Gaza, epicentro de la transición hegemónica mundial:
genocidio, apartheid y resistencia en el corazón de Afroeurasia
Reseña de Martinelli, Martín Alejandro (2025) Geopolítica del Genocidio en Gaza. Buenos Aires: Batalla de Ideas, 243 páginas, ISBN 978-631-90520-5-3
Por Emiliano Villordo
Universidad Nacional de Luján - Universidad de Buenos Aires, Argentina. E-mail: evillordo@cbc.uba.ar
Uno de los historiadores más influyentes del siglo pasado ya nos había advertido que “la incomprensión del presente nace fatalmente de la ignorancia del pasado. Pero no es, quizás, menos vano esforzarse por comprender el pasado si no se sabe nada del presente”. Esta reflexión de Marc Bloch (1949), escrita en uno de los momentos más oscuros del turbulento siglo XX, cobra una vigencia absoluta cuando se trata de abordar los crímenes de lesa humanidad perpetrados contra el pueblo palestino por parte del Estado de Israel. En tiempos en que los intereses geopolíticos, mediáticos e incluso académicos procuran disociar esos actos de su historicidad, la advertencia de Bloch no solo constituye una propuesta de análisis científico de la realidad, sino que también interpela el rol que deben asumir los historiadores en la contemporaneidad: un rol que no puede ser neutral frente a la injusticia, la violencia sistemática y el negacionismo.
El nuevo libro Geopolítica del genocidio en Gaza, del historiador Martín Alejandro Martinelli –especialista en la historia de Palestina y autor de una tesis doctoral centrada en la cuestión palestina-israelí–, responde de manera explícita a esa doble exigencia epistemológica marcada por Bloch: comprender el presente genocidio –en el sentido político, jurídico e histórico del término– a partir de sus raíces coloniales y, al mismo tiempo, mostrar cómo la desinformación, la ignorancia y el silencio sobre la historia palestina impiden captar el verdadero alcance de la tragedia actual.
El estudio de Martinelli, docente e investigador de la Universidad Nacional de Luján, de la Universidad de Buenos Aires y del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, se inscribe en el campo de la historia contemporánea y la geopolítica, pero con un enfoque interdisciplinario que articula aportes de la Historia, las Relaciones Internacionales, la Economía global y los estudios decoloniales. Desde una perspectiva de largo plazo y situada en el Sur Global, el libro analiza la violencia ejercida contra el pueblo palestino como parte de un dispositivo imperial más amplio, sostenido por Estados Unidos y sus aliados occidentales. En ese marco, ofrece un análisis sobre el rol de Israel como enclave colonial en la región de Palestina, desmontando las narrativas dominantes que intentan justificar o naturalizar dicha ocupación. Esta mirada, que conjuga de manera equilibrada la denuncia política con el análisis riguroso, convierte al texto en un aporte singularmente valioso a la literatura contemporánea sobre la ocupación israelí de Palestina.
En ese sentido, el autor busca establecer una continuidad con su anterior libro Palestina (e Israel): Entre intifadas, revoluciones y resistencias (2022), donde ya había analizado las fuerzas estructurales e históricas que sostienen el proyecto colonial de asentamiento, su papel en el sostenimiento de la hegemonía occidental, así como la construcción de la identidad palestina y el desarrollo de su movimiento de liberación nacional.
