domingo, 28 de julio de 2013

La balcanización de Siria

Texto original: Al-Modon

Autor: Yassin Swehat 26/07/2013

"No todos los enemigos de mi enemigo son mis amigos,
el Estado Islámico de Iraq y Siria como ejemplo"
(Comités de Coordinación Local, Duma, 19/07/2013)

Los crecientes enfrentamientos en el noreste de Siria abren un nuevo capítulo, que puede ser el más largo y peligroso, entre los kurdos y los árabes. Las luchas se están librando entre las Fuerzas de Defensa Popular, que pertenecen al Partido de la Unión Democrática Kurda –rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán- y grupos armados kurdos por un lado; y el Estado Islámico de Iraq y Siria (Da’esh) y otras brigadas y batallones islámicos por otro. Estos enfrentamientos comenzaron hace meses en varios puntos de las zonas rurales del norte de Hassake, para volverse más intensos en las últimas dos semanas, con la extensión del dominio de las fuerzas kurdas sobre Ra’s al-Ayn. Con el traslado de los enfrentamientos directos a Tel Abyad, el centro del área rural meridional de Raqqa, no parece que esto vaya a terminar. La situación sobre el terreno indica que ninguna de las partes es capaz de vencer a la otra, y que no hay posibilidad de llegar a una solución política intermedia, teniendo en cuenta, en primer lugar, que ambos contendientes no hacen caso de los políticos y tampoco cuentan con ellos, y en segundo lugar porque no hay ningún mediador capaz de reunir una mesa de diálogo seria.

La Coalición Nacional, y con él los líderes del ESL, se han limitado a emitir un comunicado que previene contra dichos enfrentamientos y los califica de “lucha fratricida”, y considera que los mismos son “alimentados por el régimen criminal principalmente, y que por desgracia algunos caen en ellos por consideraciones políticas o por intereses inmediatos y a corto plazo arrastrados por algunos individuos y grupos o movimientos que portan ideas y agendas que se ajustan a sus aspiraciones e intereses exclusivamente, o algunos grupos desorganizados cuyas ideas son ajenas al pueblo sirio”. La realidad apunta a que un comunicado como este es lo máximo que estas dos partes pueden hacer en el marco de su inexistente peso en la zona de la Yazira siria, y la ausencia de un mecanismo de presión (o incluso de comunicación) sobre las partes contendientes que se reparten la fuerza militar influyente en las zonas liberadas de la Yazira.

Estos enfrentamientos reflejan la lucha entre dos proyectos de entidades que aspiran a imponerse por la fuerza. El Partido de la Unión Democrática Kurda propuso, hace unos días, un proyecto de Constitución para las zonas bajo su dominio para conformar un autogobierno. El Estado Islámico de Iraq y Siria, que nació de las diferencias entre los líderes del Frente de Al-Nusra y el Estado Islámico de Iraq está adquiriendo cada vez más influencia a costa del Frente de Al-Nusra y propone un corte total con los métodos del Frente en medio de una confusión política, anunciando sin ambages su avidez de poder en las zonas en que se encuentra, y de dominar las sociedades que ahí viven. Se habla mucho en los medios de comunicación y en los círculos políticos de la posibilidad de que esta organización anuncie la creación de su propia entidad en las próximas semanas. “Da’esh” goza de buenas relaciones con las brigadas islámicas sirias, como Ahrar al-Sham, pero el futuro de estas relaciones, que hasta ahora se han limitado a la coordinación militar contra las milicias kurdas, no está claro mientras la sed de poder y dominio de “Da’esh” aumenta.

La falta de confianza mutua -por desgracia- entre los actores políticos opositores árabes y sus homólogos kurdos, ha complicado el derribo del gran muro de separación esencial y cultural entre ambos, pues las acusaciones de arribismo y de que los kurdos han ido en todo momento a obtener logros nacionales se enfrentan en contrapartida a un discurso radical kurdo contrario a todo lo árabe-islámico que culpa a los árabes (todos los árabes) de la injusticia cometida contra los kurdos durante décadas, y ve en los islamistas una nueva cara de ese aflaqismo [1] de cuya discriminación han sido víctima. Una voz que demoniza al otro, que domina cualquier discurso, lleva a un escenario demente: que los activistas kurdos, que han sufrido la persecución y represión de las milicias kurdas de Defensa Popular (que no quieren que se les llame “shabbihas kurdos”) intercambien acusaciones e insultos con los activistas árabes que se oponen al proyecto de “Da’esh” con ferocidad y que luchan contra él.

Es un paso más hacia la total “balcanización” de Siria, y llega justo en los días en que se celebra el décimo octavo aniversario de la masacre de Srebrenica en Bosnia… ¿Se hará un verdadero último esfuerzo por no seguir ese camino suicida?

[1] Relativo a Michel Aflaq, fundador del Baaz.

Hezbolá a la lista negra

Hezbolá a la lista negra
Un niño con la bandera de Hezbolá durante una manifestación en El Libano
La organización libanesa fue incluida por la Unión Europea en la lista de agrupaciones terroristas. EEUU felicitó la medida, el gobierno de Beirut la rechazó.
La organización político-militar Hezbolá (Partido de Dios) fue incluida en la lista de grupos terroristas por la Unión Europea (UE), tras una reunión de los 28 ministros de Relaciones Exteriores de los países miembros del bloque. Ante esta medida, la organización, que forma parte del gobierno de unidad de Líbano, acusó a la UE de doblegarse “ante la voluntad de Israel”, informó la televisión Al Manar, que pertenece a la agrupación.
Desde Hezbolá denunciaron que el gobierno de Tel Aviv buscó “sin descanso llevar a la UE a tomar esta decisión con el apoyo flagrante de los estadounidenses y los británicos”. Uno de los argumentos utilizados por Europa fue acusar al partido chií de cometer un atentado contra un colectivo en Brujas, Bélgica, en el cual fallecieron cinco turistas israelíes y el conductor, de origen búlgaro. Un mes atrás el canciller búlgaro, Kristian Vigenin, aseguró “no hay pruebas contra Hezbolá en el atentado”.
Aunque este hecho se encuentra en el centro de la escena, la UE también evaluó la participación de la organización en el conflicto interno sirio. Hezbolá ha combatido contra los grupos mercenarios que intentan derrocar al presidente Bashar Al Assad, algo que fue confirmado el pasado 25 de mayo por el secretario general de Hezbolá, Seyed Hassan Nasrallá. El líder chiita defendió la decisión del movimiento de enfrentar a los terroristas en la ciudad siria de Al Qusair, liberada por el Ejército luego de intensos enfrentamientos y bombardeos.
Por su parte, el canciller libanés, Adnan Mansur, consideró “precipitada” la decisión de la UE sobre Hezbolá, ya que “debería haber habido más debate antes de adoptar ese paso para que no se refleje negativamente o tenga repercusiones en Líbano”. El primer ministro interino de Líbano, Nayib Mikati, lamentó la decisión tomada, pero aseguró que la nación árabe “desea acatar las leyes internacionales y mantener las mejores relaciones con los países de la Unión Europea”.
El gobernante explicó que “daremos seguimiento al asunto a través de canales diplomáticos, aunque deseamos que los países de la UE realicen una lectura cuidadosa de los hechos y busquen más información” al respecto. El 19 de julio pasado, el gobierno de Beirut emitió un comunicado en el que manifestó que Hezbolá “es parte esencial de la sociedad” libanesa, por lo cual solicitó a la UE no incluirlo en su lista de organizaciones terroristas.
Tanto Estados Unidos como Israel felicitaron la medida tomada por los cancilleres europeos. La ministra israelí de Justicia, Tzipi Livni, declaró que “ahora es claro para todo el mundo que Hezbolá es una organización terrorista”. El secretario de Estado de la Casa Blanca, John Kerry, argumentó que “la UE envía un fuerte mensaje a Hezbolá de que no puede operar con impunidad”.
Hezbolá fue fundada en la década del ochenta, bajo la influencia de la Revolución Islámica que triunfó en Irán en 1979. Caracterizada por ser una organización con un amplio trabajo social en las regiones chiitas de Líbano, Hezbolá posee un fuerte aparato militar, que le permitió repeler la invasión de Israel a territorio libanés en 2006. En este ataque, que duró un mes, cientos de libaneses murieron por las incursiones bélicas israelíes, entre ellos 440 milicianos de Hezbolá, mientras que el Ejército Israelí tuvo 119 bajas y 400 heridos.

