martes, 22 de julio de 2025

El Golfo Pérsico al Borde del Abismo: ¿Quién Paga el Precio de la Escalada?

Fatemeh Kavand

Cientista política, Irán

 


El Golfo Pérsico, considerado durante mucho tiempo el corazón palpitante de la política energética global, vuelve a tambalearse al borde de una crisis. Con casi el 20% del petróleo comercializado a nivel mundial pasando por el estrecho de Ormuz, cualquier escalada en esta zona tiene el potencial de sacudir los mercados mundiales, interrumpir cadenas de suministro críticas y afectar economías muy alejadas de Asia Occidental. 

 Para los países del Sur Global —muchos de los cuales aún lidian con las secuelas de la pandemia de COVID-19, una inflación galopante y una deuda creciente— otro conflicto en el Golfo Pérsico sería un golpe devastador. Estas naciones dependen en gran medida de las importaciones de energía, insumos industriales y alimentos, muchos de los cuales fluyen a través de esta región o se ven afectados por ella. El espectro del conflicto no solo amenaza su recuperación económica, sino que podría profundizar aún más las desigualdades existentes entre el Norte y el Sur.

 En un momento en que el multilateralismo está bajo presión y las instituciones globales tradicionales han perdido credibilidad, la situación en el Golfo Pérsico refleja una crisis más amplia de gobernanza mundial.

 El aumento de la presencia militar —particularmente de Estados Unidos y sus aliados— ha contribuido a una atmósfera de seguridad frágil y tensa. Oficialmente presentada como una estrategia de disuasión, esta militarización, paradójicamente, aumenta las posibilidades de errores de cálculo o enfrentamientos no intencionados. Los recientes incidentes navales, interceptaciones de drones y operaciones de represalia han demostrado cuán cerca está la región de una confrontación total.

 En este contexto, los intereses y la capacidad de acción de los actores regionales a menudo se ven eclipsados por los grandes juegos geopolíticos. Irán, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y otros pequeños estados del Golfo están atrapados en una dinámica moldeada por las rivalidades de las potencias globales. Mientras algunos de estos países buscan estrategias de distensión —como el acercamiento entre Teherán y Riad mediado por China— otros siguen enredados en acuerdos armamentísticos y alianzas estratégicas que perpetúan la inestabilidad.

 Pero las consecuencias de estas tensiones van más allá de la diplomacia entre estados. La amenaza de un conflicto ejerce una inmensa presión sobre la gente común: desde el temor a los aumentos en los precios del combustible en economías dependientes de las importaciones, hasta el incremento de la inseguridad alimentaria y la pérdida de empleos ligados al comercio y transporte regional.

 Los países de África, América Latina y el sur de Asia —a menudo excluidos de las negociaciones de alto nivel— terminan soportando una carga desproporcionada. Sin embargo, sus voces rara vez se escuchan en las discusiones sobre seguridad energética o prevención de crisis en Asia Occidental.

 

Lo que se necesita es un cambio de perspectiva: el reconocimiento de que la paz mundial y la estabilidad económica están interrelacionadas. La distensión en el Golfo Pérsico no es solo una preocupación regional —es un imperativo global. Los mecanismos diplomáticos, los foros de diálogo regional y un compromiso internacional inclusivo deben reemplazar las estrategias militarizadas.

 

En resumen, el Golfo Pérsico se presenta como una prueba decisiva para la capacidad de la comunidad internacional de priorizar la seguridad colectiva sobre la competencia. Para el Sur Global, seguir observando desde la barrera ya no es una opción. Sus futuros están demasiado entrelazados con el destino de esta estrecha pero vital vía marítima.

 

sábado, 19 de julio de 2025

Geopolítica del Genocidio en Gaza de Martín Martinelli: Una Propuesta de Lectura.

 


Autora: Valentina Taberna. valenntaberna@gmail.com

Observatorio Geohistórico, Universidad Nacional de Luján

Profesora y licencianda en Historia. Docente.

 

Martín Martinelli, académico con más de dos décadas de trayectoria en el estudio de Afroeurasia, aborda el estudio de Palestina en su primer libro Palestina (e Israel) entre intifadas, revoluciones y resistencias (2022, EdUNLu, Argentina; 2024, El Viejo Topo, España). Esta obra, resultado de su tesis doctoral, constituye un valioso aporte al análisis del conflicto palestino-israelí que se refuerza con Geopolítica del genocidio en Gaza (2025, Editorial Batalla de Ideas), su segundo libro aquí reseñado, donde el autor introduce varias categorías para realizar un análisis más específico del contexto a partir de los eventos de 2023. Así, mientras el primer trabajo aborda las fuerzas estructurales que promovieron el proyecto colonial de asentamiento llamado Israel en tierras palestinas y su papel en el mantenimiento de la hegemonía occidental, en Geopolítica del genocidio en Gaza, enfatiza conceptos clave como genocidio, apartheid, resistencia, transición hegemónica y Guerra Global Híbrida Situada (GGHS), que incluye medios militares, económicos, cognitivos y de información.

No obstante lo anterior, el autor combina sus investigaciones con la labor docente en cátedras como Historia Contemporánea e Historia de Asia y África en la Universidad Nacional de Luján (UNLu), así como su participación en la Cátedra Libre de Estudios Palestinos ‘Edward Said’ de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA). Además, como coordinador del Grupo ‘Palestina y América Latina’ del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) por el Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe de la UBA (IEALC-UBA), y desde su rol en el Observatorio Geohistórico de la Universidad Nacional de Luján (OGH-UNLu). Además, promovió y promueve espacios de divulgación y debate crítico, como Coordenadas Observatorio Geohistórico (@CoordenadasCanal), que cuestionan los relatos hegemónicos de los medios de comunicación y algunas interpretaciones dentro del ámbito académico. En estos espacios, el autor y su equipo sostienen una postura abiertamente antisionista, antiimperialista y anticapitalista, fundamentada en una rigurosa base teórica e histórica.

Geopolítica del genocidio en Gaza está compuesto de 243 páginas y está organizado en cinco capítulos temáticos. En ella confluyen las voces de destacados especialistas en el estudio de Asia y África, que se materializan en el prólogo escrito por Vijay Prashad, la presentación de Susana Murphy y el epílogo a cargo de Guadi Calvo, que enmarcan y potencian los aportes de Martín Martinelli. La participación de estos especialistas no sólo contextualiza el texto, sino que funciona como una garantía de excelencia para el conjunto del libro.

La obra despunta con los acontecimientos del 7 de octubre de 2023 cuando Hamas llevó a cabo el operativo denominado ‘Diluvio de Al Aqsa’, un ataque de significativa envergadura contra Israel que afectó a diversas regiones del territorio. Este evento, más allá de las múltiples interpretaciones que suscitó, se erige como un hito con implicancias de largo alcance desde al menos dos perspectivas. En primer lugar, evidenció un reacomodamiento en la representación política palestina, con Hamas emergiendo como actor central que articula intereses inmediatos frente al Estado israelí. En segundo lugar, contrariamente a lo que podría haberse especulado respecto a un uso discursivo por parte de Israel para reforzar su legitimidad internacional —en analogía al 11-S estadounidense—, la opinión pública demostró cambios. Este hecho evidenció una mayor predisposición a analizar el accionar de Hamas desde perspectivas que trascienden los marcos ideológicos de la llamada Guerra Global contra el Terrorismo (GWOT, siglas en inglés), posicionando a la cuestión palestina como un tema central en las agendas internacionales.

Antes de adentrarme en el contenido de la obra, haré una observación vinculada a algunas características que el lector podría apreciar y que hacen referencia a tres áreas fundamentales en las que se articula el libro, que son a la vez reflejo de las influencias de reconocidos académicos relevantes en la formación del autor. La primera de ellas corresponde a los aportes de Murphy (1995, 2003, 2005, 2006, 2007, 2014), quien desarrolló estudios en torno a la historiografía de la otredad. Este enfoque se evidencia en el análisis que Martinelli realiza sobre la construcción intelectual de los ‘enemigos de la civilización occidental’ desde la Guerra Fría hasta nuestros días, otorgando un sentido peyorativo a categorías como ‘comunista’, ‘árabe’, ‘musulmán’ y ‘oriental’.

Estos estereotipos justifican acciones de corte imperialista que son examinadas a través de las tesis de Katz (2022), cuyo marco teórico permite jerarquizar a los países actores mundiales y regionales según su capacidad de influencia. Así, el economista argentino conceptualiza el imperialismo como un sistema basado en la transferencia de recursos de las periferias hacia el centro, sustentado en las relaciones de dominación política, económica y, fundamentalmente, militar. Estas variables son ofrecidas por Martinelli, quien en su obra evidencia diferentes esferas de poder.

La tercera área de influencia observable se vincula con el trabajo del geógrafo Gejo (2022) quien, junto a su equipo, introdujo la noción del ‘retorno de la geografía’ como crítica al supuesto de un mundo homogéneo producido por la globalización.  Sostiene que los espacios, lejos de ser escenarios pasivos, reflejan y condicionan las relaciones sociales y políticas, convirtiéndose en la materialización de los procesos históricos. Este enfoque es incorporado visiblemente por Martinelli para analizar la cuestión palestina desde una perspectiva geopolítica, enmarcando el conflicto dentro de las dinámicas de distribución territorial del poder global. Así, su análisis trasciende las visiones tradicionales y particularistas, proporcionando una interpretación integral que vincula historia, política y geografía.

