Coordinadores:
Martín A. Martinelli (UNLu/IHAO-CLEARAB UBA), Eduardo Wehbe (UTDT),
Gabriel F. López (UBA-ISPJVG)
mails de contacto: espartako68@hotmail.com martinellima@hotmail.com e-wehbe@hotmail.com
XlV Congreso de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África (ALADAA):
ASOCIACIÓN LATINOAMERICANA DE ESTUDIOS DE ASIA Y ÁFRICA
LATIN AMERICAN ASSOCIATION FOR AFRICAN AND ASIAN STUDIES
XlV Congreso de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África (ALADAA):
"Asia y África. Conexiones, intercambio y nuevos abordajes académicos desde América Latina".
Homenaje a Kazuya Sakai
13-17 de agosto, 2013
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Universidad Nacional de La Plata
La Plata
Provincia de Buenos Aires
República Argentin
La notable
progresión de sucesos históricos de gran significación política
que hemos observado en los últimos años en el mundo árabe ha
despertado diferentes reaccionesy
análisis. En el afán de rotular los eventos, los críticos y
analistas designaron a este procesoPrimavera
árabe,Despertar
árabe,Levantamientos
árabesy
aún yendo más lejos Revoluciones
árabes.
Más allá de las denominaciones,es
evidente que asistimos a un momento histórico de quiebre, esos
momentos en que la historia parece tomarse una revancha, por
sorpresa, claro, cuando comenzamos a sentirnos seguros del poder
explicativo de las categorías que por años nos cobijaron. Y la
revancha de la historia tiene que ver con eso. Ante la tendencia
inicial a interpretar los hechos desde los modelos habituales, la
historia nos obliga a repensar, recategorizar, a tomar distancia para
comprender estos fenómenos. Los cualesrequierenser
explicados por miradasque
actualizan las teorías clásicas como el marxismo y las ponen a
dialogar con otras teorías descolonizadoras (subalternistas,
poscoloniales, descoloniales), u otras que, por el contrario, ponen
en cuestión a viejos paradigmas. Surgen así una serie de
interrogantes :¿Pueden
los países árabeshacer
la historia?¿Es
posible que comiencen a narrarse por sí mismos?¿Estamos
en presencia de otra ola de descolonización no formal? ¿Las
sociedades árabes quieren salir del círculo vicioso autoritario o
el reclamo alcanza sólo a mejores condiciones de vida? ¿Cuáles son
las verdaderas fuerzas políticas que se liberan? ¿Cuáles son los
límites formales de las independencias históricas? ¿Cuál es la
proyección de la constitución de subjetividades emancipadas?
¿Estamos ante un proceso de resistencia que puede ser reconstruido
históricamente? y finalmente ¿Estamos en presencia de un quiebre
real de la historia de la región?
La
presente mesa en este XlV
Congreso de la Asociación Latinoamerica de Estudios de Asia y África
(ALADAA)
propiciará el debate y la lectura histórica de los recientes
acontecimientos en el mundo árabe junto a aquellos que conformaron
las condiciones objetivas y subjetivas actuales, así comotambiénpropugnará
una posible comprensión desde la clave poscolonial crítica. Sin
duda que ese es nuestro propósito, problematizar el conocimiento
histórico de la región conocida como Mundo Árabe junto a ello el
papel tanto de Israel como de las potencias internacionales. A la vez
que mostrar los puntos en común con nuestra Latinoamérica y el
llamado Tercer Mundo que nos ayuden a su historización trazando
vínculos y diferencias. Lo
poscolonialy
lodescolonialevocan
la tensión entre la superación del colonialismo y la persistencia
de la colonialidady
el imperialismo.
La
pertinencia de la propuestaparte
de que, los actuales sucesos en el mundo árabe “cambiaron la
historia”, la capacidad de movilización y trascendencia
internacional nos lleva a considerarlos como un proceso vivo que
“está haciendo historia”. El esfuerzo crítico permite una
conexión entre modernidad, nacionalismo, colonialismo e
imperialismo, términos profundamente ligados. La propuesta aspira a
abrir el debate hacia nuevas formas interpretativas de la realidad
del
conocido eurocentricamente
como “Medio
Oriente”desde
una mirada latinoamericana ya que encontramos entre ambos una empatía
epistemológica digna de ser aprovechada para nuestras inquietudes
teórico-metodológicas en la comprensión de losmitosy
discursos coloniales implicados en los problemas a tratar.
¿Estamos ante la tercera Intifada? Esta pregunta la han formulado esta semana una serie de expertos de seguridad israelíes. Pero no sólo ellos: sus colegas palestinos están casi tan perplejos como ellos.
En toda Cisjordania jóvenes palestinos lanzaron piedras contra los soldados israelíes. Los 5.500 palestinos presos en las cárceles israelíes participaron en una huelga de hambre de tres días.
La causa inmediata [de las protestas] es la muerte de un joven palestino durante un interrogatorio del Shin Bet. La autopsia no mostró ninguna causa objetiva de muerte. No hubo ataque cardíaco, como alegaron al principio (y automáticamente) las autoridades israelíes y sus lacayos, los llamados "corresponsales militares". Así pues, ¿se trató de un caso de muerte por tortura, como creen casi todos los palestinos?
Luego están los cuatro presos en huelga de hambre (mitigada por infusiones) desde hace ya 150 días. Dado que casi todas las familias palestinas tienen — o han tenido — al menos uno de sus miembros en prisión, esta huelga genera mucha excitación.
Así pues, ¿ha estallado ya la Intifada?
La incertidumbre de los agentes de seguridad israelíes deriva del hecho de que tanto la primera como la segunda Intifada estallaron de forma inesperada. Tanto a los israelíes como a los dirigentes palestinos ambos alzamientos les pillaron por sorpresa.
