jueves, 18 de agosto de 2016

Asia y Africa a través del tiempo frente a la diversidad cultural, problemas, debates, perspectivas. CONVOCATORIA artículos Claroscuro -CEDCU-UNR

Está abierta la convocatoria de artículos y reseñas para el número N° 15 de Claroscuro, revista del Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural de la UNR.
Este número privilegiará los artículos que puedan formar parte de un dossier referido a Asia y Africa a través del tiempo frente a la diversidad cultural, problemas, debates, perspectivas. . Igualmente la convocatoria es abierta para otros temas y para reseñas bibliográficas
Los artículos se recepcionarán hasta el 30  de Septiembre de 2016 en el siguiente e-mail claroscuro.cedcu@gmail.com  y deberán atenerse estrictamente a las normas adjuntadas al pie. 

La revista se  encuentra en línea en la siguiente dirección dependiente del Caicyt de CONICET:

http://ppct.caicyt.gov.ar/index.php/claroscuro



Normas para la presentación de artículos y reseñas a Claroscuro
Revista del Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural (CEDCU)
 
A partir del número 11 la revista Claroscuro se ha convertido en una publicación de carácter digital. La misma ha sido incorporada al Portal de Publicaciones Científicas y Técnicas (PPCT) del Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT), dependiente del CONICET.
 
El Portal utiliza para la publicación el Open Journal System (OJS). El mismo requiere que cada autor con intención de publicar se registre como usuario en dicho sistema. Las instrucciones para llevar a cabo el registro se encuentran en el margen derecho bajo la el título INFORMACIÓN: Instrucciones a los/las autores/as.
 
Los artículos y reseñas son publicados con una Licencia Creative Commons de Atribución No Comercial Sin Derivadas, que implica que los autores conservan los derechos de autor y garantizan a la revista el derecho de ser la primera publicación del trabajo. Además permite a otros compartir el trabajo con un reconocimiento de la autoría del trabajo y la publicación inicial en esta revista.
 
 
NORMAS GENERALES DE PRESENTACIÓN
 
Se aceptan trabajos en español, portugués, italiano, francés e inglés.
 
  • Los archivos deberán enviarse en formato .doc (NO .docx) o .rtf en tamaño A4, interlineado simple (o pto. de espacio anterior y posterior), en fuente Georgia, tamaño 11, con sangría de 1,25cm. en la primera oración de cada párrafo.  
 
  • Los artículos, deben ser encabezados por el Título en negritas, centrado, y el Nombre del autor en cursiva hacia el margen derecho, (consignar como nota al pie de página, con asterisco *, la pertenencia institucional, datos académicos del autor y e-mail de contacto) seguido de un resumen de un máximo de 15 líneas, en español (bajo el título “Resumen”, también en negritas y en tamaño 10.5) y en inglés (bajo el título “Abstract” también en negritas y en tamaño 10.5) y con sus respectivas palabras clave en español e inglés (hasta 5 separadas por guiones). Aclaración: el Resumen, Abstract y las palabras clave deben consignarse en fuente Georgia tamaño 11.
 
  • Los subtítulos deben consignarse en cursiva, alineados hacia el margen izquierdo y en fuente Georgia tamaño 11.
 
  • Límite de extensión de los artículos: 25 carillas incluyendo las notas al pie, mapas, ilustraciones, cuadros y bibliografía final. Para reseñas y comentarios críticos la extensión será de 5 páginas.
 
 
FORMATO DE CITAS
 
Se empleará el sistema americano para citar bibliografía y fragmentos de la misma en el cuerpo del artículo o reseña.
 
1. Citas textuales
Una cita textual transcribe directamente un fragmento del texto original. La cita se transcribe entre comillas y seguido se aclara entre paréntesis apellido/s del autor/es seguido del año de publicación y aclarando las páginas luego de dos puntos.
 
Ej.
 
De acuerdo a lo sostenido por estos autores “la comunidad germánica se sustenta más en los vínculos de lengua y sangre que en los políticos” (Lull y Micó 2007: 138)
 
Aclaraciones:
 
Si el texto transcrito en la cita presentara a su vez comillas dobles, éstas deberán reemplazarse por comillas simples ( ‘ ).
 
Si dentro de la cita textual se omite alguna palabra o frase, en su lugar se deben colocar tres puntos suspensivos entre paréntesis (...). Si se hacen modificaciones gramaticales o se agrega alguna palabra o frase deben colocarse entre corchetes [ ].
 
2. Citas de referencia en el texto
Cuando se haga referencia a los planteos de un autor sin citarlo de manera textual debe consignarse de la siguiente manera, aclarando las páginas en caso pertinente.
 
Ej.
Los planteos de Lull y Micó (2007) en torno a las sociedades estatales resultan válidos para el tema propuesto.
 
 
 

Se considera que la hipótesis de las sociedades estratificadas (Lull y Micó 2007: 45) carece de evidencias sólidas.
 
 
NOTAS ACLARATORIAS A PIE DE PÁGINA
 
Se empleará la nota a pie de página solo en el caso que se realicen aclaraciones propias del autor, o para ampliar referencias bibliográficas sobre un determinado tema; en cuyo caso se consignará apellido del autor y año de edición. Las notas al pie de página deben realizarse en fuente Georgia tamaño 9, interlineado simple.
Toda información bibliográfica ampliada deberá estar contenida en la bibliografía al final del artículo.
 
Ej.
 
Mientras que un primer ministro depende en todo momento del apoyo parlamentario y puede, en principio, ser destituido con poca antelación, un presidente es elegido normalmente para un mandato fijo1 y, salvo en caso de delito mayor, no puede ser destituido mientras dura su mandato en el cargo2.
-----------------
1 Para las diferencias entre presidencialismo y parlamentarismo véase Bobbio 1999 y Dupré 2001
2 Nos explayaremos sobre esta cuestión en el capítulo II.
 
 
CITAS TEXTUALES DE MÁS DE TRES LÍNEAS
 
Si se desea citar fuentes de más de tres líneas, las mismas se deben consignar entre comillas, en Georgia tamaño 10, con interlineado simple, dejando espacios entre éstas y el resto del texto. Al final de la cita debe consignarse la referencia.
 
Ej.
 
 
Ha escrito el antropólogo estadounidense Clyde Kluckhohn:
 
“En un mundo de misiles y de organizaciones internacionales, ¿qué puede ofrecer el estudio del oscuro y del primitivo a la solución de los problemas de hoy? […] El estudio de los primitivos nos pone en condiciones de vernos a nosotros mismos mejor. Generalmente no nos damos cuenta de los lentes particulares a través de lo que vemos la vida. No serán seguramente los peces quienes descubrieron la existencia del agua. No se podía pretender de estudiosos que no habían ido más allá del horizonte de la propia sociedad que se dieran cuenta cuánto de hábito formaba la sustancia de su pensamiento. Quien se ocupa de las ciencias humanas tiene necesidad de saber sobre el ojo que ve tanto como del objeto visto. La antropología pone ante el hombre un gran espejo que le permite observarse en su múltiple variedad” (Kluckhohn 1979: 20-21).
 
 
 
BIBLIOGRAFÍA AL FINAL
 
-         La bibliografía final debe aparecer ordenada alfabéticamente según el apellido de los autores en fuente Georgia, tamaño 10.5 y con sangría francesa.
-         Debe mantenerse el interlineado simple (o pto. de espaciado anterior y posterior), como en el cuerpo del artículo.
-         Debe consignarse el nombre y apellido de cada autor.
-         Todos los apellidos deben consignarse en versalitas.
 
1. Libros
Seguir el siguiente formato: Apellido del Autor, Nombre completo (fecha de publicación [edición original si existiere]) Título en cursiva: subtítulo en cursiva (número de edición). Ciudad de la Editorial: Editorial (Si se considera relevante, nombre de la serie o colección, número).
Si el o los responsables del contenido intelectual del documento tienen alguna función especial (traductor, compilador, editor, productor, coordinador, etc.) indicarlo entre paréntesis seguido de punto, después del nombre del autor.
Si el documento es una edición conjunta de más de una editorial: Consignar sus nombres separados por un guión. Ej: Rosario: UNR Editora – El Colegio de México.
 
Ejs.
 
Candau, Joël (2001 [1998]) Memoria e identidad. Buenos Aires: Ediciones del Sol.
 
Lobato, Mirta Zaida (comp.). (2000) El progreso, la modernización y sus límites: 1880-1916. Buenos Aires: Sudamericana (Nueva Historia Argentina, vol. 5)
 
2. Capítulo de un libro
En primer lugar consignar apellido y nombre del autor, seguido del título del capítulo entre comillas y luego los del libro (siguiendo el punto 1) precedido por  “en:” con dos puntos. Consignar páginas al final de la referencia.
 
Ej.
 
Hall, Stuart (1994) “Cultural identity and diaspora”, en: Williams, Patrick y Chrisman, Laura (eds.) Colonial discourse and post-colonial theory- A reader. Nueva York: Columbia University Press, pp. 222-237.
 
3. Tesis no publicada
Consignar apellido y nombre del autor, año de defensa, nombre del título en cursiva, tipo de tesis. Unidad académica, lugar.
 
Ej.
 
Mariátegui, Azucena (1999) Aspectos simbólicos en el mundo griego. Tesis de Doctorado inédita. Facultad de Humanidades y Filosofía, Universidad Nacional de Misiones, Posadas.
 
4. Artículos de revistas
Apellido del Autor, Nombre completo (fecha de publicación) Título en cursiva: subtítulo en cursiva.  Nombre de la revista, número de la revista y número de páginas. Si hubiera número de volúmen, se indicará entre paréntesis luego del número de revista.
 
Ejs.
 
Irujo, Andrés María de (1968) "Don Tomás Yoldi y Mina", Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos 39: 19-26.
 
Godelier, Maurice (1980) “Procesos de la constitución de la diversidad y las bases del Estado”, Revista internacional de Ciencias Sociales-UNESCO 32 (4): 667-682.
 
 
5. Trabajos presentados en reuniones científicas
Nos referimos a aquellos trabajos presentados en reuniones, jornadas, conferencias, etc. que pueden o no haber sido publicados (Ej. A) y a aquellos trabajos que han sido publicados en las actas, memorias u otro tipo de documento editado en el marco de dichas reuniones, sea en papel o formato digital (Ej. B).
 