En el contexto del declive del unipolarismo —evidenciado, por ejemplo, en la recuperación de Eurasia o en el inicio de un proceso de desdolarización de las relaciones comerciales, en transición hacia un mundo multipolar—, Martín Martinelli nos ofrece una obra con un enfoque multidisciplinario que permite analizar no sólo el conflicto palestino-israelí, sino también las transformaciones geopolíticas contemporáneas y su impacto en las relaciones internacionales. Cada capítulo ofrece un análisis detallado que vincula procesos históricos, dinámicas de poder, estrategias de dominación y resistencias, proporcionando al lector herramientas conceptuales para interpretar los procesos actuales. 


 

En el primer capítulo, Martinelli contextualiza el análisis situando al lector en los ejes fundamentales que estructuran su obra: la política genocida de Israel en Palestina, los cambios globales y el rol de la intelectualidad en los procesos de dominación. A través del concepto de GGHS, describe cómo desde 2014 surgieron nuevas formas de enfrentamiento asociadas a la transición hegemónica mundial. En este contexto, señala la decadencia relativa de Occidente, liderado por Estados Unidos, y el ascenso de potencias como China y Rusia junto con Irán, encabezando lo que el autor denomina el ‘eje de la resistencia’. Así, este capítulo establece un marco teórico y conceptual que permite abordar las dinámicas desde una perspectiva crítica y geopolítica.

El segundo capítulo analiza cómo, tras el fin de la Guerra Fría, no se inauguró una era de paz, como algunos afirman, sino una nueva configuración del expansionismo estadounidense, particularmente en Afroeurasia. Martinelli hace hincapié en las estrategias militares de Estados Unidos, vinculadas a intereses económicos en relación con recursos como el petróleo y el gas, y al control de rutas comerciales estratégicas. Afroeurasia, entonces, se erige como el escenario central donde se dirimen las tensiones del nuevo orden multipolar, siendo la zona global de infiltración de la violencia en la que se apoyó el poder estadounidense.

En el tercer capítulo, Martinelli introduce el concepto de "hiperimperialismo" para analizar la fase actual del sistema global. En este modelo, Estados Unidos, a pesar de su declive económico, intensifica su despliegue militar para preservar su hegemonía frente al resurgimiento de Eurasia. Este imperialismo contemporáneo se caracteriza por un control económico sustentado en monopolios estratégicos, respaldado por amenazas bélicas y el uso de la fuerza mientras los ciclos de acumulación económica están desplazándose hacia Asia Oriental.

En este punto, el autor resalta cómo las guerras se han convertido en un mecanismo central de acumulación para Estados Unidos, en un análisis que coincide con los estudios de Martínez Monterrosas y Russian (2024). Estos investigadores subrayan que el complejo militar-industrial estadounidense fomenta alianzas estratégicas, particularmente con Israel, uno de sus principales beneficiarios. Según estos historiadores, los subsidios y ayudas militares estadounidenses han permitido a Israel consolidarse como un destacado exportador de armas y tecnología de espionaje, además de ser el único país de la región con capacidad nuclear, aspectos que forman parte del soporte argumental de la obra de Martinelli.

El cuarto capítulo se centra en Palestina, profundizando en cómo la crisis actual en Gaza refleja las tensiones de un mundo en transición. El historiador argentino caracteriza a Israel como un baluarte del imperialismo occidental, cuya política incluye apartheid, limpieza étnica, judaización y memoricidio, prácticas justificadas mediante narrativas bíblicas que conectan al pueblo judío con la tierra palestina. El autor categoriza al Estado sionista de Israel como un colonialismo de asentamiento en el marco de un proyecto destinado a eliminar a los palestinos y consolidar el dominio territorial. 

 


El quinto y último capítulo de Martinelli analiza la operación ‘Diluvio de Al-Aqsa’ del 7 de octubre de 2023 como punto de inflexión. Este evento no sólo rompió el mito de la invencibilidad israelí, sino que reposicionó la lucha palestina en la agenda global y cuestionó las alianzas estratégicas de Israel en la región. El autor logra esta trascendencia al enmarcar el conflicto como un genocidio colonial de colonos y un sistema de apartheid, redefiniendo la pugna como una disputa entre un movimiento de ocupantes y un pueblo nativo. Esto permite analizar a Hamas más allá de los marcos tradicionales, presentándolo como una organización política, social y guerrillera con el objetivo principal de liberar Palestina del colonialismo, a través de la resistencia anticolonial que el autor equipara con Vietnam o Argelia.

Para desvincular a Hamas de la GWOT en la mente del lector, el libro ofrece interpretaciones que desafían las narrativas hegemónicas. Martinelli detalla los motivos detrás del ‘Diluvio’: reafirmar la primacía de la lucha palestina, asegurar la liberación de prisioneros políticos y sabotear el acercamiento entre Israel y Arabia Saudita, además de la violencia de los colonos en Cisjordania y la agresión a Gaza, considerada por el autor como el mayor infanticidio del siglo, que pone de relieve el fracaso del orden internacional occidental y la propensión a resistencias que desafían la hegemonía establecida.

Geopolítica del genocidio en Gaza es un libro que resuena con la urgencia de los tiempos que vivimos: urgencia de ser escrito y de ser leído. Aborda un mundo en transformación donde Occidente enfrenta un declive irreversible, mientras Eurasia retoma su posición histórica como hegemonía. En este contexto, el imperialismo estadounidense se aferra a su dominio bélico, intensificando las intervenciones militares en la región. Este segundo libro de Martín Martinelli refleja una madurez intelectual manifiesta en la aplicación de conceptos que trascienden las barreras temporales y espaciales. Desde una perspectiva geohistórica y geopolítica, el autor integra arcos temporales de corto, mediano y largo plazo para contextualizar el presente en relación con procesos históricos más amplios. En este enfoque, Palestina no aparece como una víctima pasiva, sino como un actor que desafía las lógicas tradicionales de resistencia, disputando espacios materiales y simbólicos. El autor demuestra que el colonialismo occidental, aunque histórico y desfasado, sigue vigente y encuentra en Palestina una oposición que resiste a ser subsumida.

La obra se desarrolla dentro del marco de la decolonialidad, aunque su autor no lo exprese explícitamente. A diferencia de su primer libro, donde predomina la exposición de hechos históricos para comprender la ocupación de Palestina, aquí el autor avanza hacia un análisis crítico que cuestiona las cronologías occidentales. Este enfoque denuncia cómo la modernidad, concebida como sinónimo de democracia y progreso, trajo consigo procesos deshumanizantes para los pueblos colonizados. Martinelli insiste en usar herramientas cronológicas que permitan interpretar la historia desde las perspectivas de estos pueblos, desmantelando la centralidad ideológica y cultural que Occidente impuso como universal.

En este sentido, el uso de categorías como ‘Afroeurasia’ forma parte también de este entramado discursivo y subraya la coherencia de Martinelli al nombrar espacios que desafían la hegemonía europea. Esta región, concebida como una totalidad histórica interconectada. se presenta como contraposición al esquema tradicional que periferiza al Sur Global. La excepcionalidad histórica de la centralidad europea se diluye en un análisis donde las palabras no se imponen artificialmente, sino que emergen como herramientas naturales del discurso crítico. Este uso consciente del lenguaje refuerza la claridad argumentativa del autor, evitando ambigüedades y asegurando al lector la comprensión de la relevancia de cada categoría.

Esta reseña destaca, a su vez, que el libro pone de relieve el impacto del genocidio en Gaza desde una perspectiva de género, sin que Martinelli use para ello categorías provenientes de esta corriente interpretativa. Al analizar los asesinatos de mujeres y niños demuestra que no sólo se busca obstaculizar la reproducción biológica del pueblo palestino, sino también generar un impacto emocional y social que concluya en una disminución intencional de la tasa de natalidad. Al incorporar al análisis las nociones de infanticidio, crímenes por causa de género y control bélico de la natalidad como estrategias deliberadas de exterminio, abre caminos para profundizar en interpretaciones feministas de la cuestión palestina.

Así, desde el Sur Global, Martinelli aborda la resistencia palestina desde la reivindicación de su derecho a la defensa y a la soberanía. Este enfoque tiene una particularidad que resulta especialmente comprensible a los pueblos con experiencia colonial: la interpretación de la legitimidad del uso de la violencia. En este sentido, la operación ‘Diluvio de Al-Aqsa’ sirve como excusa para explorar los imaginarios y contradicciones de la resistencia de los pueblos como Palestina, cuestionando la exclusividad occidental en el control del poder coercitivo. Martinelli no busca glorificar la violencia como método; de hecho, buena parte argumentativa de la obra está basada en leyes, tratados y declaraciones de organismos internacionales, sino en reflexionar sobre los contextos en los que esta se produce y los derechos que emergen de ella.

