David Hearst
Fuente: Arming Egypt Is Playing With Fire, The World Post, 27/04/2014
Militares patrullan en El Cairo tras confirmarse el golpe de estado en Egipto (AFP / Mohamed El-Shahed)
Estados Unidos está recibiendo, otra vez, un sermón de un estado cliente de Oriente Medio. En esta ocasión se trata de uno de los candidatos presidenciales egipcios, un hombre que debería estar sentado en el banquillo de los acusados de un tribunal de La Haya por la peor represión de la historia moderna del país.
Entre el tira y afloja de los valores y los intereses estratégicos, es sabido que los compromisos de EEUU con Israel, los acuerdos de Camp David y el canal de Suez salen ganadores. Pero si esos compromisos solo fueran una especie de guía de la política de EEUU hacia Egipto, las alarmas estarían sonando en el Pentágono.
Abdel Fatá al Sisi, el jefe militar que derrocó al primer presidente democráticamente electo de Egipto, no solo quiere que EEUU restablezca la ayuda militar a su país para combatir una insurgencia en alza en la península del Sinaí, alimentada día tras día por la táctica de tierra quemada del ejército egipcio. Está pidiendo, también, nada menos que una segunda intervención occidental en Libia.
El general que se otorgó a sí mismo el título de mariscal de campo dijo aFoxNews que al rechazar desplegar sus fuerzas para ayudar a estabilizar Libia tras la caída del coronel Gadafi a finales de 2011, EEUU y la OTAN habían creado un vacío que ha dejado a Libia a merced de extremistas y asesinos: “la historia les juzgará severamente”, dijo. Y añadió que la falta de voluntad de EEUU para ayudar a Egipto en su lucha contra la mayor insurgencia islamista de la historia del país, así como para ayudar a contener la guerra civil en Irak, Libia y Siria, ha creado un terreno fértil para el extremismo religioso, lo cual es un desastre tanto para EEUU como para los árabes.
La sugerencia de Al Sisi de que la parte oriental de Libia estaba albergando “campos de entrenamiento yihadistas”, que trabajaban mano a mano con los Hermanos Musulmanes, no es gratuita. Los medios de comunicación egipcios han sido inundados con informaciones sobre el denominado Ejército Libre Egipcio. Derna, en Libia oriental, se ha convertido en un bastión de yihadistas internacionales conducidos, según se dice, por un emir, Sharif al Radwani, cuyo jefe responsable de la coordinación con los patrocinadores y servicios de inteligencia extranjeros es Ismail al Salabi, uno de los dirigentes más importantes de Al Qaeda.
Tan pronto como sonaron las alarmas sobre la concentración de yihadistas en las fronteras de Egipto, fueron desestimadas por el segundo del ministerio egipcio de defensa, Jaled al Sherif: “Esta historia es falsa. No hemos visto ninguna prueba … la palabra ejército significa que hay numerosos efectivos que no pueden esconderse fácilmente”. La información fue también desmentida por Noman Benotman, presidente de la Fundación Quilliam, que trabaja para combatir el extremismo.
Lo cierto es que se ha dicho que Derna se ha convertido en un campo de entrenamiento para grupos como Ansar al Sharia, al que Washington considera responsable del ataque contra el consulado de EEUU en Bengasi, y un grupo que se autodenomina Ejército del Islam. El hecho de que hay yihadistas en Derna está fuera de discusión. Sin embargo, no hay evidencias de una concentración de militantes en batallones y brigadas para atacar a Egipto. Benotman dijo que se pueden contar con los dedos de una mano.
Los motivos para que el ejército egipcio intervenga en Libia no deberían ser tomados a la ligera, y menos aún por el secretario de defensa de EEUU Chuck Hagel, que tiene la convicción de que los diez helicópteros Apache que han acordado vender a Egipto serán utilizados en el Sinaí, no en la frontera libia. Hagel dijo que los intereses de la seguridad nacional de EEUU requieren que sus socios en la región tengan capacidad para hacer frente a las amenazas terroristas. Además de los Apaches, EEUU enviará una parte de su ayuda militar anual de 1.300 millones de dólares, destinada a promover la seguridad en el Sinaí.
Sisi ya ha dejado claro cuáles son sus intenciones con Libia. El general del antiguo ejército libio Jalifa Haftar dijo que Sisi había ofrecido una intervención militar para apoyar el golpe que estaba preparando el libio, pero fracasó. Haftar dijo a la agencia de noticias libia Ain Libya que el ejército egipcio se había ofrecido a desplegar tropas para controlar los campos de petróleo de Al Hilal. Tras el fracaso del golpe, Egipto negó su participación en el mismo.
No hace falta decir que un dictador militar que está conduciendo a Egipto por el camino de la perdición es bastante malo. Pero al arrastrar a otros estados fallidos como Libia, que está inundado de armas, Sisi se está convirtiendo en una importante fuente de desestabilización regional. Lo que está intentando hacer en Libia oriental pone en peligro la seguridad de todos. Ya hemos visto cómo las armas que inundaron Libia alimentaron la insurgencia en Mali y la guerra civil en Siria. ¿Quiere Hagel añadir a Egipto en esa lista? ¿En eso consiste el interés nacional de Estados Unidos?
David Hearst es editor de Middle East Eye, un sitio web que ofrece una nueva visión de la región de Oriente Medio. Fue jefe de redacción de la sección internacional de The Guardian.
Traducción: Javier Villate Fuente http://disenso.wordpress.com/2014/04/29/armar-a-egipto-es-jugar-con-fuego/ Propuesto para el blog por Miguel Ibarlucía
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