Ej. A
 
Aquino, Mercedes (2005) “Problemas de economía solidaria en el sur de Santa Fe”. Ponencia presentada en las IV Jornadas Regionales de Estudios Económicos, Rosario, 13, 14 y 15 de noviembre de 2005, Facultad de Ciencias Económicas y Estadística, UNR.
 
Ej. B
 
Estévez, Pedro y Lorenzeti, Viviana (2004) “Aspectos religiosos de la identidad política ateniense”. Publicado en Actas de las III Jornadas de Estudios Clásicos, Córdoba, 4 y 5 de mayo, pp. 129-138.
 
 
6. Recursos y documentos publicados en internet
6.1. Sitio web
 
Se consignará del siguiente modo: Autor personal o institucional. Título del sitio. Disponible en http:// URL  [fecha de visita al mismo]
 
Ej.
 
Collège de France. Collège de France site. Disponible en http://www.college-de-france.fr/site/college/index.htm [23/12/1999]
 
6.2. Material bibliográfica en línea
 
En el caso de libros, capítulos, tesis, artículos o trabajos presentados en reuniones científicas, las referencias se consignarán con la información disponible siguiendo los puntos 1, 2, 3, 4 y 5, aclarando al final: Disponible en http://URL [fecha de visita].
 
 
Guidelines for submission of articles and reviews to Claroscuro, Journal of the Centro de Estudios sobre Diversidad Cultural (CEDCU)
 
 
From number 11 onwards, Claroscuro Journal became a digital publication since it had been included in Portal de Publicaciones Científicas y Técnicas (PPCT) belonging to Centro Argentino de Información Científica y Tecnológica (CAICYT) - CONICET.
 
The Portal employs Open Journal System (OJS). This system requires each author interested in publishing to create an account and log in. The instructions to fulfil the log-in process are located to the right margin under the title “Información: Instrucciones a los/las autores/as”.
 
Articles and reviews are to be published with a Creative Commons Attribution, Non Commercial, No Derivs License. This implies that authors keep their rights and guarantees the right to be the first publication of the paper to the Journal. Furthermore, the License allows other people to share the paper published with proper acknowledgement of its authorship and first publication in the Journal.
 
Peer-to-peer Review Policy
 
The papers submitted will be evaluated by at least two assessors. The Editorial Board will decide the inclusion on the basis of their refereeing.
 
GENERAL GUIDELINES FOR SUBMISSION
 
·        Papers in Spanish, Portuguese, Italian, French and English are all accepted.
 
·        Files must be sent in .doc (NOT .docx) and .rtf formats; A4 paper size, single line spacing (0pt spacing before and after), and Georgia font size 11, with first line indentation (1.25cm) in the first sentence of each paragraph.
 
·         Files must be headed by the title in bold, centered, and the author’s name in italics, aligned to the right (state as a footnote with an asterisk the institutional membership, author’s academic data and his/her contact e-mail), followed by an abstract of no more than 15 lines, in Spanish (below the title “Resumen”, in bold and size 10.5) and in English (below the title “Abstract”, also in bold and size 10.5) and with their respective keywords in Spanish and in English (up to 5, separated by hyphens). Note that the Abstract (both in English and Spanish) and the keywords must be stated in Georgia font size 11.
 
  • Subtitles must appear in italicsaligned to the left, Georgia size 11.
 
·         Article size limit: 25 pages including notes, maps, illustrations and charts. Reviews or Critical Comments: 5 pages.
 
·         Maps, illustrations and charts must be sent in a separate file, with “.jpg” extension, indicating the place in the text where they must be included.
 
Quotations Style
 
The American system will be used to quote bibliography as well as paragraph within the body text.
 
1. Direct quotations
 
A direct quotation transcribes a piece of the original text. Quotations must be within inverted commas.
The author/s surname/s, year of publication pages must be enclosed between brackets. Should pages number be indicated, they must appear after colon, following the year of publication.
 
Example:
 
De acuerdo a lo sostenido por estos autores “la comunidad germánica se sustenta más en los vínculos de lengua y sangre que en los políticos” (Lull y Micó 2007: 138)
 
 
Notes:
 
Single quotation marks are reserved for quotations within quoted sentences (“…..‘……….’….”).
 
In the case of omission of words or phrases, it should be stated with an ellipsis in brackets: (…). In the case of grammatical alterations or a word or phrase being added, these should be stated in square brackets: [alteration or added words].
 
 
2. References in the body text
 
When referencing to an author within the body text without quoting verbatim, it must be stated as follows, clarifying the specific pages if appropriate:
 
Examples:
 
Los planteos de Lull y Micó (2007) en torno a las sociedades estatales resultan válidos para el tema propuesto.
 
Se considera que la hipótesis de las sociedades estratificadas (Lull y Micó 2007: 45) carece de evidencias sólidas.
 
 
FOOTNOTES
 
Footnotes are reserved only for clarifications made by the author or to extend bibliographical references about a topic. In this case, the author’s surname and year of edition must be stated. Footnotes must be stated in Georgia font size 9, with single line spacing.
Any further bibliographical information should appear in the “Bibliography” section at the end of the paper.
 
Example:
 
Mientras que un primer ministro depende en todo momento del apoyo parlamentario y puede, en principio, ser destituido con poca antelación, un presidente es elegido normalmente para un mandato fijo1 y, salvo en caso de delito mayor, no puede ser destituido mientras dura su mandato en el cargo2.
-----------------
1 Para las diferencias entre presidencialismo y parlamentarismo véase Bobbio 1999 y Dupré 2001
2 Nos explayaremos sobre esta cuestión en el capítulo II.
 
TEXT QUOTATIONS LONGER THAN THREE LINES
 
Text quotations longer than three lines must appear between inverted commas, in Georgia font size 10, single line spacing and separated from the rest of the body text. The reference must be stated at the end of the quotation.
 
Example:
 
 
Ha escrito el antropólogo estadounidense Clyde Kluckhohn:
 
“En un mundo de misiles y de organizaciones internacionales, ¿qué puede ofrecer el estudio del oscuro y del primitivo a la solución de los problemas de hoy? […] El estudio de los primitivos nos pone en condiciones de vernos a nosotros mismos mejor. Generalmente no nos damos cuenta de los lentes particulares a través de lo que vemos la vida. No serán seguramente los peces quienes descubrieron la existencia del agua. No se podía pretender de estudiosos que no habían ido más allá del horizonte de la propia sociedad que se dieran cuenta cuánto de hábito formaba la sustancia de su pensamiento. Quien se ocupa de las ciencias humanas tiene necesidad de saber sobre el ojo que ve tanto como del objeto visto. La antropología pone ante el hombre un gran espejo que le permite observarse en su múltiple variedad” (Kluckhohn 1979: 20-21).
 
 
 
FINAL BIBLIOGRAPHY
 
-         Final bibliography must appear in alphabetical order according to the authors’ surnames in Georgia font size 10.5 with hanging indentation.
-         Final bibliography must maintain single line spacing (0pt spacing before and after), such as the body text.
-         Each author’s surname and first name must be stated.
-         All the surnames should be consigned in Small Caps.
 
1. Books
 
As follows: Author’s surname, author’s full name (It must NOT be stated only the first letter). Year of edition in brackets and year of first edition, if it differs, between square brackets. Book title in italics, subtitle in italics (edition number in brackets). Place of edition: publishing house (If appropriate, Series or Collection, number).
 
If a special duty such as ‘translator’, ‘compiler’, ‘editor’, ‘producer’, ‘coordinator’, etc. needs to be clarifies, it should be stated after the author’s full name, in brackets and end with a period.
 
If the bibliographical item is the result of joint publication, all the publishing houses must appear separated by hyphens. Example: Rosario UNR Editora – El Colegio de México. 
 
Examples:
 
Candau, Joël (2001 [1998]) Memoria e identidad. Buenos Aires: Ediciones del Sol.
 
Lobato, Mirta Zaida (comp.). (2000) El progreso, la modernización y sus límites: 1880-1916. Buenos Aires: Sudamericana (Nueva Historia Argentina, vol. 5)
 
2. Books chapters
 
Author’s surname, author `s full name (year of edition in brackets and [year of first edition, if it differs, between square brackets]. Chapter title in inverted commas. Put “in” and a colon ( : ) and then  the information about the book. Specify the pages of the chapter.
 
Example:
 
Hall, Stuart (1994) “Cultural identity and diaspora”, enWilliams, Patrick y Chrisman, Laura (eds.) Colonial discourse and post-colonial theory- A reader. Nueva York: Columbia University Press,  pp. 222-237.
 
3. Unpublished dissertations
 
Author’s surname, author’s full name. Year of dissertation goes in brackets and the tittle in italics, followed by the type of dissertation after a period. Academic Unit and place separated by a comma.  
 
Example:
 
Mariátegui, Azucena (1999) Aspectos simbólicos en el mundo griego. Tesis de Doctorado inédita. Facultad de Humanidades y Filosofía, Universidad Nacional de Misiones, Posadas.
 
4. Articles in Journals
 
Author’s surname, author’s full name. Year of publication goes in brackets, the tittle of the article enclosed in inverted commas andJournal Name in italics, number and volume if appropriate in brackets following the number. The pages of the complete article should be stated after a colon, following the number. 
 
Examples:
 
Irujo, Andrés María de (1968) "Don Tomás Yoldi y Mina", Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos 39: 19-26.
 
Godelier, Maurice (1980) “Procesos de la constitución de la diversidad y las bases del Estado”, Revista internacional de Ciencias Sociales-UNESCO 32 (4): 667-682.
 
5. Papers presented in meetings/congresses
 
We refer to papers presented in scientific meetings or conferences that may or may not be published (Ex. A) and those that are published in records or memoires of the event, in paper or digital format (Ex. B).
 
Example A:
 
Aquino, Mercedes (2005) “Problemas de economía solidaria en el sur de Santa Fe”. Ponencia presentada en las IV Jornadas Regionales de Estudios Económicos, Rosario, 13, 14 y 15 de noviembre de 2005, Facultad de Ciencias Económicas y Estadística, UNR.
 
Example B:
 
Estévez, Pedro y Lorenzeti, Viviana (2004) “Aspectos religiosos de la identidad política ateniense”. Publicado en Actas de las III Jornadas de Estudios Clásicos, Córdoba, 4 y 5 de mayo, pp. 129-138.
 
