Martin Martinelli | Dic, 2023 |
“No se
trata solamente de la localización de Israel y de Palestina, la ecuación que
hay que resolver es más amplia”
“No es casual que dos zonas incluidas en la
red de rutas de conexión de Eurasia y África estén pasando por situaciones
convulsas: Ucrania y Medio Oriente”
“El contexto en el que se crea el Estado de
Israel coincide con la descolonización total de las otras regiones”
“Israel se creó en 1948, pero no se trata de una
metrópoli con su colonia al estilo Francia- Argelia sino que se mudaron a ese
territorio donde fundó este Estado que, además, carga con la responsabilidad de
ser la punta de lanza del Occidente que posibilitó su existencia”
“Es la zona más intervenida militarmente en el
último siglo y medio no sólo por los territorios y sus recursos en sí mismos
sino también para contrarrestar la expansión de otras potencias”
La
intención es divulgar a través de imágenes y mapas una serie de investigaciones.
Estamos frente a una Nueva Guerra Fría, híbrida, cognitiva, de información, en
la que el arma por excelencia es la censura y la prohibición de medios de
comunicación alternativos o procedentes de países que no se ajustan al discurso
occidental. Por eso, nuestro rol académico en la faceta de divulgación, porque
estamos difundiendo resultados de un estudio científico, es esencial.
En el
presente desarrollo temático el sentido de la geopolítica encarna una
perspectiva desde las ciencias sociales. Para este tema particular, tengo en
cuenta los pasos geoestratégicos principales (ver Mapa 1) que buscan dominar
las potencias, entendiendo a éstas como el lugar que Inglaterra dejó a Estados
Unidos, y son: el Canal de Suez, los estrechos de Bab al-Mandeb, Hormuz, Malaca,
Gibraltar y los estrechos turcos de Dardánelos y el Bósforo. A los que debemos
añadir el Canal de Panamá o el Cabo de Buena Esperanza como secundarios entre
otros.
Mapa 1: Pasos
geoestratégicos.

Todo está
concentrado en Eurasia. Central en el mundo porque allí se desarrollan
distintas situaciones que mueven las agujas de las coordenadas del poder
mundial. La cuestión palestina es un claro ejemplo de ello y no hay que
perder de vista que los medios de comunicación toman un posicionamiento y
tienen una lógica que no ayudan a la comprensión, más bien al contrario. En
contraste, nosotros debemos hacer el esfuerzo por interpretar, explicar y así aportar
para una paz duradera en una región donde las superpotencias tienen una incidencia
muy fuerte en lo que sucede y tratan de controlarla.
Un paso
crucial para la comprensión, previo a esta situación y a lo que sucede en
Ucrania, tiene que ver con lo que está en juego. Si tenemos en cuenta las
reservas petroleras (Mapa 2) vemos cuáles son las máximas reservas y exportadores
de petróleo que son los mismos que fundaron la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP+), desde la crisis de 1973, todas las cuestiones
económicas, políticas y geopolíticas desde finales el siglo XX y lo que
llevamos del siglo XXI.
Mapa 2: Principales
reservas de petróleo.

Si
observamos las reservas de Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí
entendemos mejor su ingreso al BRICS+ desde 2024, junto con Egipto (país árabe
más poblado) y Etiopía que controlan el Canal de Suez y el Estrecho de
Bab-al-Mandeb en el Cuerno de África. Donde también Argentina estaría
involucrada al igual que Venezuela que tiene la máxima concentración de
petróleo comprobada del mundo, cuyo principal comprador es China (principal
consumidor mundial), pero que también ha vuelto a venderle a Estados Unidos.
Esta es la
situación que está detrás de esta nueva escalada de violencia más reciente.
Vemos una puja entre las potencias que muestra los entretejidos, como la
reconciliación entre Arabia Saudita e Irán y además que aquellos estrechos
mencionados más arriba, históricos escenarios de disputa, ahora están dentro
de la órbita del BRICS+ (Mapa 3). No se trata solamente de la localización
de Israel y de Palestina, la ecuación que hay que resolver es más amplia.
En el mapa de
la expansión de los BRICS+, debemos poner de relieve a Yibuti que es donde se
encuentra la única base militar que tiene China en el exterior, en contraste
con las 750 que tiene Estados Unidos. Pero también toma cuerpo una explicación
al debate que nuevamente se impuso en nuestro país sobre la dolarización, justo
en el momento en que Argentina fue invitada a sumarse al mencionado grupo en un
mundo que está girando hacia la desdolarización.
Mapa 3:

Si bien
ningún tema puede estudiarse sin insertarlo en un estudio regional e
internacional, el de Israel y Palestina mucho menos. Para el caso
considero imprescindible tener en cuenta lo que Brzezinski llama “zona global
de infiltración de la violencia” (Mapa 4) y muestra, en 1997, dónde va a
generarse la violencia que después se materializa en el proyecto El nuevo
siglo estadounidense.
Mapa 4:

Otro punto
del conflicto actual tiene que ver con la construcción de infraestructura (Mapa
5) para conectar todas las regiones de Eurasia y éstas, a su vez, con África.
No es casual, en este sentido, que dos zonas incluidas en esta red de rutas
estén pasando por situaciones convulsas: Ucrania y Medio Oriente.
Mapa
5: Rutas de la Seda.

