Egipto y EE UU facilitan un alto el fuego en Gaza entre Israel y Hamás
ANA CARBAJOSA / RICARD GONZÁLEZ Tel Aviv / El Cairo 21/11/12 para El País
Pasadas las seis de la tarde se produjo en El Cairo el esperado anuncio. Palestinos e israelíes se comprometían a dejar de dispararse. Habían alcanzado un acuerdo de alto el fuego gracias a la mediación egipcia y estadounidense. Habían decidido poner fin a ocho días de un sangriento fuego cruzado, que amenazaba con desbordarse y dinamitar los frágiles equilibrios regionales. El alto el fuego trajo anoche la paz a la zona. Por ahora. Las próximas horas y días resultarán decisivas para determinar si las partes se adhieren al compromiso de alto el fuego inicial. Se mantenga o no, el Egipto del presidente Mohamed Morsi, garante último del pacto, ha quedado consagrado como la nueva gran potencia diplomática de la región.
El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, expresó en una conferencia de prensa su satisfacción y agradecimiento a los mediadores, pero también su cautela. “Sé que hay ciudadanos que esperan una acción militar más severa y puede que la necesitemos”, dijo durante su intervención en alusión a una eventual ruptura del pacto. El Ejecutivo israelí ha llamado en los últimos días a filas a 70.000 reservistas, a la espera de una orden de entrar en la franja por tierra. Jaled Meshal, líder de Hamás en el exilio consideró sin embargo un éxito rotundo un acuerdo que dijo “ha conseguido todas nuestras demandas”.
Al menos 154 palestinos y cinco israelíes han muerto en esta nueva espiral de violencia desencadenada tras el asesinato selectivo de Ahmed Yabari, jefe militar de Hamás hace una semana. El miércoles fue un día especialmente intenso de bombardeos sobre Gaza.
La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, fue junto a su homólogo egipcio la encargada de anunciar el acuerdo que incluye dos fases. Una primera, que comenzó la noche de este miércoles a las nueve —una hora menos en España— y por la que las partes se comprometen en esencia, a no disparar. Israel a no atacar “por tierra, mar y aire, incluidos los ataques a individuos”, según la traducción del texto del acuerdo al inglés. Y todas las facciones palestinas se comprometen a “poner fin a las hostilidades, incluido el lanzamiento de cohetes y los ataques fronterizos”.
A esta primera fase inicial, le seguirá una segunda más compleja que en principio se negociará a partir de las 24 horas de la puesta en marcha del acuerdo y que debe dar paso a la tregua permanente. Se trata de dar cumplimiento a las principales exigencias de las partes. Israel quiere que vuelva la calma al sur y en general a todo el país y quiere además garantías de que no entrará armamento a Gaza a través de la frontera sur de la Franja, es decir, la que linda con Egipto. El movimiento islamista Hamás exige a cambio el alivio del bloqueo israelí, que impide la entrada y salida de personas y mercancías de Gaza desde hace más de cinco años.
El punto “c” del acuerdo estipula que tras 24 horas de cumplimiento del alto el fuego, “se tratará la apertura de los pasos fronterizos y se facilitará el movimiento de personas y la transferencia de mercancías”. Para Israel, esto quiere decir que se sentarán a negociar estas cuestiones; que el único compromiso israelí hasta el momento es el cese de las hostilidades, según explican fuentes oficiales. En la Franja de Gaza sin embargo ya celebraban sin embargo lo que consideran un levantamiento inmediato del embargo. Lo que está claro es que el texto no deja zanjada esta espinosa cuestión y que por tanto hay margen para el desencuentro pasadas las 24 horas iniciales de calma. Egipto será el encargado de negociar con Israel estos puntos.
La tensión de los dos últimos días de tira y afloja diplomático sobre los detalles del acuerdo alcanzó el miércoles su punto álgido cuando empezaron a trascender las noticias de un inusual atentado en Tel Aviv. Un autobús había explotado. Los peores temores se confirmaron en seguida. Había sido un atentado, que causó más de una veintena de heridos y que resucitó los fantasmas de los autobuses saltando por los aires durante la segunda Intifada. El atentado se produjo en la calle Shaul Hameleh, justo en la parte trasera de la Kirya, sede del ministerio de Defensa y cuartel general del Ejército israelí. Un lugar ultravigilado, donde sin embargo, una persona logró subirse al autobús 142 y dejar un paquete bomba que explotó poco después sin causar víctimas mortales.
Las persianas de la Kirya echaron el cierre y algunos militares se trasladaron a otros edificios. En el lugar del atentado, se podía ver los restos de las ventanas del autobús y de algunos coches, que saltaron por los aires. Israel Cornick, de los equipos de rescate explica que “cuando llegué, vi a una mujer llorando como un niño. Estaba sangrando. Cuando la saqué, me dijo: Dile a Netanyahu que sea fuerte, que vaya hasta al final”. Israel se puso en seguida en alerta y las esperanzas de una tregua se fueron diluyendo con el paso de las horas. A media tarde, sin embargo, saltó la sorpresa de la mano de Hillary Clinton.
El papel egipcio
Clinton llegó a la capital egipcia después de haberse entrevistado a primera hora de la mañana con el raïs palestino, Mahmud Abbas, y posteriormente con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. La reunión con Netanyahu fue la segunda en las últimas 24 horas.
A pesar del sentimiento de solidaridad hacia Hamás de Morsi, y su movimiento, los Hermanos Musulmanes, el raïs es consciente de que necesita mantener unas buenas relaciones con Occidente para relanzar la maltrecha economía egipcia. Una mayor inflamación del conflicto entre Hamás e Israel aumentaría las presiones internas hacia el presidente para adoptar una actitud más contundente, como romper las relaciones diplomáticas con Israel, o incluso congelar los acuerdos de paz de Camp David.
Una de las primeras acciones de Egipto tras el inicio de la ofensiva israelí fue el envío a Gaza de una delegación gubernamental presidida su primer ministro, Hisham Kandil, enterrando así el aislamiento político de Hamás promovido por Washington desde que la milicia islamista se hizo con el control de la Franja.
Sin embargo, el gesto fue aplaudido por parte de la Casa Blanca: un ejercicio de pragmatismo y una muestra de que Obama entiende que la primavera árabe ha cambiado la ecuación geostratégica en la región, y que debe otorgar a Egipto un mayor margen de maniobra respecto a EE UU. De hecho, la propia Hillary fue una de las primeras visitas de mandatarios extranjeros que recibió Morsi tras su investidura presidencial.
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