6. Documents and Resources published on the Internet
 
6.1. Web sites
 
They should be stated as follows: Personal or institutional author. Site’s name. Available at: http:// URL  [Retrieval date]
 
Example:
 
Collège de France. Collège de France site. Disponible en http://www.college-de-france.fr/site/college/index.htm [23/12/1999]
 
6.2. Bibliographical Resources online
 
In the case of books, book chapters, dissertations, articles or papers, references muy be stated with the information available following points 1, 2, 3, 4 and 5 and then stating Available at: http:// URL  [Retrieval date]
 

Una guerra fría al servicio de una guerra geoeconómica

           
15/08/2016
Análisis
  • Foto: Global Research



    En la actualidad, y sin embargo un cuarto de siglo después de la disolución de la Unión Soviética, la “guerra fría” resurge para convertirse en una amenaza creciente para la paz mundial. La tentativa en curso de utilizar la expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para completar el cerco militar de Rusia, y el giro de Estados Unidos hacia la región Asia-Pacífico para preservar su estatus de potencia dominante, particularmente en el Mar de China, son percibidas como las fuentes de este resurgimiento de una guerra fría que se pensaba había desaparecido para siempre.

    En realidad nada oculta la voluntad de Washington de provocar un aumento de las tensiones. Los anuncios casi cotidianos confirman la intención de afirmar la presencia activa de la OTAN en Europa, y particularmente en los países limítrofes de Rusia, y esto se traduce mediante la creación de nuevas bases militares, en la instalación de sistemas avanzados de radares y de misiles de mediano alcance con capacidad de transportar ojivas nucleares, y en el anunciado estacionamiento de bombarderos estratégicos B52 en las bases europeas de la OTAN. El telón de fondo de todo este despliegue son las incesantes maniobras militares, entre ellas el ejercicio militar Anaconda-16, que dio lugar al más importante despliegue de fuerzas extrajeras en Polonia desde la Segunda Guerra mundial. Un ritmo similar se  observa en los vuelos de reconocimiento con claras intenciones intrusivas y la ostentadora presencia de navíos y flotas de guerra de Estados Unidos (EEUU) y de sus aliados a lo largo de las aguas territoriales rusas y en el Mediterráneo Oriental.

    Estas demostraciones de fuerza inspiradas en la estrategia de empujar al adversario hacia “el borde del abismo” son presentadas por la cartelizada prensa occidental como la “respuesta legítima” a una amenaza rusa (supuesta y jamás demostrada) contra los países del Báltico y Polonia. Rusia sería el agresor, y la OTAN la víctima que busca asegurarse cómo defenderse.  Lo mismo para el giro de los acontecimientos en Ucrania desde el derrocamiento del gobierno de Yanukóvich, donde absolutamente todo “se debe a una intolerable injerencia de Rusia”. En el caso de China, la prensa occidental juzga la situación como si la cuestión de la libertad de navegación se limitara al “derecho” de los navíos de guerra estadounidenses de patrullar en las aguas de la zona económica exclusiva de 200 millas marinas de China, o más aún, de “controlar” las aguas del Estrecho de Malaca, arteria vital para la economía china.

    De esta manera la prensa occidental define hechos y eventos de situaciones que pueden rápidamente convertirse en explosivas en un marco que no deja lugar a análisis más equilibrados (1), y de paso relega en el “purgatorio de las teorías del complot” los intentos de tomar una prudente distancia frente a una narración dominante fabricada principalmente por los “Think Tanks”  estadounidenses, debidamente amplificada por la concentración de la propiedad de medios de difusión y la cercanía –muchas veces promiscuidad- de las redacciones de esos medios con sus gobiernos respectivos en materia de cobertura internacional. Sin olvidar la forzada dependencia hacia fuentes de información “reconocidas” y la homogeneidad mental existente de los periodistas empleados por esos medios, convenientemente “moldeados” por las estrategias de persuasión de las cuales pasarán a ser sus voceros.

    Existen muchas variantes en los puntos de vista sobre las causas de este resurgimiento de la guerra fría, y el difundido por los medios masivos suele ser simplificador y moralizante, con el mensaje subyacente de que la fuente de tensiones sería una persistente y sorda lucha entre el mal (el autoritarismo y la corrupción) y el bien (economía de mercado y libertad democrática). Por otra parte los puntos de vista marginales, con matices o en franca oposición a esta narración dominante, tienden a invocar el “peso dominante” de la historia, de la geografía o de las decisiones políticas tomadas bajo la presión de intereses estrechos y de orden económico o financiero.

    Tales factores, es evidente, están en juego en la situación actual. La explicación del retorno de la guerra fría no puede empero ser reducida a la constatación, no importa cuán justa sea, de que el aumento de las tensiones sirve muy bien a los intereses del complejo militaro-industrial de EEUU, particularmente con la restauración de una “amenaza rusa” mucho más convincente que una “amenaza terrorista”, real pero limitada, para así justificar los enormes presupuestos para  armamentos. Ni tampoco limitarse a exclusivas consideraciones geoestratégicas inspiradas en mayor o menor medida por las teorizaciones de geopolíticos como Mahan, Mackinder o Spykman (2).

    Una parte de la explicación se encuentra en el “problema” que constituye, frente a la voluntad de supremacía de EEUU, la singularidad de la posición geográfica de Rusia, situada en un “centro” geográfico de la historia mundial, por la potencia creciente de Alemania en Europa y por la posibilidad de una colaboración germano-rusa orientada hacia Eurasia. El proyecto chino de la “ruta de la seda” no pasa desapercibido en Washington, donde se lo ve como un primer paso concreto hacia la formación de un bloque sino-euroasiático. Es precisamente este “problema” el que en los años 90 llevó a que Zbigniew Brzezinski (3) proclamara que en nombre de la defensa de la preponderancia mundial de EEUU, era necesario por una parte “contener” toda tentativa de Rusia para recuperar su posición de gran potencia, y por la otra avasallar a Europa mediante sus “socios” en el Continente. De esta manera EEUU buscaba conservar el papel de árbitro supremo en las relaciones de poder en el seno del espacio euroasiático, que estuvo a su disposición por el desmembramiento de la Unión Soviética. La recuperación de Rusia bajo los gobiernos de Vladimir Putin, la afirmación de la potencia china y el fracaso de las políticas neoconservadoras adoptadas después de los atentados del 11 de septiembre del 2001 hicieron irrealizable la “doctrina” Brzezinski.

    Es así que en lugar de intentar controlar el centro del continente euroasiático (4), Washington prefirió asentar la supremacía de su posición de fuerza en el sistema financiero internacional y en el control de las nuevas tecnologías, apostando principalmente a la conclusión de tratados comerciales y de inversiones a nivel bilateral, en los cuales Washington hace jugar a su favor la asimetría de potencia entre EEUU y sus “socios” para imponer los elementos claves de condicionalidad política. ¿Qué logra EEUU mediante esta estrategia?: 1) enfrentar dondequiera las tentativas de integración económica regional iniciadas sin su consentimiento; 2) abrir la vía a “tratados interregionales” juzgados más apropiados para proseguir sus intereses en cuestiones de política económica y de relaciones internacionales. El papel de árbitro supremo en materia de relaciones de poder a través del mundo que se atribuye Washington deviene así indisociable de su voluntad de someter a los países signatarios de esos tratados a los intereses de un sistema económico que bajo la dirección de EEUU está siendo construido a toda marcha en el mundo, y del cual serán los beneficiarios casi exclusivos (5).

    El ejercicio de la hegemonía transitará principalmente por la instauración del neoliberalismo a través del mundo. El imperialismo aplicará a fondo la presión para concluir esos tratados comerciales, de protección de las inversiones y de los derechos de propiedad intelectual, que según el discurso oficial están destinados a asegurar un “buen ámbito” para los negocios en el marco de un proceso de internacionalización de la economía, esos tratados servirán sobre todo a consolidar los mecanismos esenciales del orden imperial estadounidense, o sea la primacía del sistema financiero de EEUU, el papel central del dólar en el sistema monetario mundial, la aplicación extraterritorial de las leyes estadounidenses, la reproducción de los estándares de EEUU en las reglamentaciones sobre la propiedad intelectual y la multiplicación de mecanismos privados para el arreglo de los diferendos comerciales y de inversiones que marginalizan el papel de los gobiernos nacionales en las orientaciones de las economías de los países.

    Esta presión imperialista es aplicada a fondo y puede llegar a la desestabilización de los “países recalcitrantes” más débiles, utilizando para ello las conocidas vías del apoyo a la contestación democrática por vía electoral, el lanzamiento de acusaciones de crímenes o corrupción, mediante el apoyo orgánico y financiero de la subversión interna, así como de presiones o sanciones económicas de todo tipo.

    Y además de estos instrumentos, en países juzgados como “difícilmente quebrantables”, como Rusia y China, la estrategia aplicable incluye la contención y amenazas en sus regiones fronterizas: para el primero la sostenida agitación en el Cáucaso y el derrocamiento del gobierno en Ucrania en 2014, y para el segundo el separatismo en la Región autónoma Uigur de Sinkiang (6) y el conflicto territorial en el Mar del Sur de China.

    En América Latina, tierra de ensayo de las políticas del imperialismo neoliberal, Washington y sus aliados locales han logrado a través de su influencia en los “independientes” poderes judiciales y los cartelizados medios de comunicación, derrocar gobiernos (golpes de Estado en Honduras en 2009, en Paraguay en 2012 y juicio político para inhabilitar a la presidenta brasileña Dilma Rouseff en 2016), y paralizar a gobiernos que buscaban ampliar la democracia y la justicia social (Argentina bajo los gobiernos de Cristina Fernández y El Salvador bajo los gobiernos de Sánchez Cerén, entre otros ejemplos). Para el politólogo argentino Edgardo Mocca, existe “un profundo interrogante sobre el rol del Poder Judicial en la democracia argentina () porque se acumulan elementos que inducen a pensar que la corporación judicial se ha convertido en uno de los pilares de la restauración neoliberal, en un plano de igualdad con las cadenas monopólicas de comunicación en un interesante reparto de roles: los medios construyen el mapa de los “buenos” y los “malos” en la política argentina y algunos jueces traducen esa cartografía en fallos judiciales”. Esta crítica es compartida por Raúl Zaffaroni, ex juez de la Corte Suprema de Justicia de la Argentina (7).

