– en una nueva identidad nacional judía, sobre todo a partir del establecimiento del Estado de Israel. Al mismo tiempo, desconocieron la identidad palestina en documentos que consagraban el establecimiento de un “hogar nacional” judío como compromiso británico en su potestad sobre Palestina. Excepto por un breve período ulterior a la emisión del Libro Blanco de 1939, Gran Bretaña permaneció leal a este enfoque dual hasta 1947-1948. 

Hasta la actualidad, la naturaleza del Estado israelí se especifica con el retorno de los judíos y el no retorno de los palestinos. Si esa dinámica caducara, su identidad se disolvería. En la sociedad israelí, la participación directa del Estado y del Ministerio de Educación rememoran la Shoah. Se emplaza en un lugar central del discurso público israelí, así como también en su imaginario social.

En la fase anterior a la implantación del Estado de Israel, los judíos se agruparon para el trabajo colectivo en los kibutzim y los moshavim. La diversificación de la economía en Palestina promovió la constitución del sindicato sionista Histadrut, integrado de forma intencional –en contradicción con la ideología socialista precedente– solo con obreros judíos que impulsaron la nacionalización de la economía. 

En 1929, se creó la Agencia Judía para alentar la inmigración y estructurar la comunidad judía a través de instituciones de autogobierno. En síntesis, a lo largo de cuatro décadas, los sionistas adquirieron tierras, colonizaron asentando a una población significativa pero bastante menor en comparación a la palestina. En primer término, desarrollaron instituciones, organizaciones políticas y sindicales. Y más adelante, comenzaron con la difusión de un hebreo moderno como nueva lengua nacional y se establecieron nuevos mitos –la empresa colonizadora, la modernización y otros–, que fortalecían una nueva conciencia e identidad nacional.


3. ¿Por qué se toman como un ataque íntegro los palestinos el asedio a sus mezquitas por las fuerzas israelíes?

El problema central radica en que los últimos cambios en las administraciones israelíes no modificaron la postura del “Gran Israel” expansivo, que dirige tres políticas hacia Palestina. Un Master Plan para judaizar Jerusalén, una desarabización. Segundo, un intento por anexar Cisjordania, aquí aparece la cuestión demográfica y de mayoría política, debido a que son casi siete millones de palestinos y de israelíes dentro del territorio que se corresponde con la Palestina del Mandato Británico. Esto se basa en un racismo estructural, semejante a lo visto en el “Black Lives Matter”. Y tercero, se apoya en una política de bloqueo e invasiones recurrentes hacia la Franja de Gaza desde 2006. Mientras tanto, aumentan el cercamiento de los bantustanes y el Muro, los puestos de control y las rutas que confiscan tierra y recursos, al tiempo que se subdivide a los diferentes poblados palestinos en Cisjordania.

En realidad, eso es el último detonante, pero la presión es cotidiana en todos los aspectos de los derechos humanos y está muy lejos de tratarse de un aspecto religioso. Es un factor, pero el político, social, económico, cultural y moral, pero más de opresión diaria es lo que fomenta el caldo de cultivo para una reacción palestina ante tanta violencia. Si ha habido intifadas desencadenadas por esas acciones, pero lo son en un marco de inequidad, de qué se intenta tratar de borra de los mapas y los diccionarios a los palestinos hace más de un siglo.

El pueblo palestino continúa en la lucha por su autodeterminación, más allá de si es posible la aplicación de una solución de un Estado binacional o de dos Estados. Sin dejar de ver la situación de ocupación que lleva décadas y se incrementa de manera sostenida, es una posibilidad que, las elecciones previstas para este año podrían reflotarse. Al mismo tiempo, se reconoce internacionalmente la aplicación de un apartheid sobre su población, pero eso aún no ha modificado sustancialmente su realidad.

Entre las formas de resistencia palestina y de solidaridad internacional hacia su causa, encontramos la campaña BDS, Boicot Desinversión y Sanciones (emparentado con el sudafricano), que se opuso a las declaraciones de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto, para rechazar la asimilación entre la judeofobia (antisemitismo) como forma de racismo y el antisionismo, como rechazo a las políticas israelíes hacia los palestinos.

El repliegue de Estados Unidos es visible en algunos aspectos, como la retirada de Afganistán, o la posible de Irak, pero aún no podemos conjeturar como será su readecuación hacia toda la región. Lo que sí podemos observar es un cambio en el escenario de intervenciones militares que pueden mermar, de bases, de sanciones económicas como a Irán, y de alianzas como con Israel o Arabia Saudita, donde los actores regionales y las movilizaciones populares han influido. Esto no pudo evitar la destrucción de varios países desde Libia a Afganistán, con las consecuencias terribles para sus poblaciones y los refugiados que esto provocó.

Está por verse si Estados Unidos desmonta la maquinaria bélica desplegada en Medio Oriente por su conexión con el sostenimiento del dólar y porque a su vez busca intercalar la fuerza y el consenso con los subimperialismos de Turquía, Irán, Arabia Saudí más el rol coimperial de Israel; así como amedrentar a las potencias rivales. Los últimos 20 años de este nuevo imperialismo e intervención directa, se dividen a partir del despliegue chino al anunciar la Nueva Ruta de la Seda en 2013, que comienza una forma casi opuesta de hegemonía hacia la región, en otro tipo y tiempo de desarrollo.

Este nuevo escenario de caos sistémico, se va delineando desde la crisis capitalista de 2008 y la propuesta del “pivote asiático” de Obama, y con varios hechos incontrastables del desplazamiento geopolítico. Un eje triangular entre Rusia, Irán y China que en 2013 se opuso a las propuestas estadounidenses de bombardear Siria. En 2015, Rusia se ha involucrado de manera decisiva, con el apoyo tácito de China.

Los cambios operados y visibles en la última década, muestran que la “asiatización” económica va disputando poder con dos representantes de la tríada, Europa Occidental y Japón, y por un declive relativo estadounidense en varios indicadores económicos. Los últimos movimientos tectónicos denotan la importancia del Índico y el Pacífico, frente a la preeminencia anterior del atlántico; si reparamos, por ejemplo, en los puertos con mayor actividad del mundo.

Israel (la potencia americana le asegura una “ventaja militar cualitativa” en la región) junto con Arabia Saudita (sostén del petrodólar), apuntalan las políticas anglo-estadounidenses hacía la región. Estas se dirimen entre una posición “globalista” que apoyaría una pacificación, y otra “americanista” que persiste en la propuesta guerrerista, junto con el manejo de la OTAN y con reflotar el QUAD (alianza entre Australia, Japón, India y Estados Unidos) y ahora el AUKUS (Australia, Reino Unido, EE.UU.). El espacio post-soviético es medular en la competencia mundial por las zonas de influencias y por los recursos. Bajo la OTAN, la alianza anglo-estadounidense procura cercar militarmente a la URSS y luego a Rusia. De todas maneras, el empantanamiento de Estados Unidos en Asia central y Medio Oriente demostraría que la supremacía militar no se condice con los resultados de las intervenciones.

En el caso palestino en particular, la huelga general mostró una reunificación palestina entre sus diferentes realidades geográficas (Cisjordania, Franja de Gaza, Jerusalén Este, el propio Israel, o los países limítrofes Siria, Jordania y Líbano), que puede marcar un nuevo curso en su sociedad. Aunque habría que ver cómo puede esto resolver una situación, que, con el paso del tiempo, y este es un elemento central, ha empeorado. Eso se evidencia tanto con el crecimiento de las colonias de asentamiento como con la ley israelí de 2018 de un Estado Judío, que busca la supremacía y negar a los palestinos la incorporación a Israel, o los atributos de un Estado propio soberano.


4. ¿Sería correcto volver a las fronteras de 1993 con los Tratados de Oslo?

Lo interesante sería comenzar desde la educación y la acción a nivel mundial de Boicot, Desinversión y Sanciones, el BDS, más romper relaciones diplomáticas con Israel, generar el desmantelamiento del sistema de apartheid. Debemos diagnosticar para saber cuáles son las situaciones, dado el racismo estructural combinado con la colaboración e incrustación de Israel en el Complejo Militar Industrial de Estados Unidos y la OTAN, más ser eje en el plan de un “caos controlado” en Medio Oriente ampliado, el punto es erosionar y debilitar ese sostén, el estadounidense, el verdadero y acuciante problema.

La realidad social y política palestina se fracturó en tres planos (algunos consideran cuatro, con Jerusalén Este): en Cisjordania y Gaza, en el interior de Israel y en el exterior de la Palestina histórica (refugio y emigración). Estas tres dimensiones, si bien poseen particularidades, no han estado aisladas unas de otras y se han influido. Para los palestinos conforman de una misma realidad y cualquier palestino tiene a sus familiares dispersos en estos tres mundos. En otras palabras, las tres esferas de la ocupación israelí sobre Palestina están interrelacionadas y son indisociables. 

