martes, 23 de julio de 2013

La ‘Hermandad’ China-EE.UU.


 Asia Times Online, traducido por German Leyens para Rebelion

La quinta vuelta del Diálogo Estratégico y Económico China-EE.UU. comenzó este jueves en Washington. Esta “Hermandad” China-EE.UU. involucra bastante parloteo, sin una acción perceptible. El Think-land-EE.UU. trata de producir la impresión de que Pekín se encuentra ahora en una posición más frágil con respecto a Washington en comparación con el entorno posterior a la crisis financiera en 2009. Una tontería.
Es como si el continuo escándalo (global) de la NSA no hubiera tenido lugar; Edward Snowden sacó a la luz cómo el gobierno de EE.UU. se ha vuelto contra sus propios ciudadanos incluso mientras espía a virtualmente a todo el planeta. Luego existe el meme de que la economía china tiene “problemas”, cuando en realidad Pekín está lanzando una compleja estrategia de largo alcance para calibrar los efectos de una relativa desaceleración económica.
Finalmente, la supuesta “conducta agresiva china” en términos de seguridad asiática no es más que propaganda. Pekín, por supuesto, está reforzando su ejército, pero al mismo tiempo tanto China como algunos miembros seleccionados de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático están afinando sus tácticas antes de emprender conversaciones multilaterales sobre un código de conducta para cualesquiera problemas serios en el Mar del Sur de China. Sería insensato que Pekín decidiera elegir una diplomacia del tipo cañonera, que ciertamente atraería un contragolpe estadounidense.
Atascado, a lo largo y a lo ancho
Pekín ha interpretado claramente que la “liberación” por la OTAN de Libia, devuelta ahora a la condición de Estado fallido; el apoyo de EE.UU. para la destrucción de Siria y el “giro” hacia Asia está todo relacionado, tiene como objetivo la ascensión de China y se ha diseñado para afectar la compleja estrategia china de un corredor energético eurasiático.
Pero no parece funcionar. Como informó Rebelión , el gasoducto Irán-Pakistán (IP) puede terminar siendo IPC, la “C” es una extensión a Xinjiang en China occidental. Pekín también sabe perfectamente que el propuesto gasoducto Irán-Irak-Siria ha sido un motivo clave para el enfático ataque contra Siria orquestado por actores como Catar, Arabia Saudí y Turquía. Pekín sabe que si Bacher al-Asad se queda y el gasoducto de 10.000 millones de dólares llega a terminarse (ciertamente con ayuda financiera china y rusa) puede resultar que el mejor cliente sea la propia China, y no Europa Occidental.
Considerando su relación estratégica con Islamabad, Pekín también es muy consciente de cualquier acción estadounidense para provocar problemas en el geoestratégicamente crucial Baluchistán en Pakistán, con una posible extensión a la vecina provincia Sistán-Baluchistán en Irán. Paralelamente, Pekín interpreta las bravatas e intransigencia de EE.UU. respecto al programa nuclear de Irán como una historia de cobertura para perturbar su sólida asociación de seguridad energética con Teherán.
Respecto a Afganistán, los corredores en el Zhongnanhai en Pekín deben de  estar resonando con risas mientras Washington vuelve atrás no menos de 16 años, al segundo gobierno de Bill Clinton –una eternidad en política– para hablar con los talibanes en Doha esencialmente sobre una de las jugadas más antiguas en Ductistán. “Queremos un gasoducto” (el TAPI, Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India) dice Washington. “Queremos nuestra tajada”, responden los talibanes. Es política como en “El día de la marmota”.
El problema es que Washington no tiene absolutamente nada que ofrecer a los talibanes. Los talibanes, por su parte, mantendrán su programa de ofensiva de verano, sabiendo perfectamente que podrán hacer lo que quieran después que el presidente Hamid Karzai caiga en el olvido. En cuando a la noción de Washington de que Islamabad podrá mantener bajo control a los talibanes afganos, hasta las cabras en el Hindu Kush se ríen ante la idea.
Todo tiene que ver con Siria
Siria, no obstante, sigue siendo la historia crucial – como el pivote de un cáncer que se expande, una guerra sectaria suní/chií alentada en gran parte por la Casa de Saud y otros actores del Consejo de Cooperación del Golfo, y aceptada sin matices por el gobierno de Obama.
Fue necesario un valeroso diplomático para filtrarla, más traducciones del ruso al árabe y luego al inglés, para que el mundo tuviera una idea de lo que los políticos discuten realmente en esas vacuas cumbres útiles para efectos fotográficos. Lo que el presidente ruso Vladimir Putin dijo cara a cara a Obama, al británico David Cameron y al presidente francés François Hollande en la reciente cumbre del Grupo de Ocho en Irlanda del Norte es nada más y nada menos que apasionante. Ejemplos:
Putin dirigiéndose a la mesa: “¿Queréis que el presidente Bacher al-Asad renuncie? Mirad a los dirigentes que habéis instalado en Medio Oriente durante lo que habéis bautizado como ‘Primavera Árabe’.”
Putin dirigiéndose a Obama, Cameron y Hollande: “Queréis que Rusia abandone a Asad y su régimen y apoye a una oposición cuyos líderes no saben nada excepto emitir fatuas declarando quiénes son herejes, y cuyos miembros –que provienen de un montón de países diferentes y tienen múltiples orientaciones– no saben nada excepto masacrar gente y comer carne humana”.
Putin dirigiéndose directamente a Obama: “Su país envió su ejército a Afganistán en el año 2001 con la excusa de que estáis combatiendo a los talibanes y a la organización al Qaida y otros terroristas fundamentalistas a quienes vuestro gobierno acusó de realizar los ataques del 11 de septiembre en Nueva York y Washington. Y aquí estáis ahora haciendo una alianza con ellos en Siria. Y usted y sus aliados están declarando su deseo de enviarles armas. Y ahí tenéis a Catar donde vosotros (EE.UU.) tenéis vuestra mayor base en la región y donde los talibanes están abriendo una oficina de representación.”
La mejor parte es que la canciller alemana Angela Merkel luego corroboró todas las palabras de Putin. Y el presidente chino Xi Jinping ciertamente hubiera hecho lo mismo.
Sigue tejiendo esa red, hermano
Incluso si la brillante idea del gobierno de Obama de seleccionar a los rebeldes “buenos” para que reciban armas ligeras funcionara (y no lo hará; en un escenario bélico las fuerzas combatientes verdaderamente duras –como las bandas al estilo de Jabhat al-Nusra– terminan por apoderarse de las mejores armas); no existe evidencia de que las fuerzas de Bacher al-Asad vayan a ser doblegadas.
Al contrario. Habrá una ofensiva para reconquistar todo Alepo – ya está en progreso, así como una ofensiva hacia el sur a Daraa para asegurar la frontera con Jordania; las armas financiadas por las petro-monarquías para los “rebeldes” en el sur de Siria pasan por Jordania. Rumores de “extensión excesiva” son fuertemente exagerados; esto se puede lograr por etapas.
Rusia, mientras tanto, seguirá realizando un juego muy astuto; asegurando armas esenciales al gobierno sirio mientras se mantiene dispuesta a entregar material aún más letal en caso de que Washington decidiera aumentar su armamentización.
Y luego existe todo el lío de los Hermanos Musulmanes. Al-Akhbar ha detallado deliciosamente cómo la Casa de Saud prácticamente destruyó a Catar en Egipto – así como en Siria. Nunca se puede recordar lo suficiente que la Casa de Saud apoya a retrógrados partidos salafistas en Egipto y arma a retrógrados combatientes salafistas en Siria.
En Egipto, los nuevos jefes –saudíes y emiratíes– son como el antiguo jefe – los cataríes. Antes de decidir recientemente que se depondría a sí mismo, Emir al-Thani gastó hasta 17.000 millones de dólares en diversos partidarios de la Primavera Árabe, en su mayoría para Mursi en Egipto. Ahora la Casa de Saud ya ha ofrecido 5.000 millones, y los Emiratos 3.000 millones. Obviamente, ninguno de ellos ha leído en Asia Times Online los puntos de vista de Spengler – quien ha demostrado que Egipto, para gran pesar de su maravillosa gente, seguirá siendo una república bananera – sin las bananas (vea “Islam's civil war moves to Egypt”, Asia Times Online, 8 de julio de 2013.)
El resultado neto: Pekín apuesta a que ganará en Pakistán, en Irán, en Siria (ya está ganando en Iraq), en Ductistán, además del Mar del Sur de China, mientras Washington sigue atrapado en su propia red de la Hermandad. ¿”Frágil”? Qué más quisieras.
Pepe Escobar es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War (Nimble Books, 2007) y de Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge. Su libro más reciente es Obama does Globalistan (Nimble Books, 2009).
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Occidente visto por los árabes

