martes, 3 de junio de 2014

Mi encuentro con Amina Wadud en Chile

Foto: Oscar MartínezFoto: Oscar Martínez

La destacada estudiosa y feminista musulmana hizo un espacio en sus actividades privadas en Chile para reunirse con Vanessa Rivera de la Fuente, activista por los derechos de la mujer y referente del feminismo islámico en América Latina, quien comparte sus impresiones en exclusiva para Alkalima.
Albert Einstein dijo que hay dos formas de entender la vida: una, creer que nada es un milagro. Otra, creer que todo lo es. Yo creo que es un poco de las dos. Hay experiencias que son el resultado de una cadena de sucesos fácilmente reconocibles; otras, son simplemente un regalo. Mi encuentro con Amina Wadud fue de las segundas. Un hermoso regalo de la vida al comienzo del otoño en Santiago de Chile. 
Conociendo a Amina
Desde mi conversión al islam y el inicio de mi camino como feminista musulmana –no se puede explicar, en mi caso, lo uno sin lo otro– la presencia de Amina Wadud, sus palabras y actividades han sido una fuente de inspiración para mí. Su libro, Quran and Woman, fue mi primer acercamiento a las bases doctrinarias de un feminismo islámico que se levanta con pies firmes en contra de la misoginia y el fundamentalismo en nombre de la religión; su coraje, al dar un sermón y dirigir una oración mixta –algo aún prohibido para las mujeres en el islam– nos llevó a muchas a cuestionar nuestro lugar físico (y su significado simbólico) en la mezquita; su vocación de trotamunda, hablando, conociendo y motivando personas a construir comunidades de espíritus libres, me ha hecho comprender que el mensaje del islam y sus diferentes lecturas de género, no sólo es en beneficio de las y los musulmanes, sino de la humanidad toda, como la gran familia de Allah que transita en esta creación, la gran mezquita y escuela.
Hay muchas cosas que una persona puede aprender de Amina Wadud. Pero, ¿qué aprendí yo de esta mujer conversa al islam, hija de un pastor cristiano y madre de 5 hijos?
Precisamente eso. Yo esperaba hablar con la erudita, con la maestra de estudios islámicos, con la experta en hermeneútica coránica. En cambio, me encontré con una mujer como yo, que me recibió con la alegría que se recibe a una amiga. Una mujer de risa fácil y conversación abierta que me preguntó por mi vida, mi familia, mis sueños y proyectos. Decir esto no es poco. A las mujeres se nos ha enseñado a no reconocernos en las otras mujeres, a mirarnos hacia arriba, hacia abajo o de costado, pero nunca de frente y como iguales. 
La conversación fue muy variada. En lo que respecta al islam y las y los musulmanes, comparto con ustedes algunas reflexiones de Amina Wadud recogidas en una tarde de conversación, que me tocaron profundamente, por su simpleza y profundidad.
El islam y sus identidades
El islam es compatible con todas las identidades, sostiene Amina Wadud. En el sentido más amplio y diverso del término. Se puede ser musulmán o musulmana y ser todo lo demás, porque no existe tal cosa como un «modo correcto» de ser musulmán que pueda ser representado por una cultura o una vestimenta.
Para ella, no hay razón para decirle a un latinoamericano que abandone su identidad cultural, que rompa sus lazos familiares o sociales, que se margine de su sociedad y rechace aquellos aspectos de su vida que son parte de su historia como persona, para encajar en un molde. Allah, en su misericordia, nos ha creado diversos. El islam es universal y su universalidad reside en su mensaje. 
El modo correcto de ser musulmán es practicar la rahma (misericordia) de Allah y obrar de manera correcta, con bien para sí mismo y para los demás, buscando la manera más justa y honesta en todos los casos. Esto no tiene que ver con adoptar vestimentas, modos de hablar, de comer y de vivir de otras culturas, sino en valorar la propia y a los humanos que nos rodean y construir con ellos la paz del islam.
Cuidado con la receta para un islam infeliz
Para Wadud, un problema recurrente es que viene un sheikh y enseña una receta: para ser parte del islam hay que cumplir los requisitos A, B y C, de lo contrario, no se puede. Esto es absurdo. Los seres humanos somos A, B y C pero también A, B y D o F, H, Z, y un largo etcétera. Somos de esta forma por voluntad de Allah. Pretender cambiar la voluntad de Allah para que calce con la opinión personal del sheikh sobre cómo ser un buen musulmán es opresivo y vanidoso.