Teniendo en cuenta lo anterior, esta reseña sugiere que los lineamientos antes planteados son una oportunidad para futuras investigaciones en virtud de un asentamiento más específico en las teorías decoloniales y de género. Esto fortalecería la contribución de la obra a dichos campos de estudio y abriría nuevas vías de diálogo académico, permitiendo un análisis más profundo sobre cómo las dinámicas de poder, los roles de género y las experiencias específicas se intersecan con el contexto colonial y genocida.

Asimismo, al contextualizar la obra alrededor de las acciones del 7 de octubre de 2023 y destacar, siguiendo a Traverso (2024), que la lucha armada forma parte de las herramientas de los débiles en las guerras asimétricas, el autor deja abierto otro campo de análisis tocante a las controversias que surgen a raíz de la discusión sobre la resistencia armada. Una mayor profundidad sobre esta cuestión podría, en futuras investigaciones, plantear la cuestión de los dilemas morales de la resistencia en contextos de opresión colonial o las diferencias entre la violencia dirigida a civiles desarmados y aquella que afecta a colonos militarizados.

Geopolítica del genocidio en Gaza no es sólo un libro de Historia. Es una obra que condensa la acción política de una generación de académicos comprometidos con las luchas y resistencias más urgentes de la humanidad. Estudiar Palestina desde una perspectiva decolonial implica cuestionar el orden vigente en decadencia, en el que también se inscriben las ultraderechas que acechan a nuestros países, y aprovechar la oportunidad histórica para construir un saber académico arraigado en las realidades materiales del Sur Global. La segunda obra de Martinelli se erige como ejemplo de cómo las categorías analíticas pueden transformarse en herramientas para disputar narrativas, abriendo además una multiplicidad de temas y campos de investigación, dejando en claro que aún queda mucho por explorar.


REFERENCIAS.

Gejo, O., et al. (2022) “El regreso de la geografía” en Posición. Revista del Instituto de Investigaciones Geográficas, Luján, Universidad Nacional de Luján, pp. 1-14.

Katz, C.. (2022) La crisis del sistema imperial; Buenos Aires, Jacobin.

Martinelli, M.. (2022) Palestina (e Israel), entre intifadas, revoluciones y resistencias, EdUNLu.

Martínez Monterrosas. I., Russian. E. (2024) Desinformación, negocio armamentístico y reconfiguración mundial: la justificación occidental del genocidio en Palestina. Revista Zero 44, Universidad Externado de Colombia. https://zero.uexternado.edu.co/desinformacion-negocio-armamentistico-y-reconfiguracion-mundial-la-justificacion-occidental-del-genocidio-en-palestina/

Murphy, S. (Ed.). (1995) El otro en la historia: el extranjero; Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras.

—------------------(2003) “Un estigma historiográfico: la construcción intelectual de Oriente- Occidente” en Análisis de las prácticas genocidas. Congreso Internacional de Genocidio, Facultad de Derecho, Universidad de Buenos Aires.

—----------------- (2005) “La imagen demonizada del islam: ayer y hoy” en Murphy, S (Ed y comp.); La interdisciplinariedad, Luján, Universidad Nacional de Luján.

—----------------- (2006) Frontera y alteridad, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y Letras.

—---------------- (2007) “Racialidad, colonialismo y arqueología en el siglo XIX” en Néspolo, Ramos, Gldwaser; Signos en el tiempo y rastros en la tierra; Luján, Universidad Nacional de Luján.

—---------------- (2014) El lenguaje en la construcción del enemigo en Cercano Oriente antiguo y contemporáneo: las marcas de la alteridad en la construcción intelectual Oriente- Occidente; Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo.

Traverso, E. (2024) Gaza ante la historia, Buenos Aires, Akal.

jueves, 29 de mayo de 2025

La noche que murió la Revolución Francesa

 

Guadi Calvo | 

La noche que murió la Revolución Francesa | Martín Martinelli

 

Guadi Calvo (Argentina, 1955) Analista internacional, periodista, escritor, especializado en Medio Oriente, Asia y África. Sus artículos son publicados en diversos medios de más de cuarenta países de América, África, Europa y Oriente; traducido a una decena de idiomas. Entre sus libros encontramos: El Guerrero y el espejo, Colección de narrativa (Ediciones Filofalsía, 1990); Señal de ausencia (1993); La guerra de la sed (Punto de Encuentro, 2009 Estética de la desesperación. Violencia, marginalidad y política en el cine latinoamericano (Luxemburg, 2014) La noche que murió la Revolución Francesa (Prólogo: Martín Martinelli) (2024). | GUADI CALVO | Martín Martinelli | Gustavo Keegan | Alan Rebottaro Debate con el Observatorio 🔭 Geohistórico: Omar Gejo, Evelyn Russian, Sofía Vergara, Nazareth Chanique. Miércoles 14 de mayo, 13hs Argentina 18hs España    / @coordenadascanal  

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miércoles, 28 de mayo de 2025

La muerte de la hipocresía

Reseña del libro de Martín Martinelli: "La Geopolítica del Genocidio en Gaza"

  Guadi Calvo. 

 



Geopolítica del genocidio en Gaza, del doctor Martín Martinelli, es un libro inútil, innecesario, casi obsoleto, un excelente trabajo fuera de época, que, con suerte dentro de cincuenta o setenta años, pueda reparar en él algún historiador o antropólogo, quizás hasta un teólogo, que busque el momento exacto en la historia en el que se quebró para siempre la condición humana.

Decenas de autores se han adelantado a esta búsqueda, mucho más después de que el mundo se desayunase acerca de lo que sucedía en los campos de exterminio nazis, en que la muerte se ejecutó de manera industrial, ordenada, sistemática, con esa prolijidad y perfección tan alemana.

Pero claro, más allá de los millones de seres humanos que pasaron por aquellas factorías de la muerte, pocos ajenos al fenómeno pudieron apreciar in situ las técnicas desarrolladas para un exterminio eficiente y pulcro. Ya que, dada la monstruosidad para la que se aplicaba, se debió ejecutar a oscuras, en silencio, a expensa de un acordado desconocer de millones de personas.

Porque, antes, como cualquier institución, la hipocresía tenía por entonces, entre uno de sus principios, que las cuestiones reñidas con la ética y la moral se deben practicar de manera íntima, discreta y, si es posible y las condiciones se prestan deberían realizarse en espacios alejados, en que no se afecte la sensibilidad pública.

Sí lo sabrá el buen Leopoldo II de Bélgica, que en los fondos de sus bosques congoleños diez, quince o veinte millones de negros, no importa el número, eran todo negros, se sacrificaron en su beneficio, aunque no lo supieran, para convertirlo en uno de los hombres más ricos de su tiempo, rivalizando con egregios magnates como John Davison Rockefeller o Andrew Carnegie, pero eso ya es una historia tan antigua que no tiene sentido recordar, mucho menos en estos tiempos, en que la condición humana se ha quebrado definitivamente.

Desde entonces, y mucho más después de los dorados años del nazismo, los genocidios se han reproducido, perdón por el lugar común, como hongos después de la lluvia, pero de manera más brutal, poco científica. Sino que hablen argelinos, chadianos, sudafricanos, indios, vietnamitas, camboyanos, afganos, iraquíes y un largo etcétera, que no incluye a los palestinos, porque en Palestina, no se produjo, ni se está produciendo, ni se producirá jamás. Mientras se escriben estas líneas, nada que pueda ser considerado un genocidio, ni crimen aberrante, ni limpieza étnica, ni un holocausto, y ni mucho menos la publicitada Nakba está en curso. Nadie ha visto pruebas de ello, por eso el libro de Martinelli es un libro inútil y antisemita.

Lo que se está produciendo en Palestina, y particularmente en Gaza, es un fenomenal emprendimiento inmobiliario, que como siempre en estos negocios hay que demoler las obsoletas estructuras para levantar, como dijo el presidente norteamericano Donald Trump, que sabe mucho de negocios inmobiliarios: “una Riviera de Medio Oriente”. Lujosa, formidable, con tiendas de alta gama, buenos restaurantes, mejores vinos y bellas mujeres. Concordemos que es un mejor fin el que se les puede dar a esas maravillosas playas que han permanecido vacías por siglos.

Esperemos entonces para ver cómo se levantan esas torres faraónicas, después, claro, que se quiten los miles de millones de toneladas de la cuidada demolición emprendida por la Fuerza Aérea Israelí (IAF), mucho antes, pero mucho antes del 8 de octubre del 2023. Desde allí también se podrá acceder a las ansiosas reservas gasíferas que esperan para ser explotadas, desde el principio de los tiempos, por el pueblo elegido.

Por estos mares navega Martinelli, intentando desbrozar lo que ha quedado debajo de aquellos millones de escombros, donde las ruinas se mezclan con la vida cotidiana de un pueblo que fue demolido junto a su historia y su patria. Un pueblo al que le han quitado su raza y su cultura, porque ya no son semitas, ya no son árabes; son solo palestinos, como eran solo negros los negros de Leopoldo.

Ya sin necesidad de recurrir a la hipocresía, de esconder detalles, y a la luz del día, honradamente, para que quien se quiera enterar se entere, para quien quiera ver vea, como la condición humana, ahora sí, se ha quebrado para siempre.