La sorpresa israelí fue, digamos... sorprendente. Cisjordania y la Franja de Gaza estaban, y siguen estando, rebosantes de informantes palestinos al servicio de Israel. Décadas de ocupación han permitido al Servicio de Seguridad [israelí] reclutar a miles de informadores palestinos vía soborno o chantaje. Entonces, ¿cómo es que no lo vinieron venir?
El liderazgo palestino, a la sazón en Túnez, estaba igualmente in albis. Tuvieron que pasar varios días antes de que Yasser Arafat se percatara de lo que estaba pasando y comenzara a alabar a los "Niños de las piedras".
La razón que explica la sorpresa es que ambas Intifadas fueron completamente espontáneas. Nadie las planeó. En consecuencia, ningún chivato pudo advertir de ellas a sus jefes.
El detonante de la primera Intifada fue un accidente de tráfico. En diciembre de 1987 un conductor israelí mató a varios trabajadores palestinos cerca de Gaza. Se abrió la caja de los truenos. La segunda Intifada la encendió una deliberada provocación israelí tras el fracaso de la conferencia de Camp David del 2000.
El ejército israelí no estaba en absoluto preparado para la primera Intifada. El ministro de Defensa Yitzhak Rabin lanzó entonces su famosa consigna ("¡Rompedles los huesos!"), que algunos comandantes interpretaron literalmente y ejecutaron escrupulosamente. Una gran cantidad de brazos y piernas palestinos acabaron machacados a culatazos.
La segunda Intifada también estalló de forma inesperada, pero esa vez el ejército israelí estaba preparado para cualquier contingencia. Las tropas habían sido entrenadas con antelación. Esa vez no se rompieron huesos, pero los israelíes colocaron a francotiradores al lado de los oficiales al mando de las unidades. Cada vez que se acercaba una manifestación no violenta el oficial israelí señalaba al líder del grupo y el francotirador lo mataba. Muy pronto la revuelta no violenta se transformó en otra de carácter extremadamente violento.
No sé lo que el ejército israelí ha planeado para la tercera Intifada, pero podemos estar seguros de que incluso si se inicia como una protesta masiva no violenta no seguirá siéndolo por mucho tiempo.
Hace dos semanas el Canal 10 israelí emitió un documental sobre la forma como Ariel Sharon manipuló la segunda Intifada.
Todo comenzó cuando el primer ministro Ehud Barak autorizó al líder de la oposición Sharon a visitar el Monte del Templo acompañado por cientos de policías. Sharon era un ateo porcófago, de modo que no había ninguna motivación religiosa en aquella visita. Fue una provocación pura y dura.
Cuando Sharon se acercó a los santuarios musulmanes lo recibieron a pedradas. La policía israelí disparó fuego real contra los lanzadores de piedras y los mató. Y así es como nació la segunda Intifada.
Desde sus lejanos cuarteles tunecinos, Arafat no tuvo nada que ver con aquello. Ahora bien, cuando la Intifada estalló se adhirió a ella. Los cuadros locales de Fatah tomaron el mando.
Poco tiempo después Sharon llegó al poder e hizo todo lo posible para atizar el fuego. En el documental se entrevista en profundidad a sus más cercanos colaboradores y éstos revelan que Sharon hizo eso de forma totalmente deliberada.
Su objetivo era provocar un levantamiento general que le diera un pretexto legítimo para reconquistar Cisjordania después de que algunas partes del territorio cisjordano habían sido entregadas a la autoridad palestina en los acuerdos de Oslo. Y, efectivamente, numerosos ataques suicidas y atentados de diversa índole le proporcionaron la necesaria legitimación nacional e internacional para desatar la operación Muro Defensivo, en la que las tropas israelíes volvieron a entrar en todas las ciudades de Cisjordania sembrando a su paso muerte y destrucción. En particular, los israelíes saquearon sistemáticamente las oficinas de la Autoridad Palestina, incluidas las instalaciones de los ministerios de Educación y de Servicios Sociales. Arafat fue rodeado y aislado en la Mukata (Recinto) de Ramallah y fue mantenido virtualmente como prisionero durante años, hasta que murió.
En el documental, los asesores de Sharon reconocen abiertamente que éste ni siquiera contemplaba la posibilidad de una iniciativa política para poner fin a la Intifada: su único objetivo era derrotar a la resistencia palestina utilizando la fuerza bruta. Durante aquella Intifada murieron 4.944 palestinos frente a 1.011 israelíes (la anterior Intifada costó la vida a 1.593 palestinos y a 84 israelíes.)
Los israelíes piensan que los brutales métodos de Sharon fueron un gran éxito. La Segunda Intifada expiró.
¿Habrá una tercera Intifada? Y si la hay, ¿cuándo estallará? ¿Ha comenzado ya, o más bien los últimos acontecimientos solo han sido una especie de ensayo general?
Nadie lo sabe, y menos que nadie nuestras fuerzas de seguridad. No existe información fiable procedente de los agentes. Una vez más, todo es espontáneo.
Una cosa está clara: Mahmoud Abbas, el heredero de Arafat, le tiene mucho miedo a la Intifada. Aguardó varios días y luego, cuando tuvo claro que no se trataba de un alzamiento generalizado, ordenó a sus fuerzas policiales entrenadas por los Estados Unidos que intervinieran y acabaran con las manifestaciones.
Más aún: condenó públicamente los estallidos y acusó a Benjamin Netanyahu de provocarlos deliberadamente.
Uno de los motivos en los que fundaba esa sospecha es que el viernes la policía israelí no impidió a los jóvenes palestinos acceder al Monte del Templo ("Haram al-Sharif"), como hacen frecuentemente a la menor sospecha de posibles disturbios.
Formulé la pregunta a un círculo de amigos: suponiendo por un momento que Abbas estuviera en lo cierto, ¿cuál podría haber sido el motivo de Netanyahu?
