viernes, 14 de abril de 2017

Subimperialismo II: Aplicación actual

Claudio Katz1

Los debates teóricos sobre el subimperialismo suscitan interés, pero el concepto es relevante si esclarece la realidad contemporánea. ¿Cómo se aplicaría en el contexto actual?
La categoría tiene especial vigencia para una región con prolongados escenarios de guerra como el mundo árabe. Esos conflictos involucran a potencias centrales (Estados Unidos, Francia, Inglaterra) y en recomposición (Rusia), junto a varios actores locales (Turquía, Arabia Saudita, Israel, Irán).
Ese conglomerado ha intervenido en confrontaciones que desembocaron en una tragedia sin límites. La responsabilidad de Estados Unidos salta a la vista. Anhela la apropiación del petróleo y el control de áreas estratégicas del comercio internacional. Sus presidentes comandaron la destrucción de Afganistán (Reagan-Carter), Irak (Bush), Libia y Siria (Obama). Esa devastación incluyó aterradoras masacres, que implicaron 220.000 muertos en el primer país, 650.000 en el segundo y 250.000 en el cuarto.
En los últimos seis años el principal objetivo político de esa sangría fue el aplastamiento de la primavera árabe. Las revueltas fueron sofocadas mediante dictaduras (Egipto, Siria), retornos al viejo régimen (Túnez), invasiones (Libia) y masacres yihadistas (Siria).
Es evidente el protagonismo imperial en esa demolición. Pero Estados Unidos no actúa solo. Mantiene una estrecha conexión con tres potencias de la región (Turquía, Arabia Saudita e Israel) y oscila entre la amenaza y la negociación con otro contendiente decisivo (Irán). ¿Estos países operan como fuerzas subimperiales?

EL PRINCIPAL PROTOTIPO

El concepto le cuadra perfectamente a Turquía, que intervino en la reciente guerra de Siria siguiendo todas las reglas del subimperialismo. El gobierno de Erdogan buscó tumbar a su viejo rival Assad, para gestar un liderazgo zonal en alianza con la Hermandad Musulmana.
Ante el derrocamiento de su socio en Egipto y el peligro de gestación de un estado kurdo, el presidente turco consumó un espectacular viraje. Se sumó al bloque de rusos e iraníes que sostienen al régimen sirio. Como no logró primacía en el desplazamiento de su adversario optó por sostenerlo.
Este giro ilustra cómo desenvuelve Turquía su estrategia de hegemonía regional. Sus gobernantes acumulan gran experiencia en ese tipo de maniobras. Combinan la asociación con el distanciamiento de Estados Unidos.
Turquía es miembro de la OTAN y mantiene una aceitada conexión con el Pentágono. Alberga una base militar con ojivas nucleares apuntando a Rusia y ha enviado tropas a operaciones en Afganistán, Irak y Somalia.
Pero los gobernantes del país nunca actúan como simples policías regionales. Apuntalan apetitos expansivos de larga data. Por eso invadieron y ocuparon Chipre. La estrategia de resurgimiento neo-otomano no es una fábula nostálgica. Inspira un proyecto de hegemonía regional.
Esa pretensión se asienta en tradiciones despótico-estatistas recreadas por la tutela militar. A diferencia de América Latina o el sur de Europa, el fin de la dictadura no disminuyó en Turquía el peso dominante del ejército en la estructura política. Esa gravitación es un componente decisivo de la presión subimperial.
Con ese belicismo se busca mantener la tasa de crecimiento que afianzó el perfil económico intermedio del país. Las corporaciones de origen turco operan desde los años 80 en varios países, a través de convenios de libre-comercio.
Estas características tornan apropiado el calificativo subimperial que utiliza un autor para retratar el perfil del país (Çağlı, 2009). La política expansionista parece cuajar más con la fracción política islámica de la burguesía (Rabiismo), que con el viejo segmento atlantista (Kemalismo). El primer sector no le perdona al segundo haber aceptado el sometimiento a Occidente, en desmedro de la identidad sunita. Por eso intentan comandar ahora un proyecto de islamización regional (Savran, 2016).
El perfil subimperial de Turquía incluye la opresión histórica de varias minorías nacionales. Especialmente los kurdos son víctimas de un orden autoritario que exige la total supremacía de una sola lengua, raza e idioma.
Lo mismo ocurrió con el genocidio armenio, perpetrado sobre el final de la Primera Guerra Mundial para construir un estado homogéneo. La negación de esa masacre forma parte de la nacionalidad imaginada en la constitución de Turquía. Es un cimiento del proyecto de restauración neo-otomana (Batou, 2015).
El carácter subimperial de Turquía se verifica también en una persistente disputa con Irán, que recrea antiguas rivalidades con el imperio persa. Esa competencia guía la política exterior del país y ha sido determinante de la intervención en Siria. Pero a ese choque tradicional se ha sumando otro inesperado contendiente con aspiraciones hegemónicas.

UN ENSAYO AVENTURERO

Las pretensiones subimperiales de Arabia Saudita han sido muy visibles en la guerra de Siria. La monarquía encabezó el sostén a los yihadistas para tumbar a Assad y su régimen criminal es el principal referente de los fundamentalistas.
El reino disputa hegemonía con Irán recurriendo a una antigua contraposición entre sunitas y chiitas, que se cobró un millón de muertos en la guerra entre Irak e Irán. No tolera la preeminencia lograda por sus adversarios en los gobiernos que sucedieron a Saddam Hussein. Exige además el sometimiento de todos los pobladores chiitas de la península arábiga, que encabezaron las protestas de la primavera árabe (Jahanpour, 2014).
Para constituirse como una fuerza subimperial, los sauditas han actuando con gran autonomía militar primero en Barhein y luego en Yemen. Comandan una atroz escalada de masacres en este estratégico enclave. Aprovechan la importante colaboración de Inglaterra y Francia, pero han desarrollado el grueso de las operaciones bélicas por su propia cuenta.
Siguiendo un principio básico del subimperio Arabia Saudita mantiene una estrecha asociación con el Pentágono. Es un gran cliente en la compra de armamento y su poder financiero apuntala al dólar como moneda mundial.
Pero al cabo de muchos años de manejo de una renta colosal, los monarcas han construido un poder propio, que genera múltiples conflictos con Washington. El petróleo es un área de controversia. Estados Unidos incrementó su abastecimiento interno, redujo la dependencia de los proveedores, utiliza la baratura del combustible como instrumento de presión sobre Rusia e Irán y afecta los negocios de los sauditas.
Los monarcas han respondido con cierta ambivalencia. Por un lado avalaron la caída del precio para obstruir la vulnerable rentabilidad de la producción norteamericana (extracción con shale). Pero también priorizaron la convergencia con Estados Unidos para disciplinar a la OPEP y debilitar a Teherán. Las nuevas aspiraciones subimperiales se nutren de esta gestión de los recursos petroleros.
El principal hito saudita en la consolidación de una fuerza propia ha sido el apadrinamiento de los yihadistas. Los monarcas protegen y financian a una variedad de grupos terroristas que desestabilizan a Occidente.
Esas organizaciones perfeccionan el terrorismo talibán, que Estados Unidos fomentó hace varias décadas para expulsar a la Unión Soviética de Afganistán. Forman redes que las potencias occidentales utilizan para destruir a los regímenes adversarios del mundo árabe. Esa demolición ha servido para sepultar los vestigios de laicismo y modernización cultural que despuntaban en esas sociedades.
Pero los fundamentalistas terminaron forjando una fuerza transfronteriza, que se alimenta del odio generado por las destrucciones imperialistas. Prometen una regeneración social fundada en estrictas normas de autenticidad religiosa. Esos principios incluyen alcanzar el paraíso a través de la inmolación suicida. Siguiendo la pauta de Bin Laden, los distintos grupos tienden a desenvolver acciones autónomas que escapan al control de sus creadores.
Arabia Saudita preserva esas organizaciones para apuntalar sus metas de hegemonía. Pero el futuro del reino es muy incierto. Varios estrategas del Departamento de Estado evalúan la conveniencia de acabar con el fundamentalismo neutralizando a la propia monarquía. Promueven incluso la balcanización de Arabia Saudita, para transformar a ese país en una colección de impotentes mini-estados (Katz, 2017).
Los jeques garantizaron la pulverización de los adversarios seculares de Occidente. Pero su retrógrado régimen deteriora las alianzas con vertientes liberal-conservadoras, más subordinados a Estados Unidos. Este conflicto retrata la tensión potencial que genera la evolución subimperial de los sauditas (Petras, 2014).

UNA INCIERTA RECONSTITUCIÓN

Irán confirma el estatus cambiante del subimperialismo. Marini incluyó a ese país en su clasificación, cuando el Sha Palhevi actuaba como potencia regional, en sociedad con el Pentágono contra la URSS. El régimen teocrático que sustituyó a la monarquía no sólo dejó de ejercer ambas funciones. Ha chocado en forma muy aguda con Estados Unidos.
Su intervención reciente en Siria ratificó esa confrontación. También ilustró cómo los Ayatollahs apuntalan al régimen de Assad, para reforzar su preeminencia en Irak y contrarrestar el acoso saudita en Yemen. Participan en esos conflictos con armas, asesores y cierto despliegue de fuerzas regulares. Su ambición regional se verifica en el reclutamiento de chiitas, para disputar liderazgo con sus adversarios sunitas en todo el mundo árabe (Behrouz, 2017).
Irán negocia en forma directa con las grandes potencias. Ha permitido a Rusia incursionar desde su territorio contra los yihadistas, pero mantiene abiertas las tratativas nucleares iniciadas con Obama. Al cabo de varias décadas de aislamiento económico, el régimen acepta un desarme parcial a cambio de inversiones occidentales. Tramita un lugar protagónico en los gasoductos que diseñan las compañías petroleras (Armanian, 2016).
Los socios privilegiados del capitalismo iraní se definirán en la intensa batalla interna que libra el ala pro-occidental (Rohani), con la vertiente tradicionalista (Jamenei). Todos buscan desactivar un descontento reformista, que amenaza la supremacía de los teólogos y militares en el manejo del gobierno.
Estados Unidos intentó destruir a Irán mediante guerras, sabotajes y embargos. Obama ensayó un giro negociador, pero el curso de esas tratativas es incierto. Todos conocen la capacidad potencial de Irán para reconstituir su incidencia como gran jugador subimperial.
La rivalidad en esos términos que mantienen Turquía, Arabia Saudita e Irán no se extiende a otros países como Egipto, cuyas ambiciones quedaron diluidas por el cúmulo de derrotas sufridas ante Israel. Esas frustraciones condujeron a un sometimiento total al Departamento de Estado.
Medio Oriente es un área de tensiones subimperiales por la continuada preeminencia de sociedades inestables. Todos los países cargan con las frustraciones generadas por el fracaso de la modernización secular. Persisten los poderes militares autocráticos asociados al mundo de los negocios, que utilizan la religión para legitimar su dominación (Amin, 2011: 201-216).
En ese escenario los sub-imperios tradicionales (Turquía), nuevos (Sauditas) y en recomposición (Irán) disputan supremacía. Estados Unidos usufructúa con esos conflictos, apuntalando periódicamente a una sub-potencia contra otra. Busca desgastar a todos para mantener un balance de poder. En esta maquiavélica acción, el imperialismo central remodela su propio control sobre aliados y contrincantes.