Publicado por Alvarez-Ossorio en esglobal, la revista sucesora de la edición española de Foreign Policy, el artículo "Occidente visto por los árabes".

"Hace treinta años, Amin Maaluf publicó Las cruzadas vistas por los árabes. A través de los relatos de los cronistas Ibn al Qalanisi, Usama Ibn Munqid, Ibn Yubair e Ibn al Atir, el autor libanés ofrecía la versión árabe de las Cruzadas y describía, con especial crudeza, las masacres perpetradas por los francos. Nueve siglos después, los árabes siguen considerando a los occidentales como “violentos y fanáticos”, así como “egoístas, inmorales y codiciosos”, según la encuesta The Great Divide: How Westerners and Muslims View Each Other del Pew Global.
Estos datos no nos aclaran si las percepciones negativas han sido transmitidas de generación en generación o, por el contrario, obedecen a nuevos agravios. Lo que sí constatan es la imperiosa necesidad de realizar un esfuerzo para propiciar un mejor conocimiento entre dos mundos que, a pesar de la proximidad geográfica, siempre han vivido de espaldas.
¿Se ha ampliado en los últimos años la brecha que separa al mundo árabe del occidental? Cada cierto tiempo se plantean preguntas similares para explicar la desconfianza mutua que se profesan Occidente y el mundo árabe. Probablemente, la principal razón que la explica es el desconocimiento existente sobre el otro. Como evidencia la encuesta Research from Within: “los árabes basan sus opiniones sobre Occidente en un conocimiento bastante débil de sus culturas y sociedades”, tal y como reconocieron más de la mitad de los encuestados en cinco países árabes.
De todos estos datos cabe deducir que el recurso al estereotipo no es patrimonio exclusivo de los occidentales. Los árabes suelen recurrir a imágenes simplificadoras y, con frecuencia, distorsionadas para describir al mundo occidental. Si en Occidente se tiende a poner el énfasis en la religión como el elemento que explica este desencuentro, en el mundo árabe más bien se subrayan los aspectos políticos y económicos.

Occidente es visto por los árabes como potencia dominadora. Gran Bretaña y Francia los colonizaron durante décadas y explotaron sus recursos naturales. Tras las independencias nacionales, EE UU se opuso frontalmente tanto al nacionalismo árabe como al islam político, prestando, al mismo tiempo, un respaldo inquebrantable a Israel. Por eso no nos debe extrañar que uno de los lugares comunes sea culpabilizar a las potencias occidentales de los males del mundo árabe. Las teorías conspirativas acusan a la CIA o al Mossad de golpes de Estado y derrocamientos e, incluso, de los atentados del 11-S o de la propia primavera árabe.

Parece claro que “la política exterior de EEUU en la región es el factor más importante a la hora de influenciar las actitudes árabes”. Esta imagen negativa no es estática, ya que varía en función de los cambios políticos registrados en la escena estadounidense. Las intervenciones de Afganistán e Irak durante el mandato de George W. Bush provocaron un retroceso considerable de Estados Unidos entre la opinión pública árabe, que tachaba a dicho país de “racista”, “agresivo” e “inmoral”. Una encuesta realizada en seis países árabes por el Saban Center for Middle East Policy de Brookings Institution -2007 Annual Arab Public Opinion Survey- concluía que la actitud en torno a EE UU era sumamente desfavorable entre el 57% de los encuestados (y que sólo un 4% tenía una imagen muy favorable).