Uno respondió: Netanyahu teme que en su próxima visita a Jerusalén Barak Obama exija la reanudación del "proceso de paz". Netanyahu le dirá que, en vista de la nueva Intifada, tal cosa es imposible.
Otro sugirió: Netanyahu le dirá al presidente Obama que Abbas ha perdido su autoridad y que, por lo tanto, no es un socio viable.
Un tercero aventuró: Netanyahu le dirá a la opinión pública israelí que estamos en una situación de emergencia y que ello nos obliga a formar inmediatamente un Gobierno de Unidad Nacional. Todos los partidos sionistas deben ser empujados a participar por parte de sus votantes.
Y así sucesivamente.
Sea como fuere, la pregunta pertinente es si un estallido espontáneo está al caer o no.
Francamente, no lo sé. Dudo que alguien lo sepa.
La ausencia de una iniciativa de paz genuina hace probable que en cualquier momento estalle otra Intifada. ¿Cuánto tiempo puede continuar la dura ocupación sin provocar una seria contestación?
Por otra parte, no parece que la gran masa del pueblo palestino esté mentalmente preparada para la lucha. En los territorios ocupados ha surgido una nueva burguesía que tiene mucho que perder. Bajo los auspicios de los EEUU el primer ministro palestino Salam Fayyad ha conseguido estimular algún tipo de economía en la que prospera un buen número de gente.
La perspectiva de una nueva ronda de violencia no seduce a esas personas, ni tampoco a la gente pobre, que bastante tiene con tratar de sobrevivir cada día. Para conseguir que estas personas se alcen tendría que producirse un acontecimiento extremadamente provocativo, algo que lo mismo puede ocurrir mañana por la mañana, dentro de algunas semanas o meses, o nunca.
Abbas acusa a Hamas de fomentar los disturbios en Cisjordania, gobernada por Fatah, mientras que la propia Hamas mantiene al mismo tiempo el alto el fuego en su propio dominio, la Franja de Gaza. En realidad, a ambos regímenes, cada uno en su propia parte de Palestina, les interesa la tranquilidad al tiempo que acusan al otro de colaborar con la ocupación.
(Hace siglo y medio Karl Marx denunció los esfuerzos de su adversario socialista Ferdinand Lassalle para establecer cooperativas de trabajadores. Marx afirmó que desde el momento en que los trabajadores tuvieran algo que perder ya no se levantarían más. “Cuanto peor, mejor”, dicen que dijo Lenin.)
Cuanta más gente en ambos lados hable de la Tercera Intifada , menos probable es que ocurra. Como decían los alemanes, las revoluciones vaticinadas no suceden.
Pero si la ocupación prosigue sin visos de acabar nunca, entonces algún día la Tercera Intifada estallará súbitamente, justo cuando nadie hable de ella y todo el mundo a ambos lados esté pensando en otras cosas.
En diciembre de 2010 un solo individuo encendió en Túnez una revolución popular contra un autócrata venal, levantamiento que fue seguido muy pronto por una erupción semejante en Egipto contra otro autócrata venal parecido. El mundo árabe se sorprendió y la opinión pública mundial expresó de inmediato sus simpatías con estas expresiones modelo de las luchas por todo el mundo en pos de autonomía, dignidad y un mundo mejor.
Ahora, tres años después, ambos países están enfrascados en fieras luchas políticas, violencia interna que está escalando –y una gran incertidumbre acerca de adónde conduce todo esto y quién resultará beneficiado. Hay algunos aspectos particulares en cada país, algunos que se reflejan en los levantamientos por todo el mundo árabe o árabe-islámico y algunos aspectos que son comparables con lo que está ocurriendo en Europa y, en alguna medida, por todo el mundo.
¿Qué ocurrió? Debemos comenzar con el levantamiento popular inicial. Como con frecuencia es el caso, comenzó con gente joven muy valiente que protestaba contra la arbitrariedad de los poderosos –a escala local, nacional e internacional. En este sentido su lucha era anti-imperialista, contra la explotación y profundamente igualitaria. Guarda mucha semejanza con la clase de levantamientos que ocurrieron por todo el mundo entre 1966 y 1970, que alguna vez llamamos la revolución-mundo de 1968.
Como entonces, las protestas tocaron una cuerda profunda dentro del país y atrajeron un respaldo público amplio mucho más allá que el pequeño grupo que las iniciaron.
¿Qué pasó después? Una revolución anti-autoritaria generalizada es algo muy peligroso para quienes detentan la autoridad. Cuando las medidas represivas iniciales no parecieron surtir efecto, muchos grupos buscaron domesticar las revoluciones uniéndose a ellas, o por lo menos aparentando unirse. En Túnez y Egipto, el ejército entró en escena y se negó a disparar contra los manifestantes, pero buscó también el control de la situación tras la deposición de los dos autócratas.
En ambos países había habido un fuerte movimiento islamita, la Hermandad Musulmana. Fue puesta fuera de la ley en Túnez y se le había controlado y circunscrito en Egipto con cuidado. Las revoluciones permitieron que emergieran en dos formas: ofreciendo asistencia social a los pobres que habían sufrido por la negligencia del Estado y formando partidos políticos con el fin de obtener una mayoría parlamentaria que les permitiera controlar la redacción de las nuevas constituciones. En las primeras elecciones en cada uno de estos países emergieron como el partido político más fuerte.
Siguiendo con esto, hubo básicamente cuatro grupos compitiendo en la arena política. Además del partido de la Hermandad Musulmana –Ennahda, en Túnez, y el Partido de la Libertad y la Justicia, en Egipto– había tres otros actores políticos: las fuerzas laicistas más o menos a la izquierda, las fuerzas salafistas de extrema derecha que buscaban legislar una mucho más astringente versión de la sharia que la de los partidos de la Hermandad Musulmana y los todavía fuertes simpatizantes cuasi-subterráneos de los viejos regímenes.