Martín aporta los detalles, las razones, las pruebas que, a pesar de haber sido calcinadas por las bombas, el fósforo y los misiles sionistas, todavía existen. Por eso trabajo como el de él, son inútilmente imprescindibles, no para esta época, en que no serán valorados, por fantasiosos, por extravagantes. ¿Quién podría creer que diez, quince o veinte mil niños palestinos han sido masacrados por uno de los ejércitos más poderosos del mundo y decidido por el gobierno más avalado del mundo?

¿Quién podrá considerar como cierta la masacre por hambre que se ciñe sobre los palestinos que se han negado a morir de manera más ventajosa como bajo el fuego del sionismo, y ahora, en un territorio sin acceso a nada, una de las muertes más temidas los espera?

Mientras los perpetradores saben que para ellos no existe castigo, porque ellos sí han sido las víctimas. Monumentos conmemorativos, a donde a nadie se le ocurriría levantar un barrio privado o un country club, siquiera un campo de golf como los de Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Belzec, Chelmno, Majdanek, Dachau y Buchenwald lo dejan en claro. Ya que todo ha sido perfectamente documentado y mejor recordado en museos, centros culturales, en los más de cien mil libros escritos sobre su genocidio, millones de artículos y en los miles de superproducciones que, desde entonces y cada año, llegan puntualmente, para no darle posibilidad a nadie de que olvide el padecimiento del pueblo judío, aunque según cuenta Martín, parecen ser ellos los que sí lo han olvidado definitivamente.

Por todas estas cosas el libro de Martinelli es innecesario, porque él escribe sobre el desgarro de la historia, el fin de la piedad, la muerte de la culpa. Desde su libro se puede avizorar lo que viene, un mundo sin humanidad, donde la cultura del desprecio será la nueva ética y la supresión del diferente una forma innovadora de la moral, eficiente y pulcra, que no necesita de hipocresías.

viernes, 2 de mayo de 2025

Palestina es la causa del sur global. Martín Martinelli


Palestina es la causa del sur global. Palestina y Gaza duelen, pero resisten.
Así que está el pueblo yemení, el pueblo palestino que sigue resistiendo. Y hay tres palabras importantes que no podemos dejar de mencionar: el imperialismo, el colonialismo y el capitalismo.
El capitalismo fósil porque Palestina está en el centro de Afroeurasia. Allí ya fueron destruidos Siria, Líbano, Yemen, Afganistán, Libia, Irak, Sudán. También está como objetivo Irán.
Y entonces Palestina se inscribe en esa lógica donde Estados Unidos es el titiritero de Israel. Es el que los financia. Es el que les manda las armas junto con Alemania y junto con los países occidentales.
Es el titiretero también de Milei. O sea que Netanyahu, lo que está haciendo Israel en esa región cercana a China y Rusia, Milei lo está haciendo en Nuestra América para aislarnos de Brasil. Y también ahora en las Malvinas con la connivencia de este gobierno apátrida y entreguista, permite que una empresa israelí explote el petróleo en las Malvinas.
O sea que el colonialismo sigue existiendo. Y también están las mentes colonizadas y el colonialismo y la geopolítica del conocimiento.
Y algo que no se conoce no se puede apreciar. Y Palestina no se conoce porque está velado, está sesgado en todos los medios de comunicación. Está prohibido mencionarlo. Una sola vez en la televisión argentina escuché solo una vez la frase "La causa palestina", dicha por Alejandro Urdapilleta en el 93, haciendo un chiste.  la causa palestina.
Es imperialismo, es  capitalismo y es el colonialismo (de asentamiento en Palestina). Milei y Netayahu son marionetas del establishment estadounidense. Ladiferencia es que Israel está provocando el mayor infanticidio del siglo XXI. Matando más de 200,000 personas, descuartizándolos y es un infanticidio. Están matando niños a drede ante los ojos de la humanidad.
Por lo tanto Cuba, Nicaragua que tuvieron lazos de amistad con Palestina, Vietnam y Argelia son causas a seguir. Y la lógica de los túneles que usan los la resistencia en Palestina es lo que se debe empoderar.
El pueblo palestino sufre pero resiste. Es el lugar de todas las luchas, el lugar de la lucha, la lucha nacionalista, de género y feminista, anticolonial y antiimperialista. Entonces no es demodé ni ser antiimperialista ni ser anticolonialista, al contrario. Porque el colonialismo y el imperialismo en manos de Estados Unidos sigue más vigente que nunca.
El que está detrás de todo esto financiando al sionismo, manejándolo, tiene un solo nombre y apellido. Se llama Estados Unidos de Norteamérica que es el que maneja el Estado de Israel. Así lo comprueba la ayuda exterior militar de Estados Unidos desde 1946 hasta ahora,
acentuada desde 1967.
Entonces cuando decimos Israel estamos hablando del Estado número 51 de Estados Unidos.



lunes, 1 de abril de 2024

Mapeando Palestina e Israel y el sistema mundial

Martin Martinelli |  Dic, 2023 |

“No se trata solamente de la localización de Israel y de Palestina, la ecuación que hay que resolver es más amplia”

“No es casual que dos zonas incluidas en la red de rutas de conexión de Eurasia y África estén pasando por situaciones convulsas: Ucrania y Medio Oriente”

“El contexto en el que se crea el Estado de Israel coincide con la descolonización total de las otras regiones”

“Israel se creó en 1948, pero no se trata de una metrópoli con su colonia al estilo Francia- Argelia sino que se mudaron a ese territorio donde fundó este Estado que, además, carga con la responsabilidad de ser la punta de lanza del Occidente que posibilitó su existencia”

“Es la zona más intervenida militarmente en el último siglo y medio no sólo por los territorios y sus recursos en sí mismos sino también para contrarrestar la expansión de otras potencias”

La intención es divulgar a través de imágenes y mapas una serie de investigaciones. Estamos frente a una Nueva Guerra Fría, híbrida, cognitiva, de información, en la que el arma por excelencia es la censura y la prohibición de medios de comunicación alternativos o procedentes de países que no se ajustan al discurso occidental. Por eso, nuestro rol académico en la faceta de divulgación, porque estamos difundiendo resultados de un estudio científico, es esencial.

En el presente desarrollo temático el sentido de la geopolítica encarna una perspectiva desde las ciencias sociales. Para este tema particular, tengo en cuenta los pasos geoestratégicos principales (ver Mapa 1) que buscan dominar las potencias, entendiendo a éstas como el lugar que Inglaterra dejó a Estados Unidos, y son: el Canal de Suez, los estrechos de Bab al-Mandeb, Hormuz, Malaca, Gibraltar y los estrechos turcos de Dardánelos y el Bósforo. A los que debemos añadir el Canal de Panamá o el Cabo de Buena Esperanza como secundarios entre otros.

Mapa 1: Pasos geoestratégicos.

Todo está concentrado en Eurasia. Central en el mundo porque allí se desarrollan distintas situaciones que mueven las agujas de las coordenadas del poder mundial. La cuestión palestina es un claro ejemplo de ello y no hay que perder de vista que los medios de comunicación toman un posicionamiento y tienen una lógica que no ayudan a la comprensión, más bien al contrario. En contraste, nosotros debemos hacer el esfuerzo por interpretar, explicar y así aportar para una paz duradera en una región donde las superpotencias tienen una incidencia muy fuerte en lo que sucede y tratan de controlarla.

Un paso crucial para la comprensión, previo a esta situación y a lo que sucede en Ucrania, tiene que ver con lo que está en juego. Si tenemos en cuenta las reservas petroleras (Mapa 2) vemos cuáles son las máximas reservas y exportadores de petróleo que son los mismos que fundaron la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP+), desde la crisis de 1973, todas las cuestiones económicas, políticas y geopolíticas desde finales el siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI.

Mapa 2: Principales reservas de petróleo.

Si observamos las reservas de Irán, Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí entendemos mejor su ingreso al BRICS+ desde 2024, junto con Egipto (país árabe más poblado) y Etiopía que controlan el Canal de Suez y el Estrecho de Bab-al-Mandeb en el Cuerno de África. Donde también Argentina estaría involucrada al igual que Venezuela que tiene la máxima concentración de petróleo comprobada del mundo, cuyo principal comprador es China (principal consumidor mundial), pero que también ha vuelto a venderle a Estados Unidos.

Esta es la situación que está detrás de esta nueva escalada de violencia más reciente. Vemos una puja entre las potencias que muestra los entretejidos, como la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán y además que aquellos estrechos mencionados más arriba, históricos escenarios de disputa, ahora están dentro de la órbita del BRICS+ (Mapa 3). No se trata solamente de la localización de Israel y de Palestina, la ecuación que hay que resolver es más amplia.

En el mapa de la expansión de los BRICS+, debemos poner de relieve a Yibuti que es donde se encuentra la única base militar que tiene China en el exterior, en contraste con las 750 que tiene Estados Unidos. Pero también toma cuerpo una explicación al debate que nuevamente se impuso en nuestro país sobre la dolarización, justo en el momento en que Argentina fue invitada a sumarse al mencionado grupo en un mundo que está girando hacia la desdolarización.