Tras la llegada a la presidencia de Barack Obama registró una clara mejoría, aunque en los últimos meses su imagen ha experimentado cierto desgaste, tal y como pone de manifiesto la encuesta Global Opinion of Obama Slips, International Policies Faulted, como resultado de su incapacidad o renuencia a revisar algunos de los postulados tradicionales de la política exterior norteamericana, en especial lo que atañe a la relación privilegiada con Israel. De hecho, el respaldo sin fisuras a los israelíes es la principal fuente de descontento árabe hacia EE UU. La encuesta realizada en 2011 por el Anwar Sadar Chair for Peace and Developmentconstataba que la imagen de Estados Unidos mejoraría, notablemente, en el caso de que se firmara un acuerdo de paz palestino-israelí (según un 55% de los encuestados), se dejase de prestar ayuda a Israel (un 42%), las tropas estadounidenses abandonaran Arabia Saudí (un 29%) e Irak (un 26%), se otorgara más ayuda económica (12%) y se promoviera la democracia (un 11%). 

Buena parte de la opinión pública árabe considera que el principal interés de los países occidentales es controlar sus recursos y muy pocos creen que EE UU y la UE deseen impulsar realmente la democracia, las libertades públicas o los derechos humanos. El matrimonio de conveniencia que Estados Unidos mantiene con Arabia Saudí, un país que hasta en las antípodas de los valores socio-políticos occidentales, suele ser puesto como ejemplo de ello. Otro tanto puede decirse de la Unión que, en las últimas décadas, mantuvo una excelente relación con algunos gobernantes autoritarios como Ben Alí y Mubarak, considerados una barrera de contención frente al islamismo radical.

Según la encuesta 2007 Annual Arab Public Opinion Survey, realizada por el Saban Center for Middle East Policy, el 65% de los encuestados no consideraban que EE UU esté interesado en promover la democracia (frente a un 5% que interpretaba lo contrario). Otro dato interesante es la pregunta en torno a cuáles son los objetivos que persigue Estados Unidos en Oriente Medio. El primer objetivo sería el control del petróleo (83% de los encuestados), el segundo la protección de Israel (75%) y el tercero debilitar al mundo islámico (69%); por el contrario, los últimos objetivos serían promover la paz (10%), defender los derechos humanos (10%) y, por último, extender la democracia (9%). 

Esta percepción negativa también se explica en clave identitaria. El modo de vida occidental está cada vez más presente en las capitales árabes y con él una creciente uniformización de las costumbres que es vista con recelo por parte de la sociedad, en particular por los sectores más tradicionalistas. La globalización, entendida como occidentalización, es percibida como una amenaza para las tradiciones locales. En definitiva, un intento de Occidente de universalizar sus valores. En las últimas décadas, la religión se ha convertido en un refugio mediante el cual preservar la identidad musulmana y protegerse frente a la Westoxication.

Pero no todo iban a ser malas noticias. Las encuestas también demuestran que el abismo que nos separa no es tan grande como cabría imaginar. La mayoría de la población árabe es partidaria de más democracia y menos autoritarismo, tal y como demostró la primavera árabe. Además, buena parte de los árabes confiesan abiertamente su admiración por el sistema de libertades e instituciones democráticas occidentales. Según una reciente encuesta de 2011 realizada por el Anwar Sadar Chair for Peace and Development, un 55% de los encuestados en Egipto, Jordania, Marruecos, Arabia Saudí y Emiratos Árabes era optimista con la primavera árabe y un 57% consideraban que su principal propósito era conseguir la dignidad, garantizar las libertades y alcanzar una vida mejor. No obstante, la caída de Mubarak no contribuyó a mejorar la imagen de la Administración Obama, ya que el 52% de la población tenía una imagen negativa frente al 20% que tenía una positiva.

El hecho de que la religión no ocupe un lugar preferente entre las prioridades de los encuestados, como habitualmente se suele considerar en los países occidentales, queda meridianamente claro en una encuesta de Zogby International realizada en siete países. La principal sorpresa reside precisamente en que las preocupaciones de la población árabe no distan mucho de la occidental, ya que son, en orden de importancia: generar oportunidades de empleo, desarrollar la sanidad, combatir la corrupción, mejorar el sistema educativo y luchar contra el extremismo y el terrorismo. Quizás estemos mucho más cerca de lo que habitualmente pensamos".