Tanto los partidos de la Hermandad Musulmana como las fuerzas laicistas están, de hecho, bastante divididos al interior, especialmente en cuanto a las estrategias que buscan emprender. Los partidos de la Hermandad Musulmana se enfrentan con los mismos dilemas políticos que en años recientes han sido los de los partidos de centro-derecha en Europa. Los países tienen severos problemas económicos continuos, lo que da origen a partidos de extrema derecha o los fortalece, lo cual amenaza la capacidad de que el partido centro-derecha de corriente dominante gane las futuras elecciones. En estas situaciones ha habido quienes, por todas partes, pretenden recuperar votantes de la extrema derecha moviéndose en su dirección y endureciendo su línea con respecto a la izquierda o a las fuerzas laicistas. Y ha habido los llamados moderados que piensan que el partido debe moverse hacia el centro y recuperar votos ahí.
Familiar muestra foto de Arafat Jaradat, muerto durante interrogatorio en una cárcel israelí
Los medios de comunicación masivos ya no dan más noticias sobre las huelgas de hambres realizadas por presos palestinos. Sin embargo esa forma de protesta persiste y aumenta tras la muerte bajo tortura de un preso el 23 de febrero.
Según la organización palestina de derechos humanos Addameer en su último informe de febrero de este año, hay actualmente 4812 palestinos detenidos en las cárceles israelíes. De estos, 219 tienen menos de 18 años (31 de ellos menores de 16) y 12 son mujeres. Alrededor de 180 están bajo “detención administrativa”.
Desde el inicio de la ocupación ilegal de la Cisjordania, en 1967, se calcula que 700 mil palestinos fueron detenidos por Israel. En la práctica, eso significa que en cada familia palestina hay por lo menos un miembro que está o ya estuvo en una cárcel israelí.
La mayoría de los palestinos que recurren a la huelga de hambre están bajo detención administrativa. Esta es una ley militar israelí que posibilita arrestar civiles sin presentar cargos, sin demandas ni juicios, por un período límite de seis meses. Sin embargo, pueden renovar la detención infinitas veces, sin dar explicaciones.
Actualmente 12 prisioneros se mantienen en ayuno. Entre ellos, Ayman Sharawna, de 36 años, que fue nuevamente detenido tras ser liberado en el canje de prisioneros entre Israel y Hamas que involucró la liberación del soldado israelí Gilad Shalit. Sharawna empezó su huelga de hambre en julio del año pasado y la mantuvo hasta diciembre, entre huelgas parciales y totales, cuando la suspendió tras la promesa de la justicia israelí de resolver su caso. El 17 de enero de 2013 retomó la protesta luego de una negativa del Servicio de Detención Israelí. Actualmente, está en una celda, aislado, en la cárcel de Ayalon, en Beer al-Saba, y su pedido de liberación todavía circula por distintos niveles de la justicia israelí.
Otro huelguista es Samer Al-Issawi, de 33 años, detenido el 7 de julio de 2012, quien también había sido liberado en el canje por Shalit, en octubre de 2011. Entre periodos de huelgas totales y parciales, Issawi ya acumula más de 200 días de protesta, ya perdió 23 kilos, no puede caminar y corre riesgo su vida. El 21 de febrero último Israel sentenció a Issawi a 8 meses de prisión. Todavía la justicia israelí debe decidir si Issawi tendrá que cumplir los 20 años de su sentencia anterior.
Otros dos huelguistas también son detenidos administrativos, Jafar Azzidine, de 41 años, y Tarek Qa’adan, de 40. Ambos son de la ciudad de Jenin y empezaron la protesta en 28 de noviembre de 2012 y esperan en el hospital que la justicia israelí decida sus destinos.
Asesinato bajo tortura
La lucha de los detenidos palestinos en cárceles israelíes sumó un nuevo y triste capítulo. El 23 de febrero, Arafat Jaradat, de 30 años, falleció mientras estaba bajo custodia del Estado de Israel, en la cárcel de Meggido.
Jaradat vivía en las cercanías de la ciudad de Hebron y fue detenido por el Ejército israelí e interrogado por el Shin Bet, el servicio de seguridad interno de Israel, también conocido como Shabak. Un representante del Servicio de Detención de Israel confirmó la muerte y la atribuyó a un paro cardíaco.
Según la organización palestina de derechos humanos Al-Haq, los médicos forenses afirmaron que el cuerpo tenía marcas de “torturas severas”. Millares de palestinos salieron a las calles de Hebron, una de las más pobladas de la Cisjordania, el lunes 25 de febrero, para protestar por la muerte del palestino.
Jaradat era casado y su mujer está embarazada. Fue detenido bajo la acusación de tirar piedras contra las fuerzas de seguridad israelíes en una manifestación.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) prometió que buscará procesar a Israel en las cortes internacionales. “El gobierno israelí no puede ser eximido de su responsabilidad en esa muerte, ya que las circunstancias que lo transformaron en un mártir no pueden ser separadas del hecho de que ocurrieron mientras estaba preso y siendo interrogado en una cárcel dentro de Israel, lo que en sí ya es una violación de la IV Convención de Ginebra”, declaró el vocero de la ANP.
Las Naciones Unidas, por medio de Richard Falk, un agente especial de la ONU en derechos humanos, afirmó que la ONU irá a pedir la conformación de una investigación internacional para determinar si Jaradat fue muerto bajo tortura. “La muerte de un prisionero durante un interrogatorio es siempre fuente de preocupación, pero en ese caso, cuando Israel muestra un patrón y prácticas abusivas contra los prisioneros, la necesidad de una investigación externa y creíble es más que urgente”, afirmó.
