lunes, 11 de agosto de 2014

“EL HUMANISMO ES LA ÚLTIMA TRINCHERA DE RESISTENCIA QUE TENEMOS”

LUNES, 11 AGOSTO 2014 18:32     |    
Mariam Cortas Said. Escritora, vicepresidente de la Fundación Barenboim-Said.
Se ahonda la brecha entre los que creen que es posible la coexistencia intercultural y los que ven inevitable el choque de regímenes belicosos, señala esta intelectual pacifista.
Fabián Bosoer
Habla del conflicto israelí-palestino, pero se refiere a la encrucijada de la cultura occidental enfrentada a sus propios fantasmas y demonios. Todo tambalea en Oriente Medio, nos dice, y no estamos preparados para imaginar hacia dónde va el mundo árabe, con tantos focos de conflicto y convulsiones en curso. Se agranda la brecha entre quienes creen que es posible la coexistencia entre pueblos y quienes consideran inevitable el choque superpuesto de nuevas y viejas beligerancias, señala esta intelectual árabe-americana y activista cultural por la paz: “No son sólo las fronteras físicas las que están en cuestión: también las mentales”, nuestro modo de pensarlas, sostiene. Es Mariam Cortas Said, viuda del escritor e intelectual Edward Said y vicepresidente de la Fundación Barenboim-Said, proyecto de su esposo con el gran pianista, creadores de la Orquesta West- Eastern Divan. Ella nació y creció en Beirut, Líbano, vive hace varias décadas en Nueva York y estuvo esta semana en Buenos Aires, donde recibió un doctorado honoris causa y participó de actividades en la Maestría en Diversidad Cultural de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF).
Es ineludible preguntarle en primer lugar por lo sucedido en Gaza y sus consecuencias ...
Lo que está pasando en todo Medio Oriente en este momento es más que terrible: es horroroso. Es una repetición de lo que ha estado pasando durante los últimos siete u ocho años, pero agravado aún más por el bombardeo masivo al que están expuestas las poblaciones civiles. Cohetes de un lado, bombardeos masivos del otro; al final, no importa quién empezó ni cuál sea la justificación: nadie puede pretender la razón sosteniendo que es inevitable la matanza de mujeres, niños y ancianos de manera indiscriminada.
Se habla de “defensa propia” frente a “autodeterminación”: todo pueblo tiene derecho a defenderse cuando ve amenazadas sus vidas, todo pueblo tiene derecho a liberarse de la dominación para construir su destino. ¿Es inevitable la guerra?
Todos tienen derecho a la defensa propia. Todos tienen derecho a la autodeterminación. Todos tienen el derecho a resistir. Y todos son seres humanos; y al final, lo humano es el aspecto más importante en todo esto: las vidas que se pierden en las hogueras de una civilización. Este bombardeo extensivo y sostenido sobre Gaza fue en 2006, 2008 y 2009, en 2012, y esto de ahora. Parece estar acelerando la escalada del conflicto, pero hacia dónde no lo sabemos.
¿Cuál es la clave para entender este conflicto? ¿Es geopolítico, cultural, religioso, nacionalista?
No creo que sea un conflicto cultural o religioso, aunque tenga esos elementos también, que se utilizan para marcar las diferencias aparentemente irreconciliables. Los israelíes no se propusieron crear un nuevo Estado colonial, pero es lo que terminó ocurriendo. Cuando Israel declaró su independencia, y más adelante peleó la guerra de 1948 y ganó una parte muy importante de tierra, un gran pedazo de lo que era conocido como Palestina, y luego de las distintas guerras con los países árabes, terminó convertido en un Estado expansionista. Es una parte del problema que no puede desconocerse si se quiere encontrar una solución. Los palestinos no pudieron tener su propio Estado en su territorio. Es tan simple y complicado como eso. Hamas es otra expresión más de ese proceso que no podemos justificar pero de lo que tampoco el Estado de Israel, y sobre todo estos gobernantes actuales, pueden desentenderse, porque indirectamente los han alentado. En realidad el conflicto no es tan antiguo ni de los tiempos bíblicos, en absoluto. Es un conflicto moderno que comenzó en el siglo XIX.
Un conflicto del siglo veinte en una región que parece volver al siglo XIX o más atrás aún, a los tiempos de los imperios, las cruzadas y guerras religiosas ...
Eso es cierto, es lamentablemente cierto. Hubo una gran esperanza con la llamada Primavera Arabe pero resultó en gran medida frustrante. En Egipto han vuelto al poder los militares. Las guerras religiosas son atizadas por los grandes intereses económicos y poderes que están involucrados en toda la región. Están despedazando países, como sucede en Irak a partir de la invasión de EE.UU., en Líbano y en Siria hoy. Las grandes fuerzas y potencias que conquistaron Oriente Medio y los movimientos nacionales que las enfrentaron están todos actuando como fuerzas centrífugas. Lo que es más peligroso ahora es el extremismo islámico que no sólo quiere volver al pasado, al siglo XII o XIII, sino que están en contra de cualquier forma de diversidad, de coexistencia de ninguna clase. Eso es contrario a la propia historia, porque esa región (específicamente Líbano, Siria, Irak, Jordania y Palestina) ha sido un área donde la diversidad y las religiones pudieron coexistir pacíficamente. Tenían vínculos de coexistencia entre ellos. Esto es lo que es aterrador en este punto. Que tanta fuerza destructora cargada de fanatismos religiosos esté pasando al frente. Esto es lo que está preocupando en la mayoría de los países árabes. La región está en caos.
Pero la resolución del conflicto palestino-israelí parecía estar al alcance de las manos con los distintos acuerdos de paz de los últimos veinte años. ¿Qué es lo los hizo fracasar?
La cuestión de Palestina nunca se ha resuelto, y eso agrega combustible al fuego porque lo que está en juego es lo que un pueblo considera que se trata de una ocupación colonial que debe cesar. Dividieron a los palestinos en dos entidades, Cisjordania y Gaza, luego dividieron la Cisjordania en zonas. La mayor parte de las áreas pobladas en Cisjordania, que tenían grandes poblaciones, se las dieron a la Autoridad Palestina y dijeron “ustedes háganse cargo de su gente”. Pero luego procedieron a crear más asentamientos, a tomar más del agua de Cisjordania, a construir drones que circundan las aldeas y a crear lo que es más o menos un Estado apartheid. Gaza ha sido bloqueada durante al menos ocho años y medio. Dejaron Gaza y desmantelaron los asentamientos allí, pero lo que hicieron fue que los encarcelaron. Les dicen que es su tierra, que pueden quedarse, pero no pueden salir ni usar sus cielos ni pescar sin permiso. Y con el bloqueo comenzaron a restringirlos para recibir cualquier cosa. Todo en el nombre de la autodefensa. Deberían haber comenzado por evitar convertir ese territorio en lo que lo han convertido haciendo de sus vidas un infierno y sin poder salir de allí.
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Raíces del odio. “Es aterrador que tanta fuerza destructora cargada de fanatismos religiosos esté pasando al frente” dice Cortas Said / MARIA EUGENIA CERUTTI