En su nuevo trabajo, Martinelli retoma y amplía ese enfoque, situándolo en el marco de los acontecimientos recientes que estremecieron Asia Occidental y generaron alteraciones en el tablero geopolítico mundial. En este nuevo contexto convulsionado, se propone reflexionar sobre el sentido histórico de lo ocurrido el 7 de octubre de 2023, para comprender sus implicancias y proyecciones, y analizar si este suceso dio lugar a una nueva versión de la Nakba, término que se traduce como “catástrofe” y que hace referencia a la expulsión masiva de palestinos de sus tierras en 1948. El objetivo principal del libro es explorar y explicar el contexto geopolítico que da sustento y posibilita las acciones violentas y genocidas llevadas a cabo por el Estado israelí en la Franja de Gaza, y, por extensión, en el territorio palestino en general. Asimismo, vale resaltar que el libro surge de un trabajo articulado con Vijay Prashad, historiador y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social, con quien el autor intercambió ideas centrales del proyecto. La obra se inscribe así en una constelación de intelectuales comprometidos con la causa palestina y la crítica al orden imperialista, como Ilan Pappé –autor del prólogo del primer libro de Martinelli–, lo que dota al texto de una mayor profundidad política e histórica y un compromiso crítico evidente.
El trabajo de Martinelli propone como hipótesis central que la violencia perpetrada contra el pueblo gazatí no puede explicarse como un conflicto bélico bilateral o una simple “respuesta defensiva” israelí, sino como un proceso sistemático y planificado de limpieza étnica, inscrito en una larga duración de dominación colonial e imperial, que combina elementos de apartheid, ocupación y genocidio. A su vez, sostiene que la resistencia palestina representa una continuidad con las luchas anticoloniales del siglo XX (Argelia, Vietnam, Cuba), pero en un contexto geopolítico radicalmente transformado, marcado por el ascenso de China, el declive relativo de la hegemonía de los Estados Unidos, la revitalización del movimiento de los BRICS y la emergencia de nuevos actores regionales que desafían la unipolaridad occidental.
El análisis de Martinelli se basa en un enfoque teórico-metodológico consistente y complejo que integra varios niveles de análisis y tradiciones intelectuales, construyendo una mirada crítica y comprometida. Primero, adopta una perspectiva geohistórica de larga duración que ubica el genocidio en Gaza dentro de un proceso histórico amplio, vinculado a la expansión colonial europea, el imperialismo y el capitalismo, interpretando Gaza como un nodo de violencia estructural y resistencia. Segundo, utiliza un enfoque geopolítico crítico que considera las tensiones entre potencias occidentales (EE.UU. y Europa) y bloques emergentes (China, Rusia, Irán, BRICS+), incluyendo actores no estatales, de organizaciones políticas y de movimientos sociales, así como el rol de los medios de comunicación y la producción intelectual y cultural en la disputa por el sentido.
El quinto aspecto que sobresale del enfoque metodológico de Martinelli es su inscripción en una tradición de pensamiento crítico, comprometido y situado, desde la cual asume una postura clara a favor de los pueblos oprimidos. En ese marco, reivindica al pueblo palestino como sujeto histórico de una resistencia anticolonial de larga duración y analiza el genocidio en Gaza como una cuestión nacional, expresión del colonialismo de asentamiento y de los procesos de reconfiguración imperial contemporánea. Su mirada, atravesada por una sensibilidad latinoamericana, vincula las luchas de liberación de Palestina con las de Asia, África y América Latina, y busca articular una voz desde el Sur Global que denuncie el silencio cómplice de los grandes medios, de la academia alineada con el sionismo y de las potencias dominantes. En este sentido, Martinelli recupera el concepto de Israel Global, formulado por Ilan Pappé (2024), para describir la coalición internacional que sostiene al Estado de Israel: una red que articula sectores religiosos mesiánicos, magnates financieros, el complejo industrial-militar y fuerzas políticas conservadoras, fascistas y populistas, todas unidas por la islamofobia.
En cuanto al tratamiento de las fuentes, Martinelli sostiene su análisis sobre una base documental amplia y diversa. Utiliza informes de la ONU, estudios de ONGs de derechos humanos, discursos oficiales, documentos históricos, datos periodísticos y cifras de organismos multilaterales. A esto se suma un sólido corpus de autores clásicos y contemporáneos sobre la temática, además de fuentes académicas latinoamericanas que refuerzan su perspectiva crítica desde el Sur Global. Esta diversidad le permite articular la evidencia empírica con una lectura política comprometida, visibilizando las voces silenciadas y cuestionando los discursos hegemónicos sobre la cuestión palestina-israelí.