sábado, 27 de julio de 2013

Siria, la guerra de las palabras y las imágenes

¿Habéis dicho condicionamiento ideológico? ¿Habéis dicho indignación selectiva? :: Reacciones de la prensa y la intelectualidad ante distintas guerras
por Bahar Kimyongur 
Sin duda no lo sabíais. Y con razón. En ese país, han habido 250.000 desapariciones forzadas en 20 años, de las cuales 34.467 entre 2005 y 2010. En una sola fosa común situada cerca de una caserna militar, han sido encontrados no menos de 2000 cuerpos. Los oponentes políticos se echan como pasto para los caimanes, los rebeldes se arrojan vivos en hornos crematorios, los sindicalistas se eliminan a miles, los pueblos se bombardean por la aviación, los jóvenes se recogen en la calle, se llevan al bosque, se ejecutan y luego se visten como combatientes por sus asesinos para hacer creer que fueron asesinados durante enfrentamientos militares, los militantes de derechos humanos que denuncian la barbarie se eliminan en plena calle, los verdugos del pueblo se benefician de la impunidad, cerca de 600.000 personas han sido desplazadas entre 2010 y 2011.
Tenemos aquí todas las características de una dictadura que asesina a su pueblo. Y sin embargo, a ese régimen nunca se le describe como tal por nuestros medios. Normal, es el Estado colombiano, niño mimado de Washington, Paris y Tel Aviv. En resumen, un régimen amigo…
Para saber si nuestros medios son realmente libres como lo pretenden, no hay nada mejor que comparar el tratamiento mediático de los conflictos que desgarran a Colombia, Estado alineado al «mundo libre» y a Siria, patito feo del eje del Mal.
Cuando los medios occidentales hablan de Siria, la palabra «chabbiha», para designar a las fuerzas civiles lealistas, aparece una y otra vez. Los chabbiha son acusados de crímenes barbaros a cuenta de Damasco.
Pero, ¿habéis oído siquiera hablar de las Autodefensas unidas (AUC), de los «Bacrim» o de la Fuerza Omega que hacen estragos de manera cotidiana en Colombia?
En los medios occidentales, está prohibido hablar de «revolución» y de insurrección popular en Colombia. En cambio, los cirujanos estéticos de las cadenas TF1, RTL o France 24 trabajan a destajo para transformar el look de los yihadistas que actúan en Siria, en zapatistas floridos.
En Colombia, los centenares de miles de campesinos pobres, de indígenas que están implicados a diversos niveles en la resistencia armada no tendrían nada que ver con el pueblo.
En cambio, la insurrección anti-baasista seria la «revolución» de «todo un pueblo» y eso, a pesar de la existencia de millones de ciudadanos sirios que expresan una hostilidad salvaje hacia la oposición y una lealtad infalible hacia el gobierno.
Nuestra prensa califica la revolución colombiana de «terrorismo», de «gang», de «maffia», o aun de «narco-guerrilla». Sin embargo es más emancipada y menos depravada que la pretendida «revolución siria», esa infeliz cortesana encerrada en el harem de los reyes del Golfo.
Marie Delcas, corresponsal del diario 'Le Monde' (30 mayo 2012) titulaba «La amenaza de las FARC todavía ronda». ¿Podríais imaginar aunque fuera sólo por un instante que el Ejército sirio libre fuera considerado como una amenaza?
Cuando la dictadura colombiana comete crímenes, siempre se le perdona. En el caso del régimen terrorista de Bogotá, no hay ni indignación, ni sanción, ni resolución del Consejo de seguridad de la ONU, ni amenaza de intervención militar, ni campaña de sensibilización a favor de las víctimas de la dictadura, ni discusión sobre armar a los rebeldes, ni aprovisionamiento de «material no letal».
Sobre todo no os arriesguéis defendiendo a las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC), principal movimiento de resistencia contra el régimen de Bogotá, terminareis detrás de los barrotes por apología del terrorismo, y peor todavía, excomulgados por la Inquisición de la burguesía bohemia, por blasfemia ideológica o por herejía estaliniana.
Al contrario, defender a los que cortan el cuello, a los que despedazan, a los saqueadores, a los genocidas de Al Nosra o del ESL que masacran al pueblo sirio con la ayuda de la CIA, a las monarquías oscurantistas del Golfo y a los gobiernos europeos que no tienen más estima por sus propios pueblos que por el pueblo sirio, eso sí que es humanista.
Si habláis de resolución política del conflicto en Colombia, seréis sospechosos de simpatía hacia las FARC porque «no se negocia con terroristas». Y si habláis de resolución política del conflicto en Siria, seréis sospechosos de simpatía hacia el presidente Assad porque «no se negocia con dictadores».
'Last but not least', las víctimas de la represión del régimen sirio tienen derecho a todas las lágrimas que se derraman, y eso es legítimo. Pero jamás las víctimas del régimen colombiano. Esas no tienen ni voz, ni sueños, ni rostro.
¿Habéis dicho condicionamiento ideológico?
¿Habéis dicho indignación selectiva?
www.michelcollon.info (Investig’Action). Traducción: Collectif Investig’Action
www.lahaine.org

Túnez, de nuevo Egipto


Santiago Alba Rico *

Es duro ver cómo el país en el que vivo y que amo se dirige hacia el abismo; y más duro aún contemplar el entusiasmo con el que mucha gente que respeto se arroja voluntariamente en él. Los asesinos ayer de Mohamed Brahmi, portavoz de un pequeño partido de izquierdas integrado en el Frente Popular, se mueven probablemente en una nebulosa oscura en la que se mezclan delincuentes, salafistas y conspiradores maquiavélicos. Nunca me atrevería a aventurar un culpable y es muy probable que, como en el caso de Chukri Belaid, se emborronen o se falseen las pistas y nunca desemboquemos en ninguna certeza. Lo que sorprende es la unanimidad y convicción con que la oposición se ha precipitado a acusar a Nahda y sus “milicias paralelas” de la ejecución del horrendo crimen. Esta “unanimidad y convicción” forma parte, a mi juicio, de los datos con los que trabajan, desde la sombra, todos aquellos que, desde hace dos años, buscan hacer descarrilar  la “transición democrática” tunecina y que ahora han encontrado, tras el éxito en Egipto, una nueva escenografía favorable.
No sabemos quién ha matado a Brahmi, pero demasiadas cosas encajan para no pensar en el caso egipcio. Recordemos algunas de ellas.
Tras el putch de Al-Sisi en El Cairo, la polarización en Túnez se había agravado mucho. La oposición, tanto de derechas como de izquierdas, había celebrado el golpe como “un segundo acto revolucionario” en el que debía inspirarse la oposición para cuestionar la “legitimidad” del gobierno de coalición y, más importante y más grave, de la Asamblea Constituyente. Una actividad febril de los partidos, junto a la creación de un Tamarrud tunecino, se correspondía, como en un espejo, con los temores del gobierno, que se sentía claramente interpelado por los acontecimientos en Egipto y que, al mismo tiempo que acusaba y amenazaba a Tamarrud y a los “conspiradores” de la oposición, aceleraba los trámites parlamentarios para la aprobación de la constitución y la convocatoria de elecciones. Cuando se produce el asesinato de Brahmi, Egipto obsesionaba a la opinión pública tunecina y “guiaba” los programas inmediatos de todas las fuerzas políticas. Muchos habíamos llamado ya la atención sobre los paralelismos de los dos procesos y sobre los peligros que desde Egipto se proyectaban sobre Túnez.
Mohamed Brahmi
Mohamed Brahmi, en una imagen de agosto de 2012 durante una entrevista en una cadena de radio. / Efe
Al contrario que en Egipto, en Túnez hay un “núcleo duro” de legitimidad que es más difícil erosionar: la Asamblea Constituyente, reivindicación central de la segunda Qasba, no enteramente identificable con el gobierno. ¿Quién era Mohamed Brahmi? Era el máximo dirigente de un diminuto partido, Corriente Popular, escisión a su vez de la izquierda nasserista, pero era sobre todo diputado electo de la Asamblea. Es evidente que sus asesinos lo han elegido por esto. Y es evidente que han elegido muy bien el momento: con el borrador de la Constitución ya terminado, en plena discusión parlamentaria, cuando por fin  -¡tras dos años!- la Asamblea estaba a punto de terminar la misión para la que había sido elegida. Si a eso se añade que lo han matado el 25 de julio, fiesta nacional de la República, la reacción desencadenada era tan previsible como la “unanimidad” frente a Nahda. Tras el asesinato, las demandas de Tamarrud se han convertido en el programa común de todos las fuerzas de oposición y, entre ellas, la primera es la disolución de la Asamblea Constituyente, algunos de cuyos diputados -mientras escribimos estas líneas- han anunciado ya su dimisión. Junto a la huelga general convocada por el sindicato UGTT, la llamada a la “desobediencia civil” de Hama Hamami, portavoz del Frente Popular, y la nueva posición de Nejib Chebbi, líder del Al-Jumhuri (partido integrado en el derechista Nidé Tunis que hasta ahora se había desmarcado del “modelo egipcio”), una “sentada permanente” frente al palacio del Parlamento en el barrio del Bardo se perfila como nudo simbólico de un enfrentamiento que ha provocado ya, en las últimas horas, choques, cargas policiales y heridos en distintas ciudades del país.
Este programa común de la oposición -de izquierdas y de derechas- ha cristalizado en el comunicado que, apenas unas horas después del infame asesinato, han firmado casi treinta representantes de distintos partidos y organizaciones. En él, tras exigir la disolución de la Asamblea, la formación de un gobierno de Unidad Nacional y la redacción de la Constitución por un Consejo de Sabios, se hace una inquietante alusión a la policía y las fuerzas armadas, a las que se pide “que respeten la voluntad popular y protejan las pacíficas luchas del pueblo”. Todos los firmantes de este documento, es evidente, están pensando en Egipto. También, obviamente, la izquierda acuñada en el Frente Popular, al que pertenecía la víctima y que se siente con razón protagonista de la campaña antigubernamental. En una entrevista concedida a Giuliana Sgrenados días antes del asesinato de Brahmi, la viuda de Chrukri Belaid, Basma Khalfaoui, no sólo celebraba la “segunda revolución” egipcia, negando que se tratase de un golpe de Estado, sino que elogiaba a Rachid Ammar, jefe del Estado Mayor tunecino cuya jubilación hace tres semanas fue acompañada de una declaración televisiva, entre amenazadora y electoralista, que muchos escuchamos con inquietud. Tras la muerte de Mohamed Brahmi, la declaración del general, junto a las peligrosas reflexiones de la -por lo demás- muy valiente e inteligente Basma Khalfaoui, se inscriben de manera natural en lo que se vislumbra como la nueva ecuación exitosa de la contrarrevolución: “legitimidad popular directa” más intervención del ejército. Ojalá me equivoque y las especificidades tunecinas acaben imponiéndose, pero mucho me temo que la balbuciente, precaria y tensa “transición democrática” tunecina, tan importante para toda la región, está a punto de acabar. Duele pensar en los hachazos que la izquierda está dando -entre la legitimidad del dolor y el atajo oportunista- para derribar el andamio.
Del otro lado, Nahda y sus compañeros de gobierno, que controlan muy poco el aparato del Estado, harían mal en creer que están a cubierto de la “democracia militar” egipcia o que la UE y los EEUU los van a proteger mejor que a los HHMM. La UE y EEUU negocian siempre con “vencedores” más que con amigos, y sus verdaderos amigos están en el seno de la oposición. Su interés en sostener el gobierno de Nahda, con el que han llegado a tantos acuerdos, terminará en el mismo momento en que un “golpe popular”, en el marco del derrumbe regional del modelo turco-qatarí, lleve al poder a sus verdaderos amigos: la derecha laica, única capaz -al parecer- de ofrecer verdadera “estabilidad”. Habrá que seguir con atención y la respiración suspendida lo que ocurra en los próximos dos o tres días, que serán decisivos.
Una pregunta para acabar. Pero, ¿por qué -por qué- matar siempre a un opositor de izquierdas? Porque -digámoslo así- “sale gratis”: con muy poco gasto se introducen grandes efectos. Y porque los que han matado a Brahmi, pensando en Egipto, saben lo que muchos izquierdistas prefieren ignorar: que la izquierda, que pone casi siempre las víctimas, tiene muy poco que ganar en todo esto.
(*) Santiago Alba Rico es escritor y filósofo.
Fuente: http://www.cuartopoder.es/tribuna/tunez-de-nuevo-egipto/4874

