lunes, 11 de enero de 2016

Las 25 mentiras del vídeo ‘La guerra siria en 5 minutos’

“Todos los análisis llevan el sello de la ideología de sus analistas. ¿Cuál es la de los autores de este video sobre Siria?”, se pregunta la autora.

 Armanian analiza inexactitudes del video y da su opinión al respecto.
09 enero 2016
El lenguaje gracioso y de cuentos infantiles del video La guerra de Siria explicada en 5 minutos no consigue ocultar las inexactitudes, errores, ocultación de informaciones imprescindibles y sutiles manipulaciones de sus autores. Las frases sin sentido como “¿Recuerdas la Torre de Babel de la Biblia?” o “Los turcos vienen de a tomar por culo en Asia”, parecen ser incluidas para insinuar que el guionista cuenta con un profundo conocimiento sobre la historia de la región, pero no profundiza en ellas para ajustarse a los cinco minutos. La guinda del video es cuando, al narrar la “historia” de Siria advierte que “eso es pura opinión”, como si el resto fuesen datos e informaciones objetivos. Veamos:
  1. Introducir el factor de “historia lejana y próxima” de Siria en el análisis del conflicto actual, sólo desvía la atención de las 13 razones que hoy destrozan el país y que no guardan ninguna relación con su historia.
  2. El concepto de “Gran Arabia” es un invento del guionista. El acuerdo Sykes-Picot, firmado por Francia y Gran Bretaña para repartirse los restos del Imperio Otomano, no “timó a los árabes” ni les prometió un único país; lo que se incumplió fue la creación de Estados independientes para los kurdos y los armenios. “El enfado de los árabes”, hoy agrupados en 22 países y con historias, mitologías, tradiciones y aspiraciones distintas, y a los que les une sólo el idioma, tenía otro motivo: la opresión y la explotación que sufrían por las potencias extranjeras y los tiranos propios.
  1. Las potencias europeas no “hicieron lo que querían con la zona” árabe. Decenas de millones de personas, lideradas por los comunistas, socialistas, nacionalistas (como los movimientos nasserista y baasista) y otros, hicieron la vida imposible al imperialismo y a sus clientes árabes.
  1. Cuenta que “al marcharse los británicos, los árabes atacaron Israel”. ¡Maldita coincidencia con los actuales argumentos de Israel y Arabia, que presionan a Obama para que no retire sus tropas de la región, por el “temor a un ataque de Irán”! Pues, ¡a por la mayor ocupación militar imperialista de Oriente Próximo, y así garantizar la paz!
  1. Decir que “la Guerra Fría aparece con la aparición de los partidos Baas” es el colmo de la ignorancia sobre lo que fue el gran enfrentamiento entre las ideologías marxista y capitalista y a nivel planetario: una proclamaba los derechos económicos, políticos y sociales de una mayoría trabajadora del mundo, y la otra encabezada por cuatro individuos que siguen teniendo el control sobre el 90% de las fortunas y recursos de la humanidad.
  1. Al decir que “después de la Segunda Guerra los europeos se van de la región”, muestra que los guionistas desconocen el concepto de “imperialismo”, algo así como “el dominio económico de las grandes compañías sobre los recursos naturales y la política de una nación”. O sea, que “los europeos” nunca se fueron.
  1. Es un video “orientalista, esa ideología colonialista, creadora de término simplista del “mundo islámico” que borra fronteras o identidades nacionales y lingüísticas  de las gentes de Oriente Próximo. El “analista”, no se sabe por qué, une el desierto sirio con los de Irak y Arabia; ¡luego relaciona el conflicto con la concentración de la población en la región costera de Siria!
  1. Las reservas de hidrocarburos sirios no juegan ningún papel en la guerra. Hasta el 2011, Siria producía unos 387.000 barriles de petróleo a diario, que sólo cubría las necesidades internas.
  1. Al tratar el “factor gaseoducto” en la crisis siria, comete varios errores:
    a) “Un tercio de las reservas del gas” no está en “esos desiertos”, sino, y que se sepa, en Irán, Rusia y Turkmenistán.
    b) La batalla entre dos “proyectos de gaseoductos”, uno iraní y otro árabe, que terminarían en los puertos de Siria, no es porque sus promotores quieran librarse del actual “peaje” del Canal de Suez como se afirma, sino porque cambiaría radicalmente el equilibrio de las fuerzas en la región: Irán (la primera reserva mundial de gas), dejaría de ser “paria” si se conecta con los mercados internacionales de energía desde el Mediterráneo, en perjuicio de Arabia, Turquía e Israel, respaldados por los neocon estadounidenses.
  1. La guerra religiosa -que sería por difundir la espiritualidad-, simplemente, es inexistente en la historia humana. Las guerras “cristianas, islámicas y judías” han tenido y tienen objetivos económico-políticos y “poder y control” son sus claves. Además ¿qué guerra religiosa es ésta si la Rusia cristiana ortodoxa o la China atea defienden un supuesto gobierno chiita, mientras los islamistas sunnies saudíes, qataríes y turcos, respaldados por los cristianos (católicos y otros) occidentales, matan a los “musulmanes” sirios?
  1. ¿Chiitas, los alauíes? Justo cuando Hafiz al Assad –enfrentado a Turquía, Israel, Irak y EEUU- abandona el panarabismo, se acerca a la República chiita de Irán (no lo hizo con el Sha, un chiita, pero enemigo), quien, al estar amenazada por Israel, encuentra en Assad un aliado, declarándole “chiita”, por puras necesidades geopolíticas. Así es también la naturaleza de la alianza de Irán con  Hamas -árabe y sunnita-, o con la republica armenia: aquí ambos se enfrentan a  un Azerbaiyán que es chiita, pero socio de la OTAN e Israel.
  1. Afirmar que “la población sunnita de Siria estaba mosqueda por ser gobernada por una minoría chiita” es otra aberración:
    a) El régimen baasista de Assad no es una teocracia, sino un sistema semilaico. Los posibles privilegios alauíes (que no otros chiitas) habrán sido por la pertenencia de la familia de Assad a este grupo.
    b) El descontento social tenía que ver con el sistema económico neoliberal y con la dictadura política, que no con el credo de los sirios. La élite sunnita siempre ha tenido lazos estrechos con los Assad.
  2. ¡Llama “guerra civil” al conflicto armado entre una docena de países del mundo en el territorio sirio!
  1. ¿Por qué afirma que “un árabe puede ser cristiano, musulmán o judío” y no puede ser laico, ateo, nacionalista, de derechas o de izquierdas? Oculta que el factor religioso ha sido introducido en la política de la zona, cuando EEUU organizó a los extremistas islámicos y cristianos en la frontera de la URSS (Afganistán y Polonia, 1978) en su lucha contra las fuerzas progresistas de la región.
  1. Por cierto, el Islam no considera a Adán, Moisés, y Jesús “profetas islámicos”, sino profetas enviados por Alá.
  1. Habla del Estado Islámico como representante de un nacionalismo árabe humillado que se enfrenta a Occidente, y no como una banda de mercenarios, engendrada por el Pentágono con la misión de destruir Estados vertebrados y convertirlos en “fallidos”: fueron enviados a Afganistán, Yugoslavia(en formato de UÇK), Irak, Yemen, Libia y Siria asesinando a miles de personas de todos los credos, provocando “conmoción y pavor”, para allanar el camino de la intervención militar de sus patrocinadores.
  1. Es media verdad decir que el “Partido Baas utilizaba la represión para mantenerse”. También realizó importantes reformas económicas y sociales, como la nacionalización de las grandes industrias o una educación y sanidad accesibles para la mayoría de la población.
  1. Insinúa que Bush incluyó al régimen de Assad en el Eje del mal después de que éste oprimiera a su pueblo: a) ¿Quiere decir que aquel criminal de guerra era un  demócrata?, y b) oculta que el plan de EEUU era y es provocar un imperio del caos,  para crear un “Nuevo Oriente Medio”, acorde a sus intereses del inicio del siglo XXI. Hasta en un analista aficionado sabe que EEUU ha apuntalado a las dictaduras más terroríficas del mundo.
  2. Falsa es su “información” sobre la “Primavera árabe que llega a Siria”: cierto que en Egipto, Túnez, Irak, Bahréin o Yemen hubo rebeliones populares por la democracia económica y política, pero no fue el caso de Libia (que formaba parte de la Operación Nueva Normalidad, ni de Siria. Según Wikileaks, EEUU estaba intentaba provocar una guerra civil en Siria desde el 2006.
  3. No dice por qué la Primavera árabe “al llegar” a Irak, Arabia Saudí o Marruecos, y a pesar de sus dictaduras, no se convirtió en una guerra total de miles de hombres nativos y extranjeros armados y capaces de poner en jaque a sus poderosos ejércitos, como sucedió en Siria.
  4. Afirma que “la prensa” (sin especificar qué clase de prensa, de qué ideología), llama “la oposición” a los grupos armados sirios. ¿Verdad que les hubiera llamado “banda armada” o “terrorista”, si no estuvieran en la línea de los intereses que defienden dichos medios? La prensa de masas estadounidense  denominaba “luchadores por la libertad” a monstruos como los yihadistas afganos, con los que Ronald Reagan tomaba té en la Casa Blanca.
  5. Los kurdos de Siria no podían tener su actual autonomía, si no fuese porque Assad quiso coaccionar a Turquía o que hoy Israel, Francia y EEUU pretenden desintegrar el país.
  1. No hace ni una sola mención sobre el papel de Turquía, Arabia y Qatar, patrocinadores del terrorismo yihadista.
  2. Silencio total sobre el rol de Israel, el principal beneficiario de la destrucción controlada de los países árabes o musulmanes, ni de su apoyo a Al Qaeda. Le menciona sólo para presentarle como víctima de la invasión de los árabes en los años 1950.
  1. Que los principales objetivos de esta guerra, organizada por la OTAN son: Eliminar a los rivales,convirtiendo a Siria en una trampa para ellos, acorralar a Irán, y hacerse con el control del levante mediterráneo.
El video conduce al espectador a la misma dirección que el plan B’ de la agenda oculta de la OTAN para Siria, (que es “Top Secret” como fue Sykes-Picot en 1916): “la paz se instalará con la eliminación de la dictadura de Assad”.  ¿No se nos dijo la misma mentira antes de destruir Afganistán, Irak y Libia? ¡Qué capacidad tenemos los pueblos de caer una y otra vez en la misma trampa!
Todos los análisis llevan el sello de la ideología de sus analistas. ¿Cuál es la de los autores de este video?
www.lamarea,com