APÉNDICES CO-IMPERIALES

Entre los socios de Estados Unidos que desenvuelven intereses propios, Israel fue catalogado por Marini como un subimperio. Ciertamente presenta muchos rasgos de ese tipo. Pero tiene más parecidos con los países orgánicamente integrados al imperialismo colectivo. Este último grupo opera como una prolongación directa de los centros y correspondería asignarle otra denominación. Más que socios son apéndices de esa estructura.
La compenetración de esos países con sus hermanos mayores induce a identificarlos con “provincias externas” de Estados Unidos (Amin, 2013), “imperialismos secundarios” (Bond, 2015: 15-16) o “mini-imperios” (Petras, 2014). Esta performance asemeja a Israel con Canadá y Australia.
En los tres casos prevalece una adaptación contemporánea a la gestión imperial. No son viejas potencias subordinadas en forma silenciosa (Inglaterra) o conflictiva (Francia) al líder norteamericano. Tampoco han transitado por experiencias previas de ambición global (Alemania, Japón) o preeminencia colonialista (España, Portugal, Holanda).
Israel, Canadá y Australia ocupan un lugar clave en la custodia del orden global. Por su total amalgama con Pentágono y la OTAN no participan del conglomerado subimperial. Tanto en la coordinación económica, como en la acción política y la coerción militar, los tres países actúan más como prolongaciones que como asociados de Estados Unidos.
Conforman estados que nunca desplegaron gran autonomía, ni se involucraron en los conflictos que caracterizan a los subimperios. Remodelan sus acciones en consonancia con su tutor y garantizan, a escala regional, los mismos intereses que Estados Unidos asegura a escala global.
Esa articulación con el poder norteamericano tiene un cimiento histórico en el legado común de sociedades gestadas por colonos de piel blanca. Comparten la misma herencia de racismo, exterminio de pueblos originarios, ocupación de tierras ajenas y prejuicios ideológicos euro-centristas.
Esa afinidad de Israel, Canadá y Australia facilita un predominio de políticas explícitamente pro-occidentales, que no se verifica en Turquía, Arabia Saudita o Irán.
Por estas razones Israel no cumple en Medio Oriente funciones equivalentes a sus competidores. Actúa como exponente de un lobby sionista, directamente enlazado al aparato estatal estadounidense. Esta diferencia cualitativa lo separa de otros socios de Norteamérica en la región.
Aunque Turquía tiene bases de la OTAN, Egipto es el gran receptor de armamento yanqui y Arabia Saudita es un sostén financiero del dólar, Israel cuenta con privilegios que la primera potencia no extiende a ningún otro aliado.
El origen de esa preferencia es la sintonía de Estados Unidos con el colonialismo tardío de Israel. Este país recrea todos los mecanismos de la opresión occidental. Propicia la anexión territorial, la democracia de exclusión, la expulsión de la población autóctona y la creación de una masa de refugiados. En nombre de la reparación histórica del holocausto, ejerce el terrorismo de estado en los territorios ocupados (Katz, 2007).
La integración israelí al poder estadounidense se afianzó luego de varias guerras con los vecinos árabes. Mantiene igualmente conflictos recurrentes con el Departamento de Estado. El belicismo sionista asegura el control imperial de la región, pero obstruye la flexibilidad de la política exterior yanqui. Destruye mercados y aliados posibles, impone guerras adicionales y genera problemas en el manejo del petróleo.
Estas tensiones alcanzaron un punto crítico en la última fase de la administración de Obama. En alianza con los republicanos, Netanyahu impugnó en inéditos términos el acuerdo con Irán. Israel intenta ahora la captura completa de Cisjordania para liquidar la farsa de los dos estados.
Con ese objetivo incentivó la demolición de un adversario sirio que albergó a los palestinos. El gobierno israelí no acepta perder el monopolio atómico regional frente a las instalaciones construidas por los Ayatollahs y boicotea el convenio suscripto para desmantelar esas estructuras.
¿Modificarán esas tensiones el estatus de Israel? ¿Sustituirá su rol de apéndice estadounidense por un papel semejante a los subimperios? Es una posibilidad derivada del carácter cambiante de esas configuraciones. Irán es un ejemplo de esas mutaciones. Pero la trayectoria de Israel induce al país a una permanencia en su condición de prolongación imperial.

CONTRAPUNTO DE SITUACIONES

Australia es otro caso de un ensamble total con las potencias centrales. Algunos estudios utilizan el término “coimperialista” para definir ese posicionamiento (Democratic, 2001). Desenvolvió esa función, desde los servicios que prestó a Gran Bretaña para bloquear el ingreso de rivales (Alemania y Japón, Francia), a una alejada zona del Pacífico.
Posteriormente Australia recreó todas las formas del imperialismo tradicional. Consolidó la primacía de la acción militar, el chauvinismo y la ideología racista. Ese acervo opresivo le permitió integrarse a la política militar norteamericana, para jugar un papel contrarrevolucionario en Corea, China, Vietnam e Indonesia. En los últimos años asumió un rol policial en Timor y facilitó las iniciativas propiciadas por Estados Unidos en desmedro de Portugal.
Pero en ese papel de custodio imperial Australia también afianzó la presencia de sus empresas. Exportó capital y se transformó en un gran artífice del capitalismo en el Pacifico. En la última década protagonizó otra reconversión y retomó su especialización en la exportación de los minerales requeridos para la industrialización asiática. Esta sucesión de cambios se consumó remodelando su estatus coimperial.
Canadá es un caso semejante de alta participación en incursiones militares externas. Las empresas del país consolidaron, además, un fuerte integración con Estados Unidos. El correlato de esos negocios ha sido una mayor atadura a las demandas del Pentágono.
Israel, Australia y Canadá no se amoldan, por lo tanto, al sentido que Marini asignó al subimperialismo. La aplicación de este concepto podría en cambio extenderse a India, que ejerce un rol parecido a Turquía en su zona de influencia. Mantiene una relación análoga de asociación, autonomía y dependencia con Estados Unidos.
La ubicación de India en el casillero subimperial es congruente con la omnipresencia regional de su ejército. Interviene activamente en la convulsión de Sri Lanka, en las tensiones de Bangla Desh y en los conflictos con Nepal.
Sus fuerzas armadas continúan actuando en Cachemira al cabo de cuatro guerras con Pakistán. Esa misma presencia se verifica en las disputas fronterizas con China. Luego del choque militar de 1962 persiste la indefinición del futuro de Tíbet. El ejército cumple también un papel central frente a la oleada de terror talibán, en un contexto de gran opresión de las minorías musulmanas.
El perfil subimperial de India se nota en los giros de sus clases dominantes. Adoptaron el credo neoliberal luego del desplome de la URSS y aprovecharon la complicidad del ejército pakistaní con los talibanes, para apuntalar su confluencia con Estados Unidos.
Este enorme protagonismo geopolítico de India diferencia al país de otras economías semiperiféricas. Sus pretensiones regionales expansivas se corroboran en el plano de la ideología y la religión (Morales, 2013). India y Turquía ilustran modelos de subimperialismo que no se aplican a Israel, Canadá o Australia.

PECULIARIDADES DE OTRA POTENCIA

Es intuitivamente evidente que Rusia difiere de los subimperios. No es ubicada en ese casillero por quienes resaltan ese rasgo en los BRICS. Todos perciben que es una configuración de otra especie.
Rusia no ejerce el rol de gendarme complementario que caracteriza a los subimperios. Es una potencia militar en continuo choque con Estados Unidos. Albergó, además, durante la mayor parte del siglo XX, un sistema no capitalista conflictivo con cualquier modalidad de imperialismo contemporáneo.
Rusia afronta una inserción económica internacional vulnerable (Dzarazov, 2015). Se asienta en el extractivismo y la explotación extensiva de los recursos naturales y no ha superado la crisis demográfica y el estancamiento industrial que sucedió al colapso de la URSS.
Exporta materias primas y preserva una industria poco competitiva. Los oligarcas que se apoderaron de las propiedades estatales invierten poco, especulan en los mercados financieros y protegen gran parte de sus fortunas en el exterior.
Luego de la devastadora experiencia del neoliberalismo extremo que encabezó Yelstin, la restauración capitalista fue remodelada con una gestión autoritaria. Putin reintrodujo el control estatal, limitó el saqueo y recuperó la gravitación militar del país. Esa reconstitución incluyó la reivindicación del patriotismo ruso y un retorno al padrinazgo sobre las zonas fronterizas (Presumey, 2014).
El desplome de la Unión Soviética precipitó la separación de 14 repúblicas no rusas y el resurgimiento de conflictos con otras 21 naciones, que ocupan el 30% del territorio. La permanencia de ese vecindario bajo la égida de Moscú es la prioridad geopolítica del Kremlin.
Ese control se reavivó bajo la dura presión de Occidente. Con la segunda guerra de Chechenia (2000), la respuesta militar en Georgia (2008) y la reintegración de Crimea (2014), Putin puso freno a la pretensión norteamericana de convertir a Rusia en un vasallo.
Esta actitud defensiva frente al imperialismo -junto a una conducta ofensiva hacia los vecinos- explica el peculiar posicionamiento externo de Rusia. Se asemeja a los subimperios en la búsqueda de supremacía regional, pero soporta un hostigamiento estadounidense que lo distancia de esa condición. Rusia combina la protección de sus fronteras con la ambición de forjar una estructura propia de dominación.
Esa contradicción difiere de los dilemas que afrontan Turquía, Arabia Saudita o India. Rusia no mantiene una relación de asociación y autonomía con Estados Unidos, sino una tensión estructural de gran alcance. Por eso no le cuadra la categoría subimperial. Las clases dominantes aspiran a un estatus más significativo, a pesar del carácter embrionario de ese anhelo.