Para el año 2100, la población mundial llegaría a 11 mil millones

Los expertos, sorprendidos por las tasas de fecundidad: son más altas de lo previsto.
Le Monde
Parece lejano ya el tiempo en el que Naciones Unidas anunciaba que la población mundial había superado el límite de los 7.000 millones de habitantes. Sin embargo, eso fue el 31 de octubre de 2011. Dos años después, el tema que preocupa ahora a los demógrafos de la ONU es la fecha en la que se superará el límite de los 11.000 millones.
Contrariamente a lo que se espera, la población del planeta no está en vías de estabilizarse.
Por lo menos, no antes del fin de este siglo XXI. Según el nuevo informe Perspectivas de la población mundial: revisión de 2012 , publicado en junio por la división población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales, las pasadas proyecciones de los demógrafos eran demasiado “optimistas”.
Apoyándose en las tendencias actuales en términos de fecundidad, mortalidad y migraciones, la ONU tiene en cuenta tres escenarios que hacen oscilar la cantidad de individuos para fines de este siglo entre 6.800 y 16.600 millones. Si se tiene en cuenta la variable media, considerada la más plausible por los expertos, la población mundial pasará de 7.200 millones de este año a 8.100 en 2025, 9.600 en 2050 y 10.900 en 2100. Esto es, una diferencia en las previsiones para fines de siglo de 800 millones en relación a la proyección de hace tres años. Es la segunda vez desde 2010 que la ONU se ve obligada a revisar a la suba sus proyecciones.
El error es humano”, comenta con una sonrisa Michael Herrmann, del Fondo de Naciones Unidas para la Población, antes de precisar: “Los demógrafos son estadígrafos, cuanto más les pide uno proyecciones alejadas en el tiempo menos exactos y ciertos podrán ser sus datos”.
Antes de 2010, las proyecciones se hacían cada 25 a 30 años. Según este economista, la idea de llevar más lejos el desafío llevando las proyecciones a 50 años es algo muy reciente. Responde a una demanda, de los institutos de investigación básicamente.
La sorpresa para los demógrafos de la ONU vino sobre todo de la mano de las tasas de fecundidad, más altas que lo que se había anticipado, en muchos países en vías de desarrollo. Ejemplo: en la zona de África al sur del Sahara, el porcentaje de fecundidad sigue siendo elevado, con más de cinco hijos por mujer en muchos países, como Nigeria, Níger, República Democrática del Congo, Etiopía y Uganda.
Nigeria podría estar más poblado que Estados Unidos antes de 2050 y los demógrafos no excluyen que se convierta, para fines de este siglo, en el segundo país más poblado del planeta.
El escenario inverso está proyectado para la población de países desarrollados. En Europa se prevé una baja de un 14% de la población de aquí a 2100. Para el experto Robert Engelman, el alto nivel de las tasas de fecundidad en los países pobres se explica por el aumento de la esperanza de vida.
Traducción: Silvia Simonetti

viernes, 26 de julio de 2013

Descenso a los infiernos en Siria


La espiral de violencia del conflicto sirio recuerda el descenso de Dante al infierno y su paso por los nueve círculos, cada uno más terrible que el anterior. La población siria vivía en el infierno de la tiranía, sometida a un régimen que ha cultivado el miedo y la desconfianza como herramienta de control y que ha dosificado avariciosamente la libertad de su pueblo durante décadas. Gracias a los vientos de cambio que soplaban desde el Occidente árabe, la revolución se extendió por todo el territorio. Todo parecía posible, incluso una cierta apertura hacia la democracia.
El segundo círculo infernal se hizo evidente cuando el régimen recurrió a la represión contra las protestas pacíficas, a los francotiradores, las milicias que eliminaban indiscriminadamente a civiles, la detención arbitraria, la tortura, la desaparición. Luego llegó el tercero, la militarización de la revuelta y la escalada bélica. Era el círculo de la artillería pesada, los tanques, bombardeos aéreos, misiles scud, el fuego cruzado, las líneas del frente en constante movimiento, el desplazamiento masivo de población, sin saber si adonde llega será mañana un lugar seguro.

Con el tiempo se hizo realidad la amenaza de la infiltración yihadista en el bando rebelde, el cuarto círculo infernal protagonizado por unos personajes con capacidad militar, con una ideología radical y un afán por imponer una visión de la sociedad y la religión ajena a la realidad siria. Junto con la intervención militar directa de actores externos como Hezbolá, se materializa el quinto círculo del terror, el de la sectarización, en virtud de la cual el combate por la libertad se interpreta como una lucha entre suníes y chiíes, reproduciendo una fractura regional que lleva décadas forjándose y que ha encontrado en Siria terreno fértil donde hacer explosión.

La caída a lo más profundo de ese infierno, el sexto círculo, va acompañada del fracaso de la oposición para forjar una coalición inclusiva y representativa de la población, cuya legitimidad no sea enteramente cuestionada. Las luchas intestinas por la hegemonía, el fracaso para hallar posiciones comunes se ha manifestado de nuevo en mayo en Estambul. Es la maldición de décadas de encapsulamiento y aislamiento de la oposición. Tal fractura ha servido para justificar la casi total inoperancia de la comunidad internacional. No solo eso, la intromisión de los actores regionales e internacionales, cuyo objetivo principal ha sido maximizar los réditos de la revolución a su favor, es el séptimo infierno que condena a la población siria a la guerra, a ser víctimas de un sistema de ayuda humanitaria insuficiente y de unos mecanismos de gestión de conflictos notoriamente ineficaces.