jueves, 7 de enero de 2016

Una lectura no sectaria del conflicto Arabia Saudita-Irán

Por Mariela Cuadro

La afirmación de que el problema entre Irán y Arabia Saudita obedece, en última instancia, a divisiones pertinentes al campo de lo religioso forma parte de un más amplio discurso que vincula al Medio Oriente y al Islam con tradiciones de violencia e irracionalidad que impiden a los pueblos que habitan dicha región del planeta no sólo resolver, sino incluso tener conflictos que se atengan al orden de lo político. Dicho esto, las identidades sectarias importan, sobre todo por la utilización que los Estados y organizaciones no-estatales hacen de ellas.Más allá de los conflictos propios de la naciente religión islámica, el conflicto político entre sunnitas y shiítas data de 1979, año-acontecimiento en el gran Medio Oriente. Este año no sólo fue testigo de la Revolución Islámica en Irán que condujo al shiísmo al poder, sino también de la intervención soviética en Afganistán y del Acuerdo de Camp David firmado por Egipto e Israel con mediación de Estados Unidos. Mientras que la Revolución iraní supuso la pérdida por parte de la potencia norteamericana de uno de los dos pilares sobre los que, hasta el momento, había basado su política mezzo-oriental (siendo el otro Arabia Saudita), el acuerdo de paz entre El Cairo y Tel Aviv le otorgó un nuevo aliado.
Desde los procesos de independencia árabes en la década de 1950, Egipto, gobernado por Gamal Abdel Nasser, había sido la vanguardia del nacionalismo árabe, alentando el surgimiento de repúblicas nacionalistas que pronto se vieron lanzadas a los brazos soviéticos. En este marco tuvo lugar lo que fue dado en llamar la “Guerra Fría Árabe” que enfrentó a los países vinculados con Egipto contra los países aliados a Arabia Saudita y que tuvo su máxima expresión en el conflicto que partió a Yemen en dos.
Frente al nacionalismo nasserista, Arabia Saudita, en alianza con Estados Unidos, jugó la carta islámica. Es decir que interpeló a los pueblos de la región no en tanto árabes, sino en tanto musulmanes. El embargo petrolero que impuso a Occidente en 1973 le permitió a Riad acumular ingentes sumas de dinero que destinó a la expansión de su versión del Islam (wahabismo), lo que contribuyó a la caída en desgracia del panarabismo. El dinero saudí también fue utilizado en la yihad contra las tropas soviéticas en Afganistán, organizada por Estados Unidos y Pakistán. Esta “guerra de liberación” que reunió a muyahidín de todo el mundo árabe dio nacimiento a Al-Qaeda.
La Revolución Islámica de Irán fue atacada desde sus inicios: en 1980 el Irak de Saddam Hussein, apoyado por Washington y por Riad, lanzó una guerra contra Irán que se extendió durante 8 años y que tuvo fuertes impactos destructivos sobre la economía y la sociedad iraní e iraquí. Sin embargo, en la década de 1990, Irak y su gobernante pasaron de ser considerados aliados a ser considerados enemigos. Una política de hostigamiento y vaciamiento del Estado de Irak comenzó entonces, en el marco de la defensa de la soberanía de Kuwait, invadido por las tropas iraquíes como respuesta a la crisis que atravesaba el país mesopotámico, efecto de la larga guerra. Esta política tuvo su culminación en el año 2003 cuando, en el marco de la Guerra Global contra el Terror, en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001, la entonces administración Bush acusó al Presidente Hussein de tener lazos con Al-Qaeda, acusada, por su parte, de ser la responsable de los atentados.
A partir de esta invasión que no logró legitimación a nivel mundial, la administración Bush impuso su “agenda de la libertad”, una estrategia consistente en exportar la democracia liberal a Medio Oriente a fin de evitar la radicalización de los pueblos árabes. En Irak la consecuencia de esta política fue la llegada al poder del shiísmo, cuya población es mayoritaria. Años de opresión sunnita y política identitaria mediante, pronto crecieron las tensiones entre ambas sectas iraquíes. Esta situación derivó en la emergencia de la sunnita Al-Qaeda en Irak.
En el marco de la llamada Primavera Árabe, ya asesinado el líder de la organización, Osama Bin Laden, por un equipo especial de fuerzas estadounidenses en territorio pakistaní, Al-Qaeda llamó a no enemistarse con aquellos movimientos islámicos que habían decidido participar en el juego democrático abierto tras la caída de distintos regímenes. Entre estos últimos se destacan los Hermanos Musulmanes, cuyas distintas ramas ganaron elecciones en Túnez y en Egipto. Esta decisión por parte de Al-Qaeda fue repudiada por un grupo vinculado a la organización que pronto se hizo fuerte en Siria: el Estado Islámico en Irak y el Levante.
El gobierno sirio fue uno de los gobiernos fuertemente afectados por los levantamientos árabes. Sin embargo, Siria reviste una particularidad que lo destaca del resto: es un histórico aliado árabe de Irán con quien desde 1979 Arabia Saudita se encuentra en una lucha hegemónica por el poder regional. La Casa de Al-Saud resintió los resultados de la invasión estadounidense a Irak de 2003 y la llegada al poder del shiísmo que inmediatamente buscó forjar lazos con la República Islámica.
Pero Riad tampoco vio con buenos ojos a la “Primavera Árabe” y sus efectos democráticos, sobre todo el poder que –percibió- iban acumulando los Hermanos Musulmanes a quienes la familia Saud responsabiliza de estar por detrás de un importante grupo reformista: Al-Sahwa. Además, el reino se vio sacudido por su propia “primavera” que tuvo mayor repercusión en la Provincia Oriental, espacio de mayoría shiíta y en el que se encuentra la mayor parte de las reservas de petróleo del reino. El minoritario shiísmo en Arabia Saudita es víctima de la élite religiosa saudí que lo caratula como herético, lo que deriva en una patente discriminación social, cultural y económica de esta fracción de la población saudí, evidenciada en los cotidianos operativos de seguridad que la tienen como blanco.
