jueves, 19 de mayo de 2016

Irak: ¿otra vez al borde del abismo?

Anand Gopal 

10/05/2016
La crisis política que se ha cocinado a fuego lento en Irak, casi completamente desapercibida por los medios en EE.UU., ha acabado por estallar durante el fin de semana pasado con las manifestantes anti-gubernamentales convocadas por los partidarios del clérigo chiíta Moqtada al-Sadr en la llamada "Zona Verde" de la capital de Bagdad y el asaltó al parlamento del país. Mientras tanto, continua la guerra de EE.UU. contra el Estado Islámico en Irak y Siria (ISIS), en coordinación con el gobierno de Bagdad apoyado por Washington en Bagdad.
El periodista Anand Gopal es autor del libro premiado No Good Men Among the Living: América, The Talibans and the War Through Afghan Eyes y de numerosos artículos sobre las guerras y ocupaciones de Estados Unidos en Oriente Medio para el Wall Street JournalChristian Science Monitor The Nation , entre otras publicaciones. Ha sido corresponsal en Irak para The Atlantic sobre la guerra contra ISIS.
Ashley Smith entrevistó a Gopal para la revista Socialist Worker de EE UU. La transcripción fue de Denise Herrera
¿Cómo esta Irak actualmente?
Este es el año 13 de la violencia sin fin precipitada por la invasión estadounidense del país. Un extraordinario número de civiles han sido muerto por ISIS, los ataques aéreos estadounidenses contra ISIS, las milicias chiítas y el ejército iraquí.
Oímos hablar de la violencia ISIS, pero rara vez sobre las otras causas de muerte y destrucción. Hace sólo unos días, por ejemplo, un amigo me dijo que su hermano-político y su familia murieron en un ataque aéreo estadounidense en la ciudad de Hit , un ataque del que nunca se informó en los medios de comunicación internacionales.
De hecho, el Pentágono afirma que solo ha matado a 41 civiles en los miles de ataques aéreos en los últimos dos años. El número real de civiles muertos es probablemente 50 veces mayor.
El derramamiento de sangre sigue siendo enorme. Hay enfrentamientos cotidianos, y hay atentados suicidas de ISIS en Bagdad.
El conflicto fundamental es entre el estado iraquí respaldado por EE.UU. e ISIS. Con cobertura aérea estadounidense, el Estado ha utilizado su ejército y a las milicias chiítas apoyadas por Irán para expulsar a ISIS de las áreas que conquistó en 2013 y 2014. ISIS ha perdido alrededor del 50 por ciento de su antiguo territorio.
Algunas de esas áreas han sido tomadas por las milicias chiítas, que han cometido atrocidades contra las poblaciones locales. Gracias a esas milicias, Irán - cuyo gobierno chiíta está aliado con esas fuerzas en Irak - ha sido capaz de ampliar su influencia de manera espectacular en los últimos dos años. Esta situación, sin embargo, no solo no ha traído la estabilidad al país, sino que ha agravado la crisis política.
De hecho, el Estado iraquí se tambalea en medio de una nueva crisis. El primer ministro iraquí, Haider al-Abadi se enfrenta a una doble amenaza. Por un lado, los partidos chiítas apoyados por Irán están tratando de removerlo, porque quieren proteger su control sectario de la política iraquí.
Por otro lado, un movimiento popular iraquí transversal y no sectario quiere tirarlo por razones muy diferentes. Inicialmente laico, este movimiento está exigiendo el fin del sistema de cuotas sectarias y al clientelismo en los nombramientos de funcionarios corruptos. Nace de la frustración por la inmensa cantidad de corrupción que corroe al estado.
Hay una posibilidad real de que Abadi sea expulsado del poder. Así que Irak hoy es un polvorín, y está a punto de explotar.
La mayoría de los medios de comunicación de EE.UU. se han centrado en ISIS y la guerra de Obama contra el Estado Islámico. ¿Cómo estallo y cómo evoluciona?