En relación a la estructura del texto, la obra se organiza en torno a cinco capítulos, cada uno de los cuales desarrolla discusiones clave y aborda distintos núcleos problemáticos vinculados a la ocupación israelí en Gaza y sus implicancias geopolíticas. Además, el libro se ve enriquecido por un prólogo de Vijay Prashad, una presentación de Susana Murphy y un epílogo de Guadi Calvo, que aportan miradas complementarias y consolidan el carácter colectivo del texto. En cuanto a su diseño, la obra emplea como tapa una ilustración de Tings Chak, directora de arte del Instituto Tricontinental de Investigación Social. Lejos de ser un mero recurso estético, esta imagen posee una fuerte carga simbólica: representa la identidad en lucha del pueblo palestino y su resistencia cultural y política. Sobre estas bases, pueden señalarse una serie de coordenadas centrales que atraviesan el contenido del libro y orientan el enfoque analítico del autor.
En el Capítulo 1 se retoma y se historiza la noción de Nakba 2.0 como un diagnóstico central sobre la actual cuestión palestina, que permite comprender la continuidad radicalizada de la catástrofe que sufrió ese pueblo en 1948, evidenciada en el ataque del 7 de octubre de 2023 y la brutal ofensiva israelí en Gaza. Aunque haya elementos de continuidad, el autor también identifica los cambios operados dentro de este proceso. Entre las particularidades novedosas, se destacan el uso intensivo de tecnologías digitales, incluyendo inteligencia artificial aplicada a la selección de blancos para bombardear, además de que varios militares israelíes han reconocido que, durante la última invasión a Gaza, se produjeron “daños colaterales” que ya eran conocidos de antemano, lo que revela una lógica de exterminio más desinhibida y planificada. En paralelo, marcando el tono político e historiográfico del libro, el capítulo denuncia cómo la narrativa dominante –anclada en el orientalismo, el islamofobia y el discurso securitario– oculta las raíces coloniales de la situación y naturaliza la violencia contra la población palestina.
En el Capítulo 2 se analiza la etapa posterior a la Guerra Fría como un momento de viraje estratégico en el orden mundial, en el que Estados Unidos intentó consolidar una hegemonía unipolar neoliberal sostenida por un entramado de dominación militar, económica e ideológica. Este proceso, impulsado por la doctrina del “caos constructivo”, donde se destruyen estructuras estatales y el tejido social, se manifestó claramente en el intervencionismo militar directo de Estados Unidos y sus aliados, como en la Guerra del Golfo en 1991, la invasión a Afganistán en 2001 y a Irak en 2003, así como en ciertas operaciones militares, tales como la de Libia (2011), o en procesos de ocupación militar como la ocupación estadounidense del sur de Siria desde 2016. Aunque públicamente se argumentó que estas acciones buscaban garantizar la seguridad global, en realidad respondían a objetivos estratégicos más profundos, como la reconfiguración geopolítica y el control de regiones clave con importantes recursos y posiciones estratégicas.
La región del centro de Afroeurasia, especialmente Asia Occidental y el norte de África, adquiere una importancia estratégica central por sus reservas energéticas (detenta alrededor del 50 % de las reservas mundiales probadas de petróleo y un 43 % del gas natural del planeta), por su papel como cruce de rutas comerciales (como el canal de Suez y los estrechos de Ormuz y Bab el-Mandeb), por su proximidad a China y Rusia, y por concentrar múltiples conflictos geopolíticos que permiten justificar la presencia imperial de Washington y sus aliados de la OTAN. En la actualidad, se observa el ocaso del orden surgido en la posguerra fría: un reequilibrio global de poderes y alianzas redefine el mapa estratégico mundial, y los conflictos en el centro de Afroeurasia –particularmente el genocidio cometido por el Estado de Israel en Palestina y la consecuente resistencia palestina– se revelan como síntomas de una transición hegemónica en curso.