Primero, la cuestión de los refugiados se trata de los expulsados de sus pueblos y obligados al exilio. Segundo, los que permanecieron en los territorios palestinos –dos décadas bajo control jordano (Cisjordania) o egipcio (la Franja de Gaza)–, después ocupados por Israel en 1967. Y tercero, los que continuaron en el interior de Israel y recibieron la ciudadanía israelí. Si bien puede que este último grupo haya aprovechado el ser israelíes en lo político, lo social y lo económico, lo cierto es que debieron soportar un régimen semejante al apartheid por no ser judíos, ser sospechosos de deslealtad o ser vistos como una quinta columna palestina. De ser ciento cuarenta mil en 1949 pasaron a más de un millón y medio en la actualidad (20% de la población israelí). Al ser marginados, los palestino-israelíes reivinidicaron su identidad palestina y una política que liga el fin de la discriminación y el acceso a una ciudadanía plena en Israel con la resolución de la cuestión general. Es decir, consideraron su situación emparentada al conflicto y pensaron que, ante su resolución, el establishment judío asumiría su integración en Israel.

Los palestinos en Cisjordania, Gaza e Israel están unidos en su lucha por sobrevivir, en el sufrimiento y la pérdida. Aquellos de la diáspora han intensificado el compromiso con su patria y demandan una voz en la búsqueda de una solución. La percepción se centra en la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza, y en los esfuerzos palestinos por establecer un Estado allí, así, se reduce a una de sus dimensiones. Esta empresa colonial europea tuvo como particularidad que el sionismo no representaba un Estado en sus inicios. Después de 1948, dispuso de uno en su confrontación con la población autóctona palestina y sus vecinos árabes.

Una representación sesgada ha sido como comunidad tradicional y premoderna, que también se infundió sobre los demás palestinos desde el grueso de la intelectualidad occidental. Por lo tanto, ellos conservarían identidades múltiples: israelí, árabe, palestina, musulmana; compatibles entre sí, pero no exentas de tensiones. La nueva identidad judía israelí presentada como superación de sus culturas diaspóricas de origen y su crisol tampoco ha sido una construcción monolítica y lineal.

El caso de los palestinos se asemeja al de los armenios en el negacionismo. Por lo tanto, los israelíes en ese sentido se parecen a los turcos y a los sudafricanos. En el negacionismo turco, el leit motiv fue: un pueblo, una raza, una religión; o sea, “somos turcos, hablamos turco y somos musulmanes”. A su vez, en el caso israelí, se buscó la homogeneidad de un Estado judío. La herramienta del paradigma colonial de ocupación y la analogía del apartheid contribuiría con el desbloqueo del proceso de paz y posibilitaría un paso más hacia una resolución. Un nacionalismo es opresor (Israel), el otro es el nacionalismo de los oprimidos (Palestina). Son una identidad nacional pese a los que lo contradijeron. Probablemente sea uno de los casos más importantes de lucha nacional, pero que, a su vez, resulta ser uno de los más controvertidos. 

Si bien los palestinos se formaron en la resistencia, su especificidad se produjo en la diáspora, algo que de manera paradójica, se emparenta con varias diferencias con el caso israelí. Se reconfiguraron, los exiliaron, pero no se hicieron jordanos ni sirios ni libaneses. A su vez, se definieron como árabes (panárabes en un periodo) y están conectados a una identidad musulmana y al haber sido oprimidos por el imperio otomano. 

Es una nación, son árabes y al mismo tiempo palestinos. Pasaron de ser una protonación a una nación forjada, mediante la elección de ciertos símbolos: la resistencia, la OLP y su carta orgánica, su pedido de un Estado laico democrático. Son una identidad nacional que se diferencia de los demás árabes. Los árabes son en algún sentido una nación, pero no llegaron a conformarse como un Estado, pese a intentos como la República Árabe Unida (RAU, 1958-1961), que se reorganizó en Estados-nación particulares.

Cuando un palestino nace en un campo de refugiados del exterior es considerado palestino. No son solo nación superpuesta, se parece a la situación de un pueblo desplazado por un colono. Por su parte, el palestino-israelí tiene dos nacionalidades.


5. ¿Quién es el historiador israelí Ilan Pappé? Fue quién hizo el prologó de tu libro.

Ilan Pappé (Haifa, Israel, 7 de noviembre de 1954) es un profesor de historia en la Universidad de Exeter, Reino Unido, codirector del Centro Exeter de Estudios Etno-Políticos y activista político. Anteriormente fue profesor de ciencias políticas en la Universidad de Haifa (1984-2007) y director del Instituto Emil Touma de Estudios Palestinos de Haifa (2000-2008). Es autor de libros como La limpieza étnica de Palestina (2006), El Oriente Medio moderno (2005), Una historia de la Palestina moderna: una tierra, dos pueblos (2003) y Gran Bretaña y el conflicto árabe-israelí (1988). Fue también uno de los fundadores de la coalición Hadash.

Se trata de uno de los denominados «Nuevos Historiadores» israelíes quienes, a partir de la desclasificación de documentos en la década de 1980 por parte de los gobiernos del Reino Unido, Estados Unidos e Israel, han tratado de revisar la historia moderna del Estado de Israel, criticando el sionismo desde puntos de vista muy controvertidos para gran parte de la sociedad israelí. En particular, Pappé defiende en sus escritos que la salida de 700.000 palestinos del antiguo mandato británico durante la Primera Guerra árabe-israelí fue llevada a cabo de forma intencionada por el Yishuv y más tarde por el ejército israelí, siguiendo un plan elaborado por los futuros líderes israelíes antes de la guerra, en 1947, el llamado Plan Dalet o Plan D. En distintas declaraciones se ha mostrado radicalmente en contra de la creación del Estado de Israel, culpándole de la falta de paz en Oriente Medio, argumentando que el sionismo es más peligroso que la militancia islámica y llamando en ocasiones a un boicot académico contra las universidades israelíes.

Pappé es defensor de la creación de un único Estado secular en la región histórica de Palestina en el que convivan tanto árabes como judíos. Su trabajo ha sido tanto apoyado como criticado por otros historiadores, generando importantes controversias en Israel. Antes de que abandonase el Estado hebreo en 2008 fue denunciado en la Knesset, un ministro de educación pidió públicamente su cese, su fotografía apareció en un periódico en el centro de un punto de mira y recibió varias amenazas de muerte. Actualmente reside en el Reino Unido.


6. ¿Qué es es el Grupo Especial “Palestina y América Latina” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO)?

El Grupo Especial Revista Al Zeytun/CLACSO Palestina y América Latina se acaba de conformar en 2019 como una necesidad imperiosa. Surge a partir del Grupo de Trabajo Medio Oriente y América Latina, para dar mayor visibilidad a la «Cuestión Palestina» y a las formas de resistencia en común con otros pueblos.

Pretende pensar los distintos elementos epistémicos desde el Sur y la manera en que desde esta región podríamos contribuir para proponer una solución justa, sostenible y basada en el derecho internacional para la situación palestina y de otros colectivos en circunstancias similares. Nuestro grupo además fortalecerá el Programa Sur-Sur impulsado desde CLACSO, y articulará con otros Grupos de Trabajo. La intención fundamental es estimular las relaciones entre Palestina, el Mediterráneo, Sudamérica y el Caribe, así como también otros países y regiones. A partir de las distintas líneas de investigación, de los aportes conceptuales (por ej. definiciones de apartheid, resistencia/re-existencia, colonialismo, colonialidad/decolonialidad) es que mejoraría el conocimiento de la realidad Palestina y de otras problemáticas. Es por ello que, mediante el diálogo académico, la cooperación y el pensamiento crítico, a través de las conclusiones y su difusión, esto refractaría en la promoción de una política para lograr la paz.

Lo coordinamos Martín Alejandro Martinelli por el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe – IEALC/UBA Argentina, Jorge Ramos Tolosa,Grupo de Investigación STAND (South Training Action Network of Decoloniality) – STAND, España, Moisés Garduño García, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales – FCPyS/UNAM México.

Hemos propuesto y se ha aprobado lo siguiente en la Asamblea de CLACSO de 2022, a los más de 800 centros miembros, los grupos de trabajo y cada integrante.