Primero, necesitamos distinguir entre ISIS en Siria y en Irak. Son en realidad fenómenos ligeramente diferentes.
ISIS surgió originalmente en Irak por el caos y la agitación causados por la ocupación de EE.UU. del país. Eso creó las condiciones para que ISIS se desarrollase.
EE.UU. libró una brutal contrainsurgencia contra todos los oponentes a su conquista del país tras la invasión de 2003. Como parte de esa contrainsurgencia, sus fuerzas fueron casa por casa, especialmente en las comunidades suníes, para detener a personas por el solo hecho de ser sospechosas de oponerse a la ocupación, y los enviaban a cárceles como Abu Ghraib, donde muchos fueron torturados.
Muchos futuros líderes de ISIS se conocieron en esas prisiones. Cuando salieron, se unieron a Al-Qaeda en Irak o a grupos similares, que jugaron un papel destructivo y sectario en el seno de la insurgencia iraquí. Estos grupos atacaban no sólo a las tropas de Estados Unidos, sino también a la población chiíta y sus lugares de culto y peregrinación. Esto provocó que las fuerzas chiítas dentro del nuevo estado y sus milicias se enfrentaran a la resistencia y a la población sunita en general, lo que provocó la actual guerra civil sectaria.
Como Al-Qaeda en Irak llegó a dominar la insurgencia sunita política y financieramente, la élite suní local se encontró derrotada dos veces: por los chiítas que dominaban el Estado iraquí y por Al-Qaeda en Irak. Así que, esencialmente, cambiaron de bando y se unieron a los EE.UU. Este fue el llamado Despertar suní. EE.UU. repartió armas y dinero para respaldar a las milicias tribales sunitas y para que luchasen contra Al-Qaeda en Irak.
Aunque ello supuso un enorme retroceso de Al-Qaeda en Irak, las milicias suníes con el respaldo de los EE.UU. se prepararon para otra guerra civil. Las milicias suníes ven al Estado iraquí como una estructura de poder sectaria chií que se niega a integrarlos en una solución política.
La nueva guerra civil estalló en 2013. Se desarrolló a partir de un movimiento de protesta en todas las regiones sunitas donde las personas comenzaron a manifestarse contra el trato sectario del Estado iraquí a los sunitas - en particular la detención y tortura de los sunitas acusados ​​de "terrorismo".
El movimiento exigió el fin de las leyes de ocupación estadounidenses, como la des-baathcificación, que permitieron al Estado iraquí discriminar a los sunitas. Las protestas exigían la derogación de la ley antiterrorista que daba carta blanca al Estado para detener a cualquier sospechoso, encarcelarlo sin juicio, y torturarlos.
Todo comenzó como un movimiento pacífico, que algunos incluso llamaron la primavera iraquí. Se dividió en aproximadamente tres alas. Una, exigió la reforma de las leyes sectarias que discriminaban a los suníes, como la ley de desbaathcificación y la legislación antiterrorista. Otra ala exigió que se concediera a los sunitas un territorio autónomo, al igual que los kurdos en el norte, dentro de un país federado. Y un tercer grupo defendió la toma revolucionaria del estado iraquí.
Al considerarlo una amenaza, el entonces primer ministro, Nuri al Maliki, utilizó la fuerza bruta para reprimir este movimiento. Ordenó a sus tropas abrir fuego contra los manifestantes desarmados. Al igual que la represión de Assad contra la Revolución siria forzó su militarización, la represión de Maliki contra los manifestantes pacíficos los empujo a tomar las armas.
A medida que el movimiento se fue militarizando, las voces laicas fueron ahogadas por quienes tenían acceso a las armas y la financiación. Al Qaeda en Irak, ahora rebautizada como ISIS, se convirtió en el jugador dominante a finales de 2013. Las comunidades sunitas se enfrentaron a continuación al dilema de ponerse del lado de ISIS o del Estado iraquí.