En
este nivel, vamos a profundizar los conocimientos adquiridos durante
el año pasado, incorporando cada vez más cosas nuevas. Aparte de
los diálogos a los que están acostumbrados los estudiantes, se
agregarán este año textos de lectura para fortalecer la
comprensión, aplicar las reglas gramaticales estudiadas y practicar
el vocabulario incorporado tanto à través de producciones escritas
como ejercicios orales.
Idriss
Tekki es
licenciado en lengua y literatura española de la Universidad
Abdelmalek Essadi de Tetuán (Marruecos). Diplomado de la Escuela
superior de traductores Rey Fahd de Tanger (Marruecos). Titular de
diploma de intérprete del Instituto Lucille Barnes, Buenos Aires
(Argentina). Actualmente se desempeña como corresponsal de la
agencia marroquí de noticias Agence Maghreb Arabe Presse (MAP) en
la Argentina.
DÍAS:Miércoles
de 15 a 17 hs. AULA:131 FECHA DE INICIO: 3 de
Abril ARANCEL: no arancelado CARGA HORARIA:
IMPORTANTE:
TAMBIÉN SE DICTARÁ EL NIVEL INICIAL CÁTEDRA LIBRE DE ESTUDIOS ÁRABES (CLEARAB) E INSTITUTO DE HISTORIA ANTIGUA ORIENTAL (IHAO) (UBA)
ARABE-UBA
LA
UBA OFRECE CURSO GRATUITO DE LENGUA Y CULTURA ARABE
Buenos
Aires, 1 de marzo (Télam). La Universidad de Buenos Aires (UBA)
dictará un curso
gratuito
sobre la cultura e idioma árabe, hablado por más de 300 millones
de personas en 22
países.
En
el nivel inicial se ofrecerá una introducción al idioma y a la
cultura, a través de diferentes
medios
didácticos, con los que se irán despejando dudas y haciendo del
estudio del árabe, una
actividad
atractiva e interactiva.
El
objetivo primero y esencial es finalizar el año dominando el
abecedario, entre otras cosas,
llave
indispensable para las actividades en los niveles siguientes,
informó la UBA.
El
estudio cobra su importancia partiendo del hecho de que el árabe es
un idioma milenario
hablado
por más de 300 millones de personas en 22 países árabes y es la
lengua de culto de
más
de mil millones de personas en el mundo, se informó en un
comunicado.
Esta
variadad de espacios en los que es usado el árabe le confiere
especificidades muy distintas
a
otros idiomas hablados en otras regiones, como es el caso preciso
del castellano hablado en
España
y sus diferentes registros latinoamericanos.
El
curso se dictará en la sede de Puán 480 de la facultad de
Filosofía y Letras, en el aula 131 y
La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, y el jefe negociador iraní, Said Jalili durante la reunión internacional sobre el programa nuclear iraní. / STANISLAV FILIPPOV (AFP)
Resulta tentador reducir las nuevas conversaciones nucleares entre Irán y las seis potencias hoy en Almaty a la crónica de un fracaso anunciado. El punto de partida de ambas partes es tan dispar que no solo las posibilidades de acuerdo son remotas, sino que la propaganda de uno y otro lado ha emborronado el debate. Teherán insiste en que se reconozcan sus "derechos nucleares", es decir, que se le permita formar parte del club de países que enriquecen uranio. Mientras, el sexteto (EE UU, China, Rusia, Reino Unido, Francia y Alemania) le ofrece el levantamiento parcial de sanciones para precisamente intentar limitar esa actividad que tanto sirve para producir combustible nuclear como para fabricar una bomba.
La insistencia del régimen iraní en reclamar lo que denomina sus “derechos nucleares” transmite la idea de que la comunidad internacional le niega el derecho a la energía atómica. Sin embargo, nadie ha cuestionado la puesta en marcha de la central de Bushehr, que oficialmente empezó a funcionar en septiembre de 2011. El problema radica en su obstinación por enriquecer uranio, un proceso necesario para obtener el combustible nuclear, pero que también lleva a la obtención del material fisible con el que se fabrican las bombas atómicas.
Estados Unidos y sus aliados recelan de ese empeño porque Bushehr se alimenta de combustible vendido por Rusia que recoge además los residuos radioactivos que genera. Y también porque desconfían del régimen iraní. Teherán asegura que tiene previsto construir una veintena de centrales más por lo que va a necesitarlo en el futuro y que no puede fiarse de obtenerlo en los mercados internacionales debido a la marginación a que ha sido sometido desde la revolución de 1979. Aunque existen datos para justificar su suspicacia, también es cierto que sus planes de nuevas centrales aún están en pañales.
Tampoco ayuda que las autoridades iraníes mantuvieran secreto su programa nuclear durante casi dos décadas, hasta que salió a la luz en el verano de 2002. Estados Unidos, que rompió relaciones diplomáticas con Irán a raíz de la toma de su Embajada en Teherán en 1979, enseguida acusó a la República Islámica de querer dotarse del arma atómica, una posibilidad que acabaría con la superioridad estratégica de su principal aliado en la zona, Israel.
Desde entonces, se iniciaron dos procesos paralelos para tratar de atajar la consiguiente tensión. Por un lado, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), que se encarga de vigilar el cumplimiento del Tratado de No Proliferación nuclear (TNP) del que Irán es firmante, ha enviado periódicamente inspectores para tratar de asegurarse de que su programa no viola el TNP y aclarar las actividades sospechosas de tener un carácter militar. Tras sus visitas, esos expertos entregan un informe al director general del OIEA que invariablemente constata puntos oscuros o lugares a los que no se les permite acceder.