Mapa 3:

Si bien ningún tema puede estudiarse sin insertarlo en un estudio regional e internacional, el de Israel y Palestina mucho menos.  Para el caso considero imprescindible tener en cuenta lo que Brzezinski llama “zona global de infiltración de la violencia” (Mapa 4) y muestra, en 1997, dónde va a generarse la violencia que después se materializa en el proyecto El nuevo siglo estadounidense.

Mapa 4:

Otro punto del conflicto actual tiene que ver con la construcción de infraestructura (Mapa 5) para conectar todas las regiones de Eurasia y éstas, a su vez, con África. No es casual, en este sentido, que dos zonas incluidas en esta red de rutas estén pasando por situaciones convulsas: Ucrania y Medio Oriente.

 Mapa 5: Rutas de la Seda.

Así se observa mejor la puja mundial entre el G7 y el BRICS+ (Mapa 8) que se pone en evidencia si entendemos el rol que cada miembro cumple dentro de sus correspondientes regiones. Sin embargo, hay cuestiones que también son importantes como el hecho de que países que fueron colonizados hasta hace poco tiempo por las actuales potencias del G7 (Mapa 7), ha invertido esa situación a través del BRICS+ que, vale aclarar, no es una organización militar ni económica sino un foro de intercambio donde se plantean las políticas de un mundo que ya está cambiando. Leer más aquí: “La geopolítica euroasiática frente al imperialismo. China EEUU Medio Oriente s. XXI”

Mapa 6: Corredor posible diagramado entre India-Medio Oriente-Europa

Detrás de esta belicosidad actual subyace la Ruta de la Seda y este plan, como explica la publicación india Drishti The Vision, lo resumimos aquí y anexamos mapas.[1] Los firmantes son: India, Estados Unidos, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, la Unión Europea, Italia, Francia y Alemania. Los puertos a conectar son: en  India, Mundra (Gujarat), Kandla (Gujarat) y Jawaharlal Nehru Port Trust (Navi Mumbai); en Medio Oriente, Fujairah, Jebel Ali y Abu Dhabi en los Emiratos Árabes Unidos, y Dammam y Ras Al Khair en Arabia Saudita. La línea ferroviaria conectará el puerto de Fujairah (EAU) con el puerto de Haifa (Israel) a través de Arabia Saudita (Ghuwaifat y Haradh) y Jordania. En Israel se contará con el puerto de Haifa, mientras que en Europa serán los del Pireo, en Grecia, Messina en Italia y Marsella en Francia. El objetivo es constituir una red de transporte integral, con ferrovías, ruta terrestres y marítimas, que conecte India, Oriente Medio y Europa para competir con China, volcando a India como contrapeso geopolítico y geoeconómico.

Esta iniciativa constituye el contexto en el que se produjeron los hechos de violencia del 7 de octubre de 2023 y los sucesos terribles de una segunda Nakba que vemos por todos los medios de muerte y destrucción. La frase de Memoria de Siglos, del grupo Hermética lo resume: “al asesinato en masa, los hombres lo llaman guerra”.

Badrakhumar, apoyado en infogragías y mapas explica, los intereses detrás de lo que hoy ya son dos meses de bombardeos israelíes sobre los palestinos, con cifras estrepitosas que superan la expulsión de palestinos de 1948 y más que duplican el poder de fuego del mayor atentado terrorista de la historia, las bombas nucleares que el US Force arrojó sobre Hiroshima y Nagasaki y abrieron la era actual, que está en cuestionamiento (Martinelli, La madre de todas las batallas, Palestina e Israel. Revista Cuadernos de Marte, 2023).

Mapa 7: Potencias coloniales- reparto territorial.

Mapa 8: Expansión del BRICS+.

En el área de la cuestión Palestina e Israel, gran cantidad de información nos indica que el plan de colonizar una región y generar un estado judío no era nuevo, de hecho, en 1896 se pensó en zonas de África como Madagascar o Uganda, o incluso en Argentina. Sin embargo, el belicismo actual responde a una realidad que nació de la división de la zona entre Gran Bretaña y Francia (Mapa 8) a través del acuerdo Sykes- Picot en 1916 que podemos presumir como la raíz del problema debido a que, al año siguiente, con la Declaración de Balfour 1917, se hace una promesa de tierra a los judíos que vivían en Europa.

Mapa 9: División de Palestina y del Levante Mediterráneo, el Mashriq.

Desde 1948 empieza una guerra, en realidad, es un proyecto de limpieza étnica (leer más aquí: la última década) a partir del cual los palestinos comienzan a sufrir una división progresiva de su territorio (Mapa 10). Esta ocupación y fragmentación fue impulsada por la ONU como solución a la cuestión judía en Europa. Esto muestra la falsedad del mito “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra” porque los judíos sin tierra van a un lugar habitado por árabes palestinos, como ellos se definen.

Mapa 10: Ocupación progresiva del espacio palestino en el tiempo

En los mapas, observamos las consecuencias de la Nakba (la catástrofe en árabe que los israelíes pretenden imponer como la “independencia de Israel”) y también la localización de los campamentos de refugiados palestinos que van a Cisjordania, a Gaza o al Líbano. Este es el problema de refugiados más largo de la historia contemporánea.

El análisis de lo que sucede en Palestina debe ser leído en términos de colonización, colonialismo de ocupación en específico y de imperialismo. Por eso su movimiento de liberación nacional es antiimperialista y anticolonialista («Entre el nacionalismo anticolonial y diaspórico. Los casos palestino y kurdo»). En este sentido, conviene retrotraerse hasta el proceso de descolonización (Mapa 11) de África y del Medio Oriente ampliado o mundo árabe para ver que el contexto en el que se implantó el Estado de Israel, que justamente y no es azar, coincidió con la descolonización total de las otras regiones.

Mapa 11: Descolonización de Asia y África.

La cuestión territorial y la cuestión histórica están íntimamente relacionadas e influyen de manera denodada sobre lo que ocurre en la zona. Pero también influye la forma en que se relata eso que ocurre (Mapa 11) y por eso hay que estar atentos a la terminología que se utiliza, a veces adrede, como por ejemplo la palabra “terrorista” (leer más aquí: Martinelli, M. “Orientalismo, Cultura e imperialismo y La cuestión palestina”). Este tipo de lenguaje no ayuda a la comprensión del tema porque las definiciones de esos términos son fluctuantes y depende de quién lo diga.

Mapa 12: Reconfiguración de Medio Oriente.

Leer más aquí: Martinelli, Martín A. (2020) «La reconfiguración simbólica y material del Medio Oriente, en las recientes tres décadas».

La necesidad de imponer un sentido común para el uso de terminologías encuentra su inicio en 1997 en el libro el Gran Tablero mundial de Zbigbnieb Bzrzesinsky y su plan de mantener el dominio, la hegemonía y el imperialismo estadounidense luego de la implosión de la Unión Soviética y con la asiatización de la economía mundial en ese momento representada en Japón y asomando en China. Entre 2006 y 2013 cuando Peters, un general norteamericano, tuvo la pretensión de reorganizar Medio Oriente para reconvertir a la región, sin preguntar a sus habitantes si estaban de acuerdo, y posicionarse en lugares de recursos estratégicos sin descuidar las ubicaciones necesarias para llevar a cabo una política de asfixia a Irán, el gran enemigo.

Esta política de cerco, de acaparamiento y ocupación también la vemos repetirse en el caso palestino (Mapa 13) donde se desarrolla un cercamiento de Cisjordania que contiene en su seno un muro y está rodeada de campamentos israelíes. Los palestinos están cercenados en un montón de derechos humanos básicos. No estamos hablando solo de una cuestión nacional o de autodeterminación sino de una cuestión de humanidad y de antiimperialismo.

Mapa 13: Separación y asentamientos israelíes.

Podría existir un estado con diversidad de identidades como Bélgica, pero en el caso palestino, hay un estado que se declaró como judío en 2018 y expulsa a aquellos que no se ajustan a este criterio confesional de la ciudadanía. Esta imposición a la que Israel dice tener derecho es mucho más lacerante si tenemos en cuenta que hay casi una paridad cuantitativa entre ambos pueblos en el territorio en disputa: 7.6 millones de palestinos y 7.1 millones de israelíes. Ninguno de estos datos se muestra habitualmente en los medios de comunicación (seguir leyendo: Martinelli, M. «La construcción de la identidad nacional palestina»).

Este territorio es llamado por los israelíes como Judea y Samaria apoyados en la Torá, libro sagrado que los palestinos no admiten en su religión. Sin embargo, no es una creencia solamente religiosa porque hay una acción que viene siendo justificada que es la política tripartita que se basa en la expulsión de los palestinos de Jerusalén, posicionarse en Jordania para intentar controlar a las autoridades palestinas y Cisjordania como núcleo para depositar la violencia de los ciudadanos israelíes que encuentran allí un campo abierto para la masacre de palestinos.

