domingo, 18 de agosto de 2013

Egipto, una bomba de tiempo para la región

Temen que otros gobiernos árabes apelen al mismo modelo de "mano dura"
PARÍS.- La brutal represión lanzada por los militares egipcios contra los Hermanos Musulmanes es una bomba de tiempo que amenaza con dinamitar la "primavera árabe", que comenzó a fines de 2010.
El precedente egipcio podría convertirse en un "modelo" para los otros países que oscilan entre la democracia, los regímenes autoritarios y el radicalismo islámico.
Las repercusiones provocadas por los casi 900 muertos egipcios de esta semana se harán sentir en toda la región, desde el norte de África, pasando por Turquía y hasta los más alejados países de la península arábiga. La primera de esas consecuencias es probablemente la más preocupante.
"El gobierno militar de Egipto reforzará sin duda el ánimo de todos los partidarios de la mano dura en la región", afirma Haleh Esfandiari, directora del programa para Medio Oriente del Woodrow Wilson Center.
"La lección egipcia será sin duda recibida con beneplácito en los palacios del Golfo Pérsico o en aquellos países que consiguieron hasta ahora contener la presión de la calle", señala el analista francés Marc Lynch.
Para Esfandiari, el líder sirio Bashar al-Assad continuará masacrando a sus opositores todavía con más impunidad. El primer ministro de Irak, Nouri al-Maliki, se sentirá aún más convencido de excluir a los sunnitas del poder. Las monarquías de Bahrein y Arabia Saudita no tendrán ya reparos en aplastar todo murmullo de disensión. Mientras que en Turquía, el primer ministro Recep Tayyip Erdogan podrá seguir ignorando en forma olímpica a los centenares de miles de ciudadanos que exigen su renuncia.
También en Irán, "los Guardias Revolucionarios podrían ver en los militares egipcios un modelo muy tentador para seguir", advierte Esfandiari.
Hablar de un "modelo egipcio" parece ser una expresión apropiada. Según numerosos historiadores y analistas de la región, la ferocidad de los ataques lanzados contra los manifestantes islamistas esta semana parece haber sido el resultado de un cálculo deliberado para provocar una respuesta violenta de parte de los Hermanos y sus aliados.
El objetivo -según afirman- fue demonizar a los islamistas ante los ojos de la población, convalidar el derrocamiento del presidente Mohammed Morsi el 3 de julio y, sobre todo, dinamitar cualquier posibilidad de diálogo que permitiera reintegrar a los Hermanos Musulmanes en la política egipcia.
No faltan obviamente aquellos que ven un paralelo entre la actitud de los militares egipcios y sus pares argelinos cuando, hace poco más de dos décadas, intervinieron con la misma brutalidad para impedir que los islamistas asumieran el poder después de haber ganado las elecciones. Aquella experiencia terminó con la aventura islámica en Argelia, pero dejó miles de muertos.
"Teniendo en cuenta la propaganda alentada por el Estado en El Cairo, que presenta a los Hermanos Musulmanes como una banda de terroristas, enemigos del pueblo, es fácil comprender que los militares están preparándose para aplastarlos y eliminarlos", asegura Hugh Roberts, director del programa de Estudios Árabes en la Universidad de Tufts.
El término que utilizaban entonces los militares argelinos era: "erradicación". Pero esa estrategia podría transformarse en un peligroso búmeran. Usada como una muletilla por los militares egipcios para estigmatizar a los islamistas, la presencia "terrorista" bien podría transformarse en realidad en poco tiempo más en ese país. Pero no será por culpa de los Hermanos Musulmanes, sino por la llegada de los jihadistas de Al-Qaeda para librar una guerra santa.
El islamismo radical prospera durante los períodos de violencia y de inestabilidad política. La "primavera árabe", que debía ser el momento de la libertad, se transformó en un enfrentamiento entre los partidos religiosos y sus adversarios laicos y militares", señala Anne Giudicelli, especialista de Medio Oriente.
En otras palabras, sería un regalo del cielo para el islamismo radical, furioso adversario de la democracia. Si bien en la mayoría de los países árabes los primeros tiempos de cambio pacífico habían representado un desafío mayor para la ideología de Al-Qaeda, la violencia sin límite en Siria, en Libia y ahora en Egipto es el terreno casi perfecto para el renacimiento de una jihad mundial.
Al-Qaeda prosperó durante los períodos de guerra y tensiones. Durante la "guerra contra el terror", posterior al 11 de septiembre de 2001 o en los cinco primeros años de ocupación estadounidense de Irak, cuando podía "presentarse como portaestandarte de la gran causa musulmana", explica Giudicelli.
Conscientes de los riesgos de la actual situación, las condenas internacionales se multiplicaron. Pero las palabras no bastan. A pesar del desafío que acaban de lanzarle los militares egipcios, es compresible que Estados Unidos dude en suspender su ayuda a Egipto (1300 millones de dólares anuales). Una ayuda que mantiene vigentes los acuerdos de paz con Israel. El presidente Barack Obama optó por dosificar su reacción: anuló unas maniobras militares conjuntas, sin cortar la llegada de fondos.
Sin compromisos similares, Europa podría suspender los 5000 millones de euros de ayuda prometidos a Egipto y ser fiel a su posición de apoyo a la democratización en la región. Pero aún no se tomó ninguna decisión.
"En diplomacia, todo es una cuestión de realpolitik ", ironiza el profesor universitario Jean-Pierre Filiu. "Casi siempre, más vale un dictador funcional a nuestros intereses que un grupo de románticos revolucionarios, religiosos o no, que sólo quieren patear el tablero del orden político internacional", precisa.
Ante semejante situación, los árabes que habían conseguido cruzar la barrera del miedo para sumarse a las protestas contra las dictaduras en 2011, ven hoy el ejemplo perfecto de los peligros que corren.
"Aquellos jordanos, tunecinos, turcos, sirios, iraquíes, marroquíes, libios y ciudadanos de las monarquías del Golfo, tentados de continuar su marcha hacia la "primavera árabe", tendrán cada vez más motivos de duda al ver los baños de sangre perpetrados en Siria o en Egipto", asegura Anne Giudicelli.
Hoy todos saben que la trayectoria escogida por los militares en Egipto no conducirá a la democracia, el pluralismo y la tolerancia, sino a una sociedad polarizada, dividida y ensangrentada. Las revoluciones suelen devorar a sus hijos. Esa lección, que pasó a los manuales de política después de la Revolución Francesa en 1789, demostró desde entonces su exactitud en numerosas ocasiones. La gran incógnita es saber si ése también será el trágico destino de la "primavera árabe".

