martes, 29 de enero de 2013

Podrían desbloquerse las negociaciones de paz con el nuevo gobierno de Netanyahu?


Jerusalem, 23.1.2013

Mario Sznajder
Departamento de Ciencia Política – Universidad Hebrea de Jerusalem

Tras las elecciones del 22 de Enero en Israel se abren nuevas perspectivas políticas, ya que las mismas elecciones implican la formación de un nuevo gobierno. Aunque el Primer Ministro Netanyahu sea quien constituya el nuevo gobierno al liderar a Likud Beiteinu, el partido politico que ha obtenido la primera mayoría parlamentaria (31 de 120 escaños) y su gobierno anterior no condujo negociaciones con la Autoridad Palestina, los resultados electorales han cambiado la realidad. Netanyahu podría formar un gobierno nacionalista-religioso, construyendo la futura coalición con el Partido Nacional Religioso (11 a 12 escaños) liderado por Naftali Bennet y sumándole el Partido Shas (ultra-ortodoxo Sefaradí, 12a 13 escaños) y el Frente Unido de la Torah (Partido ultra-ortodoxo ashkenazí, 6 escaños), junto a lo que resta de Kadima (el antiguo partido centrista de Arik Sharon, quizás 2 escaños). Esta coalición adolecería de tres problemas. 1. sería contraria a negociar con los Palestinos y por ende, mal vista internacionalmente, no sólo en Medio Oriente sino también en la Unión Europea y EEUU. 2. sería poco estable ya que cualquier miembro que se retirase de ésta haría caer el gobierno. 3. sería muy cara, desde el punto de vista presupuestal ya que los "socios" podrían exigir altos presupuestos a cambio de su presencia. Por lo tanto, es más probable que Netanyahu intente generar una coalición más amplia y más equilibrada que se estructure en dos etapas. En la primera, Likud Beiteinu incorporaría a la segunda mayría parlamentaria (19 escaños) constituída por el Partido Yesh Atid (Hay Futuro) liderado por Yair Lapid. Se trata de un partido de centro que aboga en favor de las negociaciones con los Palestinos y de mejores políticas sociales, así como igualdad de deberes y derechos (anular la exención de servicio militar a los grupos ultra-ortodoxos); y como segundo socio al Partido Religioso Nacional que apoya las mejoras sociales y la igualdad de deberes y derechos. Netanyahu intentaría incorporar también al Movimiento, liderado por Tzipi Livni (6 escaños) y Kadima. Esto aseguraría mayor holgura coalicional. En una segunda etapa, Netanyahu podría ofrecer incorporación sin condiciones y con costos presupuestales bajos a Shas y al Frente Unido de la Torah.
La posibilidad de generar un bloque de 60 escaños que impida a Netanyahu la formación de una coalición ya ha sido descartada por Yair Lapid, líder de la segunda mayoría. Las negociaciones serán muy complicadas y quizás superen los límites de tiempo establecidos por la ley (45 días).
Una vez establecido el nuevo gobierno las demandas internas de Lapid y Livni generarían negociaciones con la Autoridad Palestina y serían reforzadas por presiones internacionales por parte del gobierno de Obama, la Unión Europea y Rusia. Para que se llegue a las negociaciones, un acuerdo entre Fataj y Hamás – en la parte Palestina – es imprescindible. Negociaciones de paz son probables con el futuro gobierno de Netanyahu. Lo que es altamente improbable es que se llegue a algún acuerdo ya que el sistema coalicional de Israel es uno de "toma de indecisiones". Cualquier decisión de envergadura destruye a la coalición de gobierno, especialmente si es amplia. La paradoja de Israel es que para tomar las decisiones necesarias – renuncias territoriales, asentamientos, Jerusalem – para hacer la paz hay que cambiar el sistema político por uno más mayoritario que requiera menos coalición. Este tipo de reforma sólo es possible en condiciones de alta estabilidad, es decir, de paz. La gran pregunta es como quebrar este círculo vicioso.   

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