martes, 10 de junio de 2014

Los horrores de la ocupación van mucho más allá de los asentamientos

Haaretz
Traducido para Rebelión por J. M.

Todo ciudadano decente, tanto en Israel como en todo el mundo, tiene que gritar contra los muchos horrores de la ocupación israelí, que tiene poco que ver con cualquier tipo de construcción en Cisjordania.


Palestinos de camino al trabajo en Israel, en el paso de control de Tarkoumia, 10 de junio de 2013. Foto Emil Salman
 
Otro ataque israelí con "daños colaterales" se ha puesto en marcha: el anuncio de la construcción de 1.500 unidades de vivienda adicionales en represalia declarada por la creación de un gobierno de unidad palestino.
La máscara del engaño se cayó hace mucho tiempo e Israel ya no trata de ocultar que los asentamientos no son más que un castigo. Pero no son el verdadero castigo. El verdadero castigo es la tiranía continua. Los asentamientos son una medida de las intenciones israelíes y se construyeron para eternizar el statu quo y destruir cualquier posibilidad de acuerdo. Pero el verdadero castigo es la injusticia insufrible de la ocupación, que es en realidad la menos discutida.
Hay que dejar de hablar de los asentamientos. La cantidad de colonos alcanzó una masa crítica hace mucho tiempo, por lo que la situación es irreversible. Otras 1.500 unidades de vivienda no van a cambiar mucho. Esta nueva construcción solo demuestra que Israel tiene la intención de proseguir su empeño colonialista, pero las unidades de vivienda en sí no son el centro de la cuestión. El verdadero problema es el régimen totalitario en Cisjordania. Es el mayor problema de los palestinos, así como el de los israelíes, ya que su país se ha convertido en una falsa democracia.
Si bien es cierto que sin los asentamiento la ocupación habría terminado, como ocurrió con la ocupación-colonización libre del sur del Líbano. Es cierto que si hubiera muchos menos los colonos, como había en la Franja de Gaza, Israel quizá podría también haberse desvinculado de la Ribera Occidental. Pero Gaza demostró que la retirada no es suficiente para lograr la justicia. Gaza se ha convertido en una prisión y ya nadie discute el destino de los prisioneros.
El cese de la construcción de asentamientos, que es el mayor esfuerzo sionista desde la creación de Israel, sería un gesto de buena fe. Pero sin la evacuación total de los asentamientos (que es algo completamente irreal) y la creación de un gobierno justo en la Ribera Occidental, la esencia de la situación no cambiará.
Así, la oposición internacional no tiene por qué centrarse en los asentamientos de Cisjordania, sino que debe hacer frente a su forma de gobierno. La comunidad internacional debe centrarse en el hecho de que aquí hay dos pueblos, uno que tiene todos los derechos y otro que no tiene ninguno. Dejen de condenar a Israel por cada nuevo apartamento y caravana. Israel debe ser condenado y castigado por hacer la vida insoportable bajo la ocupación, por el hecho de que un país que se precia de ser una de las naciones ilustradas continúa abusando de un pueblo entero, día y noche.
Hablen  de los pescadores indefensos de Gaza atacados desde los helicópteros de combate; hablen de los niños detenidos brutalmente en medio de la noche; hablen de las innumerables detenciones sin juicio, de las familias desgarradas entre Gaza y Cisjordania, entre Jerusalén y Ramallah. Hablen del gatillo fácil israelí; hablen de los tribunales discriminatorios, de la desposesión diaria, la demolición de viviendas y la destrucción de aldeas; hablen de los pastizales que se convirtieron en zonas de fogueo sólo para desalentar a los residentes y expulsarlos; hablen de los soldados que disparan por aburrimiento y los policías que hacen detenciones simplemente porque pueden.
Hablen del apartheid propio de la Ribera Occidental y las terribles posibilidades que enfrenta cualquier niño palestino que busca construir una vida o ir a la playa, incluso si está a poca distancia de su casa. Hablen de los habitantes de Gaza que no pueden exportar sus productos, que no pueden ir a ningún lugar -a estudiar, al hospital, a visitar a sus familiares o a trabajar fuera de su prisión, la más grande del mundo-. Hablen de los miles de presos, algunos de ellos políticos, que se enfrentan a la discriminación inhumana, a diferencia de sus homólogos judíos. Hablen de la burocracia de la ocupación, otro método institucionalizado de abuso. Hablen de los puestos de control y las injusticias abrumadoras. Hablen de los horrores de la ocupación.
Todas estas cosas son completamente ajenas a la construcción de unos centenares más de viviendas para asentamientos. Todo ciudadano decente, tanto en Israel como en todo el mundo, debe gritar contra estas cosas. Estos gritos no se oyen lo suficiente.
Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.597462  

rCR
Fuente rebelion.org

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