El País de Costa Rica
Manifestantes se enfrentan a las fuerzas de seguridad durante una protesta coincidiendo con el segundo aniversario de la revolución que derrocó a Hosni Mubarak, en El Cairo, Egipto, el viernes 25 de enero de 2013. EFE/Str
ANÁLISIS Por Mey Dudin (dpa)
El Cairo/Estambul, 26 ene (dpa) - "Ya se ha derramado demasiada sangre", escribía una de las más destacadas blogueras egipcias cuando la violencia volvió a escalar en el país. Los ciudadanos deben mantenerse unidos, instaba esta joven de 27 años, cofundadora del Movimiento 6 de abril.
Con su llamamiento online por la libertad en enero de 2011, Asmaa Mahfus movilizó a los protagonistas de las primeras protestas contra el entonces presidente Hosni Mubarak, al que acabaron derrocando. Pero al contrario de lo que sucedió hace dos años, ahora parece que su llamamiento no está siendo escuchado: en la ciudad de Port Said murieron hoy al menos 26 personas.
El detonante de esta sangrienta escalada de la violencia es la condena a muerte de los autores de la masacre ocurrida hace un año en un estadio de fútbol de la ciudad portuaria. En aquel entonces, los seguidores de equipo local Al Masri arremetieron tras el pitido que marcó el final del partido contra los hinchas del club rival, el Al Ahli. Perdieron la vida 74 personas, a quienes entre tanto se considera "mártires de la revolución". Por ello, familiares y amigos de los presuntos autores hablan de sentencia política.
Dos años después de la caída de Mubarak, Egipto se encuentra sumido en un callejón sin salida. La sociedad está profundamente dividida: islamistas contra izquierdistas, liberales y cristianos; intelectuales y trabajadores del norte contra agricultores y beduinos del sur; miembros del antiguo régimen contra los nuevos mandatarios. Y cada uno de los grupos tiene distintas visiones para el nuevo Egipto.
El turismo y la inversión siguen alejados del país, la economía se encuentra en caída libre y el valor de la libra egipcia, bajo mínimos. Crece la pobreza y, debido a las deterioradas infraestructuras, hay permanentemente noticias trágicas de muertes por accidentes de tráfico, descarrilamientos o derrumbes de edificios en las urbanizaciones.
Con frecuencia, la inseguridad y el descontento de las masas se traducen en nueva violencia. Así, el viernes el segundo aniversario de la rebelión contra Mubarak terminó en sangrientas protestas contra su sucesor, el presidente islamista Mohammed Mursi. Y un partido de fútbol puede convertirse en escenario de una brutal masacre, que acaba en una brutal condena. Mientras en El Cairo los "ultras" de Al Ahli celebran la sentencia, las autoridades de Port Said informan casi al minuto de nuevos muertos y heridos.
Asmaa Mahfus sigue enviando a través de Twitter nuevos llamamientos a la unidad e insta a sus compatriotas a mirar hacia adelante. "Dejemos de pensar en la sangre ya derramada", escribe. "Reflexionemos sobre cómo parar este derramamiento de sangre."
El Cairo/Estambul, 26 ene (dpa) - "Ya se ha derramado demasiada sangre", escribía una de las más destacadas blogueras egipcias cuando la violencia volvió a escalar en el país. Los ciudadanos deben mantenerse unidos, instaba esta joven de 27 años, cofundadora del Movimiento 6 de abril.
Con su llamamiento online por la libertad en enero de 2011, Asmaa Mahfus movilizó a los protagonistas de las primeras protestas contra el entonces presidente Hosni Mubarak, al que acabaron derrocando. Pero al contrario de lo que sucedió hace dos años, ahora parece que su llamamiento no está siendo escuchado: en la ciudad de Port Said murieron hoy al menos 26 personas.
El detonante de esta sangrienta escalada de la violencia es la condena a muerte de los autores de la masacre ocurrida hace un año en un estadio de fútbol de la ciudad portuaria. En aquel entonces, los seguidores de equipo local Al Masri arremetieron tras el pitido que marcó el final del partido contra los hinchas del club rival, el Al Ahli. Perdieron la vida 74 personas, a quienes entre tanto se considera "mártires de la revolución". Por ello, familiares y amigos de los presuntos autores hablan de sentencia política.
Dos años después de la caída de Mubarak, Egipto se encuentra sumido en un callejón sin salida. La sociedad está profundamente dividida: islamistas contra izquierdistas, liberales y cristianos; intelectuales y trabajadores del norte contra agricultores y beduinos del sur; miembros del antiguo régimen contra los nuevos mandatarios. Y cada uno de los grupos tiene distintas visiones para el nuevo Egipto.
El turismo y la inversión siguen alejados del país, la economía se encuentra en caída libre y el valor de la libra egipcia, bajo mínimos. Crece la pobreza y, debido a las deterioradas infraestructuras, hay permanentemente noticias trágicas de muertes por accidentes de tráfico, descarrilamientos o derrumbes de edificios en las urbanizaciones.
Con frecuencia, la inseguridad y el descontento de las masas se traducen en nueva violencia. Así, el viernes el segundo aniversario de la rebelión contra Mubarak terminó en sangrientas protestas contra su sucesor, el presidente islamista Mohammed Mursi. Y un partido de fútbol puede convertirse en escenario de una brutal masacre, que acaba en una brutal condena. Mientras en El Cairo los "ultras" de Al Ahli celebran la sentencia, las autoridades de Port Said informan casi al minuto de nuevos muertos y heridos.
Asmaa Mahfus sigue enviando a través de Twitter nuevos llamamientos a la unidad e insta a sus compatriotas a mirar hacia adelante. "Dejemos de pensar en la sangre ya derramada", escribe. "Reflexionemos sobre cómo parar este derramamiento de sangre."
No hay comentarios:
Publicar un comentario