¿Qué pasa cuando un ser humano no tiene los ingredientes de la receta? Pues el islam se convierte en una fuente de estrés y limitaciones. Los seres humanos no podemos ir contra nuestra propia naturaleza. Entonces la persona se frustra. Comienza a odiarse a sí misma y a proyectar ese odio en los demás. Desde ahí al extremismo y a las narrativas destructivas hay sólo un paso. Pasa de ser persona a personaje. Y esto, ¿por qué? Porque en el intento de encontrar y conocer a Allah se ha olvidado de que, desde siempre, ha sido una manifestación del conocimiento y sabiduría de Allah. Este olvido es fuente de mucha infelicidad.
El islam es un camino de liberación espiritual que tiene como centro la relación del ser humano con su Creador. No hay libertad, sino violencia, en la negación de nuestra individualidad.
La esperanza está en involucrarse
Actualmente –sostiene Amina Wadud–  los musulmanes tenemos un grave problema, que es la propagación de las corrientes dogmáticas en todo el mundo, que se imponen con una etiqueta de «verdadero islam» para discriminar, excluir y fomentar un clima de tensión entre los musulmanes conversos y las sociedades en las que viven. 
Quienes sabemos realmente cuál es el mensaje del Corán y estamos comprometidos con sus valores esenciales no podemos permitir esto. Tenemos que involucrarnos activamente con la sociedad para darle a conocer nuestra fe. No permitamos que la violencia se apodere de nuestra religión.
Es importante tomar una posición clara y valiente y dejar de aprobar con el silencio. Por ejemplo, hay una comunidad en los Estados Unidos en la que, si una mujer ha sufrido violencia doméstica o ha sido víctima de alguna injusticia por parte de un musulmán, toda la comunidad se involucra en la solución, apoyo, orientación y ayuda a esa mujer. Y quien le ha hecho daño es separado de la comunidad, no se le reconoce como musulmán ahí. Esto demuestra que hay alternativas. 
Quienes predican la violencia no sólo son enemigos del islam, aunque se digan musulmanes, también lo son de la humanidad toda. Necesitamos construir PAZ. Para todos. Con todos. De todos.
¿Occupy mosque o nuevos espacios?
Ningún musulmán o musulmana necesita permiso de nadie para congregarse con otros. Si no se sienten incluidos en la mezquita, reúnanse en otro lado, aunque sea en una casa. Las mezquitas, hoy por hoy, son más bien embajadas y no centros espirituales. Realicen actividades con personas de otras creencias o de voluntariado. Compartan con sus vecinos, compañeros de clase o colegas. Júntense a leer y estudiar el Corán. Inviten a otras personas, sean musulmanas o no. Pregúntenles qué les gustaría saber, sobre qué les gustaría conversar, sean agentes activos del islam como religión de paz.
Al final: el sentimiento de sororidad
Conocer a la persona detrás de la estudiosa y comparar realidades que nos tocan de manera parecida como madres, jefas de familia, trabajadoras, activistas y creyentes ha sido una bendición para mí.
Sobre todo, me siento agradecida por la sororidad que yo recibí de parte de Amina, el interés por mi trabajo, por mis planes, los consejos que me dio para hacerlo mejor y el apoyo ofrecido para realizarlos. 
Esta capacidad de influirnos unas a otras para facilitar nuestro empoderamiento y provocar los cambios necesarios hacia una mayor equidad y participación es la materia de la cual están hechos los movimientos de mujeres y el feminismo islámico no deber ser la excepción.
Amina Wadud es una gran persona, no sólo por sus logros académicos y abrir caminos para un islam más inclusivo, donde las voces de las mujeres sean escuchadas, sino también porque se reconoce igualmente diversa. La verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes a su manera y puedan derribar los muros que les obstaculizan. Luego de una tarde llena de diálogo e intercambio de ideas, yo logré derribar algunos muros para seguir descubriendo mi "yo" mientras construimos el "nosotras".
 Vanessa Rivera

Fuente http://www.alkalima.es/ 28/03/2014

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