Ahora bien, la oposición a los Hermanos Musulmanes abrió otro frente para el entonces Rey saudí Abdullah: su vecino del Golfo Qatar, en alianza con Turquía, había decidido darle apoyo a esta organización buscando aumentar su influencia en la región. El conflicto no fue menor y tuvo repercusiones en la política de Siria, Yemen, Egipto, Libia y Palestina, entre otros. Vale aclarar que Qatar comparte con Arabia Saudita el credo wahabí.
El encargado de cerrar esta disputa fue el Rey Salmán quien asumió al frente de la Casa Al-Saud en enero del año pasado. Salmán y su nuevo gabinete decidieron que era necesario volver a prestar atención a la que definieron como amenaza prioritaria: Irán. Efectivamente, mientras las relaciones al interior del Golfo se tensaban, el Grupo 5+1 cerraba un acuerdo con la potencia persa en torno de su programa nuclear que amenazaba con levantar las sanciones que pesaban sobre la República Islámica y volver a inyectarle poder económico. Los fantasmas saudíes le indicaban al flamante rey que Irán utilizaría ese poder económico para entrometerse en los asuntos de su interés.
Por otra parte, el nombramiento de un nuevo sucesor de la monarquía, saltando por primera vez a la generación de los nietos del fundador Ibn Saud y colocando en la línea sucesoria a la rama Sudairi del gobierno, lo obligó a buscar formas de cerrar filas entre la familia gobernante. Tal como analizara David Campbell, la política exterior es principalmente una política identitaria que busca la homogeneización doméstica a través de la diferenciación con el otro externo.
A partir de entonces Arabia Saudita aumentó su presión sobre Estados Unidos para forzar la salida del Presidente sirio Bashar Al-Assad, hijo del nacionalista Assad, pero sostenido sobre una tribu perteneciente a una rama del shiísmo; y optó por intervenir por cuenta propia, armando una alianza árabe-sunnita, en el conflicto en Yemen, donde una tribu shiíta (los Houthi), en conjunción con el ex Presidente Saleh y su ejército había tomado el poder, derrocando al aliado saudí, Abd Rabbuh Mansur Hadi. Mientras tanto, Rusia intervino abiertamente en Siria a favor del Presidente Al-Assad y en contra del Estado Islámico, estrechando sus lazos con Teherán.
Hace pocos días, el conflicto entre Arabia Saudita e Irán tuvo un nuevo capítulo que terminó en la ruptura de relaciones por parte de Riad y la aparición de análisis basados en la idea de un latente y persistente enfrentamiento religioso entre sunnitas y shiítas. La reacción saudí fue en respuesta a lo que consideró un ataque a sus sedes diplomáticas en Teherán por parte de manifestantes que salieron a repudiar la ejecución del clérigo shiíta Nimr Al-Nimr en Arabia Saudita. Como puede apreciarse, si bien extremadamente complejo, el conflicto puede explicarse sin recurrir a artilugios teológicos o religiosos: forma parte de una relación de poder regional en la que confluyen elementos locales y globales. Más allá de las esperables rupturas diplomáticas con Irán por parte de Bahréin y de Sudán, en extremo dependientes de Riad, es un nuevo capítulo de gran relevancia ya que tiene consecuencias directas en los procesos de paz que se están llevando a cabo tanto en Siria como en Yemen, dos países atravesados por múltiples guerras.

Mariela Cuadro, Doctora en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de La Plata – Conicet. Coordinadora del Departamento de Medio Oriente del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Un nuevo Oriente Próximo

                                   
                                  

                    Un inestable monstruo geopolítico de fronteras porosas ha emergido de las                       cenizas de la ‘primavera árabe’ y en torno al Estado Islámico


Dos hombres kurdos cerca de un edificio destruido en Kobane (Siria), en marzo de 2015. /YASIN AKGUL  (AFP)


Está surgiendo un nuevo Oriente Próximo, lleno de novedades geopolíticas y también de negros presagios respecto a la estabilidad y la paz en la región y en el vecindario más amplio en el que se encuentra Europa. Empezó a nacer hace cinco años, cuando cayeron tres dictadores en Egipto, Libia y Túnez y estalló la guerra civil en Siria, pero este 2015 ha mostrado ya su rostro entero, caótico y amenazante.
Sus fronteras, cada vez más porosas e incontroladas, tanto para los terroristas como para los civiles que huyen de la guerra, han sido anuladas incluso por la organización terrorista ahora hegemónica, el autodenominado Estado Islámico (ISIS), que se ha instalado entre Siria e Irak, en un territorio del tamaño de Bélgica, donde viven unos 10 millones de personas, con la pretensión de superar el reparto colonial y crear un califato que imponga su autoridad sobre todos los países islámicos.
La proclamación de este califato terrorista y megalómano se produjo en 2014, pero ha sido este año cuando se ha asentado su poder y capacidad territorial, a la vez que propinaba golpes de repercusión mundial, como la toma de las ruinas de Palmira o los atentados en Sharm el Sheij, Túnez y París. La veterana Al Qaeda que rigió Bin Laden ha quedado superada por su envergadura y ambición, su capacidad para golpear en Europa e inspirar ataques en EE UU, soportar los bombardeos de las distintas coaliciones internacionales y aterrorizar con sus secuestros y atentados a las poblaciones de numerosos países islámicos de Nigeria a Bangladés.
Esta es la primera vez desde la Guerra Fría en que los países occidentales se enfrentan de nuevo a una amenaza total y existencial que, en este caso, ataca a los civiles en sus capitales, desafía su declinante hegemonía e impugna sus valores laicos y democráticos. El mito de este califato levantado por la fuerza de las armas, en una yihad como la que libraron Mahoma y sus primeros sucesores, actúa con perturbadora intensidad en el imaginario de miles de jóvenes, desde los suburbios europeos y americanos hasta las aglomeraciones del mundo musulmán.