Muchos eligieron ISIS. Así, el grupo tomó el poder en gran parte del oeste de Irak con el apoyo de las comunidades sunitas, que lo veían como el menor de dos males. Después de hacerse con el control de Mosul en 2014, ISIS controlaba las áreas predominantemente sunitas de Irak. A continuación, reprimió a todas las otras fuerzas de la resistencia suní e impuso su dominación reaccionaria.
Algunos de los que dirigen ISIS tienen experiencia del viejo Partido Baath de Saddam Hussein. Durante la década de 1990, Saddam trató de promover el Islam como una forma de legitimar su despiadado gobierno, y parece que algunos futuros líderes de ISIS se islamizaron durante este período.
Después de la ocupación, perdieron todo vestigio de su pasado baazista laico - todo excepto tal vez su capacidad militar y de inteligencia - y abrazaron el fundamentalismo. Así que las raíces de ISIS son las políticas de Saddam, el caos total y la destrucción de Iraq causados ​​por los EE.UU., y el estado sectario que ayudó a su nacimiento.
¿Cuál es la estrategia de EE.UU. para combatir ISIS? ¿Está funcionando? ¿Qué impacto tendrá sobre la estabilidad de Irak?
La estrategia de Obama es bombardear sin descanso los objetivos de ISIS, proporcionar instructores militares y asesores para el Ejército iraquí y apoyar al ejército y sus milicias chiítas aliadas para volver a retomar el territorio controlado por ISIS. En virtud de esta ofensiva, ISIS empieza a agrietarse, no sólo a causa de la presión militar, sino también por otras razones.
Una de las razones es el colapso internacional en los precios del petróleo. ISIS depende de la venta de petróleo de contrabando como una de sus principales fuentes de financiación, por lo que la caída de los precios ha erosionado mucho finanzas. Tiene menos dinero para pagar a sus combatientes y administrar los servicios en las zonas que controla.
Otra razón para la nueva debilidad de ISIS ha sido la incapacidad de conquistar nuevo territorio. La razón no es sólo militar, sino política. No puede apelar a otras comunidades más allá de los sunitas, debido a su sectarismo reaccionario. Sin nuevas conquistas, ISIS ha perdido el flujo constante de fondos a través de la confiscación de casas, coches y otros despojos que distribuye a sus partidarios. Y el colapso de la economía en el territorio del Estado Islámico significa que el grupo se está quedando sin ingresos fiscales.
EE.UU. está ganando así la batalla militar contra ISIS. Espero que ISIS, como fuerza militar en Irak, no será capaz de mantener los territorios por mucho más tiempo. Dentro de un año es probable que haya perdido la mayor parte de sus territorios en Irak.
Sin embargo, EE.UU. no está ganando la batalla política para estabilizar o llevar la paz a Irak. Porque se basa en el fortalecimiento de las milicias estatales y sectarias existentes, lo que significa mantener las condiciones políticas que dieron origen a ISIS en el primer lugar. Por lo tanto, es probable que haya violencia y caos durante mucho tiempo.
Así que ¿todas las afirmaciones de Estados Unidos acerca de los progresos para superar el sectarismo son falsas?
Completamente falsas. EE.UU. ha hecho algunos progresos para mejorar la capacidad de combate del ejército iraquí, que ahora se las arregla para luchar de verdad, en lugar de huir como hizo cuando lanzó su ofensiva contra ISIS en 2014.
Pero EE.UU. no ha podido cambiar la naturaleza sectaria del Estado iraquí y sus fuerzas armadas. Para ello sería necesario desmantelar el estado que EE.UU. estableció con la ocupación. Y no lo van a hacer.
Por supuesto, los funcionarios de Estados Unidos han hablado mucho de la reforma del gobierno iraquí y como acabar con el sectarismo. Pero en la práctica, han hecho todo lo contrario. Han dado el poder indirectamente a las milicias chiítas, e incluso han apoyado algunas de ellas. Esto está alimentando aun más las divisiones sectarias. Las milicias chiítas entran en áreas que han "liberado" y aterrorizan a las poblaciones locales.