Llamamos a repudiar las violaciones de los derechos humanos palestinos, desde el Estado israelí, a través de su ejército, su policía y sus colonos armados, basada en un racismo estructural anclado en el odio a los árabes y a los palestinos, principalmente. Seguimos la propuesta de la sociedad civil palestina (desde el 2005) para el Boicot, la Desinversión y las Sanciones (BDS) contra Israel, cuyo propósito es finalizar la ocupación de Palestina.

La gran mayoría de las instituciones culturales israelíes constituyen el andamiaje ideológico e institucional del régimen de ocupación, colonialismo y apartheid contra el pueblo palestino, y contra cualquiera que se atreva a defender su causa. Explícita o implícitamente se han aliado con el Gobierno israelí, más allá de los esfuerzos para moderarlo que hacen muchos intelectuales a título individual. Así, tales instituciones apoyan o dan cobertura al colonialismo de ocupación de Israel y el apartheid, como bien lo han puesto de manifiesto organizaciones como Human Right Watch, B´tselem, Laboratorio de Derechos Humanos de la Facultad de Derecho de Harvard, estudio consultivo de la ONU, Amnesty, entre otras.

Como intelectuales críticos de CLACSO alzamos nuestra voz para repudiar, también, la actitud de las dirigencias de las instituciones culturales y universidades israelíes que profundizan la discriminación contra el pueblo palestino.

Anexo

Declaraciones y adhesiones desde el Grupo Especial de CLACSO Revista AlZeytun/Palestina y América Latina (2019-2022) en sus direcciones de internet

https://www.clacso.org/el-antisemitismo-es-racismo-y-el-antisionismo-esanticolonialismo/

https://www.clacso.org/declaracion-de-jerusalen-sobre-el-antisemitismo/

https://www.clacso.org/apoyo-al-pueblo-palestino-contra-los-crimenes-sionistasisraelies-y-por-la-inmediata-liberacion-de-juana-ruiz-sanchez-secuestrada-por-israeldesde-el-13-de-abril/

https://www.clacso.org/declaracion-del-grupo-especial-palestina-y-america-latinacontra-la-anexion-de-cisjordania/

https://bdsmovement.net/es/news/mas-de-220-academicosas-de-america-latinarechazan-lazos-con-el-apartheid-israeli

https://www.clacso.org/en/categoria/grupos-de-trabajo/grupos-especiales/grupo-especial-revista-al-zeytun-clacso-palestina-y-america-latina/


6. Los sionistas hablan de volver a la “tierra de Sión” ¿Se puede expandir esta “tierra de Sión” hacia Egipto, Siria, Libano...?

En las teorías del Gran Israel intentan legitimar los intentos de judaizar Jerusalén. La percepción de Eretz Yisrael como conjunto total se manifestó en el Movimiento de la Gran Tierra de Israel, una organización laica de élite. La premisa representó dos factores: un concepto territorial y una ideología, cuyo objetivo radicó no solo en conquistar el máximo territorio posible, sino también en el dominio coimperial (con la potencia estadounidense) de la región. Los investigadores israelíes especialistas en estudios bíblicos usufructuaron un repertorio de términos y frases para la región de Palestina y su periferia tales como: “Judea y Samaria son el núcleo central de la nación israelita” principal en 1967; además de “Eretz Yisrael”, “la bíblica Tierra de Israel”, “Gran Israel”, “la Gran Tierra de Israel”, “la tierra donde las tribus israelitas tuvieron sus asentamientos”, “la tierra prometida”, “la tierra de la Biblia” y “la Tierra Santa”.

El término Eretz Yisrael aparece una sola vez en la Torá (Samuel, 1 13:19) y no existe mapa histórico, ni religioso de la extensión y las fronteras de la “Tierra de Israel”. Y aunque hubiese uno, en la época contemporánea no sería fundamento para demandar aquel territorio unos dos mil años después. Pese a esto, a la “Tierra de Israel” y a otras referencias bíblicas se las invistió de connotaciones históricas e ideológicas de un alcance trascendente tanto en la retórica israelí como en la cultura occidental. De acuerdo con esa percepción, las escrituras religiosas proporcionarían a los judíos el título de propiedad que les permitió extenderse por toda la “Tierra de Israel”, eso les concedería una supuesta legitimidad moral para la implantación de su Estado y el colonialismo de asentamiento implementado. 

La relación entre las conquistas territoriales israelíes y la Torá se reflejó en un personaje laico como David Ben-Gurión cuando afirmó “que la Biblia constituye el sacrosanto título de propiedad de los ‘judíos’ respecto a Palestina […] con una genealogía de 3.500 años”. En la Torá los mapas no están delimitados, sino que se trata de poblaciones con fronteras difusas y dinámicas, muy diferentes al control ejercido por un Estado-nación moderno. Los límites trazados en los protectorados británicos del siglo XX son los que ambas poblaciones han reclamado. 

Los políticos israelíes sostuvieron un doble estándar al enaltecer sus libertades públicas, mientras transgredieron los derechos en Palestina. Se resaltó la tolerancia religiosa del Estado de Israel de carácter confesional y explotó su texto sagrado para refrendar sus ampliaciones territoriales. Los movimientos de colonización como el sionista explotaron la Biblia como documento de legitimación de sus conquistas contra pueblos para los que ese texto no tenía la misma autoridad. La aplicación de la cosmovisión de dicha obra a un pueblo que no la aprehendía como una categoría de autoridad es un ejemplo de imperialismo político y religioso (Prior, 2005: 256). El general israelí Moshe Dayan, considerado héroe de la guerra de 1967 en su país, manifestó el sueño imperial de un Gran Israel en su libro, A New Map, Other Relationships, en 1969, lo cito textual: 

“No hemos abandonado nuestro sueño y no hemos olvidado nuestra lección. Hemos vuelto al monte, a la cuna de nuestro pueblo, a la heredad del Patriarca, la tierra de los Jueces y la fortaleza de la Casa de David. Hemos vuelto a Hebrón (Al-Khalil) y Schem (Nablús), a Belén y Anatot, a Jericó y a los vados del Jordán en Adam Hair.”

El pensamiento imperial israelí conservó su estrategia de “alianza de minorías” para acordar con los grupos minoritarios de la región. Su preferencia en Medio Oriente no era la preeminencia árabe o musulmana, al contrario, pretende una zona de diversidad étnica, religiosa y cultural; evitar la posibilidad del panarabismo o una unión del mundo árabe. Robustecer las diferencias como los persas, los turcos, los kurdos, los judíos y los cristianos maronitas del Líbano; incursionar en los asuntos internos de los países árabes al pactar con dichas minorías étnicas o religiosas. Este pensamiento expansionista discurre en consonancia con la expansión territorial y la expulsión de la mayoría de los palestinos de la Franja de Gaza y Cisjordania.

Los fundadores tanto del sionismo como del Estado de Israel, en su mayoría, desconocían indiferentes a la religión. Sin embargo, posteriormente, usufructuaron los relatos bíblicos como sustento ideológico para obtener apoyo internacional y para intentar legitimar sus colonizaciones ulteriores. En esto ayudó el sentimiento de culpa europea por los crímenes nazis de la Segunda Guerra Mundial. Con posterioridad a 1967, pasó de la aspiración secular sionista herlziana de fundar un “Estado judío” soberano a la misión apocalíptica de redimir la “Gran Tierra de Israel”. El movimiento colonizador del Gush Emunim (el Bloque de los Fieles) representó este cambio progresivo en las ideas, y en las últimas décadas el viraje hacia esas políticas se intensificó.


7. Comentaste en una entrevista que esta batalla no solo se trata de nacionalismos o religión ¿Se esta volcando ahora la lucha del pueblo palestino a un auge de internacionalismo como en la guerra civil española, los voluntarios del Donbass...?

Esto es reflejo de la reconfiguración del sistema mundial. Tres factores del tablero global contextualizan este nuevo derramamiento de sangre. La influencia de EE.UU. y su declive relativo en Medio Oriente, más el desgaste del conflicto en Ucrania, el poderío de China y su alianza con Rusia. influencia de EE.UU. y su declive relativo en la región y en Medio Oriente. Por eso es crucial comprender la importancia de analizar el contexto regional y las implicaciones geopolíticas de esta cuestión.

Si bien esta violencia es cíclica, muestra cómo cambió el mundo sobre todo desde 2013-2014. Estamos ante una crisis de largo plazo de Estados Unidos, un declive relativo en varios aspectos económicos, así como mantiene primacía financiera y en tecnología, está siendo puesta en cuestionamiento su hegemonía mundial. Se orienta con el “pivot asiático” desde Obama en 2011, previo al 2013 de la Franja y la Ruta, y al freno de Rusia y China a la inminente destrucción de Siria que hubiese sido el corolario de las destrucciones de Iraq (1991 y 2003), Afganistán (2001), Libia (2011). Entonces, retrocede en algunos lugares clave como Medio Oriente, donde China y Rusia avanzan.

