Hiyabi : Mujer Musulmana que usa Pañuelo Islámico o Hiyab
Estoy segura que cuando imaginas a una Mujer Musulmana, lo primero que se te viene a la mente es una mujer con un pañuelo que le cubre la cabeza. Tal vez, te la imagines con el Niqab, que sólo deja ver los ojos, a punto de ser lapidada y puede ser que tu imaginación la dibuje con Burqa, escapando de los bombardeos en Kabul.
El Hiyab, que es el nombre del pañuelo que cubre la cabeza, parte de los hombros y el pecho, se ha transformado en un símbolo de identidad de la Mujer Musulmana en la cultura popular. Sin embargo, no es lo más importante, si bien lo más visible, sobre ser musulmana. En tiempos donde la Islamofobia está en alza en occidente, una práctica que es tan personal y diversa se ha convertido en el foco y la excusa para un sinfín de malentendidos (?) y prejuicios que nos caracterizan de una manera reducida y unidimensional.
Yo no soy una “Hijabi” de tiempo completo, por razones que no cabe explicar en esta ocasión – tal vez no cabe explicarlas, en realidad – no obstante, sí he pasado malos ratos en algunas ocasiones usando el Hiyab, debido a los prejuicios y – tengo que decirlo- la crueldad e ignorancia de personas que, sin saber nada de mí, de mi práctica religiosa, de mis ideas ni preferencias, se atreven a juzgarme desde una supuesta superioridad cultural y ética.
Es común, por ejemplo, que me traten como una extranjera, que me pregunten si hablo español o me digan que “vuelva a mi país”. Al respecto, recuerdo una vez que Rodrigo Guendelman (Sí, el mismo que salía hablando en T.V. Chile contra la discriminación), me llamó extremista sólo por que mi condición de musulmana figura en mi perfil de Twitter. Otrxs, me han exigido responder solidariamente por la Mutilación Genital Femenina, la Fatua contra Salman Rushdie y la situación de Derechos Humanos en Arabia Saudita.
Estos estereotipos, síntomas de la pereza mental de quien los sostiene, en los cuales todas las mujeres musulmanas tienen la misma experiencia con el Hijab, en concordancia con los prejuicios de quienes las juzgan – sólo encasillan una variedad de sensibilidades, razones y dinámicas de mujeres diversas con esta prenda. Las siguientes son 10 ideas sobre las mujeres musulmanas que usamos el hiyab, que vale la pena analizar.
1.- Toda mujer que usa Hiyab es una dogmática religiosa … y una potencial extremista.
Es un lugar común. Es imposible saber a partir de la ropa, cuan estricta en lo religioso una mujer es. Teresa Forcades, famosa monja feminista española, es un ejemplo de lo equívoco de este prejuicio. Este estereotipo es degradante, invasivo y pretencioso; supone que el “Hábito hace al Monje” y que la ropa limita la capacidad de pensar, reflexionar y cuestionar la propia Fe. Este cliché es similar al que sostiene que una mujer con minifalda o ropa sexy busca sexo casual. La idea de que podemos conocer y explicar la vida de las mujeres por la ropa, es sexista, cosificante y sólo revela los prejuicios de quien la enuncia.
2.- Todas las mujeres que usan Hiyab son tranquilas y “quitadas de bulla”.
¿Has oído hablar de Yuna? Es una cantante, compositora y mujer de negocios musulmana. ¿Que hay de la académica y conferencista internacional Amina Wadud? ¿De la activista egipcia Samira Ibrahim? ¿De la consultora de la Casa Blanca Dalia Mogahed? Estas mujeres tienen algo en común: Todas usan Hiyab y no tienen miedo de desafiar los estereotipos; de hecho, ellas prueban lo falsos de estos. Por lo tanto, la pregunta es: ¿Por qué se sigue representando de una manera tan reducida a las mujeres musulmanas que usamos Hiyab? ¿Quién gana reforzando estos estereotipos?
3.- La decisión de usar Hiyab es del hombre.