A veces, el ejército iraquí hace lo mismo. El año pasado, fue casa por casa en unas pocas ciudades en Babil, al sur de Bagdad, y detuvo a todos y cada uno de los hombres suníes mayores de 18 años. No han vuelto.
El principal objetivo del gobierno de EE.UU. es contra-terrorista, y está dispuesto a sacrificar todo lo demás a cambio, incluida la reforma del sectarismo del gobierno y frenar la brutalidad de su ejército y las milicias chiítas aliadas.
EE.UU. ha celebrado las mejores condiciones de la parte kurda del país. ¿Han concedido realmente a los kurdos el derecho a la libre determinación y mejorado sus condiciones?
Tradicionalmente, EE.UU. se ha opuesto a la creación de un estado kurdo independiente en Irak. Eso no ha cambiado, a pesar del hecho de que las fuerzas especiales de Estados Unidos operan con la milicia peshmerga kurda en Irak para volver a tomar Mosul y con las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas en Siria, para retomar el territorio de ISIS.
Independientemente de esta colaboración, EE.UU. ha dejado una vez más en claro que se opone a la autodeterminación kurda. Y todo el bombo sobre el Kurdistán iraquí como modelo para el resto de Irak está fracasando con la caída de los precios del petróleo. El Gobierno regional está sin dinero y se ha visto obligado a adoptar medidas de austeridad aún más severas que las del gobierno central en Bagdad.
Antes ha mencionado el movimiento de protesta contra la corrupción del gobierno que EE.UU. apoya en Irak. ¿Cuáles son las perspectivas de esta lucha?
Este es el logro más alentador en años. Se inició el verano pasado, que fue especialmente calido, con temperaturas que alcanzaron los 45 grados. En medio de esa ola de calor, Bagdad y otras partes del país se quedaron sin electricidad. Para muchos iraquíes, ello simbolizó la corrupción absoluta del Estado y su falta de capacidad para garantizar los servicios más básicos.
Los iraquíes, hartos, salieron a la calle, sobre todo en Bagdad. Las primeras movilizaciones fueron casi enteramente laicas y dirigidas por organizaciones liberales y de izquierdas. Establecieron un campamento todos los viernes en la plaza Tahrir de Bagdad y llevaron a cabo protestas cada vez más numerosas con reivindicaciones económicas y políticas.
Una de sus principales exigencias fue terminar con el sistema de cuotas sectaria de la política iraquí desde 2003. También pidieron el fin de las medidas de austeridad que el Estado iraquí ha estado aplicando para ahorrar dinero tras la caída de los precios del petróleo. También protestaron contra el nombramiento de varios burócratas vinculados a los partidos islámicos corruptos.
Esta última reivindicación es realmente importante. Cuando EE.UU. invadió, estableció un estado con funcionarios que habían estado viviendo fuera del país durante décadas y por lo tanto no tenían base política en el interior del país. Por tanto, estos funcionarios se apoyaron en el clientelismo y el favoritismo para comprar apoyos, lo que ha corrompido al estado iraquí. La mayoría de estas personalidades - en particular los de los partidos islamistas – se resisten a renunciar a los privilegios que han adquirido en los últimos 10 ó 12 años. El movimiento de protesta ha pedido el fin de este sistema corrupto.
A pesar de que comenzó como un movimiento laico y sobre todo de izquierda, el ala más nacionalista de los partidos chiíes, especialmente el dirigido por Muqtada al-Sadr, ha llegado a dominarlo. Si bien ha hecho que sea un verdadero movimiento masivo, el precio ha sido la desaparición de las fuerzas laicas.
Por otro lado, los partidos islamistas chiíes que se han beneficiado del sistema clientelar están haciendo todo lo posible para preservarlo. El ex primer ministro Maliki encabeza ese esfuerzo. Incluso hubo rumores de que estas fuerzas preparaban un golpe contra Abadi para proteger sus privilegios.