Estados Unidos en su estrategia de no ceder aún más su primacía, viene usando su expansión e intervención militar. Tres zonas de tensión se erigen como principales y una cuarta, Europa del este con Ucrania-Rusia y el llamado Medio Oriente, Israel-Irán, y Taiwán en el Asia Pacífico con China, además la zona del Sahel muy revolucionada por movimientos emancipadores o de una “segunda oleada de independencias” podríamos catalogar, al menos en el África atlántica.

El esquema de violencia simbólica y material a nivel mundial, desde 1945 sobre todo, se acrecentó en el 2001, con lo que ellos denominaron la “guerra contra el terrorismo”. Ahora se está tratando de renovar en esta reconfiguración del sistema mundial, con el ascenso del poder chino acompañado de la alianza estratégica con Rusia, a los que se suma Irán.

Ucrania como eje confrontativo está más erosionado. Se añade un proceso de desdolarización incipiente por la planificación al respecto de los grandes poderes emergentes que buscan de esa manera equilibrar el poder mundial, y sortear el arma de las sanciones económicas estadounidenses como sucedió con Rusia o Irán. Se reconfigura el sistema mundial también por los diez años de la “Franja y la Ruta”. Tenemos ejes de tensión en esas rutas y la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán. Es un error analítico observar sólo lo que sucede en Palestina-Israel y disociarlo de su contexto regional y mundial.

La clave es la ampliación del BRICS+ (más las elecciones de Estados Unidos en 2024) a once países: Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita e Irán (más Argentina). Conforman un nuevo eje de acercamiento a Eurasia, de aumento de la producción del petróleo y los pasos geoestratégicos a nivel mundial que surcan la región como el Canal de Suez, los Estrechos de Bab el-Mandeb y el de Ormuz. A excepción de Rusia, son países colonizados o semicolonias de las potencias del G7 en los siglos recientes.


8. ¿La lucha del pueblo palestino recuerda las luchas anticolonialistas de siglos pasados?

La resistencia palestina tomó influencias estratégicas e ideológicas de los modelos tercermundistas e izquierdistas. Esos movimientos independentistas, de revolución socialista o de intransigencia a la injerencia estadounidense, fueron, en primera instancia, Argelia, luego Vietnam, Cuba y China. Si bien estos países tuvieron el patrón de no ser pro-soviéticos en su totalidad, lo cierto es que se posicionaron en la vereda opuesta a los intereses estadounidenses. Por lo tanto, su perfil estaba más emparentado con la era de la descolonización y el llamado Tercer Mundo. Sin embargo, la OLP explotó todas sus potencialidades políticas y militares, dentro de ciertos límites.

A su vez, el movimiento no contó con paradigmas precedentes que pudieran ser aplicables de forma efectiva a su realidad. Esto significa que dichos modelos no se asemejaban a la situación palestina como para aplicar sus mismos arquetipos de emancipación nacional. La concepción anterior de la meta de independencia –la eliminación de la presencia sionista de Palestina histórica– se reformuló en 1969 con el concepto complementario de un “Estado democrático laico”, que reemplazaría al exclusivista de las administraciones israelíes. 

Desde 1967, los palestinos han asociado su lucha con lo acontecido en Vietnam, Argelia, Cuba y el África negra. Esta innovación de la perspectiva se debió tanto al incremento de una conciencia política mundial como a la lucha universal contra el colonialismo y el imperialismo. Lo desmedido de la injerencia de las potencias en la zona, más las disputas generadas por la Guerra Fría –contexto regional y mundial– influyeron en la cuestión de Palestina. Por consiguiente, debemos analizar en qué medida lo ha hecho cada factor. A nivel internacional, los Estados Unidos junto con Israel y, en menor medida Jordania, impugnaron de manera constante que se pudiese establecer un Estado palestino independiente. 


9. ¿La mujer palestina tiene papel en la lucha contra Israel o esta tapada por el fundamentalismo islámico?

El movimiento palestino muestra una diversidad de enfoques y de movimientos dentro del campo político. El imaginario de género predominó en los discursos de los países, así como la nación fue descripta como una mujer. La patria se imaginó como un cuerpo femenino fértil que podría ser objeto de la arbitrariedad de los invasores. Por un lado, las mujeres a través de sus funciones biológicas regeneran el Estado. Por otro lado, los hombres son vistos como fundadores honoríficos de la nación que encaja con el honor de sus mujeres. Los cuerpos femeninos traen al mundo los ciudadanos y engendran la nación. Las madres y viudas llevan la bandera que ha caído en manos de sus hijos y maridos heroicos. Los símbolos de género –los cuerpos, la vestimenta y el proceder de las mujeres– se transformaron en señas sustanciales de las culturas nacionales.

Desde el punto de vista “occidental”, existe la noción de que las mujeres palestinas aparecieron en escena con la denominada primera Intifada. Sin embargo, desde principios del siglo XX, ellas pelearon junto con su pueblo contra la colonización. En la etapa de 1950 a 1989, se produjo el auge del movimiento de las mujeres que derivó en su participación en la rebelión generalizada de 1988-1992.

El Congreso de Mujeres Árabes de 1929 en Jerusalén inició su activismo político en una organización concreta, en el contexto de la lucha nacionalista. La mujer pasó de preservar el tejido social a ser un actor político principal. Desde los sucesos de 1948 y 1967, la sociedad reorganizó los fundamentos de un movimiento popular de resistencia. A partir de eso, el activismo de las mujeres modificó las imágenes de género en las que el varón combatiente era visto como el libertador de la nación y un símbolo central en la construcción del nacionalismo palestino, como puede verse en el poster del anexo. Asimismo, la Unión General de Mujeres Palestinas (GUPW, por su sigla en inglés) fundada en 1965, agrupó a las organizaciones de mujeres. Este organismo trabajó con un doble cometido tanto por los derechos femeninos como por la lucha nacional y la construcción del Estado. Gran cantidad de estudios recientes focalizan en estos aspectos.

La participación en las actividades guerrilleras era la principal fuente de legitimidad política. La fida´i (combatiente) Leila Khaled fue un símbolo de la lucha armada por la liberación de Palestina, integrante del FPLP, apareció en la fotografía5 después del secuestro de un avión en 1969. El anillo en su dedo está hecho de un pasador de granada y una bala. Esta mujer revolucionaria tuvo un perfil notorio como militante palestina y llegó al conocimiento del público internacional en 1969. Como integrante de Septiembre Negro, en ese mismo año participó en el secuestro de un vuelo que desviaron a Damasco; y en 1970, lo hizo en el secuestro múltiple de cuatro aviones, fue detenida y liberada 28 días después en un intercambio de prisioneros.

La mujer tiene un rol fundamental, cómo en todas las sociedades. Claro existe el debate si primero está la liberación femenina o nacional, pero en semejante ocupación e intento de limpieza étnica, las mujeres, hombres, adultos y niños se suman a la resistencia, violencia y pacífica de “existir es resistir”, en árabe sumud.

En 1969, L. Khaled se convirtió en la primera mujer del mundo en secuestrar un avión y en la figura icónica de la militancia palestina. Los contrastes entre su femineidad y su postura combativa atrajeron la atención mundial. Su fotografía tomada ese año por Eddie Adams, con la cabeza envuelta en un kufiya, casi ezbozando una sonrisa mientras empuña su Kalashnikov, adquirió un estatus emblemático de la resistencia palestina. Esa imagen, difundida a través de las agencias de noticias internacionales, la propulsó a convertirse en un prototipo revolucionario, semejante a la imagen y representatividad del “Che” Guevara.

La experiencia y la visión de los palestinos variaron según las diferencias de clase, generación y región de origen. Las historias de la identidad de los refugiados en Líbano y en Jordania, Siria y en el interior, o de aquellos residentes en Israel, se retroalimentaron entre sí para unir cada cosmovisión particular. No obstante, la tierra fue el componente por excelencia, a nivel simbólico y material, como lo denota el Día de la Tierra, la figura del felahin, las luchas por el derecho al retorno y la presencia de aquella forma del mapa representada en sus manifestaciones culturales. Ellos no sintieron pertenencia en los países donde se refugiaron y así mantuvieron la esperanza de regresar a sus hogares, tal como lo demuestra el resguardo de sus antiguas llaves.