    De hecho, el hegemonismo estadounidense y el neoliberalismo se refuerzan mutuamente al posibilitar que, una vez eliminada la amenaza de un sistema socioeconómico alternativo, sea restablecido el poder y los ingresos de los monopolios y las grandes empresas, y por lo tanto de las oligarquías de las finanzas y las industrias de los países “desarrollados” –la “triada” constituida por EEUU, Japón y la Unión Europea-, cuya influencia determinante en el seno de los sistemas políticos nacionales crecerá aún más, permitiéndoles así un mayor drenaje de inmensos recursos financieros que les llegarán bajo la forma de “renta” (8). El proceso de internacionalización de las economías y de la transnacionalización de las empresas occidentales es crucial para esas oligarquías que se integran sin reservas al neoliberalismo globalizado, y cuyo objetivo principal es por lo tanto preservar a cualquier costo los intereses de sus empresas e intereses personales en la gestión del mercado mundial.

    El imperialismo actual ha ido evolucionando hacia una forma más colectiva, en la cual EEUU actúa como defensor de los “intereses comunes” que comparte son sus aliados subalternos, o sea los demás miembros del G7 (9), que en la práctica ha sido convertido en el “directorio del mundo”, y en esta configuración los aliados subalternos aceptan que deben contentarse con un desigual reparto de las ventajas que podrán ser obtenidas, y sus oligarquías nacionales estiman que “las ventajas procuradas por la gestión del sistema mundializado por EEUU para cuenta del imperialismo colectivo superan sus inconvenientes” (10).

    El sueño (y la pesadilla) del retorno a un mundo unipolar.

    Adoptando el papel de gendarme mundial de esta mundialización neoliberal, Washington se arroga el derecho de intervenir en el país que considera necesario y en cualquier región del planeta, recurriendo para ello a sus redes de influencia y a sus aliados locales, con la fuerza brutal cuando lo estima necesario. El balance de las últimas décadas es definitivamente claro, con las diversas tentativas de cambios de régimen, las invasiones de Afganistán, de Iraq y de Libia. Es un hecho que en el breve período de unipolaridad que seguirá a la desaparición del “enemigo” soviético y de la “amenaza” comunista, EEUU consideró su hegemonía mundial como un hecho irreversible, y que este punto de vista continúa dominando el pensamiento político estadounidense a pesar de los cambios en la correlación de fuerzas en el terreno económico mundial, así como del evidente fracaso del neoliberalismo en la resolución a largo plazo del problema de los ciclos de realización del capital en las economías reales, una contradicción fundamental que mina desde los años 70 del siglo pasado a las economías de los países más desarrollados del capitalismo, a lo que se añade la creciente pérdida de  credibilidad en las elites dirigentes por parte de las poblaciones, como lo vemos en las sociedades de EEUU, Gran Bretaña y otros países de la “triada”.

    Empero, la inflexibilidad sigue figurando en el “orden del día” cuando se trata de proseguir las políticas imperialistas, y esto se explica por dos razones principales. La primera es la rigidez del “nuevo orden legal internacional” que ha sido implantado a lo largo de los diferentes tratados bilaterales y multilaterales sobre el comercio, la protección de las inversiones y el derecho de propiedad intelectual. Lo anterior, y el haber creado un “santuario” para los intereses financieros a fin de resguardarlos de las decisiones políticas, han subordinado los Estados a este “nuevo derecho” que en la vida social real ha vaciado la democracia liberal y representativa de su contenido, conservando solamente su aspecto formal.

    A diferencia del capitalismo de la era industrial, que para sobrevivir y conservar el poder terminaba aceptando negociar con las fuerzas sindicales y políticas algunas reformas laborales y sociales, el actual sistema descarta definitivamente toda  transformación o mutación del modelo económico, revelando así su naturaleza profundamente antisocial, tema que comienza a preocupar a destacados economistas y a medios destinados a la cúpula empresarial (11). Eso explica que la “retroalimentación” democrática, desde el terreno laboral hasta el social y político, haya sido limitada y va camino de la extinción, y que la preocupación por mantener los dogmas subyacentes del modelo nieguen sistemáticamente la necesidad de respetar la pertinencia social. Como con las monarquías absolutistas basadas en el “derecho divino”, en este sistema casi no hay espacio a la negociación y a reformas que favorezcan tanto a las economías reales como a las sociedades,  y esta política también se refleja tanto en la vida política y social de los países del bloque occidental como en sus relaciones con los países percibidos como “recalcitrantes”.

    La segunda fuente de esta rigidez es la homogeneidad mental que reina en el estrato de los cuadros y empleados en las esferas políticas, económicas, mediáticas y académicas. Homogenización que es fruto de la implantación en esas esferas de las ideas neoliberales en el curso de las últimas décadas. Durante largo tiempo la formación recibida y los criterios de selección jugaron a favor de este tipo de perfil en los candidatos. Esta homogenización mental es actualmente una barrera a cualquier crítica que ponga en tela de juicio los supuestos fundamentales del neoliberalismo y que abra espacio a la exploración de soluciones de recambio que se alejen o contradigan los fundamentos de esa doctrina, y por lo tanto a la flexibilidad en la negociación, tanto en el terreno de las relaciones y de los aspectos sociales, como también en las relaciones internacionales.

    Tal inflexibilidad en el contexto de una creciente inestabilidad hegemónica tiene por consecuencia los comportamientos internacionales que vemos en EEUU y sus aliados subalternos, que de más en más contradicen aspectos esenciales de la realidad existente. Esta inflexibilidad se manifiesta en la “falta de armonía” o de coherencia entre algunas de las partes del sistema mundial de alianzas del imperialismo.

    El laxismo de EEUU en la tarea de mantener la disciplina en el campo de sus aliados puede explicarse por una cierta embriaguez nacida de los “vapores” de la unipolaridad (12), que se disipa rápidamente desde comienzos del 2013. Pero considerando con realismo la situación, ese laxismo puede también ser explicado por las transformaciones exigidas a partir de la dualidad “totalitarismo neoliberal-hegemonismo estadounidense”, que en sí misma puede ser fuente de contradicciones.

    La defensa de la unipolaridad a cualquier precio, las fallas de disciplina en el campo de sus aliados y los temerarios comportamientos que se produjeron en el Cercano Oriente, en África del Norte, en la periferia de Rusia y de China, permitieron crear “un caos bien planificado y muy útil al imperialismo” en las relaciones internacionales y la gestión –de corto plazo y alcance- de las contradicciones políticas, económicas y sociales generadas por el totalitarismo neoliberal. Esto último puede también ser visto como la creación y la explotación sin fin de tensiones en el mundo para que funcionen como válvulas externas de seguridad, destinadas a bajar las presiones sociales internas. En cuanto a la lógica propia a la dinámica del imperialismo, el caos en el cual fue sumergido el Oriente Medio es un elocuente testimonio. Las invasiones de Iraq y Libia, la desestabilización de Siria, la apertura política hacia los “hermanos musulmanes” en Egipto, y por otra parte el apoyo otorgado a regímenes confesionalistas y retrógrados, como mínimo complicaron y retardaron considerablemente la emergencia de un mundo árabe más estable y desarrollado, o dicho de otra manera, la construcción de un polo árabe en un mundo que evoluciona hacia la multipolaridad.

    Lo que es bien cierto, y más allá de las “ventajas tácticas” y las “victorias pírricas” ganadas  en ese caos, son los enormes riesgos incurridos para la paz regional y mundial. Podemos pensar en el comportamiento del presidente turco Erdogan, mandatario de un país miembro de la OTAN, con su proyecto de reconstituir el Imperio otomano, su apoyo a los grupos rebeldes y terroristas en Siria mientras reprime de manera brutal y sangrienta a la población kurda dentro del territorio nacional; o el peligroso polvorín creado por el “cambio de régimen” en Ucrania y la formación de un gobierno dominado por una alianza entre oligarcas que originaron los problemas en ese país con ultranacionalistas y neonazis de origen reciente o antiguo ¿Y qué decir de la política seguida por la familia real de Arabia Saudita, que financia el terrorismo y se sirve de un movimiento político-religioso, el wahabismo, para desestabilizar sociedades que se consideren mínimamente laicas, que provoca abiertamente conflictos bélicos, como en Siria y Yemen, y se ensaña en aumentar las tensiones con Irán, sin importar que podría así precipitar toda la región en una guerra. Lo mismo con Israel, país que está profundamente comprometido en la confrontación con Irán y que participa en la desestabilización de la región medio-oriental, y que se paga el lujo de ignorar décadas de condenaciones y críticas por parte de la mayoría de países del mundo por sus odiosas políticas de expansión territorial y de brutal represión del pueblo palestino.

    Es por eso que no hay nada de sorprendente en la llamada de atención lanzada recientemente por Ted Galen Carpenter, importante miembro del conservador Instituto Cato y colaborador de la publicación National Interest, quien escribe que ya “es tiempo de podar la sobre-extendida red de alianzas” de EEUU a través de la OTAN, recordando que esa tarea nunca fue llevada a cabo por la OTAN al final de la guerra fría, y que ahora es necesario emprenderla. Carpenter escribe que hay dos tipos de aliados que califican para ser “podados”: los países del Báltico, que son pequeños, carecen de importancia estratégica en lo económico para EEUU y tienen malas relaciones con Rusia, y los “aliados odiosos” por sus políticas domesticas y regionales, desde Arabia Saudita hasta Turquía, pasando por Egipto e Israel (13).

    Pero la “poda” no ha sido hecha y tampoco lo será en un futuro cercano, sino más bien al contrario, ya que EEUU sigue incorporando o buscando incorporar a más países vecinos o cercanos a Rusia, sin tomar en cuenta las intenciones políticas ocultas o no de esos nuevos aliados. Y sin considerar que en caso de un grave incidente fronterizo provocado contra Rusia, sin el apoyo explicito de Washington, todo acto de guerra corre el riesgo de transformarse en pocos segundos en una conflagración nuclear, y todo enfrentamiento regional convertirse rápidamente en conflicto mundial.

    Para muchos observadores Washington está claramente dando la impresión de que no puede o no quiere imponer a sus aliados la disciplina imperial en el delicado terreno de gestos y acciones que pueden conducir a la guerra. La disciplina imperial reposa desde hace milenios en el principio de que los aliados y vasallos no tienen intereses más allá de servir al supremo interés del imperio.  No importa cuán seductoras sean las distinciones entre las diferentes formas de hegemonía y de imperialismo, ninguna es suficiente para explicar la ruptura de ese principio.