En el Capítulo 3 se analiza el imperialismo contemporáneo a partir de dos conceptos centrales: sistema imperial e hiperimperialismo. Siguiendo los planteos de Claudio Katz (2023), Martinelli subraya que el sistema imperial vigente se organiza en torno a un poder decisor –Estados Unidos–, acompañado por potencias alterimperiales como Europa y Japón, que conservan cierta autonomía económica pero se subordinan militarmente. También participan países coimperiales como Israel, Canadá o Australia, que refuerzan el dominio estadounidense mediante políticas pro-occidentales y una identidad basada en colonos blancos. Por fuera de este entramado se ubican potencias no hegemónicas como China y Rusia, que disputan influencia sin integrarse al bloque liderado por EE. UU. A su vez, países subimperialistas como Turquía o Arabia Saudita amplían su poder regional con distintos niveles de asociación con la potencia norteamericana. Finalmente, hay regiones Afroeurasia y América Latina que resisten estas dinámicas pero son objeto de presiones por su valor estratégico. Por su parte, la categoría de hiperimperialismo, según el Instituto Tricontinental (2024), describe una fase más agresiva y militarizada del imperialismo liderado por Estados Unidos y la OTAN, que desde la crisis de 2008 y especialmente tras el conflicto en Ucrania en 2022, ha intensificado su expansión militar, sus intervenciones y su poder armamentístico para compensar su pérdida de hegemonía económica y política. Esta escalada genera nuevas tensiones globales, mientras China y Rusia fortalecen su influencia y alianzas estratégicas, siendo sus mayores expresiones los BRICS y la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFR) o “Nueva Ruta de la Seda”.
En función de esta conceptualización, Martinelli destaca que el imperialismo actual perpetúa el drenaje de riquezas desde el Sur hacia un Norte Global en retroceso, dominado por el capital financiero. Sin embargo, diversas resistencias desafían activamente este orden, entre ellas la lucha del pueblo palestino. En este contexto, el genocidio en curso en Palestina constituye una de las asimetrías más flagrantes del conflicto global, pero también una resistencia inclaudicable a las directrices del Norte Global. A su vez, la situación en Palestina se enmarca en la Guerra Global Híbrida Situada (GGHS), en curso desde 2014, donde la ocupación israelí y la resistencia del pueblo palestino constituyen uno de los focos más intensos y exacerbados de dicha dinámica.
En el Capítulo 4, se analiza cómo la doctrina del Gran Israel ha sido utilizada como herramienta ideológica para legitimar la expansión territorial israelí sobre Palestina, articulando referencias bíblicas, intereses geopolíticos y estrategias coloniales. Aunque la noción de Eretz Yisrael carece de un sustento histórico preciso, se invoca para justificar la judaización de Jerusalén, la anexión de Cisjordania y la ocupación de territorios desde 1967. Según el autor, estos planteos justifican un caso de colonialismo de asentamientos –también conocido como colonialismo de colonos o de poblamiento–, una forma específica de dominación que no se limita a explotar recursos, sino que busca reemplazar a la población originaria mediante el establecimiento permanente de colonos. En este sentido, la cuestión palestina-israelí no puede reducirse a una dimensión religiosa, ya que tiene raíces profundamente políticas, y la resistencia palestina surge como respuesta a una situación de opresión cotidiana marcada por la desigualdad estructural. En este marco, Martinelli compara el caso israelí con el apartheid sudafricano, señalando que ambos sistemas buscan asegurar el control exclusivo de recursos estratégicos –como la tierra y el agua– por parte de una minoría dominante, mediante mecanismos de segregación visibles. En el contexto israelí, esta segregación se expresa en la asignación de recursos a una “nación judía mundial” en lugar de a los ciudadanos del país, en la separación espacial y educativa entre israelíes y palestinos, y en la construcción de una identidad antagónica que refuerza la fragmentación social y emocional entre ambos pueblos.