Así se
observa mejor la puja mundial entre el G7 y el BRICS+ (Mapa 8) que se pone en
evidencia si entendemos el rol que cada miembro cumple dentro de sus
correspondientes regiones. Sin embargo, hay cuestiones que también son
importantes como el hecho de que países que fueron colonizados hasta hace poco
tiempo por las actuales potencias del G7 (Mapa 7), ha invertido esa situación a
través del BRICS+ que, vale aclarar, no es una organización militar ni
económica sino un foro de intercambio donde se plantean las políticas de un
mundo que ya está cambiando. Leer más aquí: “La geopolítica euroasiática frente al imperialismo.
China EEUU Medio Oriente s. XXI”
Mapa 6: Corredor
posible diagramado entre India-Medio Oriente-Europa

Detrás de
esta belicosidad actual subyace la Ruta de la Seda y este plan, como explica la
publicación india Drishti The Vision, lo resumimos aquí y anexamos
mapas.[1]
Los firmantes son: India, Estados Unidos, Arabia Saudita, Emiratos Árabes
Unidos, la Unión Europea, Italia, Francia y Alemania. Los puertos a conectar
son: en India, Mundra (Gujarat), Kandla
(Gujarat) y Jawaharlal Nehru Port Trust (Navi Mumbai); en Medio Oriente,
Fujairah, Jebel Ali y Abu Dhabi en los Emiratos Árabes Unidos, y Dammam y Ras
Al Khair en Arabia Saudita. La línea ferroviaria conectará el puerto de
Fujairah (EAU) con el puerto de Haifa (Israel) a través de Arabia Saudita
(Ghuwaifat y Haradh) y Jordania. En Israel se contará con el puerto de Haifa,
mientras que en Europa serán los del Pireo, en Grecia, Messina en Italia y
Marsella en Francia. El objetivo es constituir una red de transporte integral,
con ferrovías, ruta terrestres y marítimas, que conecte India, Oriente Medio y
Europa para competir con China, volcando a India como contrapeso geopolítico y
geoeconómico.
Esta
iniciativa constituye el contexto en el que se produjeron los hechos de
violencia del 7 de octubre de 2023 y los sucesos terribles de una segunda Nakba
que vemos por todos los medios de muerte y destrucción. La frase de Memoria
de Siglos, del grupo Hermética lo resume: “al asesinato en masa, los
hombres lo llaman guerra”.
Badrakhumar,
apoyado en infogragías y mapas explica, los intereses detrás de lo que hoy ya
son dos meses de bombardeos israelíes sobre los palestinos, con cifras
estrepitosas que superan la expulsión de palestinos de 1948 y más que duplican
el poder de fuego del mayor atentado terrorista de la historia, las bombas
nucleares que el US Force arrojó sobre Hiroshima y Nagasaki y abrieron
la era actual, que está en cuestionamiento (Martinelli, La madre de todas las
batallas, Palestina e Israel. Revista Cuadernos de Marte, 2023).
Mapa 7:
Potencias coloniales- reparto territorial.

Mapa 8:
Expansión del BRICS+.

En el área de
la cuestión Palestina e Israel, gran cantidad de información nos indica que el
plan de colonizar una región y generar un estado judío no era nuevo, de hecho,
en 1896 se pensó en zonas de África como Madagascar o Uganda, o incluso en
Argentina. Sin embargo, el belicismo actual responde a una realidad que
nació de la división de la zona entre Gran Bretaña y Francia (Mapa 8) a través
del acuerdo Sykes- Picot en 1916 que podemos presumir como la raíz del
problema debido a que, al año siguiente, con la Declaración de Balfour 1917, se
hace una promesa de tierra a los judíos que vivían en Europa.
Mapa 9: División
de Palestina y del Levante Mediterráneo, el Mashriq.

Desde 1948
empieza una guerra, en realidad, es un proyecto de limpieza étnica (leer más aquí: la última década) a partir del cual los
palestinos comienzan a sufrir una división progresiva de su territorio (Mapa 10).
Esta ocupación y fragmentación fue impulsada por la ONU como solución a la
cuestión judía en Europa. Esto muestra la falsedad del mito “una tierra sin
pueblo para un pueblo sin tierra” porque los judíos sin tierra van a un lugar
habitado por árabes palestinos, como ellos se definen.
Mapa 10: Ocupación
progresiva del espacio palestino en el tiempo

En los
mapas, observamos las consecuencias de la Nakba (la catástrofe en árabe que los
israelíes pretenden imponer como la “independencia de Israel”) y también la
localización de los campamentos de refugiados palestinos que van a Cisjordania,
a Gaza o al Líbano. Este es el problema de refugiados más largo de la
historia contemporánea.
El análisis
de lo que sucede en Palestina debe ser leído en términos de colonización,
colonialismo de ocupación en específico y de imperialismo. Por eso su
movimiento de liberación nacional es antiimperialista y anticolonialista («Entre el
nacionalismo anticolonial y diaspórico. Los casos palestino y kurdo»). En este sentido, conviene retrotraerse hasta el proceso de
descolonización (Mapa 11) de África y del Medio Oriente ampliado o mundo árabe
para ver que el contexto en el que se implantó el Estado de Israel, que
justamente y no es azar, coincidió con la descolonización total de las otras
regiones.
Mapa 11:
Descolonización de Asia y África.