lunes, 22 de julio de 2013

Georges Corm, o la interpretación profana de los conflictos del Oriente Medio

Diario de Beirut
En esta exasperación de las interpretaciones básicamente religiosas de los conflictos, Georges Corm, economista, historiador, exministro libanés, defiende la ¨lectura profana¨ de los problemas del Oriente Medio. Su voz es una de las pocas voces que desde hace muchos años intentan explicar esta región, con independencia y coraje, oponiéndose a las modas, a los lugares comunes, tanto académicos como periodísticos en boga. Le leo con gran interés desde que publicase en 1971 su Contribución al estudio de las sociedades multiconfesionales y sus consecuencias jurídico-políticas del pluralismo religioso. Sus obras sobre los temas del Líbano, Oriente Medio, las relaciones de Oriente y Occidente del nuevo gobierno del mundo, han sido traducidas a varios idiomas. Para una lectura profana de los conflictos acaba de editarse en España.
Su pensamiento fundamental es que se han olvidado los factores demográfico, económico, geográfico, histórico, social, a la hora de estudiar los acontecimientos que sufren las poblaciones árabes del norte de África, y del Levante.
¿Cómo se puede explicar por ejemplo, sin tener en cuenta su exuberancia demográfica, lo que esta acaeciendo en Egipto?
La distribución irregular de la riqueza, provoca que los gobernantes de Riad envíen a los jihadistas a luchar al Afganistán, a Bosnia, a Kosovo, a Chechenia, a Siria… La historia contemporánea de esta región podría explicarse, sobre todo, a través de sus recursos energéticos, por el hecho de que su petróleo y su gas son materias primas necesarias para la prosperidad moderna y la fuerza militar. Corm vuelve a subrayar la importancía del factor económico que se había desdeñado desde la influencia de la ideología marxista.
En el trasfondo de esta gran crisis en Oriente Medio hay la alianza radical de los EE.UU., Israel, Arabia Saudí y Paquistán; el pacto entre norteamericanos, europeos y dirigentes islámicos. No hay sorpresas en el desarrollo de su historia. Las injusticias de la distribución de la riqueza, la falta de industrialización de las sociedades árabes, la acumulación de escandalosas fortunas colosales en manos de algunos potentados, la cultura de las dependencias a poderes extranjeros, fomentan las frustraciones de la población.
Ahora Arabia Saudí y los EE.UU. han querido acabar con el proceso revolucionario iniciado hace dos años, como los hicieron desde 1960 a 1980 para poner fin a las ilusiones de un nacionalismo árabe, laico, antimperialista.
La ignorancia del factor geográfico es otra grave equivocación al tratar de comprender esta turbulenta historia en movimiento. No se considera un acto hostil que los EE.UU. quieran imponer su ley sobe estos países situados a quince mil kilómetros de sus fronteras. Pero en cambio se estima una amenaza bélica que Irán y Siria quieran ejercer su influencia en esta región. Fueron estadounidenses y saudíes los que a raíz de la guerra de los jihadistas contra los soldados soviéticos ocupantes del Afganistán destaparon esta truculenta caja de Pandora de la que emergen toda suerte de organizaciones terroristas, empezando por Al Qaida.
Recuerdo que durante las jornadas de las manifestaciones contra el Rais Mubarak se repitió hasta la saciedad que el triunfo de aquel movimiento pacífico significaba la derrota de Al Qaida, con sus métodos violentos para conquistar el poder. Con la nueva situación en Egipto ha aumentado el peligro de una radicalización de los grupos jihadistas que ya desde Irak, a Siria y El Líbano, alientan enfrentamientos de sunis y chiis. Las monarquías del Golfo impulsan la piedad hipócrita que unida al analfabetismo y a la miseria refuerzan el sentimiento religioso. El ambiente jihadista es un ambiente, con algunas excepciones muy especiales, de gran pobreza.
En el pensamiento de Georges Corm que siempre ha combatido en sus libros esta instrumentalización religiosa, por parte de los gobernantes, estos movimientos de rebelión, especialmente la guerra de Siria, han enfrentado por primera vez el bloque occidental con Rusia y China, que apoyan a Irán en su programa de enriquecimiento del uranio, y ayudan al régimen de Bachar el Assad, sometido a poderosas presiones militares y mediáticas.
Ni el Islam es la solución ni tampoco lo es el liberalismo. Reducir los conflictos del Oriente Medio a cuestiones religiosas sirve para demonizar al Otro, convertir el enemigo en bárbaro, poner de relieve criterios genéticos que esconden su total dimensión.
www.lavanguardia.com

Israel y Egipto, una alianza forjada en Washington


La estabilidad con Israel es una de las prioridades del Ejército egipcio desde que éste recibe ayuda económica de EE.UU

eldiario.es

La gestión de la 'seguridad' en el Sinaí, fronterizo con Gaza e Israel, fue causa de importantes tensiones entre Morsi y los generales egipcios. Tras la caída de Morsi EE.UU ha impulsado nuevas conversaciones 'de paz' entre israelíes y palestinos.
EEUU entrega anualmente 3.000 millones de dólares al Ejército de Israel y 1.300 millones al Ejército egipcio. Son la primera y segunda mayor ayuda que Washington da a unas fuerzas armadas en el mundo. Se trata de la recompensa tras la firma de los acuerdos de paz de Camp David entre Israel y Egipto en 1979, en los que EEUU actuó como mediador.

Estos acuerdos supusieron el fin de la unidad del mundo árabe. Egipto recuperó el Sinaí que Israel había ocupado ilegalmente años antes, e Israel se comprometió a detener la ocupación de Gaza y Cisjordania, algo que no cumplió y que sigue incumplimendo de forma sistemática a día de hoy. El Cairo reconoció el Estado de Israel, a pesar de que Tel Aviv seguía ocupando los Altos del Golán sirios y Jerusalén Este.

Los países árabes sintieron que el presidente egipcio, Anuar el Sadar, había negociado al margen de los intereses del mundo árabe y solo en función de los suyos propios. Egipto fue expulsado temporalmente de la Liga Árabe, que trasladó su sede de El Cairo a Túnez (hasta que en 1989 volvió a ser readmitido) y Anuar el Sadat fue asesinado poco después en un atentado mientras presenciaba un desfile militar.

Tras la firma de los acuerdos de Camp David el Ejército de Egipto se convirtió en garante del cumplimiento de los mismos por el lado egipcio, y Tel Aviv y El Cairo iniciaron una relación cordial.

Israel se vio libre de su mayor enemigo regional hasta entonces -las Fuerzas Armadas egipcias son el décimo ejército más numeroso del mundo- y tuvo vía libre para impulsar la ocupación ilegal de más territorios palestinos, a pesar de la letra escrita en los acuerdos. La discriminación y opresión que Israel ejerce contra la población palestina no ha impedido que los generales egipcios se mantegan leales a Camp David.
El efecto de los 1.300 millones, en Wikileaks

La importancia de la ayuda económica estadounidense al Ejército egipcio fue mencionada por la embajada de EEUU en El Cairo en 2009, en cables publicados posteriormente por Wikileaks:

“El presidente Mubarak y los líderes militares ven nuestro programa de asistencia militar como la piedra angular de nuestra relación y consideran los 1.300 millones de dólares en ayuda anual una “compensación intocable” por la creación y mantenimiento de la paz con Israel. Los beneficios tangibles de nuestra relación son claros: Egipto sigue en paz con Israel y los militares de EEUU gozan de acceso prioritario al Canal de Suez y al espacio aéreo egipcio”. 

Por eso estos días se está abordando en la prensa estadounidense el debate sobre el mantenimiento de la ayuda económica al Ejército egipcio por parte de Washington.
Estados Unidos ha evitado llamar golpe de Estado a lo ocurrido en Egipto, precisamente para poder continuar con la financiación a las Fuerzas Armadas egipcias a pesar de que la ley estadounidense prohíbe entregar ayuda económica a un país en el que se haya producido un golpe. El objetivo de Washington es mantener Egipto bajo su órbita de influencia, y los generales son para ello su principal baza.
Algunos humoristas de la televisión estadounidense no han podido evitar mofarse de los equilibrismos lingüísticos de la Casa Blanca:

“Creemos que podemos esquivar nuestra propia regla sobre golpes de Estado si simplemente conseguimos no usar la palabra golpe de Estado. Esto es como un concurso. Tu reto es describir la actual situación en Egipto pero si usas la expresión golpe de Estado, perderás todo”, decía entre risas esta semana el humorista John Oliver en el Daily Show de John Stewart.

