martes, 10 de junio de 2014

Obama en West Point: más de lo mismo, sin el menor cambio


Buenos Aires, 4 Junio 2014.




(Por Atilio A. Boron)  En su reciente discurso de graduación ante la academia militar de West Point el presidente Barack Obama ratificó la validez de algunos tópicos que anidan en los cimientos mismos de la ideología imperialista norteamericana. Según este discurso, cuyas raíces llegan hasta los propios comienzos de la república, Estados Unidos es un país excepcional, indispensable e irreemplazable. Está llamado a liderar el mundo, porque si abdica de esa responsabilidad nadie podrá suplantarlo y el resultado será el caos. El burdo maniqueísmo de esta concepción afirma que o hay un orden comandado y modelado por Washington o, en caso contrario, el mundo se sumerge en el horror de un violento y generalizado desorden hobessiano, desencadenando una feroz lucha de todos contra todos. Subyace a esta formulación la idea de que hay un “Destino Manifiesto”, presuntamente resuelto por Dios, que le otorga a Estados Unidos una misión única e indivisible en el mantenimiento de la libertad, la justicia, la democracia, los derechos humanos y la paz en todo el planeta. Esta idea mesiánica fue muy apropiada porque sirvió para justificar el despojo de las tierras de los pueblos originarios de América del Norte, la guerra con México y la anexión de Texas y, posteriormente, el inicio de la expansión extracontinental del imperio comenzando por el Caribe con la anexión de Cuba y Puerto Rico, siguiendo con Filipinas en el Pacífico  y, después de la Segunda Guerra Mundial, extendiendo los confines del informal imperio norteamericano a lo largo y a lo ancho de todo el globo.

     Esta beatífica visión reafirmada por enésima vez por el actual ocupante de la Casa Blanca no resiste el menor análisis. No creemos necesario desarrollar aquí un argumento que se encuentra en la obra de innumerables críticos de la política exterior de Estados Unidos, desde Mark Twain a Noam Chomsky, Gore Vidal y Howard Zinn.  Hace ya unos años uno de los más prominentes pensadores del imperio, ya fallecido, Samuel P. Huntington, se preguntaba qué otro país, salvo el caso excepcional de Estados Unidos, podía hacer cosas tales como “presionar a otros países para adoptar valores y prácticas norteamericanas en temas tales como derechos humanos y democracia; impedir que terceros países adquieran capacidades militares susceptibles de interferir con la superioridad militar norteamericana; hacer que la legislación norteamericana sea aplicada en otras sociedades; calificar a terceros países en función de su adhesión a los estándares norteamericanos en materia de derechos humanos, drogas, terrorismo, proliferación nuclear y de misiles y, ahora, libertad religiosa; aplicar sanciones contra los países que no conformen a los estándares norteamericanos en estas materias; promover los intereses empresariales norteamericanos bajo los eslóganes del comercio libre y mercados abiertos y modelar las políticas del FMI y el Banco Mundial para servir a esos mismos intereses […]; forzar a otros países a adoptar políticas sociales y económicas que beneficien a los intereses económicos norteamericanos; promover la venta de armas norteamericanas e impedir que otros países hagan lo mismo […]; categorizar a ciertos países como ‘Estados parias’ o delincuentes y excluirlos de las instituciones globales porque rehúsan a postrarse ante los deseos norteamericanos”. (Ver su “The lonely superpower”, en Foreign Affairs, Vol. 78, Nº 2, marzo-abril de 1999, pág. 48) 

      Como puede comprobarse, el listado de cosas que Washington hace en relación a terceros países es impresionante y por ello la respuesta a la retórica pregunta de Huntington tenía, y tiene, una única posible contestación: nadie. Nadie más puede hacer eso. Por eso este autor y antes que él una larga lista de gobernantes, políticos y mandarines imperiales de Estados Unidos adhieren a la noción del excepcionalismo norteamericano o,  como lo recordara la secretaria de Estado de Bill Clinton, Madeleine Albright, como “el país indispensable”. Y es cierto, es un país indispensable, como ahora lo ratificó Obama, aunque no para lo que ellos piensan y pregonan –promover la libertad, los derechos humanos, la democracia- sino exactamente para lo contrario, para sostener la estructura imperialista del actual (des)orden mundial. El mensaje  que el inverosímil Premio Nobel de la Paz transmitió a los cadetes en su ceremonia de graduación de West Point omitía toda referencia al siniestro papel que Estados Unidos ha venido desempeñando en la arena internacional para subraya, en cambio, la visión autocomplaciente que se necesita para cometer toda clase de crímenes y tropelías y poder conservar una cierta tranquilidad de conciencia.

      Sería largo y no es esta la ocasión para emprender una meticulosa refutación del discurso del “excepcionalismo” norteamericano. Además, como decíamos más arriba, hay numerosos estudiosos que ya lo han hecho dentro mismo de Estados Unidos a los cuales agregaré, al final de esta nota, una breve lista de autores latinoamericanos que también trataron este tema. Por ahora me limitaré tan sólo a aportar algunas imágenes que desnudan con conmovedora elocuencia las falacias del discurso imperial.