La cuestión
territorial y la cuestión histórica están íntimamente relacionadas e influyen
de manera denodada sobre lo que ocurre en la zona. Pero también influye la
forma en que se relata eso que ocurre (Mapa 11) y por eso hay que estar atentos
a la terminología que se utiliza, a veces adrede, como por ejemplo la palabra “terrorista”
(leer más aquí: Martinelli, M. “Orientalismo, Cultura e imperialismo y
La cuestión palestina”). Este tipo de lenguaje no
ayuda a la comprensión del tema porque las definiciones de esos términos son
fluctuantes y depende de quién lo diga.
Mapa 12: Reconfiguración
de Medio Oriente.

Leer más
aquí: Martinelli, Martín A. (2020) «La reconfiguración simbólica y material
del Medio Oriente, en las recientes tres décadas».
La
necesidad de imponer un sentido común para el uso de terminologías encuentra su
inicio en 1997 en el libro el Gran Tablero mundial de Zbigbnieb Bzrzesinsky y
su plan de mantener el dominio, la hegemonía y el imperialismo estadounidense
luego de la implosión de la Unión Soviética y con la asiatización de la
economía mundial en ese momento representada en Japón y asomando en China. Entre
2006 y 2013 cuando Peters, un general norteamericano, tuvo la pretensión de
reorganizar Medio Oriente para reconvertir a la región, sin preguntar a sus
habitantes si estaban de acuerdo, y posicionarse en lugares de recursos
estratégicos sin descuidar las ubicaciones necesarias para llevar a cabo una
política de asfixia a Irán, el gran enemigo.
Esta
política de cerco, de acaparamiento y ocupación también la vemos repetirse en
el caso palestino (Mapa 13) donde se desarrolla un cercamiento de Cisjordania
que contiene en su seno un muro y está rodeada de campamentos israelíes. Los
palestinos están cercenados en un montón de derechos humanos básicos. No
estamos hablando solo de una cuestión nacional o de autodeterminación sino de
una cuestión de humanidad y de antiimperialismo.
Mapa 13:
Separación y asentamientos israelíes.

Podría
existir un estado con diversidad de identidades como Bélgica, pero en el caso
palestino, hay un estado que se declaró como judío en 2018 y expulsa a aquellos
que no se ajustan a este criterio confesional de la ciudadanía. Esta imposición
a la que Israel dice tener derecho es mucho más lacerante si tenemos en cuenta
que hay casi una paridad cuantitativa entre ambos pueblos en el territorio en
disputa: 7.6 millones de palestinos y 7.1 millones de israelíes. Ninguno de
estos datos se muestra habitualmente en los medios de comunicación (seguir leyendo: Martinelli, M. «La construcción de la identidad
nacional palestina»).
Este territorio
es llamado por los israelíes como Judea y Samaria apoyados en la Torá, libro
sagrado que los palestinos no admiten en su religión. Sin embargo, no es una
creencia solamente religiosa porque hay una acción que viene siendo justificada
que es la política tripartita que se basa en la expulsión de los palestinos de
Jerusalén, posicionarse en Jordania para intentar controlar a las autoridades
palestinas y Cisjordania como núcleo para depositar la violencia de los
ciudadanos israelíes que encuentran allí un campo abierto para la masacre de
palestinos.
En Gaza es
diferente porque no hay israelíes por eso es que lo que estamos viendo hoy es
una atrocidad. Se trata de dos poblaciones que convivían (Mapa 13) hasta que se
hizo presente el impulso de alcanzar otro Estado. Con la particularidad de que Israel
se creó en 1948, pero no se trata de una metrópoli con su colonia al estilo
Francia- Argelia sino que se mudaron a ese territorio donde fundó este Estado
que, además, carga con la responsabilidad de ser la punta de lanza del
Occidente que posibilitó su existencia (leer más: Martinelli, M. “Los conceptos de raza y nación en perspectiva
histórica. Sus influencias en el surgimiento del nacionalismo israelí”)
.
Mapa 14:
Implantación y expansión de Israel en territorio palestino.

La región
se ha visto envuelta en guerras durante todo el siglo y en los últimos 20 años
se han disparado los números de muertos y refugiados, pero también crecieron
las inversiones de Estados Unidos y la OTAN que llega a los 8 trillones de
dólares y que se combina con el comercio armamentístico y petrolero. Es la
zona más intervenida militarmente en el último siglo y medio no sólo por los
territorios y sus recursos en sí mismos sino también para contrarrestar la
expansión de otras potencias.
El caso palestino-
israelí forma parte de este conglomerado de violencias por lo que es más
evidente el intento de confundir cuáles son las circunstancias que se
atraviesan. Se omiten la innumerable cantidad de resoluciones de la ONU que
fueron vetadas por Estados Unidos, la IV Convención de Ginebra, El Estatuto de
Roma, los estudios consultivos de la ONU acerca del apartheid (Martinelli, M. “El apartheid en Palestina e Israel, una analogía con
Sudáfrica”) en curso en Palestina-Israel, la Corte
Internacional de Justicia y muchos otros estudios y declaraciones, incluso
reciente los proyectos de alto al fuego y de ayuda humanitaria propuestos por
Brasil.
Mapa 14: El
Eje de la Resistencia.