Por otro lado, y ante la ausencia de relaciones entre Washington y Teherán, Reino Unido, Alemania y Francia lanzaron una iniciativa diplomática para buscar un compromiso que evitara la crisis, en principio, que los gobernantes iraníes renunciaran a enriquecer uranio a cambio de incentivos. Fue el germen de las conversaciones que hoy se celebran en Almaty y que a partir de de 2006 se ampliaron para incluir a Rusia, China y EE UU, si bien mantuvieron al responsable de política exterior de la UE como jefe negociador (antes Javier Solana, ahora Catherine Ashton).
La oferta que Ashton presenta al jefe negociador iraní, Said Yalilí, en nombre de los Seis propone “una reducción de ciertas sanciones sobre el comercio del oro, las relativas a la industria petroquímica y algunas sanciones bancarias”, según se ha filtrado a la prensa en los últimos días. A cambio, renuevan la exigencia de que Teherán “cese el enriquecimiento de uranio al 20%, cierre las instalaciones de Fordo y envíe fuera el uranio enriquecido al 20% que ha almacenado”. Es la misma petición que plantearon, sin éxito, en la reunión de Bagdad en 2012.
Después de una década de negociaciones fallidas, seis resoluciones condenatorias del Consejo de Seguridad de la ONU (cuatro de ellas acompañadas de sanciones) y un embargo occidental a la compra de petróleo y las transacciones financieras con Irán, el régimen iraní ha dejado claro que ninguna presión va a hacerle renunciar a su programa nuclear. Nada que no sea un total levantamiento de las sanciones, logrará que Yalilí coja el móvil para llamar a Teherán. Tal posibilidad no solo es remota sino impracticable. El volumen y complejidad de las sanciones, muy en particular de las impuestas unilateralmente por EE UU (cuya retirada tiene que aprobar el Congreso), requiere un proceso político que puede llevar meses sino años.
De ahí que se especulara con un primer paso por parte de los países europeos, para crear una atmósfera de confianza. Pero mientras tanto, el paradigma ha cambiado. Los gobernantes iraníes han visto como, a pesar de las amenazas israelíes o del “todas las opciones están sobre la mesa” de EE UU, han ido sorteando el malestar internacional con periódicos (y estudiados) anuncios de nuevos avances. Desde el inicial enriquecimiento experimental al 3,5% al enriquecimiento a escala industrial, al enriquecimiento al 20% o la revelación, cuando ya no les quedaba más remedio porque se la habían detectado, de una segunda instalación para enriquecimiento en Fordo.
De hecho, el Sexteto (y sobre todo EE UU) ya no le exige el enriquecimiento cero y ha aceptado implícitamente que purifique uranio al 3,5%. Por lo tanto, el empecinamiento de los gobernantes iraníes ha dado resultado. Mientras exista demanda de petróleo, podrán encontrar agujeros al sistema de sanciones, y sin la necesidad de rendir cuentas en las urnas, el programa nuclear se ha convertido no sólo en el eje de su política exterior sino también en un aglutinante ante el faccionalismo interno.
Más allá de las cuestiones técnicas, es la política (tanto iraní como internacional) la que marca el contexto de estas reuniones periódicas entre el Sexteto y Teherán. Sin cambios, en ese nivel resulta improbable ningún avancen ni Almaty ni donde quiera que se organice la próxima cita. Pero mientras se habla, se congela el riesgo de tener que hacer efectivas las amenazas de una acción militar, algo para lo que Israel presiona regularmente, pero que nadie más parece dispuesto a considera
En un artículo publicado en Rusia el 26 de enero de 2013, Thierry Meyssan expone el nuevo plan de partición del Medio Oriente en el que trabajan actualmente la Casa Blanca y el Kremlin. El autor revela los principales parámetros de la negociación en marcha sin emitir juicios sobre la posibilidad de un acuerdo definitivo ni sobre su aplicación. El interés de este artículo reside en que permite la comprensión de las ambiguas posiciones de Washington, que está empujando a sus aliados hacia un callejón sin salida para imponerles próximamente una nueva distribución de cartas que simplemente los deja fuera del juego.
En 1916, Francia y Gran Bretaña se repartían el Medio Oriente con los acuerdos Sykes-Picot. Casi un siglo después, Estados Unidos y Rusia están discutiendo un nuevo plan de partición que beneficiaría a ambos países y pondría fin a la influencia franco-británica en la región.
El presidente Obama se dispone a cambiar completamente de estrategia internacional, a pesar de la oposición que ha suscitado su proyecto en el seno de su propia administración.La situación es muy simple. Estados Unidos está a punto de alcanzar la independencia energética a través de la rápida explotación del gas de esquito y de las arenas bituminosas [1]. Ese factor determina el fin de la doctrina Carter –adoptada en 1980–, según la cual la necesidad de garantizar el acceso al petróleo del Golfo era un imperativo de seguridad nacional. Lo mismo sucede con el acuerdo de 1954 en el que Washington se comprometía a proteger a la dinastía gobernante de Arabia Saudita a condición de que esta última garantizara el acceso de Estados Unidos al petróleo de la Península Arábiga. Así que ha llegado el momento de decretar una retirada masiva que permitiría trasladar las tropas estadounidenses hacia el Extremo Oriente, para contrarrestar allí la creciente influencia de China.Por otro lado, hay que hacer el máximo esfuerzo para impedir una alianza militar entre China y Rusia. Para ello es conveniente ofrecer a Rusia algo que desvíe su atención del Extremo Oriente.
Y para terminar, Washington ya se siente que no puede respirar a causa de su relación, demasiado estrecha, con Israel. Esta relación se ha hecho demasiado onerosa, resulta injustificable en el plano internacional, y está enemistando a Estados Unidos con los pueblos musulmanes en su conjunto. Por otro lado, resultaría conveniente castigar claramente a Tel Aviv por su escandalosa injerencia en la campaña electoral previa a la elección del presidente de Estados Unidos, donde el gobierno israelí apostó además en contra del candidato ganador.