    Y a la vista de la reacción muy negativa de Israel y Arabia Saudita en el 2011, cuando la Administración Obama abandonó al (entonces) presidente egipcio Hosni Mubarak, es difícil descartar la hipótesis de que efectivamente un mundo unipolar convenía a un buen número de aliados de EEUU, porque les ofrecía el marco para facilitar la realización de sus propias ambiciones regionales. Esos aliados no tienen pues ningún interés, ni tampoco intención alguna, de abandonar las ventajas que para sus proyectos les proporcionaba la unipolaridad. Por eso continúan actuando temerariamente y en el marco de un escenario perimido, provocando o alimentando peligrosas confrontaciones políticas o militares, porque a algunos de ellos un retorno a la guerra fría puede parecerles ventajoso.

    En un reciente artículo titulado “Estados Unidos, crecientemente inestable” (14), el sociólogo Immanuel Wallerstein analiza la inestabilidad, que ya no es un problema exclusivo de los llamados “países del Sur”, y que está propagándose a las esferas de la sociedad y la política en EEUU, y apunta que paralelamente en “todo este tiempo Estados Unidos ha ido perdiendo su autoridad en el resto del mundo. De hecho ya no es hegemónico. Quienes protestan y sus candidatos han estado notando esto, pero lo consideran reversible, pero no lo es. Estados Unidos es ahora un socio global considerado débil e inseguro. Esta no es meramente la visión de los Estados que en el pasado se han opuesto con fuerza a las políticas estadounidenses, como Rusia, China, Irán. Esto es también cierto para los aliados presumiblemente cercanos, como Israel, Arabia Saudita, Gran Bretaña y Canadá. A escala mundial, el sentimiento de confiabilidad de Estados Unidos en el ámbito geopolítico se movió de casi 100 por ciento durante la época dorada a algo mucho, mucho menor. Y empeora a diario”. El severo juicio planteado por Wallerstein parece confirmarse en los hechos, con los virajes y cambios de la política exterior de Turquía después de la extraña tentativa de golpe de Estado, el pasado 19 de julio.

    Esta degradación no ha pasado desapercibida para un diplomático que conoce la historia, como el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, quien refiriéndose a los “importantes cambios que estamos viendo en la escena internacional”, dijo el pasado 1 de junio (15) que nuevos centros de desarrollo económico e influencia están emergiendo y ganando fuerzas, sobre todo en la región Asia-Pacífico, pero que “también observamos un fenómeno tan extraordinario como la transformación de Europa en una región que irradia no el tradicional bienestar, sino la inestabilidad”.

    Esta “irradiación” de inestabilidad a partir de Europa proviene sin duda de los efectos perversos del modelo económico, social y político de la Unión Europea (UE) y de la demostrada incapacidad de los actores principales de la UE (Alemania y Francia en particular) de oponerse a la política temeraria que emana de Washington. A lo que se agrega el rechazo a aceptar que la hegemonía neoliberal y la unipolaridad son cosas del pasado, y que nos encontramos en una transición geopolítica que puede llegar a ser el embrión de una multipolaridad, o de un policentrismo, como suelen decir los rusos.

    ¿Guerra fría y guerra sicológica para librar la batalla geoeconómica?

    La “suspendida” presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo recientemente que la emergencia del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) fue un evento sin precedentes en los asuntos internacionales, el alcance de una cima desde el punto de vista de los procesos multilaterales y de la construcción de un mundo multipolar, y sin duda en referencia a EEUU y sus aliados, señaló que “sabemos que eso metió miedo en algunos países” (16).

    Si como señala Wallerstein, el imperialismo estadounidense ya no es hegemónico, entonces el combate “a vida o muerte” contra cualquier alternativa socioeconómica al proyecto neoliberal, como lo ve la presidenta Dilma, nos permite entender las “urgencias” por parte de Washington y sus aliados de la OTAN para crear el fantasma de un “enemigo estratégico común”, de una “guerra fría” que permita construir a “marcha forzada” una cohesión política e ideológica del “mundo occidental”, así como las “justificaciones” para la arremetida ideológica, la represión policial, la intervención directa o la injerencia y la subversión política destinada a erradicar cualquier alternativa socioeconómica, sea nacional, regional o internacional, capitalista o no, que responda a legitimas necesidades sociales y económicas de los pueblos.

    El cubano Fabián Escalante Font (17) nos da una buena indicación para entender esta compleja realidad cuando señala que “el concepto de ‘guerra sicológica’ se comenzó a formar en Estados Unidos a finales de la década del 40, en el pasado siglo, con el inició de lo que se denominó la “guerra fría”. Es precisamente en 1951 que va a figurar por primera vez en el diccionario del Ejército norteamericano bajo la siguiente definición: ‘La guerra sicológica, es el conjunto de acciones emprendidas por parte de una o varias naciones en la propaganda y otros medios de información contra grupos enemigos, neutrales o amigos de la población, para influir en sus concepciones, sentimientos, opiniones y conductas, de manera que apoyen la política y los objetivos de la nación o grupo de naciones a la cual sirve esta guerra sicológica”.

    Todo esto es aún más comprensible si lo incorporamos a la concepción que está poniéndose de moda, pero que en realidad es un “refrito” de lo que ha sido una antigua práctica en Washington, de “hacer la guerra por otros medios”, que es asimismo el titulo (War by Other Means) de un reciente libro escrito por R. D. Blackwill y J. M. Harris (18), dos importantes ex funcionarios de ideología neoconservadora, y que recibió elogios en una reseña del Council on Foreign Relations (CFR), crisol de políticas imperialistas si hay uno.

    Lo primero que el CFR destaca es que los autores “combinan su experiencia en política internacional en Administraciones Republicanas y Demócratas” para pedir que el gobierno de EEUU preste “al comportamiento geoeconómico” el mismo interés que presta a la cooperación sobre seguridad en las relaciones con los aliados y socios, y que –por ejemplo- utilice la posición que EEUU tiene como “superpotencia en energéticos” para ayudar a aliados como Polonia y Ucrania, y asegurar que el Tratado Transpacífico y el Tratado Transatlántico “sirvan para balancear las políticas geoeconómicas de China y Rusia”.

    Julian Snelder hace una reseña de este libro desde un punto de vista crítico (19), y destaca algunas citas que valen la pena aunque no digan algo nuevo, como que “la carrera por el liderato se pelea fundamentalmente en términos económicos”, o que “para resolver los problemas exteriores Washington lleva muy rápido la mano a su pistola, en lugar de llevarla a su cartera”, y que Blackwill y Harris enfatizan que para ellos no se trata de que EEUU abandone su rol mundial, sino lo opuesto, o sea que “active una estrategia que maximice los intereses estadounidenses a través del comercio, las finanzas y las inversiones”.

    Snelder apunta que en ese libro se cita al “halcón” Edward Luttwak, quien parafrasea a Clausewitz cuando afirma que “la geoeconomía es la continuación de las antiguas rivalidades entre las naciones por medios industriales”, y que los enemigos de EEUU en esta “confrontación geoeconómica son China, Rusia y otros Estados capitalistas en los cuales los gobiernos nacionales son los principales actores en el terreno de los negocios”, añadiendo que Blackwill y Harris consideran que los bancos de desarrollo de China (BDCh) y de Brasil (BNDES) “pueden llevar adelante una diplomacia con capital en una escala no equivalente en Occidente”.

    Ante quienes piden el uso del comercio, las finanzas y las inversiones como armas, afirmando que en ese capítulo EEUU se la pasó “durmiendo una siesta”, Snelder replica que “Cuba e Irán quizás estén en desacuerdo. Las sanciones están entre las herramientas geoeconómicas más poderosas que han sido usadas por EEUU, con efectos devastadores”, y añade que incluso los autores de “War by Other Means” señalan que EEUU ha sido el principal país en imponer sanciones, en más de 120 ocasiones a lo largo del siglo pasado”. Y recordando un poco de historia se puede agregar que desde el Tratado de Versailles (1919) la agresión a la Unión Soviética y luego a los países socialistas en general fue fundamentalmente en el terreno económico, comercial y tecnológico, para impedirles a esos países un desarrollo económico armonioso mediante su integración en el comercio internacional. Esta política continúa, lo que puede llevar a decir que se prosigue la política de las cañoneras del Imperio Británico, pero bajo una forma más sofisticada.

    Como antes, el imperialismo capitalista es la cuestión central

    La movilización por la paz se impone como nunca antes. Un número creciente de militantes políticos y sociales de Europa, EEUU y de otros países están concentrando sus esfuerzos en ese sentido. Esos militantes provienen de diferentes  horizontes pero tienen en común el haber tomado consciencia de los desastres pasados y presentes del liberalismo económico desenfrenado. Saben que ese liberalismo económico, en sus fases del siglo 19, siempre condujo a conquistas imperialistas  y a la rapiña colonial en los países del Sur, y a que en contrapartida en los países del Norte se implantara un sistema rentista y parasitario destructor de las sociedades. Saben también que ese liberalismo económico fue el origen de conflictos bélicos en Europa y de dos guerras mundiales (1914-1918 y 1939-1045). Y observando la realidad actual tienen consciencia que este liberalismo económico sólo puede profundizar aún más la ya enorme fractura social, y esto en todos los países del mundo, y llevar ineluctablemente a una forma de feudalismo, de servidumbre, como la descrita en los trabajos del economista Michael Hudson.

    Las provocadoras políticas de EEUU y la OTAN, y las insensatas políticas de los dirigentes de ciertos países aliados en Europa y el Oriente Medio pueden fácilmente empujar el mundo al borde de una nueva guerra, esta vez con armas nucleares. Un testigo de peso de la guerra fría, el General (retirado) George Lee Butler, que de 1991 a 1994 fue Comandante de la Fuerza Aérea Estratégica y de su reemplazo, el Comando Estratégico, o sea el primer Comandante del fin de la Unión Soviética y de la Guerra Fría, al menos en teoría, condena en sus memorias las estrategias de confrontación militar en la era nuclear, que según él “no tienen justificación militar o política”, porque “la guerra nuclear al por mayor” –del tipo que él y sus colegas preveían,  planificaban y simulaban en ejercicios- “habría hecho insustentable la vida, tal como la conocemos”, porque “miles de millones de personas, animales, todo lo viviente, perecerían bajo las peores condiciones agonizantes que pudieran ser imaginadas”(20).

