Jerusalem, 23.1.2013
Mario Sznajder
Departamento de Ciencia
Política – Universidad Hebrea de Jerusalem
Tras las elecciones del 22
de Enero en Israel se abren nuevas perspectivas políticas, ya que
las mismas elecciones implican la formación de un nuevo gobierno.
Aunque el Primer Ministro Netanyahu sea quien constituya el nuevo
gobierno al liderar a Likud Beiteinu, el partido politico que ha
obtenido la primera mayoría parlamentaria (31 de 120 escaños) y su
gobierno anterior no condujo negociaciones con la Autoridad
Palestina, los resultados electorales han cambiado la realidad.
Netanyahu podría formar un gobierno nacionalista-religioso,
construyendo la futura coalición con el Partido Nacional Religioso
(11 a 12 escaños) liderado por Naftali Bennet y sumándole el
Partido Shas (ultra-ortodoxo Sefaradí, 12a 13 escaños) y el Frente
Unido de la Torah (Partido ultra-ortodoxo ashkenazí, 6 escaños),
junto a lo que resta de Kadima (el antiguo partido centrista de Arik
Sharon, quizás 2 escaños). Esta coalición adolecería de tres
problemas. 1. sería contraria a negociar con los Palestinos y por
ende, mal vista internacionalmente, no sólo en Medio Oriente sino
también en la Unión Europea y EEUU. 2. sería poco estable ya que
cualquier miembro que se retirase de ésta haría caer el gobierno.
3. sería muy cara, desde el punto de vista presupuestal ya que los
"socios" podrían exigir altos presupuestos a cambio de su
presencia. Por lo tanto, es más probable que Netanyahu intente
generar una coalición más amplia y más equilibrada que se
estructure en dos etapas. En la primera, Likud Beiteinu incorporaría
a la segunda mayría parlamentaria (19 escaños) constituída por el
Partido Yesh Atid (Hay Futuro) liderado por Yair Lapid. Se trata de
un partido de centro que aboga en favor de las negociaciones con los
Palestinos y de mejores políticas sociales, así como igualdad de
deberes y derechos (anular la exención de servicio militar a los
grupos ultra-ortodoxos); y como segundo socio al Partido Religioso
Nacional que apoya las mejoras sociales y la igualdad de deberes y
derechos. Netanyahu intentaría incorporar también al Movimiento,
liderado por Tzipi Livni (6 escaños) y Kadima. Esto aseguraría
mayor holgura coalicional. En una segunda etapa, Netanyahu podría
ofrecer incorporación sin condiciones y con costos presupuestales
bajos a Shas y al Frente Unido de la Torah.
La posibilidad de generar un
bloque de 60 escaños que impida a Netanyahu la formación de una
coalición ya ha sido descartada por Yair Lapid, líder de la segunda
mayoría. Las negociaciones serán muy complicadas y quizás superen
los límites de tiempo establecidos por la ley (45 días).
Una vez establecido el nuevo
gobierno las demandas internas de Lapid y Livni generarían
negociaciones con la Autoridad Palestina y serían reforzadas por
presiones internacionales por parte del gobierno de Obama, la Unión
Europea y Rusia. Para que se llegue a las negociaciones, un acuerdo
entre Fataj y Hamás – en la parte Palestina – es imprescindible.
Negociaciones de paz son probables con el futuro gobierno de
Netanyahu. Lo que es altamente improbable es que se llegue a algún
acuerdo ya que el sistema coalicional de Israel es uno de "toma
de indecisiones". Cualquier decisión de envergadura destruye a
la coalición de gobierno, especialmente si es amplia. La paradoja de
Israel es que para tomar las decisiones necesarias – renuncias
territoriales, asentamientos, Jerusalem – para hacer la paz hay que
cambiar el sistema político por uno más mayoritario que requiera
menos coalición. Este tipo de reforma sólo es possible en
condiciones de alta estabilidad, es decir, de paz. La gran pregunta
es como quebrar este círculo vicioso.
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