IMPERIO EN FORMACIÓN

La fórmula que más se ajusta al perfil actual de Rusia es imperio en formación. Implica la preeminencia de un proceso muy incompleto y provisorio. Se podría utilizar también otras denominaciones como semi-imperio, pre-imperio o proto-imperio. Este último concepto alude a una formación ya contenida en la estructura actual. Es semejante a la proto-industrialización (fabricación a domicilio), que anticipó la manufactura en el debut del capitalismo.
Algunos analistas estiman que Rusia es un imperio consumado, que desenvuelve conductas de gran potencia en los choques con sus rivales (Pozo-Martin, 2015: 207-219). Pero omiten registrar que no se trata de una confrontación entre pares. Existe un abismo de poder entre Rusia y sus contendientes de Occidente.
La descripción del país como un imperio ya establecido resalta una historia de colonización interna, tanto en el periodo feudal, como en la era soviética y en la actualidad (Kowalewki, 2014). Pero es cuestionable afirmar que Rusia es un imperio porque ya lo era anteriormente. Se olvidan las enormes mutaciones registradas al cabo de tantos siglos.
Es particularmente problemático suponer que durante 70 años de régimen no capitalista perduró ese hilo de continuidad imperialista. Con ese criterio se diluye la definición de ese estatus en relación a los regímenes sociales vigentes en cada momento. No se entiende con qué interpretación de imperialismo se trazan equivalencias entre el imperio zarista, soviético y contemporáneo.
En la vereda opuesta de esa caracterización se ubica la presentación de Rusia como un faro del antiimperialismo contemporáneo (Escobar, 2014). Este enfoque suele incluir elogios a Putin, como lúcido conductor de la resistencia a Estados Unidos.
Esta descripción repite razonamientos de la vieja ortodoxia comunista olvidando que la URSS desapareció. Rusia está gobernada actualmente por capitalistas que priorizan su propio bienestar. Afronta tensiones con Estados Unidos desde la perspectiva de una potencia opresiva en ciernes.
La enemistad de Occidente no convierte al gobierno ruso en defensor de los desposeídos. Es totalmente válido centrar los cañones en el enemigo principal, pero es ingenuo embellecer a un imperio naciente.
Equiparar a Rusia con Estados Unidos es tan equivocado como contrastarlos, imaginando antagonismos definitivos entre formaciones capitalistas. Un imperio en gestación y otro dominante no son iguales, pero tampoco se ubican en polos contrapuestos.
El estatus de Rusia se clarifica analizando su relación con las potencias centrales y su vecindario. Los criterios expuestos por Lenin a principios del siglo XX no resuelven ese problema y su esquemática aplicación conduce a razonamientos abstractos.
Algunos autores afirman, por ejemplo, que Rusia no es imperialista por el reducido papel de los bancos internacionales y las exportaciones de capital (Annis, 2014). Otros entienden que sí es imperialista por la influencia de los monopolios y las inversiones externas (Slee, 2014).
Pero el líder bolchevique utilizaba parámetros de ese tipo para definir las peculiaridades de una etapa del capitalismo. No pretendía clasificar a los países. Con ordenamientos atados a esas características, una potencia de la centuria pasada tan aguerrida como Japón, quedaría excluida del club imperial.
Rusia actúa como un imperio en constitución. Su comportamiento en el reciente conflicto de Ucrania confirma ese perfil. Estados Unidos aprovechó la oleada de protestas contra el gobierno autocrático de ese país, para favorecer el copamiento derechista de una revuelta e inducir un golpe de Estado. Pretendió transformar a Ucrania en satélite de la OTAN, para consolidar el cerco de misiles que estableció en Polonia, Estonia Letonia y Lituania (Rozhin, 2015).
Putin respondió con la asimilación de Crimea y consintió la resistencia en el Este ucraniano (Donetsk) contra el gobierno reaccionario de Kiev. Pero bloqueó las acciones autónomas y radicales de esos sublevados (Kagarlisky, 2015).
Lo ocurrido ilustró cómo Obama intentó debilitar a Rusia para quebrar cualquier alianza autónoma con Europa. También demostró que Putin resiste esa andanada para reconstruir la hegemonía regional del país. El Departamento de Estado utilizó sus agentes en Kiev y el Kremlin respondió con jugadas de fuerza en Crimea y Siria. El imperialismo central y su rival en formación ratificaron su naturaleza en esas batallas.

OTRA VARIANTE EN GESTACIÓN

También China podría ser caracterizada como un imperio en constitución. Esa fisonomía se verifica observando cómo el pasaje de un régimen burocrático a otro capitalista ha modificado la política exterior del país. Ya es una potencia embarcada en proyectos de alcance global (Rousset, 2014).
Este carácter mundial (y no meramente regional) de la estrategia seguida por el gigante asiático, induce acertadamente a rechazar su clasificación dentro del conglomerado subimperial (Luce, 2015: 38-39).
La aplicación del concepto es inadecuada en este caso por la tensión estructural que mantiene el país con Estados Unidos. En este plano se asemeja a Rusia y se diferencia de Turquía o India. La potencia oriental no integra la OTAN, sino que es hostilizada por el Pentágono. No forma parte del orden imperial actual, sino que rivaliza con esa estructura. Por esa razón se perfila como un imperio en gestación y no como otro eslabón del circuito subimperial.
A pesar de su apabullante presencia económica, del peso de sus exportaciones y la magnitud de sus inversiones foráneas, China no es aún una potencia imperial. En algunas regiones -como África- se apropia de recursos naturales y endeuda a las economías insolventes. Pero no actúa como un imperio.
Algunos pensadores estiman que repetirá la trayectoria de Japón y Alemania, que en el pasado buscaron salidas externos a sus dificultades de crecimiento interno (Dockés, 2013: 131-153).
Pero esta visión no registra el curso inverso que ha seguido China. Profundiza su expansión global a partir de una integración previa a la mundialización. Este modelo no regía a principios del siglo XX. Japón y Alemania competían con Estados Unidos o Inglaterra, sin compartir asociaciones económicas con sus rivales.
China es protagonista de la mundialización, pero tiene poco desenvuelto el elemento geopolítico-militar del imperialismo que ha desarrollado Rusia. Gestiona el segundo producto bruto del planeta, es el primer fabricante de productos industriales y recibe el mayor volumen de fondos del mundo. Pero esa gravitación económica no tiene correlato militar.
El gigante oriental arrastra falencias en la modernización de sus fuerzas armadas, no participa de alianzas bélicas y carece de bases en el exterior. El pasado colonial todavía pesa en el divorcio de Taiwán y la parcial reintegración de Hong Kong (Loong Yu, 2015).
Hasta ahora el emergente asiático desenvuelve estrategias defensivas, especialmente en su principal canal de abastecimiento (el Mar de China). A diferencia de Rusia no ensaya respuestas militares -tipo Georgia o Siria- frente al hostigamiento norteamericano. Mantiene un perfil bajo y evita confrontaciones.
Esa auto-restricción de China coincide con el perfil cultural de un gigante que llegó tarde al mercado mundial. Con una lengua de uso puramente interno se limita a copiar la gestión transnacional de las empresas.
Pero su política exterior no guarda tampoco parentescos con la imagen angelical de una potencia empeñada en forjar relaciones internacionales equitativas (Escobar, 2015). Esta mirada omite que el país actúa con parámetros capitalistas que excluyen la equidad y la cooperación.
China no inventa un capitalismo benévolo, ni se propone recuperar su antigua primacía durante el primer milenio. Se expande con reglas de opresión capitalistas, que no existían en ese lejanísimo antecedente.
La combinación de preeminencia económica y estrechez geopolítica que afronta China suscita distintos pronósticos. Algunos piensan que continuará un curso ascendente, fortaleciendo su alianza con Rusia para aprovechar el declive occidental (Zibechi, 2014).
Otros estiman que el país ya está muy integrado en la economía global y seguirá acumulando dólares o Bonos del Tesoro para mantener el modelo exportador (Hung, 2015: 196-201). Pero como potencia no sustitutiva de Estados Unidos deberá lidiar con las tensiones de una integración económica socavada por rivalidades políticas.
Las vacilaciones del establishment norteamericano frente a China ilustran el desconcierto que provoca esta indefinición de rumbos. El status imperial del país es una incógnita del mismo tipo.

¿BRASIL SUBIMPERIAL HOY?

Brasil fue el principal modelo de Marini para caracterizar a los subimperios. ¿Encaja ese concepto con la realidad actual? No cabe duda que el país mantiene su condición de economía intermedia. Ese posicionamiento persiste por el tamaño y gravitación de sus mercados. En el 2005 desplazó a México en el tope regional y en términos absolutos su producto llegó a ocupar el sexto lugar mundial.
Esta incidencia se verifica también en el el rol de las multinacionales. Hay 11 firmas de origen brasileño entre las 100 principales compañías globales y las inversiones en el exterior pasaron del 0,1% (1970) al 2,3% (2006%) del total global.
Las grandes compañías se han especializado en recursos naturales (Gerdau, Vale, Petrobras, Votorantim), construcción (Odebrecht, Andrade Gutiérrez) e ingeniería (Marcopolo, Sabó, Embraeer, WEG, Tigre). Han contado con el sostén de un gran banco estatal (BNDES) y tuvieron un desenvolvimiento superior a sus pares de Argentina o México (Bueno; Seabra, 2010).
Pero la economía brasileña difiere del perfil que presentaba en los años 60-70. Durante las últimas décadas reapareció la especialización en exportaciones básicas, junto a un significativo retroceso de la industria. Esa regresión coexistió con el creciente endeudamiento del estado. Los bancos y el agro-negocio han recuperado primacía frente a los industriales en el bloque de las clases dominantes.
Brasil perdió el aura de economía industrial ascendente. Los países asiáticos transformados en talleres del mundo han acaparado esa fisonomía. El declive fabril brasileño es muy relevante para un diagnóstico subimperial en los términos de Marini. El pensador marxista atribuía esa condición a incursiones externas derivadas del despunte manufacturero. Si esa esfera declina se replantea el estatus del país en la mirada dependentista.
En nuestra actualización, la dimensión económica no es tan relevante como el papel geopolítico, en la caracterización de un subimperio. Brasil ha consolidado en este plano su relevancia internacional. Forma parte de los BRICS, opera como la principal cancillería frente a cualquier crisis regional, es el interlocutor prioritario del Departamento de Estado y aspiró a un asiento en el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas.
Pero también se ha confirmado la ambivalencia de sus gobiernos para liderar procesos de integración económica y conformación de bloques regionales. En las últimas décadas todos los presidentes vacilaron entre dos estrategias sin definir ninguna. No avanzaron en la inserción multilateral propia, ni en liderar una presencia sudamericana autónoma.
Las dudas en el primer terreno condujeron a frenar la promoción de una moneda común en la zona, bloquear la implementación del Banco del Sur y frustrar el manejo coordinado de las reservas acumuladas por la región. El MERCOSUR fue formalmente propiciado sin ningún acompañamiento práctico. Abundaron las proclamas pero no las iniciativas efectivas.
Como la expansión agro-exportadora de Brasil se consumó en gran medida fuera del vecindario, el interés por el resto del mundo prevaleció en desmedro de Sudamérica. Despertó más atención el Banco de los BRICS que el Banco del Sur y se amplió la participación en la cartera del FMI, a costa de la articulación financiera latinoamericana. Este divorcio entre intereses globales y regionales diluyó el perfil geopolítico del país.
En comparación a la época de Marini, Brasil afianzó su autonomía frente a Estados Unidos. Participa en organismos -como UNASUR o CELAC- alejados del tradicional sometimiento de la OEA. Pero esta ampliación de la acción propia no se tradujo en acciones subimperiales.
La ambigüedad de Brasil se verifica en el plano militar. Los gobiernos optaron por el rearme para proteger los recursos naturales. Modernizaron barcos, aviones y sistemas de detección para custodiar las fronteras y resguardar la Amazonía.
Pero desenvolvieron una sola incursión externa con la ocupación de Haití. Coordinaron ese operativo con Estados Unidos para cumplir las mismas funciones policiales que anteriormente ejercían los marines. Lejos de brindar auxilio humanitario contuvieron revueltas y aseguraron el orden semicolonial.
El carácter reaccionario de esa invasión salta a la vista, pero su impronta subimperial es controvertida. Brasil lideró un pelotón latinoamericano integrado por países como Uruguay, que nadie podría situar en ese estatus. El subimperialismo no se define por la simple participación en operaciones internacionales de custodia del orden capitalista.
Ciertamente Brasil encabeza la legión que interviene en Haití. Pero Marini no caracterizaba al subimperialismo por la presencia bélica en acciones propiciadas por el Pentágono. Por eso no aplicó el término a la intervención brasileña en la Segunda Guerra Mundial.
Su tesis apuntaba a resaltar acciones específicas de la clase dominante para reforzar el lucro de las multinacionales. Esta caracterización se aplica muy parcialmente al caso de Haití.
El espacio de Brasil para implementar políticas subimperiales en la coyuntura actual es estrecho. El desplazamiento de Dilma fue consumado por un trípode de parlamentarios corruptos, jueces y medios de comunicación, que reemplaza a los militares en la instrumentación de asonadas reaccionarias.
Extendieron a Brasil el nuevo tipo de “golpes blandos” que el establishment efectivizó previamente en Honduras y Paraguay. Estas acciones para-institucionales socavan la estabilidad requerida para implementar estrategias subimperiales. La restauración conservadora signada por el alineamiento total con el Departamento de Estado, sólo augura un prolongado periodo de crisis.