La oficina del PNUD en las Naciones Unidas  cree que se han rebasado los 94.000 muertos. Hay más de cuatro millones de niños que necesitan ayuda urgente, más de 1,6 millones de refugiados y 4,25 millones de desplazados. Niños soldados, convertidos en escudos humanos, torturados, niñas casadas a la fuerza a cambio de dinero o seguridad, víctimas del hambre, de las epidemias que se agravan con el calor. Este es el octavo círculo infernal, el drama humano, cuyo futuro si no se actúa puede condenar a todo un pueblo al noveno y más brutal de los infiernos, el de la venganza y la barbarie permanente.

A diferencia de la obra de Dante, en Siria no habrá purgatorio ni paraíso. Ni final feliz. El régimen de Bashar al Assad puede resistir, sus aliados le apuntalan sólidamente, y solo una acción internacional consensuada o un cambio drástico en las coordenadas regionales podrían modificar la evolución. La diplomacia internacional no logrará sentar a las partes si no resuelve antes el escollo de negociar con o sin Al Assad en el poder, y la oposición aun no ha decidido si acudir a la ya aplazada conferencia de Ginebra 2. Al Assad podría acabar gobernando un país inexistente, pero aun cuando sofoque la oposición militar, la revolución difícilmente desaparecerá.

Naciones Unidas ha emitido la mayor petición de fondos de su historia: 5.000 millones de dólares. Los países vecinos están al límite de su capacidad de asistencia. Mientras, contemplamos cómo el descenso a los infiernos se acelera y miramos hacia otro lado para evitar la incomodidad de preguntarnos si se podría hacer más.

