La periodista y analista Nazanín Armanian habla con La tinta sobre la actualidad de Medio Oriente y un futuro regional que califica como “tenebroso”.
Por Leandro Albani para La tinta
Un libro claro, dinámico, con información de primera mano que permite
despejar dudas y esa espesa nube creada alrededor de los pueblos de Medio Oriente, sus culturas y procesos políticos. Este es uno de los aspectos de No es la religión, estúpido. Chiíes y suníes, la utilidad de un conflicto, de las periodistas y analistas Nazanín Armanian y Martha Zein, que fue publicado en 2017 por la editorial Akal.
“Martha Zein y yo trabajamos sobre el libro durante año y medio, con la
historia de los países mencionados, muchos datos e informaciones
rigurosamente contrastadas. Creo que, modestia aparte, el libro nos ha
salido redondo”, resume Armanian en diálogo con La tinta.
Con un ritmo periodístico que mezcla la historia y el análisis profundo
de los modelos políticos y económicos desarrollados en Medio Oriente, el
libro aborda de cerca la realidad de Baréin y Yemén,
países casi desconocidos por las sociedad de Occidente. También
detallan los preceptos del Islam y se desentrañan las construcciones
mediáticas y antojadizas sobre conceptos como “yihad” y “martirio”,
que tanto escándalo generan en Estados Unidos y Europa. En varios de
sus capítulos, en el libro se explica hasta el detalle el enfrentamiento
entre Irán y Arabia Saudí, la guerra en Siria, las ansias de poder de
Turquía y la voracidad de Israel para seguir con la conquista del
territorio palestino.
En No es la religión, estúpido… las
autoras relatan la historia de Medio Oriente con un lenguaje simple que
nos remonta a los orígenes de las primeras tribus de la región y
saltar, en apenas unas páginas, a la crisis desatada hace apenas unos
años con las denominadas “Primaveras Árabes”. De forma concreta, refutan
todos los lugares comunes sobre la región, regalando a las lectoras y a
los lectores la posibilidad de sumergirse en una trama económica,
social, política y religiosa que es compleja pero posible de entender.
Armanian explica que existen tres grupos
que, desde diferentes intereses, destacan el factor religioso como
punto medular para explicar a Medio Oriente. En el
primer grupo se encuentran los “fundamentalistas, que siempre son de
extrema derecha, que priorizan los deberes religiosos de los ‘creyentes’
que son, principalmente, tener fe y obedecer a la autoridad para
ocultar los graves problemas de los ‘ciudadanos’ divididos por sus
cuentas bancarias, por su género y sexo, por pertenecer a las minorías
étnicas, religiosas y sexuales, etcétera”.
Seguido a ellos, la autora
apunta a los medios de comunicación que presentan a las ciudadanas y a
los ciudadanos de Medio Oriente “como gente subdesarrollada, fanática,
anclada en la Edad Media, encantadas de matar y morir para ir al cielo”.Sobre
esta trama, Armanian agrega que a esas mujeres y a esos hombres se los
muestran como “seres peligrosos” para la “civilización occidental”, por
lo cual hay que contenerlas “con sanciones mortales, sepultarlos bajo
las bombas y vigilar a los supervivientes desde las bases militares que
instalan en sus tierras para ‘vigilarlos’”.
Armanian advierte que existe “un importante sector de las fuerzas progresistas de Occidente que ha caído en la propaganda imperialista y cree que, por ejemplo, para una familia inmigrantes de Pakistán o Marruecos lo más importante es su religión, y antes de luchar para que tenga el permiso de residencia y trabajo, le prepara una mezquita, como si ésta fuese el motivo de su huida de su país y no la falta de perspectivas tan mundana como universalmente compartida, o vivir mejor en esta misma vida”. Esas fuerzas progresistas, sintetiza la autora, “defienden el laicismo para sí mismo y las peores versiones de la religión para los recién llegados del Oriente “‘musulmán’”.
—¿Hasta qué punto es real el enfrentamiento entre Irán y Arabia Saudí?
—Es muy real, tanto que Arabia Saudí ha regalado millones de dólares a
la administración Trump y se está acercando a Israel para que contengan a
Irán como sea. Todo esto es por la hegemonía regional. Lo que es falso
es su batalla “religiosa” ente el chiismo y el sunismo.
—¿Cómo vislumbra el futuro cercano en Siria?
—Incertidumbre, tenebroso. Hay demasiados actores y además con intereses
divergente como para poder alcanzar un acuerdo y poner fin al
conflicto.
—¿Cuál es su análisis sobre los resultados o consecuencias de la denominada Primavera Árabe?
—Los auténticos movimientos populares en favor de la democracia política
y económica, como los que tuvieron lugar en Egipto, Túnez, Yemen o
Baréin fueron secuestrados por las élites o aplastados por las potencias
extranjeras. Lo que ha sucedido en Libia y Siria -aunque también
dirigidas por dictaduras férreas-, obedece más a un plan de Estados
Unidos, Europa, Turquía, Israel y las petromonarquías árabes: han
desmantelado dos poderosos países árabes.
—¿Es posible un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos que permita estabilizar a Medio Oriente?
—No, porque además de que Rusia y Estados Unidos tienen intereses
divergentes, las potencias regionales como Irán, Arabia Saudí, Israel y
Turquía por un lado no son simples “marionetas” de Rusia o Estados
Unidos y tiene “vida propia”, y por otro han entrado en una brutal y
sangrienta batalla por los mercados de la región, los recursos naturales
y las rutas comerciales. Teniendo en cuenta, además, la naturaleza
reaccionaria de las clases que los gobiernan, no les importará
sacrificar la vida de millones de sus ciudadanos para preservar o
incrementar la dimensión de sus intereses.
*Por Leandro Albani para La tinta
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