    Hoy día, y por todo esto, el antiimperialismo vuelve a ser la cuestión central en la lucha contra el capitalismo realmente existente y las oligarquías nacionales mundializadas y mundialistas, y eso para luchar por la supervivencia de las sociedades y el equilibrio ecológico del planeta. Retornaremos sobre el imperialismo y el capitalismo global en próximos artículos.


    1.- Robinson Pierce, “Russian news may be biased, but so is much western media”, The Guardian, UK, 3 de agosto 2016.

    2.- Kennedy, Paul, “The pivot of History The US needs to blend democratic ideals with geopolitical wisdom”, The Guardián, UK, 19 de junio 2004.

    3.- Brzezinsky, Zbigniew, “Le Grand Echiquier –L’Amérique et le reste du monde”, Bayard, Paris 1997.

    4.- Se trata, grosso modo, del territorio del imperio ruso o de la URSS, con la excepción de su extremidad oriental, o sea la fachada marítima sobre el Océano Pacífico.

    5.- Van Grunderbeek Pierre, « Obama, Poutine et la géopolitique. Les dangers d’une guerre mondiale…nucléaire ? » Mondialisation.ca, 22 abril 2014,  http://www.mondialisation.ca/obama-poutine-et-la-geopolitique-les-dangers-dune-guerre-mondiale-nucleaire/5378764

    6.- Lin Christina, “China, Central Asian states watch as US legitimizes Al Qaeda in Syria”,  Asia Times  7 de agosto 2016

    7.- Edgardo Mocca, La Operación fraude y sus condiciones políticas, Página/12, 20 septiembre 2015: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-282082-2015-09-20.html ; Raúl Zaffaroni: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-297705-2016-04-24.html

    8.-.- Gerard Duménil et Dominique Lévy, «  L’impérialisme à l’ère néolibérale », PDF, http://www.oid-ido.org/IMG/pdf/libimp-1.pdf

    9.- Amin Samir, « Capitalisme transnational ou impérialisme collectif »  Pambazuka News, 22 de enero 2011:  https://www.pambazuka.org/fr/global-south/capitalisme-transnational-ou-imp%C3%A9rialisme-collectif

    10.- Amin Samir, « Géopolitique de l’impérialisme contemporain », Centre de recherche sur la mondialisation, 12 de noviembre 2003 y 6 noviembre 2005:  http://www.mondialisation.ca/g-opolitique-de-l-imp-rialisme-contemporain/1194

    11.- Stephen Roach, “The Globalization Disconnect”, Project Syndicate, 25 de Julio 2016;
     Joseph Stiglitz, “Globalization and its new discontents”, 5 de agosto 2016 Project Syndicate;
    Bloomberg:  http://www.bloomberg.com/politics/articles/2016-07-18/a-globe-trotting-billionaire-defends-trump-s-trade-policy  Harvard; https://hbr.org/2016/06/business-leaders-have-abandoned-the-middle-class;

    12- Una ilustración de esta mentalidad se encuentra en el « proyecto de los neoconservadores » : “Project for the New American Century”  https://web.archive.org/web/20130609154959/http://www.newamericancentury.org/

    13.- Ted Galen Carpenter  10-06-2016 It's Time to Prune America's Overgrown Alliance Network” http://nationalinterest.org/blog/the-skeptics/its-time-prune-americas-overgrown-alliance-network-16544?page=2

    14.- Immanuel Wallerstein, “Estados Unidos, crecientemente inestable” http://www.jornada.unam.mx/2016/06/11/opinion/018a1mun ; en inglés: http://iwallerstein.com/the-increasingly-unstable-united-states/

    15.- Tass: “Lavrov says Europe is turning into region that radiates instability” http://tass.ru/en/politics/879422 

    16.- Tass: “Brazil's former president says emergence of BRICS frightened some states”, http://tass.ru/en/world/881167

    17.- Fabián Escalante Font, “La guerra sicológica y la lucha ideológica”
    https://lapupilainsomne.wordpress.com/2016/06/06/la-guerra-sicologica-y-la-lucha-ideologica-por-fabian-escalante-font/

    18: CFR http://www.cfr.org/diplomacy-and-statecraft/war-other-means/p37532
    Bajo las presidencias de George W. Bush, R. D. Blackwill fue asistente en el Consejo de Seguridad Nacional del Presidente para la planificación estratégica y enviado presidencial a Irak, así como Embajador en India (2001-2003);  J. M. Harris formó parte del Equipo de Planificación de Políticas del Departamento de Estado durante la Administración de Barack Obama, y fue “arquitecta” de la concepción de la agenda económica de la (ex) Secretaria de Estado Hillary Clinton.

    19.- Julian Snelder  http://www.lowyinterpreter.org/post/2016/06/09/Book-review-War-by-Other-Means.aspx


    20.-El general (retirado) Butler preconiza la abolición de las armas nucleares. Su libro más reciente, publicado en septiembre del 2015, se titula « Uncommon Cause - Volume I: A Life at Odds with Convention - The Formative Years ». https://www.wagingpeace.org/tag/lee-butler/

    http://vecinosenconflicto.blogspot.com.ar


    http://www.alainet.org/es/articulo/179529  

    lunes, 15 de agosto de 2016

    Revista Crírica y Emancipación "América Latina y Palestina. Homenaje a Edward Wadie Said".

    Participa de la presentación de la Revista y Emancipación, el próximo 17 de agosto, a las 18h30, en Buenos Aires. La revista tiene como tem central: "América Latina y Palestina. Homenaje a Edward Wadie Said".
    Estarán presentes Pablo Gentili, Secretario Ejecutivo de Clacso - Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Husni Abdel Wahed (Embajador del Estado de Palestina), Cecilia Baeza (Universidad de Brasilia), Paula Contreras (Universidad de Chile). Más información: http://ow.ly/bkPQ302XHZg
    Puedes descargar gratis la Revista Crítica y Emancipación Nº14 desde nuestra Librería: ow.ly/22gP302W5ki






    [Versión del mensaje en formato texto]
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    Presentación de la Revista

    CRÍTICA Y EMANCIPACIÓN Nº14
    Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales

    NÚMERO ESPECIAL: AMÉRICA LATINA Y PALESTINA

    17 de agosto | 18.30 hs.
    Riobamba 981, Ciudad Autónoma de Buenos Aires

    ¿Por qué criterio moral o político se espera que abandonemos la reivindicación a nuestra existencia nacional, a nuestra tierra y a nuestros derechos humanos? ¿En qué mundo no habría una discusión cuando todo un pueblo es considerado jurídicamente inexistente, aunque ejércitos sean movilizados para combatirlo, campañas sean orquestadas hasta en contra de su propio nombre, y la historia sea modificada para “probar” su inexistencia?
    Edward W. Said (1935-2003)

    Participan:

    • Husni Abdel Wahed (Embajador del Estado de Palestina)
    • Pablo Gentili (Secretario Ejecutivo de CLACSO)
    • Cecilia Baeza (Universidad de Brasilia)
    • Paula Contreras (Universidad de Chile)

    . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
    DESCARGUE DESDE AQUÍ LA REVISTA COMPLETA:
    www.clacso.org.ar/criticayemancipacion

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    Secretaría Ejecutiva
    Estados Unidos 1168 | C1101AAX | Ciudad de Buenos Aires, Argentina
    Tel [54 11] 4304 9145 | clacsoinst@clacso.edu.ar | www.clacso.org

    miércoles, 10 de agosto de 2016

    Panel de discusión: “Usos y experiencias del Islam. Historia y actualidad de la fe musulmana”

    GIEPRA
    Grupo Interdisciplinario de Estudios sobre el
    Pluralismo Religioso en Argentina
    (GIEPRA)
    Invita al
    Panel de Discusión

    “Usos y experiencias del Islam.

    Historia y actualidad de la fe musulmana”

    Expositores invitados:
    • Dra. Silvia Montenegro (UNR/CONICET)
    • Dra. Susana Murphy (UBA / UNLu)
    • Sheij Abdul Karim Paz (Mezquita Al Tahuid)
    Martes 23 de agosto de 2016, 18 hs.

    Universidad Nacional de Luján
    Sede Capital – Ecuador 871
    Se entregarán certificados de asistencia.




    Actividad realizada en el marco del siguiente proyecto de investigación:
    logo_foncyt
    Proyecto PICT (2015-2017), “Pluralidad religiosa en la Argentina contemporánea. Un abordaje interdisciplinario”, Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (Resolución Nº 270/15).

    La actividad cuenta con el aval del Programa de Estudios de Historia Económica y Social Americana (PEHESA), radicado en el Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”.

    lunes, 8 de agosto de 2016

    La geopolítica de los Juegos Olímpicos



    “Citius, altius, fortius”. Estas palabras pronunciadas por el barón Pierre de Coubertin en el año 1896 en Atenas se han convertido en el emblemático lema de los Juegos Olímpicos. Su significado, “más rápido, más alto, más fuerte”, son el reflejo de la intención del pedagogo francés de fomentar el desarrollo de la humanidad a través del deporte y el esfuerzo, además de rescatar el espíritu olímpico heleno de la Antigüedad. Sin embargo, su loable intención pronto se vio afectada por los intereses de muchos de los países participantes. Así, a lo largo de las distintas ediciones olímpicas celebradas en el siglo XX y XXI, el nacionalismo, las reclamaciones políticas, sociales y económicas, las enemistades entre países y hasta el terrorismo han hecho acto de presencia en el mayor evento deportivo que el mundo ha conocido jamás. A ello ha contribuido poderosamente la creciente mediatización de la competición, que ha convertido el evento en una ventana al mundo y ha permitido que en los tiempos recientes miles de millones de personas sigan las retransmisiones de los Juegos Olímpicos.