jueves, 25 de julio de 2013

El gran fraude: Reflexiones en torno al golpe militar de Egipto

Revelando la hipocresía de El-Baradei y sus elites liberales

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Cada coup d’état empieza siempre en la historia con un general del ejército anunciando el derrocamiento y arresto de quien dirige el país, la suspensión de la constitución y la disolución del poder legislativo. Si el pueblo resiste, se vuelve sangriento. Egipto no es la excepción.A medida que el polvo se asienta y la niebla se disipa sobre los sucesos que se despliegan en Egipto, el escenario político va aclarándose. Con independencia de cómo uno vista la situación sobre el terreno, la batalla política e ideológica librada a lo largo de un año entre los partidos islamistas y sus homólogos liberales y laicos ha quedado decidida por un único factor decisivo: la intervención militar de los generales de Egipto en nombre de los últimos.
Como he defendido en algunos de mis artículos (al igual que otros escritores), no hay duda de que el Presidente Mursi y los Hermanos Musulmanes cometieron errores de cálculo y numerosas equivocaciones, sobre todo al ignorar las demandas de muchos de los grupos de jóvenes revolucionarios y abandonar a sus antiguos socios de la oposición. Con frecuencia actuaron de forma ingenua y arrogante. Pero en cualquier sociedad civilizada y democrática, el precio de la incompetencia o del narcisismo se paga políticamente en las urnas.
Elecciones y obstruccionismo: ¿Tienen importancia las elecciones?
Para frustración suya, la oposición liberal y laica fracasó una y otra vez a la hora de ganarse la confianza del pueblo cuando el electorado egipcio ejerció su libre voluntad, con decenas de millones de personas acudiendo a votar en seis ocasiones en dos años. En marzo de 2011, después de derrocar al régimen de Mubarak el mes anterior, votaron un referéndum que favoreció a los islamistas (77% de los votos), que trazaron el futuro plan de acción política. Entre noviembre de 2011 y enero de 2012, votaron a favor de los partidos islamistas por abrumadora mayoría en la cámara baja (73%) y en la cámara alta (80%) del parlamento. En junio de 2012 eligieron como presidente, por muy poca diferencia y por primera vez en su historia, al candidato civil de los Hermanos Musulmanes en unas elecciones libres y justas. Finalmente, el pasado diciembre, el pueblo egipcio ratificó, con una mayoría del 64%, la nueva constitución del país. Este verano estaba previsto celebrar nuevas elecciones parlamentarias pero el Tribunal Constitucional Supremo (TCS) nombrado por Mubarak intervino de nuevo invalidando las nuevas leyes electorales.
Desde el punto de vista de los HM y de sus aliados islamistas, el TCS estuvo desempeñando un papel obstruccionista durante todo este proceso. En junio de 2012, para su consternación, el TCS disolvió, por motivos técnicos, la cámara baja del parlamento a los cuatro meses de haber sido elegida. También pretendió disolver la cámara alta del parlamento así como la Asamblea Constituyente Constitucional (ACC) –la entidad encargada de redactar la nueva constitución- días antes de que finalizara sus trabajos. Esto obligó a Mursi a intervenir y emitir su nefasto decreto constitucional el 22 de noviembre de 2012, a fin de proteger la ACC de la anulación judicial. Tratando de forzar su colapso, dimitieron en masa todos los miembros laicos de la ACC, aunque se habían acordado con anticipación su formación y los parámetros del proceso, como puso de manifiesto un miembro de la oposición al informar de la operación en abril de 2012.
Sin embargo, la declaración de Mursi representó un punto de inflexión que galvanizó a la oposición, que, como era de prever, le acusó de ejercer un poder autoritario. A su vez, Mursi defendió que su decreto era necesario para construir las instituciones democráticas del estado que el TCS estaba desmantelando una a una. Bajo las intensas presiones públicas, a las tres semanas dio marcha atrás y anuló el decreto, pero solo tras asegurar que se sometería a referéndum la nueva constitución.
Después de una decidida campaña pública de la oposición en rechazo de la constitución, el pueblo la aprobó en una proporción de casi dos a uno. El siguiente paso constitucional habría sido la celebración de elecciones parlamentarias en seis días. Pero, aunque las leyes electorales eran parecidas a las leyes acordadas por todos los partidos en las elecciones de 2012, la oposición se quejó de que favorecían a los partidos islamistas y amenazó con boicotear las elecciones. A los cuatro meses, el TCS había rechazado y anulado las elecciones por razones técnicas, afianzando así aún más la percepción de los islamistas de que el tribunal nombrado por Mubarak continuaba desbaratando las incipientes instituciones democráticas del país.
Extraños compañeros de cama: La irracional trinidad de los Emiratos del Golfo, los fulul y la oposición laica de Egipto
El 22 de abril de 2011, el Príncipe Heredero de los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Mohammed Bin Zayid, hizo que sus jefes de inteligencia y seguridad se reunieran con el rey Abdullah de Arabia Saudí y sus altos funcionarios de seguridad para discutir las ramificaciones de la Primavera Árabe. Bin Zayid advirtió que a menos que los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) desarrollaran una política proactiva para prevenir la oleada de levantamientos populares que barrían el Mundo Árabe en ese momento, ninguno de los monarcas de la región iba a sobrevivir. Tres semanas después, en una cumbre urgente convocada en Riad, hizo llegar el mismo mensaje a todos los jefes de estado del CCG. Aunque Qatar se quedó indiferente ante su mensaje, los otros cinco países se mostraron receptivos. A Bin Zayid y al príncipe Bandar Bin Sultan, el jefe de la inteligencia saudí, se les encargó de la elaboración de un plan eficaz para contrarrestar el fenómeno de la Primavera Árabe en la región. Posteriormente, el rey Abdullah solicitó y recibió la ayuda del rey Abdullah II de Jordania, quien se unió a estos esfuerzos mientras se excluía a Qatar de todas las futuras reuniones.
Durante décadas, los EAU estuvieron muy próximos a Mubarak y sus compinches. Miles de millones de dólares de las fortunas conseguidas saqueando el país acabaron depositados en bancos de Abu Dabi y Dubai. Tras el derrocamiento de Mubarak, docenas de corruptos empresarios y funcionarios de la seguridad salieron calladamente de Egipto y se instalaron en los EAU. Cuando el último primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq, perdió las elecciones presidenciales frente a Mursi en junio de 2012, también se trasladó a los EAU. En el otoño de 2012, estaba claro que los EAU albergaban toda una red de personajes que tramaban el derrocamiento de Mursi y los HM.
A las pocas semanas de la formación del nuevo gobierno, el 21 de agosto de 2012, el defensor de Shafiq y portavoz de su partido político, Mohammad Abu Hamid, anunció quince demandas que culminaban en el objetivo de derrocar a los “Hermanos Musulmanes o gobierno Ijwan”. Advirtió contra la “ijwanización” del estado, i.e. los nombramientos de miembros de los HM para puestos estatales clave, culpándoles de la carencia de servicios básicos para el pueblo. Abu Hamid convocó también posteriores protestas masivas en la Plaza Tahrir mientras acusaba a Mursi de hacerse con el poder, de imponer una dictadura e interferir judicialmente mucho antes de que el presidente emitiera su desventurado decreto constitucional tres meses después. Exigió además la prohibición de los HM y su filial política, así como el arresto de sus dirigentes, a quienes acusó de traición. Todas sus demandas se convertirían posteriormente en los puntos de conversación de todos los partidos de la oposición y los medios de comunicación anti-Mursi.
Aunque Mursi tomó las riendas de los poderes del país y a primeros de agosto pudo forzar el retiro de los más altos generales del ejército, su autoridad era endeble. En vez de purgar de los centros de poder a los elementos más enquistados en ellos de la época de Mubarak, es decir, el ejército, los servicios de inteligencia, el aparato de seguridad y la policía, creyó ingenuamente que podría apaciguarlos. Se confió creyendo que se había ganado su lealtad. En realidad, esas agencias, junto con el poder judicial, los medios de comunicación públicos y privados laicos, así como la mayor parte de la burocracia, representaban los intereses del “estado profundo”, una red de corrupción e intereses especiales que se mantenía atrincherada desde hacía décadas en las instituciones estatales.
Una forma de corrupción que proliferó durante los días de Mubarak consistió en contentar a segmentos fundamentales de la sociedad como el poder judicial o la policía, mediante la distribución, por ejemplo, de inmensas parcelas de tierra a precios enormemente rebajados, que a su vez los vendían a la gente a millones de libras egipcias. Por ejemplo, cuando Shafiq estuvo a cargo de la Asociación de Pilotos Militares en la década de los noventa, vendió a los hijos de Mubarak alrededor de 40.000 acres de tierra de primera calidad en el Delta del Nilo a un dólar el acre, cuando el precio del acre estaba en aquel momento en decenas de miles de libras. Esta venta fue consiguientemente denominada, una vez denunciada el año pasado, el “Escándalo de las Tierras de los Pilotos”, siendo Shafiq acusado de malversación de fondos y corrupción política en relación con el mismo. Pero a pesar de las abrumadoras pruebas en sentido contrario, el corrupto sistema judicial había absuelto de cualquier delito a Shafiq a primeros de año.
De forma lenta pero segura, los residuos del régimen Mubarak y los corruptos empresarios relacionados con ellos, mejor conocidos como los fulul, se reagruparon y unieron en torno a los elementos del estado profundo. Mientras tanto, la oposición laica, que estaba completamente desperdigada, formó por primera vez un movimiento unido denominado Frente de Salvación Nacional (FSN) después de que Mursi emitiera su decreto a finales de noviembre. El FSN Incluía a la mayoría de los candidatos presidenciales fallidos y a varias docenas de partidos laicos, quienes, a pesar de haberse unido, no recibieron más que el 25% de los votos en las elecciones parlamentarias. Sus dirigentes incluían a Amr Musa, Hamdein Sabahi, Elsayid AlBadawi, Mohammad Abul Ghar y el multimillonario Naguib Sawiris. El FSN escogió al ex director de la AIEA, Mohammed ElBaradei, como portavoz.
En noviembre de 2012, el príncipe Bandar presentó dos detallados planes a los estadounidenses a través de la CIA. El Plan A consistía en un complot para derrocar rápidamente a Mursi a primeros de diciembre, mientras el Plan B era un plan a largo plazo que implicaba dos vías. Una de las vías consistía en una serie de protestas desestabilizadoras que culminarían con el derrocamiento de Mursi, mientras que la otra incluía la unión de la oposición para formar una coalición que derrotara a los HM en las urnas si fallaba la primera vía. Aunque la CIA conocía perfectamente el plan ni lo apoyó ni lo rechazó porque la administración Obama, jugando a ambas bandas, también estaba intentando dialogar con el gobierno de Mursi.
El plan para derrocar a los HM se elaboró alrededor de una trama para asesinar a Mursi en su residencia el 5 de diciembre. Sin embargo, un leal guardia presidencial de nivel medio lo reveló horas antes de que se produjera. Con ayuda de los HM, Mursi pudo desbaratar el complot, aunque se negó a revelarlo o discutirlo en público.
En marzo de 2013, el líder del FSN, ElBaradei, se reunió con Shafiq y Bin Zayid en los EAU. Todos acordaron que la única vía para desalojar a Mursi y a los HM del poder era socavando su gobierno y la estabilidad del país a nivel interno y convenciendo a los gobiernos occidentales, especialmente a EEUU, Reino Unido, Francia y Alemania, para que apoyaran un golpe militar. Según un reciente informe del Wall Street Journal, se celebraron una serie de encuentros en el Club de Oficiales de la Marina entre altos oficiales militares, representantes de los fulul, incluido el abogado del multimillonario y compinche de Mubarak Ahmed Ezz, el arquitecto de las fraudulentas elecciones parlamentarias de 2010, y los dirigentes de la oposición, incluido ElBaradei. Según esta información, que no fue rechazada ni negada por ninguna de las partes, los generales del ejército le dijeron a la oposición que no intervendrían para derrocar a Mursi a menos que millones de personas tomaran las calles de su lado.
La trama se complica