Esta es la primera vez desde la Guerra Fría en que los países occidentales se enfrentan de nuevo a una amenaza total y existencial que, en este caso, ataca a los civiles en sus capitales
También se ha quebrado el antiguo equilibrio regional, asentado en la hegemonía de EE UU y en la función estabilizadora de los déspotas árabes, especialmente por la implosión de Siria y la fragmentación de Irak, país dividido entre los kurdos, el ISIS y la zona chií bajo influencia iraní. La nueva multipolaridad regional significa un cierto declive saudí y el ascenso persa, en un mundo que no quiere depender tanto del petróleo árabe y en cambio desea incluir a Teherán en sus relaciones internacionales, como demuestra el acuerdo sobre el desarme nuclear de Irán impulsado por EE UU y firmado en julio en Viena.
Como una versión posmoderna de la Guerra Fría entre Washington y Moscú, la rivalidad entre Arabia Saudí e Irán explota la división entre chiíes y suníes en disputa por el liderazgo islámico a través de guerras por procuración, tanto en Siria como en Yemen. Nada expresa mejor la nueva correlación de fuerzas como el regreso de Rusia a la región con sus bombardeos sobre Siria, más para apoyar al dictador Bachar el Asad que para combatir al ISIS, a costa de tensar sus relaciones con Turquía, una jugada táctica con la que Putin pretende aliviar la presión occidental por la anexión de Crimea y la guerra larvada con Ucrania.
Europa y EE UU han jugado a la inhibición desde que empezó la guerra civil siria y solo han despertado ante las imágenes pavorosas de las ejecuciones del ISIS, el éxodo multitudinario de quienes quieren salvarse de las atrocidades de unos y otros y, sobre todo, el miedo a los atentados en su propio territorio. El vacío dejado por los occidentales es el imán que atrae el protagonismo ruso y estimula las ansias de las potencias regionales emergentes cada una en busca de su propia hegemonía.

La rivalidad entre Arabia Saudí e Irán explota la división entre chiíes y suníes en disputa por el liderazgo islámico a través de guerras por procuración, tanto en Siria como en Yemen
Israel ha seguido esta crisis casi en silencio, salvo alguna acción muy concreta en la frontera siria y sus permanentes muestras de preocupación por el acuerdo nuclear con Irán, en sintonía con los saudíes. Aunque el ISIS no actúa en territorio israelí, su inspiración se infiltra entre los jóvenes palestinos más desesperados por la colonización en Cisjordania y sobre todo por el acoso que sufren en manos de los colonos extremistas. Los ataques individuales a civiles israelíes permiten hablar de una intifada de los cuchillos, estimulada desde las redes sociales al igual que sucede con el reclutamiento de combatientes para el ISIS.
Oriente Próximo ha sido una región virulenta pero relativamente estable bajo la larga etapa de hegemonía de Washington que termina. El mundo multipolar está alumbrando una región más virulenta y terriblemente inestable, quizás un monstruo geopolítico, que concentra viejas rivalidades de la Guerra Fría con las nuevas rivalidades entre potencias emergentes y erráticas, como son Turquía, Irán y Arabia Saudí, a las que se añaden las pretensiones de otras potencias más pequeñas pero con grandes medios financieros y militares como Qatar y Emiratos Árabes Unidos.
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Cómo era el pueblo palestino antes de 1948: un ejercicio de memoria contra el olvido

Un libro recopila una memoria fotográfica de Palestina desde 1889 a 1948 que muestra que Palestina ni estaba vacía ni era un desierto, como difunde cierta propaganda sionista
“Palestina no era una sociedad hostil ni religiosamente fanática cuando los primeros colonos del movimiento sionista llegaron allá”, señala Teresa Aranguren, una de las coordinadoras del libro.
Las fotos muestran la diversidad de la sociedad palestina de aquellas décadas y repasa los eventos más señalados.
Un libro que reivindica la memoria palestina. Su propio título así lo corrobora: “Contra el olvido. Una memoria fotográfica de Palestina antes de la Nakba, 1889-1948” (Ediciones del Oriente y del Mediterráneo).
El proyecto, coordinado por Teresa Aranguren, Sandra Barrilaro, Johnny Mansour y Bichara Khader, con prólogo del arabista Pedro Martínez Montávez, muestra una realidad demasiado a menudo negada: la existencia de Palestina no como una abstracción, sino como sociedad, cultura y territorio que fue ocupado y usurpado por los colonos.
Soldados británicos cachean a vecinos de Yafa en busca de armas durante las revueltas de 1936 contra el mandato británico y el movimiento sionista
Soldados británicos cachean a vecinos de Yafa en busca de armas durante las revueltas de 1936 contra el mandato británico y el movimiento sionista
Dicho en palabras de la periodista Teresa Aranguren, buena conocedora de la región, “negar la existencia del pueblo de Palestina fue premisa fundamental del movimiento sionista que pretendió no solo ocultar su existencia sino hasta el recuerdo de que había existido”. Pero lo que existe deja rastro, y este libro recopila parte de esa memoria que constata que antes de la ocupación había cientos de miles palestinos que fueron expulsados de sus tierras en 1948.
Grupo de scouts, fotografía perteneciente al álbum de la familia Saqqa de la ciudad palestina de Belén.
Grupo de scouts, fotografía perteneciente al álbum de la familia Saqqa de la ciudad palestina de Belén.
Las fotografías muestran al pueblo palestino, sus vidas cotidianas, así como aldeas que fueron destruidas por los ocupantes y cuyos nombres ya no figuran en los mapas. “Este libro recoge fotografías que son huellas de aquella existencia que se quiso borrar. No es un ejercicio de nostalgia, sino de afirmación”, explica Aranguren.
Retrato de Alexia Khoudry que forma parte del álbum familiar de los Midawar, fechado en 1930
Retrato de Alexia Khoudry que forma parte del álbum familiar de los Midawar, fechado en 1930
Las fotos incluyen desde las huelgas palestinas contra el mandato británico y el sionismo hasta escenas familiares costumbristas de aquella época, pasando por las integrantes del Primer Congreso de las Mujeres Árabes de Palestina, que se movilizaron contra la Declaración Balfour (1917), que contemplaba la creación de un Hogar Nacional Judío en Palestina.
Grupo de amigos durante un día de excursión al lago Tiberiades, fechada entre 1940 y 1942.
Grupo de amigos durante un día de excursión al lago Tiberiades, fechada entre 1940 y 1942.
Una parte de las fotos han sido facilitadas por el profesor e historiador palestino Johnny Mansour, procedente de la ciudad de Haifa, quien en el libro explica que los habitantes palestinos de Haifa “fueron obligados a expatriarse en 1948 sin contemplaciones y con procedimientos muy salvajes, de tal forma que de sus 75.000 habitantes palestinos no quedaron más que 3.000”.
Poda de olivos en Palestina, foto tomada entre 1934 y 1939
Poda de olivos en Palestina, foto tomada entre 1934 y 1939
Otras instantáneas fueron recopiladas por Teresa Aranguren y Sandra Barrilaro, que viajaron a los territorios ocupados palestinos y recogieron fotos familiares de sus amigos y conocidos en diversas ciudades y pueblos. Otras proceden del archivo fotográfico del hotel American Colony de Jerusalén, conocido como la Colección Matson, con más de 22.000 negativos y placas de vidrio.
Primer equipo de fútbol de Belén en 1932, del álbum de la familia Saqqa.
Primer equipo de fútbol de Belén en 1932, del álbum de la familia Saqqa.
Las fotos incluyen retratos de celebridades, acontecimientos sociales y políticos, fiestas populares, factorías, oficios. El libro recoge también extractos de la carta al primer ministro británico Winston Churchill de la delegación árabe que viajó a Londres para oponerse a la declaración Balfour en 1921, y que decía así:
“El grave y creciente malestar entre la población palestina proviene de su convicción absoluta de que la actual política del gobierno británico se propone expulsarlos de su país con el fin de convertirlo en un Estado nacional para los inmigrantes judíos… La Declaración Balfour fue hecha sin consultarnos y no podemos aceptar que decida nuestro destino…”.
La ocupación de Palestina y la expulsión de su gente ya era una crónica anunciada en los años veinte. Dos décadas después la II Guerra Mundial y el Holocausto contribuyeron a hacerla realidad. Sus consecuencias siguen sufriéndose y extendiéndose en pleno siglo XXI.
www.eldiario.es

lunes, 21 de diciembre de 2015

Qué nos pasa con “el Islam y Occidente”

