viernes, 27 de febrero de 2015

Rescatar al islam de sus estereotipos

Por Hamurabi Noufouri

Resultado de imagen para estereotipo islam
La intrascendencia dada al asesinato de tres estudiantes estadounidenses musulmanes por un fundamentalista que no lo era; la detención e interrogatorio en una comisaría del sur de Francia de un niño de 8 años por negarse a mantener el minuto de silencio con que su colegio homenajeaba a las víctimas de los recientes atentados; que nadie se pregunte porqué para la sensibilidad colectiva no asocia el islam a la conducta heroica del empleado musulmán del super kosher ni a los muertos musulmanes en Charlie Hebdo, y sí con la de sus victimarios; o que casi no se mencionara que los cuatro judíos asesinados en el supermercado eran tambien árabes norafricanos; y luego de los atentados en Copenhague que la policía danesa informara que buscaba a un hombre de “apariencia árabe”; todo ello induce a pensar que más que un problema con “el islam” y “lo árabe”, lo que ocurre es que se tiene una imagen de estos que es un problema.


Se trata de un problema que viene siendo aprovechando para propagar el pánico y aversión hacia todo lo que se califique con tales palabras. Toda una estrategia de destrucción del tejido social y cultural euroamericano para conseguir adeptos a los fanatismos.



Cabría preguntarse si esto seria posible si no se viniera empleando esa imagen, quizás más que a ninguna otra, para definir “aquello que nosotros no somos” desde mucho antes que el 11S.



Si para muestra vale un botón, y recordando que el gusto estético por lo “morisco” o “islámico” hacía furor en la Europa y America del siglo XIX y principios del XX, un reciente estudio de la biblioteca de Hitler ha revelado que éste subrayó el siguiente párrafo del libro “Ensayos Alemanes” del reputado orientalista y especialista en religiones Paul de Lagarde (1827-1891): “A pesar de su deseo de que se les ponga en igualdad de condiciones con los alemanes, los judíos insisten constantemente en su condición extraña a la nuestra, y ello de la manera más obvia, a través del estilo de sus sinagogas. ¿Qué se supone que significa esto? Por una parte reclaman para ellos el honroso nombre de ‘alemán’, mientras, por otro, formulan lo más sagrado que uno tiene en un estilo «moro», para que no se olvide que uno es semita, asiático, extranjero” (T.W. Ryback, Hitler’s Private Library. The book that Shaped His Life, Londres, Vintage, 2010, p.140, cit. Yvonne Sherratt, Los filósofos de Hitler, Cátedra, 2014, p.43)



Si la solución a los problemas depende de los términos en que estos se formulen, entonces cabe esperar que la falta de modificación de esta matriz de pensamiento nos condene a contestar como aquel beduino a su compañero de ruta, quien para demostrarle que el bulto que veían en la cumbre de del risco era una cabra y no un ave, arrojó una piedra contra la ladera cuyo golpe hizo que el ave volara, a pesar de lo cual en el acto le espetó: “¡Cabra aunque vuele!".



Hamurabi Noufouri es Director del Instituto y la Maestría en Diversidad Cultural de la UNTREF.

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