El Departamento de Estado de los Estados
Unidos define terrorismo como: “la amenaza o uso de la violencia para lograr
fines políticos, religiosos u otros por medio de la intimidación, la
provocación, el miedo y demás, dirigidos contra poblaciones civiles”. No se
marca, como vemos, una diferencia crucial entre los hechos de violencia
simbólica o material (que nosotros reprobamos, aunque son una realidad
insoslayable): la naturaleza defensiva u ofensiva del acto violento. Según el
criterio estadounidense, Israel podría catalogarse como un estado cuyo
terrorismo posee un alcance regional, algo semejante a la presión ejercida por
la potencia norteamericana, un “Terrorismo global de Estado” (leer más: Martinelli, M. Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y
resistencia).
Los acontecimientos de Medio Oriente tienen
gran impacto en América e influyen directamente sobre el margen de acción del
imperialismo en la región. Quiénes argumentan que “Israel desea la paz, pero no
lo dejan” siempre aluden a ciertas resoluciones de Naciones Unidas, como el
desarme de Jizbalá.
La idea de mostrarse a sí mismos como
bastiones de la democracia, como hacen Israel y EEUU, ilustra más que nada que
en la actualidad el estandarte de la democracia sirve a cualquier propósito.
Bush lo utilizó para ocupar Irak y equiparar su invasión con la gesta
antihitleriana de Europa. Alientan la democracia, pero no la aceptan si los
resultados de las elecciones no favorecen sus propósitos. Prosiguen la toma de
posesión de las tierras más valiosas de Cisjordania y el cerco en torno al gran
“campo de concentración” que han creado en Gaza. El eje de esta política es la
absorción definitiva de la primera zona y la destrucción de la segunda con la
construcción del muro. Los palestinos han quedado dispersados en un territorio
agujereado. Padecen la aplicación de un modelo similar al sudafricano del
Bantustán, que desgarra a su país en cantones incomunicados. En sus puntos de
entrada y salida, se ubican numerosos checkpoints, donde el Ejército
Israelí realiza controles exhaustivos en los territorios palestinos.
El pueblo palestino continúa en la lucha por
su autodeterminación, más allá de si es posible la aplicación de una solución
de un Estado binacional o de dos Estados. Sin dejar de ver la situación de
ocupación que lleva décadas y se incrementa de manera sostenida, es una
posibilidad que podría reflotarse en las elecciones previstas para este año. Al
mismo tiempo, se reconoce internacionalmente la aplicación de un apartheid
sobre su población, pero eso aún no ha modificado sustancialmente su realidad.
Entre las formas de resistencia palestina y de
solidaridad internacional hacia su causa, encontramos la campaña BDS, Boicot
Desinversión y Sanciones (emparentado con el sudafricano), que se opuso a las
declaraciones de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto
(AIRH), para rechazar la asimilación entre la judeofobia (antisemitismo) como
forma de racismo y el antisionismo, como rechazo a las políticas israelíes
hacia los palestinos.
Mapa 15: Cisjordania una colonia de Israel.

Como ha
referido el historiador mexicano Isaac Martínez Monterrosas (2023)[2]
en resumen de nuestras investigaciones acerca de la temática: “1) el estado
coimperial de Israel fue establecido por Occidente para defender sus intereses
geoestratégicos en Medio Oriente a través de la desestabilización; 2) el
sionismo es una ideología política interesada, por un lado, en la colonización
de asentamiento (Settler Colonialism) sobre la totalidad del territorio de la
Palestina histórica y por el otro, en la limpieza étnica de la población
nativa.”
En esto
Israel ha clamado por sus intereses, lo cual no implica direccionar la política
estadounidense hacia las zonas que son marcadas por las lógicas territorial y
capitalista de poder, que convergen cada una con su peso específico sobre la
toma de decisiones hacia la región. Las estrategias políticas, diplomáticas y
militares empleadas por EE.UU. muestran su carácter imperialista y en Medio
Oriente uno de los factores que acompañan su política es la actuación de
Israel.
La realidad
social y política palestina se fracturó en tres planos (algunos consideran
cuatro, con Jerusalén Este): en Cisjordania y Gaza, en el interior de Israel y
en el exterior de la Palestina histórica (refugio y emigración). Estas tres
dimensiones, si bien poseen particularidades, no han estado aisladas unas de
otras y se han influido. Para los palestinos conforman una misma realidad y
cualquier palestino tiene a sus familiares dispersos en estos tres mundos. En
otras palabras, las tres esferas de la ocupación israelí sobre Palestina son
indisociables.
Mapa 16: El
bloqueo de Gaza.