    De utopía a realidad pervertida

    No cabe duda de que Pierre de Coubertin quería fomentar el deporte como herramienta de cohesión y de desarrollo personal. Sin embargo, su tesis ya empezaba marcada por una sensación profundamente extendida en la sociedad francesa de finales del siglo XIX: la derrota frente a Alemania. El país germano, industrializado y con tropas mejor entrenadas, había barrido con contundencia a Francia en 1871. Uno de los factores que el barón de Coubertin achacaba a la derrota era la peor cualificación física y escasa camaradería de las tropas francesas. Por tanto, para paliar semejante desventaja, insistió con firmeza en la necesidad de que la población francesa empezase a practicar deporte, con lo que se lograría la mejora de la condición física y surgiría cierto hermanamiento gracias a la práctica común y popular de deportes.
    Tampoco sería justo pensar que el noble francés era un revanchista como los que pululaban por su país y que sólo quedaron satisfechos al ver firmar a Alemania en Versalles en 1918, aunque hubiese sido a costa de millones de muertes. El barón de Coubertin extendió su razonamiento de la sociedad francesa a los países entonces existentes, con la intención de reproducir los mismos sentimientos de hermanamiento y sana competitividad entre los estados. La primera edición, celebrada en Atenas en 1898, es considerada todo un éxito, ya que el hecho de reunir a 14 países de tres continentes distintos en aquella época era todo un logro. Igualmente, la infraestructura necesaria tuvo un respaldo económico considerable, especialmente de las élites helenas, por lo que la utopía de Coubertin no pudo empezar mejor. Sin embargo, poco duraría ese espíritu olímpico.
    Con el tiempo, el altruismo internacional-deportivo ha quedado secuestrado. En primer lugar por los estados participantes, que no dudan de utilizar la cita olímpica para canalizar sus políticas exteriores o económicas, haciendo de los Juegos una poderosa herramienta. Les siguen numerosas empresas, que se valen de la marca creada por los Juegos Olímpicos –y que ellos mismos fomentan de igual manera– para hacer negocio o mejorar su imagen. Cierra el círculo el Comité Olímpico Internacional (COI), que lejos de ser un ente desinteresado y fiel a las ideas de Coubertin, se deja querer por estados y empresas para hacer de los Juegos un evento espectacular y extremadamente rentable al mismo tiempo.
    En la sucesión de ediciones olímpicas, el simbolismo popular de este evento se ha ido agrandando, algo que sin duda ha fomentado las actitudes anteriormente comentadas. Los primeros Juegos eran competiciones “elitistas” en el sentido más restrictivo de la palabra. No había una difusión universal y horizontal del deporte. El fútbol se iría convirtiendo con los años en un pionero de la democratización deportiva, pero sólo se podía ir a ver al estadio, en uno de esos primigenios procesos de identificación social a través de un club. Practicar un deporte de manera habitual o profesional era caro, algo que muy poca gente podía permitirse. Con el tiempo, las disciplinas olímpicas pasaron de estar ejecutadas por atletas elitistas a atletas profesionales – de la élite profesional más adelante –, lo que le imprimió mayor seriedad y sentimiento a las competiciones. La rapidez, la fuerza, la agilidad o la habilidad de un país se depositaban en los músculos de los enviados, lo que infería a las pruebas el simbolismo de presenciar una auténtica lucha entre estados; entre sociedades. La discusión sobre qué país era mejor o peor se dejaba ahora en manos del atleta, que demostraba el poderío nacional a través de una prueba “objetiva” – un deporte – y de manera pacífica. Sin duda, el deporte ha sido desde comienzos del siglo XX uno de los elementos de canalización de identidades más importantes, y los Juegos Olímpicos son el cénit en el que cada cuatro años se proyectan.

    Un pulso cuatrienal del mundo

    Desde la primera edición olímpica ya se comprobó el tipo de dificultades que este tipo de eventos iban a tener, y sobre todo, lo difícil que iba a ser superarlos. La cita deportiva ateniense de 1898 tropezó con un boicot, el turco. El todavía Imperio Otomano se negó a participar en la competición, ya que sólo un año antes había estado en guerra con Grecia por el expansionismo irredentista heleno – la Enosis –, y el conflicto se había saldado con una clamorosa victoria otomana, sólo atenuada por la intervención de las potencias europeas, que hicieron de Grecia un país semi-intervenido. Así, los primeros Juegos Olímpicos empezaban marcados por una guerra, un estigma cuya presencia sería habitual en las citas olímpicas a lo largo del siglo XX.


    A los Juegos de Coubertin en Atenas le seguirían en 1900 París, en 1904 la norteamericana San Luis, Londres en 1908 y Estocolmo en 1912. La siguiente cita, programada para 1916 en Berlín, quedaría cancelada por la Primera Guerra Mundial. Los Juegos se interrumpían así por el motivo que estos querían precisamente evitar.
     Las rencillas heredadas de la Gran Guerra se proyectaron en el verano de 1920 en Amberes, ya que países como Alemania, Austria, Hungría o Turquía, vencidos todos en el conflicto armado, no fueron invitados a la cita deportiva. El periodo de entreguerras mostraba así en el aspecto deportivo la escasa intención de integrar a los países vencidos en una dinámica no revanchista ni políticamente agresiva. A pesar de ello, a la cita olímpica en Bélgica acudieron 29 países, lo que empezaba a dar una idea de la dimensión de este movimiento.
    La respuesta alemana a su marginación post-bélica – tampoco estuvo en París 1924 – tardó 16 años en llegar, pero llegó. Hitler organizó unos Juegos en Berlín en 1936 que serían todo un derroche de recursos, simbolismo y poderío económico. El Führer quiso mostrar al mundo cómo Alemania había renacido de sus cenizas, y de paso, remarcar la condición superior de la ciudadanía alemana. Un estadio olímpico gigantesco y el Hindenburg posado en el cielo berlinés fue la imagen de bienvenida para las 49 delegaciones que acudieron. Albert Speer y Joseph Goebbels fueron sus artífices, dando un paso más allá en la fastuosidad de la siempre bien medida propaganda nazi. El éxito del equipo olímpico germano, independientemente de momentos que han pasado a la historia como las carreras del atleta norteamericano Jesse Owens, fue rotundo. Hitler había conseguido su objetivo.
    Las dos siguientes ediciones, programadas para 1940 y 1944, no fueron celebradas al encontrarse medio planeta en plena guerra. La reanudación post-bélica de los Juegos estaría marcada por la gran lucha político-ideológica de la segunda mitad del siglo XX como fue la Guerra Fría; no tanto los JJOO de Londres en 1948, austeros en la organización y tristes desde el sentimiento olímpico – Alemania volvió a ser excluida y numerosos atletas habían muerto en la guerra –. El conflicto Este-Oeste empezó a percibirse con fuerza en el ámbito deportivo a partir de Helsinki ’52. Los puntuales intentos olímpicos previos de remarcar la identidad nacional quedarían en anécdota como consecuencia del clima que se empezó a generar en las semanas que duraban los Juegos durante la Guerra Fría. Desde la edición finlandesa hasta Seúl en 1988, casi todos los deportes y pruebas se veían bajo la óptica de la confrontación entre ambos mundos. Estados Unidos y la Unión Soviética eran sus protagonistas, complementados en determinados momentos por aliados del bloque como Francia, Gran Bretaña, las dos Alemanias, Hungría o Checoslovaquia.

    El triunfo en Helsinki se lo llevó Estados Unidos con 46 medallas de oro, seguido de la URSS con 22, que participaba por primera vez en unos Juegos Olímpicos. Igualmente hubo apariciones delicadas, como Israel, rechazada abiertamente por multitud de estados árabes, o China, que estuvo al borde de acudir con dos delegaciones, la comunista y la nacionalista, aunque esta última acabó retirándose en los días previos al inicio de la competición. Lamentablemente para el ideal olímpico, el contexto político y económico global fue afectando más y más a la celebración deportiva. Los juegos de Melbourne en 1956 fueron buena prueba de ello. La crisis del Canal de Suez del mismo año provocó, ante la participación británica y francesa, que Egipto, Líbano e Irak no acudiesen en acto de protesta. Sí acudió Hungría, país invadido por las tropas soviéticas pocos meses antes para aplastar las revueltas que amenazaban con tumbar el gobierno prosoviético. No obstante, el equipo de waterpolo húngaro quiso, a su manera, vengar la afrenta de Moscú en el agua, y el partido acabó además de con una contundente victoria magiar, con una brutal pelea entre ambos equipos de tal nivel que la policía desalojó el pabellón para evitar males mayores. También hubo una ausencia notable como fue la china – comunista – que se negó a ir ante la presencia taiwanesa en los juegos; sí fue, y hasta 1968, un equipo conjunto de las dos partes separadas de Alemania, uno de los pocos ejemplos políticos de los que Coubertin se hubiese alegrado ver en su idea olímpica.
    Las siguientes ediciones seguirían marcadas por la competencia estadounidense y soviética en el medallero. Sudáfrica participaría en Roma en 1960 bajo el régimen del apartheid, y una y no más, ya que hasta que no abandonó ese sistema estuvo excluida de las citas olímpicas, siete concretamente – hasta Barcelona ’92 –; en México ’68 pudimos ver en el podio a Tommie Smith y John Carlos
    alzando el puño en protesta contra la segregación en Estados Unidos y en Múnich ’72 llegamos a la antítesis del espíritu olímpico, cuando la organización Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina, asesinó a once atletas del equipo olímpico israelí. Se ponía sobre la mesa y frente al mundo de la forma más dramática posible la realidad del conflicto palestino-israelí. Aunque los Juegos no fueron cancelados, quedó la mancha de utilizar una cita deportiva, cuyo fin es diluir los conflictos, como instrumento político a través del terrorismo.
    Llegaron los años ochenta, especialmente crudos en la confrontación entre bloques. Las primeras dos citas olímpicas, en 1980 en Moscú y en Los Ángeles en 1984 fueron protagonizadas por sendos boicots del bloque opuesto. Así, los Juegos celebrados en la capital soviética tuvieron sólo 80 países participantes frente a las 65 ausencias provocadas por el boicot estadounidense como consecuencia de la invasión soviética de Afganistán en 1979. Así, numerosos países aliados y afines además de China, enemiga de la URSS, consideraron la cita moscovita como un momento perfecto para acrecentar la presión sobre el régimen soviético. Cuatro años después, la URSS haría lo propio con el evento deportivo en suelo estadounidense. Sin embargo, el reducido número de integrantes en el bloque oriental provocó que su ausencia no fuese tan llamativa, si bien la inasistencia de la URSS o la RDA eran, a nivel deportivo, bajas considerables.
    Los Juegos en Seúl serían la última oportunidad en la que ambos bloques se vieron las caras. El balance deportivo de la Guerra Fría se saldó con una contundente victoria del bloque oriental; lamentablemente para la Unión Soviética, el simbolismo deportivo no es más que eso, y el hundimiento de todo el bloque en los años siguientes hizo que las victorias olímpicas quedasen como un simple recuerdo en la historia del deporte.