Así que la situación es muy tensa en Bagdad. Es difícil decir lo que va a ocurrir, pero es muy inestable. El gobierno podría muy bien caer en los próximos meses.
¿Por eso el Secretario de Estado John Kerry viajó repentinamente a Bagdad en una visita sorpresa a Abadi?
Sí, esa es exactamente la razón. Tanto EE.UU. como Irán han decidido que es mejor mantener a Abadi por el momento y evitar que sea derrocado por el movimiento. Así que la única base de apoyo del gobierno es EE.UU. y, en menor medida, Irán. Sin su respaldo, Abadi caería, ya sea por el movimiento o las fuerzas de Maliki.
En un giro sorpresivo, tanto EE.UU. como Irán están apoyando a Abadi. Este es uno de los muchos ejemplos de la colaboración efectiva entre estos dos estados antagónicos con anterioridad a su acuerdo nuclear. Ambos quieren estabilizar el estado existente en Irak mientras luchan contra ISIS.
¿Cómo evoluciona la situación en Irak y Siria?
Está evidente que las grandes potencias extranjeras están decididas a estabilizar los regímenes a los que apoyan y finalmente aplastar a ISIS. En Irak, EE.UU., así como Irán, están apuntalando el régimen de Abadi. En Siria, Rusia e Irán están apoyando al régimen de Assad, sin importar el coste humano.
Sin embargo, estos estados son las principales fuerzas que defienden el orden sectario existente, lo que de entrada fue la causa de la aparición de ISIS. Sólo están avivando las llamas del conflicto sectario.
La verdadera esperanza es la lucha popular en Irak y Siria - y sobre todo, la Revolución siria, que sorprendentemente continúa a pesar de la increíble represión y violencia. Sin embargo, los bombardeos permanentes de Assad y las potencias extranjeras hacen que las condiciones sean tan peligrosas que es muy difícil para un movimiento de protesta laico sostenerse solo.
Sin embargo, cuando hay alguna tregua en la carnicería, podemos ver renacer al movimiento desde abajo. En 2010 y 2011 en Irak, hubo un florecimiento puntual de las políticas anti-sectarias. Lo vimos de nuevo el año pasado en Bagdad cuando era relativamente seguro, a diferencia del verano anterior cuando ISIS estaba presionando a sus puertas.
En Siria, durante el reciente cese parcial de las hostilidades, hemos visto a los revolucionarios manifestarse contra el régimen de Assad en una ciudad tras otra. En algunas ciudades, también se manifestaron contra la franquicia de Al Qaeda, al-Nusra, mostrando su hostilidad al islamismo sectario. Creo que ello apunta a la posibilidad real de unir a la gente por encima de divisiones sectarias y etnicas.
Esto depende, sin embargo, de que las potencias extranjeras no utilicen Siria para sus propios fines. La mayoría de los sirios creen que tanto los americanos como los rusos están tratando de destruir la revolución, con el "terrorismo" como excusa. EE.UU. se está incluso aproximando al régimen de Assad, que considera un mal menor en comparación con ISIS.
Esto significa que la necesidad de solidaridad con la Revolución Siria, a la que se ha difamado tanto a derecha como izquierda en términos racistas y islamófobos, es mayor que nunca. En medio de las tragedias de la región, esa lucha es realmente la única solución.
autor del libro premiado No Good Men Among the Living: América, The Talibans and the War Through Afghan Eyes y de numerosos artículos sobre las guerras y ocupaciones de Estados Unidos en Oriente Medio para el Wall Street Journal, Christian Science Monitor y The Nation , entre otras publicaciones. Ha sido corresponsal en Irak para The Atlantic sobre la guerra contra ISIS.
Fuente:
https://socialistworker.org/2016/05/02/what-is-driving-iraq-back-to-the-brink
Traducción:
Enrique García

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