Claudio Katz, en una mesa debate junto con
Jorge Elbaum y quien escribe, aseguró:
Los bombardeos de Israel en Gaza están
consumando uno de los mayores crímenes de la historia contemporánea. Incluyen
hospitales, escuelas y campamentos de refugiados. Utilizan armas desconocidas
que derriten la piel, provocan quemaduras e impiden el tratamiento a los
heridos. Los pacientes son también operados sin anestesia de las atroces
consecuencias del fósforo blanco.[3]
Como
manifestó Enzo Traverso cuando lo entrevistamos: “…lo que está ocurriendo en
Gaza hoy es una política que no se puede definir de otra manera que no sea
política genocida. Es decir, una política de destrucción planeada en contra de
una sociedad civil, en la que no se hace distinción entre combatientes y civiles.
Hay 2.5 millones de personas que están encerradas en un espacio que es sometido
a bombardeos permanentes con la imposibilidad de buscar un lugar de protección.
Todos los medios, lo más elemental para la supervivencia, son cortados:
electricidad, agua, la mitad de los hospitales están cerrados.”[4]
Muestra del
poder del periodismo y la información son los 67 (sí, 67) periodistas
asesinados por el ejército israelí, la presión sobre Al-Mayadeen cadena
libanesa en el terreno, los intentos de censura en las redes sociales, la
presión del Comando estadounidense para nuestra región, Laura Richardson, en
Nuestra América sobre Telesur, Sputnik y Russia Today, el
pedido de censurar la BBC, Al Jazeera y Al Mayadeen por parte de Israel en su
país, el bloqueo de Telesur en youtube, la censura de Sputnik y RT
en Europa, el uso de la palabra “antisemitismo” para cualquier tipo de crítica
a las políticas exteriores del Estado de Israel de tan solo tres cuartos de
siglo, bajo los pretextos enarbolados en la alianza para la rememoración del
Holocausto (IHRA en sus siglas en inglés), las amenazas a nuestro humilde canal
de Youtube Coordenadas, las persecuciones a la candidata presidencial de
Argentina Miryam Bregman o a la periodista Melisa Trad. Por otro lado, medios
como Infobae o La Nación+ representan el aval más ultraderechista
a las políticas genocidas de Israel sostenidas por Estados Unidos. La Alianza
Estadounidense-israelí junto a la Organización del Tratado del Atlántico Norte
(OTAN) mantienen su proyecto de imponer un estado de guerra permanente en la
región, y cuidar los intereses propios. En los medios de comunicación
estadounidenses la sionización es tan minuciosa que ni uno solo de los mapas
aparecidos en televisión podría revelar a los ciudadanos estadounidenses la red
de guarniciones, asentamientos, carreteras y barricadas israelíes que surcan
Gaza y Cisjordania. De esta manera los medios son cómplices de los asesinatos
en masa producidos de manera cíclica en la región.
Como
ejemplo, Isaac Martínez Monterrosas analizó la continua participación de las
universidades judías de Palestina en el proyecto colonial sionista, que
construyeron numerosos edificios en sitios estratégicos, para promover la
colonización del territorio: “Las universidades judías fueron establecidas de
forma estratégica con el propósito de acrecentar a la población colona en los
lugares donde ya se habían asentado o comenzar con el proceso colonizador en
los sitios no colonizados, por esa razón algunas de ellas fueron erigidas sobre
las ruinas de las aldeas limpiadas por los soldados sionistas. Esto lo hicieron
conscientes de la importancia de las instituciones universitarias en Occidente,
donde son vistas como el espacio donde se construyen los conocimientos de
utilidad para la sociedad mundial y cuya destrucción o ataques a sus recintos
son calificados de ataques contra la civilización humana al impedir el
desarrollo de la ciencia y la tecnología. Dicho de otra manera, consideraron
que el establecimiento de sus universidades en sitios potencialmente
colonizables justificaría la permanencia de las colonias e impediría su
desalojo. También lo hicieron para legitimar sus conquistas militares, ya que,
una vez establecidas sus instituciones universitarias, comenzaron a ser
promovidos los proyectos de investigación encargados de estudiar el pasado
histórico de los lugares conquistados con el objetivo de mostrar al mundo la
desenterrada historiad judía del lugar.”[5]
Como se
explicó en el medio Sputnik: “Hamás bien podría ocupar un lugar destacado en
cualquier Palestina futura, como el Congreso Nacional Africano (CNA), que fue
una organización prohibida de 1960 a 1990, acabó haciéndolo en la Sudáfrica
posterior al apartheid.” Hamas plantea tres objetivos principales: “la creación
de un Estado palestino independiente, la liberación de los prisioneros
palestinos encerrados en las cárceles israelíes y el fin de las incursiones de
colonos y policías israelíes en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén”.[6]
Mapa 17: Estados
Unidos mayor ayuda militar exterior a Israel.