Esos tres factores han llevado a Barack Obama y sus consejeros a proponerle un pacto a Vladimir Putin: Washington, reconociendo implícitamente su derrota en Siria, está dispuesto a aceptar que Rusia se instale en el Medio Oriente, sin que esta tenga que ceder nada a cambio, y a compartir con Moscú el control de dicha región.
A ese estado de ánimo corresponde la redacción, por parte de Kofi Annan, del Comunicado de Ginebra adoptado el 30 de junio de 2012. En aquel momento, el objetivo no era otro que hallar una salida a la cuestión siria. Pero aquel acuerdo fue saboteado de inmediato por varios miembros de la propia administración Obama que filtraron hacia la prensa europea diversos detalles sobre la guerra secreta contra Siria, incluyendo la existencia de una Presidential Executive Order en la que se orientaba a la CIA el despliegue de hombres y mercenarios en el terreno. Esa sorpresiva maniobra llevó a Kofi Annan a renunciar a sus funciones como mediador. La Casa Blanca, por su parte, prefirió mantener un perfil bajo para evitar que las divisiones existentes en el seno del ejecutivo saliesen a la luz en medio de la campaña para la reelección de Barack Obama.En las tinieblas, 3 grupos se oponían en aquel momento al comunicado de Ginebra:
Los agentes implicados en la guerra secreta,
Las unidades militares a cargo del enfrentamiento con Rusia,
Los defensores de los intereses de Israel. Inmediatamente después de su reelección, Barack Obama emprendió la purga. El primero en caer fue el general David Petraeus, quien había concebido la guerra secreta contra Siria. Después de caer en la trampa sexual que le tendió una agente de la inteligencia militar, el director de la CIA se vio obligado a dimitir. Posteriormente, una docena de militares de alto rango fueron puestos bajo investigación por sospechas de corrupción. Entre ellos se encontraban el almirante James G. Stravidis, comandante supremo de la OTAN, y su sucesor designado –el general John R. Allen– así como el comandante de la Missile Defense Agency (o sea, el escudo antimisiles), general Patrick J. O’Reilly. Para terminar, Susan Rice y Hillary Clinton fueron blanco de recios ataques por haber ocultado al Congreso ciertos elementos sobre la muerte del embajador Chris Stevens, asesinado en Bengazi por un grupo islamista, probablemente por orden del Mossad.
Ya pulverizados o paralizados los elementos de oposición, Barack Obama anunció una profunda renovación de su equipo. Comenzó poniendo a John Kerry a la cabeza del Departamento de Estado. Kerry es partidario declarado de la colaboración con Moscú en temas de interés común. Es también amigo personal de Bachar al-Assad.
Obama continuó después con la nominación de Chuck Hagel para dirigir el Departamento de Defensa. Hagel, es uno de los pilares de la OTAN, pero es además un realista. Siempre ha denunciado la megalomanía de los neoconservadores y el sueño de imperialismo global del que son portadores. Es además un nostálgico de la guerra fría, aquella época bendita en que Washington y Moscú se repartían el mundo sin muchas complicaciones. Junto a su amigo John Kerry, Chuck Hagel organizó en 2008 un intento de negociación para tratar de que Israel restituyese a Siria la meseta del Golán.
Y, para terminar, John Brennan a la cabeza de la CIA. Este asesino a sangre fría está convencido de que la primera debilidad de Estados Unidos es haber creado y desarrollado el yihadismo internacional. Su obsesión es la eliminación del salafismo y el desmantelamiento de Arabia Saudita, lo cual aliviaría en definitiva la situación de Rusia en el norte del Cáucaso.
La Casa Blanca prosiguió al mismo tiempo sus conversaciones con el Kremlin. Lo que debía ser una simple solución para Siria se ha convirtido en un proyecto mucho más amplio de reorganización y partición del Medio Oriente.
Es importante recordar que, luego de 8 meses de negociaciones, el Reino Unido y Francia se repartieron en secreto el Medio Oriente (Acuerdos Sykes-Picot). El contenido de esos acuerdos fue revelado al mundo por los bolcheviques en cuanto llegaron al poder. Y así se mantuvo la situación a lo largo de un siglo. Lo que la administración Obama tiene ahora en mente es un rediseño del Medio Oriente para el siglo XXI, bajo la égida de Estados Unidos y Rusia.
En Estados Unidos, a pesar de que Obama se sucede a sí mismo, la administración saliente no puede hacer otra cosa que ocuparse de los temas corrientes. Y recuperará la totalidad de sus atribuciones sólo después de la ceremonia de juramente para el próximo mandato, el 21 de enero de 2013. Después de la investidura del presidente, habrá una audiencia en el Senado –el 23 de enero– donde Hillary Clinton será interrogada sobre el misterio del asesinato del embajador de Estados Unidos en Libia. El 24 de enero, tendrá lugar en el Senado la audiencia para la confirmación de John Kerry como secretario de Estado. Inmediatamente después, los 5 miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU se reunirán en Nueva York para examinar las proposiciones Lavrov-Burns sobre Siria.
Esas proposiciones prevén la condena de toda injerencia externa, el despliegue de observadores y de una fuerza de paz de la ONU, así como un llamado a los diferentes protagonistas para que formen un gobierno de unión nacional y planifiquen la celebración de elecciones. Es posible que Francia se oponga, pero sin llegar por ello a amenazar con recurrir al veto en contra de su amo estadounidense.
La originalidad del plan reside en que la fuerza de la ONU se conformaría principalmente con soldados de los países miembros de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). El presidente Bachar al- Assad se mantendría en el poder, negociaría rápidamente una Carta Nacional con los líderes de la oposición no armada seleccionados con la aprobación de Moscú y Washington y sometería esa Carta al veredicto popular a través de la realización de un referéndum organizado y realizado bajo la supervisión de observadores.