¡Vamos a las imágenes!


Japón 1945 recibe una lección de democracia: dos ciudades (Hiroshima y Nagasaki), sin guarniciones militares e indefensas son reducidas a cenizas y escombros. Número estimado de víctimas: 250.000. El mayor ataque terrorista jamás registrado en la historia de la humanidad.


Vietnam, 1964-1975: once años de bombardeos. Víctimas estimadas: 3.000.000

Bombardeo indiscriminado con napalm en aldeas campesinas.


Ejecución sumaria de personas “sospechosas” de ser miembros del Vietcong

Bombardeo a mansalva, para destruir el país y su gente. Sobre Vietnam

se descargaron 4 veces más bombas que durante toda la Segunda Guerra Mundial,
un total de unas 10 millones (contando las aéreas y las de artillería) y 55.000 toneladas de agentes defoliantes (tanto napalm como Agente Naranja) lo que
destruyó la quinta parte de las regiones selváticas al paso que muchas zonas de cultivo quedaron contaminadas o llenas de cráteres y bombas sin estallar y el agua se contaminó con residuos químicos de todo tipo.
  

Irán: golpe de estado contra Mohammad Mosaddegh. La CIA reconoció en material desclasificado que urdió el golpe de 1953, junto con el MI6 británico, para acabar con un gobierno que afectaba los intereses de las compañías petroleras .




Indonesia: el Plan Yakarta, una de las mayores masacres de la historia, según la propia CIA. Cacería indiscriminada y asesinato de comunistas, y golpe contra Sukarno. Número mínimo estimado de víctimas: 500.000. En la foto, Ronald Reagan recibe a Suharto, uno de los mayores criminales de la historia.

Fusilamiento de campesinos acusados de comunistas  



Indonesia: parientes de las víctimas buscando muestras para encontrar
el ADN entre los cráneos de los fusilados

Chile: conspiración y golpe de estado contra el gobierno de Salvador Allende

Bombardeo e incendio del palacio presidencial "La Moneda"



Esta mesiánica nación, exaltada en el discurso de Obama, ha perpetrado una interminable lista de asesinatos políticos. Aquí apenas unos pocos:

Patrice Lumumba: asesinado en el Congo en 1961. La ejecución fue explícitamente
ordenada por la CIA mediante una “Acción Ejecutiva”. El agente de la CIA en el Congo era el espía Frank Carlucci, quien luego sería Vice Director de la CIA y Secretario de Defensa de Ronald Reagan. Jamás se hallaron los restos de Lumumba, que se sospecha fueron dinamitados.
El "guerrillero heroico"en Bolivia, 1967: herido en combate, apresado y cobardemente asesinado. La operación contó con el asesoramiento de los Rangers del Ejército de EEUU.

El brutal linchamiento de Gadaffi, cuya noticia provocó la carcajada de Hillary Clinton,
por entonces Secretaria de Estado de Obama. Puede verse en 
YouTube. (https://www.youtube.com/watch?v=Fgcd1ghag5Y )

....

Llevando la democracia a Siria: esto pasó en Aleppo, ciudad que era
un patrimonio histórico de la humanidad

Barrio residencial, antes y después de la llegada de los portadores de
la democracia y los derechos humanos a Siria.


Otra vista de Aleppo

 
Mercenario de la OTAN-EEUU ejecutando soldados sirios
Materiales de consulta, para seguir profundizando en el tema 

En primer lugar, se sugiere consultar la monumental obra de Gregorio Selser, Cronología de las intervenciones extranjeras
 en América Latina (1776-1945) (México DF: UNAM/UOM/UAM-Azcapotzalco, 1985)

Ver asimismo (ordenadas por estricto orden alfabético) :

Atilio A. Boron,  América Latina en la Geopolítica del Imperialismo (Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2012)
Atilio A. Boron y Andrea Vlahusic, El lado oscuro del imperio. La violación de los derechos humanos por Estados Unidos 
(Buenos Aires: Ediciones Luxemburg, 2009)

Stella Calloni ,  Operación Cóndor: pacto criminal (La Habana: Editorial de
Ciencias Sociales, 2006)

Patricia Galeana,  Cronología iberoamericana 1803-1992 (México DF: Fondo de Cultura Económica, 1993).
Eduardo Galeano,  Las venas abiertas de América Latina (Siglo XXI: México, 1971)
José Luiz Méndez Méndez, Bajo las alas del Cóndor (Buenos Aires: Cartago, 2007)

Marcos Roitman, Tiempos de oscuridad. Historia de los golpes de Estado en América Latina (Madrid: AKAL, 2013)
John Saxe-Fernández, Terror e Imperio (México, DF: Arena Abierta, 2006)

Luis Suárez Salazar, Madre América. Un siglo de terror en América Latina (La Habana: Ocean Sur, 2005)

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