El Estado
Judío –declarado así en su legislación desde 2018–, es el mayor receptor de
ayuda exterior militar de los Estados Unidos, más de 250 mil millones
declarados desde 1949-2023.[7]
La influencia del AIPAC American Israel Publlic Affairs Committe (Comité
de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí) es muy extendida. Para el sionismo
estadounidense “…no es lícito hablar de violencia o terror judíos cuando se
trata de Israel, aunque todo lo que hace lo hace en nombre del pueblo judío,
por y para un Estado judío[8].”
Varias
explicaciones justifican la importante cantidad de material y apoyo diplomático
que los EE. UU. proporcionan a Israel. Es el mayor receptor anual de ayuda
directa estadounidense, tanto militar como económica, desde la Segunda Guerra
Mundial y el único que no tiene que dar cuentas de cómo gasta la ayuda, una
excepción que hace casi imposible impedir que el dinero se use para fines a los
que se opongan los EE. UU., como la construcción de asentamientos en
Cisjordania, y hace la vista gorda con respecto a la adquisición de armas
nucleares. Israel es la principal potencia militar de la región y el quinto
poder nuclear del mundo, y no está rodeado de un mar de árabes hostiles, como
pretende ser visto. La ambigua estrategia de la administración Bush para transformar
Oriente Medio tuvo como fin parcial mejorar la situación estratégica de Israel.
Este apoyo único a Israel se debió a su condición estratégico durante la Guerra
Fría y a la coincidencia de enemigos. Es cierto que tanto en la guerra del
Golfo de 1991, como la invasión a Irak de 2003, los EEUU no recurrieron al
apoyo israelí para no avivar una mayor oposición en el mundo árabe.
Usualmente
los norteamericanos sostienen que apoyan a Israel porque es una democracia
rodeada por dictaduras hostiles. Los EE.UU. han derrocado gobiernos
democráticos en el pasado, han apoyado a dictadores cuando esto resultó
beneficioso para sus intereses y, actualmente, tienen excelentes relaciones con
un buen número de dictaduras. Así pues, ser una democracia no justifica ni
explica el apoyo estadounidense a Israel.
La
explicación reposa en el incomparable poder del lobby israelí. Si no
fuera por su habilidad para manipular el sistema político norteamericano, la
relación entre Israel y los EE. UU. sería mucho menos íntima. Lo único que
explica la relación entre EE.UU. e Israel es el poder del lobby israelí.
El AIPAC constituye el corazón del lobby en el Congreso. La ZPC, la Zionist
Power Configuration (ZPC), ganó el pulso a Big Oil y al complejo
industrial-militar a la hora de dictar a los Estados Unidos la política en
Oriente Medio.
El rol de
Israel junto a la actuación del lobby israelí en las políticas
exteriores estadounidenses llevadas a cabo en Medio Oriente ha sido analizado
desde dos posiciones: Israel es el que guía la política estadounidense en Medio
Oriente o EE.UU. guía su política exterior allí teniendo en cuenta las
pretensiones israelíes. Desde este trabajo se sugiere encontrar una posición
que tome en cuenta la influencia del lobby israelí desde los medios
masivos hasta la influencia en la política, pero no como la impronta que decide
la política estadounidense sobre una zona de decisivo peso. EE. UU hace esto
para continuar como potencia dominante a nivel global, tanto sobre Europa y
Japón, como sobre países que buscan tomar nuevas posiciones (por ejemplo, el
BRICS+), y no simplemente para respaldar a Israel.
Es difícil
establecer si el Estado sionista es únicamente un instrumento del imperialismo
estadounidense, como algunos autores proponen. Entonces, siendo que el lobby
israelí influye en los EE.UU. y es un factor a tomar en cuenta, no estamos
enteramente de acuerdo con la posición que proclama la postura israelí como la
que resuelve la toma de decisiones para la zona. Esta perspectiva intermedia
sería la más adecuada para comprender que Israel influye en las decisiones
estadounidense sobre Medio Oriente, pero no es el factor único y
desencadenante.
Desde los
Atentados a las Torres Gemelas de 2001, Medio Oriente ha ocupado el escenario
político mundial: el bombardeo aéreo de Afganistán, la expansión a través de
Cisjordania, la ocupación de Iraq, el acordonamiento de Irán, una nueva
invasión del Líbano, la intervención en Somalia, el problema del Kurdistán, la
crisis en Siria, la batalla de Yemen, la cuestión palestina, la confrontación y
competencia hegemónica entre potencias, ahora el avance del BRICS+ y la OCS. La
ofensiva estadounidense en la región ha dominado los titulares y ha polarizado
a la opinión pública doméstica e internacional.
Mapa 18: Reconocimiento
mundial a Palestina.