    Nuevos intereses en un nuevo mundo

    Para cuando la URSS colapsó, los Juegos Olímpicos ya eran un evento de tal magnitud mediática a nivel mundial que no tenían rival alguno. En las semanas de competición, el mundo se paraba y toda la atención se centraba en el televisor. Desde hacía unas pocas ediciones, los Juegos ya no eran un mero evento deportivo o una herramienta para muchos países; se habían convertido en un gigantesco negocio. Así, como todo negocio, para que perdurase tenía que ser rentable. La organización de la competición olímpica ya era un trabajo titánico y costoso para las ciudades que acogían la cita deportiva. Infraestructuras cada vez más variadas por el aumento de los deportes olímpicos y más grandes por cuestiones de público; mejores infraestructuras para conectar los pabellones y estadios; una villa olímpica cómoda que cada vez tenían más aspecto de ciudad pequeña y una organización extensa a la vez que meticulosa eran algunos de los retos a los que se enfrentaba la ciudad organizadora.
    Estas nuevas condiciones que el espectáculo olímpico otorgaba tuvieron fuerte repercusión. La importancia ya no radicaba en cómo de potente era un país deportivamente hablando; la competencia había muerto con Guerra Fría. Ahora, el poderío nacional se demostraba organizando unos juegos a la perfección, mostrando al mundo – cientos de millones de espectadores e inversores – lo moderno y próspero que era la ciudad candidata y el país por extensión. Para muchos estados se convirtió en una prioridad. Suponía, en caso de éxito, colocar a la ciudad elegida en el mapa político y económico durante décadas y tener unas ganancias incalculables en reputación e imagen internacional.
    El cambio de modelo vino tras el fiasco financiero que supuso el estadio olímpico en Montreal ’76 y la cita en general. Los sobrecostes y las constantes reparaciones supusieron multiplicar por diez el presupuesto inicial, generando un agujero en las arcas canadienses que tuvo que ser sufragado con un impuesto especial sobre el tabaco durante treinta años. Fue entonces cuando se tomó conciencia que organizar unos Juegos Olímpicos no podían suponer la práctica ruina de la ciudad. De alguna manera había que conseguir que los Juegos tuviesen un impacto económico positivo a largo plazo o que al menos su organización fuese rentable para la ciudad. La cita angelina en 1984 tomó buena nota de la catástrofe económica de Montreal, y planteó unos Juegos austeros, reutilizando instalaciones ya construidas. El resultado fueron casi 200 millones de dólares de beneficios.
    Una vez superada la fase de rentabilidad olímpica, se avanzó hacia la de visibilización. Además, para 1988 se produjo un cambio sustancial dentro de la geopolítica olímpica: Seúl, la ciudad organizadora, iniciaría la racha en la que los Juegos se desplazaban a la periferia global, dejando de rotar de manera casi permanente entre países del centro o de potencias – con la salvedad de México ‘68 –. La capital surcoreana aprovecharía su designación para iniciar la remodelación de la ciudad y proyectar así la imagen de “tigre asiático” y desterrar los fantasmas de la guerra con su vecina del norte treinta años atrás, algo así como hizo Tokio en la cita olímpica de 1964.
    Sin embargo, el modelo de Juegos Olímpicos rentables, exitosos y con un impacto positivo en la ciudad a largo plazo lo crearía la candidatura de Barcelona ’92. Su logro, referencia en casi todas las candidaturas posteriores, radicó en tres aspectos: implicación de todos los actores políticos – gobierno central, gobierno autonómico y local –, así como del COI, entonces presidido por el barcelonés Juan Antonio Samaranch, y empresas privadas; financiación público-privada, reduciendo así los gastos públicos y el uso de los Juegos Olímpicos como excusa para acometer una remodelación integral de la ciudad de Barcelona a nivel urbanístico, económico y social gracias a inversiones a largo plazo.
    Todavía hoy los Juegos de 1992 son considerados como unos de los mejores jamás celebrados. El cambio acometido en Barcelona fue espectacular; la ciudad dejó su impronta industrial para reconvertirse en una ciudad moderna y conectada con el mundo – de ese mismo año es la remodelación del aeropuerto de El Prat –. El impulso económico y mediático olímpico, además de generar más empleo y actividad en el corto plazo, ha permitido el posicionamiento de la capital catalana en el “centro” europeo, y en muchos aspectos de índole económica, turística y comercial supera ampliamente a Madrid. Un claro ejemplo de las bondades de gestionar bien tanto una cita olímpica como la inercia que esta provoca.
    Este modelo mixto fue adoptado posteriormente por las candidaturas de Atlanta ’96  – unos Juegos pagados por CocaCola –, Sidney 2000 y Londres 2012, que con mayor o menor éxito han replicado la experiencia barcelonesa. Sin embargo, dicha manera de organizar el evento olímpico dista de hacerse norma. La antítesis de la gestión del 92 se produjo en 2004 en Atenas, cuando la capital helena tuvo la responsabilidad de organizar los Juegos. Aunque deportivamente la competición salió adelante, el fracaso económico para Atenas fue tremendo; incluso algunos sugieren que fue la primera piedra – o una de ellas al menos – de la actual crisis que atraviesa Grecia. Y es que dichos Juegos costaron nada menos que 12.000 millones de dólares, que unidos a la escasa rentabilidad de la cita y la mala gestión de su impacto hicieron un considerable agujero en la economía nacional griega con deudas que ascendieron a un 3% del PIB. No es de extrañar que en 2005, el año siguiente a la celebración de los Juegos, el PIB griego decreciese un 1,1% respecto al año anterior y fuese un 2,2% respecto al año siguiente. Semejante bache estaba causado en gran medida por el fiasco olímpico ateniense.
    Se comprobaba así cómo en esta nueva gestión de los JJOO de “marca-ciudad” había proyectos que salían bien y salían mal. La apuesta de Pekín en 2008 siguió por los derroteros de la cita anterior, sin embargo, la economía china no es ni era comparable con la de Grecia; sus efectos, por tanto, tampoco. No obstante, los Juegos en Pekín sirvieron para demostrarle al mundo la capacidad económica, tecnológica y organizativa de China más allá de los productos baratos. Aunque no pasarán a la historia del olimpismo, sí le fueron útiles al país como herramienta de soft power, a pesar de las evidentes carencias en materia medioambiental y el poco respeto a los Derechos Humanos.
    Especialmente a partir de los Juegos de los años noventa, el statu quo en la elección de la sede empezó a cambiar. El criterio olímpico propio del siglo XX de ir rotando por las potencias para mantener contentos a todos dejó paso a los intereses económicos y comerciales. En la actualidad, los Juegos Olímpicos casi se puede decir que se compran; pero no se compran por la ciudad candidata, sino que son los poderes económicos los que acaban dirigiendo los votos hacia una candidatura u otra. La explicación es sencilla: en los tiempos recientes, la candidatura que más oportunidades de negocio genera es la que más probabilidades tiene de acabar alojando la llama olímpica. Esto, traducido, supone que aquella ciudad sin apenas infraestructuras construidas y que mayores planes de inversión tiene tanto para instalaciones olímpicas como para la propia ciudad es la que albergará los juegos. En Pekín los costes ascendieron a 40.000 millones de dólares, ya que numerosas infraestructuras debían ser construidas de cero. Así, los contratos para hacerlas son reñidos, además de una excelente oportunidad para muchas empresas. En parte esto explica el triple fracaso de la candidatura olímpica de la ciudad de Madrid. El reciclaje de infraestructuras ya levantadas, una baza argumentada por la candidatura, políticamente está bien vista al no tener que realizar más gastos; económicamente tiene un atractivo nulo al no haber oportunidades de negocio. El mensaje que se intenta enviar en la actualidad es el de que los Juegos son caros, y si los quieres, hay que pagarlos.

    Río 2016 y Tokio 2020 son dos ejemplos de esta nueva política. La ciudad carioca tiene un tremendo reto logístico ante la cita olímpica puesto que en el momento de ser designada llevaba poco trabajo hecho detrás. Sin embargo, el amparo de Brasil como país y la cita futbolística del Mundial 2014 suponen la creación de un clima político propicio a la inversión y la renovación total de la ciudad que abarca más de lo estrictamente  olímpico. Brasil se encuentra en un punto crítico como país. Pretende insertarse plenamente en las dinámicas económicas del mundo globalizado del siglo XXI mientras tiene a sus espaldas problemas tan graves como la desigualdad, la delincuencia o las inmensas favelas situadas en muchas ciudades de Brasil, que se acentúan en el caso de Río. Se ha convertido en una prioridad dar carpetazo a esos temas – o empezar de manera seria a solucionarlos al menos – aprovechando los Juegos Olímpicos. La elección de Tokio para cuatro años después responde a intereses similares: poco atractivo de las otras candidaturas – Madrid sin oportunidades de negocio y Estambul con serias carencias en DDHH y demasiado cerca del avispero de Oriente Medio – y un considerable montante en inversión para instalaciones deportivas – el 60% está por construir – y urbanas en la capital nipona decantaron la elección de Tokio. Para 2024 la puerta está todavía abierta, ya que hasta 2017 no será elegida la sede. De momento existen diecisiete candidaturas repartidas por todos los continentes, si bien podrían destacar por su potencial la candidatura de San Francisco, San Petersburgo, París o Berlín. Veremos qué deciden los miembros del COI.

    Y es que este organismo tampoco puede decidir con gran libertad. Depende económicamente de los patrocinios y los derechos de retransmisión de las citas olímpicas, y los réditos de los mismos pesan poderosamente en sus decisiones. Por ejemplo, las televisiones estadounidenses presionan al COI para que las sedes estén situadas en una franja horaria aceptable para los telespectadores norteamericanos. Algo similar ocurre con las televisiones europeas. Así, los husos horarios y su relación con la cantidad de espectadores que pueden estar viendo en directo las pruebas es algo a tener en cuenta. Los Juegos en Asia no son recibidos con emoción en Estados Unidos y Europa por ese motivo. Cuatro o cinco horas de diferencia son aceptables, diez no. A estas presiones televisivas se les unen las de las empresas que ven una oportunidad en el evento deportivo. Constructoras, empresas de publicidad, de aparatos electrónicos, de bebidas o empresas financieras son algunos de los sectores que con más ahínco presionan para conseguir que la ciudad escogida sea la más acorde a sus intereses. El deporte hace mucho tiempo que dejó de ser exclusivamente deporte, y los Juegos Olímpicos, su máxima expresión, no iban a ser menos.
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