¿Cómo se detiene esta escalada y se puede encauzar este torrente de fuerzas encontradas en un curso de resolución pacífica? ¿Todo remite a cumplir con el mandato de la ONU del ‘47 y a la creación de un Estado palestino?
Lo cierto es que no hay tal cosa como un Estado palestino junto a un Estado israelí, y dudo que como están las cosas eso sea algo realista y posible. La solución de dos Estados lleva largo tiempo muerta. Sólo habrá un Estado en el que vivirán judíos y palestinos en la misma tierra. No veo otra forma. Porque, verá, hay tantos asentamientos en Cisjordania que no pueden ser desmantelados. Entonces, ¿qué van a darles a los palestinos? ¿Cinco por ciento de Palestina?¿Cinco por ciento, un poco aquí, un poco allá, otro poco acá? Eso no puede ser un estado viable. Y está claro que los israelíes que viven allí no se irán de allí. Lo que tienen que hacer ahora es lo que no quieren hacer: decir “los palestinos son parte del Estado, de la tierra que queremos”. Los actuales líderes israelíes quieren mantener al ejército en el valle del Jordán, seguir controlando Jerusalén. Quieren hacerlo así y tienen la fuerza para imponerlo, pues bien, las poblaciones están allí y se van a quedar y van a resistir, tienes que tratar con ellas. Tendrán entonces que hacerlos ciudadanos con plenos derechos. Y van a tener otro problema, la paridad demográfica entre las dos poblaciones. Sea como sea, la decisión depende de los israelíes ahora, en la guerra o en la paz que pueda lograrse.
¿Cuál sería entonces un nuevo punto de partida para un acuerdo que no sea sólo una tregua más hasta la próxima escalada?
Desafortunadamente con todo lo ocurrido en los últimos años y ahora con esto, las diferencias entre los palestinos y los israelíes se han ampliado. La situación ha empeorado. Habrá que conducirlo de vuelta a un momento anterior, desactivar las formas inmediatas de la agresión. No hay posibilidades de que dos pueblos puedan coexistir en esta tierra con el odio que vemos hoy. Si lo ponemos en los términos de dos pueblos luchando por un mismo territorio, ninguno podrá ganar, ambos serán perdedores. Porque cada uno va a luchar hasta el final. Y cuando luchen hasta el final, se habrán aniquilado el uno al otro. Militarmente, no hay solución, Absolutamente ninguna solución.
¿Entonces?
El humanismo es la última resistencia, y la única resistencia, que todavía tenemos. Debemos luchar por ese humanismo, en el que nos reconocemos e intentamos tratarnos como seres iguales desde el reconocimiento de nuestras diferencias. Buscar escucharnos, entendernos y ver cómo, a uno y otro lado, podemos avanzar.
Edward Said, su compañero de vida, escribió sobre el “Orientalismo” como el modo en que Occidente distorsionó sus miradas sobre Oriente. ¿Ve algo de eso en la mirada actual sobre los árabes y el islam?
Así es. El orientalismo adopta ahora una forma diferente, que es la islamofobia. Pero también ha prendido en el mundo árabe, cuando se pretende implantar la idea de una “islamización” homogénea que termina aplastando la verdadera autodeterminación y borrando la diversidad cultural y religiosa en esos pueblos.
Copyright Clarín, 2014.
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