Según el diario Haaretz, propio gobierno de Israel ha pedido a Estados Unidos que no retire esta ayuda que garantiza de algún modo el compromiso de los generales egipcios con Israel. 

Y es que entre los intereses israelíes está la “estabilidad” de la península egipcia del Sinaí, que comparte frontera con Gaza e Israel. Para ello Tel Aviv necesita la colaboración del Ejército egipcio y de un gobierno en El Cairo dispuesto a incluir esta tarea en su lista de prioridades. No es casualidad que precisamente tras la caída de Morsi se hayan registrado varios ataques de grupos armados contra objetivos militares egipcios en el norte del Sinaí. 

De momento, y a pesar de los últimos acontecimientos, Washington ha seguido adelante con la entrega a Egipto de cuatro aviones militares F16. Y mientras tanto, tras el derrocamiento de Morsi, Estados Unidos ha decidido impulsar el reinicio de las conversaciones de ‘paz’ entre israelíes y palestinos, que llevaban tres años congeladas.
La cuestión del Sinaí

La agencia AP, citando fuentes de defensa, seguridad e inteligencia, menciona el papel clave que ha jugado la cuestión del Sinaí. “El nivel de discrepancia entre Mohamed Morsi y el jefe del Ejército, el general El Sisi [ejecutor del golpe militar] sugiere que los militares habían estado planeando durante meses tomar más control del reinado político en Egipto”, ha relatado AP.

Uno de los más profundos desacuerdos entre el jefe del Ejército y Morsi, según estas fuentes citadas por AP, giraba en torno a la península egipcia del Sinaí, fronteriza con Israel y Gaza. Poco después de que Morsi asumiera la presidencia en 2012, un grupo armado mató a 16 soldados egipcios.
Israel se apresuró a condenar a grupos palestinos de Gaza y Hamás negó su implicación en reiteradas ocasiones. Morsi prometió actuar contra los responsables de estos ataques, pero también habló públicamente de la necesidad de templanza y diálogo.

Según las fuentes citadas por AP, en noviembre de 2012 Morsi ordenó a los militares que detuvieran una ofensiva en el Sinaí que estaban a punto de iniciar. Los generales protestaron, y volvieron a hacerlo cuando Morsi se opuso a otra operación militar en marcha.

En medio de aquellas tensiones surgió el movimiento Tamarrod, que comenzó a recoger firmas pidiendo la marcha de Morsi. Sobre ello, AP indica:

“Parece que aquello fue una oportunidad de oro para El Sisi para deshacerse del presidente. Los militares ayudaron a Tamarrod desde muy pronto, comunicándose con la organización a través de terceras personas, según los oficiales [consultados]”.

La agencia también señala que “cuando Tamarrod dijo que había recogido dos millones de firmas por la caída de Morsi, los militares se interesaron y trabajaron a través de terceros que conectaron al grupo con liberales y empresarios vinculados a la oposición que lo financiarían [al movimiento], según dos altos oficiales del ministerio del Interior”.
"La importancia de la cooperación Israel-Egipto"
La importancia de la cuestión del Sinaí también ha sido mencionada por un brigadier general egipcio retirado. En una entrevista con la BBC, este militar, Ayman Salama, afirmó que Morsi “amenazó los intereses más elevados en materia de seguridad nacional y militar por colaborar con Hamás en contra de los intereses del Ejército, especialmente en el Sinaí”.

Salama también reiteró “la importancia de la cooperación mútua entre los Ejércitos de Israel y Egipto en materia de seguridad e inteligencia”.

En el ideario colectivo de la sociedad egipcia siempre ha existido gran solidaridad con los palestinos y repulsa a la ocupación israelí. De hecho los movimientos que impulsaron las revueltas egipcias de 2011 nacieron en muchos casos al calor de la solidaridad con la Segunda Intifada palestina a principios de este siglo. Un Egipto realmente libre y democrático, fuera de un marco neocolonial como el actual, podría dar la espalda a Israel mientras éste siguiera violando las leyes internacionales.

Pero de momento la campaña que ciertos sectores egipcios están impulsando contra los palestinos y el aumento de las restricciones impuestas a los palestinos para entrar a Gaza por territorio egipcio, contribuyen a situar lejos de la realidad aquél dicho que sostiene que “el camino hacia una Palestina libre pasa por El Cairo”.

domingo, 21 de julio de 2013

Israel liberará presos palestinos durante las negociaciones de paz

Sal Emergui | Jerusalén
  • Netanyahu considera el diálogo para la paz de interés básico para Israel
  • De momento cautela y desconfianza entre los palestinos
Horas después del esperado aunque no por ello sorprendente anuncio del jefe de la diplomacia norteamericano, John Kerry, sobre la reanudación de las negociaciones entre israelíes y palestinos, Israel reconoce que liberará un número determinado de presos "pesados" o "duros" (en su traducción literal del hebreo) durante el proceso de paz, que podría tener un plazo de nueve a 12 meses.
"“No quiero entrar en números pero habrá presos pesados que han estado unos 20 o 25 años en la cárcel. Es verdad que no es fácil pero será un gesto de confianza", ", ha afirmado el ministro de Asuntos Estratégicos, Yuval Steinitz en una entrevista en la radio estatal Kol Israel. Se refiere a más de 100 palestinos que fueron detenidos antes de la firma de los Acuerdos de Oslo (93). Al ser muchos de ellos responsables de atentados contra soldados y civiles israelíes, su liberación provocará polémica en Israel.
Fuentes israelíes aclaran que la liberación no será inmediata sino gradual y en función de la seriedad del presidente palestino, Abu Mazen, durante las negociaciones. Fuentes palestinas, sin embargo, citadas por el diario 'The Wall Street Journal', han destacado que Netanyahu se ha comprometido a congelar de forma silenciosa la construcción en las colonias y a liberar presos antes de las negociaciones
La puesta en libertad del grueso de los "presos pre Oslo" ya había sido aceptada por el jefe de Gobierno, Benjamin Netanyahu en sus numerosas reuniones con Kerry. Steinitz ha recalcado este sábado que su liberación no se hará efectiva ahora como condición de Abu Mazen para negociar sino durante el proceso de paz.
Asimismo, ha destacado que "las conversaciones se iniciarán sin las condiciones impuestas por los palestinos". Según sus palabras, sin anuncio de congelación de construcción en los asentamientos de Cisjordania ni la aceptación de antemano de las fronteras previas a la guerra del 67 como base negociadora.
"Considero la reanudación del proceso de paz como interés estratégico básico del Estado de Israel. Es importante para conseguir el fin del conflicto entre los palestinos y nosotros y es importante ante los retos que afrontamos en especial en Siria e Irán", reza el comunicado que esta noche ha difundido Netanyahu en su primera reacción al anuncio de Kerry.
Ante las primeras críticas internas por la liberación de presos, afirmó: "Como jefe de Gobierno estoy comprometido en primer lugar a la seguridad de los ciudadanos israelíes y me mantendré firme en las exigencias de seguridad de Israel".