Hamurabi Noufouri
Vemos” a través de las palabras. Quizá por eso afirman que no hay conflicto sin trampa lingüística. Así parece confirmarlo la creciente igualación entre expresiones como “el Islam y Occidente” con la de “ellos y nosotros”. Debilidad conceptual del “Pensamiento en Bloque”, aprovechada por el crimen organizado bajo etiqueta “islámica”, para forzar la adaptación de la realidad a esa absurda convención y se le asigne la doble representación que de otro modo nunca tendría: la de contendiente bélico mundial “antioccidental” y la de los 1400 millones de musulmanes que mayoritariamente lo rechazan.
Si ya era deficiente la fórmula “Oriente y Occidente” porque opone identidades culturales según esos puntos cardinales, empeora el cuadro sustituir uno de ellos (“Oriente”) por el nombre de una religión (“Islam”), esto es, por el de un conjunto determinado de “normas morales para la conducta individual y social”, pues convierte la “oposición espacial” en “confrontación moral”. 
Al girar de “horizontal” a “vertical”, el eje de la distancia que separa ambas totalidades imaginarias, éste se torna escala de valores en donde ese “Islam”, antes que por los atributos que se le asignen o no, encarna “una” ética colectiva versus “todas” aquellas “no orientales” y como la más opuesta a ellas de todas las “no occidentales”.
Así también “territorializa” adhesiones confesionales, “confesionaliza” pertenencias nacionales, en clave de “identidad racial”, atropellando textos sagrados y constituciones nacionales, de resultas que todo musulmán fuera de Oriente o del desierto se perciba como un “pez fuera del agua” y todo árabe “no musulmán” como “musulmán fuera del islam”, antes que como cristiano, judío, ateo, etc., y a leer como una “anomalía cultural” cualquier persona o cosa árabe o islámica de “Occidente”. 
Una “extranjerización imaginaria” que reduce las culturas a refugio y bloquea la construcción de una cultura del encuentro como propone Francisco, desde la sospecha del “conflicto de lealtades” entre esa adhesión espiritual y cualquier pertenencia nacional europea o americana. 
Una extranjerización imaginaria que ante la crisis que fuera, genera esa demanda imposible de satisfacer con manifestaciones de musulmanes o árabes rechazando toda violencia bajo excusa religiosa, para ser considerados como “moderados”, “integrados” y “pacíficos”, pues en la propia fórmula “el islam y Occidente” viene incluida la sospecha de inmorales hasta el improbable día en que ese “islam” logre demostrar lo contrario, que suspende la aplicación, de hecho o de derecho, del principio que establece que se juzga a los individuos por lo que hacen y no por lo que “son”. Para conjurar la trampa de estos dispositivos imaginarios, en donde se incuban las prácticas sociales genocidas, es que disponemos de la memoria histórica. 
Como decía Hugo es en momentos de crisis cuando más esfuerzos y recursos se deben invertir en educación y cultura, pues así como ninguna oscuridad puede acabar con la oscuridad, ni el odio con el odio, tampoco la ignorancia puede acabar con la ignorancia. Sólo la luz que brinda el conocimiento puede hacerlo. 
Hamurabi Noufouri
Historiador. Doctor (Univ. de Salamanca), Director del Inst. y Maestría en Diversidad Cultural (Untref)

www.clarin.com

martes, 15 de diciembre de 2015

La reconquista de Oriente Medio

Ramón Pedregal Casanova

Map of medio oriente

La filosofía postmoderna ha incidido en el olvido como su punto neurálgico, y con el desprecio por las enseñanzas históricas ha conseguido que la falta de conocimiento sobre la experiencia se haga general en las sociedades que a su vez destruye no sólo valores humanos sino todo lo que nos rodea.Y de opresión histórica debemos tratar la ocupación primera y objetivo actual de lucha occidental por Oriente Medio.
Ante la nueva conquista de Oriente Medio por el imperio, se nos hace preciso recuperar las enseñanzas históricas, necesitamos la memoria, los cimientos, sólo así podremos desbrozar sus ansiedades, entender sus fines y sumarnos a los pueblos que quieren frenar la recolonización.
Recordemos entonces: La Historia nos dice que el sionismo nació en la cuna del antíguo colonialismo, Gran Bretaña, y creció en la cuna del colonialismo moderno, los EEUU. Palestina es el primer paso hacia el dominio de esa orilla mediterranea.
Con el comienzo del siglo XX, cuando entró el capitalismo mundial en su última fase, el imperialismo incrementó la crisis del sistema, las contradicciones entre los componentes del mismo, la agudización de la competencia por el dominio colonial y a su vez condujo a la intensificación de la lucha de clases dentro de los países.
El imperio turco con su régimen feudal y su dominio ámplio geográfico, rico en recursos, mercados y situación geoestratégica, llegó a ser punto de atracción para los capitalistas, y un eje principal para el capitalismo europeo en su lucha de conquista y reparto de poderes sobre esta zona: en su punto de mira se encontraron los países árabes y particularmente Palestina, la posición más destacada en sus estrategías coloniales.
El movimiento sionista nació en el siglo XIX como una expresión nacionalista falsa, una expresión de las aspiraciones de las burguesías medias (artesanas y financieras) que evitaban la integración en las sociedades capitalistas nacionalistas en auge surgidas en este siglo, esa era su forma de actuar para no quedar a la altura de la clase obrera; el movimiento sionista encontró una oportunidad seria para traducir sus sueños utópicos reaccionarios y chovinistas en una realidad colonial sobre Palestina. Y así coincidieron los proyectos coloniales capitalistas con los intereses del movimiento sionista: construir bases estratégicas fijas en la zona, y particularmente en Palestina, (fines económicos, militares, etc, etc.)
La Primera Guerra Mundial es la manifestación más violenta del incremento de la crisis del capitalismo mundial, y el avance de la lucha de los pueblos por el socialismo con el resultado de la Revolución de Octubre. Como consecuencia de las alianzas entre la reacción, aristócratas, tribales, y el gobierno imperialista de Gran Bretaña, se acabaron de dispersar las fuerzas de la región que buscaban alcanzar un porvenir más independiente y próspero.
Los Acuerdos de Sykes – Picot del 16 de Mayo de 1916 entre Gran Bretaña y Francia, con la aprobación del Zar ruso y el Rey italiano, por los que se repartían Oriente Medio, (acuerdos que mantuvieron en secreto y que denunciaron los revolucionarios bolcheviques durante la revolución) fueron un engaño completo a los pueblos árabes de la zona al usurpar sus derechos y aspiraciones, un crimen que declararon “legal” en el Congreso de San Remo del 19 de Abril de 1920. Concretaron el siguiente reparto: El Estado colonialista francés se quedaba con Libia y Siria, a la que separaron de Palestina, (lo que habían firmado en 1919 en el Tratado de Versalles); El Estado colonialista inglés robaba Iraq, parte de Irán y Palestina. Y es que en 1917, el 2 de Noviembre, el Estado colonialista inglés había dado una carta, firmada por el Ministro de Exteriores A. J. Balfour, al sionista baron Rothschild con el compromiso de entregar Palestina a las organizaciones sionistas.
Las intenciones de crear bases fijas se habían plasmado en ese documento que se conoce como Declaración Balfour. Con semejante acuerdo querían garantizar la emigración judía, el aplastamiento de la resistencia palestina, y reemplazar a la población autóctona.
La creación de los protectorados como un Estado para absorver a los palestinos y acabar con su identidad nacional les llevó a prestar su apoyo la emigración judía, la confiscación de terrenos, crear colonias judías, proteger una economía judía con capital sionista y destruir la economía palestina, y apoyar a las instituciones sionistas, todo bajo mandato británico.
Palestina goza de una posición estratégica militar y económica en el Mediterráneo, uno de los más importantes en el mundo, entre los tres Continentes, (Europa, África y Asia).
En el 358 antes del nacimiento de Cristo, el primer rey persa, Korsh, dijo que para dominar Oriente hay que conquistar Palestina.
Napoleón (1799) dijo tras su derrota ante las murallas de Akra: “Si hubiese podido conquistar ésta ciudad habría conquistado todo Oriente.”
Eisenhower: “El valor regional más importante está en Oriente Medio”. Entonces era lider superior de la Alianza Atlántica y describió Oriente Medio como el corazón del mundo: “Es la principal fuente de recursos para la civilización de hoy. El dominio de Palestina es la garantía para el control de las fuentes de petroleo y el transporte para suministrar a Europa y el mundo Occidental.”
Alfred Lilienthal dijo: Los países árabes suministran el 98% del petróleo para el mundo occidental, y si algún día los árabes cierran esa puerta nos hunden.”
En 1947 el doctor Goldman en una conferencia en Montreal (Canada), que fue publicada en el periódico la Unión Nacional, en francés, nº 13, en 1953, dejó dicho: “Los judíos han elegido Palestina no por un motivo religioso, ni por las aguas del mar Muerto, ni por el petróleo, sino porque Palestina es el punto de encuentro de Europa, África y Asia. También es el punto estratégico para todas las fuerzas que quieren dominar el mundo.”
Con ésta introducción que contiene algo de Historia, geografía y política, vemos que ese territorio es de un gran valor, y Oriente Medio, en general, y Palestina en particular, ha sido y sigue siendo un alimento muy necesario para los cerebros insaciables del imperialismo y el sionismo.