Los residentes de los campamentos y los cuadros de la Resistencia manifestaron los matices como el lugar de origen se aprecia en las particularidades de la preparación de alimentos, el acento, las costumbres, la residencia real y las memorias locales. En segunda instancia, la clase de origen –si fue propietario de la tierra urbana o rural, o sin tierra–, escolarizado o analfabeto. La división de clases urbana/rural se repitió en los campamentos de residencia, así como la integración o no en la sociedad libanesa. Esto incidió tanto en las relaciones al interior de los campos como, por ejemplo, en los matrimonios. En tercera instancia, las huellas de las actitudes políticas pre Nakba aún existían en la década de 1960, como la oposición a los partidos políticos en general, distinto es el caso de palestinos exiliados en otras latitudes que no trataremos aquí por cuestiones de espacio.

La creciente independencia de la política palestina en los territorios repercutió en la difícil relación con Jordania. Desde 1970, ese reino y la OLP disputaron el derecho de representar a los habitantes de Cisjordania y la Franja de Gaza. En los campos de refugiados, durante las décadas de 1970 y 1980, crearon una serie de metáforas de identidad de las experiencias individuales y colectivas. Transitaron por diferentes fases, el tiempo de la resistencia de 1968 a 1982 (desde la invasión israelí hasta la OLP en Líbano) y la fase posterior desde 1982 hasta la intifada. Sus consecuencias se vincularon al “ascenso y la caída” de la OLP, y a la dialéctica entre las poblaciones del interior y la diáspora.

Los refugiados palestinos en Cisjordania rechazaron el estereotipo de víctimas. Dicha actitud y el derecho de retorno fueron dos de los referentes más importantes, así como también, la organización social en la vida cotidiana en los campos de refugiados. Los refugiados celebraban su condición, puesto que el movimiento de la Resistencia restauró su identidad como palestinos después de dos décadas de ser alienados bajo la etiqueta de “refugiados”. Su identidad y su experiencia se consolidaron a través del trabajo humanitario, el uso de prácticas espaciales y las conexiones con sus lugares de origen. 

En los campos, proliferaron entre los jóvenes una nueva religiosidad: la oración y la asistencia a la mezquita, la invocación de Alá, el uso de determinadas vestimentas por las mujeres. Este retorno pendular al islam en el período posterior a 1982, conformó una opción identitaria crítica de un nacionalismo secular frustrado. Ellos lo percibieron como una reacción a la derrota de 1982, aunque, si bien el nivel religioso de su identidad aumentó, lo cierto es que la palestinidad cambió en su forma.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

INCONSISTENCIAS DE UNA INÉDITA AGRESIÓN

Claudio Katz




En las primeras semanas de gobierno, Milei ha transparentado el descomunal atropello

que pretende implementar. Ninguna denominación exagera esa ofensiva. Es ¨un plan de guerra
contra la clase trabajadora¨, una ¨motosierra contra los desposeídos¨ y una ¨contrarreforma
integral de la sociedad argentina¨. Aplica la doctrina neoliberal del shock con una virulencia
nunca vista. Martínez de Hoz, el Rodrigazo, Menem o Macri son tibios antecedentes de la
brutalidad en curso.
Milei espera consumar en un año, la cirugía del gasto público que el FMI propuso
efectivizar a lo largo de un quinquenio. Proclama la conveniencia del sufrimiento y pronostica un
desplome aún mayor de los ingresos populares, antes de lograr la prometida recuperación
económica. Omite que esos padecimientos no se extenderán al puñado de poderosos que
enriquece su gestión. También oculta el carácter innecesario y premeditado del daño que está
provocando a toda la población.
El libertario presenta su mazazo como la única contención posible a una inminente
catástrofe de la economía. Pero fundamenta ese diagnóstico con cifras disparatadas. Inventa una
hiperinflación del 15 mil por ciento, déficits gemelos del 17% del PBI y advierte contra un
encarecimiento del litro de leche de 400 a 60 mil pesos. Exagera alocadamente los desequilibrios
de la herencia recibida para disimular la atrocidad de sus medidas.
En pocos días ha desmentido todos los mensajes de la campaña electoral. Sus decretos
penalizan al grueso de la población y no a un puñado de políticos. Ya sustituyó las menciones de
la ¨casta¨ por todo el Estado como destinatario del recorte. Ahora confiesa que su tijera se
extenderá al sector privado, pero omite que los grandes grupos capitalistas quedan eximidos de
ese ajuste.

EMPOBRECIMIENTO GENERAL

Con el cuento de evitar una hiperinflación futura, Milei genera una superinflación
inmediata. Comenzó con una mega devaluación del 100% que escaló la carestía al 25-30%
mensual. Remediar con más inflación el peligro de ese flagelo es el primer absurdo de su
programa.
Los precios de los alimentos se han disparado nuevamente por encima del promedio,
amenazando la supervivencia de los sectores más humildes. Milei motoriza esa degradación,
anulando todos los obstáculos legales al salvajismo del mercado (ley de abastecimiento y de
góndolas). Eliminó las restricciones a la exportación de carne, para situar el precio de ese
alimento en su impagable cotización internacional.
Ya se avizora un dramático salto en la pobreza, que en el primer trimestre del 2024
afectaría al 55-60% de la población. La irrelevante compensación que dispuso al recorte de los
planes sociales desembocará en situaciones de subalimentación.
Los jubilados son nuevamente el segmento más golpeado. Milei soslayó el otorgamiento
de los bonos, que periódicamente alivian a los perceptores del haber mínimo. Prepara, además,
otro cambio en la fórmula de movilidad para castigar al sector más vulnerable de la sociedad.
Ese ensañamiento apunta a recrear el fallido régimen de las AFJP (jubilación privada), alegando
insuficiencia de fondos en la Seguridad Social. Omite que bastaría con restaurar las cargas
patronales (que eliminó el menemismo y no repusieron sus sucesores) para equilibrar ese
sistema.
La prioridad de Milei es precarizar el trabajo, aprovechando la demolición del costo
laboral que impone la inflación. Con ese objetivo motoriza una reforma laboral que pulveriza las
indemnizaciones, elimina la ultra actividad de los convenios y extiende los períodos de prueba.
La clase media será atropellada con tarifazos que duplicarán en el AMBA el precio del
transporte. Sin apartarse del principio de nivelar para abajo, Milei argumenta que en el resto del
país esas erogaciones son más elevadas. También apuntala la campaña de las empresas de
medicina prepaga para apropiarse de la crema del mercado. Su decretazo les permitirá capturar a
los afiliados de mayores ingresos de las obras sociales, para expulsar a los empobrecidos al
infierno de hospitales públicos sin recursos. Esas compañías preparan su nuevo negocio con
incrementos de cuotas del 40 o 50%.
La guadaña para los empleados públicos transita por congelar los sueldos en pleno
aluvión inflacionario. Está en marcha el despido de los contratados y una purga posterior en
numerosos organismos. También avanza la destrucción de la estructura científica, acorralando al
CONICET a sobrevivir con seis meses de presupuesto.
El libertario promociona esta sangría denigrando el trabajo estatal y propiciando una
confrontación con los asalariados del sector privado formal. Con ese objetivo autorizará para este
segmento, la vigencia de las paritarias cortas con cláusulas gatillo, que proscribe en el universo
público.

AVENTURAS Y APROPIACIONES

Milei pretende consolidar la demolición del nivel de vida popular, con una recesión que
genere altas tasas de desempleo. Espera disuadir la resistencia social con esa masa de
desocupados. Menem recurrió a esa receta y su émulo la recrea, paralizando la obra pública y
reduciendo las transferencias a las provincias. Ese vendaval provocaría, además, un masivo
quebranto de las pequeñas empresas a favor de los grupos concentrados nacionales, que el
libertario favorece anulando la ley de góndolas. Las compañías foráneas son premiadas con la
eliminación de la ley de Compre argentino.
El ocupante de la Casa Rosada supone, que con esa topadora la economía encontrará un
punto de inflexión, cuando la depresión pulverice el consumo interno. Prevé que la estabilidad
monetaria inducirá en ese momento un ciclo de reactivación, manejado por los poderosos que
sobrevivan al hundimiento del resto. Pero no computa la posibilidad de una estanflación
perdurable por los desequilibrios que introduce su ajuste.
Si, por ejemplo, la recaudación decrece junto al declive del nivel de actividad más que el
recorte del gasto público, la economía quedará entrampada en un círculo vicioso de sucesivas
regresiones. También la inflación puede carcomer la devaluación y forzar en poco tiempo otro
ajuste del tipo de cambio, con el consiguiente rebrote de los precios.
Estas eventualidades son conocidas, pero omitidas por el grueso de las clases dominantes.
Todas sus fracciones sostienen la feroz arremetida del nuevo mandatario. Celebran la fenomenal
transferencia regresiva de los ingresos que ha impuesto la remarcación de los precios.
Milei no disimula su convocatoria a reforzar la primacía económica de un grupo de
empresas. El eje de su mega decreto son los cambios en el Código Civil y Comercial, que
otorgan a esas compañías la última palabra en cualquier controversia jurídica. Para estabilizar un
modelo neoliberal parecido al que impera en Chile, Colombia o Perú propicia el fulminante
predominio del gran capital.
El libertario ya tiene preestablecidos a los ganadores de su partida. Diseña las
privatizaciones a medida de esas firmas, mediante la conversión de las empresas públicas en
sociedades anónimas. Cada capítulo de su mega decreto favorece a un grupo predeterminado.
La anulación de la ley de góndolas es para Coto, los cambios en los clubs de fútbol son
para Macri, la remodelación del azúcar para Blaquier, la desregulación financiera para Galperín,
el desmembramiento de YPF para Rocca y el descontrol de los alimentos para Arcor, Danone y
Molinos.