En Gaza es diferente porque no hay israelíes por eso es que lo que estamos viendo hoy es una atrocidad. Se trata de dos poblaciones que convivían (Mapa 13) hasta que se hizo presente el impulso de alcanzar otro Estado. Con la particularidad de que Israel se creó en 1948, pero no se trata de una metrópoli con su colonia al estilo Francia- Argelia sino que se mudaron a ese territorio donde fundó este Estado que, además, carga con la responsabilidad de ser la punta de lanza del Occidente que posibilitó su existencia (leer más: Martinelli, M. “Los conceptos de raza y nación en perspectiva histórica. Sus influencias en el surgimiento del nacionalismo israelí”)

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Mapa 14: Implantación y expansión de Israel en territorio palestino.

La región se ha visto envuelta en guerras durante todo el siglo y en los últimos 20 años se han disparado los números de muertos y refugiados, pero también crecieron las inversiones de Estados Unidos y la OTAN que llega a los 8 trillones de dólares y que se combina con el comercio armamentístico y petrolero. Es la zona más intervenida militarmente en el último siglo y medio no sólo por los territorios y sus recursos en sí mismos sino también para contrarrestar la expansión de otras potencias.

El caso palestino- israelí forma parte de este conglomerado de violencias por lo que es más evidente el intento de confundir cuáles son las circunstancias que se atraviesan. Se omiten la innumerable cantidad de resoluciones de la ONU que fueron vetadas por Estados Unidos, la IV Convención de Ginebra, El Estatuto de Roma, los estudios consultivos de la ONU acerca del apartheid (Martinelli, M. “El apartheid en Palestina e Israel, una analogía con Sudáfrica”) en curso en Palestina-Israel, la Corte Internacional de Justicia y muchos otros estudios y declaraciones, incluso reciente los proyectos de alto al fuego y de ayuda humanitaria propuestos por Brasil.

Mapa 14: El Eje de la Resistencia.

 El Departamento de Estado de los Estados Unidos define terrorismo como: “la amenaza o uso de la violencia para lograr fines políticos, religiosos u otros por medio de la intimidación, la provocación, el miedo y demás, dirigidos contra poblaciones civiles”. No se marca, como vemos, una diferencia crucial entre los hechos de violencia simbólica o material (que nosotros reprobamos, aunque son una realidad insoslayable): la naturaleza defensiva u ofensiva del acto violento. Según el criterio estadounidense, Israel podría catalogarse como un estado cuyo terrorismo posee un alcance regional, algo semejante a la presión ejercida por la potencia norteamericana, un “Terrorismo global de Estado” (leer más: Martinelli, M. Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencia).

Los acontecimientos de Medio Oriente tienen gran impacto en América e influyen directamente sobre el margen de acción del imperialismo en la región. Quiénes argumentan que “Israel desea la paz, pero no lo dejan” siempre aluden a ciertas resoluciones de Naciones Unidas, como el desarme de Jizbalá.

La idea de mostrarse a sí mismos como bastiones de la democracia, como hacen Israel y EEUU, ilustra más que nada que en la actualidad el estandarte de la democracia sirve a cualquier propósito. Bush lo utilizó para ocupar Irak y equiparar su invasión con la gesta antihitleriana de Europa. Alientan la democracia, pero no la aceptan si los resultados de las elecciones no favorecen sus propósitos. Prosiguen la toma de posesión de las tierras más valiosas de Cisjordania y el cerco en torno al gran “campo de concentración” que han creado en Gaza. El eje de esta política es la absorción definitiva de la primera zona y la destrucción de la segunda con la construcción del muro. Los palestinos han quedado dispersados en un territorio agujereado. Padecen la aplicación de un modelo similar al sudafricano del Bantustán, que desgarra a su país en cantones incomunicados. En sus puntos de entrada y salida, se ubican numerosos checkpoints, donde el Ejército Israelí realiza controles exhaustivos en los territorios palestinos.

El pueblo palestino continúa en la lucha por su autodeterminación, más allá de si es posible la aplicación de una solución de un Estado binacional o de dos Estados. Sin dejar de ver la situación de ocupación que lleva décadas y se incrementa de manera sostenida, es una posibilidad que podría reflotarse en las elecciones previstas para este año. Al mismo tiempo, se reconoce internacionalmente la aplicación de un apartheid sobre su población, pero eso aún no ha modificado sustancialmente su realidad.

Entre las formas de resistencia palestina y de solidaridad internacional hacia su causa, encontramos la campaña BDS, Boicot Desinversión y Sanciones (emparentado con el sudafricano), que se opuso a las declaraciones de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (AIRH), para rechazar la asimilación entre la judeofobia (antisemitismo) como forma de racismo y el antisionismo, como rechazo a las políticas israelíes hacia los palestinos.

Mapa 15: Cisjordania una colonia de Israel.

Como ha referido el historiador mexicano Isaac Martínez Monterrosas (2023)[2] en resumen de nuestras investigaciones acerca de la temática: “1) el estado coimperial de Israel fue establecido por Occidente para defender sus intereses geoestratégicos en Medio Oriente a través de la desestabilización; 2) el sionismo es una ideología política interesada, por un lado, en la colonización de asentamiento (Settler Colonialism) sobre la totalidad del territorio de la Palestina histórica y por el otro, en la limpieza étnica de la población nativa.”

En esto Israel ha clamado por sus intereses, lo cual no implica direccionar la política estadounidense hacia las zonas que son marcadas por las lógicas territorial y capitalista de poder, que convergen cada una con su peso específico sobre la toma de decisiones hacia la región. Las estrategias políticas, diplomáticas y militares empleadas por EE.UU. muestran su carácter imperialista y en Medio Oriente uno de los factores que acompañan su política es la actuación de Israel.

La realidad social y política palestina se fracturó en tres planos (algunos consideran cuatro, con Jerusalén Este): en Cisjordania y Gaza, en el interior de Israel y en el exterior de la Palestina histórica (refugio y emigración). Estas tres dimensiones, si bien poseen particularidades, no han estado aisladas unas de otras y se han influido. Para los palestinos conforman una misma realidad y cualquier palestino tiene a sus familiares dispersos en estos tres mundos. En otras palabras, las tres esferas de la ocupación israelí sobre Palestina son indisociables.

Mapa 16: El bloqueo de Gaza.

Claudio Katz, en una mesa debate junto con Jorge Elbaum y quien escribe, aseguró:

 Los bombardeos de Israel en Gaza están consumando uno de los mayores crímenes de la historia contemporánea. Incluyen hospitales, escuelas y campamentos de refugiados. Utilizan armas desconocidas que derriten la piel, provocan quemaduras e impiden el tratamiento a los heridos. Los pacientes son también operados sin anestesia de las atroces consecuencias del fósforo blanco.[3]

Como manifestó Enzo Traverso cuando lo entrevistamos: “…lo que está ocurriendo en Gaza hoy es una política que no se puede definir de otra manera que no sea política genocida. Es decir, una política de destrucción planeada en contra de una sociedad civil, en la que no se hace distinción entre combatientes y civiles. Hay 2.5 millones de personas que están encerradas en un espacio que es sometido a bombardeos permanentes con la imposibilidad de buscar un lugar de protección. Todos los medios, lo más elemental para la supervivencia, son cortados: electricidad, agua, la mitad de los hospitales están cerrados.”[4]

Muestra del poder del periodismo y la información son los 67 (sí, 67) periodistas asesinados por el ejército israelí, la presión sobre Al-Mayadeen cadena libanesa en el terreno, los intentos de censura en las redes sociales, la presión del Comando estadounidense para nuestra región, Laura Richardson, en Nuestra América sobre Telesur, Sputnik y Russia Today, el pedido de censurar la BBC, Al Jazeera y Al Mayadeen por parte de Israel en su país, el bloqueo de Telesur en youtube, la censura de Sputnik y RT en Europa, el uso de la palabra “antisemitismo” para cualquier tipo de crítica a las políticas exteriores del Estado de Israel de tan solo tres cuartos de siglo, bajo los pretextos enarbolados en la alianza para la rememoración del Holocausto (IHRA en sus siglas en inglés), las amenazas a nuestro humilde canal de Youtube Coordenadas, las persecuciones a la candidata presidencial de Argentina Miryam Bregman o a la periodista Melisa Trad. Por otro lado, medios como Infobae o La Nación+ representan el aval más ultraderechista a las políticas genocidas de Israel sostenidas por Estados Unidos. La Alianza Estadounidense-israelí junto a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) mantienen su proyecto de imponer un estado de guerra permanente en la región, y cuidar los intereses propios. En los medios de comunicación estadounidenses la sionización es tan minuciosa que ni uno solo de los mapas aparecidos en televisión podría revelar a los ciudadanos estadounidenses la red de guarniciones, asentamientos, carreteras y barricadas israelíes que surcan Gaza y Cisjordania. De esta manera los medios son cómplices de los asesinatos en masa producidos de manera cíclica en la región.