Este sorprendente escenario fue preparado desde hace tiempo por el general sirio Hassan Tourkmani (asesinado en el atentado que estremeció Damasco el 18 de julio de 2012) y su homólogo ruso Nikolai Bordyuzha. Los ministros de Relaciones Exteriores de la OTSC adoptaron después –el 28 de septiembre de 2012– una posición común sobre el tema y el departamento de la ONU a cargo de las operaciones de paz firmó con la OTSC un protocolo que otorga a esa organización prerrogativas similares a las de la OTAN. Bajo la denominación «Fraternidad inviolable», una serie de simulacros militares ONU/OTSC se desarrollaron en Kazajstán del 8 al 17 de octubre de 2012. Finalmente, un plan de despliegue de «chapkas azules» se discutió –el 8 de diciembre– en el Comité Militar de la ONU.
Después de la estabilización de Siria, una conferencia internacional por una paz global entre Israel y sus vecinos debería desarrollarse en Moscú. Estados Unidos estima que no es posible negociar una paz separada entre Israel y Siria porque los sirios exigen, en nombre del arabismo, que se resuelva primero la cuestión de Palestina. Pero tampoco es posible una negociación de paz con los palestinos, debido a la extrema división que reina entre estos últimos, a menos que Siria se encargue de obligarlos a respetar un acuerdo aceptado por la mayoría. Por lo tanto, toda negociación debe tener un carácter global, según el modelo de la Conferencia de Madrid (realizada en 1991). Según esa hipótesis, Israel se retiraría lo más posible hacia sus fronteras de 1967 y los territorios palestinos se fusionarían con Jordania para conformar el Estado palestino definitivo, cuyo gobierno estaría en manos de la Hermandad Musulmana, lo cual haría esa solución aceptable para ciertos gobiernos árabes. Posteriormente, se devolvería a los sirios la meseta del Golán a cambio de que renunciaran al lago Tiberiades, conforme al esquema ya estudiado en 1999 durante las negociaciones de Shepherdstown (1999). Y Siria se convertiría en garante del respeto de los tratados por la parte jordano-palestina.
Como en un juego de dominó, habría ocuparse entonces del tema kurdo. Se desmantelaría Irak para dar nacimiento a un Kurdistán independiente y Turquía estaría llamada a convertirse en un Estado federal que concedería la autonomía a su región kurda.
Los estadounidenses desean llevar el rediseño hasta una fase en la que sacrificarían a Arabia Saudita, que ya ha dejado de serles útil. Ese país se dividiría en 3 partes y algunas provincias pasarían a formar parte de la federación jordano-palestina o del Irak chiita, conforme a un viejo plan del Pentágono titulado «Taking Saudi out of Arabia», que data del 10 de julio de 2002. Esa opción permitiría a Washington dejar en manos de Moscú una amplia zona de influencia, sin tener por ello que sacrificar parte de su propia influencia. Es un comportamiento similar al que ya pudo verse en el FMI cuando Washington aceptó aumentar el derecho de voto de los países miembros del grupo BRICS. Estados Unidos no cedió ni un ápice de su propio poder sino que obligó a los europeos a renunciar a una parte de sus votos para abrir espacio a los miembros del BRICS.
Este acuerdo político-militar va acompañado de un acuerdo económico-energético ya que lo que realmente interesaba a la mayoría de los protagonistas de la guerra contra Siria era la conquista de las reservas de gas de ese país. En efecto, importantes yacimientos de gas natural han sido descubiertos en el sur del Mediterráneo y en Siria. Con el posicionamiento de sus tropas en ese país, Moscú mejoraría su control sobre el mercado del gas para los próximos años.
El regalo de la nueva administración Obama para Vladimir Putin es también resultado de una serie de cálculos. Su objetivo no sólo es desviar a Rusia del Extremo Oriente sino también neutralizar a Israel. Si bien un millón de israelíes tienen también la nacionalidad estadounidense, hay otro millón de israelíes rusoparlantes. La presencia de tropas rusas en Siria sería un elemento disuasivo para evitar que los israelíes cedan a la tentación de atacar a los árabes y que los árabes ataquen Israel. Así que Estados Unidos ya no tendría que dedicar sumas astronómicas a la seguridad de la colonia judía.
La nueva distribución del juego obligaría a Estados Unidos a reconocer por fin el papel de Irán en la región. Washington quiere, sin embargo, la garantía de que Teherán va a retirarse de Latinoamérica, donde ha establecido numerosas relaciones, sobre todo con Venezuela. Se ignora aún cuál será la reacción iraní sobre este aspecto del dispositivo, pero Mahmud Ahmadinejad ya se ocupó de hacerle saber a Obama que está dispuesto a hacer lo que esté en sus manos para ayudarlo a distanciarse de Tel Aviv.
Hay perdedores en ese proyecto. En primer lugar, Francia y Gran Bretaña, que van a perder su influencia. Y después Israel, que perderá su influencia en Estados Unidos y se verá reducido a su justa dimensión de pequeño Estado. Finalmente Irak, que será desmantelado, y posiblemente Arabia Saudita que desde hace varias semanas viene haciendo desesperados esfuerzos por reconciliarse con todas las partes para tratar de escapar al destino que se le prepara.
Pero también hay ganadores. En primer lugar, Bachar al-Assad, hasta ayer tratado por los occidentales como un culpable de crímenes contra la humanidad y mañana glorificado como el vencedor de los islamistas. Y sobre todo Vladimir Putin, quien –gracias a su tenacidad a lo largo del conflicto– saca finalmente a Rusia de su «containment», le abre nuevamente las puertas del Mediterráneo y del Medio Oriente y obtiene el reconocimiento del predominio ruso sobre el mercado del gas.
Intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Sus análisis sobre política exterior se publican en la prensa árabe, latinoamericana y rusa. Última obra publicada en español: La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila Editores, 2008).