COMPARACIONES CON OTROS CASOS

Si se compara el nivel de intervención militar externa de Turquía con Brasil salta a la vista el abismo de injerencia que se verifica en ambos casos. Como el primer país ofrece un modelo de intervención subimperial actual, resulta forzado extender esa caracterización a la nación sudamericana. El mismo contrapunto podría establecerse con India.
Conviene recordar que Brasil no arrastra tradiciones centenarias de opresión, ni desarrolló acciones bélicas sistemáticas fuera de sus fronteras. Mantuvo una subordinación conservadora frente a las potencias mundiales, sin incursionar por ejemplo en el tipo de aventuras que perpetraron los militares argentinos en Malvinas.
En las últimas décadas el gendarme más activo de Sudamérica ha sido Colombia. Con el pretexto de combatir el narcotráfico, el Pentágono instaló seis bases y adiestró una fuerza armada que ampara para-militares, amenaza a Venezuela y espía a todos los vecinos.
Ese ejército -guiado por marines e incorporado a la OTAN- es el principal represor de la región, pero no conforma un pelotón subimperial. Carece de la autonomía requerida para actuar en ese plano y responde a una clase dominante sin proyectos de supremacía zonal. Colombia se encuentra mucho más lejos que Brasil en cualquier clasificación de los subimperios.
La evolución reciente de Brasil presenta semejanzas con Sudáfrica. La principal economía del continente negro desenvolvió durante la mayor parte del siglo XX una activa intervención en sus zonas aledañas, para ampliar los negocios de las empresas localizadas en Johannesburgo y contrarrestar las rebeliones anticoloniales.
El término subimperialismo fue apropiadamente utilizado para calificar esa estrategia del Apartheid. El sistema racista de opresión interna operó en forma nítida como una fuerza contrarrevolucionaria externa. Presentó muchos parecidos con el prusianismo militar descripto por Marini (Bond, 2005).
Pero al igual que en Brasil, el problema aparece al momento de actualizar esa caracterización. La tesis subimperial podría ser mantenida, si se prioriza la expansión de las firmas sudafricanas bajo el neoliberalismo post-Apartheid.
Los gobiernos de ese periodo han sido bendecidos por el FMI. Cooptaron a las nuevas elites negras, para implementar políticas regresivas que potencian la desigualdad social, el endeudamiento y el saqueo de los recursos naturales del vecindario de Sudáfrica. La dominación financiera y el predominio de las empresas mineras de Johannesburgo son muy visibles en Congo y Angola (Bond, 2016). Aquí se verifica la analogía con las transnacionales brasileñas.
Pero con la extinción del Apartheid ha desaparecido la intervención militar externa explícita de las tropas de ese régimen. Tampoco perduran incursiones laterales como las implementadas por el Pentágono. La descarada intervención del imperialismo francés en sus viejas colonias no tiene correlato en África Austral.
La herencia legada por el régimen racista impide a los gobiernos sudafricanos utilizar la fuerza militar explicita fuera de sus fronteras. Ese recorte del margen de acción bélica externa, torna poco aplicable el término subimperial a la principal economía del continente negro.
Al igual que Brasil, Sudáfrica persiste como un subimperio sólo potencial. Confirmando el perfil variable de esa categoría no cumple ese rol en la actualidad.

CONTROVERSIAS EN LA APLICACIÓN
La continuada influencia de las empresas transnacionales que operan desde Sao Paulo es remarcada en la caracterización subimperial actual de Brasil (Luce, 2015: 29-31). Esta mirada recuerda que durante la gestión del PT, las grandes empresas buscaron nuevamente compensaciones externas a las limitaciones del poder de compra local. El incremento del consumo interno no diluyó esa necesidad de mercados foráneos.
Las multinacionales incursionaron en negocios lucrativos en Sudamérica, generaron conflictos en Paraguay y Ecuador y compraron activos en Argentina. Lula y Dilma actuaron como lobistas de esas compañías perfeccionando la mediación diplomática de Itamaraty.
Pero ese expansionismo no determinó un perfil subimperial. Ningún gobierno del nuevo siglo recurrió a la supremacía militar o a la presión geopolítica explícita para apuntalar a esas empresas. Apelaron a la mediación en los conflictos que esas compañías tuvieron con los gobiernos radicales de Bolivia y Venezuela. Esa actitud contrasta con las posturas de los gobiernos militares de la época de Marini (Martins, 2011).
Otro contrapunto entre ambos periodos despunta en la solvencia de esas empresas. La expansión del pasado ha sido sucedida por el deterioro que salió a flote con la crisis de Odebrecht. Lula actuaba como abogado de esa empresa en sus desarreglos externos y Temer afronta un mega-escándalo de corrupción.
Odebrecht utilizaba un colapsado sistema de coimas internacionales para ganar licitaciones. Varios competidores foráneos quieren apoderase ahora de los negocios de la compañía insignia de Brasil. Las limitaciones para sostener el flanco geopolítico del subimperialismo comienzan a extenderse a la órbita económica.
Algunos autores estiman que la brecha estructural entre ambos planos signó la historia del país. Señalan que Brasil siempre mantuvo una presencia en el mercado mundial superior a su gravitación geopolítica. Consideran que ese desbalance afianzó una formación híbrida, que combina rasgos de semicolonia privilegiada con perfiles de sub-metrópoli dependiente (Arcary, 2016).
Esta caracterización es una variante del estatus intermedio resaltado por numerosos investigadores. Pero esa definición debería considerar, además, las novedosas fracturas entre la esfera económica y el ámbito político-militar. Se han potenciado países con atributos en el primer plano sin correspondencia en el segundo (Corea del Sur) y situaciones exactamente inversas (Rusia).
No es sencillo precisar la peculiaridad intermedia de Brasil que exploró Marini. Pero ese estatus se ubica muy lejos del ascenso del país al rango de “nueva potencia global”, que ocupa el vacío dejado por el declive estadounidense (Zibechi, 2015).
No existe ningún segmento de la economía brasileña comparable a sus equivalentes de Estados Unidos, Europa o Japón. Tampoco en el plano geopolítico o militar, el país se equipara con alguno de los imperios en gestación. No implementan acciones exteriores análogas al despliegue bélico de Rusia en Georgia o Siria. Y no se visualiza el menor signo de equiparación con la presencia de China en África o el sur de Asia (Sotelo, 2015: 70-86).
La ubicación de Brasil en un lugar de potencia central tampoco cuaja con alguna teoría del imperialismo. El único fundamento conceptual sería la mirada pos-desarrollista, que asocia la irrupción de nuevos poderes con la dinámica depredadora del capitalismo extractivista. Pero en ese caso la conceptualización del imperio vuelve a asumir connotaciones vagas y desvinculadas de la lógica de la acumulación.

REPLANTEO Y UTILIDAD

¿Cuál es la utilidad del concepto subimperialismo en la actualidad? Contribuye ante todo a comprender la estructura jerárquica del capitalismo contemporáneo. Confirma que en la cúspide de este sistema se sitúan potencias centrales -que han actuado hasta ahora bajo el comando estadounidense-y que en la base se ubica el gran conglomerado de países dominados.
En el medio de ambos polos se desenvuelven las distintas formaciones que operan como apéndices, rivales o asociados autónomos de los poderes dominantes. Todas esas sub-potencias buscan afianzar su hegemonía regional con posicionamientos distintos.
Los apéndices del imperialismo expanden ese poder en total sintonía con las estrategias de Washington, los imperios en formación chocan con ese centro y los subimperios desenvuelven acciones autónomas en coordinación o conflicto con las metrópolis.
La categoría subimperio es particularmente apropiada para entender el estado de guerra permanente, que impera en ciertas zonas para dirimir supremacía regional. Las subpotencias recurren a la acción bélica para hacer valer su predominio. Medio Oriente es el principal ejemplo de estos escenarios. Las rivalidades entre Turquía, Arabia Saudita e Irán se procesan en esos términos.
Esa competencia desestabiliza el orden mundial, como lo prueba el descontrol de las fuerzas yihadistas. Genera convulsiones que se proyectan al interior de Estados Unidos y Europa. El terrorismo se ha desbordado como consecuencia de la acción autónoma de los subimperios.
Este descontrol nunca se verifica en los países incorporados a la estructura del Pentágono o la OTAN. Es el caso de Israel, Canadá o Australia, que no actúan como subimperios sino como prolongaciones del imperialismo.
La categoría tampoco se aplica a las principales potencias en conflicto estructural con Estados Unidos. Rusia y China conforman imperios en formación que actúan a nivel global y no solo regional. Mantienen vínculos de hostilidad y no de asociación con Washington. En estos casos no rige el concepto de subimperio. Aquí la categoría sirve para ilustrar -por contraposición- cuál es el estatus de los principales adversarios del imperialismo occidental.
Los subimperios registran intensas mutaciones por su vulnerable inserción en la división internacional del trabajo y en el orden geopolítico global. Esos ascensos y descensos modifican su perfil. Junto a los subimperios en acción (Turquía), recomposición (Irán) o surgimiento (Arabia Saudita), otros no ejercen en la actualidad ese rol (Sudáfrica y Brasil).
La ausencia de despliegue militar de envergadura fuera de sus fronteras determina ese pasaje de subimperios efectivos a potenciales. El fin del Apartheid en el primero caso y el desarme atómico en el segundo fueron determinantes del tránsito de una posición a otra.
El subimperio ofrece un concepto provechoso para comprender la realidad contemporánea. Pero se requiere una reinterpretación de la noción distanciada de su aplicación original. Este replanteo valoriza el significativo geopolítico del concepto, en función de los grandes cambios mundiales registrados en los últimos 40 años.
¿Pero cuál es el nexo del subimperialismo con las categorías específicamente económicas de la Teoría Marxista de la Dependencia? ¿Cómo se relaciona con la superexplotación? Abordaremos este tema en nuestro próximo texto.
16-3-2017