En el Capítulo 5 se presenta un análisis y denuncia contundente del proyecto de exterminio y despojo sistemático que el Estado de Israel lleva a cabo contra el pueblo palestino, especialmente en la Franja de Gaza. Antes de octubre de 2023, altos dirigentes israelíes ya manifestaban sin ambigüedades su intención de reducir a la mitad la población gazatí mediante el desplazamiento forzado, la encarcelación de combatientes y el exilio de los dirigentes políticos, lo que suponía preparar el terreno para un proceso de limpieza étnica de proporciones masivas. La ofensiva de Hamás del 7 de octubre de 2023, bautizada “Diluvio de Al Aqsa”, fue interpretada en el mundo árabe como una rebelión de proporciones épica al demostrar que el mito de la invulnerabilidad israelí podía ser desafiado desde una posición de extrema desventaja. Sin embargo, la respuesta israelí fue feroz: Gaza, una franja de apenas 360 km², densamente poblada y cercada por mar, aire y tierra, se convirtió en el blanco de bombardeos masivos que produjeron miles de muertes, en su mayoría de niños, mujeres y civiles, y un nivel de mutilaciones, huérfanos y lisiados sin precedentes en el siglo XXI.
El infanticidio sistemático en Gaza, donde la mitad de la población son niños, revela el grado extremo de deshumanización que sostiene la violencia israelí y su objetivo estratégico: quebrar la moral palestina, impedir su regeneración demográfica y castigar a quienes se identifican con su causa mediante el asesinato y la mutilación masiva de niñas, niños y mujeres embarazadas. El propósito de fondo es desmantelar toda forma de resistencia palestina como paso previo para extender la ofensiva a Líbano, Siria, Yemen e Irán, convirtiendo así a Palestina en el epicentro de las disputas geopolíticas que sacuden el corazón de Afroeurasia. En este contexto, tras los hechos de octubre de 2023, la acción anticolonial palestina fue comparada con la ofensiva del Tet en Vietnam (1968), que en su momento alteró la percepción pública estadounidense sobre la guerra. Hoy, millones de personas ocuparon las calles, acamparon en universidades de todo el mundo –con particular visibilidad en Estados Unidos–, activistas bloquearon puertos y fábricas de armas, y la campaña internacional de boicot, desinversión y sanciones contra Israel ganó reconocimiento global, abriendo un horizonte de esperanza para el pueblo gazatí.
Finalmente, en sus conclusiones, Martinelli subraya que lo que sucede en Gaza no puede comprenderse como un conflicto bilateral, sino como un genocidio contemporáneo perpetrado por el Estado de Israel, con el respaldo financiero y político del sistema imperial occidental. Plantea que la causa palestina se ha transformado en una de las grandes banderas del Sur Global, símbolo de las luchas antiimperialistas en un escenario mundial en disputa. La resistencia palestina, en sus múltiples formas, se proyecta hoy como referencia para los pueblos oprimidos de Asia, África y América Latina. Así, el libro se cierra reforzando su tesis central: que Gaza es hoy uno de los epicentros de la guerra global en curso, una guerra que ya no solo se libra con armas, sino también en el terreno de los sentidos, la memoria y la disputa por el orden mundial.