Posturas encontradas

Mientras el flanco centrista e izquierdista en el Parlamento israelí ha aplaudido con entusiasmo el anuncio de Kerry sobre la reanudación del diálogo, en la derecha se critica ya con dureza la posible liberación de presos.
El que fuera líder del Consejo de Colonos, Danny Dayan, ha afirmado que "el anuncio del ministro Steinitz de aceptar la liberación de asesinos y terroristas es muy grave a nivel moral y político. Debemos saber qué es lo que Netanyahu ha dado para satisfacer a Abu Mazen a que se digne a dialogar con nosotros".
Mientras en el movimiento nacionalista Al Fatah que lidera Abu Mazen se intenta mantener la cautela sin ocultar la desconfianza sobre la seriedad de Netanyahu así como lo que sucederá en las colonias, su rival interno palestino, el grupo islamista Hamas ha condenado la reanudación del diálogo.
"Hamas rechaza la declaración de Kerry. Abu Mazen no tiene legitimidad para negociar en nombre del pueblo palestino sobre los asuntos más cruciales", ha afirmado Sami Abu Zuhri el portavoz de Hamas, grupo que controla la Franja de Gaza y lejos de la Cisjordania que gobierna Abu Mazen.
Según su comunicado, la reanudación de las negociaciones "es contradictoria con el consenso nacional que han acordado los palestinos (...) sólo sirve al ocupante israelí".
www.elmundo.es

sábado, 20 de julio de 2013

La OTAN en espera, lista para el ataque

por Manlio Dinucci

Ya no hay dudas de que la OTAN está coordinando una guerra secreta de gran envergadura contra Siria. A raíz de la decisión tomada en noviembre de 2012, la fusión de los dos centros de mando de sus fuerzas terrestres proporcionó la oportunidad de trasladar su estado mayor a Turquía. Desde que Qatar se jubiló, es de ese estado mayor que provienen la logística y las órdenes para los mercenarios desplegados en Siria.
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El 11 de julio de 2013, el almirante Bruce W. Clingan, comandante de las fuerzas de la alianza atlántica en Nápoles (Italia), recibe al general Frederick B. Hodges, comandante de las fuerzas terrestres en Izmir (Turquía).
Como un aparato electrodoméstico, el Mando de la fuerza conjunta de la OTAN en Nápoles (JFC Naples) se mantiene oficialmente en stand-by, o sea listo para entrar en guerra en cualquier momento. El Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa (que siempre es un general estadounidense nombrado por el presidente [también estadounidense]) le ha ordenado mantener en estado de eficiencia máxima la fuerza de respuesta de la OTAN –conformada por las unidades terrestres, aéreas y navales tecnológicamente más avanzadas– para poder realizar en 48 horas «cualquier misión en cualquier lugar».
El nuevo cuartel general del JFC Naples en Lago Patria, construido para un equipo de más de 2 000 militares y que puede además ampliarse en función del «futuro crecimiento de la OTAN», está en plena actividad. Miembros de todos los países de la OTAN están llegando a esa instalación, para sumarse al staff, para una serie de maniobras que permiten al JFC Naples estar «listo para operaciones militares como las de Protector Unificado», o sea la guerra de 2011 contra Libia.
Lo que hoy se encuentra en el colimador del JFC Naples es Siria. Sin que aparezca oficialmente por ninguna parte, la OTAN está realizando contra ese país –a través de fuerzas infiltradas– una operación militar encubierta, pero que puede en cualquier momento pasar a ser oficial imponiendo una «no-fly-zone», como en el caso de Libia.
El puesto avanzado de la operación militar contra Siria es Turquía, donde la OTAN tiene más de 20 bases aéreas, navales y de espionaje electrónico. A estas se agrega ahora uno de los mandos más importantes de la OTAN: el LandCom, responsable de todas las fuerzas terrestres de los 28 países miembros, activado en Izmir (Esmirna). El traslado del mando de las fuerzas terrestres a Turquía –a las puertas del Medio Oriente, sobre todo de Siria e Irán, y de la región del Mar Caspio– indica que los planes Estados Unidos/OTAN incluyen también el uso de fuerzas terrestres, sobre todo europeas, en esa área de primera importancia estratégica. Eso lo confirma el hecho que el general estadounidense Philip Breedlove, recientemente nombrado por el presidente Obama como Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN en Europa, viajó a Izmir en julio para acelerar los plazos que se han dado al LandCom para alcanzar su «plena capacidad operacional». Inmediatamente después, el general estadounidense Frederick Hodges, responsable del mando de Izmir, viajó a su vez a Nápoles para coordinar la actividad del LandCom con la del JFC Naples. Allí fue acogido por el almirante estadounidense Bruce Clingan, quien es a la vez comandante de la Fuerza Conjunta aliada en Nápoles, de las fuerzas navales estadounidenses en Europa y de las fuerzas navales del CentCom.
Tenemos en la mesa un juego estrategico de las tres cartas, que permite al Pentágono estar siempre al mando. Por ejemplo, en 2011 dirigió la guerra contra Libia: primero, a traves del CentCom y más tarde mediante el JFC Naples, ambos con el apoyo de las fuerzas navales de Estados Unidos en Europa.
¿Y Europa? Según lo que ha dicho el Comandante Supremo de las fuerzas de la OTAN ante una comision del Congreso [estadounidense], Europa es importante para Estados Unidos: las bases en Europa no son simples y residuales «bastiones de la guerra fría» sino «bases operacionales avanzadas» que permiten a Estados Unidos mantener a la vez el CentCom y el CentralCommand, en cuya área se halla el Medio Oriente. Esas bases son, además, esenciales para «la seguridad del siglo 21» garantizada por una «alianza poderosa y eficiente» dirigida por Estados Unidos, que posee «24 000 aviones de combate, 800 navíos militares oceanicos, 50 aviones-radar Awacs».
Una alianza (pero esto no lo dicen) cuyo gasto militar se eleva a más de 1 000 millardos [1 millardo = 1 millones] de dólares al año. Para mantener constantemente listo para la guerra un mando como el de Nápoles, ciudad [italiana] que muestra una cantidad record de desempleados, también en stand by en la vana espera de un puesto de trabajo.