RESUMEN

El subimperialismo se verifica en Medio Oriente. Turquía exhibe esa condición en sus ambiciones de liderazgo neo-otomano. Con recursos petroleros y aventuras yihadistas Arabia Saudita intenta una hegemonía semejante. Irán rivaliza reconstruyendo su viejo peso regional.
El estatus subimperial no se extiende al apéndice israelí del poder estadounidense. Lo mismo ocurre con Canadá y Australia. En cambio India reúne todos los ingredientes de esa categoría.
Rusia afronta tensiones estructurales con Estados Unidos buscando afianzar su dominación fronteriza. Es un imperio en formación, que difiere tanto de los contendientes occidentales como del antiimperialismo. China se ubica en el mismo casillero, pero con preeminencia económica y sin correlato geopolítico-militar.
El deterioro industrial y las vacilaciones estratégicas actuales de Brasil contrastan con el diagnóstico de Marini. Al igual que Sudáfrica, tiene recortado su margen de intervención externa. Persiste como formación intermedia entre imperios y periferias. El subimperialismo contribuye a clarificar los escenarios de la época actual.


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PALABRAS CLAVES

Imperialismo, geopolítica, hegemonía.


1 Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz


miércoles, 12 de abril de 2017

VII JORNADAS DE LA DIVISIÓN DE HISTORIA



NUEVA FECHA LÍMITE DE PRESENTACIÓN DE RESÚMENES:
1 de mayo de 2017.
Deberán enviar sus resúmenes a los Organizadores: viijornadashistoriaunlu@gmail.com, y a los Coordiandores de cada mesa.
Envíen sus consultas o dudas.


SEGUNDA CIRCULAR
VII JORNADAS DE LA DIVISIÓN DE HISTORIA
“En el Centenario de la Revolución Rusa”

Luján, 1 y 2 de junio de 2017
Universidad Nacional de Luján
Departamento de Ciencias Sociales
División de Historia

INFORMES
Tel. 02323-423171.
E-mail: viijornadashistoriaunlu@gmail.com

Lugar del evento: Universidad Nacional de Luján. Constitución y Ruta 5

Comité Académico

Dra. Andreucci, Bibiana; Dra. Adrián, Mónica, Mg. Arduino, Eugenia; Dra. Barral, María Elena; Lic. Bourges, Domingo; Prof. Cabrera, Ignacio; Dra. Ceva, Mariela; Lic. Conte, Diego; Dr. Fernández, Alejandro; Mg. Fioretti, Susana; Dra. Fogelman, Patiricia; Prof. Fradkin, Raúl; Lic. Galimberti, Agustín, Prof. Goldberg, Marta; Lic. Gómez, Analía; Lic. Grande, Patricio; Dra. Lagunas, Cecilia; Dr. Jáuregui, Aníbal; Lic. Motto, Marcelo; Lic. Sergio Cercós; Dra. Néspolo, Eugenia; Mg. Pagano, Nora; Lic. Perri, Gladys; Dr. Picabea, Facundo; Prof. Luciano Torreta; Dr. Regalsky, Andrés; Mg. Salles, Stella; Dr. Norberto Marquiegui, Dra. Tapia, Alicia; Dra. Touris, Claudia; Dr. Trujillo, Oscar; Prof. Cercós, Sergio; Lic. Binetti, Jesús; Prof. Quaglia, Carolina; Lic. Moreno, José Luis; Dr. Ramos, Mariano; Dr. Cansanello, Carlos; Prof. Martinelli, Martín; Prof. Emiliano Zapata; Prof. Correa Barbosa Marcela; Lic. Dawidiuk, Luciano; Prof. Cipolla; Damián; Prof. Aguirre, Andrés; Prof. Cienfuegos, Martín; Prof. Hernán Hereñú, Lic. Andres Aguirre, Lic. Eduardo Iraola. Dr. Peire, Jaime.

Comité Organizador

Prof. Sosa, Camila; Prof. Francione, Esteban; María Julia González, Camilo Zarza, Luciano Dawidiuk, Facundo Rivero, Paola Lucero, Soledad Saa, Mónica Adrián, Gerardo Tasistro, Miguel Chavez, Raúl Lamela, Sol Brikman, Brian Rodríguez.

INFORMACIÓN GENERAL
Las VII Jornadas de la División de Historia de la Universidad Nacional de Luján – IV Taller de Historia Regional constituyen una propuesta orientada a poner en contacto a estudiantes avanzados de universidades y de institutos terciarios, y graduados recientes, con investigadores ya formados a fin de crear un espacio de discusión sobre temáticas relacionadas con la historia de la región, o en su defecto, con los modos que desde la perspectiva regional se abordan problemáticas de mayor alcance. Se pretende fomentar un abordaje que privilegie la interdisciplinariedad de las Ciencias Sociales, incorporando perspectivas analíticas provenientes del área de la arqueología, antropología, historia, geografía, sociología y economía, entre otras disciplinas que integran el área de los estudios sociales.
De este modo, la convocatoria es una invitación para fortalecer y consolidar los lazos entre las diferentes instituciones regionales abocadas a la investigación histórica, así como entre las distintas disciplinas que abordan las problemáticas regionales y discutir modelos teóricos que puedan aplicarse a las dinámicas sociopolíticas de las mencionadas áreas. Aspiramos a que esta actividad enriquezca la labor de los investigadores jóvenes y abra nuevas vías de estudio y nuevos proyectos, que profundicen el estudio de la región y lo vinculen con problemáticas de mayor alcance. Con este propósito, convocamos a jóvenes investigadores interesados en estas temáticas a presentar trabajos originales de investigación.
La presentación se organizará en torno a una serie de mesas temáticas, donde se hará hincapié no sólo en la comunicación de los trabajos de investigación, sino también en el diálogo y la discusión. Buscamos privilegiar el cruce intergeneracional, interinstitucional e interdisciplinario de los ponentes, en una instancia, como la de las Mesas, donde las jerarquías académicas pierden peso a favor de debates abiertos y francos con la participación de investigadores de cualquier disciplina de origen, edad o institución. Las jornadas se realizarán en la sede central de la Universidad Nacional de Luján y se proponen, como meta, avanzar en la recuperación del perfil regional, que tuvo esta casa de altos estudios, en sus orígenes.
En esta edición de las Jornadas se incorporarán, además, especialmente actividades relacionadas con el Centenario de la Revolución Rusa de 1917.


NUEVA FECHA LÍMITE DE PRESENTACIÓN DE RESÚMENES: 1 de mayo de 2017

Criterios de presentación
Los resúmenes tendrán un mínimo de 350 y un máximo de 400 palabras, y deberán contener los planteos problemáticos del tema a desarrollar. El tipo de letra requerida será Times New Roman, tamaño 12, interlineado de 1, 5. Serán enviados al coordinador/es de la Mesa y a la organización general de las Jornadas a viijornadashistoriaunlu@gmail.com

PRESENTACIÓN DE PONENCIAS: Hasta el 7 de mayo de 2017

Criterios de presentación
Las ponencias deberán reunir un total de 40000 caracteres, en letra Times New Roman, tamaño 12, interlineado de 1,5. Las citas a pie de página, con la misma letra y en tamaño 10. Tanto en resúmenes como en ponencias se deberán consignar los siguientes datos: nombre y apellido, ciudad, domicilio particular, dirección electrónica y número de teléfono. Se editará un CD con las ponencias presentadas y discutidas en el Taller.

MESAS TEMÁTICAS

Mesa 1: Diversidad Religiosa en América Latina
Coordinadores:
Dr. Fabián Claudio Flores (CONICET/UNLu) licfcflores@hotmail.com
Lic. Jesús Binetti (UNLu)
Lic. Carlos Luciano Dawidiuk (CONICET/UNLu) luchodawidiuk@yahoo.com.ar

Mesa 2: Los ´vulnerables´ en la Rusia del siglo XX: pobres, enfermos, migrantes, niños y géneros
Coordinadoras:
Mag. Eugenia Arduino (UNLu/UBA) arduinoeugenia@gmail.com
Mag. Florencia Cendali (UNLu/UBA) florcendali@hotmail.com

Mesa 3: Cultura, sociedad y política en torno a los estudios de las mujeres y de género, en la Ha Antigua, Medieval y Moderna. Aportes historiográficos
Coordinadoras:
Dra. Cecilia Lagunas (UNlu) cecilialagunas@gmail.com
Mag. Susana Fioretti (UNLu) susana_fioretti@yahoo.com.ar

Mesa 4: Guerra, revolución, conflictos armados y sociedad. Abordajes desde la historia, la sociología, la filosofía y el resto de las ciencias humanas y sociales.
Coordinadores:
Lic. Pablo Bonavena (UBA/UNLP) bonavenapablo@yahoo.com.ar
Prof. Hernán Hereñú (UNLu/UBA)

Mesa 5: Perspectivas y Problemas de la Historia Argentina Contemporánea
Coordinadores:
Dr. Facundo Picabea (CONICET/UNLu/UNQ) fpicabea@conicet.gov.ar
Prof. Sergio Cercós (UNIPE/UNLu)

Mesa 6: Historia social rioplatense y americana, siglos XVII-XX
Coordinadoras:
Dra. María E. Barral (CONICET -UBA/UNLu) mebarral@yahoo.com
Lic. Gladys Perri (UNLu) jazgla@yahoo.com

Mesa 7: Historiografía Argentina
Coordinadoras:
Mg. Nora Pagano (UNLu/UBA)
Lic. Analía Gómez (UNLu) anago_13@yahoo.com.ar

Mesa 8: Conflictos sociales y políticos contemporáneos en Eurasia
Coordinadores:
Prof. Gabriel López (UBA) historialfilo@gmail.com
Ma. Veronica Raffaelli (UBA) veronicapaolaraffaelli@gmail.com
Prof. Martín Martinelli (UNLu/UBA) martinellima1982@gmail.com