También pone fin a las normas de los alquileres por pedido de la Cámara Inmobiliaria,
Airbnb y Booking, avanza en la demolición de las obras sociales a favor de Osde, Swiss
Medical, Galeno y Omint. La derogación de la Ley de Tierras es un presente para Joe
Lewis y Luciano Benetton y las modificaciones del régimen farmacéutico se amoldan
a Farmacity. La desregulación satelital ha sido explícitamente concebida a medida de Starlink.
En los grandes negocios irresueltos del extractivismo minero, el libertario hará lobby para
sus candidatos mediante la desfinanciación de las provincias. Existe, además, una larga lista de
empresas sin compradores que serán recortadas o cerradas (ferrocarriles, Aerolíneas, YCF,
medios públicos). Ya se vislumbran también los conflictos entre apropiadores por las compañías
más apetecidas (fondos buitres versus Techint por YPF).
LA PRIMACÍA DE LOS FINANCISTAS
.
El capital financiero tiene total preeminencia en un gabinete bendecido por el FMI. Los
bancos festejan la desregulación de las tarjetas de crédito y la eliminación del tope a los intereses
punitorios que pagan sus clientes.
Ese protagonismo financiero quedó explicitado, con la emisión de un nuevo bono para
saldar la deuda del Estado con los importadores. Ese título (Bopreal) pretende resarcir a las
empresas que adquirieron bienes del exterior, sin contar con las divisas que Massa rehuyó
entregarles ante la forzosa carencia de reservas. Para remediar ese impago, los adalides de la
austeridad fiscal vuelven a endeudar el Estado, con un bono por 30 mil millones de dólares, que
cotiza en divisas y ofrece elevados rendimientos.
Pero el pasivo alegado para justificar esta nueva deuda pública no está documentado y su
envergadura es un enigma. Los importadores proclaman distintas sumas para compensar
operaciones muy dudosas. Es evidente que los montos están inflados e incluyen todo tipo de
fraudes (autopréstamos con las casas matrices, sobrefacturación de precios de transferencia). Por
simple petición de los capitalistas, el Estado asume nuevamente un compromiso que pagará toda
la población. Aunque la estatización de esas deudas privadas no es aún explícita, se están
creando las condiciones para ese traspaso.
Caputo no solo busca socorrer a sus amigos. También intenta iniciar la paulatina
sustitución de la deuda pública en pesos por otra nominada en dólares. Gran parte del pasivo
reclamado por los importadores está reciclado en el sistema bancario y quedó atado a la montaña
de títulos públicos que acumulan las entidades (Leliqs). El ministro aspira a reconvertir esos
papeles en bonos en dólares para priorizar las transacciones en divisas. Sustituiría los dólares
frescos que no consiguió en el exterior por títulos estatales nominados en esa moneda.
Hasta ahora, el bono que emitió para los importadores no cuenta garantías significativas y
tampoco puede ser objeto de litigio en tribunales internacionales. Su emisión es otra aventura del
timbero que hundió al país durante la gestión de Macri.
Con esa colocación pretende iniciar un lanzamiento general de títulos en divisas, para
contraer la masa total de pesos en circulación y dejar abierto un curso de eventual dolarización.
Ese desemboque es concebido como coronación del proyecto neoliberal o como un recurso de
emergencia, frente a corridas cambiarias o colapsos bancarios. Las señales de esa intención
dolarizadora se verifican también en el desaliento a los depósitos en pesos (tasas de interés
decrecientes) y en las nuevas normas de contratos en dólares (alquileres) o en sus equivalentes
virtuales (bitcoins).
Pero Caputo juega con fuego al coquetear con una dolarización sin respaldo. No
consiguió hasta ahora el auxilio externo de los fondos de inversión o del FMI, para atenuar el
agujero de 10.000 millones en las reservas. Tan sólo espera inflar una burbuja con sus cómplices
de la City, hasta que en abril ingresen las divisas de la cosecha.
Lo más insólito es el fundamento de su jugada en el saneamiento de las finanzas públicas.
Un gobierno que destruye la economía en nombre de reducir el déficit fiscal, está montando un
gigantesco agujero en el erario público. Sus voceros omiten que la mitad de los 5,5 puntos del
PBI que pretenden recortar corresponde a intereses de la deuda. Ese pasivo volverá a escalar en
forma incontrolable con las nuevas andanzas de un endeudador serial, que promete cuidar el
gasto público, mientras despilfarra el dinero de todos los argentinos.
GUIÑOS DEL AGRONEGOCIO Y LA INDUSTRIA
Milei inauguró su mandato con la mega devaluación que exigían los exportadores del
agro. Ya tenían el dólar soja que les otorgó Massa y ahora obtuvieron la cotización que
ambicionan para sus ventas. Ese beneficio es solventado con el empobrecimiento de la
población, que sufrió el inmediato traslado a los precios internos de la duplicada cotización del
dólar. Nunca el país soportó un encarecimiento tan descontrolado de la comida para engordar a
los terratenientes, los contratistas y los comercializadores de granos.
Con ese zarpazo comenzó el alineamiento estratégico de las cotizaciones internas de los
alimentos y los combustibles con los promedios internacionales. Un territorio inmensamente rico
en nutrientes y energía quedará habitado por pobladores subnutridos, que no pueden refrigerar o
calefaccionar sus hogares.
Lo más chocante de este ajuste es su implementación en un año de cosecha récord, con
novedoso excedente energético. Esos lucros serán embolsados por el puñado de privilegiados,
que Milei defiende con elogios a la oligarquía que exterminó a los pueblos originarios. De esa
devastación surgieron los latifundios que obstruyeron el desarrollo de Argentina.
Milei apuntala el agronegocio anulando la ley de fuego que limita el extractivismo. Como
descree del cambio climático, fomenta la expansión de la frontera sojera a costa de los bosques.
Auspicia esa primarización, promoviendo, además, el pernicioso acuerdo de libre comercio del
Mercosur con la Unión Europea.
Ese favoritismo hacia el agro no está exento de conflictos, porque Milei es un servidor
del capital financiero. Por eso sugirió un incremento de las retenciones, que la agroexportación
eludió con maniobras de evasión (anotaron las ventas antes de la sanción de los nuevos
impuestos). Paradójicamente, los entusiastas agrarios del ajuste ajeno, están molestos con el
corte de las obras públicas que apuntalan sus negocios.
Con el sector industrial Milei afronta mayores tensiones. Su mega devaluación encareció
las importaciones de insumos, sin favorecer las exportaciones fabriles. Introdujo, además, un
llamativo incremento de los impuestos a esas ventas.
Gran parte de las regulaciones anuladas con el mega decreto presidencial, afectan a los
regímenes de promoción industrial de las provincias. El anunciado encarecimiento de la energía
erosionará la rentabilidad fabril y la abrupta apertura comercial podría generar una invasión de
mercancías baratas. Mientras despotrica contra China, Milei crea las condiciones para esa
mortífera llegada de importaciones asiáticas.
Pero las cúpulas de las Cámaras Industriales apoyan en forma abierta o silenciosa al
gobierno por su fomento de la reforma laboral contra los trabajadores y por su aval a la
remarcación de precios. Al igual que otras fracciones de la clase capitalista, los industriales
privilegian el atropello contra los asalariados a la propia marcha de sus negocios.