Como ejemplo, Isaac Martínez Monterrosas analizó la continua participación de las universidades judías de Palestina en el proyecto colonial sionista, que construyeron numerosos edificios en sitios estratégicos, para promover la colonización del territorio: “Las universidades judías fueron establecidas de forma estratégica con el propósito de acrecentar a la población colona en los lugares donde ya se habían asentado o comenzar con el proceso colonizador en los sitios no colonizados, por esa razón algunas de ellas fueron erigidas sobre las ruinas de las aldeas limpiadas por los soldados sionistas. Esto lo hicieron conscientes de la importancia de las instituciones universitarias en Occidente, donde son vistas como el espacio donde se construyen los conocimientos de utilidad para la sociedad mundial y cuya destrucción o ataques a sus recintos son calificados de ataques contra la civilización humana al impedir el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Dicho de otra manera, consideraron que el establecimiento de sus universidades en sitios potencialmente colonizables justificaría la permanencia de las colonias e impediría su desalojo. También lo hicieron para legitimar sus conquistas militares, ya que, una vez establecidas sus instituciones universitarias, comenzaron a ser promovidos los proyectos de investigación encargados de estudiar el pasado histórico de los lugares conquistados con el objetivo de mostrar al mundo la desenterrada historiad judía del lugar.”[5]

Como se explicó en el medio Sputnik: “Hamás bien podría ocupar un lugar destacado en cualquier Palestina futura, como el Congreso Nacional Africano (CNA), que fue una organización prohibida de 1960 a 1990, acabó haciéndolo en la Sudáfrica posterior al apartheid.” Hamas plantea tres objetivos principales: “la creación de un Estado palestino independiente, la liberación de los prisioneros palestinos encerrados en las cárceles israelíes y el fin de las incursiones de colonos y policías israelíes en la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén”.[6]

Mapa 17: Estados Unidos mayor ayuda militar exterior a Israel.

 

El Estado Judío –declarado así en su legislación desde 2018–, es el mayor receptor de ayuda exterior militar de los Estados Unidos, más de 250 mil millones declarados desde 1949-2023.[7] La influencia del AIPAC American Israel Publlic Affairs Committe (Comité de Asuntos Públicos Estadounidense-Israelí) es muy extendida. Para el sionismo estadounidense “…no es lícito hablar de violencia o terror judíos cuando se trata de Israel, aunque todo lo que hace lo hace en nombre del pueblo judío, por y para un Estado judío[8].”

Varias explicaciones justifican la importante cantidad de material y apoyo diplomático que los EE. UU. proporcionan a Israel. Es el mayor receptor anual de ayuda directa estadounidense, tanto militar como económica, desde la Segunda Guerra Mundial y el único que no tiene que dar cuentas de cómo gasta la ayuda, una excepción que hace casi imposible impedir que el dinero se use para fines a los que se opongan los EE. UU., como la construcción de asentamientos en Cisjordania, y hace la vista gorda con respecto a la adquisición de armas nucleares. Israel es la principal potencia militar de la región y el quinto poder nuclear del mundo, y no está rodeado de un mar de árabes hostiles, como pretende ser visto. La ambigua estrategia de la administración Bush para transformar Oriente Medio tuvo como fin parcial mejorar la situación estratégica de Israel. Este apoyo único a Israel se debió a su condición estratégico durante la Guerra Fría y a la coincidencia de enemigos. Es cierto que tanto en la guerra del Golfo de 1991, como la invasión a Irak de 2003, los EEUU no recurrieron al apoyo israelí para no avivar una mayor oposición en el mundo árabe.

Usualmente los norteamericanos sostienen que apoyan a Israel porque es una democracia rodeada por dictaduras hostiles. Los EE.UU. han derrocado gobiernos democráticos en el pasado, han apoyado a dictadores cuando esto resultó beneficioso para sus intereses y, actualmente, tienen excelentes relaciones con un buen número de dictaduras. Así pues, ser una democracia no justifica ni explica el apoyo estadounidense a Israel.

La explicación reposa en el incomparable poder del lobby israelí. Si no fuera por su habilidad para manipular el sistema político norteamericano, la relación entre Israel y los EE. UU. sería mucho menos íntima. Lo único que explica la relación entre EE.UU. e Israel es el poder del lobby israelí. El AIPAC constituye el corazón del lobby en el Congreso. La ZPC, la Zionist Power Configuration (ZPC), ganó el pulso a Big Oil y al complejo industrial-militar a la hora de dictar a los Estados Unidos la política en Oriente Medio.

El rol de Israel junto a la actuación del lobby israelí en las políticas exteriores estadounidenses llevadas a cabo en Medio Oriente ha sido analizado desde dos posiciones: Israel es el que guía la política estadounidense en Medio Oriente o EE.UU. guía su política exterior allí teniendo en cuenta las pretensiones israelíes. Desde este trabajo se sugiere encontrar una posición que tome en cuenta la influencia del lobby israelí desde los medios masivos hasta la influencia en la política, pero no como la impronta que decide la política estadounidense sobre una zona de decisivo peso. EE. UU hace esto para continuar como potencia dominante a nivel global, tanto sobre Europa y Japón, como sobre países que buscan tomar nuevas posiciones (por ejemplo, el BRICS+), y no simplemente para respaldar a Israel.

Es difícil establecer si el Estado sionista es únicamente un instrumento del imperialismo estadounidense, como algunos autores proponen. Entonces, siendo que el lobby israelí influye en los EE.UU. y es un factor a tomar en cuenta, no estamos enteramente de acuerdo con la posición que proclama la postura israelí como la que resuelve la toma de decisiones para la zona. Esta perspectiva intermedia sería la más adecuada para comprender que Israel influye en las decisiones estadounidense sobre Medio Oriente, pero no es el factor único y desencadenante.

Desde los Atentados a las Torres Gemelas de 2001, Medio Oriente ha ocupado el escenario político mundial: el bombardeo aéreo de Afganistán, la expansión a través de Cisjordania, la ocupación de Iraq, el acordonamiento de Irán, una nueva invasión del Líbano, la intervención en Somalia, el problema del Kurdistán, la crisis en Siria, la batalla de Yemen, la cuestión palestina, la confrontación y competencia hegemónica entre potencias, ahora el avance del BRICS+ y la OCS. La ofensiva estadounidense en la región ha dominado los titulares y ha polarizado a la opinión pública doméstica e internacional.

Mapa 18: Reconocimiento mundial a Palestina.

 

El caso de Palestina se diferencia del de otros países, puesto que, en lugar de experimentar una liberación del colonialismo occidental, en la etapa de la descolonización se estableció un nuevo Estado. Un colonialismo tardío y progresivo, que se anexó de forma ilegal más territorios en las guerras de ocupación y que omitió diferentes leyes internacionales y resoluciones de la ONU que pedían la devolución de estas tierras.

Durante el Comité para el Ejercicio de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino, el 14 de octubre de 1974, la OLP fue reconocida por la Asamblea General de las ONU como representante legítimo de los intereses del pueblo palestino mediante la resolución 3210. Y, mediante la resolución 3236 (XXIX) de noviembre de 1974, reafirmó que buscaban el reconocimiento a la autodeterminación y a la independencia, la soberanía nacional y retornar a sus hogares (y propiedades) de los que fueron desarraigados, para así poder cerrar el ciclo de pelear por sus reivindicaciones nacionales y territoriales.

El 13 de noviembre, Yasser Arafat reclamó ante la ONU el derecho a vivir en su tierra y ejercer la soberanía:

 

“La OLP puede presumir de tener un gran número de actividades culturales y educativas, incluso mientras se dedica a la lucha armada [...] Hemos establecido institutos de investigación científica, el desarrollo agrícola y el bienestar social, así como centros para la reactivación de nuestro patrimonio cultural y la preservación de nuestras tradiciones. Muchos poetas palestinos, artistas y escritores han enriquecido la cultura árabe en particular, y en general la cultura mundial. […]

La OLP se ha ganado su legitimidad debido al sacrificio inherente a su papel pionero, y también a causa de su dedicación al frente de la lucha. También le han concedido esta legitimidad las masas palestinas, que en armonía con ella la han elegido para dirigir la lucha según sus directivas. [...] Esta legitimidad se ve reforzada por el apoyo de toda la nación árabe, y fue consagrada durante la última Conferencia de la Cumbre Árabe, que reiteró el derecho de la OLP, en su calidad de único representante del pueblo palestino, para establecer un estado nacional independiente sobre todo el territorio palestino liberado. (Las cursivas son nuestras).”

La OLP tuvo una estructura política y organizativa formada por nacionalistas seculares, marxistas, comunistas y socialistas. Desplegó la mayor influencia y capacidad de combate en torno a su legítimo derecho a la resistencia contra la ocupación de su tierra natal por una fuerza militar extranjera. Así captaron el apoyo y la solidaridad de amplios sectores de la población mundial.

Mapa 19: El Imperio y el Imperialismo Estadounidense.

El resurgimiento de Eurasia (artículo Martinelli Resurgimiento Eurasia) modifica el escenario y grafica la transición hacia un nuevo mapa de poder mundial. Ejemplo de ello es la Nueva Ruta de la Seda. Esto se desenvuelve en consonancia con el declive hegemónico estadounidense a largo plazo y la crisis de Europa; en esa competencia surgen debates sobre si se trata de potencias imperialistas o no. Tales planteamientos servirán para poder precisar algunas cuestiones respecto de la inserción en esta nueva coyuntura de nuestra región de Sudamérica y el Medio Oriente. La dinámica de competencia hegemónica repercute en los cambios a nivel mundial, mientras la gran crisis sistémica actual se observa en una guerra híbrida, marcada por un desplazamiento geopolítico y una transición respecto de las placas tectónicas. La reconfiguración del mapa de poder mundial, entre un mundo unipolar y otro multipolar, no exento de conflictividad, genera a nuestra región una posibilidad de realinearse.