El caso de
Palestina se diferencia del de otros países, puesto que, en lugar de
experimentar una liberación del colonialismo occidental, en la etapa de la
descolonización se estableció un nuevo Estado. Un colonialismo tardío y
progresivo, que se anexó de forma ilegal más territorios en las guerras de
ocupación y que omitió diferentes leyes internacionales y resoluciones de la
ONU que pedían la devolución de estas tierras.
Durante el
Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino, el
14 de octubre de 1974, la OLP fue reconocida por la Asamblea General de las ONU
como representante legítimo de los intereses del pueblo palestino mediante la
resolución 3210. Y, mediante la resolución 3236 (XXIX) de noviembre de 1974,
reafirmó que buscaban el reconocimiento a la autodeterminación y a la
independencia, la soberanía nacional y retornar a sus hogares (y propiedades)
de los que fueron desarraigados, para así poder cerrar el ciclo de pelear por sus
reivindicaciones nacionales y territoriales.
El 13 de
noviembre, Yasser Arafat reclamó ante la ONU el derecho a vivir en su tierra y
ejercer la soberanía:
“La OLP puede presumir de tener un gran número de actividades culturales
y educativas, incluso mientras se dedica a la lucha armada [...] Hemos
establecido institutos de investigación científica, el desarrollo agrícola y el
bienestar social, así como centros para la reactivación de nuestro patrimonio
cultural y la preservación de nuestras tradiciones. Muchos poetas palestinos,
artistas y escritores han enriquecido la cultura árabe en particular, y
en general la cultura mundial. […]
La OLP se ha ganado su legitimidad debido al sacrificio inherente
a su papel pionero, y también a causa de su dedicación al frente de la lucha.
También le han concedido esta legitimidad las masas palestinas, que en armonía
con ella la han elegido para dirigir la lucha según sus directivas. [...] Esta
legitimidad se ve reforzada por el apoyo de toda la nación árabe, y fue
consagrada durante la última Conferencia de la Cumbre Árabe, que reiteró el
derecho de la OLP, en su calidad de único representante del pueblo palestino,
para establecer un estado nacional independiente sobre todo el territorio
palestino liberado. (Las cursivas son nuestras).”
La OLP tuvo
una estructura política y organizativa formada por nacionalistas seculares,
marxistas, comunistas y socialistas. Desplegó la mayor
influencia y capacidad de combate en torno a su legítimo derecho a la
resistencia contra la ocupación de su tierra natal por una fuerza militar
extranjera. Así captaron el apoyo y la solidaridad de amplios sectores de la
población mundial.
Mapa 19: El
Imperio y el Imperialismo Estadounidense.

El
resurgimiento de Eurasia (artículo Martinelli Resurgimiento Eurasia) modifica el escenario y grafica la transición hacia un nuevo mapa de
poder mundial. Ejemplo de ello es la Nueva Ruta de la Seda. Esto se desenvuelve
en consonancia con el declive hegemónico estadounidense a largo plazo y la
crisis de Europa; en esa competencia surgen debates sobre si se trata de
potencias imperialistas o no. Tales planteamientos servirán para poder precisar
algunas cuestiones respecto de la inserción en esta nueva coyuntura de nuestra
región de Sudamérica y el Medio Oriente. La dinámica de competencia hegemónica
repercute en los cambios a nivel mundial, mientras la gran crisis sistémica
actual se observa en una guerra híbrida, marcada por un desplazamiento
geopolítico y una transición respecto de las placas tectónicas. La
reconfiguración del mapa de poder mundial, entre un mundo unipolar y otro
multipolar, no exento de conflictividad, genera a nuestra región una
posibilidad de realinearse.
El
resurgimiento de Eurasia modifica el escenario y grafica la transición hacia un
nuevo mapa de poder mundial. Ejemplo de ello es la Nueva Ruta de la Seda. Esto
se desenvuelve en consonancia con el declive hegemónico estadounidense a largo
plazo y la crisis de Europa; en esa competencia surgen debates sobre si se
trata de potencias imperialistas o no. Tales planteamientos servirán para poder
precisar algunas cuestiones respecto de la inserción en esta nueva coyuntura de
nuestra región de Sudamérica y el Medio Oriente. La dinámica de competencia
hegemónica repercute en los cambios a nivel mundial, mientras la gran crisis
sistémica actual se observa en una guerra híbrida, marcada por un
desplazamiento geopolítico y una transición respecto de las placas tectónicas.
La reconfiguración del mapa de poder mundial, entre un mundo unipolar y otro
multipolar, no exento de conflictividad, genera a nuestra región una
posibilidad de realinearse.
Las
potencias manufactureras o con yacimientos de materias primas neurálgicas están
aumentando su nivel de asociación y por ende un fortalecimiento regional frente
a las demás potencias y organizaciones como la denominada tríada: Estados
Unidos, Europa occidental y Japón. Tal situación gravita en una crisis
sistémica, la cual gira en torno a un rediseño de las estructuras de poder
mundial, cuyo nuevo orden multipolar desafía los parámetros de otro de carácter
más unipolar.
La
encrucijada histórica y geográfica actual asume como principales escenarios el
ascenso de Eurasia y un declive relativo euroamericano. Al mismo tiempo,
aumenta la desigualdad a nivel mundial. Por lo tanto, diferentes doctrinas y
posturas se plantean en la disputa del poder hegemónico, cuyos principales
poderes se erigen en la República Popular China y Estados Unidos con un rol
diferente respecto de su incidencia mundial.
En las
últimas tres décadas, la potencia norteamericana viene ejerciendo un papel de
liderazgo más intervencionista en las políticas de los países, con una serie de
intervenciones militares en la región denominada “Medio Oriente ampliado”,
desde Afganistán a Libia. Mientras que China ejerce otro tipo de intervención
en el aspecto de mayor dependencia geoeconómica desde la instauración de la
Nueva Ruta de la Seda en 2013 (Zhang, 2018), a una intermediación en el
conflicto saudí-iraní para su resolución.
En el
presente año 2023 se cumplen dos siglos de la doctrina Monroe de 1823 —“América
para los estadounidenses”—, esto es para América Latina (Nuestramérica). Por
diferentes motivos, casi coincide en el tiempo con los procesos emancipatorios
de la misma región. Entretanto, se desplegó la maquinaria militar más grande
creada y aumentada por dicha potencia desde 1945. En los últimos treinta años,
posterior a la implosión soviética, el país norteamericano ha pretendido
ejercer una unipolaridad, el Proyecto del Nuevo Siglo Americano (PNAC en
inglés). Entre esos dos ejes, el de la unipolaridad y el de la multipolaridad
se encuentra el nuevo mapa mundial que por ende modifica la situación de
nuestra región y el Medio Oriente.
Mapa 20: La
Nueva Ruta de la Seda s. XXI.