TRES ENDEBLES PILARES

Milei intenta reconfigurar la Argentina a puro decreto. Sin explicar cuál es la necesidad y
la urgencia de modificar 300 leyes, enunció un paquetazo que usurpa las atribuciones del
Congreso, avasalla la división de poderes y concentra la suma del poder público. Ha sido el
primer tanteo del presidencialismo autoritario, que el libertario adelantó asumiendo la
presidencia a espaldas del Parlamento. Ese simbólico ninguneo de los legisladores anticipó el
expeditivo uso de la lapicera presidencial.
En su debut mezcla las leyes con los decretos como si fueran normas equivalentes.
Apuesta a la docilidad de la justicia, al desconcierto de la oposición y al sostén de gobernadores,
que facilitaron su captura de las comisiones del Senado. Espera concertar con la derecha
peronista la gestación de un segundo menemato.
Milei retoma todos los enjuagues de la casta política para dilatar el tratamiento de su
mega decreto. Por eso manipula el envío de ese proyecto al Parlamento y socava la formación de
la comisión bicameral que tratará el tema. Busca empantanar el tema hasta marzo para imponer
la vigencia del decretazo, recordando que el Congreso nunca rechazó un DNU relevante. Si esa
maniobra falla, ya anunció que subirá la apuesta con la convocatoria a un plebiscito.
El libertario pretende repetir la trayectoria que siguió Yeltsin para destruir la Unión
Soviética. Busca imponer una remodelación total de la sociedad, aprovechando el estupor, la
pasividad y el rechazo al sistema político.
Pero en sus primeras semanas de gestión afronta múltiples adversidades. Los bloques de
la oposición debaten estrategias para rechazar un decreto, que en los primeros sondeos es
mayoritariamente objetado por la población.
Milei espera contrarrestar esa hostilidad con intimidaciones represivas. Es el segundo
pilar de su andanada. Desplegó un gran operativo de amenazas para disuadir la realización de
marchas opositoras, con un protocolo antipiquete concebido para prohibir las protestas,
vulnerando todos los derechos constitucionales. Esa campaña de criminalización incluyó multas
millonarias a los organizadores de las movilizaciones (y a otras agrupaciones que ni siquiera
participaron de esos actos).
El nuevo mandatario se calzó también un patético disfraz de militar, para anunciar en
Bahía Blanca que el Estado no puede socorrer a las víctimas de la tormenta. Olvidó esas
carencias, cuando dispuso regalar a Ucrania dos helicópteros que se utilizan para emergencias
climáticas.
El desbocado presidente no oculta su prioridad represiva. Su decretazo incluye fuertes
restricciones al derecho de huelga en múltiples actividades. Espera contar con la cobertura de los
medios y el sostén de la justicia para esa agresión. Como opción complementaria, imagina la
repetición del modelo fujimorista de autoritarismo presidencial, con presencia callejera de la
gendarmería. Pero los primeros tanteos de esa provocación han fallado. El protocolo antipiquete
quedó anulado de hecho, en las protestas que ignoraron las directivas de Bullrich.
Como el dominio de las calles definirá quién gana la partida, Milei construye su tercer
pilar en este último terreno. A diferencia de sus pares de otras latitudes, no cuenta con una fuerza
derechista propia para confrontar con los sindicatos, los movimientos sociales, el kirchnerismo y
la izquierda. Por eso intenta construir esas legiones con los recursos públicos desde el timón del
Estado.
Su primer ensayo fue la ceremonia de asunción. La acotada masa de concurrentes entonó
cánticos a favor del policía, con poco entusiasmo por el ajuste. Los votantes del libertario siguen
imaginando que ese sacrificio lo pagará otro. Otro intento de gestar una marcha oficialista, en
respuesta al debut de las protestas fue directamente desactivado, ante los indicios de apatía. Muy
poca gente quiere vitorear por ahora a un demoledor del nivel vida.
Milei tampoco suma alianzas. Sus socios de la derecha esperan resultados antes de
adoptar compromisos. El libertario forjó un gabinete con personajes impresentables, que
desconocen el funcionamiento del Estado e improvisan directivas desde insólitos organismos,
como el nuevo ministerio de Capital Humano. El presidente acompaña ese cambalache con
enunciados místicos y esotéricos mensajes de conversión al judaísmo medieval.

LA RIESGOSA APUESTA EXTERIOR

Milei imagina una reedición de las ¨relaciones carnales¨ que mantuvo Menem con
Estados Unidos. Supone que si el país ingresa en la OCDE (cumpliendo los requisitos
neoliberales de esa admisión) y ratifica su exclusión de los BRICS, conseguirá el apoyo
sostenido de Washington.
Esa expectativa de retribución es la invariable ilusión de los gobernantes derechistas.
Todos olvidan que la primera potencia otorga y retacea auxilios, en función de circunstancias
internacionales de mayor peso. El Departamento de Estado siempre exige resultados previos a
cualquier soporte de un vasallo.
Esa conducta imperial quedó corroborada en los fallidos créditos que exploró Caputo en
Nueva York. Luego de consultar a Washington, los financistas exigieron constatar primero la
viabilidad del ajuste contra el pueblo. Por el momento siguen con atención el desenlace del
decretazo, sin aportar un solo dólar. La Reserva Federal está conforme, pero se limita a observar
lo sucedido.
Para ganar el favor estadounidense Milei sobreactúa la sumisión, exhibiendo un
fanatismo por Israel que supera a los propios sionistas. Ya modificó el voto de Argentina en las
Naciones Unidas para convalidar la masacre de Gaza y participa en las festividades judías para
congraciarse con la DAIA.
Pero su afinidad con Netanyahu no es circunstancial. Forma parte de un viraje
internacional de la ultraderecha, que ha pasado del discurso a los hechos. El año 2023 concluye
con ese giro. Los lideres reaccionarios no se limitan a hostigar a los desamparados con amenazas
verbales. Han comenzado a transformar sus regresivos enunciados en prácticas atroces.
Lo ocurrido en Gaza retrata ese cambio. El sionismo está consumado un genocidio para
derrotar a los palestinos y forzar una nueva Nakba. Esta masacre convulsiona al Medio Oriente y
pretende apuntalar la contraofensiva de Estados Unidos contra China. Washington busca disuadir
a Arabia Saudita de su embrionaria participación en la Ruta de la Seda y presiona contra el
coqueteo de esa monarquía con desdolarización de las transacciones internacionales.
Milei aporta un sostén latinoamericano a nuevo curso de la ultraderecha. Busca imponer
un cambio radical de las relaciones de fuerza, en el país que alberga al principal movimiento
obrero, democrático y social de la región. También propicia el alejamiento de China de la zona,
para restaurar la alicaída primacía de Estados Unidos.
La masacre fascista de Netanyahu y la arremetida anarcocapitalista de Milei difieren de la
gestión convencional, que caracterizó hasta ahora a los mandatarios de la extrema derecha.
Bolsonaro, Trump. Meloni y Orban encabezaron presidencias semejantes al conservadurismo
tradicional. Esas gestiones preservaron los parámetros corrientes.
Por el contrario, Netanyahu y Milei inauguran otro modelo de efectiva acción
reaccionaria. Este giro es muy significativo, cuando se avizoran posibilidades de éxitos
electorales de la ultraderecha en Francia y Estados Unidos. El cambio en curso sintoniza con
estrategias de contraofensiva imperial más audaces contra China, al calor de la derrota que
Washington constata en Ucrania.
Milei exhibe gran entusiasmo con su rol de simple peón del imperio. Pero hasta ahora el
amo lo observa con desconfianza y desprecio. Biden está irritado por sus vínculos con el
competidor Trump y envió un representante de quinto orden a su asunción presidencial. Esa
ceremonia fue patética por la total ausencia de delegaciones de algún peso diplomático. El
protagonismo de Zelensky confirmó esa orfandad, porque el ucraniano posó como una gran
figura, cuando es impugnado por sus mandantes occidentales en un escenario de derrota militar.
Desde la Casa Rosada intentan disimular estas adversidades con mensajes de restauración
del idilio menemista con Estados Unidos. Pero omiten el drástico cambio del contexto mundial.
Martín Menem y Rodolfo Barra pretenden recrear un clima de fascinación con Occidente,
ignorando que Estados Unidos ya no es el triunfante de la guerra fría, sino una potencia afectada
por el ascenso de China.
Milei actúa como un neoliberal a destiempo, que desconoce cuán lejos ha quedado el
ambiente de los años 90. La euforia con el globalismo librecambista ha sido reemplazada por el
intervencionismo regulador en las principales economías de Occidente. Los mensajes del
libertario están desencajados de este escenario.
Ese despiste ya tiene severas consecuencias en la relación con China. La verborragia
provocadora del libertario indujo a Beijing a congelar el swap de yuanes, que alimenta las
reservas efectivas del Banco Central. Es una advertencia muy seria. Si Milei da marcha atrás en
los convenios ya suscritos (represas, energía nuclear, Ruta de la Seda), el principal cliente de las
exportaciones argentinas podría retraer drásticamente sus compras, creando una grave tensión del
libertario con el agronegocio.
Milei no inventa la pólvora y es sabido que su política de sumisión a Estados Unidos
agrava el subdesarrollo y la dependencia. Como ya ocurrió con el Pacto Roca-Runciman,
Argentina vuelve a atar su destino a una potencia en declive y las consecuencias de ese rumbo
serían dramáticas para el país.

