Mouin Rabbani
Desde el fin de la Gran Revuelta Árabe de 1936-1939 contra el mandato británico en Palestina hasta la guerra de 1967, los palestinos fueron a menudo poco más que espectadores de las decisiones y acontecimientos que determinaron regional e internacionalmente su destino, en primer lugar, el establecimiento en 1948 del Estado de Israel, lo que resultó en su desposesión colectiva. Aunque los movimientos nacionalistas palestinos, como el Movimiento de Liberación Nacional Palestino (Fatah), empezaron a surgir una década después del Nakba (catástrofe) de 1948, a lo largo de los años 1950 y 1960, la mayoría de los palestinos buscaron y esperaron que su salvación vendría de un mundo árabe movilizado. Más palestinos se unieron a los diversos movimientos pan-árabes, comunistas o islamistas que proliferaron en toda la región, o juraron lealtad a líderes o regímenes árabes específicos, que los que se comprometieron con las organizaciones que defendían un programa claramente palestino. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP), de hecho, fue establecida por la Liga Árabe, en 1964, como un mecanismo a través del cual los estados árabes, especialmente el Egipto de Gamal Abdel-Nasser, podrían controlar los crecientes niveles de activismo nacionalista palestino y con ello perpetuar su custodia sobre la cuestión de Palestina y su liderazgo del mundo árabe.
Bastaron seis días en junio de 1967 para transformar a fondo estas realidades. A partir de la derrota completa de los ejércitos árabes y el descrédito profundo de los regímenes árabes surgieron nuevos movimientos nacionalistas palestinos. George Habash, que previamente había fundado el pan-arabista Movimiento de los Nacionalistas Árabes, reapareció en diciembre de ese año como secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina (marxista). En la medida en que los palestinos hicieron de Jordania una base guerrillera palestina, Fatah tomó el control de la OLP en 1968-69 y designó a Yasir Arafat su nuevo presidente. A mediados de la década de 1970 la OLP se había consolidado con éxito como el único representante legítimo del pueblo palestino, y al hacerlo había puesto fin a las reivindicaciones del rey Hussein de Jordania sobre Cisjordania y la representación de su población, y a la negativa de Israel a aceptar su propia existencia.
La centralidad de la cuestión de Palestina en el conflicto árabe-israelí y de la autodeterminación palestina en la agenda internacional fueron consecuencias determinantes, aunque imprevistas, de la guerra de 1967. La transformación de la población palestina de una realidad demográfica dispersa en un actor político unificado sigue siendo el logro más importante del movimiento nacional palestino. Sin embargo, hoy, aparentemente incapaz de contener el avance implacable de los asentamientos de los colonos israelíes, esta, una vez más, en riesgo. Más fragmentados, dispersos y divididos que en cualquier otro momento desde 1948, los palestinos corren el riesgo de, convertirse, una vez más, en una realidad demográfica políticamente inconsecuente. Sin embargo, sólo frenando y revirtiendo la desintegración del movimiento nacional que tomó forma después de 1967 los palestinos serán capaces de convertir su sueño de emancipación y libertad de un espejismo desvanescente en una realidad política.
editor colaborador del Middle East Report, ha publicado y analizado
ampliamente sobre los asuntos palestinos y el conflicto
palestino-israelí. Fue Analista Senior de Oriente Medio con el Grupo
Internacional de Crisis . Anteriormente trabajó como Director para
Palestina del Centro de Investigación EEUU-Palestina. Es co-editor de
Jadaliyya publicación electrónica.
http://www.jadaliyya.com/pages/index/26655/the-1967-june-war-and-the-palestinian-national-mov
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