domingo, 28 de junio de 2015

(De)construyendo estereotipos (III): El orientalismo en el cine


Para el observador distante
Ellos están hablando de los capullos en flor
Pero, pese a las apariencias,
En lo profundo de su corazón
Están pensando en cosas muy diferentes.
Ki No Tsurayaki[1]
 
El orientalismo en el cine occidental
Actualmente la capacidad comunicativa del cine parece indudable y, en general, de sobra conocida: a través de las pantallas se transmiten mensajes a la sociedad masivamente; sin embargo, no todas las creaciones tienen cabida en el circuito comercial, hecho necesario para que la difusión sea, efectivamente, masiva. El cine, al ser una herramienta comunicativa más -como la literatura o la prensa-, también ha contribuido a reforzar la visión de superioridad que occidente tiene sobre oriente y que Edward Said denominó como orientalismo. En el séptimo arte, éste se percibe desde sus inicios y se desarrolla de manera intensa en el cine clásico norteamericano, donde predominan películas en las que la perspectiva imperialista y de dominación de occidente respecto a oriente de la que habla Said es clara. Un buen ejemplo de ello es el film “Horizonte Perdido”, de Frank Capra (1937), donde se combina la inferioridad de los asiáticos, llamados “amarillos”, con una visión totalmente estereotipada de lo exótico a través de una comunidad idílica que habita en el Himalaya, donde todos conviven en paz y armonía y donde nadie envejece. Según Alejandro Cozza, crítico de cine y experto en cine oriental,“siempre se toman los elementos mas reconocidos de una cultura en su faceta más icónica, y se utilizan simplificando peligrosamente sus alcances a los fines narrativos del film. Esto sea para el cine de cualquier parte de oriente, como de otros continentes. Mientras más exótico o lejano para ellos, mejor y mas factible reducir al “otro” a un símbolo insustancial”.
Mirada occidental del cine oriental  Y lo mismo ocurre al mirar el cine oriental. Durante mucho tiempo, las producciones verdaderamente orientales han permanecido como algo desconocido para los occidentales, principalmente por la barrera geográfica que impedía que las cintas traspasaran las fronteras. Esto ha provocado una análisis histórico muy sesgado y viciado de éstas, en la que se ha observado el cine oriental siempre en comparación con el nuestro y no como algo en sí mismo. La falta de criterios rigurosos de valoración ha generado varios malentendidos respecto a los cines asiáticos. El mayor quizás ha sido el de acabar considerándolos como un género en sí mismo: el cine asiático. A la vez que se produce este efecto uniformizador, se da otro de oposición entre el cine de occidente (entendido también en un sentido unitario) y el resto, etiquetado eurocéntricamente como «cine periférico». Todo esto es en parte la causa de la simplificación a que a veces se somete a estas cinematografías, desdibujando su rica diversidad”, destaca Cozza. Las estructuras de representación orientalistas quedan, pues, reproducidas en la mirada del cine oriental que existe en occidente.
El orientalismo en el propio cine oriental
"Hierro 3", Kim Ki-Duk (2004)
En los años noventa, con la apertura de los mercados cinematográficos de occidente, se produce un boom de distintas cinematografías orientales, como la iraní o la japonesa, cuyas películas comienzan a circular por los festivales europeos y norteamericanos. A partir de esta apertura, y del gusto por estas cintas, comienza un proceso de orientalización y empiezan a verse films“exageradamente orientales”. En este tipo de cine prima lo  exótico, la pureza de la imagen, los tiempos lentos y las temáticas orientales narradas mediante formas y estructuras occidentales. Según Cozza esta es la cara negativa del fenómeno, “si una película oriental tiene éxito en occidente, y allí se produce una visión arquetípica de los elementos que tiene esa obra fílmica, se piensa enseguida en la idea de producción seriada, repitiendo los mismos elementos formales que agradan a occidente para seguir exportando películas y esa falsa cultura tan querida por el público occidental”.
El gusto occidental por este tipo de películas comienza a expandirse a lo largo de la década de los noventa con directores como el coreano Kim Ki Duk o el hong-konés Wong Kar-Wai, y se consolida con las grandes superproducciones chinas como “La casa de las dagas voladoras” (2004) o “La maldición de la flor dorada”(2006), de Zhang Yimou; ambas tan aclamadas por el público occidental. Por otro lado, la cinta japonesa“Departures” (2008), dirigida por Yojiro Takita , se impone como ejemplo de film que trata sobre una temática oriental, como es el ritual que se celebra durante los funerales, relatado a través de las formas establecidas en las narrativas audiovisuales occidentales; y que ganó el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2008.
El orientalismo que Said analizaba a través de los escritos y teorías que occidente realiza sobre oriente a lo largo de la historia y que genera una visión sesgada de éste (apareciendo como algo opuesto e inferior a occidente), se reproduce también en el cine que retrata temáticas orientales desde los inicios de la industria clásica norteamericana hasta nuestros días; llegando incluso a trasladarse al propio arte cinematográfico oriental. Por ello, en muchas ocasiones, desde nuestra posición de espectadores occidentales es difícil discernir entre el verdadero cine oriental y lo que podríamos llamar las producciones orientales orientalistas, valga la redundancia. Como conclusión, una recomendación de una película caracterizada por ser realmente oriental: “The World” (2004), del director chino Jia ZhangKe.
[1] Poema que Noël Burch coloca en el frontispicio de su obra “To the Distant Observer”, en WEINRICHTER, Antonio. Pantalla amarilla. El cine japonés, T&B Editores, III Festival Internacional de Cine Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, 2002, pág. 11-12                        http://hemisferiozero.com/

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