LA RESISTENCIA INCLINA LA BALANZA


El principal obstáculo que afronta la agresión de Milei es su potencial rechazo popular. Si
esa oposición se masifica en la calle, el ajuste del libertario quedará neutralizado y será
recordado como otro fracasado intento de doblegar al pueblo argentino. Esa posibilidad
atormenta a las clases dominantes.
La pulseada comenzó con la importante manifestación que organizaron varias
agrupaciones piqueteras con la izquierda. Ese acto fue un éxito político. Logró contrarrestar la
campaña oficial de intimidación, reunió una respetable concurrencia y aglutinó un significativo
número de militantes. Despertó además el interés de los medios y frustró la aplicación del
protocolo de Bullrich.
El plan de provocaciones montado por la ministra fue desarticulado por la determinación
de los manifestantes y por una crisis del comando represivo federal con sus pares de la Ciudad de
Buenos Aires. La jefatura porteña en manos del macrismo rechazó cargar con los costos del
apaleamiento propiciado por Milei. Esa divergencia de la gendarmería con la policía local ilustró
la erosión que suscita por arriba la lucha de los de abajo. Fue un primer retrato de la dinámica
que puede socavar los planes de la ultraderecha.
El segundo indicio de la resistencia fueron las protestas espontáneas de los vecinos. Los
cacerolazos se escucharon en muchas ciudades y su transformación en cortes callejeros reforzó el
desconocimiento del protocolo antipiquete.
El debut de esos rechazos en la emblemática noche del 20 de diciembre concitó analogías
con lo ocurrido en el 2001, cuando los piquetes convergieron con las cacerolas en la batalla
contra los mismos personajes que reaparecen en el gobierno actual (Bullrich, Sturzenegger). La
expropiación de ahorros -que en ese momento sufrió la clase media- se ha transformado ahora en
una confiscación de ingresos.
En este clima la CGT convocó a una movilización, alentada por marchas de sindicatos
rosarinos. empleados del Banco Nación, trabajadores ferroviarios y estatales de CABA. Ese
tercer hito de la naciente lucha reunió una importante multitud, que enlazó a todos movimientos
sociales con numerosas delegaciones sindicales. Esta confluencia ha sido infrecuente e introduce
un dato alentador. La tradicional hostilidad de la jerarquía gremial hacia otros sectores populares
y su alergia a la izquierda pierde gravitación, facilitando una decisiva convergencia para derrotar
el ajuste.
Los gordos de la CGT desactivaron una concentración de mayor alcance, porque
negocian corporativamente con el gobierno los contornos más revulsivos de la reforma laboral,
junto a su continuado control de las obras sociales. Por eso se limitaron a impugnar los artículos
del decretazo que los incumben, con un limitado acto frente a los Tribunales. También posponen
la definición de un plan de lucha y evitan la convocatoria a un paro nacional.
Pero la movilización amplió el espectro de lucha contra el decretazo y volvió a
neutralizar el propósito represivo del gobierno. Bullrich debió tolerar nuevamente el
desconocimiento de su protocolo.
La resistencia al ajuste ha comenzado y la pulseada con Milei exige motorizar la
movilización, con los nuevos llamados de piqueteros, feministas y vecinos a ocupar la calle. Esas
convocatorias contrarrestan las vacilaciones imperantes en el peronismo y la centroizquierda. La
cautela de ambos sectores es justificada con argumentos que resaltan la inconveniencia de
confrontar con un recién llegado a la Casa Rosada.
Pero esa prudencia choca con la acelerada motosierra que prendió el nuevo mandatario.
Milei motoriza el ajuste con vertiginosa celeridad para desconcertar a los opositores. Si se lo deja
actuar, reforzará esa tónica en el futuro. Si por el contrario afronta un freno de entrada, sus
iniciativas perderán cohesión.
El éxito de esta batalla también transita por forjar un amplio espacio de fuerzas, que
exhiba potencia callejera y atraiga a los votantes desilusionados con el libertario. Resulta
indispensable dejar atrás la autoproclamación y las disputas por el protagonismo, para apuntalar
la unidad y repetir la masiva acción que socavó a Macri en diciembre del 2017.

DESENLACES ABIERTOS

La derrota del ajuste depende ante todo de la lucha social y en segundo término de las
contradicciones que genera el plan oficialista en las clases dominantes. Sin resistencia masiva
esas tensiones quedarán acotadas, porque los poderosos comparten el propósito de demoler los
sindicatos, las cooperativas y las redes democráticas.
Existe la posibilidad de una victoria popular, ante un presidente embarcado en consumar
un atropello monumental. Milei intenta perpetrar su agresión, sin contar con el sustento
requerido para esa escalada. Comanda un gabinete improvisado para aplicar un proyecto muy
ambicioso. Carece de los gobernadores, legisladores e intendentes que se necesitan para
efectivizar un plan, que irrita al grueso de la población.
Milei no define la forma de instrumentar el paquetazo que afronta la amenaza de un veto
parlamentario. Si ese rechazo se concreta, las 300 leyes propiciadas por el libertario ingresarán
en la congeladora de la justicia, afectando la impaciencia de los capitalistas. Esa eventual
desactivación del atropello patronal depende de una sostenida protesta en las calles.
La comparación con Bolsonaro es clarificadora y va más allá de los disparates
compartidos por ambos personajes. Al igual que su par argentino, el ex capitán llegó
inesperadamente a la presidencia, reemplazando al candidato preferido por los grupos
dominantes. Bolsonaro sustituyó a Alckmin en la misma secuencia que Milei reemplazó a
Rodríguez Larreta o Bullrich. En el primer caso fue determinante el descontrolado devenir del
golpe contra Dilma y en el segundo la crisis de la derecha convencional.
Pero Bolsonaro asumió en un escenario derechista estabilizado, con el grueso del ajuste
consumado por su antecesor Temer (reforma laboral, congelamiento del gasto social por 20 años,
regresión educativa, privatizaciones en marcha). Sólo añadió a ese paquete las modificaciones de
la seguridad social. Por el contrario, Milei debe lidiar con una crisis económica descomunal
retomando el discontinuado recetario neoliberal.
Bolsonaro aprovechó el clima de movilizaciones derechistas, que auspiciaban la
venganza contra el PT y el rechazo de la corrupción (Lava Jato). Milei no cuenta con ese sostén
y el relato de Macri agotó los episodios de coimas del funcionariado público. El libertario
tampoco cuenta con la poderosa red de evangelistas, militares y agro-capitalistas que sostuvieron
al ex capitán. En lugar de usufructuar con el reflujo del movimiento sindical -que sucedió en
Brasil a la huelga del 2018- debe confrontar con una estructura gremial que preserva un gran
poder de fuego.
Es un interrogante si Milei exhibirá la plasticidad de su ídolo carioca para adaptar su
gobierno a las adversidades. Por el momento se limita a subir la apuesta con medidas más
audaces, para generar un liderazgo cohesionador de las clases dominantes. El resultado de su
aventura depende de la resistencia popular.
Ese desenlace permanece abierto, porque Milei no expresa el giro derechista estabilizado
que diagnostican algunos analistas. Logró un éxito electoral sin el correspondiente correlato
social. Por ese carácter irresuelto de su gestión, son prematuras las evaluaciones que lo
identifican con la asentada convertibilidad de Menem. Tampoco exhibe hasta ahora el poder de
un “macrismo recargado”, capaz de efectivizar el fallido programa del 2015-2019. Esos peligros
sobrevuelan, junto a la posibilidad opuesta de personificar una corta pesadilla del devenir
argentino. A pocas semanas de su asunción, la única certeza es la centralidad de la lucha popular
para lograr su derrota.

27-12-2023

RESUMEN
La guerra contra el pueblo que intenta Milei no tiene precedentes. Incentiva una
superinflación que destruye los ingresos para favorecer a las grandes empresas. Privilegia al
capital financiero, apuntala el agronegocio y afecta parcialmente a los industriales. No logra aún
retribuciones por su sometimiento a Estados Unidos. Propicia el miedo y el autoritarismo, pero
debutó con cuestionados decretos, fracasos represivos y orfandad callejera. Ha comenzado la
resistencia y los desenlaces están abiertos.