Ramón Pedregal Casanova es autor de “Gaza 51 días”. Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE.

sábado, 5 de diciembre de 2015

¿Por qué el desastre de Oriente Medio?



Tras los atentados de París y la irrupción de ISIS, todos nos preguntamos: ¿Qué está pasando en Oriente Medio? 
Vemos la existencia de múltiples problemas: la cuestión palestina, el problema kurdo, el enfrentamiento del mundo chií y suni, los problemas del petróleo y gas, la escasez de agua para la supervivencia, la explosión demográfica de la zona, el terrorismo, las primaveras árabes...
Todo este maremágnum es difícil de entender desde el punto de vista de un occidental y más con la información que se nos da desde los medios de comunicación. Debemos saber que la situación actual es la consecuencia histórica de los acuerdos tomados hace un siglo por Gran Bretaña y Francia.
Desde un punto histórico, tres son los momentos que están en la base de la situación actual:
1º Los acuerdos secretos de Sykes-Picot, que se firman el 16 de mayo de 1916, por Gran Bretaña y Francia para repartirse el Oriente Medio. Se dividen en cinco zonas, que quedan muy bien señaladas en el mapa. Todos estos acuerdos están realizados a espaldas del mundo árabe y traicionan sus aspiraciones como pueblo.
2º La declaración Balfour, que se publica el dos de noviembre de 1917, donde el Reino Unido se declara favorable a la creación de un Estado judío en Palestina. La declaración Balfour fue incorporada al Tratado de Sévres entre Turquía y los aliados vencedores de la I Guerra Mundial.
3º La traición a los kurdos. En la Iª Guerra Mundial, Turquía forma parte de las potencias del eje encabezadas por Alemania, que se enfrentan a Gran Bretaña y Francia. Los kurdos se posicionan a favor de las potencias aliadas y éstas les prometen en agradecimiento por su apoyo la creación del Estado kurdo. Con la derrota de Alemania se produce la caída del imperio otomano.
Las potencias aliadas reafirman su compromiso de crear el Estado del Kurdistán y en el Tratado de Sévres, de 1920, se les garantiza la creación de su propio Estado.
Sin embargo, la consolidación de la revolución bolchevique rusa y la importancia creciente del petróleo en Oriente Medio está en el origen de la traición al pueblo kurdo por parte de Francia y Gran Bretaña. En 1923, se aprueba el Tratado de Lausana en la que se reconoce a Turquía, apoyando al general Kemal Attaturk, para que haga de tapón al expansionismo soviético y al desarrollo del comunismo en el Oriente Medio. Esto significa que Francia y Gran Bretaña traicionan al pueblo kurdo al igual que antes hicieron con los árabes y los deja sin Estado y su territorio es repartido entre cuatro Estados diferentes.
Como consecuencia de estos hechos históricos nos encontramos con la siguiente situación:
. El mayor pueblo del mundo sin Estado. Los kurdos son cuarenta millones de personas y su territorio se encuentra absorbido por cuatro países, Turquía, Siria, Iraq e Irán. (Ver mapa).
. Se creó el Estado de Israel, bajo patrocinio de la ONU, que ha significado la expulsión de su territorio de millones de palestinos, que se han quedado sin territorio y sin Estado. Israel que fue creado por la ONU, es un caso sorprendente, pues todas sus resoluciones que le afectan las incumple, salvo la primera que era su constitución como Estado judío.
. Se han creado países artificiales como Jordania y se buscó una monarquía, la hachemita, al servicio de Occidente. Las fronteras están hechas, sin tener en cuenta ni etnias, ni religiones, sino exclusivamente los intereses occidentales. Vean como muchas fronteras están hechas a regla.
. Toda la zona del Oriente Medio sufre un gran estrés hídrico, hay poca agua y mucha población. Además, es una zona con una gran contaminación y los pocos ríos existentes son lugar de conflicto por el agua que discurren por sus cauces. Lo hemos visto en los conflictos en Turquía, Líbano, Siria, Iraq, Israel. La guerra de los seis días entre Israel y los países árabes tiene su origen en un conflicto de agua con el Líbano.
. Toda la zona soporta una demografía absolutamente desbocada, que agravan otros problemas como el agua. No hay trabajo para tantas personas. La inseguridad y el terrorismo hace que no se desarrolle la economía e imposibilita la creación de puestos de trabajo, siendo así un caldo de cultivo fácil para los movimientos extremistas.
. Las cuestiones religiosas son actualmente importantes, pero han sido la consecuencia de que las potencias occidentales han azuzado estas divergencias entre chiíes y suníes, con el objetivo de “divide y vencerás”, sin considerar el problema que estaban generando a posteriori, y ahora sufrimos en toda su plenitud.
Tradicionalmente el mundo musulmán no ha tenido problemas de convivencia entre los diversos credos religiosos. El mundo occidental ha favorecido la extensión de movimientos religiosos fanáticos, como el wahabismo, base del movimiento Al Queda y de ISIS. Los Estados Unidos no tuvieron ningún problema en financiar y armar para que sirvieran a sus intereses estratégicos. Bin Laden fue miembro de la CIA muchísimos años, hasta que se les volvió en contra.
No aprendieron nada los norteamericanos y ahora han vuelto a equivocarse pues aplaudieron la creación de ISIS, lo financiaron y lo alentaron. Su máximo dirigente, el Bagdadi, ha estado reunido con Kerry.
El general judío Moshe Dayan en la guerra de los seis días
. Otro de los grandes factores, que inciden en Oriente Medio son los derivados de las fuentes energéticas, debido a que esta zona provee de gas y petróleo a una parte muy importante del mundo. De ahí su importancia geoestratégica. En estos momentos estamos asistiendo a una guerra del petróleo, consecuencia de ella es la bajada de los precios actuales.
. Las potencias occidentales diseñaron, financiaron y alentaron el desarrollo de las primaveras árabes, con la finalidad de traer la democracia. Cinco años después todos somos conscientes de sus catastróficos resultados. Siempre que Occidente diseña algo para otras partes del mundo, en vez de tranquilizar la zona, la revuelve creando múltiples conflictos.
¿Creen ustedes que los gobiernos occidentales tienen alguna responsabilidad sobre lo que pasa en Oriente Medio ahora? ¿Por qué no se explica todo esto a las opiniones públicas occidentales?
Todas las muertes son injustas e innecesarias, también las que se producen en Oriente Medio, y las miles de producidas por los países occidentales en esta zona con sus famosos daños colaterales en nombre de la democracia.
Más que nunca necesitamos paz. Luchemos por ello, tanto en Europa como en Oriente Medio exigiendo responsabilidades a nuestros guerreros dirigentes y la muerte de un ser humano es la misma sea un árabe que un occidental. Queremos paz.