De acuerdo a los preceptos religiosos, la decisión de llevar Hiyab corresponde, de manera exclusiva, a la mujer. Aunque es un mantra frecuente entre muchas comunidades musulmanas que ” el Hijab es hermoso, el Hijab es lo que Dios quiere, el Hijab es deber de la Mujer Musulmana”, esta es, en última instancia, una decisión fundada en las creencias y aspiraciones de cada persona ya que, de acuerdo al Corán, “No hay compulsión en la Fe.”
Que se me entienda bien. Una cosa es la brutal represión a las libertades de expresión y conciencia que existen en algunos países musulmanes; en ellos se impone a las mujeres un uniforme a usar en público, so pena de castigo. Otra cosa es que, islámicamente, desde el Corán, la decisión de usar un Hiyab nunca ha sido y nunca será la decisión de un hombre. La restricción de las libertades espirituales de las mujeres y la imposición de códigos de vestuario con respecto a la identidad religiosa, se llama dictadura, no Islam.
4.- El Hiyab protege a las mujeres de las tentaciones/ acoso/ violación.
Falacia nivel galáctico sostenida por las corrientes dogmáticas, misóginas y extremistas del Islam Político y sus Tele Predicadores, desde La Meca hasta Qatar, para justificar el control sobre las mujeres y excusar a los hombres de su actuar irresponsable. Atribuir poderes mágicos a un objeto, no sólo cae en el ámbito de la superstición, sino que además constituye Shirk o Idolatría, lo cual implica negar un principio básico del Islam: la Unicidad del Poder de Allah.
Ningún objeto va a evitar que nos equivoquemos, los sentimientos de rabia, enojo o dolor, que nos asalten o nos acosen en la calle. Es nuestra capacidad de reflexión, el auto-conocimiento, el auto-cuidado y el deseo sincero de manifestar en nuestra vida la compasión del corazón, la justicia en el actuar y la honestidad en las intenciones, lo que nos protegerá a nosotrxs y a otrxs de las miserias de nuestra condición humana.
5.- El Hiyab sirve para proteger la belleza de las mujeres.
Otra falacia machista y vanidosa: ¿Quién decide que es belleza? ¿Que pasa con las que no calzamos con el ideal? Este argumento tramposo, esgrimido por hombres celosos e inseguros y seguido por muchas mujeres – tal vez para sentirse especiales, meritorias y reconocidas- nos reduce a “objetos que se miran o no” y banaliza la expresión visible de nuestra identidad religiosa, a la de un mero accesorio cosmético, cuya función es informar a los demás sobre los propios atributos físicos, estilo: “Hey! mírame, me tapo porque soy linda”.
Siguiendo esta lógica, si una mujer usa el Hiyab es porque su belleza es taaaann rutilante, que debe ser cubierta para no provocar descontrol y estragos… esto es un poco ególatra. Si el hiyab tiene por objetivo cubrir a las mujeres bellas, entonces el mero hecho de cubrirse sería una muestra de vanidad, una declaración de creernos demasiado bonitas. Esto contradice la idea, comúnmente aceptada, de que el uso del Hiyab es expresión de modestia, una manera de decir que no se espera la atención del otrxs.
6.- Las Musulmanas usan Hiyab porque no saben nada de moda.
La industria de la moda Musulmana esta avaluada en 96 mil millones de dólares a nivel internacional. Al respecto, mi opción es el Hiyab Fashion inspirado por Aisha Amin. Existen además muchas blogueras musulmanas de moda y estilo de vida. También hay diseñadoras de vestuario que son musulmanas, cuyo trabajo está dirigido a todas las mujeres. En Chile, Fran Montecino es una de ellas.
7.- Las mujeres que usan Hiyab NO pueden ser feministas.
La mujer de la foto es la prominente escritora y feminista marroquí Asma Lamrabet, cuyo trabajo es ampliamente conocido y está disponible en Google. Es una creencia popular que las mujeres musulmanas, especialmente las que usamos Hiyab no podemos ser feministas. Este error surge, en parte, de la forma en que los medios representan a las mujeres musulmanas, que se entrelaza firmemente con características como la opresión y la dominación.