El resurgimiento de Eurasia modifica el escenario y grafica la transición hacia un nuevo mapa de poder mundial. Ejemplo de ello es la Nueva Ruta de la Seda. Esto se desenvuelve en consonancia con el declive hegemónico estadounidense a largo plazo y la crisis de Europa; en esa competencia surgen debates sobre si se trata de potencias imperialistas o no. Tales planteamientos servirán para poder precisar algunas cuestiones respecto de la inserción en esta nueva coyuntura de nuestra región de Sudamérica y el Medio Oriente. La dinámica de competencia hegemónica repercute en los cambios a nivel mundial, mientras la gran crisis sistémica actual se observa en una guerra híbrida, marcada por un desplazamiento geopolítico y una transición respecto de las placas tectónicas. La reconfiguración del mapa de poder mundial, entre un mundo unipolar y otro multipolar, no exento de conflictividad, genera a nuestra región una posibilidad de realinearse.

Las potencias manufactureras o con yacimientos de materias primas neurálgicas están aumentando su nivel de asociación y por ende un fortalecimiento regional frente a las demás potencias y organizaciones como la denominada tríada: Estados Unidos, Europa occidental y Japón. Tal situación gravita en una crisis sistémica, la cual gira en torno a un rediseño de las estructuras de poder mundial, cuyo nuevo orden multipolar desafía los parámetros de otro de carácter más unipolar.

La encrucijada histórica y geográfica actual asume como principales escenarios el ascenso de Eurasia y un declive relativo euroamericano. Al mismo tiempo, aumenta la desigualdad a nivel mundial. Por lo tanto, diferentes doctrinas y posturas se plantean en la disputa del poder hegemónico, cuyos principales poderes se erigen en la República Popular China y Estados Unidos con un rol diferente respecto de su incidencia mundial.

En las últimas tres décadas, la potencia norteamericana viene ejerciendo un papel de liderazgo más intervencionista en las políticas de los países, con una serie de intervenciones militares en la región denominada “Medio Oriente ampliado”, desde Afganistán a Libia. Mientras que China ejerce otro tipo de intervención en el aspecto de mayor dependencia geoeconómica desde la instauración de la Nueva Ruta de la Seda en 2013 (Zhang, 2018), a una intermediación en el conflicto saudí-iraní para su resolución.

En el presente año 2023 se cumplen dos siglos de la doctrina Monroe de 1823 —“América para los estadounidenses”—, esto es para América Latina (Nuestramérica). Por diferentes motivos, casi coincide en el tiempo con los procesos emancipatorios de la misma región. Entretanto, se desplegó la maquinaria militar más grande creada y aumentada por dicha potencia desde 1945. En los últimos treinta años, posterior a la implosión soviética, el país norteamericano ha pretendido ejercer una unipolaridad, el Proyecto del Nuevo Siglo Americano (PNAC en inglés). Entre esos dos ejes, el de la unipolaridad y el de la multipolaridad se encuentra el nuevo mapa mundial que por ende modifica la situación de nuestra región y el Medio Oriente.

Mapa 20: La Nueva Ruta de la Seda s. XXI.

La visión unipolar del nuevo siglo estadounidense se topó con el crecimiento económico y con la asociación estratégica de países como Rusia, Irán y China, (a los que podrían sumarse India y otros), mientras que Estados Unidos continúa manejando la estrategia y la inversión militar. Dicha ventaja fracasó en sus incursiones militares, como en Iraq y Afganistán, que además de la destrucción de países —que no fueran potencias o subpotencias— no ha conseguido los objetivos propuestos. Entonces, con una dinámica distinta estamos fren te a un desgaste de la credibilidad en la retórica de enemigos de la humanidad (los últimos los terroristas, ahora más visible en chinos y rusos), y llegando al cuarto del siglo, este XXI se avizora como un siglo euroasiático.

China y EEUU disputan la hegemonía con diferentes planes geoestratégicos y alianzas, una volcada hacia el Atlántico y la OTAN en expansión. Mientras, el gigante asiático ensaya un mayor despliegue continental y territorial, pero que en los últimos años a través de la NRS se han incorporado países de todo el mundo hasta llegar a más de 140 países en la actualidad. La multipolaridad ya está en marcha representada por lo sucedido hasta ahora, pero se acentúa y sienta las bases para los próximos decenios. El dominio estadounidense, en parte debido a las crisis capitalistas; con la de 2008 como último ejemplo, enfrenta el resurgimiento de Eurasia. Las invasiones y destrucción de países que lideró no le permitieron imponer su “orden basado en reglas”. Potencias en recomposición como China y Rusia, más otros que se suman a esa alianza —aún con ambivalencias o sin cortar lazos con el eje anglosajón— de manera directa, ofrecen resistencia y modelos alternativos a los que se establecieron hace casi ocho décadas, y veremos cómo decanta hacia el resto del mundo.

Una lectura posible es un mayor equilibrio en las decisiones de los hechos a nivel mundial. Desde 1945 han estado marcados, durante medio siglo, por países capitalistas frente a los socialistas, más las revoluciones e independencias en el mundo colonizado. Y en las últimas tres décadas se pasó de un mundo pretendidamente unipolar a una mayor multipolaridad, abriendo nuevos escenarios para otros países de subpotencias como Irán y Argentina. Podrían gestarse así un abanico de posibilidades con más dimensiones y una oportunidad de unificar las políticas de Latinoamérica o Medio Oriente para tratar con las potencias.

*El presente artículo da continuidad a otros estudios previos como “La reconfiguración simbólica y material de Medio Oriente”, “La geopolítica euroasiática frente al imperialismo” y el libro Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencias, donde hemos estudiado en diferentes alcances temporales parte de los temas abordados.

Edición: Carmen Parejo Rendón

Conferencia “Mapeando Palestina e Israel”. Cierre del IV Congreso Internacional de Geografía Urbana. 

Autor

Martin Martinelli

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Argentina, 1982. Historiador y Doctor en Ciencias Sociales (UNLu). Coordinador del Grupo Especial Revista Al-Zeytun “Palestina y América Latina” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales CLACSO (2019-2022), Instituto de Estudios de América Latina y el Caribe (UBA). Director del Observatorio Geohistórico (OGH-UNLu). Autor del libro Palestina (e Israel). Entre intifadas, revoluciones y resistencias (EDUNLu, 2022) Edición El Viejo Topo (España, 2024). Compilador de: “Medio Oriente y la cuestión palestina”, “Palestina, Medio Oriente y Nuestra América”, “Irak, Medio Oriente y el mundo árabe a 20 años de la invasión liderada por los EEUU”, “Revoluciones, movimientos sociales y conflictividad política (siglos XX y XXI)”, “Un mundo bajo nuevas coordenadas”. Dirige el PICT “La geopolítica euroasiática frente al imperialismo”.

NOTAS:

[1] Drishti The Vision Foundation. (2023). “India-Middle East-Europe Corridor” en Drishti The Vision Foundation. Disponible en https://www.drishtiias.com/daily-updates/daily-news-analysis/india-middle-east-europe-corridor [visitado diciembre de 2023].

[2] Martínez Monterrosas, Isaac (2023). “La resistencia al negacionismo histórico: Palestina (e Israel), entre intifadas, revoluciones y resistencia de Martín Martinelli”. Prólogos. Revista de historia, política y sociedad n° 15. Luján, Argentina.

 [3] Katz, C. (2023). “La incursión que trastocó a Medio Oriente”. La página de Claudio Katz. Textos de Ciencias Sociales. Disponible en: https://katz.lahaine.org/la-incursion-que-trastoco-a-medio/ [visitado diciembre 2023]. Vídeo https://youtu.be/uvaq2v0RpFw.

[4] Martinelli M. A. (2023b). “Entrevista a Enzo Traverso. Palestina e Israel, un debate necesario” en CIPI (Centro de Investigaciones de Política Internacional). Disponible en  https://www.cipi.cu/enzo-traverso-y-martin-martinelli-palestina-e-israel-un-debate-necesario/ [visitado diciembre 2023]. Vídeo en: https://www.youtube.com/live/_oWcgT7PIXA.

[5] Martínez Monterrosas, I. (2024). La diáspora judía de Palestina en la historiografía sionista (1918-2021). Tesis de Licenciatura en Historia. Naucalpan: Facultad de Estudios Superiores Acatlán Universidad Nacional Autónoma de México. En prensa.

[6] Sputnik Mundo. (2023). “¿Por qué Hamás estaría ganando la guerra política contra Israel?” en Sputnik. Disponible en: https://sputniknews.lat/20231130/por-que-hamas-estaria-ganando-la-guerra-politica-contra-israel-1146154174.html [visitado en diciembre 2023].

[7] USA Facts. (2023). “Which Countries Receive the Most Foreign Aid from the U.S.?” en Visual Capitalist. Disponible en https://www.visualcapitalist.com/cp/which-countries-receive-the-most-foreign-aid-from-the-u-s/ [visitado diciembre de 2023].

[8] Said, “El ultimo tabú…” Op.cit.