Aunque la oposición estaba enviando mensajes confusos acerca de si participar o no en las próximas elecciones parlamentarias, los HM y sus aliados islamistas estaban preparándose para las inminentes protestas. Mientras tanto, muchos de los jóvenes y grupos revolucionarios, que encabezaron el levantamiento en 2011 se sentían frustrados ante el escenario político: Un régimen que ignoraba sus demandas y una oposición ineficaz inclinada al obstruccionismo. De repente, un nuevo movimiento de jóvenes irrumpió en escena a finales de abril de 2013. Sus líderes, anteriormente desconocidos, lo denominaban Tamarrud o Rebelión. La razón aducida para el lanzamiento del movimiento fue recoger quince millones de firmas de la gente, un millón más de lo que Mursi había recibido en su candidatura a la presidencia, para exigir elecciones presidenciales anticipadas.
Los grupos de la oposición apoyaron de inmediato a Tamarrud y prometieron ayudarles a conseguir su objetivo. El multimillonario empresario y severo crítico de los HM, Sawiris, afirmó a primeros de julio que había donado millones de dólares al grupo para publicidad y apoyo. Además, la maquinaria del ex Partido Democrático Nacional (PDN), el partido político de Mubarak, funcionaba a toda marcha, mientras muchos de sus antiguos funcionarios se ponían al frente de los esfuerzos para proporcionar recursos y recoger firmas por todo Egipto. Mientras tanto, los medios de comunicación privados empezaron una feroz campaña de difamación contra Mursi y los HM. Durante varios meses, alrededor de una docena de canales por satélite se dedicaron a demonizar a Mursi y su grupo. Se les acusó de todos los delitos y se les culpó de todos los problemas a que se enfrentaba el país. En ocasiones, incluso los medios públicos, que se suponía eran neutrales, se unieron a esta campaña. Además, el canal panárabe por satélite Al-Arabiya, financiado por los saudíes y que tiene su sede en los EAU, se unió a la campaña promocionando ansiosa y repetidamente las actividades deTamarrud y apoyando a las figuras de la oposición. En una ocasión, se grabó inadvertidamente a un famoso presentador mientras sostenía un papel con las respuestas a sus preguntas cuando estaba entrevistando a un portavoz deTamarrud.
Sorprendentemente, no sólo los HM estaban poco preparados para afrontar esta guerra propagandística sino que, además, en detrimento suyo, no se la tomaron en serio. Incluso cuando sus aliados islamistas advirtieron a los dirigentes de los HM sobre el potencial derrocamiento latente una semana antes de que Mursi fuera derribado, contestaron despectivamente que “ellos (la oposición) habían celebrado anteriormente veinticinco inútiles manifestaciones y esta iba a ser tan sólo la veintiséis”.
Hay dos razones importantes por las que Mursi y los HM no se preocuparon acerca de las inminentes manifestaciones. En primer lugar, el jefe del ejército, el general Abdel Fatah Sisi, había asegurado repetidamente a Mursi que el ejército no iba a derrocar al gobierno y que se mantendría leal al proceso democrático. Incluso cuando Sisi emitió un llamamiento al compromiso una semana antes del fatídico día del 30 de junio, dijo al presidente que no tenía nada de lo que preocuparse y que había tenido que lanzar esa advertencia para apaciguar a algunos de los generales de su ejército. En segundo lugar, la embajadora de EEUU, Anne Patterson, había asegurado con frecuencia a Mursi y los HM que EEUU no iba a apoyar ninguna actuación del ejército para destituir a un presidente democráticamente elegido.
Mientras tanto, ElBaradei estaba totalmente entregado a contactar con los líderes mundiales para convencerles de que la única solución para Egipto era la destitución derrocamiento de Mursi. A primeros de julio, admitió orgullosamente: “Hablé con los dos (Obama y Kerry) extensamente y traté de convencerles de la necesidad de destituir a Mursi”.
Además, los dirigentes de Arabia Saudí, los EAU y Kuwait presionaron a EEUU para que apoyara la inminente intervención militar en Egipto. Irónicamente, durante mayo y junio, los dirigentes occidentales, incluidos Obama y Kerry, presionaron a Mursi y a los líderes de los HM para que nombrara como primer ministro a ElBaradei mientras éste postulaba el derrocamiento de Mursi.
Como parte de la campaña de demonización para convencer a Occidente de que la popularidad de los HM, se encargó al Arab American Institute (AAI), en Washington DC, que llevara a cabo una encuesta acerca de la menguante popularidad de Mursi y los HM. El presidente del AAI y lacayo de los EAU, James Zogby, convocó una conferencia de prensa el 28 de junio para anunciar que “Mursi encabeza un gobierno minoritario que a nivel del pueblo sólo cuenta con el apoyo de su propio partido”, y que “los egipcios han perdido su confianza en el presidente Mursi y en la capacidad de los HM para gobernar”. Además predijo que “millones de egipcios iban a manifestarse en las calles contra Mursi y el gobierno de los HM”. Nadie en la conferencia de prensa se molestó en preguntar quién había realmente encargado y pagado la investigación que afirmaba haber encuestado a más de cinco mil personas por todo Egipto.
Deshaciendo las mentiras:
· Todas las democracias lo hacen: EEUU, Francia, Argentina, Brasil...
A mediados de junio, la campaña estaba en pleno vigor. Muchos profesores de ciencias políticas e intelectuales de la oposición, incluido Wahid Abdelmayid y Hasan Naf’ah, así como profesores de derecho constitucional, como Nur Farahat y Husam Isa, estaban defendiendo en varios canales de televisión que el llamamiento para celebrar “elecciones presidenciales anticipadas” no solo era un mecanismo aceptable de que se dispone en todas las democracias, sino que se había utilizado muchas veces antes. Como ejemplos, citaron la dimisión de Nixon en 1974, la de Charles de Gaulle de Francia en 1969, la de Raúl Alfonsín de Argentina en 1989 y la de Fernando Color de Mello de Brasil en 1992.
La deshonestidad intelectual de estas elites liberales es apabullante, ya que ninguno de los ejemplos citados contenía realmente un llamamiento a celebrar “elecciones presidenciales anticipadas” y menos aún a destituir a través de un golpe militar a un presidente democráticamente elegido. Nixon dimitió de la presidencia la víspera de su destitución por el Congreso. Gerald Ford, su vicepresidente, fue investido como presidente. No hubo elecciones anticipadas. De Gaulle dimitió voluntariamente de la presidencia después de más de diez años en el poder tras prometer que se retiraría si el pueblo no apoyaba sus reformas en el Senado y los gobiernos locales. Cuando el pueblo rechazó su referéndum, mantuvo su promesa aunque no estaba obligado a hacerlo constitucionalmente. Después de seis años en el poder, Alfonsín ni siquiera figuraba en las listas electorales de las elecciones presidenciales de 1989. Sin embargo, en el verano de 1989 se celebraron simultáneamente elecciones parlamentarias y presidenciales. Se suponía que la nueva presidencia se inauguraría cinco meses después, pero cuando el candidato de su partido fue derrotado por la oposición, Alfonsín renunció con prontitud para permitir que el nuevo presidente de la oposición asumiera el poder. Nada de elecciones anticipadas. Tras dos años en el poder, De Mello fue destituido por la asamblea legislativa por corrupción a través de un procedimiento constitucional y dimitió. El hecho de que ningún mecanismo constitucional en el mundo permita la destitución mediante protestas populares no molestó a esas personalidades liberales que intentaban que el ejército les quitara de encima a un presidente libremente elegido sin que les importara el peligroso precedente que se establecía.
El conocido escritor Alaa Al-Aswani no sólo citaba como válidos algunos de los anteriores ejemplos para destituir y derrocar a Mursi, sino que no perdió ni un minuto ni captó la ironía cuando colmó de elogios al ejército antes de terminar su columna semanal con esta habitual declaración: “La democracia es la solución”. Es verdad que algunas democracias tienen un mecanismo constitucional para destituir a un jefe de estado. Aunque ese mecanismo no existe para el caso del presidente de EEUU, muchas constituciones de varios de sus estados permiten que se destituya a sus gobernadores. En 2003, el pueblo de California retiró al gobernador Gray Davis. Pero esa destitución no fue consecuencia de las protestas en la calle ni de la intervención de la Guardia Nacional. Sino que fue un proceso constitucional que implicó la firma y autentificación de millones de peticiones ante el Tribunal Supremo Estatal, que autorizó el proceso de destitución. Aunque la constitución egipcia de 2012 permite que el parlamento destituya al presidente, ese acto no tuvo lugar.
· ¡Basta ya!: Hay que acabar con los cortes de electricidad y la escasez de combustible
Durante todo el mes de junio el ataque de los medios contra el gobierno de Mursi no sólo continuó culpándole de todos los males que afligían a la sociedad egipcia, sino que también se intensificó al agravarse tres problemas importantes: el deterioro de la seguridad, los frecuentes sabotajes de la energía eléctrica que duraban horas y afectaban no sólo a las zonas residenciales sino también a las industriales, y las carencias de combustible, que provocaban largas colas en las gasolineras.
Egipto tiene 2.480 gasolineras, de las cuales 400 son de propiedad estatal. Las otras dos mil son de propiedad privada, de magnates empresariales que consiguieron sus licencias durante la era de Mubarak porque estaban muy cerca del régimen y se les consideraba muy leales al mismo. El gobierno de Mursi afirmó que cada gasolinera había recibido su cuota y que no había razón para la escasez. De hecho, pocos días antes de que le destituyeran, Mursi advirtió a los propietarios de las gasolineras que iba a revocarles las licencias si no suministraban el fuel a sus clientes. Jalid Al-Shami, un joven activista que estuvo con la oposición hasta el golpe militar, reveló la trama cuando anunció en público que el puñado de propietarios de las gasolineras privadas conspiraban para crear una crisis de combustible para impulsar el descontento público contra Mursi. La mejor prueba de que el problema de la carencia de combustible se había fabricado es que se evaporó de la mañana a la noche. Desde el momento en que Mursi fue destituido, se acabó la escasez de combustible.
En cuanto al deterioro de la seguridad y de los cortes de electricidad, la conspiración era más profunda. La policía, que se negó a proteger barriadas enteras durante el gobierno de Mursi, ha regresado de nuevo con toda su fuerza. Los delincuentes y matones que aterrorizaban a la gente en las calles están de nuevo bajo el control del mismo aparato de seguridad de la era Mubarak, excepto en las zonas donde se manifiestan los seguidores de Mursi. Los apagones de electricidad, que duraban horas cada día en casi todas las barriadas, han desaparecido de la noche a la mañana. El misterio de la solución de estos dos inextricables problemas se descubrió esta semana. De los treinta y cinco miembros del gabinete elegidos por el ejército, ocho permanecieron en sus puestos, incluido el Ministro del Interior, a cargo de la policía, y el Ministro de Electricidad. Es de suponer que los primeros ministros en ser relevados de su cargo por el gobierno post-golpe serían aquellos de los que la gente se quejaba más por su incompetencia. La oposición que pedía la destitución de esos ministros estaba ahora aclamándoles y celebrando su permanencia. En resumen, muchos funcionarios públicos que profesaron lealtad al desventurado presidente estuvieron todo el tiempo socavando su gobierno, mientras la oposición le acusaba de atestar el gobierno con leales a los HM.
· Juego de Números: Si dices una mentira lo suficientemente fuerte y durante el tiempo necesario, la gente la creerá finalmente
En la segunda semana de junio, Tamarrud anunciaba que había recogido más de diez millones de firmas en seis semanas. Tan sólo diez días después, la cifra había aumentado a veintidós millones de firmas. Poco después, el portavoz deTamarrud, Mahmud Badr, anunció que el objetivo de la demostración del 30 de junio había cambiado. Ya no se pedían elecciones presidenciales anticipadas sino que se exigía la destitución de Mursi, sustituyéndole por el presidente del TCS, la anulación de la constitución, la prohibición de los HM y el arresto y procesamiento de sus dirigentes. Durante los días siguientes, los medios siguieron batiendo tambores hasta que llegó la fatídica jornada.