Como dijo Bel Hooks, el Feminismo es para todxs. Quien pregunta: “¿Puede una musulmana ser feminista?” debería cuestionarse en realidad “¿Pueden las mujeres ser feministas?” y luego “¿Por qué yo creo que algunas mujeres NO pueden?” La obligación de explicar los estereotipos está en quien los cree, no en quien los sufre.
Estos prejuicios han sido rechazados, muchas veces, por las declaraciones de las propias feministas musulmanas, quienes hemos intentado explicar cómo el Hiyab no acalla nuestra voz. Mientras que FEMEN y otras activistas redentoras, siguen tratando de “salvarnos”, sus acciones sólo sirven para reforzar los estereotipos, acallar nuestras voces y despilfarrar una oportunidad de debatir con seriedad sobre la opresión femenina y la misoginia en la que vivimos todas las mujeres.
Personalmente, uso el Hiyab cada vez que doy una conferencia, seminario o entrevista sobre Feminismo. ¿Por qué? Porque yo quiero contribuir a romper el estereotipo que dice que una mujer con pañuelo islámico no puede ser, pensarse ni re-crearse feminista.
8.- Todas las mujeres que usan Hiyab son casadas.
No. El uso o no uso del Hiyab NO depende del estado civil. Si una mujer decide comenzar a usar el Hiyab después de casarse, será por razones personales y no por un mandato religioso. Asumir que es el matrimonio o la presencia de un hombre en la vida de una mujer, lo que gatilla la expresión de la identidad religiosa, es una idea machista que implica que las mujeres no tenemos una vida espiritual independiente ni somos capaces de relacionarlos con lo religioso como personas autonómas.
9.- Todas las musulmanas usan Hiyab.
Incluso en países de mayoría musulmana, como Marruecos o Túnez, hay mujeres que no usan el Hiyab y no por esto son menos conservadoras y/o practicantes. Las mujeres musulmanas somos diversas en la manera como experimentamos nuestra Fe. Usar Hiyab es un derecho religioso; el cuándo, cómo y por qué sí o no, corresponde a cada una decidirlo, sin que le debamos explicaciones a nadie, ni para usarlo, ni para al dejarlo.
Tampoco es cierto que una vez que se decide usarlo, es imposible volver atrás. En lo que atañe a lo puramente islámico, el Hiyab es siempre una opción abierta; excepto en aquellas sociedades mediadas por dictaduras Teocrático-Políticas o en esos casos donde la presión familiar es un factor muy influyente en la práctica de las tradiciones asociadas a la religión.
Shirin Ebadi – en la foto- es una abogada de derechos humanos. Nacida en Irán, fue la primera mujer musulmana en recibir el Premio Nobel de la Paz. Generalmente, aparece en actos oficiales sin Hiyab, pero también hay fotografías de sus apariciones públicas en donde lo usa.
10.- Las mujeres que usan Hiyab no tienen voz ni vida propia.
En una de mis conferencias, una profesora me contaba que ella tenía alumnas musulmana Hijabis, a las cuales otras chicas siempre preguntaban: ¿Por qué eres tan oprimida? ¿Por qué no dices nada de esto o aquello?. Las mujeres que se cubren son las personas más visibles de las comunidades musulmanas y, por lo tanto, las más comúnmente atacadas por la ignorancia y la Islamofobia.
No es que las Hijabis no tengan voz ni vida propia; es que las personas no les reconocen esa voz ni las escuchan y cuando lo hacen, sólo buscan confirmar sus propios prejuicios.
A pesar de ser una religión con 1,7 mil millones de seguidores, las Hiyabis siguen siendo los fetiches exóticos racializados y la representación simbólica de la supuesta opresión del Islam. Ni los medios, ni las personas en general, parecen estar interesados en otro tipo de narrativas sobre las Hiyabis quienes, a pesar de la discriminación venida de un supuesto “Mundo Libre”, han sido y seguirán siendo una vibrante comunidad de mujeres, que desafían los estereotipos, que tienen éxito como competidoras olímpicas, innovadoras científicas, prodigios médicos, académicas, pensadoras y transformadoras sociales; tan diversas como las telas multicolores que tan orgullosamente exhibimos sobre nuestras cabezas.´
https://vrdelafuente.wordpress.com
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