OFENSIVA CONTRA LOS HERMANOS

El gobierno militar de Egipto amenazó ayer con disolver a los Hermanos Musulmanes e inició una feroz ofensiva contra el grupo, que incluyó cientos de arrestos, entre ellos, el del hermano del actual jefe de Al-Qaeda.

EL "INVIERNO ÁRABE"

En Egipto, Siria y Libia, la rutina diaria de protestas, balas y bombas hace que la euforia de las "primaveras árabes" sea un lejano recuerdo
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    Foto: Reuters 
    Egipto
    En Egipto, Siria y Libia, la rutina diaria de protestas, balas y bombas hace que la euforia de las "primaveras árabes" sea un lejano recuerdo
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    Foto: Reuters 
    Siria
    De la revuelta pacífica a la guerra civil en curso, que ya dejó 100.000 muertos y dos millones de desplazados, Siria es la contracara más rotunda del fervor revolucionario y democrático que se adueñó del mundo árabe durante 2011
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    Foto: AP 
    Libia
    El gobierno interino no ha logrado cambiar el curso de fragmentación, descontrol y violencia que envuelve a Libia desde la caída del régimen de Khadafy con la ayuda de la OTAN. El Estado es un rehén de las milicias enfrentadas entre sí

EL FUTURO, SEGÚN LOS ESPECIALISTAS

Tres expertos en Medio Oriente hablan del posible impacto de la crisis egipcia en la región
SHADI HAMID - INSTITUTO BROOKINS
Peor que Mubarak
"Sería perverso si con la revolución de 2011 se hubiera abierto el camino a algo peor de lo que se buscaba reemplazar. Pero ése es el rumbo que está siguiendo Egipto. Bajo el régimen de Hosni Mubarak, los Hermanos Musulmanes eran reprimidos, pero la represión nunca fue total. La Hermandad, como principal fuerza de la oposición, contaba con espacio para operar, disputar las elecciones y tener escaños en el Parlamento. El actual gobierno militar es mucho más ambicioso que Mubarak, con su objetivo de desmantelar a los Hermanos y destruirlos como fuerza política."
HALEH ESFANDIARI - CENTRO WOODROW WILSON
La línea dura
"El gobierno militar que se está afianzando en Egipto fortalecerá con su ejemplo a los gobernantes de línea dura de la región. Bashar al-Assad en Siria continuará masacrando a sus oponentes con mayor sensación de impunidad. En Irak, el primer ministro Nouri al-Maliki reforzará su decisión de excluir a los sunnitas de participar en el poder. En Bahrein y Arabia Saudita, los regímenes se sentirán menos condicionados para sofocar la disidencia. Y en Turquía, el primer ministro Erdogan no tendrá por qué escuchar los reclamos de los manifestantes que exigen su renuncia."
JAMES L. GELVIN - UNIVERSIDAD DE CALIFORNIA
No fue una primavera
"La sangrienta represión en Egipto no marca el final de la 'primavera árabe', simplemente porque eso nunca existió. Si bien es muy popular, esa etiqueta no resulta adecuada por dos razones: primero, exageró las ventajas de lo que sucedió en la región a tal punto que era imposible que cumpliera con las expectativas. Segundo, el concepto de primavera da a entender que la lucha por la libertad política y la justicia económica podría resolverse en el transcurso de una temporada. Pero no es así. La lucha tuvo otros episodios mucho antes de 2011, y tendrá más en el futuro.
"
www.lanacion.com.ar

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