Mesa 9: Clase obrera e izquierdas en Argentina: experiencias de organización, lucha e inserción en el siglo XX
Coordinadores:
Dr. Diego Ceruso (UBA/CONICET) diegoceruso@gmail.com
Mag. Martín Mangiantini (UBA/CONICET) martinmangiantini@gmail.com
Lic. Leandro Molinaro (UBA) leandromolinaro@gmail.com

Mesa 10: ¿Para qué enseñamos historia? Historiografías, innovaciones y continuidades en torno a la historia enseñada
Coordinadores:
Dra. María Elena Barral (UNLu/CONICET) magnebarral@gmail.com
Mg. Patricio Grande (UNLu) patriciogrande@yahoo.com.ar
Mag. Natalia Carolina Wiurnos (UNLu/ISFD Nº 45/ISFD Nº 142) natywiurnos@hotmail.com

Mesa 11: Repensando las fronteras entre Oriente y Occidente en el contexto del Mediterráneo Antiguo y Tardo Antiguo
Coordinadores:
Prof. Susana Fioretti (UNLu) susana_fioretti@yahoo.com.ar
Prof. Martín Cifuentes (UNLu/JVG)

Mesa 12: Fronteras y relaciones interétnicas en el espacio rioplatense. Siglos XVIII-XIX
Coordinadores:
Dra. María Eugenia Néspolo (UNLu) eugenianespolo@yahoo.com.ar
Dra. María Laura Cutrera (CONICET- PROEHAA-UNLu)
Prof. Eduardo Iraola (UNLu. PROHEAA) profeduardoiraola@gmail.com
Prof. Magalí Torres (UNLu. PROHEAA)

Mesa 13: Perspectivas y problemas de la Argentina del siglo XIX. Inmigración, sociedad, familia y política
Coordinadores:
Dr. Alejandro Fernández (UNLu) fernan625@gmail.com
Lic. Diego Conte (UNLu) djpconte@yahoo.com.ar
Dra. Bibiana Andreucci (UNLu) bandreucci@hotmail.com


Mesa 14: “Ideas políticas del Siglo XIX. Continuidades y rupturas”

Coordinadores:
Dr. Anibal Jauregui (UNLu/UBA) jaureg@sinectis.com.ar / anibal.jauregui@fibertel.com.ar
Prof. Luciano Torreta (UNLu) lucianotorreta@yahoo.com.ar


Mesa 15: “Servicios”

Coordinadores:
Dr. Andrés M. Regalsky (UNLu/UTDT) regalsky@utdt.edu
Mag. Elena Salerno (UNTREF) elenasalerno@arnet.com.ar esalerno@untref.edu.ar


Aranceles:
Profesores expositores y coordinadores: 200 pesos
Alumnos expositores UNLu: sin arancel
Alumnos expositores: 50 pesos
Alumnos asistentes: sin arancel


Las ponencias y los abstracts deben ser enviados a los coordinadores de las mesas y a la dirección de contacto de la comisión organizadora de las
jornadas: viijornadashistoriaunlu@gmail.com

viernes, 7 de abril de 2017

Jugando con fuego en Siria

De la noche a la mañana, El Asad ha pasado de ser contemplado como un mal menor a ser considerado el principal responsable de la sangría siria

 

La nave destructora de misiles USS Porter al momento de lanzar un ataque con misiles. 
 
Bachar el Asad viene jugando con fuego desde hace demasiado tiempo. Su represión de las movilizaciones que reclamaban libertades y reformas desencadenó la militarización de la revuelta y la irrupción de una miríada de grupos armados, incluidos los de orientación yihadista. Para tratar de contener el avance rebelde, el régimen recurrió a métodos cada vez más expeditivos, entre ellos el empleo de misiles balísticos y barriles explosivos. Las poblaciones alzadas también fueron sometidas a brutales asedios, en los que se impedía el acceso de alimentos, medicinas y ayuda humanitaria, para doblegar su resistencia, lo que representa un crimen de guerra. Esta estrategia de tierra quemada desencadenó un masivo éxodo. En estos seis años de guerra, la mitad de la población se ha visto obligada a abandonar sus hogares convirtiéndose en refugiada o desplazada.
Durante su campaña presidencial, Donald Trump se mostró a favor de una mayor coordinación con Putin para abordar el espinoso dosier sirio. No obstante, el ataque químico contra Jan Sheijun parece haber puesto punto final a esta luna de miel. De la noche a la mañana, El Asad ha pasado de ser contemplado como un mal menor a ser considerado el principal responsable de la sangría siria. El ataque contra la base aérea de Shayrat evidencia que la paciencia de Trump se ha agotado y que no está dispuesto a seguir jugando al gato y al ratón. Al optar por una acción en solitario y sin el respaldo de la ONU, el nuevo inquilino de la Casa Blanca muestra su desprecio por los canales multilaterales y sienta un peligroso precedente.
Rusia e Irán, que han instaurado un protectorado sobre el país, han dejado claro que no permitirán la caída de Bachar el Asad
La principal incógnita reside ahora en saber si el ataque es un hecho aislado destinado a evitar el empleo de armas químicas o, por el contrario, marca el principio de una escalada militar contra el régimen. Debe tenerse en cuenta que el de Jan Sheijun no es el primer ataque de estas características, ya que en el bombardeo de Guta con gas sarín en verano de 2013 murieron 1.466 personas. Putin y Obama alcanzaron entonces un acuerdo para que dicho crimen no fuera investigado ni sus responsables juzgados a cambio de que el régimen se deshiciera de su arsenal de armas químicas. El mensaje de era nítido: la aviación siria podría seguir bombardeando a su propia población con armas convencionales.
A estas alturas parece evidente que la única manera de frenar el incesante goteo de muertes es imponer zonas de exclusión aérea para evitar que episodios similares vuelvan a repetirse. En cuanto al futuro de El Asad, Rusia e Irán, que han instaurado un protectorado sobre el país, han dejado claro que no permitirán su caída, aunque como dice el refrán ‘quien juega con fuego al final se acaba quemando’.
Ignacio Álvarez-Ossorio es coordinador de Oriente Medio y Magreb en la Fundación Alternativas y autor del libro Siria. Revolución, sectarismo y yihad.
www.elpais.com

domingo, 2 de abril de 2017

Rusia e Irán refuerzan su alianza en Oriente Medio frente a las presiones de EEUU

Putin y Rohaní reforzaron su alianza estratégica, en especial en los conflictos en Oriente Medio, frente a las crecientes presiones de EEUU, cuyo principal socio regional es Arabia Saudí


Foto: El presidente Putin y su homólogo iraní durante una rueda de prensa conjunta en Moscú. (Reuters)
El presidente Putin y su homólogo iraní durante una rueda de prensa conjunta en Moscú. (Reuters)
 

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Los presidentes de Rusia, Vladímir Putin, y de Irán, Hasan Rohaní, reforzaron este martes su alianza estratégica, en especial en el arreglo de los conflictos en Oriente Medio, frente a las crecientes presiones de EEUU, cuyo principal socio regional es Arabia Saudí. "Nuestras posturas en muchos asuntos de la política mundial son muy cercanas. Coordinamos nuestros pasos para acabar con el Estado Islámico y el Frente al Nusra, lo que contribuye al arreglo en Siria", dijo Putin tras reunirse con Rohaní en el Kremlin.
Pese a las advertencias de EEUU e Israel de que Irán es una amenaza para la seguridad de la región, Putin firmó con Rohaní una declaración política conjunta en la que demostraron que se encuentran en el mismo bando, sea en Siria, Afganistán, Palestina, el Líbano o el Yemen. "Nuestro objetivo final es fortalecer la estabilidad en la región y el desarrollo de nuestras relaciones. (La cooperación) No está dirigida contra terceros países", dijo Rohaní.
En materia antiterrorista, alertaron sobre el aumento de la actividad terrorista yihadista en diferentes regiones del mundo, aparte de Oriente Medio, e instaron a la comunidad internacional a centrar sus esfuerzos en combatir el extremismo y el islám radical. Al respecto, Rohaní aseguró en su comparecencia que Teherán apoyará "hasta el final" las acciones militares rusas en la región de Oriente Medio, en clara alusión a Siria, hasta acabar con la amenaza terrorista.
Putin y Rohaní insisten en el documento en que no hay alternativa a la solución pacífica del conflicto sirio, al tiempo que defienden la soberanía e integridad territorial del país árabe, donde ambos apoyan al régimen de Bashar al Assad. También muestran su compromiso con las reuniones entre el régimen y la oposición armada siria en Astaná, proceso para el que ambos países junto a Turquía son garantes de un alto el fuego, y apoyan las negociaciones de Ginebra, que se reanudaron en febrero pasado.
La declaración alerta sobre el empeoramiento de la situación en Afganistán, debido a "la creciente amenaza terrorista" y al recrudecimiento de los combates entre el Gobierno de Kabul y los talibanes, que no han dejado de ganar terreno en los últimos meses. Al respecto, Putin abogó por incluir a Teherán en los actuales esfuerzos para abrir negociaciones entre ambos bandos, a lo que siempre se ha opuesto Washington. Ambos mandatarios esperan también "un arreglo justo y estable" para el conflicto palestino-israelí por medio del ejercicio de los derechos nacionales del pueblo palestino. Precisamente, según se supo recientemente, el líder palestino, Mahmud Abás, se reunirá el 11 de mayo con Putin en Moscú para abordar la propuesta rusa de acoger negociaciones directas entre ambos bandos.

A boy pushes a bicycle at a site hit by an airstrike in the rebel held besieged Douma neighborhood of Damascus, Syria March 27, 2017. REUTERS Bassam Khabieh
A boy pushes a bicycle at a site hit by an airstrike in the rebel held besieged Douma neighborhood of Damascus, Syria March 27, 2017. REUTERS Bassam Khabieh
En cuanto al programa nuclear iraní, Rusia se congratula por el respeto estricto por parte de Teherán de sus obligaciones con la comunidad internacional y con el Organismo Internacional para la Energía Atómica, aunque defiende el derecho de la República Islámica al uso pacífico de la energía atómica. Además, abogaron por convertir a Oriente Medio en una región libre de armas nucleares y manifestaron su intención de seguir cooperando para estabilizar el mercado del petróleo, equilibrar la demanda y evitar oscilaciones en el precio del barril de crudo.
La reunión tiene lugar en medio de la creciente tensión entre Washington y Teherán desde la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, que aprobó recientemente sanciones por los ensayos nucleares iraníes. Rusia no dudó en defender a Teherán, aduciendo que dichos ensayos no violan los acuerdos internacionales, al tiempo que ha abierto negociaciones para el aumento de la cooperación nuclear civil con la República Islámica. Además, Trump demostró claramente sus intenciones con respecto a Irán al reforzar la cooperación con la monarquía saudí, las relaciones con la cual se habían enfriado con el respaldo del anterior presidente de EEUU, Barack Obama, a las negociaciones nucleares con Teherán.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, advirtió el pasado 9 de marzo a Putin en el Kremlin de que Israel se opone terminantemente a que Irán permanezca en Siria una vez concluya el conflicto en ese país. "Por supuesto, no nos gustaría que el islám radical, el terrorismo suní, sea sustituido por el terrorismo islámico y radical chií encabezado por Irán", dijo.
Por otra parte, Putin y Rohaní presidieron la firma de varios acuerdos de cooperación económica, energética y comercial, aprovechando que, gracias al levantamiento de las sanciones contra Irán, los intercambios bilaterales se dispararon un 70 % en 2016, hasta superar los 2.000 millones de dólares. Además, Putin adelantó que Teherán está interesado en los aviones de pasajeros rusos Sukhoi Superjet 100, después de que Irán haya firmado ya suculentos contratos con Boeing y Airbus.
Fuente: http://www.elconfidencial.com

viernes, 31 de marzo de 2017

“Máscaras verbales del racismo”

 
Por Hamurabi Noufouri. Doctor en Historia (Universidad de Salamanca)


La Discriminación, la Xenofobia y el Racismo rara vez se presentan con sus propios nombres y rostros. Se suelen enmascarar etiquetando al miedo con el que se auto justifican, con el nombre propio de la identidad colectiva que eligen como blanco. De otro modo no seducen y suelen despertar empatía y solidaridad colectiva con sus víctimas, en almas sensibles e intelectos honestos. Tal y como pudimos ver hace poco, en los aeropuertos estadounidenses o en la ejemplar conducta de la sociedad española luego del 11-M.
De aquí que calificar delitos con adjetivos religiosos, si no es delito, al menos es una negligencia éticamente condenable, pues equipara, sino iguala, dos opuestos como la práctica criminal con la religiosa, al atribuir propiedades religiosas al delito y/o hacerlo propio y consustancial de la religión a la que se aluda, por el simple hecho gramatical de que esa es la función natural del adjetivo aplicado al sustantivo.
Admitir esta incongruencia lógica hace inevitable generalizar la sospecha a los adherentes de la religión verbalmente criminalizada, propiciando la aversión, exclusión y segregación de esa identidad colectiva a la que se acaba viendo como un “problema” que tarde o temprano, demandará una “solución final”.
Así sucedió con la “limpieza étnica” de los cristianos con antepasados judíos o musulmanes en la Península Ibérica entre 1527 y 1615, en cuyos estatutos de “limpieza de sangre y oficio” se inspiraron las leyes de Núremberg de 1939, y el subsecuente Genocidio nazi. Crimen de lesa humanidad que nadie reduciría hoy nunca al nombre de la identidad colectiva de sus víctimas. Por eso no cabe sorprenderse ante la firme negativa del Papa a adjetivar como “islámico” al “terrorismo” de los criminales que lo perpetran con esa finalidad.
Solo con tener presente que, en la región que la ONU denomina MENA (Middle East and North Africa), cuya población no supera el 10% de la todo el planeta, se concentra más de la mitad de los refugiados del mundo, gran parte de los cuales llevan 4 generaciones naciendo en campamentos, el 60% de las reservas de petróleo y el 45% de las de gas, y que el 80% de las víctimas del terrorismo son musulmanes, alcanza para comprender la negación que implica buscar explicaciones religiosas a los conflictos derivados de estas desproporciones o que “estudiar” al Islam con esa finalidad no los agrave.
Poco y nada aporta para enfrentarlos y sí garantiza que el Racismo de hoy sea la Islamofobia, y una de sus máscaras negadoras la etiqueta “terrorismo islámico”, que cala tanto como para alcanzar a objetos y vegetales, como la prohibición de los minaretes en Suiza y del Burkini en la Costa Azul, o el de vivir como ofensa pública a la cultura italiana la plantación de Palmeras en la Plaza del Duomo de Milán.
De hecho una búsqueda simple en Google en español, arroja seis veces y media más resultados para la aplicación del adjetivo “islámico” al sustantivo “terrorismo” que al de “civilización” (2.320.000 contra 355.000 entradas), proporción que es de 1 a 1 en el caso de los otros seis credos que le siguen en cantidad de entradas monoteístas o no, y cuyos valores absolutos sumados no supera la primera cifra del caso islámico. Panorama indicador de una sensibilidad asimétrica y adversa producto de una narrativa escolar anti islámica en clave de Marte contra la Tierra, que inculca durante la niñez y adolescencia la imagen de un Islam alienígena, violento y ajeno a toda Civilización y opuesto a la Judeocristiandad, en tanto invasor del ámbito de la Hispanidad y que costará 8 siglos expulsar.
La lógica invertida derivada de este retrato nos hace “sentir” que el Papa con su negativa “defiende al Islam”, a la vez que nos impide ver que 1400 años después aún existe una Diversidad religiosa y cultural en el “Mundo Islámico” que hoy asedian las bandas criminales por todos conocidas, mientras que los musulmanes nativos del occidente europeo son una novedad del último medio siglo. Así como que estadísticamente el islam es el credo que hoy más se expande.
Mientras esta política de la interpretación no sufra cambios, mientras no se entienda que presentar al Islam como “problema” es el problema, continuarán apareciendo falsas categorías que adapten el contenido al continente extirpando, cuando no inventando, frases de textos sagrados y hechos presuntamente históricos, pues cuando se establece un debate prolongado entre el absurdo y la evidencia, esta se debilita y aquel se fortalece.
Hamurabi Noufouri es arquitecto (UBA) y doctor en Historia (Universidad de Salamanca). Director del Instituto y la Maestría en Diversidad Cultural (UNTREF)
Fuente: 29/03/2017 - Clarín / Opinión 
 http://www.clarin.com/opinion/mascaras-verbales-racismo_0_SJPIwLO2l.html

viernes, 17 de marzo de 2017

VII Jornadas de la División Historia “En el Centenario de la Revolución Rusa”


SEGUNDA CIRCULAR
VII JORNADAS DE LA DIVISIÓN DE HISTORIA
“En el Centenario de la Revolución Rusa”
Luján, 1 y 2 de junio de 2017
Universidad Nacional de Luján
Departamento de Ciencias Sociales
División de Historia
INFORMES
Tel. 02323-423171.
E-mail: viijornadashistoriaunlu@gmail.com
Lugar del evento: Universidad Nacional de Luján. Constitución y Ruta 5

NUEVA FECHA LÍMITE DE PRESENTACIÓN DE RESÚMENES: 2 de abril de 2017
Criterios de presentación
Los resúmenes tendrán un mínimo de 350 y un máximo de 400 palabras, y deberán contener los planteos problemáticos del tema a desarrollar. El tipo de letra requerida será Times New Roman, tamaño 12, interlineado de 1, 5. Serán enviados al coordinador/es de la Mesa y a la organización general de las Jornadas a
viijornadashistoriaunlu@gmail.com
PRESENTACIÓN DE PONENCIAS: Hasta el 7 de mayo de 2017
Criterios de presentación
Las ponencias deberán reunir un total de 40000 caracteres, en letra Times New Roman, tamaño 12, interlineado de 1,5. Las citas a pie de página, con la misma letra y en tamaño 10. Tanto en resúmenes como en ponencias se deberán consignar los siguientes datos: nombre y apellido, ciudad, domicilio particular, dirección
electrónica y número de teléfono. Se editará un CD con las ponencias presentadas
y discutidas en el Taller.
MESAS TEMÁTICAS
Mesa 1: Diversidad Religiosa en América Latina
Coordinadores:
Dr. Fabián Claudio Flores (CONICET/UNLu) licfcflores@hotmail.com
Lic. Jesús Binetti (UNLu)
Lic. Carlos Luciano Dawidiuk (CONICET/UNLu) luchodawidiuk@yahoo.com.ar

Mesa 2
Los ´vulnerables´ en la Rusia del siglo XX: pobres, enfermos,
migrantes, niños y géneros
Coordinadoras:
Mag. Eugenia Arduino (UNLu/UBA) arduinoeugenia@gmail.com
Mag. Florencia Cendali (UNLu/UBA) florcendali@hotmail.com

Mesa 3: Cultura, sociedad y política en torno a los estudios de las mujeres y
de género, en la Ha Antigua, Medieval y Moderna. Aportes historiográficos
Coordinadoras:
Dra. Cecilia Lagunas (UNlu) cecilialagunas@gmail.com
Mag. Susana Fioretti (UNLu) susana_fioretti@yahoo.com.ar

Mesa 4: Guerra, revolución, conflictos armados y sociedad. Abordajes desde
la historia, la sociología, la filosofía y el resto de las ciencias humanas y
sociales.
Coordinadores:
Pablo Bonavena (UBA/UNLP) bonavenapablo@yahoo.com.ar
Hernán Hereñú (UNLu/UBA)

Mesa 5: Perspectivas y Problemas de la Historia Argentina Contemporánea
Coordinadores:
Dr. Facundo Picabea (CONICET/UNLu/UNQ) fpicabea@conicet.gov.ar
Prof. Sergio Cercós (UNIPE/UNLu)

Mesa 6: Historia social rioplatense y americana, siglos XVII-XX
Coordinadoras:
Dra. María E. Barral (CONICET -UBA/UNLu) mebarral@yahoo.com
Lic. Gladys Perri (UNLu) jazgla@yahoo.com

Mesa 7: Historiografía Argentina
Coordinadoras:
Mg. Nora Pagano (UNLu/UBA)
Lic. Analía Gómez (UNLu) anago_13@yahoo.com.ar

Mesa 8: Conflictos sociales y políticos contemporáneos en Eurasia
Coordinadores:
Prof. Gabriel López (UBA) historialfilo@gmail.com
Ma. Veronica Raffaelli (UBA) veronicapaolaraffaelli@gmail.com
Prof. Martín Martinelli (UNLu/UBA) martinellima1982@gmail.com

Mesa 9: Clase obrera e izquierdas en Argentina: experiencias de organización,
lucha e inserción en el siglo XX
Coordinadores:
Dr. Diego Ceruso (UBA/CONICET) diegoceruso@gmail.com
Mag. Martín Mangiantini (UBA/CONICET) martinmangiantini@gmail.com
Lic. Leandro Molinaro (UBA) leandromolinaro@gmail.com

Mesa 10: ¿Para qué enseñamos historia? Historiografías, innovaciones y
continuidades en torno a la historia enseñada
Coordinadores:
Dra. María Elena Barral (UNLu/CONICET) magnebarral@gmail.com
Mg. Patricio Grande (UNLu) patriciogrande@yahoo.com.ar
Mag. Natalia Carolina Wiurnos (UNLu/ISFD Nº 45/ISFD Nº 142)
natywiurnos@hotmail.com

Mesa 11: Repensando las fronteras entre Oriente y Occidente en el contexto
del Mediterráneo Antiguo y Tardo Antiguo
Coordinadores:
Prof. Susana Fioretti (UNLu) susana_fioretti@yahoo.com.ar
Prof. Martín Cifuentes (UNLu/JVG)