La visión
unipolar del nuevo siglo estadounidense se topó con el crecimiento económico y
con la asociación estratégica de países como Rusia, Irán y China, (a los que
podrían sumarse India y otros), mientras que Estados Unidos continúa manejando
la estrategia y la inversión militar. Dicha ventaja fracasó en sus incursiones
militares, como en Iraq y Afganistán, que además de la destrucción de países
—que no fueran potencias o subpotencias— no ha conseguido los objetivos
propuestos. Entonces, con una dinámica distinta estamos fren te a un desgaste
de la credibilidad en la retórica de enemigos de la humanidad (los últimos los
terroristas, ahora más visible en chinos y rusos), y llegando al cuarto del
siglo, este XXI se avizora como un siglo euroasiático.
China y
EEUU disputan la hegemonía con diferentes planes geoestratégicos y alianzas,
una volcada hacia el Atlántico y la OTAN en expansión. Mientras, el gigante
asiático ensaya un mayor despliegue continental y territorial, pero que en los
últimos años a través de la NRS se han incorporado países de todo el mundo
hasta llegar a más de 140 países en la actualidad. La multipolaridad ya está en
marcha representada por lo sucedido hasta ahora, pero se acentúa y sienta las
bases para los próximos decenios. El dominio estadounidense, en parte debido a
las crisis capitalistas; con la de 2008 como último ejemplo, enfrenta el
resurgimiento de Eurasia. Las invasiones y destrucción de países que lideró no
le permitieron imponer su “orden basado en reglas”. Potencias en recomposición
como China y Rusia, más otros que se suman a esa alianza —aún con ambivalencias
o sin cortar lazos con el eje anglosajón— de manera directa, ofrecen
resistencia y modelos alternativos a los que se establecieron hace casi ocho
décadas, y veremos cómo decanta hacia el resto del mundo.
Una lectura
posible es un mayor equilibrio en las decisiones de los hechos a nivel mundial.
Desde 1945 han estado marcados, durante medio siglo, por países capitalistas
frente a los socialistas, más las revoluciones e independencias en el mundo
colonizado. Y en las últimas tres décadas se pasó de un mundo pretendidamente
unipolar a una mayor multipolaridad, abriendo nuevos escenarios para otros
países de subpotencias como Irán y Argentina. Podrían gestarse así un abanico
de posibilidades con más dimensiones y una oportunidad de unificar las
políticas de Latinoamérica o Medio Oriente para tratar con las potencias.
*El
presente artículo da continuidad a otros estudios previos como “La
reconfiguración simbólica y material de Medio Oriente”, “La geopolítica
euroasiática frente al imperialismo” y el libro Palestina (e Israel). Entre
intifadas, revoluciones y resistencias, donde hemos estudiado en diferentes
alcances temporales parte de los temas abordados.
Edición: Carmen Parejo Rendón
Conferencia
“Mapeando Palestina e Israel”. Cierre del IV Congreso Internacional de
Geografía Urbana.
Autor

Martin
Martinelli
+ artículos
Argentina,
1982. Historiador y Doctor en Ciencias Sociales (UNLu). Coordinador del Grupo
Especial Revista Al-Zeytun “Palestina y América Latina” del Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO (2019-2022), Instituto de Estudios
de América Latina y el Caribe (UBA). Director del Observatorio Geohistórico (OGH-UNLu).
Autor del libro Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y
resistencias (EDUNLu, 2022) Edición El Viejo Topo (España, 2024). Compilador
de: “Medio Oriente y la cuestión palestina”, “Palestina, Medio Oriente y
Nuestra América”, “Irak, Medio Oriente y el mundo árabe a 20 años de la
invasión liderada por los EEUU”, “Revoluciones, movimientos sociales y
conflictividad política (siglos XX y XXI)”, “Un mundo bajo nuevas coordenadas”.
Dirige el PICT “La geopolítica euroasiática frente al imperialismo”.
NOTAS: