martes, 25 de febrero de 2014

Jerusalén en la locura

Por:  24 de febrero de 2014
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Jerusalén al atardecer / AFP, T. Coex
Muy pocas ciudades pueden presumir de tener todo un mal bautizado por los efectos que tienen sobre quien las visita. Está la muerte de Venecia, un arrebato melancólico en el que todo, incluida la ciudad, parece que se hunde, y el enfermo acaba optando por el suicidio. Hay psiquiatras que han diagnosticado enajenaciones estéticas en los bulevares que París que llevan a la locura transitoria. En Jerusalén el trastorno es de mesianismo. 

Los aquejados por el síndrome de Jerusalén se creen dioses o profetas, oráculos y mesías. Se pasean por las calles de la ciudad vieja advirtiendo de la inminencia del juicio final, y ofrecen a quienes les escuchen la clave de la salvación o la condena eterna, dependiendo del caso.

Escribe Simon Sebag Montefiore en su enciclopédica biografía de esta ciudad que “cada año un centenar de pacientes son ingresados en el sanatorio localaquejados de síndrome de Jerusalén, una locura de premonición, desilusión y engaño”. Según estiman el profesor Eliezer Witztum y el doctor Moshe Kalian en un libro de reciente publicación titulado Jerusalén de Santidad y Locura, desde 1979 un millar de turistas ha sido tratado en el hospital psiquiátrico de Kfar Shaul por una suerte de histeria transitoria.

No es de extrañar, pues las tres grandes religiones monoteístas consideran esta ciudad escenario crucial en grandes gestas que forjaron sus credos. 

La roca que se halla bajo la magnífica cúpula dorada de la Explanada de las Mezquitas es, para la tradición judía, la piedra fundacional de la creación, lugar en que confluyen tierra y cielo. Marca también para ellos el punto en que en la antigüedad fue depositada el Arca de la Alianza. 

Los musulmanes creen que sobre esa misma roca, donde la tradición dice que Abraham estuvo a punto de sacrificar a su hijo por petición de dios, se apoyó el profeta Mahoma en su célebre periplo nocturo a la mezquita más lejana, paraascender a los cielos de la mano del arcángel Gabriel.

Y para los cristianos la ciudad vieja de Jerusalén es donde Cristo predicó, padeció y murió, para resucitar y ascender a los cielos. Muchos son los templos católicos y ortodoxos en Tierra Santa, pero especial gravedad tiene el Santo Sepulcro, donde los cristianos de la antigüedad creían que se hallaba el centro del mundo, marcado por un ómpalo, ombligo de la creación. 

Hay enfermos visionarios que ya son de sobra conocidos por agentes de policía, dueños de establecimientos, guías turísticos y gobernantes de Jerusalén. 

Está el ultraortodoxo que todos los días predice la inminente destrucción divina de la Explanada de las Mezquitas, de cuyos escombros renacerá un tercer templo judío. Un cristiano tocado por una toga que hace décadas debió ser blanca dice que es la reencarnación del bautista, y en cualquier charco ve una pila bautismal. Es común que el enajenado se crea profeta, santo, nuevo mesías o Cristo reencarnado. En los casos más graves se ven como el mismísimo dios, o en su defecto Lucifer, que como era de esperar también tentó a Jesús en Jerusalén. 

En Jerusalén se halla, al fin y al cabo, el valle Kidrón o de Josafat, el que separa el monte de los Olivos de las murallas de la ciudad vieja, del que dios dice en la Biblia: “Juntaré todas las gentes, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellos a causa de mi pueblo”.

Según explica el profesor Witztum en una entrevista publicada esta semana en el diario israelí Maariv, “hay lugares cuya conexión con nosotros nos ofrece la impresión de estar en realidad conectados a algo mucho mayor”. 

El mal de Jerusalén nace, pues, de una desesperada esperanza, de la necesidad de creer que tras esta existencia aguarda algo mayor. Y para tanta locura divina no hay lugar más misterioso, bello y soberbio que Jerusalén, que permanece inmutable en las orillas de la eternidad, a pesar de haber sido escenario de tantas y tantas guerras, y tantos excesos humanos.

Publicado en el Blog Oriente Más Próximo

sábado, 22 de febrero de 2014

Se ven luces, pero Oriente Próximo no mejora

A pesar de las señales optimistas, la región no va a mejorar a corto plazo


La primavera árabe no cumplió las expectativas depositadas en ella, y desde entonces no ha dejado de contribuir a una espiral de violencia e incertidumbre en Oriente Próximo. Hoy, la situación no está mejorando; es más, todavía no hemos tocado fondo. Voy a tratar de recorrer los distintos motivos que permiten sentirse optimistas, desde las conversaciones de paz en Siria hasta el posible acuerdo nuclear en Irán, y explicar por qué, pese a todo, debemos ser precavidos y escépticos ante ellos.
Después de que el ejército derrocara el año pasado al presidente Morsi y de las revueltas posteriores, los últimos acontecimientos en Egipto ofrecen ciertos motivos para el optimismo. En enero, el referéndum sobre la Constitución obtuvo más del 98% de votos favorables. El general Abdel Fatah al Sisi es el favorito para obtener la presidencia, y eso debería reducir la incertidumbre política, si el Parlamento y las instituciones del Estado tienen una colaboración más fluida bajo su mandato. Sin embargo, aunque la estabilidad mejore, la situación económica y de seguridad del país seguirá deteriorándose. La violencia y el terrorismo empeoran, con varios grupos insurgentes locales que están creciendo y volviéndose cada vez más audaces y sofisticados. Las preocupaciones por la seguridad tendrán repercusiones en la economía egipcia, en especial en el turismo. La sociedad egipcia permanecerá dividida. Y el Gobierno tendrá que hacer frente a unos problemas presupuestarios cada vez mayores, porque cualquier reforma económica de peso chocará con la oposición de la gente.
En relación con Siria, Occidente ha dicho que el acuerdo sobre armas químicas en el que medió Rusia y las recientes conversaciones de paz entre El Asad y la oposición son grandes avances. Pero tanto el acuerdo como las negociaciones consolidan la posición de El Asad y afianzan su legitimidad. Además, las conversaciones no están siendo fructíferas, y algunas informaciones dicen que, en realidad, solo se ha entregado a los equipos internacionales de desarme alrededor del 4% de las armas químicas de las que existe constancia en Siria. De todas formas, los países occidentales no tienen ganas de reabrir la pregunta sobre “qué hacer con Siria” porque suscita debates políticos peliagudos con sus respectivas opiniones públicas. No se ve ninguna senda viable para acabar con un conflicto responsable de que haya más de 130.000 muertos y más de seis millones de desplazados dentro de Siria.

Al Qaeda tiene más influencia porque muchos grupos adoptan su marca
Mientras la situación siria se consolida en un desagradable equilibrio, los extremistas seguirán desviando su atención hacia los países vecinos y en particular hacia Irak, donde las armas y los reclutas traspasan la frontera sin problemas. La reciente invasión de Faluya por parte del grupo Estado Islámico de Irak y el Levante fue un intento preocupante de minar la autoridad del Gobierno central de Bagdad, de mayoría chií. Muchas voces importantes de los Estados del Golfo apoyan el ascenso de facciones armadas suníes contra Bagdad, dentro de su campaña para debilitar a los aliados de Irán.
Fuera de Irak, estamos viendo la actuación de células más pequeñas, vinculadas a Al Qaeda, en Líbano y el norte del Sinaí; sus actividades podrían extenderse a Jordania y otros países. Es cierto que la amenaza directa de Al Qaeda contra los países desarrollados ha perdido fuerza tras los ataques encabezados por Estados Unidos contra la capacidad organizativa del grupo y la muerte de Bin Laden. Pero Al Qaeda tiene más influencia que nunca en la región, porque muchos grupos locales, con objetivos locales, adoptan su marca.
Las esperanzas depositadas hace unos años en que los turcos pudieran ayudar a resolver los retos regionales más allá de sus fronteras se han evaporado; de hecho, Turquía es en sí un problema cada vez más grave. Además de su susceptibilidad a un posible contagio de Siria, es probable que el alto el fuego con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) se interrumpa después de las elecciones locales de marzo, con la consiguiente reanudación de la actividad guerrillera. El comportamiento del primer ministro Erdogan, que se muestra cada vez más agresivo con la oposición tanto dentro como fuera de su partido, amenaza con complicar y desestabilizar aún más la situación política interna del país.

El comportamiento de Erdogan puede complicar mucho más la situación de Turquía
A pesar del impulso cobrado recientemente por el proceso de paz y las buenas intenciones de John Kerry, no va a haber ningún avance sustancial en el conflicto entre Israel y Palestina. El motivo es que el Gobierno palestino, con su debilidad, tendrá problemas para llevar a la práctica cualquier acuerdo, y toda la cuestión palestino-israelí quedará cada vez más relegada, a medida que la atención de la comunidad internacional se centre en las negociaciones nucleares con Irán.
A propósito de estas negociaciones, haya o no acuerdo, parece casi seguro que 2014 va a ser el año fundamental. Hemos visto que cada vez cuenta con más apoyos la idea de un acuerdo amplio; las posibilidades de éxito son ligeramente superiores a las de fracaso. De esta situación depende todo en la región, porque las consecuencias serán radicalmente distintas en función de que se logre el consenso o se rompan las negociaciones. Si bien está claro que Occidente prefiere un acuerdo sólido —que sería una victoria crucial para el Gobierno de Obama y aliviaría la presión sobre los precios mundiales del petróleo—, dicho acuerdo, en la región, solo serviría para intercambiar los papeles de ganadores y perdedores locales. No sería ninguna panacea, porque un acuerdo definitivo reforzaría a Irán y prepararía el terreno para que vuelva a ser un motor económico regional. Eso, a su vez, fortalecería a sus aliados, el régimen de El Asad y Hezbolá, y agravaría el conflicto con los Estados del Golfo suníes, como Arabia Saudí, que ve mal el ascenso de Teherán y el aumento de sus exportaciones de petróleo.
A pesar de que se atisban ciertas señales optimistas, no conviene fiarse de que vayamos a tener una situación mejor en Oriente Próximo a corto plazo. Por más que se renueven los ganadores y los perdedores, las perspectivas en la región siguen siendo negativas.
Ian Bremmer es fundador y presidente de Eurasia Group, la principal empresa de investigación y consultoría sobre riesgos políticos en el mundo. Su último libro,Every nation for itself: Winners and losers in a G-Zero World, detalla los peligros y las oportunidades en un mundo sin liderazgo global.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.
www.elpais.com

lunes, 20 de enero de 2014

DEPENDE: UN SIGLO XXI 'MADE IN' ASIA

20 de enero de 2014

¿Hacía donde va el continente? Derrumbando mitos, vislumbrando escenarios.

AFP/Getty Images


“El auge de Asia cambiará el orden mundial”
Sin duda. Ya lo está haciendo. China no es el único país asiático que quiere acabar con el orden internacional impuesto tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. Además de Pekín, en Asia compiten por establecer un nuevo orden más acorde con sus intereses Rusia, India, Japón, Indonesia, Corea del Sur y Turquía. Todos estos países están convencidos de que ha llegado la hora de acabar con la supremacía ostentada por Europa desde el siglo XVIII y heredada por Estados Unidos en 1941, aunque es China la que ha tomado la delantera.
Con el 60% de la población y el 25% del PIB del planeta, el mundo asiático se presenta como multipolar, quiere adaptar las instituciones internacionales a su realidad, se mueve por los impulsos del comercio y el desarrollo económico y, a nivel global, mantiene una estrategia dirigida a la consecución de materias primas para seguir creciendo, lo que crea mucha competencia entre los diferentes actores.
En Asia -fábrica, laboratorio y mercado del mundo- se dirime el futuro económico de la Tierra. En los ascensos y caídas de los imperios juegan tanto los intereses económicos como el poderío militar y Asia ofrece todas las condiciones para impulsar y modelar la economía y las finanzas del siglo XXI.

“El Asia de hoy es la Europa de 1914”
La potenciación de los nacionalismos es muy preocupante. El despertar de Asia lo han protagonizado los Estado-nación, lo que alienta el nacionalismo y la autoafirmación en sociedades que aún no se han curado las heridas que le infligieron el imperialismo y el colonialismo de los siglos XIX y XX. El historiador británico David Stevenson considera el noreste de Asia como la “zona más caliente” del planeta, en la que se enfrentan Estados Unidos como imperio en decadencia y China como imperio emergente.
Pekín considera que la política de Washington en Asia tiene como fin cercarle y frenar su ascenso, por lo que en los últimos años ha pasado de una diplomacia discreta a una mucho más proactiva, que no tiene reparos en extender su influencia por Asia a base de mostrar tanto su poder duro (militar) como blando (económico, cultural y diplomático). China se siente vulnerable frente al poderío militar de EE UU, que antes de 2020 tendrá en el Pacífico más del 60% de su flota. El despliegue de 2.500 marines estadounidenses en el norte de Australia, el reforzamiento de la base de Guam y de las alianzas defensivas con Filipinas, Corea del Sur y Japón, y la ofensiva diplomática estadounidense en India y los 10 países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) profundizan la desconfianza de Pekín hacia Washington. La decisión del presidente Barack Obama de dar prioridad a la región de Asia-Pacífico fue interpretada por el Partido Comunista Chino (PCCh) como prueba de la evidente resistencia de EE UU a aceptar la competencia geoestratégica en una zona que China considera su área natural de influencia.
Esta situación desemboca en una nueva guerra fría, en la que el escenario más volátil es el mar del Este, con la peligrosa disputa entre Japón y China por las islas denominadas Diaoyu en chino y Senkaku en japonés. Según el Tratado de San Francisco (1951), que China no firmó y a cuya negociación no fue invitada, esas islas son territorio nipón y como tales están protegidas por el acuerdo de defensa entre EE UU y Tokio. Pekín sostiene que las islas le pertenecen y que Washington no debe inmiscuirse en sus asuntos. La disputa se nutre del nacionalismo creciente en  amplios sectores de la sociedad china, que el PCCh utiliza para legitimarse, y en la japonesa, como vivero de votos de los partidos más derechistas, incluido el ala dura del gobernante Partido Liberal Democrático.  
A su vez, la guerra fría se alimenta con la carrera armamentista emprendida por los países de la zona ante el espectacular crecimiento del presupuesto militar chino, que lleva dos décadas aumentando a cifras de dos dígitos, aunque el gasto militar de EE UU sigue siendo seis veces superior al chino. El mayor empeño de Pekín ha sido modernizar y aumentar el tamaño de su flota y de sus fuerzas aéreas, dotarlas de medios y de armamento muy avanzados, que compra mayoritariamente a Rusia, aunque China ha logrado importantes avances tecnológicos en su industria bélica y aeroespacial.
Al igual que Europa en 1914, Asia carece de una estructura de seguridad que permita poner en contacto inmediato a los dirigentes de los países para evitar que un accidente o un incidente desate un incendio de consecuencias tan terroríficas como la Primera Guerra Mundial. En la solución de esta grave carencia estratégica deben implicarse los países del entorno y la misma ASEAN como institución. La Unión Europea debería impulsarla y prestar su asesoramiento.

“Corea del Norte utilizará sus armas nucleares”
Es muy improbable, pese a la agresiva retórica de Kim Jong-un. El  tercero de la dinastía Kim, en su discurso de Año Nuevo, afirmó que si estalla una nueva contienda en la península coreana “supondrá una espantosa catástrofe nuclear, de la que ni siquiera EE UU se salvará”. Empeñado en hacerse con las riendas del país más aislado del planeta desde que hace dos años muriera su padre, el Querido Líder Kim Jong-il, el nuevo tirano reforzó el año pasado su arsenal atómico con una tercera prueba explosiva y el disparo de un misil de largo alcance. El rechazo a volver a la mesa de negociaciones para renunciar al armamento nuclear a cambio de una cuantiosa ayuda económica y tecnológica extiende la inestabilidad por todo el noreste del Asia, mientras en el interior de Corea del Norte se suceden las purgas políticas con ejecuciones sumarias. La impredecible evolución del régimen eleva la temperatura de una zona en la que también hay un diferendo fronterizo entre Japón y las dos Coreas, que se disputan la soberanía de unos islotes.

“Las aguas turbulentas están en el mar del Este de China”
No solo. Hay tormenta en el espacio aéreo y en el mar del Sur de China. El 23 de noviembre pasado Pekín anunció que declaraba una Zona de Identificación de la Defensa Aérea (ZIDA) sobre una extensa parte del mar del Este. La decisión unilateral fue muy criticada, en especial por Japón, pese a que ese país ha realizado varias ampliaciones de su ZIDA, la última en 2012, y por EE UU que envió a la zona dos aviones de combate B-52 para recordarle a China que las medidas no se toman de forma unilateral.  Días después, Seúl anunció el establecimiento de su propia ZIDA. Las tres zonas se solapan en grandes áreas, por lo que el riesgo de accidentes e incluso de confrontación directa se ha disparado. Los tres países han declarado que no van a desatar un conflicto armado por unos islotes -aunque sus aguas, ricas en pesca, esconden grandes bolsas de petróleo y gas-, pero siguen dando pasos hacia el enfrentamiento.
Además, los países del sureste asiático temen que el nuevo moviendo de China sea un paso previo a la declaración unilateral de su ZIDA sobre los tres cuartos del mar del Sur de China que reclama. El PCCh reivindica el dominio sobre el 80% de ese mar, que tiene una extensión aproximada de 3,5 millones de kilómetros cuadrados, con numerosas islas, islotes, atolones y peñascos deshabitados, cuya soberanía también se disputan Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunei y Taiwan. Esto tendría serias consecuencias tanto en la navegación aérea como marítima. Esas aguas son unas de las más transitadas del planeta, por las que discurre más de la mitad del tonelaje de la flota mercante mundial y un tercio del transporte de crudo, además de multitud de pesqueros, submarinos y buques de las distintas fuerzas navales.

“La vuelta de Japón”
Mucho más que Abenomics. Así se denomina la política económica del primer ministro Shinzo Abe, con la que en un año de gobierno ha devuelto la confianza a los empresarios y consumidores nipones tras dos décadas de estancamiento económico y deflación. Más allá del término, lo que Japón experimenta en la actualidad es una reafirmación de su espíritu nacional, que afecta tanto a la economía como a la política, la diplomacia y la sociedad. Shinzo Abe se plantea modificar la Constitución de 1946, impuesta por EE UU como potencia ocupante tras la Segunda Guerra Mundial. El espíritu pacifista de la Carta Magna prohíbe a Japón tener un Ejército como tal y limita las tareas de las denominadas fuerzas de autodefensa, que carecen de capacidad para sumarse a una operación militar internacional, aunque tenga como objetivo la defensa de Japón. Para incrementar el papel nipón en la esfera internacional, Abe pretende también eliminar de la Carta Magna las restricciones a Japón a participar en el sistema de seguridad colectiva de Naciones Unidas.
La normalización de las Fuerzas Armadas japonesas casi 70 años después de su estrepitosa derrota ha llevado a Tokio a dotarse de un Consejo de Seguridad Nacional para responder con rapidez ante cualquier contingencia. Además, Abe ha ordenado el incremento del presupuesto militar en un 5% y ha elaborado su primer plan de estrategia nacional, con una duración de cinco años, a lo largo de los cuales no se descarta que vuelva a redefinir su política defensiva y acepte el principio de ser el primero en atacar ante una grave amenaza, lo que provocará que vecinos como China y las dos Coreas, que sufrieron la dominación japonesa en la primer mitad del siglo XX, pongan el grito en el cielo.
Ante la reemergencia de China -su primer socio comercial--, Tokio tiene tres posibles soluciones. La primera es la más amarga para los políticos. Consiste en asumir el nuevo papel de China y tratar de obtener con ello el mayor beneficio económico posible. La segunda es pragmática y exige ligar aún de forma más estrecha la suerte japonesa a la de EE UU y convertirse en el bastión estadounindense en Asia, seguido de cerca por Australia, Corea del Sur y Filipinas. Y la tercera, la más arriesgada, parece ser la que va tomando cuerpo en el archipiélago: se decanta por la reafirmación nacionalista de Japón e incluye gestos como la visita al monasterio sintoísta de Yasukuni, donde se veneran las almas de los millones de japoneses caídos en las contiendas de 1853 a 1945, incluidas las de los 14 criminales clase A de la Segunda Guerra Mundial. Abe acudió al templo el pasado 26 de diciembre y su ministro del Interior una semana más tarde. Ni China ni las Coreas se lo van a perdonar. Incluso EE UU lo criticó al entender que añade leña al fuego de las tensas relaciones de Japón con sus vecinos.
Si China ve con espanto la opción de que se refuerce la alianza Tokio-Washington, aún le alarma más la reafirmación nacionalista japonesa.  

“La contención de China se llama India”
No está tan claro. La Administración de George Bush, profundamente anticomunista, llegó a un acuerdo nuclear con India e impulsó sobremanera las relaciones entre la democracia más numerosa del mundo y la más poderosa. Los halcones republicanos ven en India -que comparte al menos en teoría los valores occidentales de democracia, libertad y Estado de Derecho, al gigante asiático capaz de contener la expansión china. Pekín y Nueva Delhi, que en 1962 se enfrentaron en una guerra de baja intensidad, aún mantienen uno de los muchos contenciosos fronterizos que les separaban, ideológicamente son como el día y la noche y sus modelos económicos son radicalmente opuestos. Sin embargo, esta disparidad ha convertido sus economías en complementarias. Si China es la fábrica del mundo, India es la oficina, con su espectacular dominio de Internet, de la tecnología de la información y del software. Pero esta producción ocupa muy poca mano de obra e India, que muy pronto sobrepasará a China en población –en la actualidad, China tiene 1.350 millones de habitantes, apenas 100 millones más que India– necesita con urgencia impulsar un sector manufacturero que cree trabajo, para lo que precisa una amplia red infraestructuras que no tiene. China, que por la política del hijo únicocomienza a tener una población envejecida, tiene en India millones de jóvenes disponibles para trabajar en las fábricas que deslocalice.

Nueva Delhi, al igual que Pekín, trata de jugar con todas las carta de que dispone en la mesa y, al tiempo que estrecha las relaciones con Washington y la Unión Europea,  ha mejorado considerablemente sus contactos y sus intercambios comerciales con China, sin dejar de rearmarse y expandir su influencia por el Océano Índico.

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viernes, 17 de enero de 2014

Tres versiones de Bagdad

EL MUNDO 16 ENE 2014 
Atentados dejaron al menos 80 muertos esta semana en Irak
La capital iraquí es una ciudad acostumbrada a las bombas, la ocupación y la corrupción en las esferas políticas.
Por: Víctor de Currea-Lugo
Tres versiones de Bagdad
Suníes iraquíes rezan junto a los ataúdes de varias víctimas asesinadas por el ejército iraquí en el marco de la lucha “antiterrorista”. / EFE
Todos oímos en la infancia de una región llamada Mesopotamia, que significa “la tierra entre dos ríos”, el Tigris y el Éufrates. Allí nació la escritura. Es la tierra de Simbad el marino y otros cuentos de las Mil y una noches. La tierra tanto de los sumerios, una de las primeras civilizaciones conocidas, como de los que hoy la pueblan: los iraquíes.
Entre sus ciudades legendarias están Bagdad y Babilonia. Bagdad fue fundada en 761, a orillas del Tigris. Durante 500 años fue la capital del mundo árabe-musulmán y finalmente cayó destruida por los mongoles en 1257. Entre 1533 y la Primera Guerra Mundial, Mesopotamia fue parte del Imperio otomano. En 1917 los británicos entraron a Bagdad y, con la creación de Irak, se convirtió en capital.
Bagdad puede ser vista desde la geopolítica de sus conflictos, que la hacen figurar a diario en las noticias, desde la cotidianidad de sus habitantes y desde las leyendas que se le adjudican. Las tres miradas, al final, confluyen.
Bagdad, donde las paredes lloran
Bagdad me dio la bienvenida con cotidianos cortes de luz y llena de peregrinos camino a Karbala. La torre de Babel fue sin duda construida aquí: todos gritan, pero pareciera que nadie entiende a nadie. “Es Irak”, me dice mi guía. En todas las grandes calles vi carros de combate otrora usados por las tropas estadounidenses y ahora en manos del ejército de Irak.
En un modesto restaurante terminé hablando con el mesero, un iraquí educado en Manchester y ahora mal pagado. Me dijo: “Aquí en Irak, para conseguir un empleo no hay que tener conocimientos, hay que conocer a los que están en el poder”. El barrio donde estábamos había sido, recuerda Yasser, un barrio floreciente. Hoy es un vecindario hundido en la crisis. “El país cambió de mal a peor y estará aún peor en el futuro”.
La ciudad está tensa por los ataques terroristas, pero el despliegue militar es, me dicen, el usual. Bagdad luce sucia, como un pueblo después de una tormenta de arena. Bueno, sufrió una tormenta de tropas extranjeras. Las basuras son parte del paisaje. Para Yasser, la suciedad es tristeza. Me dice: “En esta ciudad las paredes lloran”.
El gran empleador es el Estado y éste depende del petróleo. Siendo la seguridad un gran problema, las Fuerzas Armadas son una alternativa laboral. A orillas del río Tigris terminé hablando con un psicólogo cuya opción fue incorporarse a la policía. Pero dentro de las filas la frustración es grande. En Salman Pak, un soldado me pidió que le ayudase a conseguir un trabajo para dejar el Ejército.
Durante el gobierno de Sadam Husein los letreros religiosos en homenaje a Alí, yerno del profeta Mahoma, estaban prohibidos. Hoy se ven en calles y mercados sin problema. Los chiitas, perseguidos por Sadam, ahora celebran públicamente su fe. No es el retorno de los chiitas, siempre han estado ahí, pero antes se ocultaban. Pero sí hay un grupo de habitantes de Bagdad ocultos: los niños con malformaciones y con cáncer fruto del uranio empobrecido y otras armas usadas por Estados Unidos. ¿Cómo decir que la guerra ha terminado en una ciudad con tantas personas con alteraciones y abortos causados por las armas del ocupante?
A pesar de todo, el mercado sigue. Sus calles comerciales están invadidas de productos chinos. Una de las calles más famosas conduce a la estatua del poeta Mutanabi; es una venta callejera de libros y otras cosas. Aquí conviven copias del Corán con afiches de Mickey Mouse. Pero otras calles perdieron su magia. La calle Rashid, la primera que vio el alumbrado público —en 1917— y una de las más imponentes, es hoy un manojo de fachadas a medio derruir.
Cerca de allí me encontré al empresario y escritor Hamid al Hassani, quien me dijo por qué había decidido volver a Bagdad: “La mayoría siempre aplasta a la minoría y yo me devolví para que la minoría creciera un poco”. Después de mucho hablar me regaló una frase: “No tengo tiempo para morir”. Cuando un periodista local notó que era extranjero decidió preguntarme qué hacía una persona como yo en un sitio como ese. Les extraña que alguien quiera visitar Bagdad. Le contesté: “Vine a Bagdad porque quería verla antes de morirme”. No hablar árabe es, para muchos, ser estadounidense y ser estadounidense es sinónimo de tener dinero.
La Bagdad de la infancia de Yasser ya no existe. La torre Sadam y el puente Sadam dejaron de llamarse como el dictador para recibir el nombre de un líder chiita, Mohamed Sadeq al Sadr, y pasaron a ser llamadas torre y puente Sadr. Incluso la cabeza de bronce de Abu Jaafar al Mansur, fundador de Bagdad en el siglo VIII, sobrevivió a la guerra (y a una explosión en 2005), pero hoy es desplazada en el imaginario urbano por el centro comercial recién abierto a pocos metros de la estatua y que lleva el nombre de Mansur.
Otra vez, Mesopotamia en guerra
La guerra de 2003 tiene un ícono: la estatua de Sadam cayendo en la plaza Firdos. Hoy sólo queda su pedestal cubierto. Bagdad es una ciudad bajo control militar y no por ello más segura. Los túneles otrora para peatones en los principales cruces están del todo cerrados.
Hay dos Bagdads: la de los ocupantes (y sus amigos) y la de los ocupados. La “Zona Verde” es una ciudad dentro de la ciudad. Fortificada, allí quedan oficinas del Gobierno, transnacionales del petróleo y buena parte de los extranjeros. Me recuerda las historias medievales donde el rey y su corte vivían amparados del pueblo y de sus enemigos tras unas murallas que lo aislaban de quienes lo mantenían con sus impuestos. No se puede entrar sin ser invitado.
La Bagdad de los ocupados tiene muchos matices. Hay una zona de edificios donde vivían los hombres de la Guardia Republicana de Sadam. Cuentan que cuando llegaron las tropas ocupantes, muchos huyeron dejando abandonadas sus viviendas, que a los pocos días fueron ocupadas por iraquíes incluso de otras regiones del país.
La ciudad ha cambiado. No sólo hay cuarteles hechos parqueaderos sino ruinas. Una parte de Bagdad se cae a trozos, cual ruinas de los bombardeos de 2003, y otra intenta surgir sin lograrlo a través de nuevas construcciones a medio camino. La ciudad está salpicada de lo que un día fueron controles militares y cierres de vías, hoy abandonados.
Hubo un famoso centro comercial en las afueras de Bagdad, el Salman Pak, con jardines, zonas para niños, fuentes, piscinas públicas y tiendas. Ese centro fue destruido no por la guerra sino por el pillaje que siguió a la ocupación de 2003: hasta el mármol de sus paredes fue robado. La ruta entre Bagdad y el parque estaba llena de fincas, pero hoy está llena de barrios de desplazados. Son algunos de los 1,3 millones de desplazados que siguen sin retorno. Ir a ese parque era uno de los paseos de colegio, pero hoy no quedan sino sus ruinas al lado de una histórica puerta de Bagdad del tiempo del profeta Mahoma.
La economía es frágil. Irak (y sus guerras) depende del petróleo. Como decía Robert Fisk: “¿Creen que si Irak sólo produjera zanahorias lo hubiéramos invadido?”. A pesar de su potencial energético, los cortes de luz se suceden varias veces cada día. La poca agricultura se ha visto afectada por las armas químicas usadas por Estados Unidos en la reciente ocupación.
En 2012 Irak superó sus exportaciones anuales de petróleo de los últimos 30 años, llegando a 2,6 millones de barriles al día. Pero los avances en la exportación no se ven reflejados en el desarrollo de las instituciones, en la lucha contra la corrupción, ni mucho menos en las condiciones de vida.
En 2010 se retiraron la mayoría de las “tropas de combate”, pero un número considerable de “asesores militares” sigue allí. Las tropas se fueron pero las petroleras se quedaron: Exxon Mobil, British Petroleum, Emerson y Shell permanecerán por mucho tiempo, tanto como haya petróleo disponible. En la plaza Tahrir hay un letrero contra el terrorismo. Se fueron las tropas pero se quedó la muerte. Un toque de humor negro: aquí sí lo reciben a uno con “bombas” y platillos.
La “fatiga de Irak” es de la opinión pública, de los donantes internacionales, de la prensa y hasta de las tropas ocupantes. Nadie quiere saber nada más de Irak, casi todos desean pasar página y centrarse en otros temas.
Irak es ahora un lugar inseguro y destruido, donde el agua potable es un lujo. Un país petrolero dependiente de generadores eléctricos que funcionan con combustible proveniente del mercado negro. No se sabe bien quién ganó la guerra; tal vez las petroleras. Pero sin duda Irak la perdió.
Bagdad del ábrete sésamo
Aladino liberó una esclava, Morgiana, que le ayudó en sus aventuras. Aquí, en la calle Kahramana, está ella, inmortalizada en piedra, echando aceite hirviendo a los cuarenta ladrones escondidos en tinajas. La lámpara maravillosa tiene una inmensa réplica tan grande como su genio al frente del Teatro Nacional. Y Sherezada cuenta sus historias al rey Shahryar a la orilla del río Tigris (todos los que escribimos tenemos algo de Sherezada, contamos historias esperando que nuestros lectores nos mantengan vivos).
Si bien es cierto que la historia de Alí Baba parece ser originaria de Sudán, la de Aladino de Aleppo (actual Siria) y las Mil y una noches están llenas de tradición persa, no por eso es menos real que Morgiana, Sherezada y la lámpara de Aladino son parte de Bagdad.
También hay más de 40 ladrones en el parlamento iraquí, donde la corrupción es una constante. También los civiles quisieran que la lámpara de Aladino funcionara para pedir, por lo menos, que cesen los carros bomba. También EE.UU. es una Sherezada que inventa historias para tratar de ganar con las palabras una guerra que perdió.
En 1257 los mongoles arrasaron Bagdad, y cuenta la leyenda que el río Tigris se tiñó de rojo de sangre y luego de negro de tinta, por la destrucción de las bibliotecas. Hoy es gris plomizo de basura. Total, el Tigris no es como lo pintan.
En una triste y mágica cotidianidad de la guerra confluyen las tres versiones de esta ciudad. Con rezagos del embargo de los años noventa, huellas de la dictadura y cicatrices de la ocupación. Sí, hay tres Bagdads: la difuso de los cuentos de Oriente y sus alfombras voladoras, la estudiada en las clases de geopolítica y la cotidiana de su mercado de pájaros. Las tres son a su manera posibles. La magia está en que uno, de paso por Bagdad, puede tomar de cada una lo que más le guste.
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martes, 31 de diciembre de 2013

La revolución de la dignidad

Naomí Ramírez Díaz
Trasversales



Naomí Ramírez Díaz es arabista, doctoranda en la UAM y especializada en Siria, donde pasó un año estudiando árabe y aprendiendo sobre el país y la sociedad, autora del blog Traducciones de la Revolución Siria y coautora del blog Hermanos Musulmanes, un observatorio de la organización islámica. Ha publicado varios artículos académicos sobre la revolución y ha asistido a congresos nacionales e internacionales para presentar su trabajo.

-Hemos encontrado muchas dificultades, más entre el activismo "politizado" que entre el resto de la población, para convencer de que el levantamiento sirio era una verdadera revolución popular desde abajo. Incluso hemos encontrado quienes afirman que todo fue obra de conspiradores extranjeros. Tú conoces muy bien esta revolución, ¿podrías situar el origen de la sublevación civil y las formas de lucha que adoptó?
-Lo primero que puedo decir es que la revolución siria nos sorprendió a todos, analistas, políticos y a los propios sirios en el exterior e interior, pues a diferencia de Túnez o Egipto donde la actividad sindical había tenido experiencias previas y, por tanto, la lucha social tenía unas bases de las que partir y un ligero bagaje, en el caso de Siria, tras la cruenta represión de la insurrección de finales de los 70 y principios de los 80, liderada por islamistas, pero no exclusivamente integrada por ellos, toda opción de oposición había quedado eliminada. El miedo a la repetición de ese escenario, más el temor al mero hecho de hablar de política incluso en el entorno familiar, eran suficientes para no atreverse a chistarle al “líder”.
Dicho esto, no deja de sorprender cómo se produjo la primera manifestación, teniendo en cuenta que las llamadas en las redes sociales a un “día de la ira” fueron infructuosas y que lo máximo que se había logrado habían sido sentadas de protesta por la represión en Libia. En un zoco damasceno, a mediados de febrero de 2011, un grupo de personas rodeó una escena en la que un policía acababa de hablar de forma humillante a un comerciante y gritó al unísono: “al pueblo sirio no se le humilla” y “la muerte antes que la humillación”, gritos que se repetirían un mes después en Daraa, al sur del país.
Allí, unos adolescentes pintaron en las paredes los eslóganes que oían en la televisión en la plaza de Tahrir: “te ha llegado el turno, Bashar” “el pueblo quiere derrocar al régimen” etc. Esos jóvenes fueron detenidos y torturados y cuando sus padres fueron a recuperarlos se les dio una contestación que atentaba contra el honor tan presente en una zona tribal. Ello detonó manifestaciones de rechazo contra las que el régimen no dudó en disparar y cercar la ciudad, provocando la solidaridad de otras ciudades del territorio sirio con Daraa: “estamos contigo Daraa”, “romped el bloqueo a Daraa” etc.
Todas estas manifestaciones tenían algo en común: el grito de silmiyya (pacífica). Y en ellas se enfatizaba la unidad del pueblo contra la humillación y la falta de libertad: “el pueblo sirio es uno” Las llamadas al derrocamiento del régimen vendrían después, por eso la revolución siria ha sido llamada la revolución de la dignidad.

-¿Cuál fue la respuesta del régimen a ello? ¿Cuál es la magnitud de la masacre? ¿Qué apoyos exteriores encontró?
-Como decía, el régimen fue poco inteligente. No son pocos los que creen que de haber entregado a los niños a salvo y haber abierto la veda de las libertades y la competición política real, Bashar se habría mantenido sin despeinarse. Sin embargo, la violencia contra manifestantes desarmados fue la política que se siguió.
No sólo eso, para lo que el régimen ha contado con la inestimable ayuda de las armas rusas (que se entregan “según acuerdos firmados anteriormente” tal y como dicen las declaraciones oficiales), los milicianos del Hezbollah libanés (que su propio líder ha reconocido) y la ayuda en materia de inteligencia (para espiar la actividad informática en la red e identificar a activistas) y la provisión de miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán. Ésta es la intervención que se ha dado desde las primeras semanas en Siria y que hoy sigue en marcha.
Además, el régimen se ha valido de grupos paramilitares de carácter sectario para provocar masacres que inciten al odio sectario y provoquen la división, como se sospecha que sucede con la rama siria del PKK turco, el PYD, para enrarecer las relaciones entre árabes y kurdos en Siria.
Existen además rumores de las relaciones del régimen con Jabhat al-Nusra, que inicialmente podrían haber sido ciertas, debido a que el núcleo de este grupo se formó a partir de algunos de los presos liberados por el régimen en sus amnistías, y con el Estado Islámico de Iraq y Siria, dado que éste se ha convertido en un verdadero obstáculo para la revolución, para los periodistas que cubren la situación y para los principios básicos por los que se salió: libertad y dignidad.
Finalmente, el régimen ha contado con un magnífico aparato de propaganda mediática liderado por canales llamados alternativos por parte de ciertos sectores de la izquierda que siguen viendo el mundo en términos maniqueos según los cuales es progresista todo lo que se erige como antiimperialista (contra el imperialismo estadounidense, no el ruso, por ejemplo) o contrario a Israel (el régimen sirio, en nombre de la incapacidad de lograr la paridad estratégica con su vecino ocupante, no ha hecho nada por recuperar el Golán, entre otras cosas) y que además se dice socialista. En este sentido, aunque la retórica de EEUU son meras palabras, como el reciente episodio de las armas químicas ha demostrado a las claras, si EEUU se posiciona verbalmente contra las masacres del régimen contra el pueblo entonces eso es malo y solo busca excusas para intervenir en Siria, como pieza del Eje del Mal. Este aparato propagandístico que ha negado sistemáticamente las matanzas, los muertos y la realidad de un régimen despótico ha servido a los Asad para alimentar su imagen de garante de la estabilidad contra “desestabilizadores” que buscan debilitar a Siria, según su retórica.
Lo cierto e innegable es que Siria suma ya más de 100.000 muertos, dos millones de desplazados, miles de detenidos y desaparecidos y parece que el mundo sólo lo ha visto al llegar la falsa amenaza de intervención. El nivel de la masacre es inabarcable, y a ello han de unirse las necesidades de los desplazados y refugiados, especialmente los niños, muchos de ellos en riesgo real de desnutrición.
-En las muchas concentraciones que se han realizado en el bulevar del paseo del Prado ante la embajada "siria" uno de los gritos más frecuentes era "Asad matando y Europa (o España o el mundo) mirando". Se notaba una fuerte indignación ante la comunidad internacional y en particular frente a los Estados que dicen ser "amigos" de la revolución. Por el contrario, los partidarios de Al Asad, ya sea entre algunos sectores de izquierda o en la extrema derecha, aseguran que todo está montado por EEUU. ¿Cómo lo ves tú, realmente la revolución siria ha sido apoyada o ha sido abandonada a su suerte por "Occidente", Arabia Saudí, Israel, etc.?
-Como se deduce de lo anterior, los “amigos de Siria” son sus peores enemigos, pues por un lado alimentan la propaganda anti-intervencionista y pro genocidio, y por otro lado dan falsas esperanzas a quienes se ven solos. Desde el principio, los sirios pidieron un bloqueo aéreo al ver que la fuerza del régimen residía en su potencial aéreo tras el comienzo de las deserciones de los soldados de a pie que se negaban a matar a manifestantes pacíficos y desarmados. También pedían el establecimiento de corredores humanitarios. Nunca se ha concedido. También se pidió una intervención durante un tiempo, sí, pero pronto se desencantaron y pidieron que se armara al Ejército Sirio Libre para poder derrocar al régimen ellos mismos con armas que pudieran enfrentar sus capacidades. Tampoco se hizo: las armas que han llegado no sirven para frenar los bombardeos desde el aire, por ejemplo, y quienes disponen de mejores armas son los yihadistas, patrocinados por Estados que no quieren ayudar a la revolución, sino expandir su propia visión retrógrada del islam.
Con este panorama, nada se puede esperar de los “amigos de Siria”. Recordemos que España, por ejemplo, envió a Bernardino León a intentar llegar a un acuerdo con Asad, lo que demuestra que, aunque España es un país secundario en este tema de política internacional, no había ningún deseo de que la revolución triunfara ni de que Asad cayera. EEUU no quiere tener que buscar una alternativa a su perro guardián que tan celosamente ha mantenido tranquila la frontera del Golán, Rusia quiere mantener su influencia en Siria, algo que puede descartar si el régimen cae dada su implicación directa, Israel no ha tenido problema en reconocer que la caída de Asad no le beneficiaría (aunque algunos grupos políticos no lo ven tan claro), ¿por qué ayudar a la revolución entonces? Es más cómodo mantener una sangría interna en Siria en la que ninguna de las partes gane, pero en la que ninguna se debilite hasta el punto de suponer una amenaza para los intereses de alguno de los jugadores internacionales.
-Recientemente han surgido también voces críticas para las que la revolución ha cambiado de signo por la militarización de la resistencia y por el protagonismo de los grupos armados yihadistas; también dicen algunos que la rebelión civil ha desaparecido. Nuestra impresión es otra, nos parece que la militarización, siempre peligrosa, fue impuesta por las circunstancias de la militarizada y feroz represión de las necesidades de autodefensa, que la revolución civil sigue viva y que no ha sido fagocitada por el yihadismo reaccionario sino que tiende a chocar con él de forma cada vez más clara, pero son impresiones desde muy lejos. Nos gustaría conocer tu punto de vista, mucho más informado y comprometido, sobre esos tres aspectos y sus vínculos: militarización, presencia armada de grupos en el entorno de Al Qaeda o similares y situación de la oposición civil.
-En primer lugar, no debemos olvidar que el núcleo de la revolución, su génesis y esencia, es la resistencia civil, que comenzó espontáneamente, pero que no tardó en buscar maneras de organizarse en los llamados comités de coordinación local para poder convocar manifestaciones en puntos más o menos seguros, llamar a huelgas generales que debilitaran al régimen económicamente, asistir a los heridos en hospitales de campaña clandestinos, pedir donaciones de sangre y un sinfín de actividades que desde aquí se nos pueden escapar. A día de hoy, en las llamadas zonas liberadas, donde la presencia del régimen es nula salvo por los bombardeos aéreos, que han llegado a ser con barriles de dinamita y misiles SCUD, esta oposición civil, espíritu original de la revolución, se organiza en consejos locales encargados de dirigir los asuntos administrativos, desde el gobierno local al establecimiento de escuelas para que los niños no pierdan el colegio. Además, se encargan de coordinar los temas de seguridad con las brigadas locales (no sin tensiones, sobre todo al inicio) adscritas al ESL.
Existen, además, otras brigadas que no se inscriben en el paraguas del ESL, como algunas brigadas kurdas que protegen las zonas donde esa comunidad es mayoritaria, y algunas islamistas que no se adscriben a los principios más tendentes al laicismo del ESL, aunque también hay brigadas kurdas e islamistas en el ESL.
Finalmente, tenemos a los yihadistas, que no diré que son un cáncer, porque son exógenos al tejido sirio, pero que sí constituyen un verdadero obstáculo a la continuación de la actividad civil (todo activista o médico es amenazado o incluso asesinado) y a la consecución de los objetivos revolucionarios, pues sus postulados intransigentes no son compatibles ni con la sociedad ni con sus aspiraciones. Más aún, su objetivo es crear su propio emirato. En una pared podía leerse: “El califato islámico o quemamos el mundo” emulando las inscripciones de los milicianos y mercenarios del régimen que versan: “Al-Asad o quemamos el país” Así, han dejado de conquistar territorio y luchar contra el régimen para dedicarse a sus propios proyectos de instauración de un gobierno medieval.
No sólo los comités y los civiles han condenado su presencia y actuaciones, sino que incluso el principal cuerpo de la oposición política en el exterior –siempre a remolque de lo que sucede dentro, la Coalición Nacional de las Fuerzas de la Oposición y la Revolución Siria, ha negado que el Estado Islámico de Iraq y Siria sea parte de la revolución o esté en la línea de sus aspiraciones, y ha condenado sus prácticas.
-Quienes sentimos la urgencia de la solidaridad con el pueblo sirio debemos esforzarnos en encontrar y crear vías para ejercerla, es parte de nuestras obligaciones, pero quizá tú puedas indicarnos algunos de los caminos que podríamos seguir para ello, qué asociaciones podrían canalizar la ayuda, etc.
-Sin duda existen varios mecanismos, siempre que no sean los oficiales de la ONU que se canalizan a través del régimen sirio y, por tanto, no llegan a quien de veras lo necesita, además de mantenerle como parte legítima en el conflicto. En España, por ejemplo, la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio es una ONG sin vocación política que se dedica a organizar envíos de ayuda humanitaria: material médico y sanitario, ropa, mantas, alimentos infantiles y que precisa de donaciones en especie pero también económicas para sufragar los envíos. Por su parte, Corriente Roja ha mostrado su disposición a hacer llegar ayudas económicas a los comités y consejos locales para que la actividad civil no muera por falta de recursos.
-Dado tu amplio conocimiento sobre el Norte de África y Oriente Medio, nos gustaría conocer tu opinión sobre un aspecto de las revoluciones que han recorrido la región que nos interesa mucho, su carácter transnacional. Algunos consideran que algunos de los levantamientos eran dignos de apoyo, como los de Egipto o Túnez, pero que otros son contrarrevolucionarios, como los de Siria o Libia. Nuestra impresión es que todos ellos, tanto da que ocurriesen en Siria o en Bahréin, han sido levantamientos movidos por sentimientos de dignidad, libertad y justicia, contra regímenes odiosos, se llevasen éstos bien o mal con los gobernantes de EEUU, de Israel o de Arabia Saudí. Sin duda, todos han tenido un fuerte arraigo en las condiciones de cada Estado, ¿pero pueden o no pueden considerarse a la vez como un acontecimiento con una importante dimensión transnacional, regional si se quiere pero con influencia en países como España, Turquía o Brasil, o incluso en EEUU (Occupy)?
-Me gustaría matizar que lo contrarrevolucionario es negar las revoluciones, intervenir para pararlas, no sólo como hacen Irán, Rusia y Hezbollah en Siria, sino también como hizo Arabia Saudí en Bahréin y, aunque parezca paradójico, como hizo la OTAN en Libia. La manera de deslegitimar estos levantamientos era intervenir y convertirse en ejército de uno de ellos (obviando el tema de los contratos del petróleo), a sabiendas además de que esto supondría un claro revés para la revolución en Siria, pieza central del cambio en Oriente Medio por sus particulares alianzas. Con esto no digo que la revolución libia no fuera tal y que no fuera legítima, que no se me malinterprete, sino que el uso que se hizo de ella fue negativo.
Contrarrevolucionario también es apoyar a unos u otros grupos según los propios intereses o dar la imagen que más conviene de las revoluciones, como han hecho algunos medios. Contrarrevolucionario es dar un golpe militar contra un gobierno elegido, con mil y un fallos, pero elegido como símbolo del cambio.
Desde mi punto de vista, no se ha aprendido lo suficiente de las movilizaciones en el mundo árabe. Se ha puesto énfasis en el uso de las redes sociales, pero se han escapado los detalles, los sentimientos y las vibraciones que desde allí llegaban y llegan.
Quiero pensar que las concentraciones del 15-M en Sol se inspiraron, por ejemplo, en Tahrir (de hecho vi un cartel en su momento que decía: de Tahrir a Sol, que literalmente traducido sería “desde la liberación al sol”, y que lo mismo sucedió en otros puntos del mundo, como el famoso Occupy Wall Street, pero creo que las fuerzas contrarrevolucionarias ganaron la batalla y estos modelos de movilización popular dejaron de ser ejemplo para muchos. A día de hoy, muchos han dejado de apoyar la revolución en Siria, porque “es una guerra” y yo siempre matizo, “es una revolución que el régimen convirtió en guerra, una guerra contra el pueblo”.

 Revista Trasversales número 30 octubre-enero 2013 .

domingo, 29 de diciembre de 2013

Al Nakba - Subtitulos en español

Al Nakba ganó el premio al mejor largo documental sobre Palestina en Al Jazeera Quinto Festival Internacional de Cine (Doha / Qatar) y el premio del público en el Festival Amal Novena Cine Euro-Árabe (Santiago / España). Ha participado en otros festivales de cine en Brasil, Argentina, Italia, Jordania, Egipto y Palestina.


jueves, 26 de diciembre de 2013

Ser cristiano en Irak

Dura, la zona afectada de la capital

Un doble atentado con bomba dejó al menos 44 muertos en Bagdad como epílogo triste de la Navidad. Los episodios de violencia religiosa persisten en el país musulmán.
Por: Víctor de Currea-Lugo /
La celebración de la Navidad en Irak terminó en luto. Un ataque contra una iglesia cristiana y un mercado en la zona de Dura, al sur de Bagdad, dejó 91 víctimas, entre muertos (al menos 44) y heridos.
El ataque contra cristianos esta semana no es un acto aislado. Desde la invasión de Estados Unidos y sus aliados, en 2003, se han ido juntando los fanatismos y la intolerancia que hace posible el reciente crimen. En los últimos 10 años más de mil cristianos han muerto por razones religiosas y por lo menos 62 sitios cristianos han sido atacados.
No es una guerra de musulmanes contra cristianos. De hecho, muchos musulmanes viven mezclados con cristianos en varios barrios de Bagdad. Y la gente en las calles repudia el atentado, independientemente de su religión.
El cristianismo llegó a Mesopotamia en el primer siglo de nuestra era. En el siglo VI muchos monasterios fueron construidos. En el siglo XIV, Tamerlán decapitó 70.000 cristianos en Tikrit y 90.000 en Bagdad.
En 1987, según el censo oficial, había 1,4 millones de cristianos en Irak, algunos de los cuales participaron en los círculos de poder de Sadam Huseín, al punto que uno de ellos fue ministro: Tareq Aziz, hoy en prisión. Pero esa no fue la suerte de todos: muchos han emigrado y sólo alrededor de 330.000 sigue en el país. Los judíos también fueron perseguidos y expropiados. Algunas de sus casas están hoy abandonadas, muy cerca de la orilla del río Tigris.
En el caso de los cristianos, las medidas económicas de los años noventa, la ocupación de Estados Unidos y las presiones interreligiosas hicieron huir a muchos de ellos, tanto a países cercanos como a otras zonas más tranquilas dentro de Irak, como el norte kurdo del país.
Las presiones de grupos radicales contra los cristianos en estos años van desde forzar su conversión al islam hasta obligar a mujeres cristianas a vestirse de manera islámica, pasando por la remoción de cruces y otros símbolos de la cristiandad. Muchos bares para fumar pipa de agua y tomarse un café han cerrado sus puertas. Los ataques a bares por las tensiones interreligiosas han opacado la vida nocturna. Me dicen que algunos bares han sido visitados por milicias armadas que prohíben la venta de licor.
Desde el punto de vista de la responsabilidad inmediata, la gente en las calles culpa a Al Qaeda. Desde el punto de vista más histórico, culpan a la ocupación. Un joven me decía en un área cristiana: antes de la ocupación había problemas, pero no nos matábamos por razones religiosas.
En la noche de Navidad varios centros comerciales vendían adornos que eran comprados incluso por musulmanes, aunque algunos cristianos se sienten temerosos de celebrar la Navidad en público. Este año, con casi 7.000 muertos por el conflicto en Irak, termina superando en violencia a los anteriores y es comparable con 2007. Más allá de las diferencias de fe, Irak demuestra que la imposición de la tolerancia a punta de fusil no sólo es un desacierto sino que es echarle leña al fuego.
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