Mesa 12: Fronteras y relaciones interétnicas en el espacio rioplatense. Siglos
XVIII-XIX
Coordinadores:
Dra. María Eugenia Néspolo (UNLu) eugenianespolo@yahoo.com.ar
Dra. María Laura Cutrera (CONICET- PROEHAA-UNLu)
Prof. Eduardo Iraola (UNLu. PROHEAA)
Prof. Magalí Torres (UNLu. PROHEAA)

Mesa 13: Perspectivas y problemas de la Argentina del siglo XIX. Inmigración,
sociedad, familia y política
Coordinadores:
Dr. Alejandro Fernández (UNLu) fernan625@gmail.com
Lic. Diego Conte (UNLu) djpconte@yahoo.com.ar
Dra. Bibiana Andreucci (UNLu) bandreucci@hotmail.com

Mesa 14: “Ideas políticas del Siglo XIX. Continuidades y rupturas”
Coordinadores:
Dr. Anibal Jauregui (UNLu/UBA) jaureg@sinectis.com.ar /
anibal.jauregui@fibertel.com.ar
Prof. Luciano Torreta (UNLu) lucianotorreta@yahoo.com.ar
Aranceles:
Profesores expositores y coordinadores: 200 pesos
Alumnos expositores UNLu: sin arancel
Alumnos expositores: 50 pesos
Alumnos asistentes: sin arancel
Las ponencias y los abstracts deben ser enviados a los coordinadores de las
mesas y a la dirección de contacto de la comisión organizadora de las
jornadas: viijornadashistoriaunlu@gmail.com

viernes, 10 de marzo de 2017

La mejor profesora del mundo es palestina

 The Guardian-Harriet Sherwood - Ramallah
Hanan al-Hroub ha ganado el "Nobel de la enseñanza", valorado en un millón de dólares 
Trabaja en una escuela pública a las afueras de Ramallah, y decidió dedicarse a la docencia después de que unos soldados israelíes dispararan a sus hijas

Una maestra palestina que educa en la no violencia gana el premio de enseñanza
 Una maestra palestina que educa en la no violencia gana el premio mundial de enseñanza EFE

Cuando Hanan al-Hroub regrese a su clase el domingo tras una semana de ausencia, cargada con marionetas, pinzas de madera para tender la ropa, coches de juguete y pelucas de payaso, también llevará un trofeo con su nombre inscrito. Es la ganadora de la última edición del premio a la mejor profesora del mundo, valorado en un millón de dólares. 
"Mostraré el trofeo a mis chicos", explica esta profesora de 43 años desde su casa en Ramallah: "Mis estudiantes son los verdaderos ganadores de este premio. Son mi fuente de inspiración". 
La semana pasada, Hroub ganó un premio que se considera el Nobel de la enseñanza. Competía con otros 8.000 docentes, y en una fase final con nueve, de Estados Unidos, Japón, Australia, Finlandia, Pakistán e India. "Y Palestina", señala con orgullo.
En el marco de la ceremonia de entrega, celebrada en Dubai, se proyectaron vídeos del papa Francisco, el duque de Cambridge y Bill Clinton rindiendo homenaje a una mujer que creció en un campamento de refugiados en Belén y que decidió dedicar su vida a la docencia después de que unos soldados israelíes dispararan a dos de sus hijas. 
Sus simpatizantes siguieron la ceremonia gracias a una pantalla gigante instalada en el centro de Ramallah. Cuando el papa Francisco pronunció el nombre de Hroub, la multitud estalló en aplausos y ondeó la bandera de Palestina. Los hijos mayores de la profesora se encontraban entre la multitud. "Estuvimos orando y más tarde, lloramos", explicó uno de ellos. 
El jurado la eligió después de que la profesora participara en una sesión práctica en la que mostró su método para "jugar y aprender". 
Hroub trabaja en la escuela Samiha Jalil en al-Bireh, situada en las afueras de Ramallah. En declaraciones a The Guardian, la profesora ha explicado que sus alumnos, que tienen entre seis y diez años, viven en un ambiente donde la violencia es endémica. A menudo, son problemáticos, inestables y manipuladores, algunos incluso son violentos. "Fuera del aula solo se respira violencia, y es por este motivo que intento que en mi clase reine la paz, la armonía y la seguridad", ha subrayado.
A menudo se presenta ante los alumnos con una peluca de payaso y una nariz roja para explicarles mediante juegos la importancia de colaborar y de trabajar en equipo, y de la confianza y el respeto. También los recompensa cuando se portan bien. Ha escrito un libro sobre su método de enseñanza, con el título Jugamos, aprendemos

La tragedia y el renacer

Hroub o empezó a trabajar como profesora hasta 2007. Cuando terminó la secundaria no pudo cumplir con su sueño de ir a la universidad, ya que durante la primera intifada (que tuvo lugar entre 1987 y 1993) todos los centros universitarios en Palestina cerraron sus puertas. Se casó y tuvo cinco hijos.
En 2000, cuando su hijo más pequeño ya iba a la escuela, Hroub decidió proseguir sus estudios, a tiempo parcial, y se matriculó en la Universidad de Al-Quds. Unos meses más tarde, soldados israelíes dispararon a su marido Omar y a dos de sus hijas en un punto de control cerca de Belén. Omar recibió un disparo en el hombro y las dos niñas quedaron muy traumatizadas. 
"Este incidente me cambió la vida. Nos quedamos conmocionados. Mis hijos no estaban bien y los profesores no sabían cómo lidiar con su trauma. Fue entonces cuando decidí dedicar mi vida a la enseñanza".
Compaginó sus obligaciones familiares con los estudios y cinco años más tarde se licenció. Ahora gana unos 578 euros al mes. Coincidiendo con el viaje de Hroub a Dubai los profesores palestinos salieron a la calle para pedir un aumento de sueldo.
"Yo trabajo en una escuela pública, es una buena escuela pero no tenemos muchos recursos", explica. "Cuando necesito algo, yo misma lo busco. No tenemos un presupuesto para material. Pero el aula es mi segundo hogar y los niños son parte de mi familia":

Una reacción a la violencia

Hroub rechaza las acusaciones israelíes de que en las escuelas palestinas se incita al odio contra Israel. "Mi mensaje a todos los que hacen estas acusaciones es que debemos alejar a los niños de la violencia. Tuve una infancia muy dura y no quiero que mis alumnos pasen por lo mismo. Una vez se inicia un ciclo de violencia es muy difícil pararlo", subraya.
"A los niños les afecta mucho el ambiente. Las muestras de violencia de muchos niños palestinos no son más que una reacción a la violencia que les rodea. Quiero proporcionarles un entorno educativo seguro. No puedo cambiar la situación, pero sí puedo ser una buena influencia para ellos. Esta es mi filosofía de vida". 
En su piso de Ramallah, las cajas con sus "instrumentos de enseñanza" están apiladas en un rincón. Una de sus hijas nos muestra el trofeo a la mejor docente del mundo, una silueta con el rostro de una mujer, con estrellas colgadas de su pelo. Debajo del nombre de Hroub se puede leer: "En reconocimiento a sus logros excepcionales en el aula y fuera de ella".
Omar, el marido de la profesora, explica que siempre supo que iba a ganar. "Tenía una confianza absoluta y al final me dieron la razón. Su veredicto me hizo muy feliz", indica, sentado en el sofá del salón junto con cuatro de sus hijos. Sus hijas gemelas se acaban de licenciar en Derecho, otra de sus hijas es contable, uno de los chicos trabaja como cocinero y el más pequeño estudia arquitectura.
En el discurso que pronunció en Dubai, Hroub, que lució un vestido bordado tradicional de Palestina, indicó: "Estoy orgullosa de ser una profesora palestina y de estar aquí hoy ante ustedes. Este premio supone una victoria para todos los profesores y muy especialmente para los palestinos. Cada día que pasa, la labor de los docentes adquiere una mayor importancia en un mundo que se pregunta qué futuro quiere para sus niños".
Tiene intención de destinar el millón de dólares, que se lo entregarán a lo largo de diez años, a un programa de ayuda a los jóvenes que quieran formarse como profesores y a programas de formación de profesores que quieran aprender su método. Una de las condiciones del premio es seguir impartiendo clase durante cinco años, un requisito que ella está feliz de poder cumplir.
Traducción de Emma Reverter

- www.elmundo.es

viernes, 3 de marzo de 2017

Abren un hotel palestino que exhibe murales del artista Banksy

Uno de los murales de Banksy que decoran la habitación del hotel en Palestina (AP Photo/Dusan Vranic)

 Está ubicado frente al muro construido por Israel en la frontera con Cisjordania. Mirá la fotogalería HD.

Un alojamiento palestino lleno de obras del oculto grafitero británico Banksy se presentó el viernes en la ciudad cisjordana de Belén, al permitir un vistazo a lo que el propio dueño llama el "hotel con la peor vista del mundo".
Wisam Salsaa, el dueño, dijo que "El Hotel Amurallado" abrirá al público el 11 de marzo, pero ofreció a un puñado de periodistas la posibilidad de recorrer el establecimiento con vista directa al muro construido por Israel en la frontera con Cisjordania. Esta fue decorada por artistas, incluido el propio Banksy.
Abren un hotel palestino que exhibe murales del artista Banksy
Una de las obras de Banksy en el hotel. / AFP PHOTO / THOMAS COEX
Abundan en el hotel las obras satíricas características del artista. La más espectacular es la de la habitación número tres, conocida como "Habitación de Banksy", dominada por un mural en que un palestino y un israelí se enfrentan con almohadas. Las plumas parecen llover sobre la cama tamaño king. El hotel incluye una suite presidencial y un museo con obras de Banksy. Las habitaciones más baratas cuestan 30 dólares la noche.
Abren un hotel palestino que exhibe murales del artista Banksy
Una de las obras de Banksy en el hotel / AFP PHOTO / THOMAS COEX
Banksy incursionó varias veces en los territorios palestinos. En una ocasión pintó a una niña elevada por globos en el tramo del muro frente a su proyecto actual. Se cree que el año pasado entró furtivamente en Gaza para pintar cuatro murales. Una pintura en una puerta metálica muestra a la griega Níobe encogida de miedo frente a las ruinas de una casa. La pintura, titulada "Daño de bombas", se encontraba en el último resto de una casa de dos pisos destruida en la guerra de 2014 entre Israel y Gaza.
Abren un hotel palestino que exhibe murales del artista Banksy
Otra de las obras de Banksy en el hotel / AFP PHOTO / THOMAS COEX
Los esténciles satíricos de Banksy ratas, policías que se besan, agentes anti motines con caritas sonrientes, aparecieron por primera vez en los muros de Bristol antes de extenderse a Londres y luego a todo el mundo. Su identidad permanece en secreto, pero sus obras abtuvieron hasta 1,8 millones de dólares en subastas.
Abren un hotel palestino que exhibe murales del artista Banksy
Una de las obras de Banksy en el hotel / AFP PHOTO / THOMAS COEX
 www.clarin.com