Invadir o no invadir, esa es la cuestión USA

Invadir o no invadir, esa es la cuestión USA
Martin Dempsey, presidente de la Junta de jefes del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos
Al financiamiento por parte de Estados Unidos y las potencias europeas a las fuerzas irregulares que operan en Siria, ahora se suma una posibilidad que flota en el aire desde que comenzó el conflicto interno en la nación árabe, hace más de dos años: una abierta invasión militar.
El portavoz de esta idea fue el general estadounidense, Martin Dempsey, que preside la Junta de jefes de Estado Mayor de la potencia del norte. Dempsey afirmó esta semana en el Senado que la Casa Blanca analiza varias posibilidades con respecto a Siria, entre la que se encuentra un ataque militar.
Las palabras del alto mando castrense fueron pronunciadas en una audiencia senatorial que evalúa si aprueba su nuevo mandato por dos años. Dempsey señaló que “puso en manos” del presidente Barack Obama varias opciones para el uso de la fuerza contra Siria y que esas variables son consideradas por las agencias federales del país.
El militar no dio más detalles al respecto, pese a que los miembros del Senado lo presionaron para que explicara mejor la posible estrategia armada. Al ser consultado por el senador republicano Lindsey Graham sobre la situación actual del conflicto sirio, Dempsey reconoció que las Fuerzas Armadas sirias mantienen la iniciativa en el enfrentamiento a las bandas armadas, financiadas desde el exterior y que buscan derrocar al presidente Bashar Al Assad.
Hasta el momento, la Casa Blanca ha negado una intervención militar en Siria, aunque reconoció el envío de ayuda financiera y comunicacional a los grupos mercenarios, entre los que se encuentra el Frente Al Nusra, brazo de Al Qaeda en la nación árabe. Igualmente, la administración Obama impulsa la salida de la presidencia de Al Assad, mientras que senadores como el demócrata Carl Levin y el republicano John McCain presionan para que Washington intervengan militarmente.
Por su parte, el diario The Daily Telegraph citó declaraciones de Salim Idris, general del opositor Ejército Libre Sirio (ELS), quien criticó al primer ministro británico, David Cameron, por abandonar sus planes de armar a los grupos irregulares. Idris argumentó que si Gran Bretaña no entrega armamento al ELS, se abre “el camino para que Al Qaeda domine en las filas de las fuerzas opositoras”.
Las declaraciones de Idris se contraponen a denuncias, tanto del gobierno sirio como de investigaciones periodísticas, que afirman que dentro del ELS varios comandantes pertenecen a Al Qaeda. Pese a la negativa de enviar armas a los mercenarios, esta semana el canciller William Hague, declaró en el Parlamento que el gobierno suministrará a los irregulares equipos para protegerse contra las armas químicas y biológicas “con carácter de especial urgencia”. Hasta ahora, ningún gobierno ni la ONU han presentado pruebas concretas de que la administración siria posea armamento de destrucción masiva.
Una muestra de la postura británica se conoció en junio de 2012, cuando el propio Hague declaró públicamente que su gobierno envió 2,23 millones de dólares a la oposición siria, con el objetivo de “aumentar la presión y el aislamiento” contra Al Assad.

jueves, 18 de julio de 2013

Los enemigos del destino manifiesto

Le Monde Diplomatique - Cono Sur - Edición Nro 168 - Junio de 2013

Repensando el anti-americanismo

Los enemigos del destino manifiesto
Por Leandro Morgenfeld*
“Por qué nos odian?” “¿Por qué el mundo detesta a Estados Unidos?” Sobre estos interrogantes se construyó y se sustenta un mito fundante en el país del Norte, que sirve de argumento a los sectores más conservadores para justificar sus políticas.


Robert Indiana, Six, 1960-1962 (Gentileza Christie’s)