El 30 de junio, todos los actores conocían bien su papel. A media tarde, Tamarrud anunció que el número de personas en la calle superaba los 10 millones. Pronto, la cifra se convirtió en 14, después en 17 y después en 22. Finalmente, los medios afirmaron que las manifestaciones del 30 de junio por todo Egipto eran las mayores de la historia de la humanidad, con hasta 33 millones de personas en las calles. Los aviones militares volaban en formación por los cielos entreteniendo a las muchedumbres sobre la Plaza Tahrir, lanzando banderas egipcias y agua embotellada y trazando corazones como muestra de amor y afecto a los manifestantes. El ejército proporcionó incluso un helicóptero a Jalid Yusef, un famoso director de cine conocido por su apoyo a la oposición y hostilidad a los HM. Yusef había grabado a las muchedumbres y producido una película que se mostró de inmediato no sólo en cada cadena de televisión anti-Mursi en Egipto sino también por la televisión estatal. En cuestión de horas, todos los medios de comunicación afirmaban que la cifra de manifestantes era de decenas de millones y que solo en la Plaza Tahrir había entre cinco y ocho millones. El día del golpe hubo fuegos artificiales, espectáculos de láser y todo tipo de celebraciones a gran escala.
Como he sostenido con anterioridad, no hay duda de que había un inmenso clamor público e indignación contra Mursi y los HM. Pero, ¿fueron tan altas las cifras de manifestantes como se afirmó? En octubre de 1995, cientos de miles descendieron en la National Mall en Washington DC en lo que se denominó la Marcha de un Millón de Personas, que llenaron toda la zona. Los organizadores afirmaron haber conseguido el millón mientras que la policía de Park DC estimaba que la muchedumbre se componía de 400.000 personas. La zona del National Mall es de unos 146 acres (1 acre = 4.047 m2). Por tanto, hubo entre 2.750 personas (estimación de la policía) a 6.750 (estimación de los organizadores). Es decir, que hubo entre 0,7 y 1,7 personas por metro cuadrado.
En cambio, el área de la Plaza Tahrir es de 12,3 acres. Como demuestra de forma concluyente Amjad Almonser, ingeniero de comunicaciones y experto en Google Earth: incluso si se hubieran incluido todas las calles adyacentes a la Plaza Tahrir, el área no excedería de 25 acres. Incluso contando 4 personas por metro cuadrado y se eliminaran docenas de los edificios de los alrededores, no habría más de 400.000 personas ese día. Si nos creyéramos la cifra de 5-6 millones propagada por los partidarios del golpe militar (5-6 personas por pie cuadrado), se produce una clara imposibilidad física. Incluso aunque un millón hubiera ocupado cada pulgada de Tahrir y todas las calles adyacentes, hubieran sido 10 personas por metro cuadrado, otra cosa imposible. Incluso la BBC cuestionó finalmente esas infladas cifras.
Por tanto, en el mejor de los casos había menos de medio millón de personas en la Plaza Tahrir en el momento álgido de la manifestación y probablemente una cifra similar por todo Egipto. Por tanto, la voluntad del electorado egipcio se sacrificó cuando uno o dos millones de personas estuvieron protestando durante un día o dos.
· ¿Pueden guardar un secreto? Los medios anti-Mursi se lo explicarán con todo detalle
Incluso antes de que un solo manifestante llegara a Tahrir, Okaz, un diario saudí publicó con anticipación los detalles del escenario que se desarrolló tres días después cuando el ejército tomó el poder. Al día siguiente, Al-Ahram, un periódico oficial y el de más amplia difusión en Egipto, llevaba el titular “O dimite o será derrocado”. Esta noticia anunciaba con escalofriante detalle cómo iban a desarrollarse los acontecimientos, incluido el ultimátum de los militares, el derrocamiento de Mursi, el arresto de los dirigentes de los HM y la suspensión de la constitución. Cuando caía la noche del 3 de julio, el general Sisi anunció la destitución de Mursi, la suspensión de la constitución y el comienzo de una hoja de ruta política. Era exactamente la misma hoja de ruta que el presidente Mursi había anunciado con anterioridad y que la oposición rechazó. La única diferencia era su derrocamiento.
· Los estadounidenses muestran sus cartas
A lo largo de la crisis, la embajadora estadounidense Patterson desempeñó el papel de defensa del proceso democrático y el imperio de la ley. Cuando el general Sisi emitió su ultimátum al presidente el 1 de julio, la administración de EEUU mostró sus verdaderas cartas cuando la Asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice, le dijo al asesor para política exterior de Mursi, Esam al-Haddad, que todo había terminado: o Mursi dimitía o le derrocarían. Aconsejó que dimitiera, algo que Mursi rechazó terminantemente.
Una vez que Rice habló del inminente golpe, Mursi grabó un discurso de 22 minutos por teléfono inteligente prometiendo no renunciar ni someterse al inminente golpe. Su ayudante envió rápidamente por correo electrónico el improvisado discurso a sus seguidores. Una hora después estaba bajo vigilancia y no se le ha visto ni oído desde entonces.
Mientras tanto, el Secretario de Defensa Chuck Hagel habló con el líder del golpe, el general Sisi, al menos en cinco ocasiones durante la crisis. La aconsejó que anunciara que se celebrarían elecciones tan pronto como fuera posible, Además, aseguró a Sisi que su administración mantendría su ayuda militar. A los pocos días, el Vicesecretario de Estado William Burns fue a Egipto y se reunió con los responsables del golpe y sus facilitadores civiles. Mientras estuvo en El Cairo ignoró todos los hechos relativos al derrocamiento de un presidente elegido. En resumen, el mensaje trataba de apoyar el golpe y sus consecuencias, por ello afirmó: “EEUU se ha comprometido firmemente a ayudar a Egipto para que triunfe en esta segunda oportunidad y se haga realidad la promesa de la revolución”.
Ya en marzo de 2012, Burns se reunió con el Guía General de los HM, Mohammad Badie, y su adjunto, Jairat Al-Shater. Ofreció que si los HM mantenían el tratado de paz con Israel, EEUU se prestaría a ayudarles a conseguir 20.000 millones de dólares de los países del CCG para superar la crisis de la economía egipcia. Pero Arabia Saudí, los EAU y Kuwait declinaron ofrecer ninguna ayuda real mientras Mursi estuviera en el poder. Sin embargo, a los dos días del golpe militar, la promesa de Burns se cumplió, pero a favor de los autores del golpe. Los dirigentes de los tres países felicitaron al general Sisi (no al presidente-títere instalado por el ejército) por destituir a Mursi y prometieron enviar como regalo un paquete de ayuda de 12.000 millones de dólares para ayudar a estabilizar la economía.
Además, Burns le prometió al líder del golpe que la ayuda militar estadounidense iba a continuar y que el estancado préstamo del FMI, que llevaba retenido más de dos años, sería aprobado con prontitud. Al rechazar llamar golpe de estado del ejército al derrocamiento de un presidente libremente elegido, la administración de EEUU demostró, una vez más, que la retórica y los altos ideales se sacrifican en el altar de inapropiados intereses nacionales a corto plazo.
Quizá una medida para valorar las ramificaciones regionales de los últimos acontecimientos es la reacción de Israel y los palestinos. Cuando Mubarak fue destituido el 11 de febrero de 2011, los palestinos estallaron en júbilo y bailaron por las calles, mientras Israel parecía estar de luto. Pero cuando Mursi fue derrocado por el ejército el 3 de julio, los papeles se cambiaron.
· ¿Recuerdan los derechos humanos? ¿Libertad de expresión? ¿Libertad de reunión?
Cuando los congregados oradores tras el general Sisi, dirigidos por ElBaradei, el Gran Imán de Al-Azhar y el Papa copto acabaron de bendecir el golpe militar, las fuerzas de seguridad actuaron con toda firmeza mientras cientos de seguidores de los HM, incluidos altos dirigentes, eran acorralados con la endeble acusación de instigar la violencia. Sus activos se congelaron y se incautaron sus edificios. Mursi era detenido mientras los fiscales de la era Mubarak amenazaban con acusarle de “haber escapado de la prisión” el 27 de enero de 2011, cuando fue ilegalmente arrestado por los agentes de la seguridad de Mubarak en los primeros días de la revolución de 2011. Sorprendentemente, los fiscales anunciaron también que iban a investigar al presidente por “contactar y comunicarse con elementos extranjeros”, como los dirigentes occidentales, durante su mandato. Más de una docena de medios de comunicación pro-Mursi, incluidos cadenas de televisión, páginas de Internet y periódicos fueron asaltados y cerrados. El 8 de julio, el ejército asesinó a más de 80 manifestantes partidarios de Mursi e hirió a más de mil cuando se encontraban rezando y protestando pacíficamente frente al Club de la Guardia Presidencial, donde se creía que Mursi se encontraba detenido. Hasta ahora, más de 270 personas han muerto y varios miles han resultado heridas por la actuación del ejército y las fuerzas de seguridad por todo Egipto.
A pesar de las abrumadoras pruebas en sentido contrario, el ejército afirmó que sus soldados habían sido atacados. Las elites liberales y los defensores de los derechos humanos, así como los voceros de los medios, se hicieron eco de esas afirmaciones del ejército y culparon a los manifestantes por situarse cerca de una instalación militar. Pero el Club de la Guardia Presidencial no tiene tal carácter. Aunque es propiedad de los guardias del presidente, es un club deportivo y social, donde los oficiales y sus familias acuden con fines recreativos. Desde el golpe militar, el pueblo egipcio se ha visto sometido a una propaganda militar que no se veía desde la época de Nasser. Aunque Mursi no cerró un solo medio de comunicación a pesar de la campaña de demonización en su contra, todos los canales y páginas en Internet a su favor han sido cerrados o restringidos severamente.
· Doble rasero: No al decreto de Mursi y al cambio de fiscal. Pero sí al de los militares
La oposición liberal estaba indignada y pisó el acelerador cuando Mursi hizo su declaración constitucional de noviembre de 2012 y destituyó al corrupto fiscal general nombrado por Mubarak, una demanda importante de los grupos de jóvenes y revolucionarios. A pesar de sus buenas intenciones de acelerar el establecimiento de las instituciones democráticas que había desmantelado el TCS, Mursi fue acusado de autoritarismo y mano dura. Sin embargo, la mayoría de los liberales y laicos alabaron, poco después del golpe, el decreto del presidente-títere instalado por los militares. En un artículo posterior abordaré los detalles de este decreto, pero baste decir que otorgaba a un presidente elegido por los militares unos poderes que Mursi, el presidente democráticamente elegido, no tenía, ya que la constitución de 2012 transfería muchos de sus poderes al primer ministro. Además, la oposición liberal se alborotó mucho cuando Mursi nombró unilateralmente a un fiscal general de incuestionable integridad, hasta el punto que jueces y fiscales corruptos le acosaron y rodearon su despacho durante días exigiendo su renuncia. Sin embargo, cuando un nuevo fiscal fue también unilateralmente nombrado por el nuevo presidente interino, ni un solo juez, fiscal o líderes de la oposición tuvo nada que objetar. Una vez asumió su cargo, lo primero que hizo el nuevo fiscal general fue congelar los activos de los dirigentes islamistas y ordenar su arresto.
· Si camina como un pato, y hace cuac como un pato, no deberían llamarlo pollo
ElBaradei, que no fue elegido para nada, es ahora vicepresidente de Egipto, mientras Mursi, que fue libre y democráticamente elegido por el electorado egipcio, se halla detenido y en paradero desconocido. Ambas situaciones han estado determinadas por la voluntad de los generales del ejército y fueron celebradas por sus facilitadores civiles. El nivel de engaño y mentira demostrado por las elites liberales y laicas egipcias es asombroso. Durante años, lanzaron pullas a los islamistas para que respetaran los principios democráticos, el imperio de la ley y se sometieran a la voluntad del pueblo. Y les advirtieron contra las dictaduras, los gobiernos militares o el sacrificio de los principios democráticos, de los derechos humanos, las libertades personales y la protección de las minorías. Creer en los principios democráticos, en los derechos humanos y el imperio de la ley es un compromiso de por vida. Uno no puede decir: “Solo voy a respetar esos valores los lunes, martes y miércoles. El resto de la semana, voy a mirar para otro lado”. Eso se llama hipocresía.
Esam Al-Amin es un escritor y periodista independiente experto en temas de Oriente Medio y de política exterior estadounidense que colabora en diversas páginas de Internet. Puede contactarse con él en alamin1919@gmail.com. Su último libro es The Arab Awakening Unveiled: Understanding Transformations and Revolutions in the Middle East.
Fuente original: http://www.counterpunch.org/2013/07/19/the-grand-scam-spinning-egypts-military-coup/
Artículo propuesto por Ricardo Georges Ibrahim