jueves, 26 de noviembre de 2015

Siria, terreno de una guerra mundial

SOPHIE BESSIS ES EXPERTA DEL INSTITUTO DE RELACIONES INTERNACIONALES 
Y ESTRATEGICAS
La historiadora tunecina analiza el conflicto en Siria y el papel que desempeñan los países de Occidente y del Golfo Pérsico en esta crisis que deja cientos de víctimas bajo las bombas, los atentados terroristas y la represión.
 Por Eduardo Febbro para Página 12
Desde París
El conflicto en los países de Medio Oriente ha rebasado de una vez sus fronteras. Las injerencias occidentales destructoras, sus intervenciones armadas, la cadena inimaginable de burradas cometidas en la región por los supuestos estrategas de Occidente, la expansión del conflicto entre chiítas y sunnitas (entre los países del Golfo Pérsico e Irán), el doble rostro de las monarquías del Golfo Pérsico y las confrontaciones inherentes al conflicto entre las grandes potencias –Estados Unidos, Rusia, Unión Europea– han desatado un incontenible conflicto que dejó cientos y cientos de miles de muertos en la región y, en lo que va del año, se introdujo varias veces en el corazón de Occidente: las huellas más sangrientas están en Siria, Irak y Francia, donde los atentados de enero de 2015 contra el semanario francés Charlie Hebdo y el supermercado judío del este de París, y, ahora, en noviembre, la matanza perpetrada en París por un comando que respondía al Estado Islámico, dejaron un saldo de más de 150 muertos y cientos de heridos. Esta catástrofe polifónica es el resultado del intervencionismo militarista de las potencias Occidentales cuyas estrategias y alianzas regionales no hicieron sino propulsar el surgimiento de fundamentalismos religiosos cada vez más devastadores. La historiadora Sophie Bessis ha desarrollado una obra rigurosa en torno a estos múltiples focos de horror que desestabilizan a Medio Oriente. Tunecina de nacimiento, investigadora en el IRIS de París (Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas) Bessis ha sabido sin embargo ir más lejos en sus análisis. Publicado por Alianza Editorial en 2002, su libro Occidente y los otros: historia de una doble supremacía, había trazado un singular perspectiva sobre la arrogancia occidental y ese control del mundo que lo lleva a creer que esa supervisión es parte de su identidad. En el último libro publicado, El doble camino sin salida, lo universal ante la prueba de los fundamentalismos religiosos y mercantiles (La double impasse. L’universel à l’épreuve des fondamentalismes religieux et marchand, Paris, éd. La Découverte, 2014), la historiadora tunecina ponía en relación la influencia mutua que ejercen el radicalismo islamista y el hiper liberalismo tal y como se practican en Occidente y las petromonarquías.
En esta entrevista exclusiva realizada en París, Sophie Bessis analiza la guerra en Siria, los orígenes y las responsabilidades de la catástrofe en Medio Oriente, el conflicto interno entre chiítas y sunnitas y el papel que desempeñan los países de occidente y los del Golfo Pérsico en esta crisis que corroe el corazón del sistema internacional y deja cientos de miles de victimas bajo las bombas, los atentados terroristas y la represión.
–Los atentados de París marcan un nuevo hito, tanto en el horror como en el señalamiento de la responsabilidad occidental en esta crisis. Al mismo tiempo le sacan la máscara al origen de este problema, que es, en gran parte, el pacto entre las petromonarquías del Golfo Pérsico y Occidente.
–Los últimos acontecimientos trágicos que golpearon a Francia nos conducen a reflexionar todavía más sobre los efectos catastróficos que pueden tener la convergencia de estos dos fundamentalismos, el liberalismo y el fundamentalismo religioso. Sabemos muy bien que ciertas monarquías del Golfo Pérsico son las ideólogas y los propagadoras del fundamentalismo clanista. Hay pruebas irrefutables. Si no, basta con ver cómo es un país como Arabia Saudita y cuál es su ideología. Desde el primer colapso petrolero de 1973, los países del Golfo acumularon una inmensa fortuna gracias a la adicción de las economías occidentales con respecto al petróleo. Esta adicción y el dinero que va con ella le permitió a los países del golfo globalizar lo que podría llamarse un nuevo Islam, una nueva versión del Islam que se tradujo en movimientos islamistas cada vez más violentos y extremistas. Ahora bien, estos países son los aliados más cercanos de los grandes Estados democráticos de Occidente, los defensores de la libertad y los derechos humanos. Estas monarquías del Golfo se encuentran entre los países más ricos del planeta, pero los grandes países occidentales pasan por encima de sus propios valores para venderles armas, aliarse con ellos, comprarles petróleo. No quiero decir que debemos ser completamente idealistas y no tomar en cuenta la realidad. Pero en fin, entre tomar en cuenta la realidad y hacer de Arabia Saudita y Qatar sus aliados más cercanos hay un margen. Y mientras haya un abismo tan grande entre el discurso y la realidad veremos que esos dos fundamentalismos seguirán siendo complementarios. La ideología wahabista de Arabia Saudita es la más sectaria, la más oscurantista de todas las formas y lecturas del Islam. No hay que confundir Islam e islamismo. Incluso si hay pasarelas entre una y otra, está la religión y luego la política. Pero esos movimientos políticos que reivindican el Islam lo hacen identificándose con esa versión regresiva del mismo.
–¿Cuál el proceso que conduce a esta radicalización?
–Hay muchas causas, pero distinguiré dos. La primera y dentro del contexto internacional es evidente que todas las acciones occidentales llevadas a cabo en Medio Oriente desde el 11 de septiembre 2001 forman parte del problema y no de la solución. Esas acciones exacerbaron, desestructuraron y destruyeron Medio Oriente como nunca antes había ocurrido. La invasión de Irak en 2003 por parte de Estados Unidos es una de las matrices del extremismo jihadista armado. Estados Unidos destruyó un Estado. Ciertamente era una dictadura, Saddam Hussein era un dictador sangriento que mató a decenas de miles de personas. Pero la invasión norteamericana mató a cientos de miles de personas, acá hablamos de otra escala. Esa invasión de 2003 hizo explotar un Estado, no dejó ninguna base. Si se miran las intervenciones occidentales de los últimos años en la región, estas hicieron explotar los Estados sin garantizar la estabilidad después. Pienso en Libia, por ejemplo. Convencidos de su hiperpotencia los Estados occidentales hicieron cualquier cosa. Actuaron con un simplismo político que se aparenta al cretinismo. En Irak, como Saddam Hussein era sunnita, lo mataron a él y le entregaron el poder a los chiítas. Ahí hay una prueba del simplismo político de Occidente. Además, al darles el poder a los chiítas se le entrega Irak a su peor enemigo, que es Irán. Después ponen a la cabeza de Irak a un fundamentalista chiíta, Nouri Kamal al Maliki, el cual emprenderá la peor de las represiones contra la minoría sunnita. Y esa minoría, incluso si no era particularmente extremista, se unirá al Estado Islámico con la idea de que únicamente éste los protege. El Estado Islámico no sería lo que es hoy si no estuviese detrás toda esta situación. La segunda razón cabe en una pregunta que conecta el fundamentalismo religioso con el fundamentalismo mercantil: ¿por qué las tres cuartas partes de esos jóvenes que van a matar cientos de personas provienen de los suburbios de las grandes ciudades europeas, de los cuales entre 30 a 40 por ciento son convertidos, es decir, que ni siquiera provienen del mundo árabe? ¿Por qué? Porque el mundo en el cual vivimos es un mundo vacío de sentidos, carente de propuestas. El fundamentalismo mercantil provocó un vaciamiento del sentido. Una idea colectiva no puede resumirse al horizonte del consumo. Encima, ponen ese horizonte del consumo sin dar los medios para consumir. La variable principal de ajuste de la versión actual del capitalismo es el trabajo, el desempleo. Cuando se unen estos dos factores la bomba explota. La extraordinaria perversidad de esos movimientos religiosos consiste en hacerle creer a esa juventud sin rumbo que le transmiten un sentido y un horizonte de esperanzas.
–¿Qué lugar ocupa en este conflicto la propia confrontación interna entre chiítas y sunnitas?
–La división entre chiítas y sunnitas remonta a la muerte del profeta Mahoma, pero nunca fue un problema geopolítico como hoy.
–Pero se ha convertido en una de las esencias del conflicto.
–Sí, actualmente es un problema geopolítico pero es un pretexto dentro de la lucha de poderes. La revolución iraní ejerció un enorme poder de atracción en las masas musulmanas pobres. A partir de allí, Arabia Saudita quiso construirse otro polo de atracción y empezó a financiar, a capacitar y a armar el fundamentalismo sunnita. Pero no estamos asistiendo a querellas teológicas, o querellas dinásticas. Estamos ante conflictos políticos y este conflicto interno entre sunnitas y chiítas le conviene a mucha gente. Mire, otro ejemplo: hoy, Arabia Saudita está arrasando Yemen. En este país, los zaiditas nunca se consideraron chiítas, pero se volvieron chiítas desde que Irán los financia. Es un chismo político reciente. Pero en los años 70, Arabia Saudita financiaba al zaidismo. En suma, Arabia Saudita fue aliada de los zaiditas y hoy los bombardea con el pretexto de que son chiítas. No niego la existencia del conflicto entre chiítas y sunnitas en la historia el Islam, pero hoy asistimos a una instrumentalización política de este conflicto.
–¿Usted coincide con ciertos análisis según los cuales hay una clara intención de provocar el famoso conflicto entre civilizaciones, entre religiones?
–Hay dos grupos que necesitan llegar a ese punto: los extremistas islamistas y las extremas derechas occidentales. Ambos necesitan un conflicto entre las civilizaciones, entre las culturas, entre las religiones. Los extremistas islamistas necesitan el conflicto para decir “ellos son nuestros enemigos hereditarios hay que matarlos a todos”. Y a las extremas derechas occidentales les hace falta ese conflicto para decir: “miren, nuestros enemigos de hoy no son los grupos extremistas sino los musulmanes como globalidad”. En la actualidad, los democráticos del mundo árabe tienen mucho trabajo por hacer, pero nadie les presta atención y se olvidan de que existen. Cuentan con muy pocas divisiones. El Occidente tiene a su vez un doble combate por delante: un combate contra el extremismo que mató en París a 130 personas y que, me temo, seguirá provocando daños en los próximos meses y años. Y también otro combate contra las extremas derechas. Esos dos extremos quieren llegar a una situación de odio contra odio. Los demócratas tienen que evitar que se llegue a esto.
–Siria, ahora ¿por dónde se introdujo la fractura que condujo a este desastre político, geopolítico y humanitario?
–En marzo de 2011, cuando empezó la Primavera Arabe con el levantamiento de Túnez, seguido por la sublevación de la Plaza Tahrir (Egipto), luego el de Bahréin, el de Bengazi, también se reveló la ciudad siria de Deraa. Lo hizo con el grito de justicia, libertad, dignidad y exigiendo lo mínimo que un pueblo puede pedir. Basta de esencializar a los árabes diciendo que no tienen las mismas neuronas que los demás. Los sirios, como los demás, estaban hartos de 50 años de una dictadura sangrienta y espantosa. Pero la represión fue salvaje, de una violencia horrible, lo que no es sorprendente de parte del hijo de Hafez al Assad. Lamentablemente, varios movimientos, varios países vecinos, se dijeron que la única solución era armar la revuelta. La fractura está ahí, cuando se pretendió armar la sublevación. Hoy tenemos más de 300 mil muertos. Ceder a las sirenas de la militarización de la revuelta fue un error grave. Luego, tampoco hubo unidad de la oposición siria ante la dictadura de Bashar al Assad. Al fin, gracias a los países vecinos, en particular a las monarquías del golfo, Siria se volvió el terreno de la guerra de todos. En Siria, hoy asistimos a una guerra mundial. Están todos: los norteamericanos, los europeos, los rusos, los iraníes, el Hezbollah, los sauditas. En suma, todos están ahí y todos bombardean Siria. En la última etapa tenemos a Rusia, que se introdujo en el juego de forma magistral respaldando una de las peores dictaduras que haya conocido el Medio Oriente en su historia moderna. Y esto no hay que olvidarlo: la dictadura de Assad es una de las más sangrientas de Medio Oriente. Si se olvida esto, nos olvidamos de los muertos, pero los muertos no pueden olvidase.
–¿No hay salida racional entonces?
–Lo que podría ocurrir es que las potencias se pongan de acuerdo para que todo quede igual, menos el Estado Islámico, desde luego. Se pondrán de acuerdo para eliminarlo. Es posible. Así se llegará de nuevo a la explosión de Medio Oriente. No estoy segura de que sea la solución. Estamos en un período de desintegración total de la región y no se cómo se recompondrá.
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