En definitiva, ¿cuál es el posicionamiento de esta obra en el debate disciplinario? O, empleando la expresión del historiador Lucien Febvre (1952), ¿cuáles son sus “combates por la historia”? El autor se posiciona con claridad frente a una serie de interpretaciones hegemónicas que tienden a distorsionar o banalizar la cuestión palestina-israelí. Rechaza de plano tanto la idea del “choque de civilizaciones” popularizada por Samuel Huntington (1996) –que estigmatiza a los pueblos árabes y musulmanes como terroristas y borra las dimensiones políticas de la situación palestina– como la visión unipolar del “fin de la historia” formulada por Fukuyama (1989), que invisibiliza la persistencia de procesos coloniales. Cuestiona, además, el intento de reducir la disputa a una confrontación religiosa, recordando que por siglos convivieron en Palestina judíos, musulmanes, cristianos y drusos, y subraya que el nacionalismo palestino debe comprenderse como una expresión anticolonial e independentista, en contraste con el carácter coimperial y expansionista del nacionalismo israelí. Desde esta perspectiva, denuncia el uso mediático del antisemitismo como velo que encubre las prácticas genocidas del Estado de Israel y problematiza el binarismo entre “democracia occidental” y “terrorismo islámico”, utilizado para justificar crímenes de guerra y legitimar intervenciones militares en nombre de la “civilización”. Asimismo, enfatiza que la resistencia palestina –más allá de su carácter armado o no– se inscribe en una tradición histórica de lucha frente al colonialismo de asentamiento devenido en apartheid. En el plano internacional, destaca el papel central de Irán –junto a China y Rusia– en lo que denomina el “eje de la resistencia”, en el marco de una confrontación cada vez más abierta entre el imperialismo colectivo occidental y los nuevos bloques emergentes. Prueba de ello fue la reciente “Guerra de Doce Días” en junio de 2025 entre Irán e Israel, apoyado por Estados Unidos, que se involucró directamente al bombardear tres instalaciones nucleares iraníes. En este mismo sentido, Martinelli alerta sobre el peso que tiene el sionismo en América Latina, tanto en su dimensión militar como ideológica, como parte de una estrategia geopolítica más amplia que, alineada con la Doctrina Monroe, busca garantizar el control hemisférico a través de gobiernos aliados, como los de Bolsonaro o Milei, que replican los programas neoliberales y reaccionarios sostenidos por Estados Unidos e Israel.
De allí que uno de los aportes más sugerentes del libro sea la apertura de nuevas líneas de investigación sobre cómo las narrativas y los intereses sionistas se reproducen en América Latina por medio de ciertos partidos políticos, medios de comunicación y sectores religiosos, así como por el ascenso de las nuevas derechas, consolidando así una avanzada ideológica que refuerza el disciplinamiento imperial en la región.
Bloch, Marc (1949) Apologie pour l'histoire ou Métier d'historien. París: Librairie Armand Colin.
Febvre, Lucien (1952) Combats pour l'histoire. Paris: Armand Colin.
Fukuyama, Francis (1989) “The End of History?”, The National Interest, No. 16 (Summer), pp. 3-18.
Huntington, Samuel (1996) The clash of civilizations and the remaking of world order. New York: Simon & Shuster.
Instituto Tricontinental de Investigación Social (2024). Hiperimperialismo: Una nueva etapa decadente y peligrosa. Instituto Tricontinental de Investigación Social. Recuperado de https://thetricontinental.org/es/estudios-sobre-dilemas-contemporaneos-4-hiper-imperialismo/
Katz, Claudio (2023) La crisis del sistema imperial. Buenos Aires: Jacobinlat.
Martinelli, Martín (2022) Palestina -e Israel- entre intifadas, revoluciones y resistencia. Luján: EdUNLu.
Pappé, Ilan (2024) “La idea de ser colonizadores pero también socialistas o demócratas se cae por su propio peso”, Entrevista publicada en ElDiario.es, Recuperado de https://www.eldiario.es/internacional/ilan-pappe-historiador-israeli-idea-colonizadores-socialistas-democratas-cae-propio-peso_128_11826169.html
Said, Edward (1978) Orientalism. New York: Pantheon Books.
Presentación del libro en los siguientes enlaces:
https://actualidad.rt.com/programas/zoom_plus/558425-gaza-genocidio-silenciado
https://t.me/martinmartinelli/1163