na pregunta recurrente y distorsionada: Why do they hate us? [¿Por qué nos odian?]. También fue formulada por el propio presidente George W. Bush, en el Capitolio, Washington, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001, quien a su vez ofreció una respuesta: odian nuestra libertad.
En la última década, más de 6.000 artículos de diario fueron dedicados en Estados Unidos a analizar el “anti-americanismo”. Los cultores de ese concepto señalan, en una visión autocentrada fundada en la idea del destino manifiesto de la potencia del Norte, que los extranjeros son irracionales y están mal informados acerca del “mejor país del mundo”. Por eso son anti-americanos.
A contramano de esta posición, el historiador alemán Max Friedman, profesor de la American University (Washington DC), reconstruye desde una perspectiva crítica la historia de un concepto central a la hora de recrear la ideología del destino manifiesto: la idea de que Estados Unidos es un pueblo elegido por Dios para civilizar al resto del planeta, exportando democracia, libertad y capitalismo (1). En un contundente despliegue de erudición, sustentado en el trabajo en archivos de nueve países y en cinco idiomas, Friedman logra deconstruir una de las principales ideas que condicionan tanto la política interna de Estados Unidos como su relación con otros países, sean aliados o rivales.
Así, la renovación del interés por esta problemática luego del atentado contra las Torres Gemelas llevó al autor a revisar el concepto del “anti-americanismo” desde una perspectiva histórica y focalizada en dos regiones: Europa y América Latina, consideradas como el mundo occidental, el área de mayor influencia de Estados Unidos.
Al fin y al cabo, para desarmar todo mito, es preciso reconstruir su nacimiento, despliegue y transformaciones. Ya en el primer capítulo, Friedman recorre las mutaciones del concepto y muestra, por ejemplo, cómo éste fue utilizado para desestimar las críticas a la anexión de la mitad del territorio mexicano en 1846 o para catalogar como anti-americanos a quienes luchaban por la abolición de la esclavitud.
El valor de la obra no se limita a su enorme interés histórico y sociológico, sino que tiene una gran relevancia política. Friedman demuestra cabalmente cómo dentro de Estados Unidos la idea del anti-americanismo fue y es utilizada para bloquear reformas progresistas, tildándolas de contrarias a los supuestos valores estadounidenses. El concepto es utilizado asimismo para estigmatizar cualquier crítica externa a las políticas de Washington (2). Así, quienes critican el accionar imperialista de la Casa Blanca o del Pentágono (pero no al pueblo estadounidense), por ejemplo, son calificados de opositores a la libertad y la democracia. Friedman, en cambio, sostiene que la supuesta existencia de un sentimiento anti-yanqui en el mundo no es una real amenaza para la sociedad estadounidense, sino sólo un argumento de los sectores más conservadores de Washington para justificar su agresiva política exterior.
A contramano de la mayoría de los estudios sobre la problemática, que dan por supuesta la existencia de un generalizado sentimiento anti-americano en el mundo entero y proponen distintas explicaciones (envidia, ignorancia, autoritarismo), Friedman se focaliza en iluminar las falacias de esos argumentos y en explicar cómo ese concepto opera envenenando la política estadounidense (legitimando violaciones a los derechos humanos, conculcando libertades, manteniendo un impresionante aparato securitario).
El anti-americanismo es definido en sus usos frecuentes como una ideología, un prejuicio cultural, una forma de resistencia, una amenaza, una oposición a la democracia, un rechazo a la modernidad o una neurótica envidia a Estados Unidos. Sin embargo el historiador advierte que, en realidad, para hablar de anti-americanismo, deberían estar presentes al menos dos elementos: una hostilidad particular hacia Estados Unidos (más que hacia otros países) y un odio generalizado hacia Estados Unidos (hacia todos los aspectos de su sociedad, no hacia su política exterior). Así, una crítica al accionar imperialista de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por ejemplo, no debería ser catalogada como anti-americanismo, ya que está denunciando a una organización militar que responde al gobierno de varios países de acuerdo a intereses imperiales (3). Rechazar la política del Pentágono en América Latina no equivale a impugnar al pueblo de Estados Unidos (4).


El mito del excepcionalismo


Esta aclaración, que parece una verdad obvia, es necesaria ya que muchas veces se opera confundiendo los niveles, para evadir las críticas. Es como suponer que cuestionar el accionar agresivo del gobierno de Israel contra el pueblo palestino equivale a impugnar al pueblo judío. Durante dos siglos, se utilizó el mote de “anti-americano” como un epíteto para descalificar cualquier crítica. Jean-Paul Sartre, Carlos Fuentes, Martin Luther King Jr., Charles De Gaulle o incluso Mark Twain fueron etiquetados de “anti-americanos”, cuando en realidad eran críticos de distintos aspectos de la política o la sociedad estadounidenses, así como también lo eran de otras sociedades.
En la actualidad, los herederos de Joseph McCarthy que están obsesionados con el odio irracional hacia Estados Unidos, no duda(ba)n en calificar como “anti-americanos” a Julian Assange o a Hugo Chávez, dos críticos de la política exterior del Departamento de Estado. Y no son sectores aislados, sino que mantienen una enorme capacidad de influir en Estados Unidos (por ejemplo, para horadar el movimiento de oposición a la invasión de Irak en 2003).
Por eso es sumamente relevante la investigación histórica de Friedman, que puede inscribirse en una corriente más amplia de académicos que buscan rebatir la idea del excepcionalismo estadounidense (5). Lo propio planteó Andrew J. Bacevich en su último libro, Washington Rules. America’s path to permanent war [Washington manda. La vía estadounidense a la guerra permanente] (6). Este militar retirado, es decir alguien que durante buena parte de su vida adulta actuó bajo el mandato de los intereses impuestos por el Pentágono, la CIA y la Casa Blanca, desmenuza y ataca los lugares comunes impuestos por el acuerdo bipartidista de demócratas y republicanos en las últimas seis décadas. Su libro, al que los conservadores del país del Norte no dudarían en calificar como “anti-americano”, pretende mostrar que un cambio desde adentro de la sociedad estadounidense es posible. En este sentido se propone, en concreto, discutir la idea de que Estados Unidos tiene el deber de liderar, salvar y transformar el mundo. Aunque no sea su intención explícita, la obra de Friedman también abona ese terreno. Para impulsar una política anti-imperialista es necesario abandonar el mito de la división binaria entre pro y anti americanos. Y convencer al 99% de la población estadounidense de que las políticas de Wall Street y el Pentágono van también en contra de sus intereses. 
1. Max Paul Friedman, Rethinking Anti-Americanism. The History of an Exceptional Concept in American Foreign Relations,Cambridge University Press, Nueva York, 2012.
2. Véase, entre otros, Paul Hollander, Anti-Americanism: Critiques at Home and Abroad, 1965-1990, Oxford University Press, Nueva York, 1992, y Barry Rubin, Barry y Judith Colp Rubin, Hating America: A History, Oxford University Press, 2004.
3. Atilio Boron, América Latina en la geopolítica del imperialismo, Luxemburg, Buenos Aires, 2012.
4. Leandro Morgenfeld, Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2012, p. 135.
5. En esa línea, es interesante el reciente trabajo de Thomas Bender, Historia de los Estados Unidos. Una nación entre naciones, Siglo XXI, Buenos Aires, 2011.
6. Metropolitan Books, Nueva York, 2011.



* Docente UBA e ISEN, investigador del CONICET. Autor, entre otros libros, de Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos, Capital Intelectual, Buenos Aires, 2012. Su blog es: www.vecinosenconflicto.blogspot.com


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