El Cairo destruye el 80% de los túneles de contrabando y ahoga Gaza

Medida tomada por las nuevas autoridades del país

Un palestino sale de uno de los túneles que conecta la Franja de Gaza con Egipto. | Efe
Un palestino sale de uno de los túneles que conecta la Franja de Gaza con Egipto. | Efe

Francisco Carrión | El Cairo

  • Los palestinos empiezan a sufrir escasez de combustible y de materiales
  • A su vez, aumentan los precios en los bienes de primera necesidad
La Península del Sinaí es el eterno talón de Aquiles de las fuerzas de seguridad egipcias. Los ataques a policías y soldados se han recrudecido desde el derrocamiento del islamista Mohamed Mursi. Y una de las principales víctimas de la ofensiva militar es la vecina Franja de Gaza. Los uniformados han destruido cerca del 80% de los túneles de contrabando y los palestinos han comenzado a sufrir escasez de combustible y materiales de construcción y un aumento de los precios en los bienes de primera necesidad.
El cierre de los túneles horadados en la frontera se inició el pasado agosto tras la muerte de 16 guardafronteras egipcios. Y el golpe de Estado del pasado 3 de julio ha acelerado los trabajos. Según el coordinador especial de la ONU para el proceso de paz de Oriente Próximo, Robert Serry, la situación es cada vez más precaria. "Como resultado de las acciones contra las actividades ilegales, el 80% de los túneles ha dejado de funcionar", indicó el diplomático holandés, preocupado por el agravamiento de las ya duras condiciones económicas y humanitarias de Gaza.
La Franja es una porción de tierra de 40 kilómetros de largo y 9,5 kilómetros de ancho que habitan 1,7 millones de palestinos. La toma del control de Gaza por el movimiento islamista Hamas en junio de 2007 desencadenó el bloqueo israelí. Hoy -a pesar de que Tel Aviv ha suavizado la importación- la entrada y salida de bienes y personas siguen encontrando limitaciones. Y la situación económica es de extrema fragilidad: la tasa de paro, por ejemplo, se sitúa en el 32%. Serry reconoce que aunque el paso israelí usado para el transporte de bienes ha permanecido abierto, la inquietud principal es el acceso a Gaza de productos básicos como los materiales de construcción.

La ruta del pollo frito

De hecho, una de las consecuencias de la escalada militar en el Sinaí y el cierre del paso fronterizo de Rafah es el aumento de los precios de los productos básicos. Los túneles habían servido hasta ahora para introducir cemento, coches por piezas, armas, cigarrillos o -en uno de los últimos usos para reactivar el contrabando- el pollo frito del gigante estadounidense Kentucky Fried Chicken desde una franquicia de la ciudad egipcia de El Arish.
A principios de semana, el ministro de Economía de Gaza, Ala al Rafati, calculó que desde el pasado mes la demolición de los túneles ha costado a la Franja alrededor de 230 millones de dólares (175 millones de euros), aproximadamente una décima parte de su Producto Interior Bruto (PIB). Hamas, crítico con la ausencia de gestos del ex presidente y sus hermanos islamistas egipcios durante su año de mandato, compara la situación con el bloqueo israelí de 2007. Ahora, en cambio, los artífices del aislamiento son las nuevas autoridades egipcias. "La mayoría de los túneles han sido destruidos y los pocos que siguen abiertos están paralizados", apuntó hace unos días el portavoz de Hamas, Sami Abu Zuhri.
Las Fuerzas Armadas han redoblado sus esfuerzos en el Sinaí para acabar con lo que consideran los zarpazos del "terrorismo y la violencia". Desde la caída de Mursi, los ataques de 'yihadistas' contra comisarías de policía y puestos de control se han convertido en una pesadilla diaria. De hecho, el comandante en jefe del ejércitoAbdelfatah al Sisi pidió ayer que los egipcios tomen las calles mañana viernes para dar "una autorización" a ejército y policía con el objetivo de enfrentarse a la amenaza terrorista.
La petición -que los Hermanos Musulmanes tildaron de "llamada explícita a la guerra civil"- parte, según explicó un alto funcionario egipcio al diario estatal 'Al Ahram', del convencimiento de que la Hermandad está instigado el terrorismo en Sinaí. En una entrevista reciente con ELMUNDO.es, el destacado miembro de la cofradía Mohamed el Beltagui negó tal acusación: "No tenemos nada que ver con lo que sucede en el Sinaí, pero forma parte de la ira del pueblo contra el golpe. Ya dije que si la asonada fracasa, la furia cesará".
Dos años y medio después de las revueltas que precipitaron el ocaso de Mubarak, la inestabilidad se ha agravado en el Sinaí. Por sus áridos confines campan a sus anchas extremistas obsesionados con el emirato islámico; contrabandistas de armas, drogas o personas; saboteadores de gasoductos y beduinos hartos de décadas de ostracismo y reivindicaciones autonomistas incumplidas.